Resuelto definitivamente el conflicto civil entre el ejército de Julio César y las facciones pompeyanas, dirigidas por Tito Labieno en la que vino a denominarse como Batalla de Munda, a los licenciados victoriosos de las tropas cesarianas y en gratitud a sus esfuerzos y confianza sobradamente demostrada, se les otorgó grandes extensiones de tierras en el Valle del Guadalquivir. Espacios que, como no podía ser de otro modo, son entregados a estos veteranos en forma de centuraciones, es decir, terrenos parcelados.
Así fue como los primeros colonos romanos se asentaron en lo que se cree que sería la antigua ciudad de Tarsy (Puente Genil), situada a ocho leguas y media de Corduba, bañada por las aguas del río Singilis (río Genil) y que, hasta esa fecha, constituía un asentamiento íbero.
No es de extrañar tal afirmación puesto que es un hecho, sobradamente demostrado por la arqueología, la tendencia romana a establecerse siempre sobre o en las proximidades de lugares que contaran con una población indígena previa, bien se tratara de núcleos urbanos, bien rurales. Y, por el contrario, son raros los casos en los que los nuevos ocupantes de la Iberia lo hicieran a partir de nuevas fundaciones. Aunque en este último caso también las hubo.
La salubridad del clima, la riqueza y fertilidad de sus tierras y la abundante disponibilidad de agua, imprescindible para la forma de vida romana, hicieron de la orilla del Singilis un lugar idóneo donde quedarse.
Además, con vistas a un futuro comercio, este asentamiento se situará casi a la misma distancia de dos núcleos poblacionales importantes de tradición ibérica y fuertemente romanizados: al norte con Ipagrum o Ipagro (Aguilar de la Frontera) y al sur con Ostippo (Estepa. Para leer el artículo relacionado con el asentamiento turdetano de Astapa, pulsa aquí). Con el paso del tiempo, entre estas poblaciones discurrirá una de las arterias de comunicación más importantes de la Bética, como fue la desviación que el Itinerario de Antonino sitúa hacia Antikaria (Antequera) y probablemente hacia Malaca, partiendo desde Corduba para enlazar con el Conventus Astigitanus.
A la llegada de los romanos, la comunidad indígena del entorno, aún apegada a sus usos y tradiciones, debió de funcionar como colaboradora necesaria en las construcciones de los edificios que se propusieron levantar. Y fue a las afueras de este núcleo urbano, en las espesuras de los bosques (hoy olivares) atravesados por un bravo arroyo, donde los nuevos ocupantes descubrieron el lugar idóneo para construir un balneario público (balneum) en el que llegaría a sacrilizar sus aguas y a las que le otorgaron unas propiedades salutíferas, características estas que nunca poseyeron.
Nos situamos en la segunda mitad del siglo I d.C., época Julio Claudia.
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Astapa y Ostipo son dos ciudades diferentes, Ostipo era Estepa, pero Astapa era una ciudad Ibera situada cerca de Puente Genil en la zona conocida como los Castellares, que fué destruida en el 208 a.c., solo quería aclararlo.
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Esa es una controversia aun no aclarada. Astapa siempre se la ha considerado como la antigua Ostipo (actual Estepa), simplemente por su nombre. Al día de hoy, aun no han aparecido pruebas de esa afirmación aunque sí de una relación púnica alta. Ahora bien, aunque las nuevas investigaciones apuntan a Astapa en los Castellares (unos 28km al Norte de Estepa, aunque siempre se menciona Puente Genil), no deberíamos hablar de la Astapa turdetana como ciudad. Los Castellares conforman un sistema escarpado natural propio del ‘bandidaje’ Hablaríamos, por tanto de asentamiento y no se oppidum? Existió una despoblación hasta Estepa manteniendo el nombre de la antigua tribu nativa? O, siendo los turdetanos básicamente agricultores y ganaderos, herencia de los tartessos, se dividió la población y la guerrera se asienta en los Castellares buscando la protección de las defensas naturales y la dificultad de su acceso motivada por sus acciones de saqueo?
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