Basada en una novela de los años 70 adaptada a los tiempos actuales, Mátalos Suavemente es un popurrí de películas de cine negro, pero eso no es óbice para que sea efectiva, en buena parte gracias a la soberbia actuación de Brad Pitt. Posiblemente por la escasa originalidad del guión se da bastante importancia al escenario, casi más que al relato: en un plano general, Estados Unidos en plena campaña electoral de 2008, con Obama y McCain disputándose la presidencia (se reproducen bastantes cortes de uno y otro candidato) y la crisis económica ya encima; y en un plano más particular una ciudad en la cual las mafias se enriquecen, entre otras cosas, organizando partidas de póquer clandestinas. Una de ellas es atracada por dos yonkis contratados para ello, tras lo cual los capos solicitan a Jackie Cogan (Brad Pitt) que elimine a los culpables.
Cogan es un matón-investigador que se dedica a este tipo de ajustes de cuentas. Como personaje es magnífico: es un profesional en su campo y el único que se da cuenta de que trabaja rodeado de cínicos e inútiles y que solo depende de sí mismo para sobrevivir. Se exaspera cuando oye a Obama decir en televisión que todos son iguales, porque no es así: cada uno es como es y todos están solos en América, que no es un país, sino un negocio, como él mismo afirma.
La ventaja con la que juega Cogan es que conoce perfectamente la decadente sociedad americana y su conclusión es que prefiere vivir al margen de ella, aceptando la soledad y sin permitirse tener ninguna debilidad. Eso es lo que le hace seguir con vida mientras unos y otros mueren o acaban en la cárcel por culpa de diversos vicios como drogas, alcohol, prostitutas y avaricia. Pero nada impedirá que los fallos de los demás tengan impacto en su propia vida: por ejemplo, contratará a un sicario para ayudarle que antaño era el mejor pero ahora se autodestruye a gran velocidad sin cumplir su trabajo, y también padecerá en sus carnes la avaricia cuando los capos le pagan menos dinero del convenido, alegando entre risas que la economía está mal.
El filme es, como ya hemos dicho, una mezcolanza de películas y directores, todos ellos de calidad. La cruda violencia recuerda entre otros a Scorsese, y los diálogos (amenos, con toques de humor y a veces exasperantes de tan largos) entre dos personajes recuerdan a Pulp Fiction, de Tarantino. Hay que elogiar a Andrew Dominik, director de la cinta, por su innovadora forma de disponer planos fijos, a cámara lenta, contrapicados extremos... todos ellos realmente sorprendentes.
Otro enorme acierto es la elección del casting. Aparte del magistral Brad Pitt hay varios actores magníficos, algunos de ellos muy curtidos en este género, como son James Gandolfini (el inolvidable Tony Soprano), Vincent Curatola (de la misma serie que el anterior) y Ray Liotta (Uno de los Nuestros). Completan el reparto Scoot McNairy (Buscando un beso a medianoche), Richard Jenkinks (de la extraordinaria serie A dos metros bajo tierra) y Ben Mendelsohn (Trespass). Otras apariciones breves pero certeras son las de Sam Shepard (Blackthorn) y otro "Soprano", Max Casella.
La banda sonora aporta aún más calidad a la película, y las canciones están perfectamente situadas, como Heroin de la Velvet Underground y The Man Comes Around de Johnny Cash, cuyo inicio describe en parte al personaje Jackie Cogan: "There's a man going around taking names / And he decides who to free and who to blame. / Everybody won't be treated all the same, / There will be a golden ladder reaching down / When the man comes around".
NOTA: 8/10