viernes, 31 de octubre de 2008
PRIMER CONCURSO DE INTERNET DEL MUNDO
Aprovechando el año nuevo en la sede -dorada- de Chuck hemos decidido inventar con nuestros cerebros destacados y especiales un concurso para los lectores de nuestra embajada en la internet. Consultando la Wikipedia y el Diccionari Català hemos descubierto que somos los primeros internautas que tienen esta idea. En fin, aquí tienen el...
PRIMER CONCURSO DE LA RED EN EL MUNDO
Con este concurso tendréis que colaborar de forma interactiva con el blog y publicar vuestras respuestas a modo de comentario de esta entrada o enviando un mail con el asunto "1553777494598484888324232312431424252". Cada concursante, tiene que darse de alta mandándonos un mail a "[email protected]" indicando su nombre, su nick, su teléfono diurno, el nombre de su hermano mayor o el número de pies del concursante que quiere participar al concurso de internet (esto último en el caso que no tenga hermano o éste haya fallecido en una guerra, si no ha fallecido en una guerra tendrá que poner su nombre al revés tres veces sin espacio). IMPRESCINDIBLE indicar rastro. Automáticamente un mono contestará a esta petición de alta con varias preguntas al azar sobre su vida (para asegurarse que el concursante no es un robot de software que se da de alta a mierdas automáticamente para el spam o el phishing). Cuando las haya respondido le mandaremos un código por correo postal a su domicilio (que buscaremos en la base de datos) y tendrá que firmar su respuesta del concurso con este código. El comentario o mail no puede incluir mayúsculas ni números ni números en mayúscula.
El regalo consiste en tres apetecibles veladas con uno de los 100 redactores de Chuck, en las dos primeras usted pagará y en la última pagará el redactor en el Mc Donalds (euroahorro). Podrán hablar y contarse anécdotas. A parte, recibirá en su casa el nuevo número de Chuck tres veces durante el año (uno en verano, el otro en San Fermines y el último en las fechas que coincidan con el FiB, espónsor del concurso).
No dude ni un segundo más y participie, es divertido y entretiene. Dele gas y exprima su cerebro con este familiar concurso mental.
Para más información clic aquí.
martes, 28 de octubre de 2008
miércoles, 22 de octubre de 2008
El hombre cuando mea
En el día de hoy, jueves 23 de Octubre de 2008 -no lo pueden verificar en la fecha de esta entrada porque lo he empezado a escribir cuando aún era miércoles-, voy a explicar a las mujeres la forma en que TODOS los hombres mean. Estoy totalmente convencido, muchas chicas a las que me he follado y me han visto mear a través de una traviesa puerta abierta, de que las mujeres sienten una gran curiosidad por saber cómo meamos los hombres. Siempre es buen saber conocer todos los pequeños detalles cotidianos que regentan el día a día del sexo opuesto. Yo, sin duda alguna, siento una gran curiosidad por las técnicas y métodos mixitivos de las chicas a las que amo o que, simplemente, conviven conmigo. No es que me guste el orín per sé, pero si que me gusta escarbar en la intimidad del sexo débil. Aviso que este post tiene una extensión importante. Como no actualizaremos en unos días (nos vamos a Huesca a beber vino y a vender speed), es recomendable distribuirse la lectura en varios días, cual dominical a lo largo de la semana. Bien, empecemos pues:
Un hombre entra andando de forma tranquila al baño. Ha abierto la puerta con la mano que define si es diestro o zurdo.
Al entrar en los aseos, un hombre tiene que decidir (cosa que le distingue de las mujeres) dónde evacuar los líquidos que su cuerpo rechaza. Tenemos el baño común, donde se caga y se folla o esos meaderos pegados a la pared con forma de cabeza de caballo. La decisión no es sencilla, pues si quieres mear y vas al baño común, lo otros usuarios de los servicios pueden pensar que vas a cagar, cosa que NUNCA beneficia a un hombre. Aún así, los baños denominados en este mismo pequeño artículo como "comunes" ofrecen una intimidad sin igual, ya que las cabezas de caballo dan rienda suelta a los buceadores vouyers del water closet. La decisión tiene que ser firme, pues la duda puede hacer que un hombre haga movimientos estúpidos e intranquilos. Un hombre con ganas de mear sabe dónde quiere hacerlo y nunca titubea. En estos casos de duda, que ya son patéticos de por sí, hacen que tus nuevos compañeros piensen que eres un mierda o un marica que se ha puesto nervioso con tanta polla suelta.
Si al entrar ves a un viejo de pie, en frente del meadero de la pared, que no mea y está como parado y no hace nada en 2 o 3 minutos, HUYE. Esto significa que es gay y que éste es un lugar de cruising. Fíjate bien porque posiblemente se vaya haciendo pequeñas pajas en intervalos de 15/20 segundos.
Volvamos a los tipos de aseos; el cerrado o común y el cabeza de caballo en la pared.
Un hombre que usa el baño común es un hombre introvertido. Es en estos lares dónde un hombre puede explayarse en su intimidad. La mayoría nos bajamos los pantalones hasta los tobillos, dejando que el cinturón haga un pequeño golpecito contra las baldosas blancas del suelo -*clinc*-. Los calzoncillos también, hasta los tobillos. Los que no se bajan los pantalones tienen que urdir tácticas y decidir métodos para sacarse el rabo, estas técnicas y métodos los veremos en el apartado del váter-cabeza de caballo en la pared. Algunos hombre poco hombres deciden SENTARSE (joder) y escuchar como su miembro dispara contra la parte delantera-interior del váter. Es una bonita sintonía, sin duda. Esto no es muy recomendable hacerlo con la polla bien dura (estado muy habitual en los hombres), pues entonces tenemos que aplicar cierta presión en el cuerpo superior del pene para que éste descienda y apunte a un lugar que no sea la puerta o nuestra cara. Al hacer esto hay que vigilar, ya que muchas veces nuestros enormes penes pueden hacer que nuestro glande toque las paredes interiores del váter y esto no es nada agradable, más que nada porque por ahí ha pasado pis de muchos degenerados que mean después de hacerse pajas en ese mismo váter y su pis está aliñado con esperma denso y goteante cual nariz acatarrada.
Los hombres que no se sientan se quedan de pie. Con el miembro ya preparado, solamente hace falta apuntar y disparar. Los hombres que no disponen de prepucio ya saben el ángulo que su pene debe adoptar para que la fina línea de pis cortante alcance su objetivo. Algunos lo enfocan hacia abajo, otros más arriba, depende de la naturaleza del orificio de la uretra. Esto lleva cierto tiempo de práctica, pero a los 35 años ya se conoce tal dirección a la perfección. Los hombres que tengan prepucio tienen tres opciones; subirse la piel para emular a los sin-prepucio; bien sujetar el final del prepucio y presionar con el fin de cerrar la salida del pis y crear una pequeña bota de vino que, cuando ya esté bastante llena (puedes notar que el farçallet está a punto de estallar) el usuario abrirá una poca para que el pis salga en la dirección que se desee. El control es ABSOLUTO y se puede controlar el caudal de orín, por lo tanto, también el ruido que produce el choque con el mármol o el agua. La técnica puede parecer poco higiénica, pero cuando hablamos de pollas, coños y culos el horno no está para bollos. Quiero decir, de tal palo tal astilla. Finalmente tenemos la opción en las manos de Dios. Esto no quiere decir que Dios entrará en el baño y nos tocará un poco el rabo o que dejaremos el miembro a su aire y esperaremos que una mano invisible, como la de la economía, guíe nuestra polla en el arte del meandro. Esto supondría en más de una ocasión que nuestras ropas quedarían teñidas por el líquido contra picaduras de medusas. Con un poco de suerte solamente ensuciaríamos nuestro entorno o a nosotros mismos. En las manos de Dios el hombre sujetará su polla y meará tan contento y campante, sin aplicar ninguna técnica a su pene y/o prepucio. Mear tal cual. Esta técnica es la más artística ya que dejamos al azar la forma y dirección en que nuestro pis se desarrollará, solamente tendremos en nuestras manos el control sobre la intensidad. Entonces podremos decir que estamos en las manos de Dios. TODO depende de la forma que tenga EN ESTE MOMENTO el prepucio. Puede ser cojonudo o puede ser un infierno. Podemos dar diana o mearnos las manos. En cualquier caso, siempre es bonito dejar decidir al azar y tirar los dados contra la pared. En los momentos de miembro encrespado, solamente sirve una técnica; la de la vieja sentándose. Esto es ponerse como una vieja que se va a sentar (para visualizar bien esto puedes imaginarte que tu polla es una flecha y tú eres el arco, la cuerda que tensa va de tu frente a tus pies, apunta el extremo no puntiaguda de la flecha hacia el agua) para poder enfocar nuestro cipote poco manejable hacia el centro del váter. Es difícil y no siempre se acierta. No es cómodo. Puede doler o crearnos sensaciones extrañas en el pene. Mear con el rabo duro siempre creará sensaciones curiosas.
En el váter común o cerrado, el hombre de pie puede decidir con más facilidad dónde mear dentro del recinto del propio váter. Tiene las distintas paredes del váter (cada una con sus propias características que ahora explicaremos) y el centro del manantial, que es donde está el agua. El hombre sentado únicamente puede enfocar hacia una cara del interior del asiento. Dirigir el rayo hacia otras latitudes supondría doblar el pene de forma dolorosa. Para los principiantes que quieran aventurarse a mover el rabo sentado, lo más recomendable es intentar dirigir la sangría amarilla hacia el centro, con el glande mirando hacia abajo, hacia el manantial. Eso en estado rabo duro es imposible y hay que limitarse a apuntar hacia la pared frontal, con el riesgo de rozar la pared interior meada.
Depende de lo que busquemos enfocaremos hacia un sitio u otro. Si queremos demostrar a los de afuera que tenemos un buen cipote, le meteremos caña directa al agua, que caiga todo ahí, con peso. El ruido es brutal y parece que tengas una polla gigante (¿?). Si quieres pasar desapercibido dale a la pared más cercana a tí, a la que enfocas cuando meas sentado. Es un puto silenciador del FBI. Las paredes laterales y trasera son el intermedio entre el estruendo y el silencio, juega con ello. Siempre es divertido hacer mover el chorro alrededor del manantial y ver los distintos tonos, timbres y volúmenes que nos ofrece el closet. Hay que vigilar con la presión, pues demasiada potencia puede devolvernos pis a nuestras camisas del Pull and Bear de mierda.
Entretenimiento: Al irrigar podemos jugar a destrozar papel de váter, probar distintos tonos y volúmenes (como hemos dicho en el punto anterior) o jugártela paseándote cerca de los bordes, donde el precio de perder está en salir estampado con gotitas. Hay gente que se lo pasa bien meando directamente fuera o encima del papel higiénico para joder a los primos que cagan de noche en los bares/discotecas (que ya les vale), eso se hace bastante a menudo cuando uno va con unas copichuelas de más.
Precauciones: Como no es tu váter da igual si meas fuera.
Los hombres extrovertidos y habladores usan el váter-cabeza de caballo en la pared. Como en el caso anterior hay algunos que deciden bajarse los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos. Es una iniciativa arriesgada pero muy respetada. Algunos lo hacen para llamar la atención, otros lo utilizan como sutil señal para los servicios donde se hace cruising y otros lo ven como una forma de aventura: si están solos se bajan los pantalones, si llega alguien después de ellos es como si les tocara la bala en la ruleta rusa. Salir airoso de este juego de azar es muy reconfortante y sales a la calle pensando que todo el mundo es una mierda y que tu entiendes cómo funciona este mundo y ellos NO. Algunos hombres simplemente se bajan los pantalones porque lo ven de lo más normal.
Si no eres de estos, entonces simplemente te desabrocharás la bragueta y dejarás un pequeño agujero por el que tiene que salir tu rabo. ¿Correcto? Pues no. No solamente tiene que salir tu rabo, tienen que salir tu rabo y tu escroto, tus huevos. No eres HOMBRE si al mear no te sacas la polla y los testículos. Hombre.....¡hay que darlo todo joder! Esto parece sencillo pero no lo es. Hay peligros. Puedes rajarte con los dientes de la bragueta, puede que el pantalón ofrezca un agujero demasiado pequeño o puede que tengas visores a tus lados. Hay que vigilar siempre que no haya putos viejos mirándote el rabo y los huevos. Por eso tienes que saber perfectamente si el sitio donde estás meando es un paradero de cruising. Normalmente intentaremos mear en sitios NORMALES y evitaremos: Baños de estaciones de RENFE, baños de El Corte Inglés, FNAC o galerías de estas de mierda, baños de estaciones de Metro grandes y céntricas, baños de gimnasios chungos (DIR) o piscinas municipales. Hay más y tendrás que investigar.
Una vez tengamos el rabo fuera, libre de peligro, aplicaremos las mismas técnicas de chorro. Normalmente se escogen las técnicas que hacen más ruido y que denotan un rabo más gigante, ya que estamos a la vista de todos y queremos que sepan o crean que tenemos un buen aparato follador. A diferencia de los baños cerrados, la cabeza de caballo no ofrece mucho juego armónico, eso sí, tiene una buena resonancia debido a su forma, cosa que aprovecharemos para meterle más traca a la potencia y aumentar el tamaño de nuestras pollas en las cabezas de los demás.
Entretenimiento: Todos hemos jugado con las bolitas de olor, ¿verdad?
Precauciones: Los eternos pelitos de polla de otras personas que se posan en estos meaderos dan un asco infinito. Pese a que lo parezca, no transmiten cáncer de sida. Piensa que incluso tu, sin querer, dejas esas cosas por ahí.
Coando el hombre termina de mear, agita el rabo varias veces y se mancha la camiseta o el jersey. Si hace poco que se ha corrido (porque se ha masturbado o ha follado) o está cachondo y con el rabo mode mazorca on, puede que una mezcla de pis y líquido pre o post seminal aparezca coronando el orín. Es bonito de ver.
Finalmente el hombre se guarda el cipote y los huevos y se ata la bragueta, se anilla el cinturón y anda tranquilo hacia la pica, donde se lava las manos (nosotros lo hacemos, sabemos que vosotras no porque creéis que no os tocáis el coño y que no pasa nada) y sale del recinto. Luego le dice a su amigo o pareja que ya está y que se pueden ir de allí.
Espero que este paseo por los secretos del pene y el hombre les haya servido de ayuda, al menos que haya saciado un poco vuestras curiosas mentes femeninas y que haya aumentado vuestro amor por los redactores de Chuck. Sin más dilación nos despedimos, no sin antes abrir la puerta a nuestras dudas sobre la meación femenina. Hemos escuchado que la idea de aspersores tiene algo que ver con lo que hacéis vosotras. En fin.
Un hombre entra andando de forma tranquila al baño. Ha abierto la puerta con la mano que define si es diestro o zurdo.
Al entrar en los aseos, un hombre tiene que decidir (cosa que le distingue de las mujeres) dónde evacuar los líquidos que su cuerpo rechaza. Tenemos el baño común, donde se caga y se folla o esos meaderos pegados a la pared con forma de cabeza de caballo. La decisión no es sencilla, pues si quieres mear y vas al baño común, lo otros usuarios de los servicios pueden pensar que vas a cagar, cosa que NUNCA beneficia a un hombre. Aún así, los baños denominados en este mismo pequeño artículo como "comunes" ofrecen una intimidad sin igual, ya que las cabezas de caballo dan rienda suelta a los buceadores vouyers del water closet. La decisión tiene que ser firme, pues la duda puede hacer que un hombre haga movimientos estúpidos e intranquilos. Un hombre con ganas de mear sabe dónde quiere hacerlo y nunca titubea. En estos casos de duda, que ya son patéticos de por sí, hacen que tus nuevos compañeros piensen que eres un mierda o un marica que se ha puesto nervioso con tanta polla suelta.
Si al entrar ves a un viejo de pie, en frente del meadero de la pared, que no mea y está como parado y no hace nada en 2 o 3 minutos, HUYE. Esto significa que es gay y que éste es un lugar de cruising. Fíjate bien porque posiblemente se vaya haciendo pequeñas pajas en intervalos de 15/20 segundos.
Volvamos a los tipos de aseos; el cerrado o común y el cabeza de caballo en la pared.
Un hombre que usa el baño común es un hombre introvertido. Es en estos lares dónde un hombre puede explayarse en su intimidad. La mayoría nos bajamos los pantalones hasta los tobillos, dejando que el cinturón haga un pequeño golpecito contra las baldosas blancas del suelo -*clinc*-. Los calzoncillos también, hasta los tobillos. Los que no se bajan los pantalones tienen que urdir tácticas y decidir métodos para sacarse el rabo, estas técnicas y métodos los veremos en el apartado del váter-cabeza de caballo en la pared. Algunos hombre poco hombres deciden SENTARSE (joder) y escuchar como su miembro dispara contra la parte delantera-interior del váter. Es una bonita sintonía, sin duda. Esto no es muy recomendable hacerlo con la polla bien dura (estado muy habitual en los hombres), pues entonces tenemos que aplicar cierta presión en el cuerpo superior del pene para que éste descienda y apunte a un lugar que no sea la puerta o nuestra cara. Al hacer esto hay que vigilar, ya que muchas veces nuestros enormes penes pueden hacer que nuestro glande toque las paredes interiores del váter y esto no es nada agradable, más que nada porque por ahí ha pasado pis de muchos degenerados que mean después de hacerse pajas en ese mismo váter y su pis está aliñado con esperma denso y goteante cual nariz acatarrada.
Los hombres que no se sientan se quedan de pie. Con el miembro ya preparado, solamente hace falta apuntar y disparar. Los hombres que no disponen de prepucio ya saben el ángulo que su pene debe adoptar para que la fina línea de pis cortante alcance su objetivo. Algunos lo enfocan hacia abajo, otros más arriba, depende de la naturaleza del orificio de la uretra. Esto lleva cierto tiempo de práctica, pero a los 35 años ya se conoce tal dirección a la perfección. Los hombres que tengan prepucio tienen tres opciones; subirse la piel para emular a los sin-prepucio; bien sujetar el final del prepucio y presionar con el fin de cerrar la salida del pis y crear una pequeña bota de vino que, cuando ya esté bastante llena (puedes notar que el farçallet está a punto de estallar) el usuario abrirá una poca para que el pis salga en la dirección que se desee. El control es ABSOLUTO y se puede controlar el caudal de orín, por lo tanto, también el ruido que produce el choque con el mármol o el agua. La técnica puede parecer poco higiénica, pero cuando hablamos de pollas, coños y culos el horno no está para bollos. Quiero decir, de tal palo tal astilla. Finalmente tenemos la opción en las manos de Dios. Esto no quiere decir que Dios entrará en el baño y nos tocará un poco el rabo o que dejaremos el miembro a su aire y esperaremos que una mano invisible, como la de la economía, guíe nuestra polla en el arte del meandro. Esto supondría en más de una ocasión que nuestras ropas quedarían teñidas por el líquido contra picaduras de medusas. Con un poco de suerte solamente ensuciaríamos nuestro entorno o a nosotros mismos. En las manos de Dios el hombre sujetará su polla y meará tan contento y campante, sin aplicar ninguna técnica a su pene y/o prepucio. Mear tal cual. Esta técnica es la más artística ya que dejamos al azar la forma y dirección en que nuestro pis se desarrollará, solamente tendremos en nuestras manos el control sobre la intensidad. Entonces podremos decir que estamos en las manos de Dios. TODO depende de la forma que tenga EN ESTE MOMENTO el prepucio. Puede ser cojonudo o puede ser un infierno. Podemos dar diana o mearnos las manos. En cualquier caso, siempre es bonito dejar decidir al azar y tirar los dados contra la pared. En los momentos de miembro encrespado, solamente sirve una técnica; la de la vieja sentándose. Esto es ponerse como una vieja que se va a sentar (para visualizar bien esto puedes imaginarte que tu polla es una flecha y tú eres el arco, la cuerda que tensa va de tu frente a tus pies, apunta el extremo no puntiaguda de la flecha hacia el agua) para poder enfocar nuestro cipote poco manejable hacia el centro del váter. Es difícil y no siempre se acierta. No es cómodo. Puede doler o crearnos sensaciones extrañas en el pene. Mear con el rabo duro siempre creará sensaciones curiosas.
En el váter común o cerrado, el hombre de pie puede decidir con más facilidad dónde mear dentro del recinto del propio váter. Tiene las distintas paredes del váter (cada una con sus propias características que ahora explicaremos) y el centro del manantial, que es donde está el agua. El hombre sentado únicamente puede enfocar hacia una cara del interior del asiento. Dirigir el rayo hacia otras latitudes supondría doblar el pene de forma dolorosa. Para los principiantes que quieran aventurarse a mover el rabo sentado, lo más recomendable es intentar dirigir la sangría amarilla hacia el centro, con el glande mirando hacia abajo, hacia el manantial. Eso en estado rabo duro es imposible y hay que limitarse a apuntar hacia la pared frontal, con el riesgo de rozar la pared interior meada.
Depende de lo que busquemos enfocaremos hacia un sitio u otro. Si queremos demostrar a los de afuera que tenemos un buen cipote, le meteremos caña directa al agua, que caiga todo ahí, con peso. El ruido es brutal y parece que tengas una polla gigante (¿?). Si quieres pasar desapercibido dale a la pared más cercana a tí, a la que enfocas cuando meas sentado. Es un puto silenciador del FBI. Las paredes laterales y trasera son el intermedio entre el estruendo y el silencio, juega con ello. Siempre es divertido hacer mover el chorro alrededor del manantial y ver los distintos tonos, timbres y volúmenes que nos ofrece el closet. Hay que vigilar con la presión, pues demasiada potencia puede devolvernos pis a nuestras camisas del Pull and Bear de mierda.
Entretenimiento: Al irrigar podemos jugar a destrozar papel de váter, probar distintos tonos y volúmenes (como hemos dicho en el punto anterior) o jugártela paseándote cerca de los bordes, donde el precio de perder está en salir estampado con gotitas. Hay gente que se lo pasa bien meando directamente fuera o encima del papel higiénico para joder a los primos que cagan de noche en los bares/discotecas (que ya les vale), eso se hace bastante a menudo cuando uno va con unas copichuelas de más.
Precauciones: Como no es tu váter da igual si meas fuera.
Los hombres extrovertidos y habladores usan el váter-cabeza de caballo en la pared. Como en el caso anterior hay algunos que deciden bajarse los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos. Es una iniciativa arriesgada pero muy respetada. Algunos lo hacen para llamar la atención, otros lo utilizan como sutil señal para los servicios donde se hace cruising y otros lo ven como una forma de aventura: si están solos se bajan los pantalones, si llega alguien después de ellos es como si les tocara la bala en la ruleta rusa. Salir airoso de este juego de azar es muy reconfortante y sales a la calle pensando que todo el mundo es una mierda y que tu entiendes cómo funciona este mundo y ellos NO. Algunos hombres simplemente se bajan los pantalones porque lo ven de lo más normal.
Si no eres de estos, entonces simplemente te desabrocharás la bragueta y dejarás un pequeño agujero por el que tiene que salir tu rabo. ¿Correcto? Pues no. No solamente tiene que salir tu rabo, tienen que salir tu rabo y tu escroto, tus huevos. No eres HOMBRE si al mear no te sacas la polla y los testículos. Hombre.....¡hay que darlo todo joder! Esto parece sencillo pero no lo es. Hay peligros. Puedes rajarte con los dientes de la bragueta, puede que el pantalón ofrezca un agujero demasiado pequeño o puede que tengas visores a tus lados. Hay que vigilar siempre que no haya putos viejos mirándote el rabo y los huevos. Por eso tienes que saber perfectamente si el sitio donde estás meando es un paradero de cruising. Normalmente intentaremos mear en sitios NORMALES y evitaremos: Baños de estaciones de RENFE, baños de El Corte Inglés, FNAC o galerías de estas de mierda, baños de estaciones de Metro grandes y céntricas, baños de gimnasios chungos (DIR) o piscinas municipales. Hay más y tendrás que investigar.
Una vez tengamos el rabo fuera, libre de peligro, aplicaremos las mismas técnicas de chorro. Normalmente se escogen las técnicas que hacen más ruido y que denotan un rabo más gigante, ya que estamos a la vista de todos y queremos que sepan o crean que tenemos un buen aparato follador. A diferencia de los baños cerrados, la cabeza de caballo no ofrece mucho juego armónico, eso sí, tiene una buena resonancia debido a su forma, cosa que aprovecharemos para meterle más traca a la potencia y aumentar el tamaño de nuestras pollas en las cabezas de los demás.
Entretenimiento: Todos hemos jugado con las bolitas de olor, ¿verdad?
Precauciones: Los eternos pelitos de polla de otras personas que se posan en estos meaderos dan un asco infinito. Pese a que lo parezca, no transmiten cáncer de sida. Piensa que incluso tu, sin querer, dejas esas cosas por ahí.
Coando el hombre termina de mear, agita el rabo varias veces y se mancha la camiseta o el jersey. Si hace poco que se ha corrido (porque se ha masturbado o ha follado) o está cachondo y con el rabo mode mazorca on, puede que una mezcla de pis y líquido pre o post seminal aparezca coronando el orín. Es bonito de ver.
Finalmente el hombre se guarda el cipote y los huevos y se ata la bragueta, se anilla el cinturón y anda tranquilo hacia la pica, donde se lava las manos (nosotros lo hacemos, sabemos que vosotras no porque creéis que no os tocáis el coño y que no pasa nada) y sale del recinto. Luego le dice a su amigo o pareja que ya está y que se pueden ir de allí.
Espero que este paseo por los secretos del pene y el hombre les haya servido de ayuda, al menos que haya saciado un poco vuestras curiosas mentes femeninas y que haya aumentado vuestro amor por los redactores de Chuck. Sin más dilación nos despedimos, no sin antes abrir la puerta a nuestras dudas sobre la meación femenina. Hemos escuchado que la idea de aspersores tiene algo que ver con lo que hacéis vosotras. En fin.
domingo, 19 de octubre de 2008
El hámster chino
De pequeño tuve varios hámsters. Cuando tenemos como 8 años y vamos por las ramblas y vemos a esos pequeños tipos acurrucados en una esquina dentro de una jaula apestosa hay algo dentro de nosotros que nos hace querer POSEERLOS. Les dices a tus padres que quieres esa pequeña mierda peluda y, algún día, después de cientos de intentos, deciden comprártelo para que te calles de una vez y tengas el maldito bicho y se te muera y aprendas la lección.
Mi primer hámster era uno de esos muy pequeños, les llamaban chinos (¿lógico?) y nunca estuvo realmente fino. A veces le pillaban como relámpagos de nervios y temblaba y emitía chillidos agudos. Yo creía que era normal, al fin y al cabo era un hamster chino. Yo tenía como 12 años, supongo que eso de los hámsters me llegó tarde, como todo. A esa edad mis compañeros de clase hablaban de coños y coches y yo rallaba a mis padres para que me comprasen un hámster de mierda. En fin.
Lo que quiero contar con toda esta mierda es una espécie de alegoría de la muerte. De mi visión sobre la muerte o cómo reacciono ante ella, o algo así. Aunque tampoco lo tengo muy claro.
El caso es que yo estaba contento con ese bicho y jugaba con él y, como he dicho, a veces emitía chillidos y temblaba y se quedaba parado mirando a algún sitio. A mi eso me molaba, le daba personalidad, era mi puto hámster especial. Durante esa época una chica de unos 25 años me daba clases particulares porque yo era imbécil y no pillaba nada de mates ni inglés. Así que dos días a la semana al salir de clase tenía que ir a casa a esperar a que llegara esa tipa y me diera clases. Uno de esos días llegué y fuí a ver a mi hámster chino y me lo encontré acurrucada en algodón, no se movía. El tipo la había palmado. Me quedé parado delante de su jaula, el tipo estaba muerto. Yo estaba en casa y no sabía qué hacer. Entonces la professora particular llamó al interfono y le abrí. Cuando llegó no le dije nada de que mi hámster estaba muerto. Hicimos la clase de inglés con el bicho muerto al lado y todo se desarrolló de una forma muy normal. Al terminar ella quiso saludar al pequeño hámster chino. Yo sabía que estaba muerto y no quería que ella lo averiguara, no quería que la tipa se pensara que había descubierto el cadáver y que tendría que ser ella la humana responsable de INFORMARME de que el bicho la había palmado, entonces yo tendría que hacerme el afectado y ella sentiría como pena de mi.
El caso es que "descubrimos" que el bicho había muerto y yo me hice un poco el duro, rollo que todos los bichos tienen que palmarla algún día, al fin y al cabo la tía no estaba mal y tenía 25 años, tenía que mantener la compostura. En verdad me afectó, pero me daba como verguenza que la gente supiera que el bicho había muerto, no es que sintiera verguenza de la muerte en sí, si no que no quería que la gente sintiera pena hacia mí al ser la víctima emocional número 1 de esa muerte. El bicho la había palmado, me daba pena y eso, pero lo acepté. Habría preferido que no hubiera muerto y que todo fuera normal pero más que nada para no tener que pasar por esa situación de mierda con la gente. Creo que la cosa funciona así, aún no lo tengo muy claro.
Años más tarde me pasó exactamente lo mismo. Llegué a casa y descubrí a otro hámster muerto, esta vez medio saliendo por la ventana de su casita de plástico. Le miré, estaba allí tumbado, otra vez un bicho muerto. Pobre. Qué putada, ahora empezarían de nuevo las condoléncias y todo eso. De nuevo yo no quería descubrir esa muerte así que lo dejé en manos de otro. Me senté en el sofá a leer, con el bicho muerto a escasos metros, y esperé a que llegara mi madre. Ella sudó bastante del bicho pero llegó un momento en que descubrió lo que quedaba de la criatura y me informó de la muerte. Me hice el sorprendido y luego lo tiramos al contenedor. No hubo realmente ningún drama aunque ya digo que sentí pena por la pérdida del bicho.
Es una espécie de balanza. Por un lado está la muerte y su valor y por el otro lado las convenciones sociales sobre la muerte. Yo no quiero que me señalen ni hablen sobre lo jodido que puedo estar, yo ya me ocupo de mí mismo. De hecho lo ideal sería que, simplemente, no ocurriera nada y ya está.
Mi primer hámster era uno de esos muy pequeños, les llamaban chinos (¿lógico?) y nunca estuvo realmente fino. A veces le pillaban como relámpagos de nervios y temblaba y emitía chillidos agudos. Yo creía que era normal, al fin y al cabo era un hamster chino. Yo tenía como 12 años, supongo que eso de los hámsters me llegó tarde, como todo. A esa edad mis compañeros de clase hablaban de coños y coches y yo rallaba a mis padres para que me comprasen un hámster de mierda. En fin.
Lo que quiero contar con toda esta mierda es una espécie de alegoría de la muerte. De mi visión sobre la muerte o cómo reacciono ante ella, o algo así. Aunque tampoco lo tengo muy claro.
El caso es que yo estaba contento con ese bicho y jugaba con él y, como he dicho, a veces emitía chillidos y temblaba y se quedaba parado mirando a algún sitio. A mi eso me molaba, le daba personalidad, era mi puto hámster especial. Durante esa época una chica de unos 25 años me daba clases particulares porque yo era imbécil y no pillaba nada de mates ni inglés. Así que dos días a la semana al salir de clase tenía que ir a casa a esperar a que llegara esa tipa y me diera clases. Uno de esos días llegué y fuí a ver a mi hámster chino y me lo encontré acurrucada en algodón, no se movía. El tipo la había palmado. Me quedé parado delante de su jaula, el tipo estaba muerto. Yo estaba en casa y no sabía qué hacer. Entonces la professora particular llamó al interfono y le abrí. Cuando llegó no le dije nada de que mi hámster estaba muerto. Hicimos la clase de inglés con el bicho muerto al lado y todo se desarrolló de una forma muy normal. Al terminar ella quiso saludar al pequeño hámster chino. Yo sabía que estaba muerto y no quería que ella lo averiguara, no quería que la tipa se pensara que había descubierto el cadáver y que tendría que ser ella la humana responsable de INFORMARME de que el bicho la había palmado, entonces yo tendría que hacerme el afectado y ella sentiría como pena de mi.
El caso es que "descubrimos" que el bicho había muerto y yo me hice un poco el duro, rollo que todos los bichos tienen que palmarla algún día, al fin y al cabo la tía no estaba mal y tenía 25 años, tenía que mantener la compostura. En verdad me afectó, pero me daba como verguenza que la gente supiera que el bicho había muerto, no es que sintiera verguenza de la muerte en sí, si no que no quería que la gente sintiera pena hacia mí al ser la víctima emocional número 1 de esa muerte. El bicho la había palmado, me daba pena y eso, pero lo acepté. Habría preferido que no hubiera muerto y que todo fuera normal pero más que nada para no tener que pasar por esa situación de mierda con la gente. Creo que la cosa funciona así, aún no lo tengo muy claro.
Años más tarde me pasó exactamente lo mismo. Llegué a casa y descubrí a otro hámster muerto, esta vez medio saliendo por la ventana de su casita de plástico. Le miré, estaba allí tumbado, otra vez un bicho muerto. Pobre. Qué putada, ahora empezarían de nuevo las condoléncias y todo eso. De nuevo yo no quería descubrir esa muerte así que lo dejé en manos de otro. Me senté en el sofá a leer, con el bicho muerto a escasos metros, y esperé a que llegara mi madre. Ella sudó bastante del bicho pero llegó un momento en que descubrió lo que quedaba de la criatura y me informó de la muerte. Me hice el sorprendido y luego lo tiramos al contenedor. No hubo realmente ningún drama aunque ya digo que sentí pena por la pérdida del bicho.
Es una espécie de balanza. Por un lado está la muerte y su valor y por el otro lado las convenciones sociales sobre la muerte. Yo no quiero que me señalen ni hablen sobre lo jodido que puedo estar, yo ya me ocupo de mí mismo. De hecho lo ideal sería que, simplemente, no ocurriera nada y ya está.
martes, 14 de octubre de 2008
Enganchado a esta mierda
viernes, 10 de octubre de 2008
Los coños
LOS COÑOS NO MOLAN TANTO COMO NOS QUIEREN HACER CREER LOS DE LA TELE O INTERNET O EL PUTO EURO.
lunes, 6 de octubre de 2008
The wave pictures
No me apasiona poner videos y mierdas así de internet, pero este video me ha encantado (dirigido por Darren Hayman!!!!!!!!!), a parte de que amo al grupo. Eso es todo.
jueves, 2 de octubre de 2008
02-10-08
Intenté marchar rápido del bar porque no había podido pagar el café. Estaba realmente sin un centavo, ni siquiera tenía monedas de esas de bronce. Pisé la calle y aceleré mi paso, lleno de culpa, y empecé a sudar el invierno, humedeciendo mi cuerpo debajo del grueso jersey que estaba debajo del abrigo rasgado que llevaba para protegerme del tiempo. Me paré al pasar dos calles, y apoyado contra una semáforo lo vi. Vi ese cielo de invierno, ese cielo claro sin nubes, con ese gran sol flotando encima de todos nosotros, por encima de todos los periódicos, de todos los perros callejeros, de las mujeres preciosas y de los coches caros. Me iluminaba la cara y me llenaba de energía, no sé exactamente cómo, pero me cambió el humor. Todo dió un gran giro y parecía que toda mi vida valía la pena, hasta el más pequeño acto que hubiera hecho, todo tenía su valor, respetaba todas y cada una de las cosas que había hecho. Incluso empecé a apreciar a los desconocidos que pasaban a mi lado. Esas caras con las que nunca me fijaba, que pasaban inadvertidas cada día. Encontraba que todo era bello, que era magnífico que todo esto estuviera aquí, esas personas en la calle, los enormes edificios -como ha podido el hombre construir estas cosas tan grandes, Cristo, en esto han trabajado cientos de hombres para que lo podamos ver ahora mismo, algún arquitecto o algo diseñó todo esto y escogió los materiales y ahora lo podemos ver, con fragmentos de sol pegados en las ventanas, cegándonos cuando intentamos mirarlas-, la belleza del tráfico, ahora coches, luego personas, luego otra vez coches, Dios, era precioso. Los locales llenos de gente, tomando sus cafés y sus pastas, los podemos ver a través de los cristales, hablan, hablan entre ellos, se comunican, se entienden, tienen ideas, hablan de lo que harán el fin de semana y se cuentan sus vidas y se escuchan, se escuchan todo el rato y se entienden, todos se entienden. Empecé a andar de nuevo, me desabroché el abrigo y dejé entrar el aire fresco, andé todo recto mirándolo todo, a todos y me sentía muy contento de pertenecer a todo esto, a toda esta idea de vivir y existir y pensé que nunca más saldría de un bar sin pagar, en todo caso hablaría con el dueño y llegaríamos a un acuerdo, lo entendería, tendría sentido, es normal quedarse sin dinero.
Llegué al edificio de oficinas, saludé al portero -buenas tardes Juan, voy al tercer piso-. Me dirigí a mi asiento, preparé mi mesa y empecé mi turno. No había ventanas y no podía ver nada. Quedaban 8 horas y no podía ver nada.
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