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FIESTAS NAVIDEÑAS. El 24 de diciembre llegamos a Italia aliviados por las noticias familiares que llegaban de Barcelona. Tras atiborrarnos de pizzas caseras (comida típica antes de las cenas de Nochebuena y Nochevieja), la Nochebuena se celebró en Casa de los Della Volpe-Argo. Natale y Santo Stefano trascurrieron, como de costumbre en casa de los Di Cristofaro-Nappa. Entre comidas sólo tuvimos tiempo de pasear por Aversa en medio de un clima primaveral debido a que soplaba el sirocco tunecino que en esos días se dio una vuelta por la región. No faltaron los regalos (demasiados), el brócoli italiano, la col, los típicos platos navideños, entre ellos el bacalao (no para mí), mi ansiada Mozzarella di Bufala Aversana (mejor sin panna) y miles de dulces, cassata, limoncello, etc. El día de Navidad la hermana de Bruno nos hizo un poco de lasagna, especial para Bruno y para mí, por lo que ese díadebí comer algo así como 9 platos. El 26 por la tarde llegaron los tradicionales juegos y gané en la tómbola Napolitana, pero perdí al 31, l'asso che fugge, 7 e mezzo y al Burraco, un juego que se ha convertido en una especie de obsesión regional.
Nochevieja fue nuestro último evento en el sur. La celebramos en casa de los Della Volpe-Argo. Cantamos en napolitano, bailamos, comimos spaghetti con le vongole (el tradicional plato napolitano), brindamos y no faltaron las lentejas. Muy divertido.
El 1 de enero fuimos a San Pietro in Vincoli a ver el Moisés de Michelangelo y mientras abrían, hicimos tiempo por el Coliseo, la Basílica de Majencio y aprovechamos para tomar un café en el Coming Out, donde charlamos bastante rato con la camarera milanesa y un chico siciliano que vive en Roma. Hablamos de bombas, de como viven las cosas allí y cómo se ven desde aquí, de la marcha, Arcigay, Barcelona (la meca gay-lésbica italiana) y la política. El Moisés fue algo mágico a pesar de las 400 personas...
Desde allí nos fuimos a San Paolo fuori le mura, una basílica ubicada sobre el lugar donde se dice que se halla la tumba del homosexual "redimido" (más bien reprimido, o no) Pablo o Saulo. Los mosaicos del arco triunfal son espectaculares. Dan miedo los retratos de los papas que se encuentran en lunetas continuas a lo largo de un friso que se extiende por toda la basílica. El número de papas beatificados y santificados es superior al número de dioses paganos conocidos... Ah sí, allí tuvimos una nueva prueba más de que Ratzinger da algo más que mal rollo: cuando quisimos hacer una foto a los retratos de los últimos papas, en la fotografía sólo apareció iluminado el retrato de B16 y eso que estaban todos iluminados por igual. Juzgad vosotros mismos, nosotros llegamos a resolver el misterio pero hay queda eso...
El 2 de enero visitamos las Catacombe di San Callisto y las fosas ardeatinas y luego nos dimos una vuelta por la Via Appia Antica: Catacombe di San Sebastiano, estadio de Majencio, tumba de Rómulo, tumba de Cecilia Metella, San Nicola, nos asomamos al antiguo empedrado de la Via Appia, para acabar como a dos kilómetros de allí, en la Iglesia de Quo Vadis levantada justo en el lugar donde se dice que Cristo se le apareció a Pedro para instarle a volver a Roma (de donde huía) y someterse a su martiro y crucifixión. Milagrosamente las huellas del Cristo aparecido quedaron fosilizadas y alguien tuvo a bien esculpirlas en un mármol que se dispuso justo allí, en el centro de la Via Appia. Sin embargo, al parecer las huellas originales se encuentran expuestas en la Iglesia de San Sebastián, a 2 Km de allí, en una vitrina junto con otras reliquias. Cosas que pasan... En fin, un lío lo del Quo Vadis. En total, de las 54 estaciones del recorrido arqueológico de la Via Appia antica, apenas hicimos 9... Si os animáis a hacerlo alquilad por lo menos una bicicleta.
Tras pasar por el Testaccio, la tarde transcurrió en Piazza del Popolo, donde visitamos la Iglesia de Santa Maria, nos emocionamos con Caravaggio y no pudimos ver la escultura de Bernini (en obras de restauración). Después subimos al Pincio y acabamos yendo a San Pedro del Vaticano, donde pudimos constatar, a juzgar por las luces de sus estancias privadas, que Beni estaba en casa, por lo que decidimos volver al hotel, vestirnos, cenar en "nuestra" trattoria y en su honor, dejarnos ver en la "Gay Street". Es increíble ver la transformación que sufren los cafés y pubs de la Via San Giovanni in Laterano que al caer la noche se transforma en una animada y abarrotada zona de ambiente LGBT. Muchísima gente (la calle completamente atestada) y animación, aunque sin música y con frío. Le dimos bastante al pico en las largas colas del lavabo, cosas de beber cerveza y de que sólo haya un único wc por local... La noche acabó en el Hangar, más aburrido que el año pasado, donde por suerte seguimos entrando sin el carnet de Arcigay.
El 3 de enero tuvimos bastante tiempo, antes de coger el avión, para dar una vuelta por varios sitios. Vimos más detalladamente los templos Largo Argentina, alcanzamos las Piazze Campo dei Fiori y Farnese, subimos hasta Navona pasando antes por el antiguo Palacio de la cancillería y entramos en las iglesias de Sant'Agnese, San Lorenzo in Lucina y Santa Maria sopra Minerva, donde me enamoré perdidamente del Cristo de Michelangelo y los frescos de Lippi, aunque me horrorizó sobremanera la reforma neogótica. del edificio. Tuvimos tiempo para volver al Panteón, mi edificio romano favorito, el Parlamento, el Hadrianeum y la Columna y me zampé el helado más grande de mi vida... Las calles estaban atestadas por los Saldi, la feria de Epifanía y el turismo y el sol ayudaba. Al empezar la tarde se cubrió el cielo y empezó a lloviznar. Desgracidamente no tuvimos tiempo de entrar en San Luigi dei Francesi, pero todo se andará...
La vuelta fue una pesadilla. Ryanair nos obligaba a pagar 160€ por exceso de peso (en vez de 20 Kg por maleta resulta que teníamos que facturar sólo 15 Kg) Evidentemente no pagamos ni un céntimo de más a esos piratas aéreos. Tras tantos años de guardar mil y un trastos en cajas para que quepan en 5 metros cuadrados de habitación, conseguí distribuir el peso entre maletas y bolsas y de esta forma, los quintales de parmigiano, grana, pecorino y demás manjares pasaron a mi mochila de mano. Esto supuso que me quedara en la aduana 20 minutos siendo inspeccionado, sacándolo todo de la mochila, hasta que los "amables" policías se convencieron que el queso no era nitroglicerina incendiaria y que los 2 jerseys que llevaba atados a mi cintura, no eran la mecha para encenderla... Para más males se fue la luz en ese hangar de espera donde abandonan a la gente en el aeropuerto de Ciampino. Sin luz, se estropearon los lavabos y a mí me dio una urgencia repentina, por lo que me metí en el de discapacitados que sí funcionaba y en vez de tirar de la cadena, hice sonar la alarma... La que se lió... Después de todo, creo que aprobaré sin dificultad el examen oral de italiano... Y mientras esperaaar, y esperaaar a que el avión llegase, algo que se demoró 2 larguísimas horas más. Sobrevivimos a una nueva conculcación de derechos básicos y a un nuevo trato como mercancía (en lugar de persona) y al fin logramos alcanzar Girona a las 00:15h y suerte que los santos Ruth y Marc tuvieron el detallazo de estar allí para recogernos que si no...
En fin, hasta aquí el cuento. Espero volver pronto. Un abrazo.