Integrantes:: - Aaron Roly Quispe Castro - Joaquín Ramos Mesa - Marícielo Ventura
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PRE INCA :
Las labores que la mujer realizaba fueron principalmente el cuidado de la vivienda y la crianza de los hijos, y en algunos casos
también compartieron el desarrollo de la actividad económica de la que dependía la familia como la agricultura, alfarería, etc.
INCAICA:
Se pueden diferenciar dos tipos de mujeres en el Imperio Inca, la mujer hogareña dedicada a los hijos y a la agricultura y la
mujer fuerte, guerrera y dominante.
Las mujeres del pueblo tuvieron que cumplir con las tareas agrícolas y textiles para su familia y el Estado, el poder en
decisiones y dominio que tuvo fue de gran importancia. La mujer era el símbolo de la fertilidad.
Su labor primordial era ocuparse de las labores del hogar, cuidar a sus hijos, tejer las vestimentas de la familia, ayudar en el
campo, preparar la chicha y salir a trabajar.
VIRREINATO
En los estratos mestizos y pobres de la sociedad, las niñas, recibían clases de enfermería, cocina y economía
doméstica; trabajaban como enfermeras a cambio de alimentación y vivían bajo un régimen de disciplina y
clausura, en muchos casos, en condiciones precarias. Es decir, las mujeres brindaban apoyo a los hombres,
dandoles comida, cuidados, ropa y enfermerien en la guerra.
INDEPENDENCIA
Durante el proceso de independencia, participaron mujeres de diversa procedencia social, económica, étnica y regional,
y de diferentes generaciones y posturas políticas. Fueron mujeres indígenas, mestizas y de castas, criollas y
peninsulares, así como esclavas, libertas, plebeyas y aristócratas. La participación femenina en la independencia fue
amplia, variada y adoptó diferentes facetas. Entre las revolucionarias destaca la figura de Micaela Bastidas en Cusco en
1780, junto con muchas otras mujeres indígenas y mestizas que participaron en el levantamiento como Tomasa Tito
Condemayta, Gregoria Apaza, Cecilia Túpac Amaru, Bartolina Sisa, etc. Entre las que se inmolaron por la patria,
tenemos el emblemático caso de María Parado de Bellido en Ayacucho en 1822, y hubo las que participaron
directamente en las acciones militares como las hermanas María e Higinia Toledo y su madre Cleofé Ramos en el valle
del Mantaro en 1821 o, por esa misma época, Matiaza Rimachi en Chachapoyas y María Valdizán en Cerro de Pasco.
Como conspiradoras y espías hay una larga lista en la que destaca Brígida Silva de Ochoa en Lima y quienes enviaron
informaciones al general San Martín para preparar la Expedición Libertadora.
EPOCA REPUBLICANA
MUJERES GUERRERAS DE LA
HISTORIA DEL PERU
HEROINAS TOLEDO
fueron tres mujeres que con la valentía y coraje propios del amor a la patria lograron detener la
persecución realista sobre tropas patriotas a principios de 1821, cortando la zamarras del puente
colgante sobre el río Mantaro en medio del fuego enemigo con una rapidez que hasta hoy sorprende.
Debido al liderazgo y valentía mostrados el general Joséde San Martín reconoció a las tres heroínas
con la Medalla de Vencedoras
María Parado de Bellido fue una ayacuchana, hija de un criollo y una indígena, que abrazó con
convicción el proyecto independentista. Fue espía de las montoneras de la sierra central y gracias a
su información los patriotas pudieron adelantarseal movimiento enemigo. Es considerada Mártir de
la Independencia, fue fusilada por los españoles al negarse a dar información sobre las actividades
del grupo independentista, su frase antes de la muerte quedó grabada en toda la población "No estoy
aquí para informar a ustedes, sino para sacrificarme por la causa de la libertad". El legado que se
erige tras su sacrificio por la patria la convierte en un símbolo de coraje, resistencia y lealtad a los
ideales que forjaron la república.
BRÍGIDA SILVA DE OCHO
ABrígida Silva de Ochoa fue una patriota valiente que ejerció de contacto entre los
insurgentes e incluso arriesgando su vida, ayudó a la huida del párroco de Sica, José
Medina, después del fracaso rebelde en el Alto Perú, por lo que su hijo menor José
Ochoa fue conducido a prisión. Por sus servicios a la causa, que también incluyó el
apoyo económico y moral a patriotas prisioneros, Brígida fue calificada como una
forjadora de la opinión pública, el patriotismo acendrado y el odio profundo a la ranía,
siendo declarada por el general San Martín como "Hija de la Patria" por sus virtudes y
compromiso con la independencia
MICAELA BASTIDAS
Desde la PREHISTORIA, las mujeres, como los varones, han asumido un papel cultural particular. En sociedades de caza y
recolección, las mujeres eran las que recogían los productos vegetales, mientras que los varones suministraban la carne
mediante la caza, lo que hace que la mayor parte de los antropólogos creen que fueron las mujeres quienes condujeron las
sociedades antiguas hacia el Neolítico y se convirtieron en las primeras agricultoras.
Nuestras primeras antepasadas aprendieron a preparar barro y hornear cerámica; trabajaron los esmaltes y mezclaron
cosméticos origen de la ciencia química. Al encargarse de la agricultura y la recolección, también descubrieron las
propiedades medicinales de las plantas y aprendieron a secar, almacenar y mezclar las sustancias vegetales.
En el antiguo Egipto las mujeres tuvieron gran libertad de movimientos. Podían ejercer multitud de oficios, andar
libremente por las calles, comprar y vender, recibir herencias y tener acceso a la educación, aunque las campesinas
desarrollaban un trabajo extremadamente duro. En Mesopotamia las mujeres no estaban sometidas a los hombres, sino que
gozaban de un cierto estatus de igualdad. En el famoso Código de leyes de Hammurabi las mujeres disfrutaban de
importantes derechos, como poder comprar y vender, tener representación jurídica o testificar libremente. Muchas mujeres
actuaron como escribas en el palacio del rey y las reinas eran respetadas como tales llegando incluso a ejercer la regencia
de sus hijos menores de edad, formaban los documentos y vivían en un palacio con esclavos y siervos. Podían asimismo
ejercer diversos empleos y participar en la vida pública de las ciudades.
La posición de la mujer en la antigua Grecia no fue muy positiva. Para el filósofo Aristóteles, que ejerció gran influencia
en la Europa medieval, la mujer no era más que un hombre incompleto y débil, un defecto de la naturaleza. La mujer fue
considerada como un ser sin terminar al que había que cuidar, proteger y guiar, lo que implicaba su sometimiento total al
varón y su alejamiento de la vida pública, en la que no podía participar. Las muchachas se casaban a los 14 años con
hombres mucho mayores que ellas. Era el padre quien le encontraba marido y discutía la dote. Ella pasaba a ser propiedad
del marido como antes lo había sido de su padre y en caso de enviudar de su hijo. La educación de las mujeres estaba
orientada a su función como esposa. Las niñas aprendían a hilar y tejer, música y a tocar la lira. Su educación terminaba
con el matrimonio. Una vez casada, el marido recluía a su esposa en una parte de la casa apartada del exterior o la vida
social que él llevaba. Allí vivía con sus hijos y sirvientas tejiendo sus propios vestidos y preparando los alimentos para el
esposo. Nunca salía de la casa, pues al mercado iban las esclavas. Las ciudadanas de Atenas se dedicaban exclusivamente
a la casa y al cuidado de los hijos. Por su parte, las mujeres más libres eran las prostitutas, que no estaban sometidas al
régimen riguroso de las demás mujeres. La división de la sociedad griega era muy clara: el mundo de la política y la
libertad estaba reservado a los hombres y el de la casa a las mujeres. En algunas ciudades como Esparta, dado su carácter
guerrero y la ausencia prolongada de los hombres, las mujeres gozaron de mayor libertad: estudiaban música, hacían
gimnasia, competían como atletas e incluso algunos casos de adulterio les estaban permitidos. El mundo intelectual estaba
casi vedado a la población femenina, pero aun así algunas mujeres destacaron en poesía.
Cuando la niña tenía alrededor de los 13-15 años, los padres concertaban un matrimonio, eligiendo al pretendiente
más adecuado. La chica iba con una dote, destinada a protegerla en caso de que el matrimonio fracasara por
cualquier motivo, y el novio debía a su vez comprar hacer regalos a la familia. Tras la boda, tocaba estar
encerrada en la zona de la casa para mujeres o gineceo y criar hijos, y por supuesto llevar la casa. Cuanta más alta
la clase social de los esposos, más rígido era este régimen.
Las mujeres romanas disfrutaban de mayor libertad que las griegas, pero la participación política y ciudadana les
seguía estando vetada. Su condición social seguía siendo la de un ser inferior al que había que tutelar, dirigir y
utilizar. No tenían nombre propio, pues adoptaban el del padre en femenino, y las niñas no deseadas eran
abandonadas al nacer y condenadas a la esclavitud si conseguían sobrevivir. Hasta los 12 años, cuando contraían
matrimonio, asistían a la escuela pública las hijas del pueblo, mientras que las de la clase patricia tenían sus
preceptores en casa. La enseñanza que se les facilitaba estaba encaminada a hacer de ellas buenas esposas:
aprendían canto, matemáticas, recitado de poemas y costura. En el campo trabajaban igual que los hombres en las
labores agrícolas y en la ciudad podían ser incluso comerciantes y llevar sus propios negocios, aunque bajo la
tutela de los hombres. Mientras que a las griegas les estaba prohibida la vida social, las romanas andaban libres
por las calles, aunque acompañadas, acudían a los banquetes junto con los hombres, iban al mercado, participaban
en juegos y asistían a los espectáculos, pero debían llevar siempre la cabeza cubierta como señal de recato. En una
sociedad de economía esclavista como la romana las esclavas no tenían valor alguno. Podían ser compradas,
vendidas, maltratadas o dedicadas a la prostitución.
Una vez casadas, podían incluso salir a la calle sin necesidad de ser acompañadas por un hombre, acudir acompañadas
al teatro o algún banquete y ocasionalmente visitar a las amigas. En el plano sentimental, los romanos compartían la
distinción griega entre el afecto por la esposa por una parte y las bajas pasiones por otro. El matrimonio tenía como
objetivo perpetuar el linaje, y en las clases altas, forjar alianzas políticas y sociales. En ese aspecto, el amar a la esposa
era algo que estaba fuera de lugar, pocos se lo tomaban en serio. Las mujeres, para merecer el título de “madres de
familia”, debían estar en condiciones de dar a su marido hijos legítimos. El matrimonio era tan importante en la
sociedad romana que Augusto impuso sanciones para aquellos que no lo realizasen. La media de vida era de unos 30
años, así que el matrimonio se celebraba a partir de los 12 en las chicas. La anticoncepción y el aborto eran
frecuentemente utilizados por las mujeres. Como en Grecia, las romanas estaban excluidas de la vida política: no
podían votar ni acceder a las magistraturas. En varias ocasiones las mujeres tomaron las calles de Roma para defender
sus derechos manifestándose violentamente contra algunas leyes que limitaban el uso de determinados vestidos o la
posesión de oro y joyas.
PERIODO MEDIEVAL
La mujer en el PERIODO MEDIEVAL mayoritariamente era campesina y trabajaba en el campo. Su papel
económico era muy importante: realizaban las tareas agrícolas como los hombres y tenían que trabajar para
mantenerse ellas y a sus hijos. A la mujer le correspondían las labores del hogar, el cuidado de los hijos, de los
enfermos, la asistencia a los partos.
Protagonizaban las labores agrícolas de siembra y recolección, el cuidado de los rebaños, y todo ello con salarios
muy inferiores a los de los hombres. Las mujeres jóvenes podían encontrar trabajo como criadas y sirvientas de
damas nobles por un mísero salario o, como ocurría la mayoría de las veces, a cambio de la comida y el
alojamiento, lo que para los agobiados hogares campesinos que tenían que mantener muchas bocas era una
liberación. Entre las sirvientas existía una gran diversificación de labores: las que atendían personalmente a los
señores, las encargadas de la cocina y las que trabajaban en los talleres. Algunas podían aprender un oficio en
los talleres de hilado y tejido de las haciendas y castillos. De todas formas la importancia de las mujeres
campesinas, junto con la de sus maridos, era fundamental para el mantenimiento de la economía agrícola.
La boda la pactan los padres de la muchacha, que fijan la dote y reciben una cantidad estipulada por parte del
novio en concepto de la “compra” del poder paterno. Si no se casa con la novia pactada, se paga una multa
estratosférica a la familia afectada. Si se finge un secuestro, la muchacha pasa a ser oficialmente adúltera.
El aumento demográfico en la Baja Edad Media propició la aparición de núcleos urbanos en torno a lugares fortificados. En
estos núcleos creció una nueva clase social, la de los burgueses, que basaba su economía en el comercio y la industria.
Hombres y mujeres acudían a las ciudades, donde se realizaba un trabajo especializado y donde era cada vez más necesaria la
mano de obra barata. La proliferación de numerosos oficios dio entrada a las mujeres en el mundo laboral, pero siempre en
precario, pues el trabajo estaba controlado por los hombres y el salario de las mujeres se mantenía en inferioridad con
respecto al de los hombres. Aunque las mujeres trabajaban en casi todos los gremios, era en la industria textil y elaboración de
vestidos donde lo hacían mayoritariamente. También copaban los trabajos relacionados con la alimentación, como la
elaboración del pan o la cerveza. Asimismo dirigían pequeños negocios y tiendas de comestibles vendiendo frutas, pescados,
carnes.
Si bien la mujer se encontraba en una situación jurídica muy adversa, ya que estaba subordinada al hombre, su papel, en este
tiempo, es más activo que en periodos posteriores. De hecho, en algunos países la mujer podía tener tierras, contratar
trabajadores, demandar y ser demandada, hacer testamento y le correspondía otra tarea de gran responsabilidad: la
representación del marido ausente. Los conventos cumplieron una función de gran utilidad durante la edad media ya que eran
refugio de las hijas que no contraían matrimonio, único camino para otras de acceder a la cultura y solución para las mujeres
que no encontraban salida a una mala situación económica.
EDAD MODERNA
La EDAD MODERNA supone un periodo de profundas transformaciones que van a constituir las bases del mundo
contemporáneo: el descubrimiento de América, con el encuentro de diferentes culturas, el aumento del poder del estado, la
pérdida de poder de la Iglesia y la aparición de nuevos valores basados en el hombre -el humanismo- y en la ciencia
experimental, fueron cambios que afectaron, negativamente, la vida de las mujeres. El Renacimiento supuso un “renacer” pero
sólo para los varones, que ven mejoradas en esa época sus posibilidades educativas y laborales. Para las mujeres fue todo lo
contrario: no pudieron acceder a la educación humanista y los nuevos estados, centralistas y uniformadores, dictaron leyes que
restringieron aún más sus posibilidades.
También la fundación de las universidades se estudia siempre como un factor positivo de desarrollo pero nunca se ha tenido en
cuenta su repercusión negativa para las mujeres. La universidad excluye a las mujeres y el saber pasa a ser patrimonio del varón.
La burguesía ciudadana terminó apartando a las mujeres de la herencia, que pasó a transmitirse únicamente por vía masculina y
primogénita. Asimismo se excluyó a las mujeres de las profesiones que venían realizando y se las recluyó cada vez más al ámbito
familiar.
En el mundo rural la mano de obra en el campo seguía basada en el trabajo de las mujeres- las labores agrícolas y las
manufacturas caseras-. A partir de los siglos XVII y XVIII se ampliaron los trabajos de encajes y bordados, industria que quedó
en manos femeninas por la posibilidad de realizarlas en el hogar. Las condiciones de vida de las mujeres campesinas no variaron
desde la Edad Media: todo el peso del trabajo en la casa recaía sobre ellas desde la mañana hasta la noche y debían participar,
además, en las tareas agrícolas y trabajar como temporeras en épocas de vendimia, aunque su salario era siempre inferior al del
hombre. Los métodos anticonceptivos apenas se usaban y las mujeres tenían un hijo cada dos años, aunque la mortandad infantil
era muy alta. Por ejemplo en París, un tercio de los niños de la época eran abandonados al nacer.
Las mujeres participaban en escaso número en la actividad productiva de las ciudades y las que trabajaban, en
su mayoría, lo hacían como sirvientas. Con frecuencia eran objeto de explotación económica y sexual por parte
de sus patronos.
En 1792 Mary Wollstonecraft escribió Vindicación de los derechos de la mujer. En ella se hacía una defensa de
los derechos de las mujeres contra su anulación social y jurídica. Esta obra es tenida como el comienzo del
movimiento feminista contemporáneo, pues en ella se defiende el derecho al trabajo igualitario, a la educación
de las mujeres y a su participación en la vida pública.
SIGLO XIX
El SIGLO XIX se caracteriza por la existencia de profundas transformaciones, en los ámbitos ideológico, económico y social,
que inciden de manera esencial en las mujeres.
La aparición en Inglaterra del proceso de industrialización lanzó a las mujeres a las fábricas, sobre todo textiles, que junto con
el servicio doméstico eran las ocupaciones mayoritarias de las más pobres. Se explotaba a los trabajadores con jornadas
agotadoras de 16 horas, trabajo infantil, despido libre, falta de asistencia sanitaria, hacinamiento o ausencia de seguridad
laboral. En el sector de la confección las mujeres se esforzaban hasta el anochecer dirigidas por oficialas y patronas que
regentaban los talleres.
Las mujeres de clase alta utilizaban a numerosas criadas como signo de distinción y éstas trabajaban con total dependencia de
los señores prácticamente las 24 horas por salarios de miseria. Como consecuencia de los agotadores y mal retribuidos salarios
aumento la prostitución en las grandes ciudades ejercida por jóvenes que trataban de sobrevivir. En Inglaterra, a mediados del
siglo XIX, el 40% de las mujeres que trabajan lo hacen en el servicio doméstico. En las jóvenes de clase media se hizo
frecuente emplearse como institutrices y damas de compañía y es a mitad de este siglo cuando nació el oficio de enfermera.
En Finlandia, en 1878, la ley reconoció a las mujeres rurales el derecho a la mitad de la propiedad y de la herencia en el
matrimonio y en 1889, las mujeres casadas pusieron disponer libremente de sus salarios. O leyes aún más tempranas en
Noruega en los años 40 y 50 permitieron la igualdad hereditaria (1845). En cambio el Código Napoleón (1803) de Francia y en
el Código Civil español de 1889 disponían que la mujer casada carecía de autonomía personal y tanto sus bienes como sus
ingresos eran administrados por el marido. Solo en el siglo XX se conseguirá en Francia y España romper la legislación
discriminatoria.
Los movimientos feministas del siglo XIX se concentraron en conseguir el sufragio para las mujeres. El camino
hacia el voto no fue fácil y estuvo lleno de escollos. En 1848 se reunió en Nueva York la primera convención sobre
los derechos de la mujer, pero no fue hasta 1920 cuando se consiguió el derecho al voto en Estados Unidos. La
lucha en Europa fue dirigida por las mujeres inglesas, que crearon una organización propia dentro del partido
socialista. En ocasiones la lucha de las mujeres no estuvo exenta de enfrentamientos violentos con la Policía y la
obtención del voto femenino fue posible tras una lucha de un siglo. Las leyes electorales que consagraron el
derecho de sufragio femenino en general en Nueva Zelanda (1893) y en Australia, progresivamente otros países se
fueron sumando, Imperio ruso (1906), Noruega (1913), Dinamarca (1915), Alemania (1918), Estados Unidos
(1920), Suecia (1921), Gran Bretaña (1928), España (1931), Francia e Italia (1945).
SIGLO XX
El SIGLO XX se caracteriza por la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral. Las dos guerras
mundiales fueron un factor desencadenante: al marchar los hombres al combate (65 millones de soldados entre
todos los contendientes) las mujeres tuvieron que hacerse cargo del trabajo, hubo que recurrir a la mujer para
mantener la producción, 430.000 mujeres francesas y 800.000 británicas pasaron de ser doncellas y amas de casa
a obreras asalariadas. Las estructuras sociales comenzaron a cambiar. Las modas impusieron faldas y cabellos
más cortos, aparecieron las guarderías para los hijos de las trabajadoras y la participación femenina en los
sindicatos obreros. Tras la Segunda Guerra Mundial en los países capitalistas la mano de obra femenina
representaba un tercio de los trabajadores, mientras que en el mundo socialista era de un 50 por ciento, ya que la
Revolución Rusa de 1917 fue la primera en legislar que el salario femenino debía ser igual al masculino: a igual
trabajo, igual salario. Las mujeres de la Unión Soviética se instalaron en todos los sectores de la producción. La
Europa de la posguerra vio cómo las mujeres se resistían a abandonar sus trabajos para volver a encerrarse en el
hogar o trabajar en el servicio doméstico.
En general, hasta la víspera de la Segunda Guerra Mundial (y hasta 1965 en Francia y años más tarde en España) la
mujer debe solicitar el permiso del marido para ejercer una profesión. La esposa no puede presentarse a un examen,
matricularse en una universidad, abrir una cuenta bancaria, solicitar un pasaporte o un permiso de conducir. Tampoco
puede actuar ante la justicia. Para iniciar una acción procesal ha de solicitar una autorización especial, excepto en el
caso de que ejerza un comercio separado y autorizado.
Los nuevos tiempos suponen un cambio significativo en la concepción del trabajo femenino: se empieza a considerar
que es necesario y que, además, dignifica a la mujer. Las mujeres de clase media, acceden cada vez más a un trabajo
más cualificado y mejor retribuido. El aumento fue tan importante que, a finales de los años sesenta, había en Europa
occidental, más mujeres oficinistas que hombres. También fue mayoritaria la participación de la mujer en trabajos
como el de enfermera, telefonista, comercio, limpieza, peluquerías, etcétera. Actualmente las mujeres copan las
universidades y son fuertemente competitivas en todo tipo de trabajos, incluidos los técnicos. Pese a todo en el tercer
Mundo continúan marginadas y esclavizadas.
Pero hubo civilizaciones donde la LA MUJER TUVO MUCHO PODER MÁS QUE EL MISMO HOMBRE.
Puede parecer sorprendente, pero no lo es. Las sociedades que giran en torno a la naturaleza y viven en contacto
directo con ella actúan de manera más igualitaria. Y no hace falta remontarse en el tiempo para comprobarlo. Las
comunidades amazónicas que subsisten aún, inmersas en la naturaleza, atestiguan estas pautas de comportamiento.
Tenemos otro ejemplo en la historia, el pueblo celta, en el que antes y en los comienzos de la era cristiana, la
mujer no conoció de feminismo, ni machismo, ni matriarcado/patriarcado, y por supuesto, menos de tener la
necesidad de luchar por sus derechos, sus espacios.
Comenzaron a habitar en el centro y el norte de Europa 2.000 años antes de Cristo. Extendiéndose entre el 1.500 y
el 900 a.C. por las Islas Británicas, norte de Francia, y llegando al norte de España en el 800 a.C. Desde el
nacimiento ambos sexos eran criados juntos, recibiendo la misma educación, así como el aprendizaje de oficios.
Tenían el derecho a elegir a su pareja y nadie podía imponerle un casamiento. Las leyes celtas incluían renovación
del contrato matrimonial, al año de haberse casado, igualmente existía el “divorcio” con repartición de bienes
equitativos. Manteniendo cada uno sus bienes propios y repartiendo los que hubiesen incrementado durante el
matrimonio.
Luego del matrimonio ella no era propiedad de su marido, eran compañeros en una aventura matrimonial. La esposa
permanecía como dueña exclusiva de sus propiedades, tampoco las propiedades habidas juntamente o poseídas por
ambos podían ser vendidas o cedidas por el marido, sus derechos sobre los bienes comunes eran iguales y para
disponer de ellos era necesario el voluntario consentimiento de ambos.
La mujer en la vieja Irlanda- único lugar del mundo celta que nunca fue visitado por las legiones romanas, mantiene
su independencia hasta el siglo XII, y a los fines prácticos unos tres siglos más- estaba casi en un plano de igualdad
con el hombre. En particular las mujeres importantes que no sólo imponían esta igualdad, sino también en algunos
casos su superioridad. La mujer permaneció emancipada y fue a menudo elegida por su profesión, rango y fama.
Un ejemplo más cercano lo tenemos en España: los astures, quienes se asentaron aproximadamente en el siglo VI a.C.
en el noroeste de la Península Ibérica y siguieron ese patrón social de igualdad entre géneros.
De igual forma en medio de una época medieval en la que la mujer europea no era tenida en cuenta e incluso se
la llegaba a considerar como inferior, los vikingos fueron la excepción a la regla. Ellos tenían mujeres líderes,
gobernantes, guerreras. Tenían un estado igualitario en la cultura vikinga, tanto legal como social. La mujer
vikinga era la jefa en el interior de la casa y a menudo se hacía cargo de la marcha de la granja cuando su
marido y sus hijos estaban ausentes por motivos guerreros o comerciales. Se casaban entre los 12 y los 16 años,
normalmente por matrimonios acordados, aunque se conocen historias de amores turbulentos consumados al
margen de los acuerdos familiares. Si quería divorciarse en caso de que el marido fuera perezoso, insultase a la
familia o la maltratara, lo único que tenía que hacer ella era llamar a algunos testigos, y anunciar que se
divorciaba. Las mujeres vikingas tenían un estatus que ninguna otra mujer de la época tenía, y que sólo lograron
en períodos más recientes.
Curiosamente y siglos después hoy en día las mujeres escandinavas siguen siendo el mejor ejemplo de equidad
conocido entre hombre y mujer.
ACTIVIDAD 4 – EXPERIENCIA 7
REALIZAR UN CUADRO COMPARATIVO RESALTANDO
LA CALIDAD DE VIDA EN LOS DIVERSOS GRUPOS
SOCIALES DE LA EDAD MEDIA EN RELACION A LA
MUJER.
ACTIVIDAD 4 – EXPERIENCIA 7
REALIZAR UN CUADRO COMPARATIVO RESALTANDO LA CALIDAD DE VIDA EN LOS DIVERSOS
GRUPOS SOCIALES DE LA EDAD MEDIA EN RELACION A LA MUJER.
En el mundo campesino, la incorporación de la mujer al Por el contrario, creer que no existieran mujeres, casadas o solteras, que
realizasen actividades completamente diferentes a las del marido, siendo desde
mundo laboral se debió, principalmente, a la necesidad
jornaleras hasta tenderas, hay que dejar a un lado la tradicional concepción de
de aumentar su nivel; en caso de ser casada, para ayudar que la mujer en la Edad Media tan sólo se dedicaba a la tarea doméstica. Incluso
al marido a traer beneficios, en caso de ser soltera, por el muchas mujeres tras casarse continuaban en el mismo oficio que en su estancia
simple hecho de tener que ganarse la vida de soltera, siendo diferente al del esposo en algunos casos. Casi no encontramos
oficios en lo que no hubiera presencia femenina
Con respecto a la educación femenina, podríamos La educación se refería sobre todo a asimilar bueno
Edad comenzar haciendo una división en tres del sexo modales, religión y labores de hogar; en el ámbito
media femenino, por un lado las mujeres dedicadas a la intelectual poco aprendían. La mujer cortesana debería
vida religiosa, por otro lado mujeres de la prepararse para un buen posicionamiento en la
aristocracia y por el último la mujer perteneciente sociedad; estaba mal visto que supieran leer o escribir,
al pueblo llano. a no ser que fueran monjas.
No es extraño encontrar a mujeres propietarias de La mujer era desde jornalera, hasta, segadora, lechera,
tierras, no sólo por viudedad, si no por pertenencia plantadora y otros oficios que pudieren llevarse a cabo
propia anterior al matrimonio. en el mundo campesino.
GRACIAS