El acoso e intimidación escolar es conocido con el nombre de Bullying y supone una agresión repetida, gratuita y cruel de personas más fuertes y con más poder hacia otras personas más débiles o con menos poder real o percibido. Actualmente es considerada la forma más usual de violencia en las escuelas y que a mayor número de estudiantes afecta.
El Bullying atenta contra en derecho de los niños y adolescentes a sentirse seguros en un entorno escolar socioafectivo positivo, afectando negativamente a su desarrollo psicológico y social. La intimidación, el acoso y la amenaza suele ir acompañado de bromas, acusaciones, ridiculización, humillación y abuso. Todas estas situaciones desagradables pueden acabar en muerte por asesinado o suicidio. Este tipo de situaciones tiene consecuencias importantes para el desarrollo a corto, medio y largo plazo para todas las personas que participan en el Bullying. Es por este hecho por lo que es importante disponer de la información y las estrategias necesarias para poder prevenirlo y, una vez iniciado, pararlo y ayudar a disminuir sus consecuencias emocionales, físicas y sociales en las personas afectadas.
Los programas globales, creados para definir las condiciones que impidan el secretismo en el que se mantiene y manifiesta el Bullying y generar las estrategias que permitan afrontarlo de forma precoz evitando peores consecuencias sobre la salud de la víctima, incluyen estrategias de trabajo entre profesores, alumnos y familias, y en muchos casos son conjuntas. Otro objetivo de los programas es conocer y tomar conciencia del bullying y proporcionar apoyo y formación a las víctimas, trabajar con los agresores y mejorar el clima escolar.
A la hora de estudiar el bullying es de gran importancia fijarse en el comportamiento que adoptan los espectadores ante este hecho. Tras varios estudios se ha observado que la intervención de los espectadores es, en la gran mayoría de los casos, escasa. Esto es debido, en mayor medida, al miedo que éstos sienten a ser también victimizados, lo que ha dado lugar al desarrollo de estrategias de apoyo a los iguales dirigidas a los espectadores que desearían tener una parte más activa en su prevención. Estas estrategias tienen la finalidad de formar a los espectadores para que adopten un rol más activo ante situaciones de acoso escolar. Se trata de proporcionar el apoyo social necesario a nivel estructural y funcional, para que el alumnado víctima del bullying, participe de las redes sociales de ayuda, mejore la calidad de sus relaciones con sus iguales, y poder prevenir y/o reducir el impacto de estas conductas negativas.
El alumnado que arremete y se burla de otros de forma repetitiva presenta niveles bajos de empatía hacia los demás e inclinaciones hacia la agresividad y el psicoticismo. Por su parte, el alumnado víctima de otros presenta problemas de introversión, baja autoestima y falta de habilidad en las relaciones sociales. Las causas que pueden dar lugar a este tipo de perfiles podrían atribuirse tanto a influencias genéticas como a condiciones sociales adversas a las que se haya podido estar expuesto en el hogar, y en el caso de las víctimas, además, el proceso de deterioro que supone el hecho de estar sometido a una situación de acoso continuado.
Es necesario conocer las características del alumnado agresor y/o víctima, y el conocimiento de las situaciones adversas que pueden estar reforzando una determinada forma de relacionarse negativamente con los demás. Esta información debe utilizarse para diseñar los programas de intervención con el alumnado agresor ayudándole a controlar de forma más adecuada la cólera y la agresividad, diseñar los programas dirigidos al alumnado más vulnerable a la agresión a través de programas de formación y práctica de habilidades sociales, y orientar y formar a las familias en estas situaciones.
Otra gran causa del bullying se le atribuye a las diferencias entre las personas y los grupos ya sea por cuestiones de género, etnia, raza o grupo social de pertenencia. De este modo, quienes pertenezcan a los grupos más desfavorecidos y/o minoritarios, valorados de forma negativa, tendrán más posibilidades de ser maltratados.
Aunque los protagonistas principales sean el agresor y la víctima, en situaciones de acoso todo el alumnado tiene un papel en el mismo ya sea como agresor, seguidor, partidario, espectador, posible defensor, defensor, etc.
Los centros educativos deben ser conscientes de los roles que juegan los grupos y los individuos. Deben identificar a los grupos y trabajar con ellos.
La intervención en el acoso escolar debe llevarse a cabo en y por la comunidad educativa implicando a todos sus miembros. El sistema educativo en general y los profesor y la dirección en particular es responsable de la seguridad del alumnado.
Es importante crear expectativas positivas en las relaciones sociales entre el alumnado, y crear y utilizar normas de comportamiento y formas de trabajo cooperativas.
Es importante tratar de ver cómo puede reducirse el bullying animando a los espectadores pasivos a implicarse e intervenir, llevando a cabo conductas prosociales para ayudar a sus compañeros víctimas del bullying. La presencia de espectadores en los episodios de acoso es muy elevada, y estos observadores pueden ser de varios tipos: los que asisten y ayudan físicamente al agresor, los que refuerzan incitando a la violencia y a la exclusión, los que observan neutrales e inactivos pretendiendo no ver nada, y muy pocos defienden ayudando a la víctima y haciendo frente al agresor. A pesar de ello, la mayoría de los observadores desaprueban estos comportamientos, y a una gran parte de ellos les gustaría hacer algo para ayudar.
La intervención en los problemas de acoso escolar debe concretarse en cada realidad conociendo el problema y pensando soluciones colectivas interpersonales fomentando la empatía y las relaciones positivas entre los grupos de alumnado. La intervención con los observadores es muy importante en el conjunto de acciones que se lleven a cabo. Es necesario poner en marcha programas que tengan como objetivo motivar a los observadores para que ayuden a las víctimas. Para ello es necesario formar al profesorado en estrategias de diagnóstico y de intervención grupal en el aula teniendo en cuenta que el acoso escolar se produce delante de los observadores y que el profesorado es informado por éstos en muy pocas ocasiones.
Los cambios sociales, la inmigración, los cambios culturales, las nuevas realidades familiares, la evolución demográfica, la existencia de nuevas necesidades sociales, las nuevas realidades urbanas, el trabajo de los servicios sociales y culturales, la nueva cultura del ocio urbano, la transformación del sistema educativo, etc plantean nuevas demandas en las que la educación social un papel protagonista cada vez mayor.
Los educadores sociales han empezado a desarrollar programas socioeducativos con la institución escolar como objetivo. Se trata de programas dirigidos a la resolución de problemas y de conflictos que se manifiestan en la institución escolar. Es por ello que se deben hacer proyectos de intervención socioeducativa dirigidos a potenciar la socialización positiva, la competencia social, la inclusión social del alumnado en los centros educativos. Es necesario ubicar al profesional de la educación social en la institución escolar desde el trabajo comunitario y desde la proximidad. La escuela actual debe ser capaz de conocer y comprender los retos de la sociedad del presente y del futuro, de contribuir a la socialización de los alumnos, de adaptarse a los cambios habidos en las estructuras familiares, de asimilar las nuevas tecnologías, de comprender los movimientos migratorios, de insertarse dentro de la sociedad del conocimiento de forma plena.
Es importante que el educador social ofrezca su ayuda y asesoramiento a las familias, que diseño proyectos educativos individualizados en los que la mejora de las relaciones sociales sea el principal objetivo. Que lleve a cabo un trabajo conjunto con el centro y con otras instituciones comunitarias.