22.12.24

Ningún futuro es elegante o digno

[Montanoscopia] 

1. Dicen que vuelven los Pecos, pero el que vuelve es el Tiempo con otra de sus obras: el espanto de esos dos que se presentan bajo aquel nombre. Es el eterno baile de máscaras de Proust: las máscaras son las mismas caras convertidas en caricaturas horrendas. Las nuestras son así también, claro, pero como hemos visto su degradación tan despacito no lo terminamos de percibir en su brutalidad. Solo cuando pillamos por las redes la foto de algún conocido al que no veíamos desde que era joven nos damos cuenta, por rebote, de lo nuestro. Suele tener que ver, más que con las arrugas, con la rigidez, con el control. La chispa va desapareciendo, pero se afirma el muñeco. 

2. Los de derechas andan preocupados con la ineficacia de la derecha española. No es para menos: en un lado, el PP con su oposición de cartón mojado y su tendencia creciente a las coreografías absurdas y los chascarrillos inanes (el peor de los cuales es el anhelo de entenderse con Junts); en el otro, Vox con su autosatisfacción de acero y sus huevos de ídem, que coloca muy digno encima de la mesa como si no fuera la piedra angular del sanchismo, la guinda de su asqueroso pastel. Pero si los de derechas andan preocupados, los que no somos de derechas pero somos antisanchistas andamos en la pura desesperación. Ningún futuro (como decía Villena), ¡ninguno!, es elegante o digno. 

3. "Lobotomía democrática" titula Muñoz Molina su último artículo en El País. Hombre, me digo, por fin va a decir algo contra Sánchez. Evidentemente, no. Era contra "la derecha" otra vez. ¡Por el franquismo! Su condición de estricto intelectual orgánico, de obediencia cuasisoviética, me mantiene en mi estupor. Sobre la degradación de nuestra democracia por obra y gracia de su Sánchez no ha tenido nada que decir en todos estos años. El sentido crítico que tanto predicó (me lo predicó a mí, por ejemplo: lo aprendí en parte de él) se le ha evaporado. Es ya un asfixiante sectario. Como no es un cínico (no creo que lo sea), la única explicación es que está embotellado en su sectarismo. Con el beneficio (ahí sí) que eso le reporta: una de las dos España le calienta el corazón. Durante bastante tiempo jugó a estar fuera, o no del todo dentro; pero en esa posición hacía frío. Tal vez sean los años, no sé. O que, como esos diputados enganchados a los partidos, no tiene otra cosa de la que vivir. 

4. Lo han dicho el tuitero Javier Benet y David Mejía (Savater lo ha señalado): la decisión de celebrar el año que viene la muerte de Franco es porque es lo único que el Gobierno puede celebrar con sus socios. Ni la llegada de la democracia, aún imperfecta, en 1977 con las primeras elecciones, ni su llegada plena en 1978 con la Constitución, lo pueden celebrar. Solo les queda eso: una muerte. El callejón sin salida de una muerte. O una flebitis, como ha dicho con mucha gracia Arcadi Espada. La Coalición de la Flebitis. Pero llega la muerte y cura la flebitis de un modo absoluto, arrasador. ¿Y luego qué? 

5. Todas esas medidas contra los bulos con que amenaza el Gobierno dejan traslucir su ambición: tener el monopolio de los bulos. 

6. Hace una semana no sabía qué era el burrito sabanero. Ahora no hay nada que odie más en el mundo. 

7. Los ateos decimos "Feliz Navidad" sin problema, porque el cristianismo es la religión de los ateos. De las otras no hay manera de escaparse. ¡FELIZ NAVIDAD! 

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20.12.24

A favor del jersey de Navidad

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 19:25

Buenas noches. No recuerdo ahora en qué tertulia, si en la de La Brújula o en la de Alsina (siempre en Onda Cero, por supuesto), alguien arremetió contra los jerséis de Navidad. En ese preciso instante me di cuenta de que soy un apasionado de los jerséis de Navidad. Los oyentes saben que en verano llevo camisas de manga corta y que odio los zapatos náuticos, mientras que adoro los crocs, siempre con esos pequeños calcetines pinkis que detesta nuestro Narváez. Pues bien, mi vestimenta perfecta para el invierno son los adorables jerséis de Navidad, cuyo único defecto es que solo se usan en Nochebuena y Nochevieja. Aunque mi pasión me ha llevado a usarlos durante todos los días del invierno, con una consecuencia que contaré enseguida. El jersey de Navidad, con esos renos o muñecos de nieve de punto, tan decorativos, o esos árboles navideños con sus bolitas rojas en relieve, algunos incluso con bombillitas fosforescentes, son un canto a la vida. Su estridencia cromática es una invitación a la felicidad y a la confraternización entre las personas. Uno se convierte en un hombre anuncio de la alegría y del amor. Yo, como les digo, no me guardo este mensaje para el ámbito familiar ni para las fechas señaladas. Con mi jersey navideño salgo todo el invierno a la calle, paseo, voy al supermercado, me tomo un café en el bar. La consecuencia que anuncié es que la gente, inesperadamente, huye de mí. ¡Cuando yo predico el amor entre la gente! Es un destino trágico el mío, porque salgo a pregonar la confraternización entre los seres humanos, pero los seres humanos escapan como locos. Así que mírenme: solo, aislado, mientras parpadean las bombillitas fosforescentes del árbol de mi jersey de Navidad. ¿No os doy lástima? ¡Tened piedad de mí!

19.12.24

El tiovivo ideológico

Como almodovariano me encantaba Marisa Paredes en las películas de Almodóvar: dentro de ellas. Y fuera, en sus aproximaciones a músicos brasileños que admiro, como Caetano Veloso o Adriana Calcanhotto. Fue en un concierto de esta última, el primero que dio en Madrid (en el bar de Fernando Trueba, Calle 54, en 2004), la única vez que he visto a Paredes en persona. Estaba entre el público, adorada por el séquito brasileñista, sobre todo por la pareja de Calcanhotto, Suzana de Moraes, hija de Vinicius, que ya murió.

Fuera de las películas y del brasileñismo me gustaba su aparatosidad estética, pasional, melodramática, de gran dama de la actuación; solo que abaratada, ay, por la ideología. La ideología: arruinadora de la estética; malversadora de la pasión. La combinación además no funcionaba. Le quedaba involuntariamente paródica.

La ideología se ha puesto de moda y hoy se exhibe como complemento del alma, que arruina el alma. Las retahílas que introduce son mortales. Y de una estupidez malamente camuflada en cierta retórica intelectual. Los peores papeles de Paredes fueron aquellos en que se enroscaba en los pronunciamientos ideológicos, de una ramplonería atroz. Naturalmente, estos han sido los celebrados por los políticos: no en vano, es lo único de ella que les interesó y les interesa. Rebañar de su figura. (Me temo que ella lo hubiera aprobado, enemiga de sí misma aquí.)

Me acuerdo de Almodóvar llorando el retiro falsísimo de Sánchez la pasada primavera: tal vez sus lágrimas fueron lo único veraz. El presidente ahora, en el velatorio de Paredes, no sabe decir ni una sola de sus películas. Todo el mundo cultural dorándole la píldora y él pasando de todo el mundo cultural. Jamás ha leído un libro, ni los que llevan su firma (tampoco su tesis). Y al cine solo consta que haya ido una vez, y convocó cámaras para que lo sacaran sacando el ticket. Era, cómo no, una película ideológica, la del autobús populista ese de Barcelona. Siempre a rebañar.

Lo ha dicho bien Jorge San Miguel, ante la inanidad de Sánchez en el velatorio (¡y qué gestualidad compungida, de un stanislavskismo estreñido!): "Como todo es de mentirijillas, y todo para darle vueltas al tiovivo ideológico, pues pasan estas cosas". Enlaza con el final del último artículo de Félix Ovejero: "Hemos conseguido alcanzar las más altas cotas de enfrentamiento ideológico. Sin que asome ni una sola idea".

Es todo cosmética, es todo salvación personal (o intento desesperado de). El valor de la ideología, ya sabemos, es de carácter pragmático: es una simplificación para la acción; una esquematización para que no nos quedemos paralizados ante la endiablada complejidad de lo real. Pero han hecho de ella una fe y le han entregado la vida. Lola Herrera acaba de declarar: "No entiendo que una mujer pueda ser de derechas. A mí ser de izquierdas me ha enseñado a ser libre y a vivir". Lo revelador de su frase está en el "no entiendo".

Las exhibiciones no cesan. El incalificable Barros escribe: "Bildu es más partido de Estado que el PP. Y de ahí no me bajo". Y el Carnedrudo: "Basta unir la línea de puntos para ver lo que pasa. Es un golpe de Estado judicial para derrocar al presidente y su ejecutivo persiguiendo no solo a su partido, también a su familia, por todos los medios políticos, jurídicos y mediáticos".

La aberración ideológica produce una percepción aberrante del mundo. Pero ellos han depositado en ella su salvación personal. Y si encima les renta económicamente (y suele rentarles económicamente), mejor. Por eso siguen dando vueltas (¡hasta la náusea!) en el tiovivo ideológico.

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15.12.24

Bizarra mezcla de colonialismo y sacrificio azteca

[Montanoscopia] 

1. Abro El País y me encuentro la firma de Antonio Papell. Hay justicia en este mundo: nadie se había currado tantísimo entrar en el periódico gubernamental. De papellón en papellón hasta el papellón definitivo. ¡Enhorabuena! (El periódico, por fortuna, no era de papell: lo hubiera empapado con la risotada en pleno café del desayuno.) 

2. Le dieron el premio Eugenio Trías de ensayo a Innerarity (también conocido como Innanity o Inniquity, según las ocasiones). O sea, que ya en su tercera edición el premio que pretendía homenajear a mi admirado filósofo menoscaba su nombre. Innerarity es universalista de día y nacionalista de noche; lo mismo te abraza a Habermas que a los proetarras con los que se cruza en el aeropuerto. Es de los que me recuerdan a aquel juez parisino del siglo XIX que de día perseguía el cancán y de noche se travestía para bailarlo en los cabarets. En este sentido, puede que sea un buen homenaje a Trías después de todo: entre las obras de este se encuentra Filosofía y Carnaval

3. El presidente Sánchez no acudió al funeral por las víctimas de la dana en Valencia. Es cierto que de este modo el acto quedó más aseado (Sánchez ya solo tiene una cosa higiénica que ofrecer: su ausencia), pero su obligación era ir. Si aspira a que no lo abucheen, entonces debería plantearse asistir, por ejemplo, además de a los congresos aclamatorios del PSOE, a los homenajes a etarras (acompañado tal vez de Innerarity, en su versión Inniquity; y de papellón Papell). 

4. Hablo con un editor que viene de la feria del libro de Guadalajara (México) y me cuenta el aquelarre gubernamental que ha sido aquello. Ya se veía en el bombardeo de imágenes por las redes, en todas las cuales aparecía Juan Cruz. El acto estrella ha sido el recital de un poema de Poeta en Nueva York en 27 lenguas indígenas patrocinado por Luis García Montero. Una mezcla bizarrísima de colonialismo y sacrificio azteca. Lorca se hubiese autofusilado. 

5. A propósito de la serie Cien años de soledad, espantosa para todos, vuelve el mantra de que Gabo no tiene suerte con el cine. Pero lo correcto es lo contrario: es el cine el que no tiene suerte con Gabo. El sopor de las películas de Gabo se corresponde exactamente con el sopor de los libros de Gabo. Los cineastas han reflejado a la perfección el mundo de Gabo, y por eso sus películas son un coñazo. Un coñazo, por cierto, repleto de gallinazos: los que salen de la pluma de Gabo. Resulta irritante. Si el personaje abre una puerta, le salta a la cara un gallinazo. Si camina, tiene que ir esquivando los gallinazos que revolotean a sus pies. Si come, un gallinazo se sube a picotear a la mesa. Si habla con otro, no hay quien se entere por el jaleo que arman alrededor los gallinazos. De pronto, inusitado alivio: ¡ningún gallinazo a la vista! El personaje se dirige entonces al fondo de la estancia, saca de un arcón un par de alas enormes, se las coloca y dice que es un ángel... ¡pero lo que parece es otro gallinazo! En eso consiste el famoso Macondo: cuando al fin desaparecen los gallinazos, ¡va el protagonista y se disfraza de gallinazo! 

6. Empecé el año con Hitchcock y lo acabo con él, ambas veces de la mano de Arias Maldonado. En enero leí su Ficción fatal. Ensayo sobre 'Vertigo', uno de los libros del año. Y en diciembre he visto sus conferencias en la March, sobre la vida y la obra. ¡Extraordinarias! 

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13.12.24

Presentación de 'Zona de confort' en Sevilla (audio)

 

Audio de la presentación de Zona de confort (Sr. Scott) con Carlos Mármol en la librería Botica de Lectores de Sevilla (c/ Almirante Apodaca, 23) el martes 10 de diciembre de 2024. (Gracias a Miguel Gómez Losada por la foto y el montaje.)

12.12.24

Píos deseos al terminar el año

La vida es ir demorado, como los trenes de Puente. Voy ahora en el Avant, y escribo. Viajé ayer martes a Sevilla para la última presentación de mi libro Zona de confort, que me hizo Carlos Mármol, y el tren llegó con retraso. Me saqué el billete para volver a Málaga hoy miércoles (ustedes lo leerán el jueves) a primera hora. Hemos salido 55 minutos tarde. Así es la vida, como los trenes de Puente. El día ya se está despeñando en nuestro destino y nosotros aún no hemos llegado a él.

El Oscargután, como lo llama gloriosamente Losantos, o The Puentete, como llamo yo al ministro que a este periódico llama The Ojete (¡empezó él!), va por ahí con su sonny angel en el móvil, fungiendo de guay, mientras en sus trenes sufrimos la humillación de su inoperancia. Es el Fu Manchú de los trenes y si te has metido en uno de ellos ya estás perdido: te torturará. La única solución es no entrar en los trenes de Puente. Algo que yo vengo haciendo desde hace meses, desde que en verano nos encerró en un vagón casi crematorio, sin refrigeración en la canícula. The Puentete haría a las mil maravillas de maquinista nazi en una película bufa de Billy Wilder. Aunque ojalá los trenes de Auschwitz hubiesen tenido a un inútil como él, en vez de a los eficientes operarios del exterminio...

Tendríamos que estar llegando a Málaga justo en estos instantes, pero estamos en Córdoba. Parados. En las noticias el presidente Sánchez (¡The Sanchete!) dice que dedicará 2025 a festejar a Franco. Él dice que su muerte, pero es su vida: su vida hábil de la que él se alimenta fúnebremente. Sánchez es el vampiro que solo se alimenta de la sangre de Franco, hecha polvo ya, mas polvo enamorado. ¡Amor constante más allá de la muerte! El Nodo sanchista de Fortes e Intxaurrondo dará cumplida propaganda durante todo un año que se adivina asfixiante.

Sobre el 2025 pespunteado ya de franquismo (pues nada hay más franquista que el antifranquismo de nuestros franquistas gubernamentales) tendremos que hacer nuestra vida. Nuestra primera new year's resolution habrá de ser la de sortear ese mapa de cagarrutas. Que no nos moteen las jornadas, en la medida de lo posible. (El tren hace un rato que arrancó, finalmente.)

En mi relectura de Las personas del verbo, la poesía completa de Jaime Gil de Biedma, en la nueva edición de Cátedra, que he venido comentando aquí, me ha alcanzado también Píos deseos al empezar el año. No me resisto a citar la primera mitad del poema (es del libro, significativo título, Poemas póstumos): "Pasada ya la cumbre de la vida, / justo del otro lado, yo contemplo / un paisaje no exento de belleza / en los días de sol, pero en invierno inhóspito. / Aquí sería dulce levantar la casa / que en otros climas no necesité, / aprendiendo a ser casto y a estar solo. / Un orden de vivir, es la sabiduría. / Y qué estremecimiento, / purificado, me recorrería / mientras que atiendo al mundo / de otro modo mejor, menos intenso".

Adecuada sintaxis de la intimidad la de Gil de Biedma: extraña en nuestro terruño. Pocas veces se ha logrado con esa sofisticación y esa precisión. Yo ahora, tarde como en el tren que me lleva, siento píos deseos al terminar el año. A ver si mejora un poco aunque sea en su recta final: primeras baldosas para el 2025 estas últimas del 2024. Desde las ruinas de mi inteligencia.

Ya estamos en Málaga, como quien dice: nos recibirán las calles conocidas y el día despeñado. (Nubes iluminadas.) 

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8.12.24

Inmaculada concepción de Jobim

[Montanoscopia] 

1. Me ponen malo los homenajes a la Constitución: palabras psicopáticas de sus maltratadores. Aterradoras imágenes: el presidente del Tribunal Constitucional, la corrupción facial que lo delata; la presidenta del Congreso, aprovechando la ocasión para soltar un mitin; el presidente del Gobierno, que combina lo de uno y lo de otra (al fin y al cabo, en ellos manda, anticonstitucionalmente). Los socios del Gobierno (los que conforman el "somos más" del que presumió Sánchez), ausentes y atacando o presentes y atacando. Tampoco vale la defensa del PP: ¿cómo va a haber defensa con apropiación, si la Constitución, si es algo, es porque es de todos? Son la carcoma. Son la bomba atómica que nos ha caído. Es absurdo, pero sueño con que todos ellos sean borrados. ¡Todos! Y que les sobreviva, platónicamente, la Constitución. Para un supuesto pueblo que no existe, ni siquiera platónicamente. 

2. He terminado la relectura completa de Las personas del verbo, de Jaime Gil de Biedma, en la edición de Cátedra y he reparado en unos versos que siempre había pasado por alto; quizá porque los españoles, desde Franco, no habían vuelto a mostrarse franquistas como ahora con Sánchez (¡el 23-J fue nuestro anti 20-N, incluso nuestro anti 6-D): "Y a menudo he pensado en otra historia / distinta y menos simple, en otra España / en donde sí que importa un mal gobierno". Están en el mencionadísimo poema Apología y petición, el de "De todas las historias de la Historia / sin duda la más triste es la de España, / porque termina mal". Después de la moda de citar estos versos, se puso de moda denostarlos y criticar el pesimismo de quienes los citaban. Entre tales denostadores había más de uno (¡y una!) que hoy son sanchistas: lo que corrobora (hasta las heces) el pesimismo de los otros. 

3. Una obra poética breve como la de Gil de Biedma es lo ideal, porque permite muchas relecturas: y en cada una, la captación de nuevos matices; el descubrimiento de percepciones nuevas y de profundidades. En mi penúltima visita de hace un par de años, me asaltó esto de Pandémica y Celeste: "Mi amor, íntegra imagen de mi vida, / sol de las noches mismas que le robo". Y en la actual, junto con otras cosas, esto de Ultramort: "Me asomaré callado a ver el día, / contento de estar solo / con la vida bastante. // Encontrar en la cama otro cuerpo, / no más que algunas noches, / será como bañarme". 

4. Antonio Carlos Jobim murió hace treinta años: el 8 de diciembre de 1994. En los cinco que yo llevaba aficionado a la música brasileña, sus composiciones se habían instalado en mí como algo eterno y natural. Y entonces me conmocionó caer en que eran obra de una persona, que podrían no haber existido. Me volví a poner sus canciones y habían crecido en belleza; a la majestuosidad y la ligereza se había añadido la contingencia, que les otorgaba tragedia e intensidad. 

5. Para estar con Jobim he leído un libro de artículos de Ruy Castro sobre el "maestro soberano", recopilados para la conmemoración: O ouvidor do Brasil. 99 vezes Tom Jobim. Es una delicia, digna del tema. La idea fundamental la recupera Castro de su libro Bossa Nova: "Siempre que Jobim abría el piano, el mundo mejoraba". 

6. Además de componer la mayoría de las canciones de Chega de saudade (1959), de João Gilberto, y Getz/Gilberto (1964), Jobim tocaba el piano en ambos discos. Entre los instrumentales del propio Jobim, los favoritos de Castro (y míos) son: The composer of Desafinado plays (1963), Wave (1967), Tide (1970) y Stone flower (ídem). 

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7.12.24

Se jubila Sandra Sutherland

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 9:50

Buenas noches. Hoy estoy tocado por la melancolía. La noticia de que se jubila Sandra Sutherland me ha dejado seco. Los jóvenes no sabrán quién es Sandra Surherland, pero también ellos se jubilarán un día y habrá otros jóvenes que no sabrán quiénes son ellos. El tiempo no suelta a nadie en su sprint permanente. Sandra Sutherland era la más joven y la más guapa cuando yo era joven y más guapo que ahora. Presentaba a principios de los ochenta Pista Libre, un debate de televisión que era como La Clave de José Luis Balbín pero para niños y adolescentes. Participaban todos los sabiondos españoles de esa edad, pero la más sabionda era Sandra Sutherland. Debimos de enamorarnos en masa. Entonces crecimos un poco y ella desapareció. Luego la veíamos presentando cosas a horas rarísimas, demasiado temprano, demasiado tarde. Nosotros nos extraviábamos por la vida y ella se extraviaba por la parrilla de Televisión Española. Siempre con su cara de niña desubicada. Era como póstuma de sí misma, lo que nos hacía a nosotros también póstumos: tampoco estábamos de moda, solo se nos podía hacer hueco a las seis de la madrugada. Hace mucho que no sabía nada de ella y de pronto llega la noticia de su jubilación. De aquel programa Pista Libre recuerdo que una vez pusieron para el coloquio la película Fahrenheit 451, la adaptación de Truffaut de la novela de Bradbury. Aquellas personas que iban recitando libros por el bosque... Nosotros ahora nos recitamos la juventud de Sandra Sutherland, nuestra propia juventud, antes de que el tiempo nos termine de jubilar; para pasar sin descanso a los siguientes. Yo ando aquí siempre con mis pullitas, pero el del gran pullazo es el tiempo. Está uno tan tranquilo y va la joven Sandra Sutherland y se jubila.

5.12.24

La deriva reaccionaria del antisavaterismo

El libro de Justo Serna sobre Fernando Savater podría haber sido un buen homenaje, aun a la contra, de haber tenido algo más de rigor intelectual y calidad literaria y mucho menos de sectarismo. Es lo suficientemente inane como para que el suplemento Babelia de El País lo seleccionara hace un mes entre "Los 25 libros más esperados de noviembre de 2024". Su único valor es, pues, el referente: Savater. A él se rinden Serna y El País. En este sentido, sí es un homenaje muy logrado. 

Serna nos habla más del estado (tirando a indigente) del antisavaterismo actual que del propio Savater. Es un exultante emisor de síntomas, que incurre en la autodelación con una alegría inconsciente. Para empezar, en el título: Fernando Savater. La deriva de un intelectual. El suplemento de El País lo completó en su anuncio: "la deriva conservadora". Lo precioso es que utiliza la formulación de Félix Ovejero, La deriva reaccionaria de la izquierda, y justo desde esa deriva. Una prueba psicoanalítica sería que Serna lo omite culpablemente: ni siquiera cuando le dedique un capitulito a Ovejero citará esa obra suya, sino solo La razón en marcha

Al parecer, la única deriva es la de Savater. Ni el PSOE ni El País han derivado. Ni siquiera Pedro Sánchez, y eso que para medir las derivas del presidente (estas no pueden nombrarse en singular) habría que recurrir a un sismógrafo. A Savater se le aplica toda la crítica y a Sánchez ninguna. Con este se comulga acríticamente. Es más, en la crítica a Sánchez y lo que representa (esa izquierda reaccionaria en su deriva) se cifra prácticamente la crítica a Savater. La deriva, para Serna, es no estar en la obediencia en la que está Serna. 

El momento más maravilloso del libro es este: "He consultado con especialistas y corroboran lo que muchos sospechamos desde hace tiempo [sobre Savater]: una caracterología narcisista fuertamente dañada". Ya podría haber aprovechado la consulta para preguntarles a esos mismos especialistas por su Sánchez: le daba un patatús. 

Serna se reconoce lector de Savater de toda la vida, y verbaliza las muchas cosas que le debe, en literatura y en filosofía, desde que lo leía en Triunfo y otras publicaciones anteriores a El País, y en sus sus primeros libros, sobre todo La infancia recuperada. Pero incluso en estas páginas de reconocimiento (tras las que se insinúa un cierto afán de nobleza, o quizá sea apenas mala conciencia) la mediocridad falsea el propósito. No ilumina nada, ciertamente: solo un trazado biográfico de Serna sin ningún interés. 

El repaso a la trayectoria de Savater es más o menos cronológico, con un aborrecimiento creciente hasta su culminación, que es cuando Savater declara que va a votar a Isabel Díaz Ayuso en las elecciones autonómicas de 2021. "Lo estamos perdiendo", concluye Serna. No mucho más tarde lo ha terminado de perder del todo. 

Dedica también párrafos, e incluso capítulos, a la cohorte refractaria: Félix de Azúa, Andrés Trapiello, Arcadi Espada, José Luis Pardo, el mencionado Ovejero, Cayetana Álvarez de Toledo... Serna es muy buena persona (morigerado, comprensivo, progresista: así se presenta) y lo pasa muy mal con todos ellos. Pero con ninguno tan mal como con Savater. 

En el Nickjournal del blog de Espada se lo hicimos pasar chungo a Serna. Nos reímos quizá demasiado de él. También nos dedica unas palabras, que reproduzco con deportividad: "El tono frecuentemente grosero, tosquísimo, de sus comparecientes más ruidosos y alborotadores, tan dados al insulto y al escarnio...". No nos portamos bien, pero el cachondeo predominaba: nos dejábamos arrastrar por el cachondeo. Él se exhibía bondadoso, pero era un inquisidor. 

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2.12.24

'Zona de confort' en la Biblioteca de Sollo

Hace unas semanas Manuel Sollo me entrevistó en un hotel de Sevilla sobre Zona de confort para su Biblioteca de Sollo. El resultado está aquí (y en las demás plataformas).