De la Crónica Deportiva Marzo 28 2017
8vaTemporada
“Re-PODRIDOS”
El lugar mas impensado
En 1932, la desesperación
de los dirigentes de River por ganar el campeonato era evidente. El profesionalismo
había iniciado su camino imparable el año anterior y Boca, el archirrival, se
había consagrado campeón, al igual que en el último torneo amateur de 1930.
River no ganaba nada desde 1920 y por eso sus directivos invirtieron muchísimo
dinero para contratar al goleador de Tigre,Bernabé Ferreyra, quien había
entusiasmado a los que lo vieron jugar en la cancha «del lechero ahogado» para
el equipo azul y rojo de Victoria.
Por Bernabé se pagaron 35
mil pesos, y otras incorporaciones de jugadores destacados (Arrillaga de
Quilmes, Santamaría de Platense, Sciarra de Ferro, Cuello de Tigre y Basilico
de Atlanta)
Conformaron un plantel
armado y pensado para ganar el segundo campeonato profesional.
El torneo fue peleado
desde el inicio hasta el final por tres equipos. Cuando River e Independiente
lideraban con 33 puntos y eran perseguidos de cerca por Racing, el 14 de agosto
el equipo de la banda roja visitó a Estudiantes en La Plata. Allí protagonizó
un partido especial, donde hubo seis goles y un incidente que quedará en el
recuerdo.
Ese mismo domingo de
agosto,los diarios argentinos informaban sobre un nuevo gremio que aparecía en
Gran Bretaña, el de los jugadores de fútbol. Es que las renovaciones de los
contratos y las rebajas en los sueldos, por la crisis del '29 que desplomó la
economía de Estados Unidos y Europa, habían provocado el caos entre los clubes
ingleses.
Ajenos a su esplendor
inicial, los británicos se esmeraban por seguir compitiendo contra equipos de
otros países y por revitalizar un fútbol austero en todo sentido.
En cambio, el fútbol
argentino estaba en pleno crecimiento. El profesionalismo acercó dinero y
provocó que se blanqueara el hecho de que algunos futbolistas simulaban ocupar
empleos para justificar así la plata que les pagaban sus clubes.
Paralelamente,el fanatismo iba expandiéndose y subiendo de tono.
Justamente, el
torneo de 1932 estuvo plagado de incidentes, como una muestra más de esa
particular relación de placer y padecimiento que mantienen los argentinos con
el más popular de los deportes.
Pero volvamos al domingo
14 de agosto. Una jornada, la número 21, con un serio incidente en la cancha
que Platense tenía en Manuela Pedraza y Crámer. Allí, el juez Canelas sancionó
penal para el equipo local cuando estaban empatando con Gimnasia en dos goles.
La resistencia de los jugadores visitantes fue aumentando hasta impedir la
ejecución de la infracción. Canelas no tuvo más remedio que suspender el
partido y,días más tarde, la justicia deportiva le daría los puntos a los
calamares.
Mientras Minella, Delovo y
Recanatini le protestaban al juez Canelas por el penal contra Gimnasia, en la
ciudad de La Plata ocurría el «gol de ….». Los protagonistas fueron Alberto
Zozaya, goleador pincharrata apodado «Don Padilla» y el juez Vicente De Angelis,
junto con su asistente Rafael Mollo. Iban 25 minutos del primertiempo y River
se imponía 2-0 con
goles de Bernabé Ferreyra
de penal y del Alazán Santamaría, cuando,según relata el matutino La Nación,
«Zozaya recibió la pelota de un pase de Manuel Ferreira, eludió fácilmente a
Dañil y desde distancia apreciable despidió un tiro alto, que dio en la parte
anterior del travesaño y visiblemente traspasó la línea del goal. Como la
primera intención del árbitro era no sancionar el tanto, se produjo un serio
incidente».
De Angelis se fue con sus
colaboradores al vestuario —una casilla de madera ubicada detrás de la tribuna
principal— y la policía invadió la cancha, desalojando el campo y obligando a
los futbolistas a dirigirse hacia los vestuarios.
Tras quince minutos de
incertidumbre, De Angelis regresó al campo de juego y otorgó el gol.
¿Qué había pasado en el
vestuario? ¿Lo había convencido el asistente Mallo de la validez del tanto?
¿Fue amenazado el árbitro? La Nación arriesga una interpretación: «merece particular
atención el desempeño del réferi.
Pobre sin atenuantes. Cabe
afirmar que la resolución de rectificar una decisión luego de alojarse 15
minutos en el vestuario es absolutamente criticable. No ha de admitirse nunca
en silencio una rectificación de este quilate —continúa La Nación—que es una
magnífica negación de la autoridad del juez, puesto en la cancha para algo y que
sienta, además, un precedente peligroso. No tiene, pues, la actitud del juez
una explicación muy clara. Tampoco el hecho de que, una vez reanudada la
disputa del período inicial, se diera por concluido cuando sólo contaban los
cronómetros 35 minutos».
El partido fue levantando
temperatura y un nuevo gol de River, de Peucelle a los 30 minutos, pareció
inclinar definitivamente el resultado. Sin embargo, Estudiantes reaccionó en la
segunda parte y con tantos de Enrique Guaita y Miguel Ángel Lauri, los wines de
«los profesores», pudo empatar el partido en tres goles. De Angelis se retiró
escoltado por la policía y confeccionó su informe, en el que argumentó que
había otorgado el primer gol de Estudiantes porque había sido presionado por
dirigentes y particulares locales en la casilla donde se cambiaba. Así,para
todo el periodismo fue …«el gol de la casilla».
(del libro "Historias Negras del Futbol Argentino"-Alejandro Fabbri-Capital Intelectual)