Periodo de tiempo siempre anhelado, y por otro lado temido. Los roces con la familia son del todo inevitables, como esos zapatos que te gustan, nunca te desharías de ellos, los tienes guardados y cuando te los pones... terminan por hacerte daño. No están tus pies acostumbrados a ellos. Algo así pasa con la familia, están cerca siempre, pero existe la obligación, la excusa de ir a trabajar. Siete horas, o incluso algunos días diez, fuera del hogar dulce hogar. De nuevo lugar deseado y temido. Si estás fuera no piensas mas que en volver, y si estás dentro en huir de el.
No tengo planes, muchos menos que otros años.
No voy a decir que no tengo dinero, eso está muy visto, pero el que tengo lo necesito para otros menesteres.
Ayer no quería tener que ir hoy a trabajar.
Mañana que no he de ir, no me importaría hacerlo.
El caso es quejarme.
Es una de mis especialidades.
Eso y el bizcocho con piña.
En fin... al menos tiempo para escribir no me faltará...