En esta ocasión Historia y Roma antigua tiene la fortuna de publicar un artículo de Arturo Sánchez Sanz, un auténtico experto en la Antiguedad. Es el autor de "Pretorianos", su próximo libro, que saldrá el mes de noviembre. Sin embargo en esta ocasión nos hablará de Esparta y de una de sus curiosas "instituciones", la Sisitia.
LA
SYSSITÍA ESPARTANA
Arturo
Sánchez Sanz
Licenciado
en Historia (UCM) y Máster en Historia y Ciencias de la
Antigüedad
(UCM/UAM). Doctorando en Estudios del Mundo Antiguo
Dep.de
Historia Antigua de la Univ. Complutense.
En la antigua
Esparta, la syssitía (phiditía o syskenía, que también existía en
Creta con el nombre de andreia, aunque aquí se pagaba con fondos
públicos y no con aportaciones particulares) reunía cada día al
anochecer a los espartíatas de pleno derecho (los mismos que participaban en la
Apella y los efebos que estaban acabando la agogé para completar su
educación) para llevar a cabo una comida comunitaria con la finalidad de estrechar
y reforzar así los vínculos de unión, y quizá también discutir sobre asuntos
que luego se tartarizan en la Asamblea (los nuevos miembros debían ser
admitidos por los antiguos y lo que en ellas se trataba era secreto). Su origen
se remonta, como todo, al mítico Licurgo, como una institución más que sirviera
para mantener el respeto y la obediencia a las leyes dictadas por el Estado, y
para mantener la disciplina; aunque Oliva ve en esta institución una
pervivencia de la antigua organización en clanes por la pervivencia de su
estructura y sentido originales de época arcaica.
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Banquete griego. |
Lo más probable
es que se generara en el seno del ejército, ya que en éste era habitual la comida
en común (opsónion) realizada por los enómotes (los integrantes
de la unidad inferior del ejército denominada enomotía), cuyo número
variaba entre 32-36 hombres (donde tres sisitías, una de cada una de las tres
tribus dorias, conformarían una enomotía). Polibio (VI, 48,3) cuenta que la
dieta era frugal, con la intención de hacer moderados a los hombres y evitar la
hybris, pero en cualquier caso suficiente (Figueira indica que
consumirían el 37% de la producción media de los kleroi). Según
Aristóteles todos los comensales vestían igual (de forma que hasta el más pobre
podía permitírselo), y debían aportar cada mes un medimno de cebada (74 Kg.
para elaborar tortas amasadas y cocidas), ocho coes de vino (casi 37 litros),
cinco minas de queso (2,182 Kg.), cinco semiminas de higos (1,09 Kg.) y una
cantidad de dinero que se estima en unos 10 óbolos eginetas para provisiones
adicionales (como la carne de cerdo, que condimentada con una salsa a base de
sangre, sal y vinagre conformaba el famoso
caldo negro);
ocasionalmente podían llegar cabras, ovejas, liebres, torcaces e incluso pescado.
Todas estas cantidades, según Oliva, se habían fijado ya desde tiempos remotos,
y, si por un lado el deber del hilota era proporcionar esas cantidades, el del espartano
era no pedir más que eso.
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La famosa sopa negra espartana, uno de los platos emblemáticos de la dieta espartana. |
Pero la voluntad
igualitaria se rompía al mostrarse las diferencias socioeconómicas entre sus
asistentes, ya que algunos comensales se permitían el lujo de contribuir a la mesa
con pan de trigo en lugar de pan de cebada, y, más aún, en el postre (epaiklon),
de carácter voluntario y servido al tiempo que el cocinero (mágeiros) anunciaba
el nombre del donante. Lo cual podía hacerse para ganar prestigio social ante
los camaradas o como un acto de virtud individual y de camaradería de los ricos
para con los pobres, en consonancia con la igualdad social preconizada por el
Estado. Nunca acababan la velada ebrios (al contrario que los atenienses y que
los hilotas, ya que éstos últimos ingerían vino en abundancia, hasta el punto
de cantar y bailar de forma grotesca, lo que constituía un refuerzo psicológico
de su inferioridad ante los espartíatas ya que al final de la velada eran
introducidos en el syssítion como ejemplo moralizante para que los más
jóvenes conocieran los efectos de la ebriedad en el ser humano).
Así, los jóvenes
accedían a la syssitía por cooptación,
siendo necesaria la unanimidad (se votaba con una bolita de pan, redonda para indicar
consentimiento, aplastada para repudio), y teniéndose en cuenta los vínculos
sociales y políticos, así como la práctica de la pederastia institucionalizada.
En ocasiones se permitió la asistencia de extranjeros (como los hijos de
Jenofonte o Foción), pero nunca a mujeres, ni siquiera a hetairas; formándose
grupos de unos 15 espartiatas.
La syssitía determinaba
la pertenencia a la clase dirigente, pues si un hómoios no aportaba los
productos en las cantidades estipuladas (porque o bien han perdido el kleroi,
o bien éste no produce lo suficiente), perdía sus derechos políticos y se le despojaba
de su condición de «igual», siendo relegado a la de hypomeíon o
inferior. La syssitía experimentó una serie de cambios a mediados del siglo
III, en el marco de las reformas institucionales auspiciadas por Ágis IV, que
se acompañaron de una propaganda legitimadora que proclamaba la vuelta a las
tradiciones y al viejo espíritu licurgueos, presumiblemente caídos en desuso.
Esto significó la distribución de los comensales, que pasan de estar
distribuidos en mesas de quince o de diez personas, a repartirse en grupos de
entre doscientos y cuatrocientos por cada una de las quince mesas instituidas a
partir de ahora, posiblemente con el objetivo de que sirviesen de integración a
los nuevos ciudadanos.
Por su parte, la
función principal de los hilotas era trabajar las tierras de los espartiatas y producir
aquellos bienes de consumo que éstos necesitaban para participar en las syssitiai
y mantener su estatus de ciudadanos; si, como ha sugerido Figueira (1984:
87- 109), en Mesenia se localizaban seis mil lotes de tierra o kleroi de
los nueve mil o diez mil que, teóricamente, estaban destinados a los
espartiatas, se comprende cómo la población hilotizada de Mesenia debía de
constituir una parte importantísima del número total de hilotas al concentrarse
en ella la mayoría de ellos.
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Trabajo en el campo en la Antigüedad |
Es bastante posible que en muchas ocasiones los
hilotas se hallaran casi en los límites de la subsistencia, al tener que
entregar a los espartiatas buena parte de lo que producían en las tierras que tenían
asignadas y esa situación posiblemente crease inquietudes entre ellos, las
cuales podrían agravarse cuando cundiese la noticia de que algún importante
contingente del ejército había abandonado las fronteras lacedemonias.
Aristóteles asegura que los hilotas se sublevaban con cierta frecuencia, aunque
diversos autores indican que ello podía haberse exagerado (como cuando algunos
de ellos notifican a los éforos el intento de golpe de estado del regente
Pausanias ca. 470 a.C.).
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