lunes, 31 de mayo de 2010
POEMA PARA MI MADRE por Carla Kowalski.
A esos ojos, tan celestes, tan cristalinos,
llenos de esperanza y de aurora.
A esos ojos que me miran con dulzura,
yo les digo que los quiero.
A esas manos que me abrazan,
como si aún fuera una niña.
A esas manos que despiertan amaneceres,
yo les digo que las necesito.
A esa voz que me habla con ternura,
que canta de noche y aún parece que es de día.
A esa voz que me mece con ternura,
yo le digo que es el arrullo de mis días.
A esa madre, que nació para ser madre,
que despierta cada día con una sonrisa para sus hijas.
A esa madre que es el anhelo de cualquier niña,
yo le digo que la quiero con alma y vida.
FELIZ CUMPLEAÑOS MAMI!!!!
30-05-10
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jueves, 27 de mayo de 2010
Incógnitas desesperantes
Que alguien me de una señal
que alguien me diga cómo actuar
un mensaje para saber que hacer...
de esta manera me duele querer.
Necesito de esas palabras
que están llenas de experiencias
una voz justa que pueda decir
en que fallo yo, en este sentir.
Y que me digan si hago bien o mal
si lastimo los códigos enseñados
si hago trizas con mi propio dolor
si se puede creer en el amor.
¿Hay recetas para la locura
de esa que nace de la soledad?
que se alimenta desde el alma
desapareciendo toda calma.
Nadie me da un guión para fingir
el rol del tranquilo no me va
no me sale, demuestro malestar
una sonrisa me cuesta esforzar.
Y trabaja la mente y el creer
cuando la confusión me atormenta
cuando no me buscas y me encontrás
cuando estoy con vos, y vos no estas. Leer más...
que alguien me diga cómo actuar
un mensaje para saber que hacer...
de esta manera me duele querer.
Necesito de esas palabras
que están llenas de experiencias
una voz justa que pueda decir
en que fallo yo, en este sentir.
Y que me digan si hago bien o mal
si lastimo los códigos enseñados
si hago trizas con mi propio dolor
si se puede creer en el amor.
¿Hay recetas para la locura
de esa que nace de la soledad?
que se alimenta desde el alma
desapareciendo toda calma.
Nadie me da un guión para fingir
el rol del tranquilo no me va
no me sale, demuestro malestar
una sonrisa me cuesta esforzar.
Y trabaja la mente y el creer
cuando la confusión me atormenta
cuando no me buscas y me encontrás
cuando estoy con vos, y vos no estas. Leer más...
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Lisandro E. Penazzo,
Poesía
lunes, 24 de mayo de 2010
TRES VECES por Susana
Voy a negar que te amo.
Voy a estrangular uno a uno
cada latido que siente
éste corazón desgarrado.
Voy a cortar el aliento
que va de mi boca a tu centro.
Y antes que cante el gallo,
voy a clavarme las manos
que recorrían tu cuerpo.
Voy a morder mi agonía
y a dejar que se desangre
mi corazón entre espinas.
Voy a cavar una tumba
para el amor que avergüenza,
amordazaré mi alma
y negaré tu presencia.
Voy a inventar otra historia
(una que pueda contarse)
Pero… si se escapara el amor
ciego y desesperado
arrastrando a la locura
llevando en las manos clavos,
coronado de dolor,
y fuera a pedir refugio
en el calor de tus brazos…
por que cortó las cadenas
con que lo tengo amarrado
¡Niégalo!
Dile que no lo conoces,
tres veces antes que el gallo,
morirá al atardecer …
yo me encargo de enterrarlo.
SUSANA _____________________ 4/07/09.
Tengo una fría mortaja.
Entrelazada de espinas
bordada con abatidas lágrimas
para envolver al amor,
que tú pedías negara.
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Maria Susana Ferreira,
poemas
jueves, 20 de mayo de 2010
LA MARCA, por SIL
EL tenía muchas marcas en el alma. Todas dolían. Ninguna cicatriz había cerrado.
No contaba en su calendario tantos años, pero sí, cuantiosas decepciones. Un pesado bagaje de puñaladas, traiciones y desengaños.
El amor, como un cruel leviatán, le había mostrado su peor cara.
La carne era corruptible. Los espíritus, débiles.
Ya no quedaban lágrimas por llorar ni mujeres por amar.
La tarde otoñal era un buen marco, y la madera áspera del banco de la plaza, el lugar ideal para sublimar sus horas de soledad.
Fue en alguno de aquellos atardeceres ocres cuando reparó en la escultura de piedra que se erguía en su basal de mármol, debajo de la glicina despojada por la brisa de marzo.
Era la figura de una mujer.
Su blancura lo subyugó. Su mirada serena le devolvió la paz. Su sonrisa, apenas trazada sobre el canto, lo embelesó.
De pronto, la solitaria estancia en aquella plaza se transformó en largas horas de absorta observación.
EL ya no se sentía sólo...
Acodado sobre su banco favorito, contemplando a la dama de piedra, su vida adquirió sentido milagrosamente.
Entendió que si existía alguien en el mundo que no podría herirlo jamás, era ELLA.
ELLA estaba ahí, cada vez que él acudía. Jamás rehuía su mirada. No lo abandonaría por otro hombre. Y nunca de su boca escaparía aquel letal disparo, tantas veces oído, diciendo: -¨No te amo¨.
La contemplación se volvió adoración.
La adoración, obsesión.
Cuando el sol se replegaba y el frío forzaba a todos los seres vivos a abandonar la plaza, al fin, EL lograba la intimidad ansiada y se quedaba a solas con su musa.
Lo había intentado todo. Le habló de sus tristezas. Le recitó poemas de amor. Le confesó sus temores. La acarició mil y una noches. Rozó sus labios ateridos con los helados de ELLA. Sostuvo aquella mano pétrea entre las suyas, tibias y heridas…
Pero sus reincidentes intentos fracasaban.
ELLA nada respondía, nunca reaccionaba, y sin embargo… ¡cuán vital era para EL su compañía!
Nadie pudo contar las madrugadas en que el sueño lo sorprendió a los pies de su adorada, temblando de frío, mientras se decía a sí mismo: - ¨Ya no duermo sólo.¨
Pero el desaliento se apoderaba poco a poco del loco enamorado.
Cuando el sol se replegaba y el frío forzaba a todos los seres vivos a abandonar la plaza, al fin, EL lograba la intimidad ansiada y se quedaba a solas con su musa.
Lo había intentado todo. Le habló de sus tristezas. Le recitó poemas de amor. Le confesó sus temores. La acarició mil y una noches. Rozó sus labios ateridos con los helados de ELLA. Sostuvo aquella mano pétrea entre las suyas, tibias y heridas…
Pero sus reincidentes intentos fracasaban.
ELLA nada respondía, nunca reaccionaba, y sin embargo… ¡cuán vital era para EL su compañía!
Nadie pudo contar las madrugadas en que el sueño lo sorprendió a los pies de su adorada, temblando de frío, mientras se decía a sí mismo: - ¨Ya no duermo sólo.¨
Pero el desaliento se apoderaba poco a poco del loco enamorado.
El tiempo transcurría… y su amada, inmutable sobre su basamento, erguida, serena y blanca, con aquella sonrisa inalterable, no daba muestras de valorar todo el cariño que EL le brindaba.
Al desaliento, sucedió la impaciencia, y a la impaciencia, la furia…
Fue en aquella noche helada de invierno, bajo un ojo silente de estrellas como único testigo, cuando EL, blandiendo un filoso buril y usando toda la fuerza de su dolor, destrozó el rostro y las manos de la dama de piedra, con movimientos brutales y consecuencias gravísimas para su propio rostro y para sus propias manos; haciendo caso omiso a las esquirlas que se incrustaban en su piel.
Quién destruye a quién ama, se destruye, irremediablemente…
Cuando al rayar el alba los oficiales observaron los daños sobre la escultura de la plaza y arrastraron el cuerpo agonizante bañado en sangre, se oía como único fondo el lúgubre gorjeo de los asustados pájaros y un hilo de voz de hombre diciendo sus últimas palabras :
Al desaliento, sucedió la impaciencia, y a la impaciencia, la furia…
Fue en aquella noche helada de invierno, bajo un ojo silente de estrellas como único testigo, cuando EL, blandiendo un filoso buril y usando toda la fuerza de su dolor, destrozó el rostro y las manos de la dama de piedra, con movimientos brutales y consecuencias gravísimas para su propio rostro y para sus propias manos; haciendo caso omiso a las esquirlas que se incrustaban en su piel.
Quién destruye a quién ama, se destruye, irremediablemente…
Cuando al rayar el alba los oficiales observaron los daños sobre la escultura de la plaza y arrastraron el cuerpo agonizante bañado en sangre, se oía como único fondo el lúgubre gorjeo de los asustados pájaros y un hilo de voz de hombre diciendo sus últimas palabras :
- ¨De todas las mujeres que he amado, ELLA ha sido la única en quién logré dejar una marca…¨
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lunes, 17 de mayo de 2010
No más.
Estaba sentada en la plaza esperando que baje el sol,
con los pies adormecidos por la posición,
las manos congeladas y el pecho acalorado.
Una sonrisa pintada con la luz de la mañana
que espera sin sospecha
la sorpresa que se demora y no llega.
Tras años de atención sin detalles
continuaba tras la búsqueda de eso tan inalcanzable
para muchos, llamado felicidad.
Esa vez le tocó frente a la calle.
Sola, soñadora, con la mirada fijada en algo que no le interesaba ser observado,
sin nombre ni apellido,
sin despliegue de sentidos.
Una inevitable inquietud que le alteraba hasta la voz,
se pronunció cuando como una sombra se acercó.
Arremangaba su camisa y acomodaba su pelo hacia atrás,
caminando despacio, enmudeciendo el viento a su paso.
La tomó de la mano sin pronunciar palabra.
Dejó transcurrir un lapso de tiempo
mientras suavemente dejaba que se pierda en sus labios
esa boca infalible que desploma y resucita
cuando las fuerzas no bastan
y obvian otro indicio de esperanza.
Pero esa tarde,
bendita boca dijo basta.
Un temblor se apoderó de sus manos y de su camisa ya arremangada.
Se quedó espantado ante aquel acto inesperado,
boquiabierto y con el corazón un poco acelerado.
Y ella sin mediar razones, ni atender a los motivos recurrentes
pidió que por esa vez, sólo esa vez,
Se sentara:
“No me beses, escuchame, tengo algo que decirte esta vez”. Leer más...
con los pies adormecidos por la posición,
las manos congeladas y el pecho acalorado.
Una sonrisa pintada con la luz de la mañana
que espera sin sospecha
la sorpresa que se demora y no llega.
Tras años de atención sin detalles
continuaba tras la búsqueda de eso tan inalcanzable
para muchos, llamado felicidad.
Esa vez le tocó frente a la calle.
Sola, soñadora, con la mirada fijada en algo que no le interesaba ser observado,
sin nombre ni apellido,
sin despliegue de sentidos.
Una inevitable inquietud que le alteraba hasta la voz,
se pronunció cuando como una sombra se acercó.
Arremangaba su camisa y acomodaba su pelo hacia atrás,
caminando despacio, enmudeciendo el viento a su paso.
La tomó de la mano sin pronunciar palabra.
Dejó transcurrir un lapso de tiempo
mientras suavemente dejaba que se pierda en sus labios
esa boca infalible que desploma y resucita
cuando las fuerzas no bastan
y obvian otro indicio de esperanza.
Pero esa tarde,
bendita boca dijo basta.
Un temblor se apoderó de sus manos y de su camisa ya arremangada.
Se quedó espantado ante aquel acto inesperado,
boquiabierto y con el corazón un poco acelerado.
Y ella sin mediar razones, ni atender a los motivos recurrentes
pidió que por esa vez, sólo esa vez,
Se sentara:
“No me beses, escuchame, tengo algo que decirte esta vez”. Leer más...
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Noelia Arizaga,
Poemas.
viernes, 14 de mayo de 2010
TALLER ABIERTO MAYO 2010
Como ya todos saben una vez por mes publicamos el trabajo de nuestras visitas.
En este caso nos visitan Silvia Zappia y Marina Cecilia Kohon.
A continuación encontrarán una pequeña reseña de cada uno, luego, para leer sus textos, cliqueen "leer mas".
Silvia Zappia (Rayuela) es de Mar del Plata, Argentina. Es Pisciana, nacida el 26 de febrero de 1957. Tiene dos blogs maravillosos que recomendamos vistitar: En-zigurat y El Taller
Hoy nos regala: Significante
Marina Cecilia Kohon, nació en Mar del Plata, vivió en Neuquén y luego en Bahía Blanca, ciudad en la que reside. Es profesora de inglés y escribe en el blog:
Bahía Salitre
Nos regala su texto Sincronicidad
Significante por Silvia Zappia
Un día decidió volver. Así, sin más. Cerró la casa y salió, sólo llevando lo puesto. Caminó por las calles baldías del pueblo y llegó al páramo. Tardó en cruzarlo incontables días y noches, hasta encontrar el río azul y fragante en un amanecer polvoriento. Para entonces ya casi no recordaba desde dónde había partido. Bordeó el curso del río, subiéndolo hacia el poniente. Para eso tardó tantos días y tantas noches, como tantos días y tantas noches tragarían sucesivos solsticios y equinoccios. En este punto ya no sabía cuál era el tiempo del sueño o de la vigilia, y hasta había olvidado el hambre. Cuando el río se abrió en una salitrosa y sórdida laguna amarilla desvió sus pasos hacia los pastizales, y desde allí subió la sierra con la guía de las estrellas y descendió al valle con la luz del sol. Para entonces, además del olvido del hambre, ya no sentía ni calor ni frío, ni dolor en la árida piel de los pies. Ya no recordaba cuántos pájaros habían cruzado los cielos, cuántos animales se habían agazapado en el camino y cuántos hombres y mujeres habían vuelto la cabeza a su paso. Tampoco sabía, ya, de qué color habían sido sus ropas ni cuál había sido el largo de su pelo. Sólo recordaba el significado de ciertas palabras.
Cuando entró a la ciudad amurallada de colinas y sauces, el sol reventaba en el oeste. Saludó a las gentes con las que se cruzaba, obteniendo por respuesta miradas con el silencio de lo extraño. Nadie comprendía su voz ni su significado.
Al llegar a la plaza sólo una persona vibró ante su fosforescencia y admiró el color de té que había adquirido su piel en los años de camino. Sólo una persona comprendió su lenguaje. Sólo una persona había estado esperando.
Sincronicidad por Marina Cecilia Kohon
I
Las luces del pasado se han vuelto
acéfalas
II
fugaces hálitos de un fotograma
-sin código de barras-
III
se fraguan en el pecho
con la sincronicidad de las olas
IV
se burlan de la singularidad
del instante y las bifurcaciones del camino
V
e imprimen tu iris imperturbable
ante la hondura del amor y su estela.
Leer más...
En este caso nos visitan Silvia Zappia y Marina Cecilia Kohon.
A continuación encontrarán una pequeña reseña de cada uno, luego, para leer sus textos, cliqueen "leer mas".
Silvia Zappia (Rayuela) es de Mar del Plata, Argentina. Es Pisciana, nacida el 26 de febrero de 1957. Tiene dos blogs maravillosos que recomendamos vistitar: En-zigurat y El Taller
Hoy nos regala: Significante
Marina Cecilia Kohon, nació en Mar del Plata, vivió en Neuquén y luego en Bahía Blanca, ciudad en la que reside. Es profesora de inglés y escribe en el blog:
Bahía Salitre
Nos regala su texto Sincronicidad
Significante por Silvia Zappia
Un día decidió volver. Así, sin más. Cerró la casa y salió, sólo llevando lo puesto. Caminó por las calles baldías del pueblo y llegó al páramo. Tardó en cruzarlo incontables días y noches, hasta encontrar el río azul y fragante en un amanecer polvoriento. Para entonces ya casi no recordaba desde dónde había partido. Bordeó el curso del río, subiéndolo hacia el poniente. Para eso tardó tantos días y tantas noches, como tantos días y tantas noches tragarían sucesivos solsticios y equinoccios. En este punto ya no sabía cuál era el tiempo del sueño o de la vigilia, y hasta había olvidado el hambre. Cuando el río se abrió en una salitrosa y sórdida laguna amarilla desvió sus pasos hacia los pastizales, y desde allí subió la sierra con la guía de las estrellas y descendió al valle con la luz del sol. Para entonces, además del olvido del hambre, ya no sentía ni calor ni frío, ni dolor en la árida piel de los pies. Ya no recordaba cuántos pájaros habían cruzado los cielos, cuántos animales se habían agazapado en el camino y cuántos hombres y mujeres habían vuelto la cabeza a su paso. Tampoco sabía, ya, de qué color habían sido sus ropas ni cuál había sido el largo de su pelo. Sólo recordaba el significado de ciertas palabras.
Cuando entró a la ciudad amurallada de colinas y sauces, el sol reventaba en el oeste. Saludó a las gentes con las que se cruzaba, obteniendo por respuesta miradas con el silencio de lo extraño. Nadie comprendía su voz ni su significado.
Al llegar a la plaza sólo una persona vibró ante su fosforescencia y admiró el color de té que había adquirido su piel en los años de camino. Sólo una persona comprendió su lenguaje. Sólo una persona había estado esperando.
Sincronicidad por Marina Cecilia Kohon
I
Las luces del pasado se han vuelto
acéfalas
II
fugaces hálitos de un fotograma
-sin código de barras-
III
se fraguan en el pecho
con la sincronicidad de las olas
IV
se burlan de la singularidad
del instante y las bifurcaciones del camino
V
e imprimen tu iris imperturbable
ante la hondura del amor y su estela.
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Taller Abierto
domingo, 9 de mayo de 2010
Dime por Lisandro
Si alguna vez sentiste la suavidad del rose de una mano
si creíste conquistada ante la triunfo que perseguía los pasos
si supiste que un querer sólo basta manifestarse en miradas
dime, que haríamos tu y yo si no nos hubiera pasado nada
Pero también dime, cómo hubiese sido si pasara todo
cómo cambiarían los días desde el alba hasta el crepúsculo
sabiéndonos juntos bajo las estrellas de toda ilusión
tratando de armonizar y priorizar un poco la razón
Ahora , has silencio, piensa tranquila y dime por favor
qué haría yo sin poder saborear tu mirada en un futuro
sabes que me cuesta expresar, por eso pido tu palabra
para que me aclares desde tus sentidos mas puros
Yo te digo, que tomar tu mano es el mejor logro
saber de tus caricias me hace sentir importante en tu tiempo
tenerte tan cerca me desvaría para bien los sentidos
ni que hablar cuando dices te quiero sólo en mi oído.
También digo, que si no pasa nada existirá incertidumbre
pero si llegara a pasar todo, me arriesgo sin dudas a vivirlo
no esta en mí la elección, tampoco en tu corazón, y duele mucho
duele como la ilusión que se desvanece en el camino…
Ahora, yo soy quien hago silencio, y pienso, siento e intento
buscar una respuesta o un consejo, aunque sea del viento
¿sigo luchando… esperando? o guardo las ilusiones en un cajón
a la espera de algunos sentimientos mezclados con razón.
El tiempo que ganamos no se perderán en nuestro recuerdo
por más que pierda de a poco toda emoción, toda confusión
Es tarde… no encuentro otra forma de explicar en versos
lo que se esta almacenando en la profundidad de mi interior.
Leer más...
si creíste conquistada ante la triunfo que perseguía los pasos
si supiste que un querer sólo basta manifestarse en miradas
dime, que haríamos tu y yo si no nos hubiera pasado nada
Pero también dime, cómo hubiese sido si pasara todo
cómo cambiarían los días desde el alba hasta el crepúsculo
sabiéndonos juntos bajo las estrellas de toda ilusión
tratando de armonizar y priorizar un poco la razón
Ahora , has silencio, piensa tranquila y dime por favor
qué haría yo sin poder saborear tu mirada en un futuro
sabes que me cuesta expresar, por eso pido tu palabra
para que me aclares desde tus sentidos mas puros
Yo te digo, que tomar tu mano es el mejor logro
saber de tus caricias me hace sentir importante en tu tiempo
tenerte tan cerca me desvaría para bien los sentidos
ni que hablar cuando dices te quiero sólo en mi oído.
También digo, que si no pasa nada existirá incertidumbre
pero si llegara a pasar todo, me arriesgo sin dudas a vivirlo
no esta en mí la elección, tampoco en tu corazón, y duele mucho
duele como la ilusión que se desvanece en el camino…
Ahora, yo soy quien hago silencio, y pienso, siento e intento
buscar una respuesta o un consejo, aunque sea del viento
¿sigo luchando… esperando? o guardo las ilusiones en un cajón
a la espera de algunos sentimientos mezclados con razón.
El tiempo que ganamos no se perderán en nuestro recuerdo
por más que pierda de a poco toda emoción, toda confusión
Es tarde… no encuentro otra forma de explicar en versos
lo que se esta almacenando en la profundidad de mi interior.
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Lisandro E. Penazzo,
Poesía
sábado, 1 de mayo de 2010
REY DE PAPEL Y DELIRIUMS TREMENS 2 por Susana
REY DE PAPEL
No es un Rey para ti.
Nadie,
te llamará “Princesa”
De la mano por ahí…
¡ay! ¿Quién los viera?
¿Un Rey… y ella?
De la mano por ahí
sin su corona pasea.
¡Ay! Si no doliera…
Él era un Rey de papel.
Nunca,
cumplió su promesa.
Hoy no hay luna carmesí
por que tú no la reflejas…
¡Ay! Si yo supiera
dar el amor porque si!!!
Bajaría para ti
algún puñado de estrellas!...
DELIRIUM TREMENS “2”
Necesito en las noches que no duermo,
que me asistan mis amigos con cordura.
Que me cuenten con paciencia, con cariño,
tal vez un cuento…no muy extenso…
o un poema, de amor o viento.
O un relato, viejo muy viejo…
Necesito que me tengan reclinada la cabeza
entre dos o tres almohadas.
Y si llega a la mañana despejada la cordura,
que a la noche me esquivaba y me duermo,
que se queden sosteniendo mi delirio,
que no dejen se interrumpa el sueño mío.
Necesito que me digan que los duendes
también sufren…también sienten…
si las hadas no los quieren…
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Maria Susana Ferreira,
Poesía
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