Lunes, 25 de julio [de 1949]. Borges contó el caso del comisario Bertoni. Se decía que hombres como el comisario Bertoni se habían acabado, que ya no habría más funcionarios con ese sentido del deber, de la justicia y de la responsabilidad. Una anécdota ilustraba estas prendas del comisario. Junto a la comisaría había un baldío y allá pastaba una potranca la que le había echado el ojo un muchacho del barrio, un mozo pierna. Una madrugada, en la seguridad de que no habría nadie, el mozo se le acercó sigilosamente, la volteó y se la cogió. Bertoni, que no era sonso y que estaba en todo, había maliciado las intenciones del joven vecino y esa mañana había madrugado más de lo habitual. Desde el alero de la comisaría, donde mateaba, vigilaba el potrerito. En el momento oportuno se apareció en el lugar del hecho y sorprendió al mozo. Con aquel sentido del deber y de la responsabilidad que ya no volverá a verse, le dijo al mozo: "Bajate los pantalones", y ahí nomás le rompió el culo. Borges recordó riendo que también en la Biblia se dice que hay que matar con la misma arma a la persona y al animal (Levítico 20:15-16).
(
Borges, Adolfo Bioy Casares; Edición Minor, 2010)
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