domingo, 11 de enero de 2009

TODOS SOMOS PALESTINOS


Todos fuimos, somos, podríamos ser execrados por alguna imaginaria pertenencia étnica o alguna verídica adscripción cultural o política y seleccionados por ella para el gueto, el campo de exterminio, el Holocausto.

Todos fuimos, somos, podríamos ser vejados en nuestra propia tierra, discriminados en nuestra cuna, heridos constantemente por la mirada, la pedrada, el culatazo, el escupitajo de quienes se creen superiores por ser distintos y distintos por ser bestiales.

Todos fuimos, somos, podríamos ser expulsados de nuestro país y reducidos a hileras de pasos que deambulan de uno a otro campo de refugiados sin más horizonte que el alambre de púas.

Todos fuimos, somos, podríamos ser el hambre sin pan, la sed sin agua, la intemperie sin paisaje, la memoria sin recuerdos, la enfermedad sin medicina, la herida sin venda, la quemadura sin analgésico, la amputación sin anestésia, el dolor sin justicia, la muerte sin sentido.

Todos fuimos, somos, podríamos ser víctimas de la limpieza étnica, de los bombardeos contra la población civil, de las bombas de racimo, de la fosa común, de las guerras relámpago que oponen nuestra carne a los carros blindados y nuestros ojos a la invasión de la muerte.

Todos fuimos, somos, podríamos ser los huérfanos, los deudos, los sobrevivientes, los solitarios, los acorralados, sin más compañía que el recuerdo, sin más familia que la lágrima ni más hijo que el alarido ni más hermandad que el desvelo.

Todos somos, podríamos ser, fuimos, los amedrentados por el alarido de las sirenas y el anonimato de las maquinarias de la guerra, los soldados desconocidos, las bajas estimadas, los cuerpos contados o las tumbas sin nombres.

Todos fuimos, podríamos ser, somos, los culpables de vivir, los ejecutados por el crimen de tener razón, los muertos en aras del espacio vital, los sentenciados por los dividendos, los condenados en las rebatiñas por la energía fósil, los degollados en nombre del Dios del Amor, los satanizados por lo medios, los agredidos representados como agresores, los borrados por el eufemismo, los daños colaterales, los desechables, los prescindibles.

Todos somos, podríamos ser, fuimos Noche y Niebla, pero también Plomo Fundido.

Todos fuimos, somos, podríamos ser los monstruos que ejecutan las atrocidades o que dicen vengar atrocidades cometiéndolas contra inocentes o las consagran con la indiferencia, la inactividad, la pasividad, la complicidad, el silencio.
(Enviar adhesiones a este manifiesto a: [email protected])

CÓMO PERDIMOS NUESTRO PAÍS


Parece que en nuestro país acogimos como hermanos a inmigrantes que no se consideraban hermanos de nadie; que regalamos tierras a esos inmigrantes que lo consideraban todo suyo y que de repente países extranjeros que no conocíamos decidieron que no era nuestro nada.

Conforme dicen un pueblo fue discriminado en otras tierras y eso le da derecho a ocupar la nuestra para discriminarnos.

Según fuentes bien informadas fueron débiles al ser atacados por los fuertes, y ahora que son fuertes no toleran que los débiles a quienes atacan resistamos.

Aparentemente en una guerra a un pueblo lo deportaron y lo diezmaron y para resarcir a ese pueblo los bondadosos ganadores deportaron, diezmaron y quitaron su país a nuestro pueblo que no les había hecho daño.

Se especula que son inconsistentes las supuestas razones históricas y teológicas alegadas para instaurar por la fuerza un Estado invasor con armas nucleares y economía sostenida en sus dos tercios por Estados Unidos en una región que domina el canal de Suez y alberga los mayores recursos de energía fósil del planeta.

Alegan que en razón del recuerdo de sus víctimas las nuestras deben desaparecer de la memoria de los hombres.

Se dice que las víctimas que se salvaron de los verdugos no aprendieron otra lección que la de convertirse en verdugos de los cuales no debía salvarse nadie.

Sostienen que su Dios tiene un Pueblo Elegido y que ese pueblo a nosotros que tenemos un Dios para todos nos ha elegido para el Holocausto.

Es cierto que los dos Dioses son el mismo Dios con un nombre que no debe ser pronunciado, y que la única forma de herirlo es herir a sus criaturas, y la única manera de vejarlo decir que en su nombre se las hiere.

FORMAS DE AGRESION


Denunciamos que somos víctimas del terrorismo de los niños que cuando les lanzamos bombas de fósforo en lugar de morir al instante bajo la onda expansiva tardan minutos y a veces horas en expirar calcinados.

Hay una agresión de las activistas por la paz que se interponen ante las orugas de nuestros tractores que demuelen hogares y retardan nuestro avance mientras crujen sus costillas sus vientres sus cráneos.

Invadimos para detener el terrorismo de las madres que en vez de callar gritan e incluso siguen gritando en nuestros sueños después de que les disparamos uranio empobrecido.

Los muros de las escuelas no se desploman con suficiente rapidez cuando las bombardeamos.

Otra práctica terrorista que no podemos soportar es que elijan democráticamente sus autoridades.

Agresivamente tardan en hundirse ante nuestro ataque los barcos que llevan ayuda humanitaria a las chusmas que bloqueamos.

Basta que amparados en nuestras armas de destrucción masiva rompamos la tregua matando varios de ellos para que nos respondan con cohetes de fabricación casera y guijarros.

El prejuicio con el que se nos trata se evidencia porque la estela de cadáveres que dejamos atrás despide un olor desagradable para molestar nuestra invasión.

En lugar de morir de hambre los pueblos cercados cavan túneles debajo de nuestro cerco para recibir suministros que les permitan prolongar su agonía.

Al contrabandear esos víveres nos impiden cobrar los impuestos que exigimos por permitir pasar a los bloqueados las subsistencias que les envían las organizaciones humanitarias.

Su permanente presencia en su propia tierra es una estrategia perversa que nos obliga constantemente a ocuparnos de enviarlos a ninguna parte.

Nuestra paciencia se agota. No daremos más plazo. Todos deben decidir en cuál lado están en esta guerra.