Tengo más tiempo en mis manos,
pero no tengo un lapso para amar,
para hallar y compartir la alegría
y la paz que merezco.
Tengo un terruño pero no tengo
arreo, ni un arroyo para llevar
de un lado a otro mi canto: verso,
de un lado a otro mi canto: verso,
coro, himno o un Salmo hebreo.
Tengo más noches llenas de luz,
pero menos paños para secar
mi llanto, menos sueños,
más certezas, más recuerdos
sobre mi mesa…
Tengo más lumbre interna
y menos promesas enlazadas
a mi paso, un ocaso perdido;
tengo viajes torcidos o idos
por las grutas del silencio.
y menos promesas enlazadas
a mi paso, un ocaso perdido;
tengo viajes torcidos o idos
por las grutas del silencio.
Tengo vida, mas tengo un peso
labrando mi huerto; no poseo
alimento pero gozo de aliento
para sustentar mi cuerpo.
Tengo un amanecer soleado
pero y no tengo un foco
para alumbrar mi techo;
tengo arroyos mas no hallo
agua para asear mi camino
lleno de abrojos falsos.
para alumbrar mi techo;
tengo arroyos mas no hallo
agua para asear mi camino
lleno de abrojos falsos.
No tengo un abrazo pero tengo
un verso, tengo un espíritu claro
un verso, tengo un espíritu claro
y un corazón honesto ¡libre!
¡libre! dentro de mi pecho.
Escucho un eco en mi ser
que dice: “persiste, persevera”
—todo pasa y todo llega,
nada tarda, nada ciega—.
No exijo cosas, pero a la vez
no tengo nada que desespera;
lo que tengo es bueno: serena
la mirada, una copla callada
y una isla perdida en el Golfo.
Nada tengo, pero un mundo
enorme veo; mas soy una huella,
un preludio, una luz siempre
encendida en medio del asombro.
© Derecho de Autor María del Mar - 2010