Si te cruzas con algún fantasma aquí adentro, simplemente ignóralo; pero si se pone fastidioso, recítale algún verso en voz alta, que con eso será suficiente... (Si te toman por loco, no es culpa mía.)
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sábado, 8 de febrero de 2020

Cálices de fuego




Aquí estoy
     Parturiento de ansias
          Derrumbado y demente
          Bajo el incontenible alud de tu besos.

      Tu aliento hiere mi sombra
          En tus brazos se resquebrajan los brazos del tiempo
       Mientras mi cuerpo, impaciente, se disgrega en llamaradas de luz.
              Escapa así, enajenada y fatal, mi alma
                                         Escapa –indómita- rumbo al encuentro de tu alma.

  Y hay puentes salobres tendidos sobre un océano inmemorial
    Donde truenan las ansias,
       vociferan mudos relojes, 
                            y gimen, elocuentes, los placeres
        Como raíces eclipsando el devenir.

Ya no hay derrotas en el instante de nuestro instante
       Solo cálices de fuego urdidos en el derrotero de nuestro abrazo
           Pétalos de sangre cuajados en los bordes umbríos de nuestros labios
Vientres sanguíneos extirpándose la nada a fuerza de colisión
                   Hay estrellas que explotan
                                     en el interior de un abismo




martes, 21 de enero de 2020

No te conozco




No te conozco / mujer / Quiero
Aún no te conozco / y un por qué / gritando
Y sin embargo / amar / pensarte
Es extraño este mundo / mundo este / qué extraño
Blandido de: alabanzas huecas / imágenes preteridas por el opio de un verso
Anestesias /  Magullones
Impronta de azares  / nacidos de un espanto
O un olvido / de a ratos
Viejas anestesias del sin dolor / la no vida
Parturiento / Estoy / de esperanzas / y no
No te conozco, mujer
Aún-Pero mis anhelos y vos / imbricar un nosotros-dos / yoes /noes
El espanto de no saber ---à y querer saber
Mirar un día unos ojos descalzos
Y saber que son a mis zapatos de sueños
La prótesis /de mi incompletud / la horma
La forma de mis labios y tus
Nosotros que
Amar / un rayo / ¿sentís el … ?
Nacernos / ambos / salivas y /
Dolernos amor / amor doliente de / tus dientes
Labios / profusos
Vaivén // Siameses
Eso / nexos / esos
Otra vez
Sí / Ay!
De truenos y limbos / descubrir
Y las frazadas del mundo arrojadas de los valles / inguinales / de tus goces
Roces / voces / El alarido de un pájaro violento
Arrastrando anocheceres / de los placeres / a un tiempo
No te conozco, mujer
Y ya te amo / (…)








viernes, 21 de febrero de 2014

Truenos de sal


En el espejo de la noche hay ciertas voces
 que arguyen sus sinrazones,
 probidad o melancolía soterrada de nieve parduzca
 en una llanura inconmensurable,
ecos o vestigios de un tiempo enterrado en el confín de tu alma,
como el canto de un pájaro atroz retumbándote,
calcinando tus palabras, tus versos,
momificándote los dedos de los pies,
hombre-estatua,
es tiempo de relojes malditos,
de respiraciones indecorosas,
corazones abatallados de incomprensión y de furia,
salivas sanguinolentas,
palabras como espadas,
espadas como truenos de sal.

¿Cuántos odios supura el amor?

O cómo la luz sirve para proyectar sombras funestas.
Años vividos,
años muriéndose en ti.

El futuro es el dueño de la incertidumbre
a la vez que alquila  la esperanza de los hombres.

Y los hombres,
vestidos de marionetas,
o de estatuas,
ataviados con la herrumbre fútil de sus próximos relojes
gritan, vociferan,
gimen, lloran,
viven y mueren,
creen y descreen,
saltan o cojean.

Chorrean,
y se resquebrajan.
Se secan.

Pero cada tanto,
vuelven a beber elixires mancos
(porque la mano tendida por el destino no tiene un dueño conocido)
y se hidratan nuevamente.

El ciclo de lo inexplicable pervive,
el futuro saca su cartel a la calle.
Se alquila una esperanza: tratar aquí.

Un hombre dobla por la esquina:
acaso levante la mirada.


                                                               César Augusto Pacheco


sábado, 30 de noviembre de 2013

Te quiero


Te quiero
te quiero con locura
te quiero con desatino
te quiero con espanto

(te quiero queriendo no quererte)

te quiero desde lo irreductible
               desde lo atroz
               desde lo patético

te quiero
desde el foquito locuaz de esa luciérnaga asesina que azota sus rayos a mansalva
recordándome el insomne y redondo brillo en tus pupilas que se proyecta en un abrir y cerrar de párpados cuando la noche y cuando la luna se calca en tus ojos

(porque me corrompen las redondeces y los atavíos nocturnos…)

y te quiero
maldita sea

te quiero con extravagancia
te quiero subliminalmente
te quiero andrajoso
te quiero desvalido
te quiero con desprolijidad meticulosa

(sarpadamente, te quiero)

te quiero con saña
te quiero desde el factum de un latido

(estentóreamente, te quiero)

te quiero
aunque mi soledad:
(un Lucifer sin mundos que corromper; un patético ángel abandonado a su suerte en un planeta desbocado de amaneceres tántricos sin tu sonrisa…)

pero te quiero…
y tanto
y todo
y sin embargo
y quizá
y sí
y por qué no

te quiero
y basta

                                                       César Augusto Pacheco

miércoles, 30 de octubre de 2013

Templos lunares




Manjares (I)

Es un latido sordo, un latido impune. Se ofuscan las panteras de templos majestuosos, crujen los estáticos templos lunares. Los cielos de mi deseo
se descuecen en llanto; es una plegaria interna, mi otredad (mi fantasma)
que, como una delicia salvaje de irredimibles tahúres de ensueño, va aniquilando a golpes sus siniestros compases…

                        (¡Bum! ¡bum! ¡cabúm! ¡Bum! ¡bum! ¡cabúm!)

Mi fantasma pugna por salir, por escapar, me desgarra con alevosía, maldito inimputable, maldito zorro; despliega sin piedad sus desenfrenados instrumentos, sus avatares sombríos, sus lanzas percutoras, sus lanzas explosivas.

Y hay  un idilio de tambores desintegrándose
(un idílico tamborileo de payasos suicidas)
en el infinitesimal —pero invencible— hilo epidérmico de mi obsesión.

Es vítreo el líquido que me recubre, y hay cristales lechosos dilacerándome las extremidades. Y así, se esparcen, se desmoronan mis contigüidades y me desmiembro: Me contorsiona el deseo al presentirte, mi pantera funesta, mi endemoniada, mi reina,
                                      mi indómita hembra, —mi pitonisa alevosa.

Eres la partera de herrumbrosos látigos que recubiertos de un sudor almizclado los escupes desde tu matriz,

                                      y los hundes –profusos- en mi boca.

Estoy atrapado, estoy enfermo de amor; tú,  aniquiladora; tú, inmoral, me obligas a beber tu infausto néctar, tu delicioso néctar, hasta el final, mientras mi fantasma observa (                                     y sonríe).

Y me lleno de ti, me desbordo de ti…

Y grito y me acuchillo, para que tus fluviales manantiales
se viertan por mis costados y pueda seguir bebiéndote,
hasta que la eternidad me estalle en los oídos, o hasta que mis sienes se ahoguen —o mis ojos naufraguen— en aguas bellamente desconocidas.

Pandemia de azúcares. Birrefringente melodía de fieras atroces.

Gemidos amansándose. Diatriba de cíclopes,
              con su párpado único
                       patéticamente                  abierto…

                         Vacuidad. Explosión del alma.

Vanaglorias (II)

Y mi fantasma dice: es mi turno en este juego.

                                   (risas insensatas)

Y así libera
 a sus huestes inmisericordes,
 a sus caníbales a sueldo —bravíos portadores de mensajes encolerizados—,
        centauros milenarios,
           devastadores de insolencias,
      de pezones furtivos,
   de caderas ardiendo,
o de ingles tristemente sollozantes…

¡Maníacos inclementes!

Estandartes de mi virilidad
        y de mi pétrea carne: Tómenla, háganla suya, háganla nuestra,
                                      ¡háganla mía!

No, no supliques.
Ahora juegas con mis reglas,
Ahora conocerás el Placer Aterrador,
El Placer que no tiene Fin.

Son tremendas las formas de mi danza,
son inexpugnables los brazos de mi frenesí; acabaré contigo,
                            un millar de veces.

Hay Apuñalamientos,
Y hay carnes…………………….y líquidos………. derramándose

                                       Aguijones portentosos
                                      Estirpe de alacranes oceánicos.
                                      (risas de suficiencia)

Pide piedad, mas no te la daré.
Suplica clemencia,
te responderé con la dulce violencia de una anguila atroz

                            ¿Sientes su electricidad supurada?

Tormentas hay en tu vientre,
El orgasmo de los árboles no es tan patético.
Una serpiente en éxtasis no se retuerce así.
¡El orgasmo de los dioses no es tan teatral!
Me gustan tus rostros, las formas procaces de tus labios,
El circulo difamado de tus pechos danzantes,
o tu ombligo escapando y regresando a mi encuentro,
 indeciso                                                        y desesperado.



Deja de llorar
Este es el ensamble perfecto
entre la pretérita
                          bestia  y la dama
                                                de labios carmesíes,

                             (mi enigmática dama del collar de piedra)

Es nuestro templo una insana torre que llega al infinito,
que parte rocas y diezma tus faunas violáceas.

Disfrútame.
Siénteme.
Padéceme.
Perviérteme.

                                                         Conténme en tus profundidades,

El amor en las sombras
        (el amor entre fantasmas),
no es igual a otros amores: no hay límites, no hay leyes.

Somos ciegas e inmemoriales estatuas
                                                                 Abalanzándose
                       unas      contra       otras.
<<<< Unas     >    a través    <   de las otras >>>>


  Somos fantasmas  (ángeles oscuros) haciendo el amor
  en la posibilidad forjada por nuestros…         sueños,
 en la poderosa eclosión de nuestros tentáculos.
                                      Psicótica animalidad preternatural…

Y mis caderas se descoyuntan hacia ti.
 Y mis emanaciones se escapan hacia ti.
  Y mi invencibilidad se destroza hacia ti.
   Y mis oscuras alas te cubren y tiemblan y te acarician y te agradecen a ti
     por tanta furia y  por tanta pasión y por tanta entrega…

Brillan nuestros cuerpos desnudos y amansados
en la claridad evanescente de la luna.

Corazones trasvasan sus alientos destilados,
Y alfombras sexuales se descaman y se incineran regocijándose
intuyendo sus futuras apariciones…

(El aliento de la noche va exhalando sus últimos quejidos, y la luz no es un lugar habitable para ciertos seres… para ciertas convalecencias del pudor.)

¿Quieren ustedes blasfemos espectadores, acaso, jugar nuestro juego?



       Invitados sois al festín quienes logréis ver en la noche



                                            Las altas torres del Templo Lunar…





                                               Desde las catacumbas de mi alma, Rhasek.



viernes, 26 de julio de 2013

Horas impunes



Hay veces que me canso de imaginarte,
son horas impunes que estallan
sin el calor de tu sombra,
sin el abrazo de tu mirada
 —ígnea ceniza de mi futura mansión celestial.

Voy a trompicones,
rodeado de una soledad que va matándome de a poco.
Y hay pájaros sublimes inmolándose tristemente,
 aterrizando en el ardor de mis córneas,
 y atragantándose en el vacio sofocante de una noche gélida;
caballos azulados recorren una llanura de rabias y silencio.

Un brillo vacuo e inmisericorde se soslaya y me nombra;
 manifiesta su sagrado horror miserable —espanto de relojes con agujas sanguinolentas.

Traspasando el horizonte de mi carne —de mis músculos—,
mis pensamientos me golpean y sonríen, famélicos: —estúpida estatua, tonta fotografía de lo que pudiste ser… —me dicen.
 ¿Es que no queda orgullo en tus venas?

—No hay ninguna alforja con diamantes al otro lado —les respondo.

Son horas impunes donde mi silencio te nombra,
 y sin duda, a veces me canso de no tenerte.
¿Así va uno muriéndose  de amor?

Cuando mis huesos hayan sido derrumbados por el tiempo ¿habrá algún viento —misericordia de dioses olvidadizos— que me lleve hacia ti?

 Mi sangre y mis letras,
 aún replican sus tristes esperanzas.
 No han muerto todas las campanas;
 no han acaecido todos sus tañidos…


                               Desde las catacumbas  de mi alma, Rashek.




sábado, 18 de mayo de 2013

Cavernas


  En la entrada anterior, someramente, he arrimado una confesión. Quizá haya querido plasmar, con mayor o menor suerte, de qué manera entra a jugar en el alma del poeta —y más precisamente del poeta oscuro—  su desdoblamiento, su fantasma. Ahora que he dejado planteado el tema abiertamente, decido dar a conocer la extraña forma  en que esta nueva entrada ha sido llevada a cabo. Una pregunta ha oficiado de funesto disparador. Desde mi conciencia he dejado partir un interrogante: ¿Qué puedes decirme sobre el prejuicio, fantasma? Juro que lo demás, desde el título hasta el punto final, ya no le compete a mi conciencia. Lo único que alcanzo a comprender es que en el título, tal vez, haya ciertas reminiscencias platónicas…



(Por cierto, al pie, adjunto el audio en la voz de mi fantasma…)

  
Cavernas 

Ciertas violencias arremeten contra mi sombra,
ciertos campanarios funestos declaman mi muerte,
mas yo no los escucho.

Yo siempre riego la inocencia de mis pensamientos;
con patética indolencia exhumo mis culpas,
                                                                                 y me abalanzo,
serpenteando sobre rieles abandonados,
violentando viejos caserones derrumbados
por un incienso sanguíneo.

Seres aturdidos de espantos y de humedades
vociferan sus veredictos de estiércol demudado.

Me río de sus enjuiciamientos,
de sus precarias huestes moralinas,
naftalinas de oprobio,
(nepentes de lucidez atiborrada.)

Son máscaras de nácar quebradizo,
presuntuosos fantasmas inquisidores,
que no pueden ocultar sus propias impudicias.

Mis deseos son Ley,
yo los ejecuto:
¡hágase mi voluntad!.


                          Con la voz de mi fantasma, Rashek.


Audio del poema:




sábado, 27 de abril de 2013

Amor sueños eternidad... (en la voz de Jorge del Nozal)


Con profunda emoción revivo ahora, a partir de haber sido elegidos -y bendecidos- por la maravillosa voz y eximia interpretación de Jorge del Nozal—,  los que fueran, allá por mayo de 2011,  los primeros versos que subí a este blog. Es decir, ha sido Jorge, a través de su arte, quien les ha dado nueva vida. No tengo palabras de agradecimiento suficientes que puedan  retribuirle a él su maravilloso y desinteresado regalo.

 ¡Gracias Jorge!


Amor, sueños, eternidad y dioses (en la voz de Jorge del Nozal) :






Enlace a la web de Jorge del Nozal:  duendepoeta.blogspot.com


Aquí transcribo los versos de mi poema:
  
En el vasto juego de la eternidad
los ínfimos momentos de felicidad humana
conforman nuestro paraíso;
son la expresión más acabada y palpable
de la existencia probable
de nuestros dioses añorados...
Acaso lo único que,
al eliminar todo prejuicio o toda creencia,
nos acerca la brutal esperanza
de que nuestras vidas han sido forjadas
por alguna causa divina...

Los sueños son,
en la vastedad de nuestros universos inconscientes,
el material en el que se forjan pequeños vidas
y pequeñas muertes.
Unas necesitan irremediablemente de las otras
para existir...
morir al soñar...
resucitar al despertar...
Un mismo e íntimo acto.

Pues no hay resurrección sin muerte
como tampoco hay muerte sin resurrección.
Todo es ilusión de tiempo.
Una utopía que en el vasto juego de la eternidad
se diluirá inexorablemente.

¿Cómo valorar lo que existirá por siempre?
¿Cómo amar lo que jamás morirá?

Es la muerte,
son los sueños utópicos de eternidad,
lo que nos hace humanos,
lo que nos hace amar.

Es la muerte en sí misma, una prueba de amor.
Es la mismísima muerte de Dios
en el camino de la eternidad,
en la que se encuentra el sentido de este Universo.


        Desde las catacumbas de mi alma, con amor.... Rashek.




lunes, 22 de abril de 2013

El poblado de mis sueños




Cuando en medio de la noche,
sobre mi pétreo cuerpo derribado,
los ángeles del sueño
dibujen en mi rostro una sonrisa,

Cuando mi pecho enmudecido
exhale un quejido de claveles
y muy adentro de mis sombras,
en sus fauces su fervores se agiganten,

Cuando mis firmes piernas
se vuelvan más firmes todavía
y como un fantasma descosido
mi cintura se voltee y se disloque
en busca pánica
 de tus umbrías diamantinas,

Cuando mis tenues párpados dormidos
 dentro de mis mantas perfilen
 vagos caminos de cofradías insensatas,
 sinuosos recuerdos de dorada pantera
o vuelos de inmemoriales aves azuladas,

Cuando viajando hacia mi centro,
muy adentro del abismo de mi alma,
un músculo de fervores desquiciados
vaya poblándome de frenéticos jardines
y una violenta y pesada lluvia
 acaricie mis más íntimos,
 gruesos y furiosos cálices de hombre,

 Será entonces que en medio de esas flores lacrimosas
revolcado entre espinas y ademanes
con las formas  insensatas de  un suicida enamorado
 la lujuria de mi corazón
(ya alienado por tus perfiles intuidos)
será un burdo tambor desenfrenado.

Llantos quejumbrosos esculpirán
los lentos estertores de tu cuerpo
y como curvos ríos de sangre,
como hirvientes e insensatos
ríos de lava roja
fundirán las epidermis,

Y Así, clamarán
pechos contra  pecho,
muslos contra muslo,
montañas contra valles,
ventiscas contra truenos…

¡Oh demonios del deseo, de la noche  y la lujuria!

¡Nos rodearán los embriones 
fantasmagóricos de comensales depravados…!

Burdos duendes
depredadores de fluidos,
 degustadores de lamentos,
y de labios y salivas y jadeos…

¡Escaldarán con sus morados mantos
la suave carne de tu pubis!

¡Oh aromas de almizcles y de alcoholes marinos…!
¡Oh cópula invencible de fantasmas…!
¡Oh anémonas incipientes,
tentáculos antojadizos !

¡Serán tus dientes y mi carne
 la hendidura filosa,
 la birrefringente mueca de azucenas y de rosas
la derramada sangre de mis labios
sangre de tu sangre,
ríos de mi sueño,
que con su rojo fieltro supurado
en goce suplicante
envolverán nuestros perfiles,
acariciarán los lentos atavíos
de tu sombra y de mi sombra.

Ya envueltos en la orgásmica nube del éxtasis,
ni una tropa de arcángeles guardianes
o las mismísimas huestes del demonio
podrán arrancarte de mí.

Te atraparé entonces
 y con mi manto incesante de lujuria
 encadenada a mis latidos
te llevaré rumbo a la luz de mis sábanas…

                                                        ***

Despierto lentamente…
y te busco…
Un aroma a rosas invade mi habitación…
Hay pétalos y espinas,
derribados sobre mi almohada…

Hay pétalos, retazos sudorosos de tu piel,
afuera y adentro del infinito poblado
de mis sueños…

Sé que con el último pétalo a mi sueño robado,
ya reconstruida la rosa,
 al despertar,
desnuda y temblorosa,
 estarás a mi lado…



                                    Desde las catacumbas de mis sueños, Rashek.



Adjunto el audio del poema, para quien guste escucharlo: