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martes, 23 de diciembre de 2014

Entre Guisillos

Ilustración de Sir Quentin Blake
Mientras enredaba entre perolos esta mañana intentando aclararme si a los higaditos esta vez les iba a echar brandy u oporto y calculaba si aún quedaría algún tarro de mermelada caserita de fresa para acompañar aquel manjar, aparecían ante mi vista diminutas estrellitas de color rojo y blanco por la zona de la mepamsa que alternaban con otras de oro, incienso y mirra cerca del microondas, al tiempo que tres camellos con las alforjas llenas caminaban en fila india por la encimera impasibles y decididos a saltar por encima de unas zanahorias recién peladas para abrevar en el fregadero derecho, donde había dejado blanqueándose unos champiñones en agua de limón. Me recompuse dentro del delantal, con las dos manos me atusé el pelo y lo coloqué detrás de las orejas, cogí la varita que tenía colgada detrás de la puerta entre las pinzas de la ropa y la bolsa de pan duro -toqué, había para una buena sopa-  y elevándola hacia el azul del techo, conjuré: ¡¡ven aquí, Roald Dahl!!

Mother Christmas
(Un poema de Roald Dahl)

"Where art thou, Mother Christmas?
I only wish I knew
Why Father should get all the praise
And no one mentions you.

I'll bet you buy the presents
And wrap them large and small
While all the time that rotten swine
Pretends he's done it all.

So Hail To Mother Christmas
Who shoulders all the work!
And down with Father Christmas,
That unmitigated jerk!

Gracias, Roald Dahl. Se nos verá el plumero, pero tenemos un par de huevos.

Os deseo a todos una Feliz Navidad y esta entrada se la dedico, de forma especial, a mi amiga Mariola.

viernes, 12 de julio de 2013

Certamen Iberoamericano de las Artes

El cuadro de Mariola
Mi amiga Mariola acaba de estrenar cuadro. Estaba tan entusiasmada que para que lo viera le hizo una foto y me lo enseñó al día siguiente, cuando volvimos a quedar. Aunque ella no ha sido la modelo que inspiró la pintura, al verlo se encontró plenamente reflejada en aquella impresión. La cara alargada, la melena corta, los labios elocuente y sabiamente pintados, lo llamativo del colorido...unos trazos que recuerdan a Modigliani y a Picasso combinando un estilo muy personal ¿No te parece fantástico? Sí, a mi también me gustaba, y después de varias miradas del móvil a su rostro y de su rostro al móvil estuve de acuerdo en que ese cuadro tenía mucho de ella.

Mientras comíamos en "La Catedral", en la Carrera de San Jerónimo -recomendado- y después de hacer un largo repaso a las incidencias de final de curso que las dos habíamos padecido, pasamos al tema cuadros. Mariola tiene un buen amigo, médico, a quien le gusta pintar. Exponía un cuadro titulado "El Rapto de Europa"  en el Certamen Iberoamericano de las Artes. A ella, ahora de visita por Madrid, le hacía mucha ilusión echar una ojeada al lugar y, a decir verdad, nos quedaba de paso hacia El Prado para ver la exposición "La Belleza Encerrada".


Llegar a la Plaza de las Cortes resultó un tanto desolador. Contemplar aquellos andamios del demonio que mantenían ocultos los leones custodios del Congreso echaba bastante para atrás. Unos cuantos policías merodeaban por el lugar, lo que en este caso resultó una ventaja ya que, mientras Mariola había decidido buscar caminando el número 11 en que se ubicaba la Organización Médica Colegial, yo me acerqué a una pareja de policías que, diligentemente, me indicaron la puerta que tenía delante de mis narices. Tengo que explicar que Mariola es muy de planos y mapas, mientras que para mí el mejor mapa es preguntar. También podría hablar sobre los destinos a los que hemos llegado Mariola y yo por seguir un mapa, aunque si tengo que atenerme a los hechos, lo que a nosotras nos pierde es la conversación, y de ahí a perder la ruta solo hay un paso.


Al llegar a la enorme y pesada puerta de madera del número 11 coincidimos con dos hombres y una mujer que, muy amablemente, nos preguntaron si íbamos al Simposio. Dijimos que no - de lo que al momento me sentí bastante arrepentida- en esa insistencia nuestra por negarlo todo y les aclaramos que éramos de otro gremio y que lo que nos había llevado hasta allí era la exposición de la tercera planta. Muy amablemente nos animaron a verla y juntos nos acercamos hasta los ascensores, donde se bifurcaron nuestros caminos.


Ya en la tercera planta, una inspección rápida nos llevó hacia el salón de actos y otras dos salas de reuniones donde estaban expuestas las pinturas, esculturas, dibujos y fotografías de aquellos médicos artistas. En el salón de actos así como en la mesa de una de las salas había folios y bolígrafos esperando el momento de ser útiles para alguien. Mariola se fijó en que había un boli por taco de folios. Aquellas obras serían testigo silencioso de lo que allí se tratase durante un tiempo. Aprovechando que teníamos lo necesario para escribir, Mariola tomó nota de los títulos de las obras a las que tirábamos fotos. Deambulando de una sala a otra, pero sin alejarnos mucho una de la otra, nos llamábamos cuando encontrábamos algo que captaba especialmente nuestra atención para contrastar pareceres. En una de estas idas y venidas, Mariola encontró el interruptor de la luz, una alegría, dicho sea de paso.


El salón de actos estaba flanqueado por dos cuadros con tonos azules: a la izquierda, una mujer; a la derecha, un barco hundiéndose. Ya que estaba todo tan bien dispuesto nos pusimos en la tesitura de tener que dar una conferencia improvisada en ese entorno tan peculiar.


Encantadas de la vida, ajenas a todo, nos movimos por aquel acogedor espacio durante largo rato. Aquel momento y lugar era nuestro y la contemplación de las obras adquiría rango de total exclusividad mientras, curiosas, comentábamos la temática de los trabajos de aquellos artífices artistas cuyo medio de vida no era el arte, precisamente, aunque podría serlo.

Mariola y yo hicimos nuestra selección particular. Cada obra es de su autor, las fotos, nuestras.

El Rapto de Europa


La Mujer Azul
Veneciana en Carnaval
Bodegón Literario
Alfonso XII
Desde el Laboratorio

Un par de esculturas:

Anorexia ante el Espejo
No estoy sola cuando pienso en ti
Y ninguna fotografía porque no se apreciaría la belleza que nosotras observamos. Nuestras fotos de fotos son realmente malas.

Nuestra enhorabuena a todos los participantes en el Certamen, tienen mucho arte, y por mi parte, decirle a Mariola que es una pirata total, si no a ver cómo se explica que se vea tan reflejada en ese cuadro.

miércoles, 3 de abril de 2013

Pinturas

La Joven de la Perla
¡Qué casualidades tiene la vida! Resulta que me he apuntado a un curso de pintura en un museo. La verdad es que habría hecho otro, que es para profesores de inglés, pero ese no sé cuándo es y como tendría que ir allí para informarme y seguro que ya se ha pasado el plazo....  La cuestión es que recibí información de otro curso y, primer día a primera hora, llamé para reservar. Aun así quedé en lista de espera. Pero como a mí los cursos me suelen salir, en eso la fortuna está siempre de mi parte, al final conseguí plaza.  Sé que andaré con carreras y  justita, pero llego. Con eso de que hago guardias de recreo – no sé si me ofreceré voluntaria el curso próximo porque este invierno está siendo largo y frío e incluso llueve ¿doy pena?- me da para salir un día a la 13:30, lo cual me permite este margen de maniobra. 

La cuestión es que no entiendo nada de pintura pero cuando quedaba con mi amiga Mariola –que ahora está lejos- a veces nos íbamos a ver museos. Carmen nunca venía porque está con el francés… y sigue. Ningún lío, que ya le queda poco para tener el título.  La cuestión es que como Mariola y yo íbamos a nuestro aire, nos poníamos delante de un cuadro y elucubrábamos sobre él, pero lo que realmente nos habría gustado es que nos contaran cosas. Total, que me he apuntado sola. Lo que seguro no haré después será sentarme en el Retiro como hacíamos. Ahí continuábamos con nuestras conversaciones y éstas, a menudo, se veían interrumpidas por cosas que sucedían a nuestro alrededor. Como cuando vimos paseando a aquel hombre de edad mediana, guapo, y comentamos lo raro que nos resultaba ver a un hombre solo paseando por el Retiro. Pero en seguida pensamos que de solo nada, seguro que le estaban esperando en casa con  la tortilla de patata recién hecha.

¿Y todo este rollo para qué? Pues para pasar página de blog. ¡Ay la historia del libro!, ¡lo bien que me quedó a mí y lo fallida que resultó para otros!… Está claro que algunos tenemos una estrella…
Total, que me he dicho: pon una foto¿Y qué foto?, me he preguntado  Y yo misma me he vuelto a decir – porque también me hablo cuando no estoy planchando-  ¿pues no vas a hacer un curso de pintura? Pon el primer cuadro que te diga Google.   He ido a Google y en el despliegue me ha dado opciones. Una de las opciones era “cuadros de punto de cruz” y entonces he pensado que seguro que a Bertha, que es una maestra en esto, le gustaría. Y estaba a punto de ver maravillas de punto de cruz, cuando Google me ha sacado unos cuadros en pequeñito y uno de ellos era “la joven de la perla” del pintor holandés Johannes Vermeer. En cuanto lo he visto he sabido que ese era el idóneo porque tenía una relación muy cercana con Mariola.  No sé si me lo regaló ella o lo compré yo pero si el libro “La Joven de la Perla” está en mis manos, es por ella. Y a ella, y a Carmen las echaré de menos cuando haga mi curso. Empiezo la semana próxima.

Si el cuadro no se ve muy nítido es porque está hecho a punto de cruz.