Dentro de la limitada vida cultural que tiene Rabat, hay que destacar el esfuerzo de las instituciones tanto nacionales como extranjeras. Casi todas las semanas hay exposiciones, conferencias, proyecciones o conciertos organizados en colaboración con la embajada de algún país. Las que más destacan, por proximidad geográfica y cultural y por presencia de expatriados, son las embajadas de Francia, Italia y, cómo no, España.
Hace un par de días tuve ocasión de asistir a un concierto gratuito ofrecido por la Coral de Rabat en colaboración con la Biblioteca Nacional y el Instituto Francés. Representaban la ópera Fausto, de Gounod, en el salón de actos de la moderna Biblioteca Nacional:
Hay dos cosas que me llamaron la atención (a parte, claro está, de la buena calidad musical del evento).
En primer lugar, su modestia. La Coral de Rabat es modesta, no cabe duda. No sé si utilizará uniforme en sus conciertos del Teatro Real pero en este concierto sus miembros iban vestidos con pantalón negro y camisa blanca, falda negra y blusa blanca, pero sin uniforme. Ni por asomo su presupuesto será similar al de, pongamos por caso, el Coro de la Comunidad de Madrid. Y sin embargo su profesionalidad, su calidad musical y su entrega al público son equiparables.
Por otro lado, y esto de veras me llamó la atención... ¡una de sus miembros era invidente! Me di cuenta (más bien se dio cuenta una amiga) porque leía las partituras en braille. Deconozco si en las corales europeas hay o no discapacitados, probablemente haya alguna "cuota" prevista legalmente para evitar que sean discriminados. Pero probablemente aquí no la haya y, sin embargo, ¡ahí estaba! Toda una lección de integración...
P.D.: no os precupéis por el minipost anterior, era sólo una reflexión de mi último viaje a España, en Semana Santa. Pero tranquilos que todo sigue, a veces más, a veces menos, pero siempre bien.