Queridos feligreses. Estamos reunidos aquí, hoy, gracias a un error de cálculo de los antiguos mayas. Demostremos todo nuestro agradecimiento visitando generosamente las cajita de limosna y no nos limitemos a sonreir de felicidad porque las buenas acciones se miden por hechos y no solamente con intenciones.
La intención la miden en los juzgados, en la calle, en la casa, pero no en esta parroquia. Intentó hacer esto o lo otro. Si lo consiguió hacer, la pena es más grande que si sólo trató de hacerlo. La intención negocia un cierto grado de perdón: “perdón, no fue con intención que te haya pisado”. Es decir, está relacionado con la conciencia. Ahora, seamos conscientes y pasemos a otro tema, no era mi intención aburrirlos con esto.
Se acerca la Navidad, el día de los descubrimientos. Ya hice mis compras y ya están los regalos en sus respectivos envoltorios que con gran esfuerzo y amor, ha empacado la Secre. Esos regalos brillarán mientras estén en esas condiciones al lado del árbol y deslumbrarán los ojos de grandes y niños, esperando que lleguen las doce de la noche del día 24, para ser abiertos.
En ese momento se descubrirán los secretos mejor guardados en este año. Sabremos quienes en la familia son más generosos. Descubriremos o confirmaremos quienes son los más tacaños. Es el momento de descubrir los verdaderos tamaños de cada uno (ritual que se repite y se olvida, todos los años), las tallas de camisa, de pantalones, de interiores y camisetas. “¿No eras esa talla? Juraría que sí, luces tan delgada. No te preocupes tiene cambio”. Los gustos por los colores vuelven al escenario: “¿cómo así? No te gusta ese bello color mango revolucionario? Pero si el otro día dijiste que te encantaba, por eso te lo compré”.
La Secre descubrirá que tanto tiempo, esmero y amor invertido en empacar los regalos, se perdió, al empezar a recibir los niños los suyos. “¿Por qué los grandes me complican la vida envolviendo cada celebración mis regalos? ¡A romperrrrrrr!” y empieza la batalla que cubrirá el piso de papeles de regalo rasgados en todos los tamaños y formas.
Descubrirán que Santa, Papá Noel, el Niño Dios –quién carajos se tome el tiempo de medir su comportamiento en los últimos doce meses y traerles estos presentes- acertó en lo que querían. Bueno, no en todo, pero al menos en uno sí.
Yo, por mi parte, me descubro ante ustedes, para desearles a todos, pero a todos, todos, una muy Feliz Navidad. Pásenla bien, muchas bendiciones y abrazos, para ustedes y los suyos.
A los buenos días:
ResponderEliminarNo es mi favo Papa Noel pero lo aprovecho para sorprender a don soseras y a la abre.
Por preferir prefiero a los Reyes Magos, aunque hasta hace poco tenía muchas cuentas pendientes con ellos ahora ya saldadas.
Ni te imaginas como los espero, además siempre les escribo varias cartas y traerme, bueno será una sorpresa, al menos la cara que pondré (este año como otros me traeran una muñeca de trapo, antes era un bolso, pues a don soseras no le llega a más su imaginación)
Si soy sincera solo espero que a los pies de mi cama esté una caja envuelta con papel de colorines, dibus a ser posible, un lazo grande y, me da igual que esté vacia; de hecho tardo en abrir los paquetes una eternidad, ni los abriría de no ser por la insistencia de mis pirañas.
Feliz Navidad y próspero año
Cienes de besitos pal andando y cienes de y pico de abrazos
Shi
Y... ¿Qué le regalaron???
ResponderEliminarLos regalos hacen que brillen los ojos a quien los reciben, pero lo importante es la sorpresa y la intención.
ResponderEliminarAl final lo que importa es el regalo...
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