Resumen Calahorra

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LITURGIA Y MÚSICA. UNA HISTORIA CUATRO VECES


QUEBRADA. EL CONCILIO VATICANO II PEDRO CALAHORRA
MARTÍNEZ

I. EL DIÁLOGO LITÚRGICO
Presentamos la Liturgia como el diálogo entre Dios, que muestra su favor a su
pueblo, y Jesucristo que, conjuntado con todo su Cuerpo místico, la Iglesia,
encabeza la alabanza, la acción de gracias y la bendición por ello. En este diálogo
situamos la historia del desarrollo de la fe cristiana, con una atención preferente al signo
de la música.
II. LITURGIA Y MÚSICA: UNA HISTORIA CUATRO VECES
QUEBRADA
El primer quiebro: en el siglo XI el rito franco-romano y el canto gregoriano
suplantaron y redujeron al olvido a la denominada antigua liturgia hispana. A su vez, el
rito franco-romano y el canto gregoriano sufrirán un quiebro en su espléndido desarrollo
por la nueva ordenación litúrgico-musical del Concilio de Trento, 3-con el quiebro
y giro pretendido por san Pío X con su motu proprio «Tra le sollecitudini». Este
intento de «ver florecer en todas partes el decoro y la dignidad de las funciones
litúrgicas», y especialmente de la música y del canto sacro. El Concilio Vaticano II fue
un violento giro de ciento ochenta grados para reconducir el diálogo litúrgico entre
Dios Padre y Jesucristo total, incorporada la Iglesia al mismo, al primigenio sentido
eclesial de la asamblea litúrgica como Pueblo de Dios, conforme se hallaba en los
orígenes de la fe cristiana.
I. LA ANTIGUA LITURGIA HISPANA
a) Época romana (s. I-V)
Se expresaban con unas narraciones, unas catequesis, unas oraciones, salmos y
cánticos, con sus correspondientes melodías propias de la sinagoga, para recitarlos y
cantarlos. Añadieron los relatos evangélicos y una hermosa tradición eucarística.
De manera especial habrá que anotar la gran influencia en los primeros
momentos de la iglesia norteafricana con san Cipriano, primero, al frente, y después con
san Agustín.
1. En el principio fue el salmo
Las vigilias de oración, catequesis o penitenciales estaban vertebradas del comienzo a
su final por los salmos. Estos daban pie a las catequesis y a las oraciones largamente
sentidas sugeridas por los propios salmos. La celebración dominical de la fracción del
pan se iniciaba con una de estas vigilias; y más tarde los salmos acompañarán los ritos
procesionales de dicha celebración y se intercalarán entre las lecturas de la misma.
2. Las primeras formas litúrgico-musicales: la música propia de la sinagoga. Y
durante largos tiempos serán estas melodías las que resonarán animando el canto de los
salmos y de las lecturas.
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Los primeros códices musicales, datados en el siglo décimo, fecha tardía para nuestro
tema, no muestran residuo alguno de las formas musicales palestino-judaicas. La
creatividad de la iglesia romanizada estaría en la creación de recitativos, más o menos
ornados en sus entonaciones, mediaciones y cadencias finales, para todos los momentos
de la celebración y del oficio divino, y para cada uno de los protagonistas de los mismos
b) Época visigoda (ss. V/VI-VIII/IX)
1. Unos vencedores, vencidos. los visigodos serán los definitivos conquistadores del
suelo hispano. Los nuevos amos respetarán la cultura de los vencidos romanos, su
legislación jurídica.
2. Actividad de la Iglesia visigoda Trabajó intensamente por la reconversión de la fe
arriana que compartían los bárbaros invasores. El elevado nivel cultural de numerosos
eclesiásticos de esta época, favoreció el desarrollo de la liturgia propia hispana con
una rica creación de textos litúrgicos, de hermosas melodías y logrados ritos.
Se sumó, además de la influencia teológica ya mencionada de la iglesia del norte de
África, la ritual y musical de los bizantinos asentados en el levante peninsular
durante unos setenta y cinco años, así como el de las liturgias de las otras iglesias
locales, la del antiguo canto romano, la de las Galias, la milanesa de san Ambrosio, la
de Benevento en el sur de Italia, la de Braga en Portugal, etcétera.
3. Desarrollo de una liturgia propia en cada iglesia local Fue la época visigoda que
llegaron a formarse dos tradiciones diferentes de dicha liturgia hispana.
La iglesia soportó las consecuencias de la invasión árabe, los continuos saqueos y el
peso de los tributos de los dominadores musulmanes, sin perder la lozanía de su fe y la
hermosura de su expresión litúrgica.
c) Época carolingia (s. XI y ss).
1. El primer quiebro de nuestra historia por la violenta suplantación de la antigua
liturgia hispana por la franco-romana. Fue, la papal de Roma, con su canto propio
denominado gregoriano, fue posible gracias al fortalecimiento de la autoridad papal por
toda Europa en el siglo IX, a comienzos de la «baja edad media»; y de manera especial
al influjo en toda Europa del notable monasterio de Cluny sobre los numerosos
monasterios benedictinos y sobre las numerosas diócesis cuyos obispos provenían de
dicho monasterio.
EN ESPAÑA Se hizo común el ya escuchado lamento de los cristianos mozárabes de
que lo que los musulmanes no habían podido arrebatarles, lo hacían ahora desde Roma.
2. El canto gregoriano.
Tropos y organa La liturgia papal, totalmente estructurada, no era tan emotiva,
emocional, como la antigua liturgia hispana; apelaba más a los conceptos que a los
sentimientos.
4. El contexto histórico
La evolución de la música no tuvo sentido en sí misma. Es una parte de la fértil
expansión de la cultura en la baja edad media. Vencido el milenio, Occidente adquiere
un crecido ritmo social y cultural. Se crean universidades,se fomenta un activo
desarrollo comercial; las ciudades se asientan en el mapa social con la decidida
presencia de las burguesías. De los alborotadores señores feudales se pasa a los reyes
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fuertes. Del latín se van desprendiendo las lenguas vernáculas para las canciones lírico-
épicas y para los escritos de los grandes pensadores medievales.
El hombre se va reafirmando como centro de atención, desplazando la imagen
teocéntrica medieval. El Humanismo prepara la llegada del Renacimiento.
5. Desarrollo de la liturgia
La liturgia, y con ella la música como hemos visto, participó también de este
global desarrollo. Por una parte, con el crecido número de formas litúrgicas nuevas. La
lírica-poética religiosa llegó hasta crear oficios enteros rimados. Y también nuevas
formas en la misa: tropos de los textos del proprium,
Esto es, una selva de formas litúrgicas con sus apropiadas formas musicales que
mantenían aparte al pueblo fiel, que «oía misa», «oía el oficio», y al que se le concedía
en ocasiones participar con aclamaciones y exclamaciones. Los rituales
Benedictionales-Pontificales traen todos la liturgia de las coronaciones papales, del
emperador y de los reyes.
El pueblo fiel se había buscado sus propias liturgias y músicas, como esas prosas
a Jesucristo que los zaragozanos cantaban en La Seo, como dicen las dichas Crónicas, la
noche en que el rey velaba armas antes de su coronación en la misma. Representaciones
populares de los misterios cristianos. Da la impresión que al pueblo fiel le es ajena la
liturgia de los monjes y clérigos.
III. EL CONCILIO DE TRENTO (1536-1564)
1. Un desarrollo de nuevo quebrado. El motivo: suprimir los abusos que se
habían introducido en la misa y en el oficio divino por parte de clérigos y músicos.
estos abusos ya venían siendo denunciados por la misma Iglesia Católica: Erasmo (v.
1469-1536) en su Institutio de 1525 se lamenta de la música de las iglesias importada de
los juglares y danzantes y propia de las orgías. Asimismo de la pobreza espiritual de
muchos clérigos incapaces de comprender la majestad de las ceremonias del culto
católico. No rechaza en manera alguna la música sino que exige que la del culto sea
apropiada al mismo, dado que textos sagrados han sido aplicados a músicas nefastas; y
que abusando de la libertad que tenían los músicos, estos empleaban en la liturgia
músicas lascivas, impuras, profanas. Se lamentaba también de la incomprensión por
parte de los fieles de los textos litúrgicos cantados.
2. La Sesión XX Lo referente concretamente a la música, en su texto definitivo,
dice: «Sean desterradas de las iglesias las música en que, bien con el órgano bien con el
canto vocal, se mezcle algo lascivo e impuro; así como las vanas conversaciones,
paseos, estrépitos y aclamaciones, de manera que la casa de Dios pueda ser vista y
declarada casa de oración»
Si en las descalificaciones por el uso de textos y de las músicas no aptas estaban
totalmente de acuerdo los reformadores y los Padres del Concilio, no lo estuvieron a la
hora de determinar la lengua más apropiada para la Liturgia. La Iglesia Católica
determinó que se siguiera manteniendo el latín, mientras que los reformadores
tomaron de manera generalizada la lengua vernácula de cada lugar.
III. EL POST-CONCILIO TRIDENTINO
se logró la inteligibilidad de los textos cantados polifónicamente a través de la
depuración de las leyes musicales de la armonía y aclarando los sutiles y floridos
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contrapuntos. Pero las continuas admoniciones hechas en esta época para la estricta
aplicación de los decretos conciliares, parecen indicarnos una resistencia a abandonar
formas litúrgicas y musicales con tradición de siglos, al mismo tiempo que nos
hablan de prácticas religiosas nuevas y de nuevas formas musicales que se iban
insertando en el desarrollo histórico de la liturgia con grandísima aceptación por parte
del pueblo.
tres de estas novedades. 1. El villancico polifónico Se trata de composiciones
musicales con texto castellano. Parecen tener su origen, con un fin catequético, en la
capilla de música de la reina Isabel la Católica. Esta nueva forma litúrgico-musical,
iniciada en la época de la polifonía clásica y desarrollada después en pleno auge del
barroco musical, tuvo tanta aceptación entre clérigos y fieles que el teórico musical
Pietro Cerone dirá que «hallánse personas tan indevotas que, por modo de hablar, no
entran en la iglesia una vez al año; y las cuales, quizá, muchas veces pierden misa los
días de precepto, sólo por pereza, por no levantarse de la cama; y en sabiendo que hay
villancicos, no hay personas más devotas en todo lugar ni más vigilantes que éstas. Pues
no dejan iglesia, oratorio ni humilladero que no anden; ni les pesa el levantarse a media
noche por mucho frío que haga, sólo por oírlos».
2. La «devotio» privada. La liturgia encontraba continuidad en la plegaria
individual y familiar; que, a su vez, culminaba en la liturgia de la eucaristía dominical.
Elementos de la devoción y religiosidad popular pasaron a la liturgia: el culto a los
mártires, la devoción a Nuestra Señora, la dedicación de nuevos templos, ritos de
grandes solemnidades como las de Semana Santa, etcétera.
en el siglo XIV, surgió la denominada devotio moderna, interiorizando la fe
en una plegaria del corazón. un ejemplo, durante la misa no se atenderá a los textos
y ritos, sino que se mantendrá una meditación, una contemplación espiritual interior,
desligada de la celebración.
El proceso de la devoción popular fue en aumento durante los siglos XVII y
XVIII, mientras la Liturgia se reducía a un ritualismo inerte y descarnado.
3. Ópera italiana en latín por la mañana
No se puede hacer distinción entre música expresamente sacra o no. La
Iglesia se ha servido de la música de cada tiempo, expresando su fe con la que ha
considerado más apropiada para ello. Durante siglos la Iglesia fue el principal foco de
actividad musical y de creación musical. Pero la Iglesia no fue ajena a las influencias
musicales europeas; y en el siglo XIX, en concreto, la influencia del gusto italiano en el
panorama de la música española y por lo tanto, también de la música religiosa y
litúrgica, era total. No se desconocía la rica tradición musical del pasado, pero
estaba dominada por el estilo de la música de la escena operística.
IV. EL «MOTU PROPRIO» «TRA LE SOLLECITUDINE» DE PÍO X (1903)
1. Un quiebro obligado A causa de la pobreza de la música litúrgica y un
pomposo ritualismo. Pero este documento, era la consecuencia del trabajo de algunos
pensadores, en particular del monasterio de Solesmes, en Francia, en el que dom
Guèranger marcaba pautas para la Liturgia e iniciaba la recuperación de su música
tradicional, el canto gregoriano; asimismo al de Beuron, en Alemania, y al de Mont-
César, en Bélgica.
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En la introducción Pío X constata las deficiencias en el uso de la música en


la Liturgia. Define los fines y características propias de la música litúrgica; algunas
indicaciones prácticas y la formación litúrgica de los miembros de la Iglesia. El motu
proprio suscitó una oleada de entusiasmo en los liturgistas, músicos y estudiosos.
Fue mucho lo que supuso para nuestra historia este documento papal, si bien no
presentó la solución definitiva a los problemas existentes. Esto llegaría con el Vaticano
III. EL CONCILIO VATICANO II (1962-1965)
El Concilio Vaticano II supuso un detener todo el desarrollo de nuestra historia y un
girarlo decidida y vigorosamente ciento ochenta grados para recomenzar el camino, volviendo
al punto de partida inicial de la Liturgia y de la música litúrgica
1. La primigenia asamblea cristiana. En los comienzos, un culto verdadero,
auténtico, con hermosos cantos y escogidas lecturas de las Sagradas Escrituras, y la
celebración de los misterios de la fe, eran las celebraciones litúrgicas, que expresaban y
actualizaban los contenidos kerigmáticos de las primeras comunidades cristianas. En los
tiempos de la primera iglesia la conversión a la fe cristiana suponía adquirir una
nueva personalidad humana, un cambio completo de los valores espirituales y de
comportamiento moral, de manera que, a través de catequesis, los hombres «se hacían,
no nacían cristianos», en expresión de Tertuliano.
2. La masa cristiana: Pero se dio un proceso en el que se quebró este
desarrollo armonioso de la fe cristiana. Por una parte el establecimiento de la fe
cristiana como religión oficial, aflojó la piedad de tiempos de persecución y mera
tolerancia. Por otra, la imposición de la fe cristiana como culto oficial, facilitó la
pertenencia a la comunidad cristiana en MASA, desde aquel momento todos los
habitantes de la Hispania romana quedaban declarados cristianos, por lo que ahora
se podía decir que «los hombres nacían cristianos, no se hacían».
Por una parte, fue creando poco a poco algo así como un año litúrgico cristiano
nuevo, con sus fiestas y ritos, que se sobrepusieron y sustituyeron definitivamente las
numerosas y plenamente aceptadas celebraciones paganas. Esta impregnación logró
lentamente que formas de culto paganas se cubrieran de sentido cristiano.
La Iglesia había pasado de su misión de ofrecer y convencer a la de vencer y
obligar. Además ofrecía una prolija liturgia dominical que nada les decía, y en la que
no tomaban parte alguna los vencidos y obligados; desarrollada ésta, además, en una
lengua que no entendían. La liturgia dejó de nutrirse de la Biblia, de la teología y de
la poética expresión de sentimientos y experiencias religiosas, y se constituyó en
una rama del Derecho, con legislación propia obligatoria y sancionadora.
3. Clericalización de la Liturgia: Los clérigos no sólo se distanciaron de los
fieles acaparando todos los ministerios litúrgicos, sino que clérigos y monjes ocuparon
en la estructura social un estamento superior al de los simples fieles, con privilegios
clericales personales.
Esta clericalización de la Liturgia llevó consigo un nuevo planteamiento de la
estructura del templo cristiano. El altar, primitivamente rodeado por la asamblea, fue
quitado del centro del recinto sacro para apoyarlo en el retablo; El presbiterio o lugar
de los clérigos será desplazado al centro de la iglesia,
4. La Schola Cantorum: uno de los motivos del alejamiento de los fieles de su
protagonismo en las celebraciones litúrgicas, lo constituyó el desarrollo artístico de la
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música litúrgica. En las primitivas asambleas cristianas, el salmista cantaba con los
fieles, pero con el tiempo, se acentuó mas el arte musical y la asamblea pasó a ser mera
oyente y espectadora, mientras que las formas salmódicas se estructuraban en orden a
las posibilidades de los cantores y de la schola cantorum.
El ambón, espacio intermedio entre el altar y los fieles, se agrandó para dar
cabida a los cantores, alejando aún más a los fieles del altar.
LA LENGUA LITÚRGICA
Los Padres conciliares se aferraron al latín tanto para la misa y el oficio
divino como para el texto bíblico oficial. También pudo pesar sobremanera la ingente
y asombrosa riqueza acumulada por el latín durante tantos siglos en los escritos de las
variadas y numerosas fórmulas litúrgicas y en las riquísimas composiciones musicales
para la Liturgia. El Concilio se expresó claramente en este punto : «no ha parecido, sin
embargo, a los Padres [del Concilio] que conviniera celebrarla [la misa] de ordinario
en lengua vulgar», apelando a la tradición sostenida del rito antiguo: «mantenido en
todas partes el rito antiguo de cada iglesia y aprobado por la Santa Iglesia Romana».
V. LA ECLESIOLOGÍA DEL CONCILIO VATICANO II
1. La Iglesia, asamblea santa, pueblo de Dios, pueblo sacerdotal:
La realidad eclesial se actualiza por su participación en las celebraciones
litúrgicas. Es decir, las celebraciones trasparentan una determinada concepción de
Iglesia:
Las celebraciones litúrgicas preconciliares presentaban una Iglesia más
bien estática, anclada en sus gestos y palabras, hierática; de cuyos miembros, un grupo,
los clérigos, ejercían los ministerios sagrados, a los que el pueblo fiel «asistía» como
espectador extraño y mudo. Era la imagen de una Iglesia que, por parte de su
jerarquía, gobernaba, celebraba, santificaba, enseñaba; mientras por parte del
pueblo fiel, éste se limita a escuchar, recibir, obedecer y poner en marcha
directrices y consignas.
El Concilio Vaticano II, con su redefinición de la Iglesia, eleva a todos sus
miembros a convocados por Dios a formar parte de su Pueblo, de la asamblea santa y
del pueblo sacerdotal, que, unido a su cabeza, Cristo, dialoga con el Padre en una acción
de gracias, alabanza y bendición, ejerciendo su sacerdocio bautismal. Ello implica a
todos los cristianos en la acción litúrgica. Esta formal participación de todos los
cristianos en la celebración litúrgica la expresan los libros litúrgicos editados después
del Concilio y por voluntad del mismo, que contrasta con las indicaciones al respecto de
los editados antes del mismo.
2. Música y Liturgia en el Vaticano II
El Concilio define a la música litúrgica como «una parte necesaria e integral de
la liturgia solemne…»; y afirma que «será tanto más santa cuanto más íntimamente esté
unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza o fomentando la
unanimidad, ya sea enriqueciendo de mayor solemnidad los ritos sagrados» [SC 112]. A
continuación, vuelve sobre la integración de la música en la liturgia y la participación
de todos los fieles en la misma a través de la música, es un derecho del pueblo
cristiano, convocado a la asamblea como Pueblo de Dios, y una de las principales
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maneras de realizar su propio ministerio o servicio en la celebración litúrgica;


porque ejerce con ello su sacerdocio bautismal.

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