Crónicas de la loca que cazaba nubes

Tiene el día un magnetismo que me abraza en las veredas con sus besos soleados y amarillos, con sus montes, sus árboles y praderas. Tiene el día un magnetismo que rompe con mi ceguera susurrándome paisajes, pueblos, caminos amigos… animales y poemas. Tiene el día un magnetismo que por mi piel culebrea desde que amanece al alba hasta que toca el horizonte y se inmola en su hoguera.

Te mueves contracorriente y traes contigo los pastos de la más verde alegría y la tensión se calma con tu fino guante blanco de Robin Hood desarmado que trafica con la vida , con tu nívea manopla de ladrona de llantos e ilusiones albinas. Ave mensajera de paz para el ánimo hundido en la miseria del barro de la desdicha o del negro pesimismo. Siempre joven, risueña y optimista, joya color esmeralda ponen todos los pintores en tus ojos y sonrisa. Y cuando desapareces de escena… la persona   que te alquila sus pesares ya nunca será la misma.

Siento el peso del silencio en mis carnes atrapado, en mi piel anida el frío... en mis ojos desamparo.                               La muerte yace conmigo y me aleja de tu abrazo me secuestra en el camino...                               y yo no puedo evitarlo.

Clama la ventana, clama. Al golpe de cuatro piedras se despereza y te llama. Piedras que abrirán camino encuentros, amores y olvidos. Asomas por la ventana, su marco viejo se queja del oscuro y frío invierno y la noche se nos pierde (mientras reímos y hablamos) asustada y nerviosa, temblona e insegura... detrás de aquellas montañas.

Si me columpio en una estrella espero que no se enfade el río ni me riña la coqueta luna por no acudir a mi cita en las aguas donde cada noche juego a atraparla y a acariciarla…                                            mientras ella finge que me besa. No se  me enfade nadie, por favor que no se ciegue mi hermosa luna… pues si a alguien quiero en la noche es a mi radiante y divina dama peinándome la cabeza.

Se hizo noche en mis líneas. Se exilió la saliva de mi aliento. Las lágrimas rompen… en el muelle de mis pestañas y sueltan                                                                            su espuma de tristezas.

Buscando piedras que lanzar al río hallé sólo poemas en los que olvidarte.

Haití, es ese sitio en el mapa que muchos no sabíamos ubicar y que a partir de ahora, por la obra y gracia de los informativos recordaremos con horror y lágrimas poblando nuestros ojos en cuanto alguien pronuncie ese nombre. No bastan esas lágrimas para borrar la desgracia por el desastre que han vivido los cientes de miles de haitianos, la respuesta se hace necesaria. Sara desde su blog nos propone que hagamos una entrada desde los nuestros  para paliar de alguna manera la penosa situación de los vivos que malviven allí, entre escombros y cadáveres a la vista o calcinados en fosas comunes. Haití reclama la atención mundial, no gires tu cabeza hacia otro lado y aporta tu granito de arena. Lo puedes hacer en muchos sitios, aquí te dejo el enlace de algunos: donaciones , aquí , aquí  y aquí No hay excusas. La desgracia tiene muchas caras y entre ellas, entre las de los muertos, podría haber estado la tuya.