Aumento Del Volumen Extracelular
Aumento Del Volumen Extracelular
Aumento Del Volumen Extracelular
EXTRACELULAR
HIPERHIDRATACIÓN
La hiperhidratació n se debe a una retenció n de agua
y sodio en el medio extracelular, lo que produce una
gran expansió n del Volumen Extracelular (VEC).
Puede conducir a hipervolemia (aumento del
volumen sanguíneo), y a edema (exceso de líquido en
el espacio intersticial).
Esta expansió n del VEC puede ser de dos tipos:
Con edemas generalizados.
Sin edemas.
Expansión del VEC con edemas
generalizados
Los edemas generalizados son una acumulació n excesiva de
agua en el espacio intersticial asociada a una retenció n renal
de sodio. Existe una presió n osmó tica extracelular
incrementada que hace que el líquido salga del interior de la
célula.
Laxitud e indiferencia
Hipotensió n arterial o shock
Hipotonía muscular y de los globos oculares
Pliegue cutá neo (poco valor en el anciano)
Ná useas y vó mitos
Calambres musculares
CAUSAS
Se conocen las siguientes causas para la expansió n del
VEC:
Insuficiencia cardíaca congestiva (ICC): la
ineficacia de la bomba cardíaca hace que la sangre se
acumule en la circulació n venosa con aumento de la
presió n capilar y trasudació n de agua al espacio
intersticial. Por otro lado, la elevació n de la presió n
venosa sistémica dificulta el drenaje linfá tico hístico,
con lo que se favorece el edema. La disminució n del
gasto, que lleva a un volumen circulante eficaz
disminuido, es el principal factor responsable de la
retenció n de sodio y agua, ya que la reducció n del
flujo sanguíneo renal origina la activació n del SRAA,
lo que provoca un hiperaldosteronismo secundario
responsable de la retenció n de sodio y agua.
Síndrome nefrótico: en este síndrome se produce una pérdida masiva de
proteínas por la orina. La hipoproteinemia provoca una disminució n de la presió n
oncó tica que induce la salida de agua al espacio intersticial. La hipovolemia
generada estimula al SRAA, con el subsiguiente hiperaldosteronismo secundario
descrito en el apartado anterior, que da lugar a las mismas consecuencias de
retenció n renal de sodio y agua.
Cirrosis hepática: la hipoalbuminemia que acompañ a a la cirrosis hepá tica
provoca una disminució n de la presió n oncó tica, que ocasiona un acú mulo de
líquido intersticial en forma de ascitis. Ademá s de esto, a pesar de que el volumen
sanguíneo total se encuentra aumentado, sin embargo el volumen circulante eficaz
está disminuido (dilatació n de vénulas, fístulas arteriovenosas), lo que llevará de
nuevo al hiperaldosteronismo secundario y a la retenció n renal de sodio y agua.
CLÍNICA
Se caracteriza por la aparició n de edemas generalizados, sobre todo en zonas declives
(miembros inferiores), con ascitis y aumento de peso (entre 2-8%). Ademá s la clínica estará en
funció n de la causa que produzca el cuadro:
Insuficiencia cardíaca congestiva: ingurgitació n yugular, aumento de la presió n venosa
central, crepitantes hú medos en pulmones, derrame pleural…
Síndrome nefrótico: edema generalizado, gran proteinuria…
Cirrosis: gran ascitis, estigmas de cirró tico (ginecomastia, arañ as vasculares, eritema
palmar…), etc.
Expansión del VEC sin edemas
Hay situaciones con expansió n del VEC y del volumen
circulante eficaz que cursan característicamente sin edemas,
debido a que existe un fenó meno de escape a causa del
aumento compensador del péptido atrial natriurético.
1. Etiología
Hiperaldosteronismo primario acompañado: de
hipertensió n arterial, tendencia a la hipernatremia e
hipopotasemia y ausencia de edemas.
Síndrome de secreción inadecuada de ADH (SIADH): no
hay hipertensió n y es característica la hiponatremia.
BALANCE HÍDRICO
Tanto el agua como los solutos está n en continuo intercambio con el medio
ambiente.
En condiciones de normalidad existe un equilibrio constante (o balance) entre las
ingestas y las pérdidas hidroelectrolíticas.
Debido a que hay situaciones donde el equilibrio del balance hidrosalino puede peligrar, cabe destacar como situaciones de
riesgo para que se produzca dicho desequilibrio las siguientes:
Posoperados.
Quemados y politraumatizados.
Enfermos crónicos.
Con infusiones intravenosas.
Con sondas o drenajes.
Con fármacos diuréticos o esteroides.
Ancianos.
Pacientes en coma.