ACTITUDES QUE FAVORECEN EL DESARROLLO DE LA AUTOESTIMA
Hace tiempo que tengo descuidada la entrada de Escuela de Papás y Mamás, así que hoy os recompensaré con un post dedicado a un tema que me apasiona y que me parece importanticimo trabajar con los pequeñ@s: La AUTOESTIMA. Pienso que la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hij@s es una buena autoestima.
Todas las iniciativas que describimos a continuación enseñan al niño a querer, valorar, perdonar y respetar a los demás y a sí mismo.
v Las pequeñas tareas le hacen responsables. Es preciso dejarle participar en la elección de esas tareas, pedirle que se comprometa a cumplirlas y, si es necesario, exigirle que lo haga.
Se deben premiar las labores que realiza. Las alabanzas son un espejo que les dice lo que son capaces de hacer. Conviene ser concreto en la descripción de las tareas, es decir, hay que atribuirle sus logros y asegurarse de que perciba que se deben a sus actuaciones. Los logros y la celebración que se haga de ellos le hacen sentirse competentes.
v No hay que evitarles las pequeñas frustraciones: son las que les llevan a entender el valor del esfuerzo, tan necesario para conseguir éxitos.
El niño ha de aprender que tiene derecho a equivocarse y, muy importante, que los demás también lo tienen. De los errores se aprende.
v Conceptos como la autodisciplina o el autocontrol se desarrollan si el niño conoce unos límites, claros y justos, que le indiquen qué se espera que haga. Si los padres son firmes y constantes en la aplicación de los límites, el niño podrá prever las consecuencias de sus conductas.
v Hay que animarle a tomar iniciativas y a resolver sus pequeños conflictos. De este modo se le da la confianza necesaria para sacar a relucir sus habilidades sin miedo al error.
v También hay que dedicar tiempo a enseñarle los pasos para resolver conflictos. Se le debe pedir que describa el problema, establecer con él un plan de solución, animarle a ponerlo en práctica y evaluar lo conseguido.
v Conviene darle alternativas cuando a él no se les ocurran, pero no caer en la tentación de darle la solución perfecta a todo lo que le preocupa.
v Es preciso dejar de lado las críticas destructivas (“eres un desobediente”), y expresarlas en términos de lo que provoca su comportamiento en los demás (“cuando tu no atiendes a lo que te pido, yo me pongo triste y me enfado”). Hay que subrayar que lo que enfada es su comportamiento, no él.
v Conviene olvidarse de las comparaciones, sobretodo entre hermanos. Al contrario de lo que se piensa, no motivan a mejorar el comportamiento, sino todo lo contrario: etiquetan al niño como vago, tímido o desobediente. Los niños suelen mantener su comportamiento para no perder el papel que se les asigna dentro de la familia.
v Es fundamental plantearse expectativas realistas sobre lo que el niño es capaz de hacer. Los padres no deben caer en la tentación de intentar que sea o haga lo que a ellos les gustaría.
Esta actitud lleva a exigir metas cuya dificultad le asegura fracasos. Un éxito llama a otro, de modo que hay que equilibrar las experiencias que le aportan los nuevos logros con aquellas en las que no se consigue lo que quiere.
Todos estos puntos se pueden ir concretando en tareas que el niño tendrá que realizar. Hay que elegirlas en función de la edad y las capacidades adquiridas, ya que es importante que las realice con éxito. La siguiente lista da algunas ideas:
- Leer o inventar un cuento cuyo contenido verse sobre cualquiera de las aptitudes que queremos que desarrolle.
- Dar un paseo con los abuelos.
- Preparar un día de campo y una excursión.
- Organizar una fiesta para los vecinos.
- Jugar a un juego de mesa o ver una película en familia.
- Contar chistes.
- Jugar a intercambiar los roles de padre e hijo o madre e hija.
- Ver fotos de cuando era bebé.
- Proponerle que juegue con un niño de su clase con el que no lo haya hecho hasta el momento.
- Que traiga algo bonito a la vuelta del colegio.
- Que ayude a cocinar la cena para la familia.
- Encargarle hacer la lista del supermercado.
- Que compre el pan, lo pague y cuente el cambio.
- Que coja el teléfono y el recado.
- Animarle a que dé un abrazo a alguien de la familia.
- Que busque algo que le guste de su hermano y se los diga.
- Que aprenda una canción.
- Que dibuje a la familia.
- Que invente un juego de mesa para la familia y lo dirija.
- Enseñarle a utilizar fórmulas de cortesía para pedir y agradecer las cosas.
Todas las iniciativas que describimos a continuación enseñan al niño a querer, valorar, perdonar y respetar a los demás y a sí mismo.
v Las pequeñas tareas le hacen responsables. Es preciso dejarle participar en la elección de esas tareas, pedirle que se comprometa a cumplirlas y, si es necesario, exigirle que lo haga.
Se deben premiar las labores que realiza. Las alabanzas son un espejo que les dice lo que son capaces de hacer. Conviene ser concreto en la descripción de las tareas, es decir, hay que atribuirle sus logros y asegurarse de que perciba que se deben a sus actuaciones. Los logros y la celebración que se haga de ellos le hacen sentirse competentes.
v No hay que evitarles las pequeñas frustraciones: son las que les llevan a entender el valor del esfuerzo, tan necesario para conseguir éxitos.
El niño ha de aprender que tiene derecho a equivocarse y, muy importante, que los demás también lo tienen. De los errores se aprende.
v Conceptos como la autodisciplina o el autocontrol se desarrollan si el niño conoce unos límites, claros y justos, que le indiquen qué se espera que haga. Si los padres son firmes y constantes en la aplicación de los límites, el niño podrá prever las consecuencias de sus conductas.
v Hay que animarle a tomar iniciativas y a resolver sus pequeños conflictos. De este modo se le da la confianza necesaria para sacar a relucir sus habilidades sin miedo al error.
v También hay que dedicar tiempo a enseñarle los pasos para resolver conflictos. Se le debe pedir que describa el problema, establecer con él un plan de solución, animarle a ponerlo en práctica y evaluar lo conseguido.
v Conviene darle alternativas cuando a él no se les ocurran, pero no caer en la tentación de darle la solución perfecta a todo lo que le preocupa.
v Es preciso dejar de lado las críticas destructivas (“eres un desobediente”), y expresarlas en términos de lo que provoca su comportamiento en los demás (“cuando tu no atiendes a lo que te pido, yo me pongo triste y me enfado”). Hay que subrayar que lo que enfada es su comportamiento, no él.
v Conviene olvidarse de las comparaciones, sobretodo entre hermanos. Al contrario de lo que se piensa, no motivan a mejorar el comportamiento, sino todo lo contrario: etiquetan al niño como vago, tímido o desobediente. Los niños suelen mantener su comportamiento para no perder el papel que se les asigna dentro de la familia.
v Es fundamental plantearse expectativas realistas sobre lo que el niño es capaz de hacer. Los padres no deben caer en la tentación de intentar que sea o haga lo que a ellos les gustaría.
Esta actitud lleva a exigir metas cuya dificultad le asegura fracasos. Un éxito llama a otro, de modo que hay que equilibrar las experiencias que le aportan los nuevos logros con aquellas en las que no se consigue lo que quiere.
Todos estos puntos se pueden ir concretando en tareas que el niño tendrá que realizar. Hay que elegirlas en función de la edad y las capacidades adquiridas, ya que es importante que las realice con éxito. La siguiente lista da algunas ideas:
- Leer o inventar un cuento cuyo contenido verse sobre cualquiera de las aptitudes que queremos que desarrolle.
- Dar un paseo con los abuelos.
- Preparar un día de campo y una excursión.
- Organizar una fiesta para los vecinos.
- Jugar a un juego de mesa o ver una película en familia.
- Contar chistes.
- Jugar a intercambiar los roles de padre e hijo o madre e hija.
- Ver fotos de cuando era bebé.
- Proponerle que juegue con un niño de su clase con el que no lo haya hecho hasta el momento.
- Que traiga algo bonito a la vuelta del colegio.
- Que ayude a cocinar la cena para la familia.
- Encargarle hacer la lista del supermercado.
- Que compre el pan, lo pague y cuente el cambio.
- Que coja el teléfono y el recado.
- Animarle a que dé un abrazo a alguien de la familia.
- Que busque algo que le guste de su hermano y se los diga.
- Que aprenda una canción.
- Que dibuje a la familia.
- Que invente un juego de mesa para la familia y lo dirija.
- Enseñarle a utilizar fórmulas de cortesía para pedir y agradecer las cosas.