En el último libro del proferor Piñuel LIDERAZGO ZERO. El liderazgo más allá de la rivalidad y la violencia. (Lid editorial) que fue premiado por la FUNDACIÓN EVERIS con el premio al mejor ensayo empresarial, repasa el patrón general del comportamiento directivo del jefe tóxico de tipo narcisista que presenta unos rasgos típicos que hacen de el una auténtica nulidad como líder, esto es, un auténtico paradigma del liderazgo inefectivo.
La entrada original de donde hemos tomado este materia fue escrita y publicada por el profesor Ikaki Piñuel al que debemos leer y seguir su blog dedicado a la divulgación del mobbing, el maltrato y el acoso
psicológico más de lo que lo estamos haciendo ultimamente por motivos
que no vienen al caso:
EL ACOSO EN INTERNET .
EL ACOSO EN INTERNET .
Lo publicamos para vuestra utilidad y os recomendamos que compreís el libro:
- Pensamientos o declaraciones de autovaloración, en contradicción con lo que los demás piensan de él o con la valoración que de él hacen: Aparece como el mejor trabajador de la empresa, o el único que está capacitado para hacer esas tareas, o como la pieza clave sin la cual nada puede funcionar. Se presenta como el mejor de todos con enorme diferencia.
- Historias de grandes logros o tribulaciones profesionales en el pasado: Aparece como un verdadero businessman, relatando fantasiosas historias de realizaciones, proyectos, que se repiten una y otra vez de manera grandilocuente, refiriéndose a sí mismo en tercera persona o usando constantemente yo, mi, mis, olvidando significativamente la contribución o las realizaciones de otras personas.
- Hipersensibilidad a la evaluación de los demás: Manifiestan enormes problemas en el momento de ser evaluados por sus superiores jerárquicos, dando la sensación de que aquellos no tienen capacitación o nivel para ello o de que su comportamiento sólo podrá juzgarlo la historia. Echan pestes en privado de los propios jefes y pretenden que las malas evaluaciones que estos hacen de ellos proceden de la envidia o mala fe.
- Utilización de los demás como espejo o auditorio: Utilizan y se prevalen de su superioridad jerárquica, su cargo o posición, para hacer que los demás escuchen obligatoriamente sus realizaciones, proyectos o historias de éxito.
- Violación de los códigos éticos de la organización: Sienten que están por encima de las normas internas, que no rigen para personas “tan importantes o decisivas” para la organización. Un observador atento puede advertir quiebras en el comportamiento ético del narcisista en relación con el cumplimiento de las normas organizativas. Suelen ser expertos en la manipulación legal, perpetrando abusos y fraudes de ley.
- Sensación de crisis apocalíptica: Proyectan hacia su entorno la sensación de que van a producirse crisis inminentes o problemas enormes de los que nadie, salvo ellos, son conscientes y a los que sólo ellos dicen ser capaces de dar respuesta utilizando sus “brillantes” capacidades personales y profesionales.
- Imprescindibilidad: Se presentan como elementos clave del desarrollo de la empresa u organización. Sin ellos no hay futuro, o éste es sombrío. Suelen pretender que nadie es imprescindible, salvo ellos que, claro está, sí lo son.
- Pretensiones de nivel, categoría, etc.: por sus relaciones sociales o el nivel de las personas de la organización que frecuentan: Proyectan hacia los demás la sensación de que tratan a nivel interno con “los peces gordos” de la empresa o de que se relacionan con personas de alto nivel social, intelectual o político. Suelen pretender ser convocados a reuniones importantes o cruciales y ser telefoneados o contactados por gente siempre muy importante.
- Reclamo de atención constante: Utilizan las reuniones con sus equipos para pronunciar discursos en los que escucharse a si mismos. Monopolizan abusivamente el uso de la palabra dándose importancia. En caso de existir verdadero argumento, el tipo de mensaje puede ser absolutamente abstracto o absolutamente concreto, pasándose de las ramas a las raíces sin solución de continuidad.
- Monopolización del mérito: Se atribuyen sistemáticamente todo el mérito de los proyectos en los que participan, “colgándose todas las medallas”, evitando hablar de la contribución de otros y pasando por alto sus errores, fallos o fracasos. Magnifican o directamente fabulan las alabanzas que supuestamente otras personas (especialmente de alto nivel) les han dirigido.
- Mesianismo: Se presentan como mesías del proyecto empresarial, con grandes visiones del cauce por el que la estrategia de negocio debe marchar. Reclaman para sí un conocimiento excepcional o de primera mano de los mercados, los clientes, la evolución tecnológica, no atribuible al esfuerzo o trabajo intelectual sino a una genialidad especial o a un rasgo de carácter peculiar que el narcisista dice poseer
- Comportamiento laboral parasitario: Suelen disponer de lanzados o esclavos que les hacen el trabajo duro y sucio, que luego se atribuyen. A estos los desprecian y denigran, explotándolos y maltratándolos, pretendiendo ser más astutos, más fuertes o más poderosos que ellos. Con ello suelen lograr sustraerse al cumplimiento de sus obligaciones profesionales. Justifican éticamente su comportamiento en el hecho de que todo se hace con el consentimiento del trabajador esclavizado o explotado.
- Escaparatismo: Sus despachos o zonas de trabajo exhiben de manera ostentosa sus trofeos profesionales, sociales o académicos. Diplomas, certificados, medallas, premios... se combinan con fotografías con personajes importantes en el ámbito empresarial, político o social. Exhiben objetos de gran valor que, supuestamente, marcan el status social o económico de quien los posee.
- Susceptibilidad a la envidia: Su tema central es la envidia que todos les tienen. Se devanan los sesos por todas aquellas personas que, supuestamente, envidian sus cualidades personales o profesionales. Son capaces de explicar de este modo todo el comportamiento de los demás, basándose exclusivamente en la envidia que hipotéticamente les corroe. En realidad quienes son pasto de la envidia hacia los demás son ellos mismos, no permitiendo que otros miembros del equipo destaquen y bloqueando el ascenso y la promoción de los subordinados más capacitados a los que ven como amenazantes. Viven atemorizados por las capacidades que presentan las personas de su entorno, especialmente las de mayor creatividad, originalidad o valor añadido profesional o personal.
- Extensión y propagación de la mediocridad: Velan y se preocupan por que nadie prospere a su lado ni debajo. Se encargan de no seleccionar o contratar para sus equipos a personas que puedan ser más capaces que ellos. De este modo y con el paso de los años van extendiendo a su alrededor una atmósfera de mediocridad profesional en la que su capacidad mediocre pueda despuntar. El narcisista solo puede sobresalir en entornos mucho más mediocres que él, por ello se encarga de cultivarlos con esmero y de hacer que florezcan todo tipo de variedades de fauna y flora organizativa de mediocridad.
- Sensibilidad al nivel: Juzgan los comportamientos o las ideas según el nivel jerárquico que posee la persona que los manifiesta. Las ideas o planteamientos valen lo que el peso jerárquico o social de quien las emite. Suelen alinearse sólo a favor de ideas o planteamientos de aquellas personas que juzgan superiores, no en el plano intelectual, sino jerárquico o político.
- Persecución del aprendizaje y la capacitación: Al ser incapaces de aprender, por no poder gestionar emocionalmente su ignorancia, no desean que nadie lo haga. El aprendizaje y la formación pueden capacitar a otros que pueden terminar aventajándoles. Suelen ser, por tanto, enemigos declarados de la formación y de las acciones de capacitación, aduciendo diferentes pretextos para ello.
- Sensibilidad a la categoría de los trabajos: La acomodación o el gusto por tareas o trabajos tiene que ver únicamente con el rango de éstos, y nunca con el grado de interés que le suscitan o con la posibilidad de aprendizaje que puedan procurar. Debido a ello, les cuesta arremangarse y realizar tareas que consideran por debajo de su nivel o categoría.
- Pensamiento autorreferencial: Las cosas suceden en la empresa en relación con algo que siempre tiene que ver con ellos. Las decisiones que se han tomado “arriba” obedecen a su asesoramiento previo, a su decisiva intervención o a la calidad de su trabajo, etc.
- Fobia al riesgo y al fracaso: El fracaso les horroriza por su incapacidad de enfrentarse emocionalmente a él. Debido a ello, suelen ser incapaces de afrontar riesgos. La aversión al riesgo les convierte en pésimos emprendedores o promotores o iniciadores de proyectos. Prefieren y optan por el control y la crítica de las iniciativas ajenas, a fin de camuflar su ineptitud emprendedora. Aducen, para justificar esta última la necesidad de realizar nuevos estudios, más análisis, evaluaciones más exhaustivas antes de decidir o emprender nada, llevando a las unidades o departamentos que dirigen a la célebre parálisis por análisis. Nada se hace ni se permite hacer a otros.