Los últimos meses vengo trabajando mucho, en un proyecto que me absorbió como pocos (y que podré compartir ya en unas semanas, si todo va bien). Esto hizo que leyera poquísimo por fuera de lo que tenía que leer por trabajo.
Como se va cerrando, y simbólicamente el fin se acercaba al fin de año, a modo de ritual y para tratar de despegarme de a poco, decidí empezar por algo modesto para conectar con (casi) otras cosas: un artículo.
Elegí The Carrier Bag Theory of Fiction, de Ursula K Le Guin. Por varios motivos, pero uno enorme es que confiaba en que los ensayos de Le Guin siempre me resultan poderosos, movilizantes (en el sentido de mover ideas, algo así, no sé si hay una palabra para eso. Cuando leo ensayos de Le Guin me parece escuchar los engranajes de mi cerebro haciendo ruido). Otro motivo más mundano es que tenía el artículo abierto en el navegador desde hacía meses y poder ir cerrando ventanas era parte de ir cerrando el año y los proyectos.
Es -claro, no defraudó a mis expectativas- un ensayo breve pero potente. Me dejó con ganas de más, incluso. De repreguntar, de una edición anotada que se explaye en las referencias. Me dejó pensando en eso de la otra historia, la que escriben los (¿las?) perdedores... no es la palabra exacta "perdedores" porque no está planteado en esos términos creo (si mi inglés y mi cansancio de fin de año no me engañan). Sino la posibilidad de otra manera de pensar la historia, las historias, desde una óptica feminista tampoco en el sentido militante (o sí, que es necesario) pero más bien en el sentido de todo lo que no vimos, lo que nos perdimos por mirar/escuchar/contar desde un solo lugar: el del conflicto, el de ganadores y perdedores, el binario.
Qué torpeza la mía, chapucear un resumen de un artículo potente y luminoso. Y a varios días de haberlo leído ya.
Lo que quiero decir es que eso fue el sábado 31 a la tarde. El domingo 1 me senté en el sillón, después de tantos fines de semana de compu y seguir trabajando, con un libro que me había llegado hacía unas semanas y ni había podido abrir hasta entonces. Es Women Holding Things, de Maira Kalman. Lo compré sin dudarlo porque Kalman es una de mis artistas favoritas y ya hablé otras veces de ella por acá.
El libro es exquisito. Todo. Es inspirador, es extraño, es bello. Es una lista y una colección (¿cómo podría no gustarme?).
Y hace pensar.
Otra vez -o tal vez influenciada por la lectura de Le Guin.
Creo que el artículo y el libro se tocan. Hablan, si no de lo mismo, de algo muy cercano. Las dos dicen, de alguna forma: "las mujeres llevamos, guardamos, cuidamos, cargamos, buscamos, traemos, acercamos, sostenemos".
En el libro de Kalman aparecen muchas referencias. Algunas personales, íntimas, otras no tanto. No conozco a todas las personas que cita, pero me suena que Le Guin no aparece. Los recorridos lectores son así, azarosos, andá a saber. Las dos, sí, citan a Virginia Woolf.
Los textos conversan entre sí. Se dan la razón, mayormente. Se amplían, se iluminan a la luz del otro. Como en las buenas conversaciones. Ya no importa quién dijo qué, el diálogo es la suma. Y también iluminan alrededor.
Quizás sea buen momento para releer a Woolf y leer lo tanto que por suerte tengo pendiente de ella.
Estoy segura de que las tres hubieran podido ser amigas y hubieran podido charlar por horas, y mejor, estar en silencio juntas.
Por fin, una semana entrada el año nuevo, entregué ese trabajo que me tenía atrapada y me tomé vacaciones. Pasaron varios días y las lecturas todavía irradian ideas, sensaciones. Termino este texto dejándole el matiz de borrador, de pensamiento en curso, con torpeza, con pudor. Que valga, al menos, para dejar constancia, para empezar el año con la propuesta lecturas jugosas y de conversaciones -aunque imaginarias- inspiradoras.