Hay palabras inexistentes que usamos de vez en cuando y que me encantan precisamente por eso, porque a pesar de su inexistencia, encierran un doble significado que todo el mundo entiende. Por ejemplo, detenoso, un adjetivo que un albañil adjudicaba a mi casa para justificar su tardanza en terminarla y que incluía a la vez lo de que era una tarea "detenida" y "penosa". Igual pasa con otra palabra que usamos mucho los mayores de edad cuando decimos: "Tengo una flojetud...". En esa palabra se encierra la flojera (debilidad, cansancio, decaimiento, pereza...) que a veces nos tiene días sin dar un palo al agua mirando a los celajes. Y al mismo tiempo, esa terminación, tud, apunta a la inquietud que todo esto nos produce: ¿Estamos ya con la proa p'al marisco o todavía seguimos dando la lata en este mundo un rato más?.
Frente a esa flojetud que nos paraliza, no hay otro remedio que el movimiento, las caminatas, los paseos, lo que Rosa Montero llama "el lento girar del planeta bajo los pies". Pero no porque te lo manden los médicos, ni porque sepas que es buenísimo para los huesos y el estado de ánimo, sino porque con ello alejamos la flojera y la inquietud. Caminar es gratificante y, desde que nos hicimos bípedos, mueve literalmente el mundo.
Así que hay que caminar mirando, no al móvil, desafiando coches y peatones, sino absorbiendo la vida alrededor. Me encantó un propósito de Año Nuevo que le oí una vez a Eva Hache: "Voy a caminar. Lento, rápido, como yo quiera, como si estuviera de viaje, como una turista de vacaciones. Mirando en los rincones y fotografiando con los ojos las hermosuras simples".
Caminar escuchando y recogiendo palabras, músicas y vivencias de los que nos rodean. Lo que el mundo, la naturaleza y el viento tienen que decirnos.
Caminar descubriendo, incluso en lo conocido, cosas que no habías visto antes. Me acuerdo de paseos en la ciudad mirando hacia arriba, a lo alto de los edificios ¿Ha estado siempre allí esa claraboya redonda tan bonita. esos árboles cargados de fruta en la terraza de un ático, esos verodes en los tejados?
Caminar como un juego, sintiendo que elegimos el camino o que somos dueños hasta de perdernos.
Caminar pensando, sintiéndonos libres, intentando hacer todos los días algo propio y fuera de la rutina. Ensimismándonos, entreteniéndonos y hasta aburriéndonos, porque de todo ello nace a veces la creación.
Así que nada de flojetud. Caminar y pasear es una forma de resistencia frente a ella. Como dijo Ellen DeGeneres: "Mi abuela empezó a caminar 4 km. al día cuando tenía 60 años. Ahora tiene 97 y no sabemos dónde demonios andará".
Pasito a pasito podemos llegar a China. El truco está en no parar.
Hola Isa. Me has hecho reír con ese palabra, flogetud. Cuando estamos en Alájar, camino todas las tardes con una amiga, pero antes de salir de casa, después de comer, tengo una flogetud... Jajaja Besitos.
ResponderEliminarEs que hay momentos para cada cosa, momentos para el relax y momentos para el meneo del cuerpo. A mí me gusta caminar por las mañanas y descansar por las tardes pero a veces las circunstancias imponen un nuevo ritmo y no nos queda otra que adaptarnos a ellas. Ahora, por ejemplo, estoy caminando de 5,30 a 6,30 de la tarde. Qué remedio, pero también esa hora tiene su toque: el sol poniéndose, Júpiter brillando en lo alto, las luces de las casas encendiéndose, algún humo saliendo de una chimenea...
EliminarBesos.
Tienes razón Isa, las tardes para caminar tienen su encanto.
EliminarNo olvidaré la jota de flojera, flojetud...
Jajaja, bailar la jota también aleja la flojetud.
EliminarNo parar ESO gracias por apuntar que a esta edad todo vale menos pararnos q si no nos salen telas aranas
ResponderEliminarYo lo tengo clarísimo, si no quiero terminar en silla de ruedas (y encima con telarañas, como dices). Las épocas que, por lo que sea, he bajado el ritmo, las noto en todo el cuerpo, menos ágil y más torpe. P'alante con los faroles, como decía mi padre.
EliminarDe acuerdo con esa resistencia. Cada vez que pares, te costará más arrancar de nuevo.
ResponderEliminarY esa es otra, tienes razón. Lo que cuesta arrancar, que parece que en vez de un cuerpo cargas con un camión de muchas toneladas. En cambio, cuando llevas tiempo caminando, el arrancar es suavito como si llevaras una bicicleta de tres ruedas.
EliminarHola Jane. Bonita palabra : Flojetud...Creo que explica muy bien eso que todos y todas sentimos muchas veces y no sabemos como definirlo.
ResponderEliminarYo camino todos los días y llevo una pequeña radio de ¡¡pilas!!! y me voy enterando de como marcha el mundo....Aunque muchas veces la apago y me dedico a levantar la cabeza y ver más allá...
Todavía me acuerdo que hace unos años (antes de peatonalizar La laguna), caminaba por las calles tranquilamente, y una tarde levanté la cabeza y descubrí que en la parte alta del Teatro Leal había unas figuras....Y llevaba años sin darme cuenta.
Ahora como es imposible caminar con tranquilidad por las calles de La laguna, tengo que caminar por fuera: Vega lagunera, San Benito,...Aunque a veces me gana la Flojetud y me dan ganas de quedarme en casa.
Un beso Jane. Juan
Me fijaré la próxima vez que vaya por la calle de La Carrera en esas figuras del Leal, Juan. Por ahí es por donde recuerdo haber contemplado la claraboya grande y redonda (tal vez en la casa de nuestra compañera Pilar).
EliminarMuchas veces yo también voy escuchando, pero no la radio sino un audiolibro. Y a veces me entretengo tanto que la hora se me pasa volando. Hay algunos locutores excelentes para eso.
Tómate con filosofía lo de las calles de La Laguna. La ciudad también tiene sus horas y sus lugares para caminar. Lo bueno que tiene es lo llana que es. A mí me encanta por eso, pero confieso que normalmente elijo para caminar el Camino Largo. Y tampoco hay que ser fundamentalista y renunciar por completo a la flojetud. Esta también tiene sus momentos.
Un beso, Juan.
Ay diosssss mi flojetud...jijiji
ResponderEliminarEs que Ycod para pasear...si, subir y bajar al Teide...y a ver si de repente nos topamos con una erupción, que parece que está al caer...
Es lo que tienen casi todos los pueblos de Tenerife: están en cuesta, agarrados a las laderas de las montañas y a las faldas del Teide. Llana no es la isla, no. Y sí, hay senderos por Anaga, por el Teide, por esos nortes y por esos sures, pero llanos no son, la verdad, y para los que tenemos una cierta edad no están.
EliminarMejor camina dando vueltas en alamedas y plazas del pueblo. No verás mucha naturaleza pero te enterarás de la vida y costumbres de Ycod :-D
Y cuídate de las erupciones, que están cerquita.
Hace muchos años, Jane, leí un precioso cuento que hablaba de una mujer que de joven, corría a gran velocidad. A su mediana edad, caminó con paso firme y vivo y de mayor solo paseaba ayudada de un bastón y protegida por una hermosa pamela.
ResponderEliminarEsa historia me impactó y hoy creo que es lo que yo también he hecho, aunque sin la pamela.
Ni flojera, ni aburrimiento, ni vagancia... no dejemos que ninguna nos pueda.
Hace poco un querido amigo mío se cayó y se partió la cadera. Tiene 83 años pero de joven fue montañero y toda su vida ha caminado y se ha pateado montañas y ciudades. Gracias a eso, se está recuperando estupendamente y hasta los médicos le felicitaron por su buena forma.
EliminarNo hay nada como lo que dices, intentar ejercitar el cuerpo toda la vida. Y si hay que ponerse pamela, una se la pone también.
Sabes bien, Jane, que yo soy de esos que empezaron a hacer ejercicio, desde el colegio, y que 60 y pico de años después, sigue haciéndolo.
EliminarYa en menos cantidad, tiempo e intensidad, por razones obvias, pero lo sigo haciendo y jamás he dejado de hacerlo.
Espero continuar así, aunque sea con bastón y sin pamela...
¡Pero qué manía le tienes a las pamelas, con lo elegantes y sexis que son!
EliminarLo sé bien. Eres de las personas que conozco que más ejercicio ha hecho en su vida. Creo que no conozco ninguna época de tu vida (y llevamos 67 años de conocidas) en que no estuvieras corre p'aquí, corre p'allá. A seguir en esa línea.
Un abrazo.
Gracias amiga,no puede nadar como antes,pero haga lo que pueda, caminar también,y voy a los sitios que quiere, y con mi bastón,en casa no,pero las calles y especialmente las aceras no están como deben estar,y me reir, pq admitir que tengo pamela, no lo usa,pero tampoco lo tira pq quién sabe.
EliminarHay que guardar la pamela porque, como dices, nunca se sabe si llegará el momento. Una vez fui a una boda en Alemania y me llevé mi hermosa pamela negra. ¡Fui la única con pamela! Pero ¿y lo que presumí?
EliminarQ guay, 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
EliminarLa natación está en mis genes...., y tengo mono de ella cuando no puede ser!.-😄
Es verdad, Marily, todos recordamos a tu padre Acidalio Lorenzo, uno de los mejores nadadores de Canarias. Y seguro que has nadado lo tuyo. Eso no te lo quita nadie.
EliminarUn beso.
En mi caso, Marilí, no está en mis genes, pero sí entre mis deportes favoritos y cuando no puedo hacerlo, lo echo de menos y me siento peor.
EliminarTambién es de los favoritos míos. Pero solo durante el verano. Ahora el agua está a 10º y, aunque tengo amigas que se bañan estos días y dicen que está tonificante, ni loca me mojo el dedo gordo del pie.
EliminarGracias , Isabel
ResponderEliminarMuy bonito lo de hoy...siempre descubrimos algo nuevo en el paisaje q vemos a diario.
Es verdad. Parece mentira, pero cuántas veces vemos las cosas que nos rodean con ojos nuevos. Eso no solo despierta la curiosidad sino que nos lleva a caminos que no hubiéramos recorrido nunca. Los filósofos dicen que por ahí comenzamos a filosofar.
EliminarGracias a ti. Un beso.
Pues si, qué importante caminar para prevenir la flojera. Y caminar sin miedo, levantando el jocico y poder ver qué bonita la fachada o el remate de aquél edificio. Y habíamos pasado mil veces por delante, pero tímidos y con la cabeza agachada. Hay que caminar, mirando sin reparo hacia arriba, con los ojos abiertos y respirando hondo. Gracias Isa por el soplo del lunes, por el aliento para la semana.
ResponderEliminarAgachar la cabeza, solo para no caernos (que no está el horno para bollos). De resto, cabeza erguida, cuello estirado, ojos bien abiertos y caminar firme como si estuviéramos revisando la tropa. En realidad, lo que hacemos es revisar el mundo.
EliminarY lo de respirar hondo también, sobre todo si estamos en plena naturaleza, para purificar las entrañas.
Gracias a ti por estar cerquita.
Hola, la verdad últimamente me estoy levantando cuando me apetece, desayuno con calma, no tengo nada que hacer.
ResponderEliminarAhora vivo sola en un apartamento mínimo. A veces me llama una amiga y quedamos para desayunar. Voy caminando hasta la cafetería por el paseo junto al mar. Al regresar, compro el pan y algo para comer.
En el sillón respiro, no pongo ni la radio, me va entrando un sopor y a ratos
me duermo.
Me pregunto ¿me habré muerto,?
Si es así, qué PAZ.
Pienso que estás muy viva, sintiendo todo lo que hay que sentir en esta nueva etapa de tu vida. La has tenido muy agitada, llena de momentos buenos y también malos, y en este momento estás ganando en tranquilidad y paz. Disfrútalo, ya irás encontrando pequeños placeres y nuevas formas de vivir y entretenerte. Y cuando tengas ganas de alegar un rato, aquí estoy.
EliminarUn beso, Esther.
Eso lo echo de menos. Pero esta rodilla mia... Pero procuro no estar quieta.
ResponderEliminarDespacito...
Genial, Carmita. Como decía la canción: "No pares, sigue, sigue...". Mientras no te dejes llevar por la flojetud y te apoltrones, todo irá bien.
EliminarSí, es verdad que el movimiento lejos de cansarnos, muchas veces, nos activa, pero también hay que ponerse en marcha y éso es lo que más cuesta.
ResponderEliminarDepende de si es por la tarde, se hace más pronto de noche y hace frío, si acabas de hacer una comilona o si ya te has calzado las zapatillas de casa que a mí, lo confieso, me entra esa flojetud.
Sí que hay muchas causas de flojetud y son todas esas que apuntas. Es más cómodo dejarse llevar por el relax, aposentarse delante de la tele, echar una siesta larga, hacer caso al demonio en la oreja... Pero también es verdad que muchas veces somos valientes y, así esté lloviendo a mares, somos capaces de levantarnos, coger gabardina y paraguas y lanzarnos a la intemperie como si nos fuera la vida en ello. También esos momentos tienen su encanto.
EliminarQue miedo le tengo a la flojetud,, como entres en ella, estás perdido...
ResponderEliminarBueno, Pili, a veces dejarse llevar por la flojetud y tener un día (o un rato) de gandulería es hasta placentero. A veces, alguna mañana después de desayunar me vuelvo un rato a la cama a leer, como uno de los pequeños placeres de la vida. Y sin remordimientos, oye. :-D
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