Fotografía: Rarindra Prakarsa
Rescatar el corazón
El gran desafío actual es dar centralidad a lo que es más ancestral en nosotros, el afecto y la sensibilidad. En una palabra, hay que rescatar el corazón. En él está nuestro centro, nuestra capacidad de sentir en profundidad, la sede de los afectos y el nicho de los valores. Con esto no descartamos la razón, porque la incluimos como imprescindible para el discernimiento y la priorización de los afectos, sin sustituirlos. Hoy, si no aprendemos a sentir a
Sin la sensibilidad, la operación de la tecnociencia será insuficiente. Pero una ciencia con conciencia y con sentido ético puede encontrar salidas liberadoras a nuestra crisis. La esencia del ser humano está en el corazón, en aquello que venimos diciendo desde hace años, en la razón primordial y en la inteligencia sensible. Dándoles centralidad, lo cual se manifiesta en el cuidado y el respeto, es como podemos salvarnos.
Esta condición humana suscita de nuevo la utopía. Nace de la convicción de que el mundo no está fatalmente condenado a la desaparición. Hay en nosotros y en la sociedad virtualidades aún no ensayadas que, puestas en practica, pueden reencantar la vida. Es, pues, una utopía necesaria, mensaje perenne del romanticismo. Bien termina Michael Löwy su obra: «la utopía será romántica o no será».
En esta Navidad a partir de la presencia del Dios Niño surge la esperanza de que todo puede ser modificado, de que lo Nuevo puede irrumpir. He ahí el significado mayor de
¿Qué significa, en una experiencia interior, el Dios Niño? Representa la vida nueva que quiere nacer en nosotros. Más concretamente simboliza la vida que puede siempre recomenzar desde su inicio. Es posible nacer de nuevo.
En el día de Navidad, nos es permitido olvidar las amarras y los errores cometidos, para sentirnos libres para comenzar de nuevo. Los deseos escondidos y nunca realizados pueden salir a flote y ser de nuevo alimentados. Podemos hoy olvidar un poco el paso del propio pasado y formular un buen propósito.
¿No decimos tantas veces: «Ah, si pudiese comenzar todo de nuevo...»? En el día de Navidad, podemos arriesgarnos a dar el primer paso de un nuevo camino, o inaugurar otra forma de mirar sobre el camino ya andado, para descubrir en él nuevas significaciones existenciales.
La fiesta de Navidad, tan íntima y familiar, nos invita a superar, al menos en esta noche mágica, el uso de la razón calculadora, siempre al servicio de los intereses. Hoy es día de olvidar los intereses, de hacer sitio a la razón emocional, que no quiere comprar ni vender nada, sino solamente sentir al otro y convivir con él en la alegría de estar juntos, en familia, intercambiando presentes y amabilidades. Entonces emergen valores que siempre estamos buscando, sueños de vida transparente, sencilla y libre, sueños que tanto agitan nuestro imaginario.
Si logramos despertar en nosotros al Dios Niño habremos descubierto el espíritu de
"Que el nuestro sea un tiempo de despertar a una nueva reverencia ante la vida, con la firme resolución de convertirnos en constructores de mundos posibles, más respetuosos y solidarios. Por el compromiso en la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida".
El Equipo de Siendo Humanos les desea una Feliz Navidad y un Año de Paz y Prosperidad, con la firme convicción de que un mundo mejor para todos es posible.
En esa esperanza les agradecemos su continuo acompañamiento.
Ref: L. Boff, Koinonia, Michael Löwy, Jose M.Fernandez