Curso de Coro

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CURSO DE CORO

CANTOS PERTENECIENTES A LA MISA


Los cantos que pertenecen a la misa, son:

• Canto de entrada
• Señor, ten piedad
• gloria
• Aleluya
• Canto de ofertorio
• Santo
• Canto de comunión
CANTO DE ENTRADA
I. UBICACION

La Eucaristía tiene a su vez un orden celebrativo que nos involucra en el


misterio antes dicho.

El primer momento es el de los ritos iniciales que comprenden el canto de


entrada, el saludo inicial, el acto penitencial, el Señor ten piedad, el Gloria
y la oración colecta.

Los ritos iniciales de la misa tienen el carácter de exordio, introducción y


preparación. Su finalidad es que la asamblea tome conciencia de ser
comunidad y se disponga a escuchar la Palabra y a celebrar la Eucaristía.

El canto de entrada hace parte de estos ritos: se realiza mientras el


sacerdote y los ministros se dirigen hacia el alatar (procesión de entrada)
estando la comunidad ya reunida.
II. A LO LARGO DE LA HISTORIA

En los primeros siglos del cristianismo dentro del rito de la misa no había
rito de entrada; simplemente iniciaba con la preparación de las ofrendas y
la oración de acción de gracias. En Hch 2, 42 se lee: “los que habían sido
bautizados se dedicaban con perseverancia a escuchar la enseñanza de los
apóstoles, vivían unidos y participaban en la fracción del pan y en las
oraciones”.

El ejercicio del culto cristiano fue mostrando poco a poco la necesidad de


prepararse para la celebración eucarística propiamente dicha, por lo que se
pensó en una “ante celebración”, que creara un ambiente y disposición
adecuados para acercarse a la mesa.
Esto dio origen a la “ante-misa”, que en la Edad Media se llamó “misa de los
catecúmenos”, para aquellos que aún no habían sido bautizados; se
diferenciaba de la “misa-sacrificio”, en la cual los bautizados comían el pan
consagrado. Hacia el año 300 era costumbre leer antes del sacrificio de la
misa un conjunto de lecturas de la Sagrada Escritura, conocidocomo
lecciones.
Estando ya convocada la comunidad, el sacerdote se acercaba al altar,
saludaba a los presentes y se sentaba para que se proclamaran las
lecturas. Todo ello, sin ningún tipo de rito de entrada especial y menos de
canto introductorio. Además, las sencillas construcciones donde se
celebraba la misa tenían dimensiones modestas, por lo que la sacristía
quedaba cerca al altar, lo que no dejaba espacio para una procesión
solemne.

En el año 380 el emperador Teodosio pronunció el edicto de Tesalónica con


el cual se reconocía al cristianismo como religión oficial del Imperio. Esto
permitió mucho más la expansión de la Iglesia, y surgió la necesidad de
contar con centros de culto donde se pudiera acoger a los nuevos
cristianos. Se fueron levantando entonces construcciones de templos
verdaderamente colosales, lo que hizo que la procesión de entrada tomara
más tiempo, desde el secretarium (ubicado a la entrada de la Basílica
donde se revestían los clérigos) hasta el altar. Esta duración, el hecho que
los reunía, y las personas de los ministros, iban mostrando cómo el rito
inicial tomaba un carácter especial. Era obvio que tales procesiones no se
hicieran en silencio, pues habrían hecho “pesado” y falto de solemnidad
ese momento, sobre todo cuando el Papa iba a presidir la celebración.
donde el canto de acompañamiento comienza a ser parte de la
misa. «La plegaria empieza. No hay introito. Únicamente en el siglo IV,
después de la paz de la Iglesia, cuando el culto hubo tomado un mayor
vuelo y el cortejo del obispo vino solemnemente de la sacristía al altar,
iniciase la idea de cantar entretanto un salmo».

El Introito propiamente dicho surgió hacia el año 425 en Roma,


representado en un salmo (o grupo de salmos) y una antífona. Esta última
podía ser parte del mismo salmo, o de la epístola del día, o inspirada en
una cita evangélica, o incluso no bíblica, buscando que el canto centrara a
la asamblea en aquello que se iba a celebrar, y creando un clima de oración
pública. Por ese tiempo (año 426), en Hipona, san Agustín describe el inicio
de la misa de Pascua: “Nos dirigimos al pueblo: Estaba la iglesia de bote en
bote. Resonaban las voces de júbilo y solamente se oían de aquí y de allá
estas palabras: “¡Gracias a Dios! ¡Bendito sea Dios!” Saludé al pueblo y se
oyó un nuevo clamor aún más ferviente. Por fin, ya en silencio, se leyeron
las lecciones de la divina Escritura”.
El Introito entonces, surgió a raíz de la necesidad de acompañar la procesión
del clero, al tiempo que involucró a toda la asamblea en un espacio y
ambiente nuevos, sagrados, donde Dios se hacía presente. Sin embargo, es
difícil saber con certeza si los primeros cantos que se entonaron como
Introito eran explícitamente salmos: «Se ha discutido sobre si este canto era
sálmico desde los orígenes, pero lo cierto es que los primeros antifonarios, en la época
carolingia, dan siempre, con la antífona que nos ha quedado, el salmo a que se refiere,
y no solo un versículo». Así mismo, para este tiempo en Roma se usaban solo
cantos de inspiración bíblica, es decir, los contenidos en la Sagrada Escritura
(los salmos, himnos…).
El Papa Celestino I (422-432) introdujo en Roma para el canto del Introito el
canto antifonado, modo de cantar el salmo a dos coros, donde al salmo le
precedía un verso que anunciaba su melodía, pues era costumbre en la
música antigua anunciar la melodía por medio de un instrumento. Aunque en
ese momento los instrumentos musicales no eran aceptados dentro de la
misa, un pequeño grupo de cantores o un solista cantaba la antífona dando el
tono de la melodía, para que luego el coro cantara el salmo. La antífona era
la parte más importante del Introito, la que expresaba el ambiente de la
fiesta. El uso de estrofa-antífona estaba dado para sostener el canto.
Antioquía fue la cuna del canto antifonal gracias a Flaviano y Diodoro hacia el
350, quienes animaron su propagación.
El Papa Celestino I introdujo el Introito en el Liber pontificalis. En él dice que
el Introito era considerado una institución antigua en la Iglesia, y que estaba
compuesto de versículos de salmos cantados por la schola. Además
atestigua cómo para la Misa de Gallo, y solo en ella, luego del Introito se
hacía la oración colecta y el canto de Gloria. Si bien esta fuente menciona el
uso del Introito, no incluye el texto escrito de aquello que se cantaba,
aunque afirme que fuera de los salmos. Aquí se plantea la pregunta sobre la
existencia de algún texto (¿antifonario?) que lo conservara. Al respecto,
Baumann dice: «Coincidiendo con que en los tiempos de San Agustín aparecen los
primeros textos litúrgicos fijos, se puede dar por seguro este nuevo dato histórico: que
la historia del introito empieza con la de los textos litúrgicos en general »
En el siglo VII surge el primer Ordo Romanus (n.44-49) donde se describe
cómo era la procesión de entrada, cuando el Papa atraía todas las miradas:
revestido el Papa, indicaba al director de la schola para que iniciara el canto.
La schola estaba ubicada delante de las gradas del presbiterio y formada en
dos coros. Entonces iniciaba la procesión del Papa con sus ministros hacia el
altar. Ya en el presbiterio, el Papa saludaba al clero y daba una segunda
señal a la schola para que cantara el Gloria Patri, mientras que él se
postraba delante del altar. Acabada la antífona se levantaba el Papa, besaba
el altar y el evangeliario.
A partir del siglo VII se redujo el número de estrofas del salmo inicial, incluso
a una sola. Las causas pudieron ser las procesiones de entrada más cortas
en algunas iglesias de Roma y las melodías más elaboradas que alargaban
las frases. Este suceso llevó a la desaparición de la procesión de entrada, al
punto que el Papa se revestía junto al altar. Sin embargo, nunca se suprimió
el Introito, sino que ocupó un lugar distinto dentro del rito inicial: se cantaba
mientras el clero rezaba ante las gradas del altar el salmo 42 y el Confiteor,
estilo de confesión hecha a los presentes, quienes oraban a Dios por el
celebrante y por ellos mismos.

Durante el siglo IX en occidente, el ministro realizaba una serie de oraciones


preparatorias para acercarse al altar. Esta preparación se convirtió luego en
tres salmos: el 83, que introduce en el templo al peregrino que llega, el 84
que agradece a Dios su bondad y le suplica su favor, y el 85 que invoca de
modo general la ayuda de Dios. Sin embargo, no hubo conjunto de salmos
fijos para el introito. En el siglo X por ejemplo se determino, y así durante la
edad media, que el salmo 42 con su antifona introibo se rezara camino al
altar.
El Ordo de San Amand (siglo IX) de tipo romano, describe una procesión
fuera del templo.

El pontifical de Guillermo Durando dice que el obispo algunas veces se ponía


los ornamentos en el altar, igual los demás presbíteros, lo que hacia
innecesario el canto.

Comienzos del siglo XX en tiempo de Pio X, regularmente el introito estaba


compuesto por la antífona con un versículo, revelando un inicio no
procesional o por lo menos breve. Pero podía presentarse el uso de varios
versículos del salmo en alguna ocasión solemne o motivado por el estilo del
templo o por un recorrido procesional largo.

La edición típica del Misal Romano promulgado por el Papa Juan XXIII en
1962, resulta una revisión del Misal de San Pio V(1570) que prácticamente
estuvo en vigor hasta la aparición del Misal Romano de Pablo VI.
En esta rública vemos primero, la ausencia de la procesión de entrada;
segundo, sin referencia a la asamblea que se reúne; tercero, la misa inicia
con la veneración, la signación y el saludo.

El mismo presidente decía “Amén”. La antífona del Introito era recitada por
el presidente y respondida por los ministros (si había); de lo contrario, el
mismo sacerdote lo hacía. Se mantenía el salmo 42, pero solo para ser
recitado por el presidente y los ministros. Sigue la ausencia de
participación de la asamblea. Este salmo terminaba con el Gloria Patri y la
repetición del Introíbo.

En el Ordo Missae del Missale Romanum de Pablo VI, a partir del cual se da
una verdadera renovación e identificación al rito inicial de la misa:

Toma valor fundamental la asamblea reunida, y en medio de ella quien


preside y los demás ministros. El ir al altar supone una procesión de
entrada, y en ella el canto que acompaña y dispone. El canto de entrada
acompaña el recorrido del sacerdote no solo hacia el altar sino hasta la
sede.
III. IGMR
Los números 46 al 48 narran el sentido de este rito y del canto en mención:

46. Los ritos que preceden a la liturgia de la palabra, es decir, el canto de


entrada, el saludo, el acto penitencial, el Señor, ten piedad, el Gloria y la
oración colecta, tienen el carácter de exordio, introducción y preparación.
Su finalidad es hacer que los fieles reunidos constituyan una comunión y se
dispongan a oír como conviene la palabra de Dios y a celebrar dignamente la
Eucaristía.

47. Reunido el pueblo, mientras entra el sacerdote con el diacono y los


ministros, se comienza el canto de entrada. El fin de este canto es abrir la
celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido, e introducirles en
el ministerio del tiempo litúrgico o de la fiesta y acompañar la procesión del
sacerdote y los ministros.
48. El canto de entrada lo entona la schola y el pueblo, o un cantor y el
pueblo, o todo el pueblo, o solamente la schola. Pueden emplearse para este
canto o la antífona con su salmo, como se encuentra en el gradual romano o
en el gradual simple, u otro canto acomodado a la acción sagrada o a la
índole del día o del tiempo litúrgico, con un texto aprobado por la
conferencia de los obispos.

Si no hay canto de entrada, los fieles o algunos de ellos o un lector recitaran


la antífona que aparece en el Misal. Si esto no es posible, la recitara al
menos el mismo sacerdote, quien también puede adaptarla a modo de
monición inicial.
IV. ACTORES DEL CANTO DE ENTRADA

• El pueblo. El Concilio Vaticano II al hablar de Pueblo de Dios se refiere a


todos aquellos hombres y mujeres que creen en Cristo. Así pues, todo el
pueblo participará del canto.
• El sacerdote y los ministros. En el número 48 de la IGMR se lee que el
canto de entrada se canta por la schola y el pueblo, con varias
alternativas. Pareciera que al hablar aquí de pueblo se entendiera como
todos menos el sacerdote. Sin embargo, en el punto anterior definimos lo
que se entiende hoy por “pueblo”. De ahí que el sacerdote y los ministros
también pueden tomar parte en el canto.
• La schola, el coro y el cantor (solista) según corresponda. Son los
encargados directos de animar el canto y de entrar con el resto del pueblo
en plena disposición para la celebración de la misa. Aunque el número 48
no menciona el coro, se sobreentiende su presencia en la celebración
ante la ausencia de la schola o del cantor.
• Los demás ministros. Es decir, lectores, acólitos, ministros
extraordinarios de la comunión etc., pues todos se hacen una sola voz en
el canto de entrada.
V. ASPECTOS PARA TENER EN CUENTA
• El tiempo litúrgico y la fiesta que se celebra.
• El estilo arquitectónico del templo, pues una cosa es cantar en la Catedral,
por ejemplo, y otra en la capilla de un sector popular.
• El tipo de asamblea que se convocará y el estilo musical del coro que
cantará.
• Un canto de entrada adecuado es aquel que por su texto, su melodía y su
interpretación aviva la conciencia de comunidad reunida, de modo que la
asamblea se sienta acogida, delante de su Dios, llamada a vivir la unidad
entre hermanos, y a participar del banquete de la Palabra y de la
Eucaristía.
• Debe tener más carácter de marcha o de himno que de meditación, y su
letra debiera usar el “nosotros” antes que el “yo”, por su carácter
comunitario y exhortativo.
• Puede ser de inspiración sálmica o de la Biblia en general, o extrabíblico,
pero siempre apuntando al sentido dentro del rito. El texto debe estar de
acuerdo con la doctrina católica, lo que a su vez se convierte en medio
catequético para el oyente.
• Lo ideal es que toda la asamblea lo sepa y lo cante. Sin embargo, aunque
en alguna ocasión no lo cante, escucharlo de parte del coro debe crear en
el oyente un grado de participación en el canto y de disposición para
celebrar.
• Su música en lo posible debe ser sencilla, agradable al oído, adecuada al
sentido del texto.
• La sencillez no obvia la calidad en aquello que se interpreta.
• El éxito en la interpretación del canto está en la preparación del mismo.
• Se debe prever su duración hasta que todos los ministros lleguen al
presbiterio y quien
• preside a la sede, de acuerdo a lo extensa que pueda resultar la procesión
de entrada.
• Importantísimo tener presente que en algunas celebraciones, como
exequias y matrimonio, los ritos iniciales pueden suprimirse o sufrir cierta
variación.
CANTO DEL OFERTORIO
I. A lo largo de la historia

Durante los tres primeros siglo de nuestra era, la Eucaristía se celebraba en


algunos hogares escogidos por los apóstoles; por lo que no era necesaria una
procesión previa para depositar los dones sobre el altar.

El anuncio del Evangelio trajo como consecuencia que se reunieran los


domingos para celebrar la fracción del pan. En este culto se desarrollan
algunos ritos que fueron dando forma y ritmo a la celebración. San Justino
mártir en su primera apología, al referirse a los recién bautizados; podemos
apreciar que no hay una ceremonia especial para presentar el pan y el vino.
La libertad religiosa a partir del Edicto de Milán (313) y el
decreto que reconocía al cristianismo como religión
oficial del imperio romano (finales del siglo IV)

Surgió la necesidad de contar con recintos mas amplios para celebrar la Eucaristía

Se crean ritos procesionales; como llevar al altar los dones del pan y el vino

Aparece el canto durante el ofertorio

San Agustin (354-430).


Durante la procesión Canto del ofertorio surgió antes del
con los dones se introito y del canto de comunión.
cantaban salmos

Esta procesión inicia en


En Occidente durante la alta Edad Media
Africa (Cartago, Hipona)
(siglos V al X) la entrega procesional de
y luego paso a Roma a
las ofrendas solía extenderse.
finales del siglo IV
La costumbre de los fieles de llevar los dones para la
misa

No todos los panes y el vino recibidos


fueran ofrecidos en el altar

Las no ofrecidas eran para alimentar a los


pobres y al clero mismo

Posteriormente, se distinguió la entrega


de las ofrendas

Ordo Romanus I • Recibía la ofrenda de la aristocracia en


la nave de la Iglesia
• Luego, en el altar recibía los dones

Mientras recibia la ofrenda; la schola cantaba un salmo. Una vez que el Papa había
colocado su propia ofrenda sobre el altar; la schola terminaba de cantar
En Roma; el pueblo no Durante los siglos VII-VIII
se acercaba a presentar
la ofrenda, sino el clero
se acercaba a los fieles El canto del ofertorio, sufrió variaciones,
a recoger los dones entre oraciones, cantos de salmos y
momentos de silencio

Los salmos pocas veces coincidían en el


sentido del rito; en algunas ocasiones si,
como en la fiesta de la dedicación, la
epifanía y en pentecostés, entre otros.

Estilo del canto, al principio era antifonal.


La schola dividida en dos grupos, cantaba
el salmo con su antifona
Hacia el siglo XI
Se impuso la costumbre
de usar pan ázimo para
ser consagrado en el altar Comenzó a disminuir el número de creyentes
que comulgaban en la misa; al mismo tiempo
la presentación de los dones de los fieles

La procesión comenzó a tenerse solamente


en algunas fechas como navidad, pascua y
pentecostés

“Acabada la liturgia de la palabra, los


Concilio Vaticano II, el
ministros colocan en el altar el corporal, el
misal de Pablo VI
purificador, el cáliz y el misal; mientras tanto
puede ejecutarse un canto adecuado
2. CANTO DEL OFERTORIO SEGN LA IGMR

No. 73 al 76 – Indica preparación de los dones

No. 74 – Canto del ofertorio durante Reforma litúrgica mantiene el nombre de canto del
la preparación de los dones ofertorio

No. 37b – nos indica que este canto, es un canto que acompaña un rito

El canto comienza una vez el sacerdote o diacono inicia el rito de preparación del altar;
pero puede extenderse un poco más, hasta la conclusión del rito de la preparación de los
dones.

No. 74 – el canto se puede entonar aunque no haya procesión de dones

No. 75 – si son incensados los dones, el canto se extiende un poco más


3. QUIENES ENTONAN ESTE CANTO

No. 74 IGMR

• Schola: animar los cantos de misa


• Pueblo: se unen para significar la comunión de aquellos que se ha reunido para
tomar parte luego en el único sacrificio de Cristo
• Cantor: un integrante del coro, o un solista

4. ASPECTOS PARA TOMAR EN CUENTA


• El canto comienza cuando inicia la preparación del altar y termina con el rito
del lavado de manos
• Concordar con la presentación y recepción en el altar del pan y el vino;
además de las fiestas del día y en el tiempo litúrgico.
CANTOS ANTILITURGICOS

Amémonos de corazón. Su autora es Gladys Terán de Prado de la “Iglesia del


Pacto”, Cristianos Evangélicos del Ecuador

se consideraba autoría de Stanislao Marino, conocido cantautor protestante, sin embargo, el


disco donde incluía este tema, del año 1985, llevaba como nombre “Himnos para recordar” y
era evidente que no eran de su inspiración.
Un año antes, el estribillo o coro de este tema apareció en el disco “canciones carismáticas
hispanas vol. 2” de procedencia católica orquestados por José Pagán y Manuel Alonso, sin
embargo, ellos también afirmaban haber adaptado las canciones de comunidades carismáticas
de distintas denominaciones por lo que tampoco podían ser considerados como los autores.

Lo cierto es que la autoría ya fue encontrada, aparece en dos himnarios protestantes: Un


himnario bautista de 1978 y otro de origen presbiteriano de edición más reciente pero
tomado de cantorales más antiguos. La autora parece ser Gladys Terán de Prado, de la
“iglesia del pacto” de Ecuador, identificados con la corriente evangélica y que afirman
haber comenzado sus actividades en Ecuador alrededor del año de 1947, se desconoce el
año de composición
Ángeles de Dios 1; en Portugués (Compuesto por el Pastor Metodista
Elizeu Gomez.

Busca primero el Reino de Dios. El título original es Seek ye first. Su


autora no es católica Karen Lafferty

First Line: Seek ye first the kingdom of God And His righteousness
Title: Seek Ye First the Kingdom of God
Paraphraser: Karen Lafferty (1972)
Meter: Irregular
Language: English; Spanish
Notes: Spanish translation: See "Buscad primero el reino de Dios"
Copyright: © 1972, Maranatha! Music (admin by Capital CMG
Publishing)
Article: "Seek Ye First" by Eileen M. Johnson (from The Hymn)
Cuán bello es el Señor. Es una canción no católica de Marcos Witt.

El Espíritu de Dios está en este lugar. Su Autor, Tony Pérez, no es


católico.

Juntos como hermanos. Su título original es My Lord, What a Morning;


Espiritual Afro-Americano, cuya partitura e información la
encontrarán Aquí. Respecto a esta canción, Mons. Cesáreo Gabaráin
cambió la letra

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