Jackes Maritain Vision de Su Filosofia Politica y Social
Jackes Maritain Vision de Su Filosofia Politica y Social
Jackes Maritain Vision de Su Filosofia Politica y Social
III
VISIÓN GENERAL DE SU
FILOSOFÍA POLÍTICA
Y SOCIAL
V. El Pluralismo 40
Total: 67 páginas
INTRODUCCIÓN
LA FILOSOFÍA POLÍTICA
Esta objeción tiene su origen en una visión bastante superficial de los asuntos
humanos. Desprecia el hecho que el hombre es un agente intelectual que, por débil
y carnal que sea, tiene un espíritu en sí. El hombre traiciona sus ideales pero es em-
pujado por ellos y no puede actuar sin ellos. ¿Cómo podría ser posible traicionar un
deber ser si ese deber ser no fuera un incentivo para conseguir que algo sea, es decir,
un incentivo para la acción?
La filosofía política es eficaz y eficaz en grado sumo, porque tiene que ver con
las esperanzas terrestres de la comunidad humana.
Finalmente, debiera señalar, como una cuestión de hecho, que uno de los pro-
blemas que más me preocupaban mientras escribía algunos de mis ensayos en fi-
losofía política y social era el problema de lo cristiano en el mundo y de la misión
temporal de los cristianos; uno de los propósitos que tenía en mente era buscar la
posibilidad de que una aproximación filosófica al tema podría ofrecer delinear un
ideal histórico concreto en la actividad social y política de los cristianos en el mun-
do actual, de manera de mantener y alentar en ellos, especialmente en la juventud
cristiana, una esperanza terrestre en el Evangelio.
(Prólogo al libro de lecturas escogidas ‘The Social and Political Philosophy de Jacques Mari-
tain’, editado por Joseph W Evans y Leo R Ward en 1955)
9
No hay tarea más ingrata que la de intentar elevar a un nivel científico o filosófico
nociones comunes que han nacido de las necesidades prácticas y contingentes de la
historia humana, que están cargadas de implicaciones sociales, culturales e históricas
tan ambiguas como fértiles, y que entrañan, sin embargo, un núcleo de significación
inteligible.
En una sociedad, en cambio, el objeto es una tarea que cumplir o un fin que
lograr, que dependen de las determinaciones de la inteligencia y de la voluntad
humana y que van precedidos por la actividad de la razón de los individuos.
lingüísticos y las clases sociales son comunidades. La tribu o el clan son comunidades
que preparan y anuncian el advenimiento de la sociedad política.
La Nación tiene derechos, que no son más que los derechos de las personas
humanas a participar en los valores humanos particulares de una cierta herencia
nacional.
El análisis precedente nos permite entender lo graves que han sido para la
historia moderna la confusión entre Nación y Estado, el mito del Estado nacional
y el llamado principio de las Nacionalidades, entendido en el sentido de que cada
grupo nacional debe constituirse como un Estado aparte.
Es una obra de la razón, nacida de los oscuros esfuerzos de la razón liberada del
instinto y que implica esencialmente un orden racional; pero no es pura razón, como
no lo es el hombre mismo. El Cuerpo político está hecho de carne y hueso y tiene
instintos, pasiones, reflejos, un dinamismo y estructuras sicológicas inconscientes,
hallándose sometido en todo, si es necesario por coacción legal, al mando de una
Idea y de decisiones racionales.
El Estado es tan sólo esa parte del Cuerpo político cuyo peculiar objeto es
mantener la ley, promover la prosperidad común y el orden público y administrar
los asuntos públicos.
Cuando decimos que el Estado es la parte superior del Cuerpo político esto
significa que es superior a los demás órganos o partes colectivas de este cuerpo, mas
no que es superior al Cuerpo político mismo. La parte, como tal, es inferior al todo.
La teoría que acabo de resumir y que considera al Estado como una parte
o instrumento del Cuerpo político, subordinado a éste e investido de autoridad
superior, no por derecho propio y en interés propio, sino únicamente en virtud y
en la medida de las exigencias del bien común, puede definirse como una teoría
“instrumentalista”, que establece la noción verdaderamente política del Estado.
I. La Nación, el Cuerpo Político y el Estado��������
15
Es un hecho que todo lo que es grande y poderoso tiene una tendencia instintiva
a desbordar sus propios límites y experimenta naturalmente la tentación de hacerlo.
El poder tiende al incremento del poder; la máquina del poder tiende a extenderse
sin cesar; la suprema máquina legal y administrativa tiende a la autarquía burocrática
y querría considerarse, no como un medio, sino como un fin.
Quienes se especializan en los asuntos del todo tienen una propensión a tomarse
por el todo; los estados mayores a tomarse por el ejército entero; las autoridades
eclesiásticas, por la Iglesia entera; el Estado, por el Cuerpo político completo.
El crecimiento del Estado, como una maquinaria racional y jurídica, así como
una maquinaria técnica, en consideración a sus funciones de legislación, control y
organización en la vida económica y social, son en sí mismos parte integrante de un
progreso normal.
Podemos tener aversión por la maquinaria del Estado. A mí, por mi parte,
no me gusta. Sin embargo, muchas cosas que no nos gustan son necesarias, no
solamente de hecho, sino de derecho.
Por una parte, la razón primordial por la que los hombres, unidos en una
sociedad política, tienen necesidad del Estado es el orden y la justicia. Por otra, la
justicia social es la necesidad crucial de las sociedades modernas. En consecuencia,
el deber primordial del Estado moderno es la realización de la justicia social.
A los ojos de una sana filosofía política, no existe soberanía, es decir, derecho
natural e inalienable a un poder supremo trascendente y separado, en la sociedad
política. Ni el Príncipe, ni el Rey, ni el Emperador eran realmente soberanos.
Tampoco el Estado es soberano; ni incluso el pueblo. Sólo Dios es soberano.
II
EL MAQUIAVELISMO POLÍTICO
Maquiavelo sabe que los hombres son malos. Pero no sabe que esa maldad no es
radical, que esa mancha no puede destruir la grandeza original del hombre. No sabe que
la naturaleza humana es buena en su esencia misma y en sus tendencias más profundas,
y no sabe que esa bondad radical, unida a múltiples males particulares, constituye el
misterio y la causa motora misma de las luchas y del progreso de la humanidad.
Por eso, debemos dejar de lado lo que debería hacerse por lo que se hace. Esto es
perfectamente lógico si el fin de los fines es tan sólo el éxito presente. “Tal abandono
sería asimismo lógico no sólo a los efectos de la vida política, sino también en todo
el campo de la vida humana.
Maquiavelo, lo mismo que muchos grandes pesimistas, tenía una idea elemental y
en cierto modo tosca de la ciencia moral, ya que lisa y llanamente desatendía su carácter
realista, experimental y existencial, y ponía por los cielos, o mejor dicho por las nubes,
una moral profundamente ingenua que, claro está, los tristes pero realmente vivos y
laboriosos habitantes de este planeta no pueden practicar en modo alguno.
En consecuencia, lo que el llama vicio y mal puede a veces ser sólo la conducta
auténticamente moral de un hombre justo. Así, por ejemplo, la propia justicia puede
exigir que se aplique energía implacable contra enemigos perversos y falsos, o bien,
para evitar un mal mayor o para retardar o reducir progresivamente ese mal, puede
ser necesaria la tolerancia de algún mal existente.
II. El maquiavelismo político��������
21
La “gramática del poder” y las fórmulas para obtener éxito, escritas por
Maquiavelo, son la obra de un artista verdadero, de un artista completo de ese
Renacimiento italiano en el que la gran herencia del espíritu antiguo y del espíritu
cristiano produjo las flores más bellas, las más encantadoras y las más venenosas.
Por cierto que el genio de Maquiavelo pudo desenmarañar y aislar todo el contenido
del arte comprendido en la política y separarlo de la sustancia ética. Por eso la posición
de Maquiavelo es la de un espíritu artístico aislado, que contempla la basta urdimbre de
bien y mal que entrañan los negocios humanos, con todas sus cargas éticas.
22 ������������������������������������������������������������
Visión general de la Filosofía Política y Social de Maritain
Desde este punto de vista, advertimos que tanto ‘El Príncipe’ como los
‘Discursos’ contienen gran riqueza de observaciones verdaderas y, a veces, de
preceptos verdaderos, sólo que están percibidos y afirmados a una falsa luz y en una
perspectiva pervertida y trastornada.
Por eso, más adelante, las doctrinas de Maquiavelo, que implican un empleo
esencialmente racional y bien calculado del mal, hubieron de hacer lugar al empleo
de toda clase de males aparentemente útiles, males practicados por fuerzas altamente
irracionales y demoníacas y por inteligencias no ya artísticas, sino vulgares, brutales y
salvajes, lo que determinó el hundimiento de gobernantes y gobernados en una ética
putrefacta, que llama bien al mal y mal al bien, y que constituye el maquiavelismo
común de nuestros días. (AdR)
III
Así, nos es lícito mantener que el fin del cuerpo político es, por naturaleza,
algo moralmente bueno que compete al orden ético y que implica - al menos en
los pueblos en que se enraizado el cristianismo - una realización efectiva, aunque
siempre imperfecta, de los principios del Evangelio en la existencia terrena y el
comportamiento social.
Tan cierto es esto como que emplear medios intrínsecamente malos para
alcanzar un fin intrínsecamente bueno es un sinsentido.
La respuesta es:
Las infinitas reservas del mal, el poder aparentemente infinito del mal, sólo son,
en realidad, el poder de corrupción, el despilfarro y la disipación de la sustancia y
de la energía del Ser y del Bien. Al destruir el bien que es su supuersto, ese poder se
destruye a sí mismo.
La dialéctica interna del éxito del mal condena a los resultados de éste a no ser
duraderos.
Ahora bien, ¿en qué consiste la ilusión propia del maquiavelismo? Consiste en
la ilusión de un éxito inmediato.
¿Cuánto tiempo puede, pues, durar el poder de un Estado que se hace más más
gigantesco en lo concerniente a las fuerzas exteriores y técnicas y más y más enano
en lo que concierne a las fuerzas interiores, humanas y realmente vitales?
• para aplicar las vivas y móviles estructuras del cuerpo político al servicio del
bien común, de la dignidad de la persona humana y del sentido del amor
fraterno;
III. La racionalización de la vida política��������
29
Sin embargo, la democracia es la única vía por la que pasan las energías
progresivas en la historia humana.
30 ������������������������������������������������������������
Visión general de la Filosofía Política y Social de Maritain
Así se explica que muchas cosas que, en el comportamiento típico del cuerpo
político, los pesimistas del maquiavelismo político tienen por ventajosas en el
amoralismo político, están moralmente fundadas. He aquí algunos ejemplos:
Como hemos dicho, todas estas cosas están en realidad moralmente fundadas.
Algunos parecen pensar que poner manos a lo real, a este universo concreto de
las cosas y de las relaciones humanas en que el pecado existe y circula, es ya de por
sí contraer pecado, como si el pecado se contrajera desde fuera y no desde dentro.
Cuanto más medito sobre estas cosas, más me persuado de que las observaciones
acerca de la dimensión del tiempo representan el núcleo de la cuestión.
Con todo, una fructificación que habrá de surgir en un futuro distante, pero
que no vemos, es para nosotros tan poco importante como una fructificación que
nunca existirá en la tierra.
Obrar con justicia, sin cosechar ningún fruto de la justicia, sino tan sólo los
amargos frutos del dolor y de la derrota, es tarea difícil para un hombre. Y más
difícil aún lo es para el político, cuyos fracasos son los fracasos de todo un pueblo y
de un país al que ama.
Ese hombre tiene que vivir en la esperanza. ¿Pero es posible vivir en la esperanza,
sin vivir en la fe? ¿Es posible confiar en lo que no se ve, sin tener fe?
que es, propiamente hablando, divino, pues Dios, jefe del cosmos, es también
cabeza de este orden particular de la ética.
• una política consciente de que sus armas deben ser la justicia real y concreta,
la fuerza, la perspicacia y la prudencia.
• una política que empuñará la espada, que es atributo del Estado, pero que
también comprende que la paz no es sólo obra de la justicia sino del amor.
Porque, en efecto, nunca fue el exceso de amor lo que hizo fracasar a los hombres
políticos, sino que sin amor y generosidad el resultado regular es siempre la
ceguera y el error de cálculo. (AdR)
34 ������������������������������������������������������������
Visión general de la Filosofía Política y Social de Maritain
IV
Advirtamos que se trata de un trabajo de razón, iluminada por la fe, pero trabajo
de razón sobre el cual sería vano esperar un acuerdo unánime en cuanto se dejan los
principios para descender a las aplicaciones.
respeto y del servicio leal debido en conciencia a la autoridad que tiene a su cargo
el bien común, llevará positivamente a un número mayor o menor de cristianos a
aceptar cargos públicos y a prestar así a ese régimen, por amor al bien público, una
colaboración personal activa y celosa. Lo cual es una cosa normal (y la oposición
también).
Los problemas relativos a la actividad política de los cristianos que nos interesan,
se refieren a una cuestión limitada al campo de la política misma y de la filosofía
política.
La respuesta sugerida no pretende ser la única posible, puesto que puede haber
en este punto, como en muchos otros, diversidad de escuelas filosóficas.
Tal respuesta se refiere a una determinada concepción cultural, la que nos parece
justa y la que responde a lo que hemos llamado humanismo integral.
Cuanto más frágil, oculto y discutido es todavía ese germen, mayor intransigencia
y mayor dureza hay que emplear para conservarlo puro.
38 ������������������������������������������������������������
Visión general de la Filosofía Política y Social de Maritain
En mi opinión, los cristianos debemos buscar con todas nuestras fuerzas una
genuina - quiero decir real y vital, no sólo decorativa -, aunque siempre imperfecta,
realización de los requerimientos del Evangelio en este mundo.
¿O es que los cristianos de ahora creen que el cristianismo no puede ser vivido
más que en el papel y que sus energías se han agotado, de tal suerte que no sirven
de nada en la tierra?
¿Creen acaso que no nos queda otra cosa sino tratar de agradar a aquellos
diablos que nos parezcan un poco menos malos que los demás, para obtener de ellos
el favor de una protección, y que no cabe esperar nada de una resurrección de las
fuerzas del alma?
En este caso, ¡salud, peste y hambre! Sois más puras que nosotros.
Los mismos que han ayudado a los santos a santificarse quemándolos a fuego
lento, sacan provecho de sus méritos y nutren de la gloria de los crucificados -
después que han sido canonizados - los lugares comunes de su elocuencia y la
prosperidad de sus empresas. Y no dejarán de preparar nuevos santos para nuevos
dolores y nuevas canonizaciones.
Los mundos que han nacido en el heroísmo se extinguen en la fatiga, para que
vengan a su vez nuevos heroísmos y nuevos sufrimientos que hagan alzarse a otros
mundos.
EL PLURALISMO
1.- En la era “sacra” de la Edad Media, se hizo una gran tentativa de edificar la vida
de la comunidad terrestre y de la civilización sobre la base de la unidad de la fe teologal
y del credo religioso. Esa tentativa tuvo éxito durante algunos siglos, pero luego fracasó
en el curso del tiempo, después de la Reforma y del Renacimiento. De manera que hoy
es absolutamente inconcebible un retorno al régimen sacro medieval.
La división religiosa entre los hombres es, en sí misma, una desgracia. Pero este
es un hecho que, quieras que no, tenemos que reconocer.
Durante los últimos siglos este intento suscitó inmensas esperanzas que, sin
embargo, hubieron de naufragar rápidamente. La razón se reveló más incapaz que
la fe para asegurar la unidad espiritual de la humanidad, de modo que el sueño de
un credo “científico” que uniera a los hombres en la paz y en convicciones comunes
se desvaneció en las catástrofes contemporáneas.
¿Pero no es una paradoja creer que, a pesar del estado de división religiosa en
que está colocada la humanidad, puede establecerse entre los hombres un espíritu
de unión, el buen compañerismo, el diálogo fraternal, en tanto unos y otros están
relacionados con su Dios?
Sin embargo, si la población temporal debe, por otra parte, reunir en el servicio
del mismo bien común a los hombres pertenecientes a distintas familias espirituales
¿cómo podrá ser asegurada establemente la paz, si por lo pronto, en el dominio
en que más interesa al ser humano - el dominio espiritual y religioso mismo - las
relaciones de buen entendimiento y de mutua comprensión no pueden establecerse?
La lección de esta experiencia nos parece clara: nada hay más vano que tratar de
unir a los hombres por un mínimo filosófico. Por pequeño, por modesto, por tímido
que éste sea, dará siempre lugar a discusiones y divisiones. Y aquella búsqueda de
un común denominador para convicciones en contraste no puede ser más que una
carrera hacia la mediocridad y la cobardía intelectuales, que debilita los espíritus y
traiciona los derechos de la verdad.
Pero la simple unidad de amistad de que hablamos no basta para dar forma
al cuerpo social - especificación ética sin la cual la ciudad carece de bien común
verdaderamente humano -; más aún, para existir como tal unidad de amistad
presupone tal forma y tal especificación. (HI)
Uno de los errres del optimismo burgués consistió en creer que, en una sociedad
libre, la verdad en lo relativo a las decisiones y comportamientos conformes a la
dignidad humana y a la libertad, debería surgir automáticamente de los conflictos
de fuerzas y de opiniones.
Tal error se funda en imaginar una sociedad libre como un ring de boxeo, de
neutralidad irreprochable, en el que se hiecieran frente todas las ideas posibles que
cada cual pueda tener sobre la sociedad misma y sobre las bases de la vida social.
Ninguna sociedad puede vivir sin una inspiración fundamental común y sin
una fe común fundamental.
Pero el punto de importancia capital que corresponde señalar aquí, es que esa
fe y esa inspiración no son cosas que pertenezcan al orden del credo religioso y de la
vida eterna, sino cosas del orden temporal y secular de la vida terrestre, de la cultura
y de la civilización.
Es más aún, son objeto de un acuerdo ‘práctico’, antes que teórico o dogmático.
Quiero decir que se relacionan con conclusiones prácticas que el espíritu humano
puede intentar justificar - bien o mal - partiendo de puntos de vista filosóficos
completamente diferentes entre sí.
¡Que cada escuela afirme su propia fe con plenitud e integridad! ¡Pero que
ninguna intente imponerla a las otras fuerzas! La tensión recíproca resultante, más
que perjudicar la tarea común, la enriquecerá.
Por mi parte, yo, que pienso en que la idea del hombre propuesta por la metafísica
de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino está en el fundamento racional de la filosofía
democrática, y que la inspiración evangélica es su verdadera alma viva, abrigo la confianza
de que, en la libre competición a que acabo de referirme, el fermento cristiano habrá de
desempeñar un papel cada vez más importante. (AdR)
48 ������������������������������������������������������������
Visión general de la Filosofía Política y Social de Maritain
El punto que desearía aclarar es que, al ejercer esta función auxiliar normal,
la Escuela y el Estado tienen no sólo que desarrollar en los futuros ciudadanos
los conocimientos, el saber y la sabiduría, sino también que alimentar en ellos esa
adhesión auténtica y razonada a la fe democrática común que se requiere para la
unidad misma del cuerpo político.
Sin embargo, la Escuela y el Estado no pueden cumplir esta tarea más que en
nombre del consentimiento común por el que el pueblo tiene por verdadera la fe
democrática y en tanto que ese consentimiento proceda del acuerdo de las mentes y
las voluntades que se halla en el principio de la sociedad política.
Los que enseñan la fe democrática común han de creer en ella de todo corazón
y comprometer a propósito de ella sus convicciones personales, su conciencia, las
profundidades de su vida moral. Deben por consiguiente explicar y justificar sus
V. El Pluralismo��������
49
De una parte, las autoridades que gobiernan el sistema educativo han de velar
porque la fe democrática común sea enseñada en todas las escuelas y establecimientos
de educación. De otra, el sistema educativo ha de hacer lugar en su organización a
estructuras de tipo pluralista, que permitan a los maestros hacer pasar en su enseñanza
de la fe democrática común su plena convicción y su más personal inspiración. (HyE)
Hay que reconocer que el cuerpo político tiene sus herejes como la Iglesia tiene
los suyos.
Los que recuerdan las lecciones de la historia saben que una sociedad de hombres
libres no debería ser una sociedad desarmada, que los enemigos de la libertad puedan
tranquilamente conducir al matadero en nombre de la libertad. Precisamente porque
es una sociedad de hombres libres, debe defenderse con particular energía contra
aquellos que, por principio, se niegan a aceptar y trabajan incluso en destruir los
fundamentos de la vida común de semejante régimen, que son la libertad y la “fe”
secular práctica democrática.
50 ������������������������������������������������������������
Visión general de la Filosofía Política y Social de Maritain
VI
La voz de cada ser humano no es sino un ruido para sus semejantes. Y por más
que profundicemos, ya no encontramos un fundamento común del pensamiento
especulativo. No existe un lenguaje común del pensamiento.
Desde luego que esto es muy poco. Pero es en verdad el último refugio de la
concordancia intelectual entre los hombres. Sin embargo, basta para emprender
una gran obra. (CdP)
Quisiera hacer notar aquí que la palabra ideología y la palabra principio pueden
entenderse de dos maneras muy diferentes.
Acabo de afirmar que el estado actual de división intelectual entre los hombres
no permite llegar a un acuerdo sobre una ideología especulativa común, ni sobre
principios explicativos comunes.
Así pues, el acuerdo ideológico necesario entre quienes trabajan para que
la ciencia, la cultura y la educación contribuyan a establecer una paz duradera,
queda restringido a cierto conjunto de puntos prácticos y de principios
prácticos de acción.
En la justificación que cada cual hace de ese cúmulo de principios prácticos, cada
cual se compromete por entero, con todas sus convicciones filosóficas y religiosas.
Pero, lo que no tenemos derecho a hacer es exigir que los demás compartan nuestra
propia justificación de los principios prácticos que defendemos. (CdP)
Sobre las bases previamente expuestas, las Naciones Unidas formularon poco
después la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, documento de gran
significación histórica.
Así pues, el caso de las Naciones Unidas constituye un ejemplo particular muy
claro del aserto un poco doctoral, pero así mismo de gran alcance, de que si los
hombres deben cooperar realmente con vistas a ciertos objetivos que importan al
bien común humano, es a condición de que se establezca entre ellos, a despecho
de sus irreductibles divisiones en el plano de las convicciones especulativas, una
concordancia de pensamiento sobre principios prácticos comunes, es decir, es a
condición de que puedan formular juntos ciertos principios comunes de acción.
Y, naturalmente, lo que es verdad respecto a ese objetivo, la paz que hay que
asegurar entre las naciones, es igualmente verdad si se trata de cualquier otro objetivo
de gran importancia para el bien humano. (CdG)
Pero en el plano de la acción que hay que ordenar, existen verdades prácticas
hacia las cuales pueden converger maneras de ver que se oponen unas a otras en el
plano de la verdad especulativa.
Porque, al fin, es la verdad lo que yo debo amar por encima de todo, al mismo
tiempo que debo amar a mi prójimo como a mí mismo. Si el prójimo está en el
error, es una pena para él y también para la verdad. ¿Cómo no sufrir por eso?
Ese es uno de los encantos inherentes al diálogo fraternal. Éste, por otra parte,
degeneraría completamente si el temor de disgustar a mi hermano contrapesase mi
deber de declarar la verdad.
En el diálogo fraternal, cuanto más profundo es el amor, más se siente cada uno
llevado a declarar sin atenuantes ni paños calientes lo que tiene por verdadero. De lo
contrario, ofendería no sólo a la verdad tal como la ve, sino también a la dignidad
espiritual del prójimo.
Me cuesta mucho creer que la bailarina ardiese de amor por ellos. (CdG)
57
VII
EL ORDEN INTERNACIONAL
Síguese de ello que la primera obligación que incumbe a los hombres de hoy es
trabajar con todas sus fuerza para hacer posible lo que es necesario.
Lo que también saben muy bien es que, en la actual estructura del mundo,
tal como la formó la historia, todos los caminos que Estados y gobiernos, aun
deseándolo, podrían tomar para llegar a semejante transformación, están obstruidos
por impedimentos insuperables.
58 ������������������������������������������������������������
Visión general de la Filosofía Política y Social de Maritain
¿Qué otra cosa hemos de sacar en conclusión de esto, sino que dicha
transformación, si es que alguna vez se alcanza, lo hará por otros caminos?
¿Qué crisis serán aún necesarias para convencer a los hombres de que ese
esfuerzo es indispensable? (CdP)
En segundo lugar, que son la naturaleza y la materia las que tienen predominio
en el proceso económico; y son la razón y la libertad las que lo tienen en el proceso
político, auténticamente político.
En consecuencia se puede decir que el espectáculo que tenemos hoy ante los
ojos no es más que un ejemplo de la desgraciada ley según la cual, en la historia
humana, la materia va más de prisa que el espíritu. (HyE)
Ese factor es el Estado moderno, con su falaz pretensión de ser una persona,
una persona sobrehumana, y que goza por lo tanto de un derecho de soberanía
absoluta.
Lo que hemos dicho hasta ahora muestra que los dos principales obstáculos
para el establecimiento de una paz duradera son:
Por desgracia, “la soberanía del Estado” es estrictamente una mala fórmula
para expresar ese concepto: porque el sujeto en cuestión no es el Estado, sino el
cuerpo político. Es más, el cuerpo político mismo no es verdaderamente soberano.
La palabra justa es autonomía.
Esto no basta. Hay que ir a las raíces; hay que deshacerse del concepto hegeliano
o seudohegeliano del Estado-persona, y persona sobrehumana, y comprender que
el Estado no es más que una parte (una parte situada arriba, pero una parte) y un
órgano instrumental en el cuerpo político.
Mortimer Adler señala que “la única causa de la guerra es la anarquía”, es decir,
“la condición de aquellos que intentan vivir juntos sin autoridad o gobierno”. “La
anarquía se produce siempre allá donde los hombres o naciones intentan vivir juntos
sin que abandone cada uno su soberanía”.
Así pues, si un día llegase la guerra a resultar imposible, sería porque se habría
suprimido la anarquía entre las naciones o, en otros términos, porque se habría
establecido una Autoridad mundial.
El primer bien garantizado por una sociedad perfecta es su propia paz interior
y exterior.
VII. El Orden Internacional��������
63
Una vez que la sociedad perfecta requerida por nuestra era histórica - a saber, la
sociedad política mundial - se haya realizado, le será exigido en justicia que respete,
en la medida más amplia posible, las libertades - esenciales al bien común del pueblo
- de esos inapreciables receptáculos de vida cultural, política y moral que son los
Estados de que se hallará compuesta.
La idea, se dice, es noble y hermosa, pero imposible de realizar y es, por ello, de
las más peligrosas, pues puede desviar hacia una brillante utopía esfuerzos que hay
que enderezar a tareas más humildes, pero posibles.
La respuesta es que si, como creemos, la idea está fundada en una verdadera y
sana filosofía política, no puede ser imposible ‘en sí misma’.
Si la idea de una sociedad política mundial no fuera más que una hermosa idea,
no me preocuparía mucho de ella. Yo la tengo por una gran idea, mas también por
una idea sana y justa.
Sin embargo, cuanto más grande es una idea respecto a la debilidad y a las
miserias de la condición humana, más prudente se debe ser al manejarla. No será
bueno, ni para la causa de la idea, ni para la de la paz, el utilizar la idea de una
Autoridad mundial como un arma contra los organismos internacionales limitados
y precarios, que son, por ahora, los únicos medios políticos existentes de que los
hombres pueden disponer para prolongar la tregua entre las naciones.
Pienso que la teoría plenamente política es la buena y que una teoría puramente
gubernamental sería falsa y desastrosa.
En cuanto a los hombres que tienen a su cargo el poder ejecutivo al servicio del
bien común, forman parte, a la vez, del cuerpo político y del Estado. Mas, como
están a la cabeza del pueblo y representan al pueblo -- respecto del cual ejercen una
función vicaria y por el cual son escogidos en un régimen democrático -- su función
gubernamental tiene su raíz en el cuerpo político, no en el Estado.
66 ������������������������������������������������������������
Visión general de la Filosofía Política y Social de Maritain
Esto quiere decir que, en todos los pueblos, el sentido del bien común de ese
‘pueblo uno’ que constituyen ha de desarrollarse y prevalecer sobre el sentido del
bien común particular de cada cuerpo político.
El sentido de una amistad cívica tan vasta como ese ‘pueblo uno’ debe también
desarrollarse simultáneamente, porque la amistad cívica es el alma misma o la forma
animadora de toda sociedad política. (HyE)