Marco Doctrinal

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Encuentro Regional Critas Parroquiales

Marco Doctrinal y Orientaciones pastorales de la Iglesia


Dr. Roberto Tarazona
julio 2010
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stos encuentran en ella la primera escuela de esas virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma. La familia, en funcin de su naturaleza y vocacin, se abre a las dems familias y a la sociedad, asumiendo su funcin social (FC n.84)
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En la familia nacen los ciudadanos, y

En la familia, el hombre recibe las primeras nociones de la verdad y el bien,

que quiere decir amar y ser amado, que quiere decir en concreto ser una persona. Se entiende familia fundada en el matrimonio, en el don recproco de donarse. Esto crea un ambiente de vida, donde el nio puede desarrollar sus potencialidades, hacerse conciente de su dignidad y preparase para afrontar su destino nico e irrepetible.(FC 85)
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1.- La Familia, Santuario de la vida


Dios, con la creacin del hombre y de la mujer a su imagen y semejanza, corona y lleva a perfeccin la obra de sus manos; los llama a una especial participacin en su amor y al mismo tiempo en su poder de Creador y Padre, mediante su cooperacin libre y responsable en la transmisin del don de la vida humana: Y bendjolos Dios y les dijo: " Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla". (Gen, 1,28).
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Familia al servicio de la Vida De este modo la familia contribuye de modo eminente al bien social por medio de la paternidad y maternidad responsable, formas peculiares de la especial participacin de los cnyuges en la obra creadora de Dios. sta debe de llevar a una generosa acogida de la vida. Las motivaciones que deben de guiar a los esposos en el ejercicio responsable de la paternidad y maternidad, derivan del pleno reconocimiento de los propios deberes hacia Dios, hacia s mismos, hacia la familia y hacia la sociedad
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Dado que la familia es el valor ms querido por nuestros pueblos, creemos que debe asumirse la preocupacin por ella como uno de los ejes transversales de toda la accin evangelizadora de la Iglesia. En toda dicesis se requiere una pastoral familiar intensa y vigorosa para proclamar el evangelio de la familia, promover la cultura de la vida, y trabajar para que los derechos de las familias sean reconocidos y respetados. De este modo, Critas encontrar un terreno fecundo para su trabajo de desarrollo integral de la persona. 6

2. La Familia y la persona humana


Cuando nace un nio, la sociedad recibe el regalo de una nueva persona, que est llamada, desde lo ms ntimo de s a la comunin con los dems y a la entrega a los dems. En la familia, por tanto, la entrega recproca del hombre y de la mujer unidos en matrimonio, crea un ambiente de vida en el cual el nio puede desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino nico e irrepetible
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3. La Familia y la sociedad
La familia, comunidad natural en donde se experimenta la sociabilidad humana, contribuye en modo nico e insustituible al bien de la sociedad. La comunidad familiar nace de la comunin de las personas: La comunin se refiere a la relacin personal entre el yo y el t. La comunidad, en cambio, supera este esquema apuntando hacia una sociedad, un nosotros. La familia, comunidad de personas, es por consiguiente la primera sociedad humana
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El ser humano ha sido creado por amor, para amar y no puede vivir sin amor
Una sociedad que tiende a relativizar y a banalizar cada vez ms la experiencia del amor y de la sexualidad, exalta los aspectos efmeros de la vida y oscurece los valores fundamentales. Es por ello, que se hace ms urgente que nunca anunciar y testimoniar que la verdad del amor y de la sexualidad conyugal se encuentra all donde se realiza la entrega plena y total de las personas con las caractersticas de la unidad, fidelidad y apertura a la vida
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4. La Familia y el Estado.
"Ha de afirmarse la prioridad de la familia respecto a la sociedad y al Estado La familia, sujeto titular de derechos inviolables, encuentra su legitimacin en la naturaleza humana y no en el reconocimiento del Estado. La familia no est, por lo tanto, en funcin de la sociedad y del Estado, sino que la sociedad y el Estado estn en funcin de la familia. Las familias deben de movilizarse para procurar que las leyes y las instituciones del Estado no slo no ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y deberes de la familia. Deben de ser protagonistas de la llamada poltica familiar y asumir la responsabilidad de transformar la sociedad
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5. El Matrimonio, fundamento de la familia.


La familia tiene su fundamento en la libre voluntad de los cnyuges de unirse en matrimonio, respetando el significado y los valores propios de esta institucin, que no depende del hombre, sino de Dios mismo. La institucin matrimonial fundada por el Creador y en posesin de sus propias leyes: la ntima comunidad conyugal de vida y amor no es una creacin debida a convenciones humanas o imposiciones legislativas sino que debe su estabilidad al ordenamiento divino
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5. El Matrimonio, fundamento de la familia.


El matrimonio tiene sus rasgos caractersticos; la totalidad, en virtud de la cual se entregan recprocamente en todos los aspectos de la persona, fsicos y espirituales; la unidad, que los hace una sola carne (Gen, 2,24); la indisolubilidad y la fidelidad, que exige la donacin recproca y definitiva; y la fecundidad, a la que natural, generosa y responsablemente est abierto
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I.

Vida Econmica: El Hombre, la pobreza y la riqueza.

Nuestro tiempo est marcado por el complejo fenmeno de la globalizacin a travs de un proceso de creciente integracin de las economas. Ciertamente la globalizacin alimenta nuevas esperanzas pero origina tambin grandes interrogantes. Puede producir efectos potencialmente beneficiosos para toda la humanidad a travs de la integracin pero puede potenciar tambin el aumento de las desigualdades.
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La encclica Critas in Veritate nos dice:


se ha de subrayar que no basta progresar slo desde el punto de vista econmico y tecnolgico. El desarrollo necesita ser ante todo autntico e integral. El salir del atraso econmico, algo en s mismo positivo, no soluciona la problemtica compleja de la promocin del hombre, ni en los pases protagonistas de estos adelantos, ni en los pases econmicamente ya desarrollados, ni en los que todava son pobres, los cuales pueden sufrir, adems de antiguas formas de explotacin, las consecuencias negativas que se derivan de un crecimiento marcado por desviaciones y desequilibrios
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VII. La Comunidad Poltica


1. El Seoro de Dios y el Reinado de Cristo.

Jess, el Mesas prometido, ha combatido y derrotado la tentacin de un mesianismo poltico, caracterizado por el dominio sobre las naciones (Cf. Mt.4,8 -11; Lc 4,5-8). l es el que ha venido a servir y a dar su vida (Mc. 10,45). A los discpulos que discuten sobre quin es el ms grande, el Seor les ensea ha hacerse los ltimos y a servir a todos (Cf. Mc. 9,33-35).
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El plazo se ha cumplido. El Reino de Dios est llegando. Convirtanse y crean en el Evangelio (Mc 1, 15).
La voz del Seor nos sigue llamando como discpulos misioneros y nos interpela a orientar toda nuestra vida desde la realidad transformadora del Reino de Dios que se hace presente en Jess. Jesucristo es el Reino de Dios que procura desplegar toda su fuerza transformadora en nuestra Iglesia y en nuestras sociedades. En l, Dios nos ha elegido para que seamos sus hijos con el mismo origen y destino, con la misma dignidad, con los mismos derechos y deberes vividos en el mandamiento supremo del amor. El Espritu ha puesto este germen del Reino en nuestro Bautismo y lo hace crecer por la gracia de la conversin permanente gracias a la Palabra y los sacramentos 16

2. Comunidad poltica, persona humana y pueblo


La persona es el fundamento y el fin de la convivencia poltica. El hombre es una criatura social y poltica por naturaleza, de all que la comunidad poltica derive de la naturaleza misma de las personas. La comunidad poltica encuentra en la referencia al pueblo su autntica dimensin: ella es, y debe ser en realidad, la unidad orgnica y organizadora de un verdadero pueblo
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La comunidad poltica tiende al bien comn cuando acta a favor de la creacin de un ambiente humano en el que se ofrezca a los ciudadanos la posibilidad del ejercicio real de los derechos humanos y del cumplimiento pleno de los respectivos deberes: De hecho, la experiencia ensea que, cuando falta una accin apropiada de los poderes pblicos en lo econmico, lo poltico o lo cultural, se produce entre los ciudadanos, sobre todo en nuestra poca, un mayor nmero de desigualdades en sectores cada vez ms amplios, resultando as que los derechos y deberes de la persona humana carecen de toda eficacia prctica.

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3. Justicia y Caridad
el compromiso por el bien comn, cuando est inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y poltico...contribuye a la edificacin de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la familia humana Han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones, dando as forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y hacindola en cierta medida una anticipacin que prefigura la ciudad de Dios sin barreras (CV 7)

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VIII. La Comunidad Internacional 1. La Cooperacin internacional para el desarrollo.

La doctrina social induce a formas de cooperacin capaces de incentivar el acceso al mercado internacional de los pases marcados por la pobreza y el subdesarrollo. Pero al mismo tiempo el espritu de cooperacin internacional requiere que, por encima de la estrecha lgica del mercado, se desarrolle la conciencia del deber de solidaridad, de justicia social y de caridad universal, porque existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad
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La DSI propone dos principios fundamentales


El destino universal de los bienes: los bienes, aun cuando son posedos legtimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulacin indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradiccin con el destino universal que Dios creador asign a todos los bienes. El principio de solidaridad, debe ir siempre acompaado oportunamente por el de subsidiaridad, gracias al cual es posible estimular el espritu de iniciativa, base fundamental de todo desarrollo socioeconmico, en los mismos pases pobres: a los pobres se les debe mirar no como un problema, sino como los que pueden llegar a ser sujetos y protagonistas de un futuro nuevo y ms humano para todo el mundo

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IX. El cuidado del Medio Ambiente. La relacin del hombre con el mundo es un elemento constitutivo de la identidad humana. Y se trata de una relacin que nace como fruto de la unin, todava ms profunda, del hombre con Dios. La responsabilidad ecolgica, aunque es un tema que alcanza su auge y popularidad en la actualidad con una amplia difusin en los medios, en realidad hunde sus races en el mismo origen del hombre, es decir en la Creacin.

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Dios hizo todas las cosas buenas


La naturaleza, obra de la accin creadora de Dios, no es una peligrosa adversaria. Dios, que ha hecho todas las cosas, de cada una de ellas vio que estaba bien (Gen.1,4.10.12.18.21.25). En la cumbre de su creacin, el Creador coloc al hombre como que estaba muy bien (Gen. 1,31). Slo el hombre y la mujer, entre todas las criaturas, han sido queridos por Dios a imagen suya (Gen. 1,27): a ellos el Seor confa la responsabilidad de toda la creacin, la tarea de tutelar su armona y desarrollo (cf. Gen. 1,26-30). El vnculo especial con Dios explica la posicin privilegiada de la pareja humana en el orden de la creacin.
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Una ideologa que daa los bienes de la creacin


La poca moderna ha experimentado la creciente capacidad de intervencin transformadora del hombre. El aspecto de conquista y de explotacin de los recursos ha llegado a predominar y a extenderse, y amenaza hoy la misma capacidad de acogida del medio ambiente: el ambiente como recurso pone en peligro el ambiente como casa. A causa de los poderosos medios de transformacin que brinda la civilizacin tecnolgica, a veces parece que el equilibrio hombreambiente ha alcanzado un punto crtico.

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La creacin: don y responsabilidad


Una correcta concepcin del medio ambiente, si por una parte no puede reducir utilitariamente la naturaleza a un mero objeto de manipulacin y explotacin, por otra parte, tampoco debe absolutizarla y colocarla, en dignidad, por encima de la misma persona humana. En este ltimo caso, se llega a divinizar la naturaleza o la tierra, como puede fcilmente verse en algunos movimientos ecologistas que piden se otorgue un reconocimiento institucional internacionalmente garantizado a sus ideas
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La DSI subraya la responsabilidad humana de preservar un ambiente ntegro y sano para todos
La humanidad de hoy, si logra conjugar las nuevas capacidades cientficas con una fuerte dimensin tica, ciertamente ser capaz de promover el ambiente como casa y como recurso, en favor del hombre y de todos los hombres; de eliminar los factores de contaminacin; y de asegurar condiciones de adecuada higiene y salud tanto para pequeos grupos como para grandes asentamientos humanos. La tecnologa que contamina, tambin puede descontaminar; la produccin que acumula, tambin puede distribuir equitativamente, a condicin de que prevalezca la tica del respeto a la vida, a la dignidad del hombre y a los derechos de las generaciones humanas presentes y futuras.

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Ante esta situacin Aparecida nos deja algunas propuestas y orientaciones:


1.Evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la creacin, sabindola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el seoro humano sobre la tierra y los recursos, para que pueda rendir todos sus frutos en su destinacin universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad solidarias. Profundizar la presencia pastoral en las poblaciones ms frgiles y amenazadas por el desarrollo depredatorio, y apoyarlas en sus esfuerzos para lograr una equitativa distribucin de la tierra, del agua y de los espacios urbanos.
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3.- Buscar un modelo de desarrollo alternativo, integral y solidario, basado en una tica que incluya la responsabilidad por una autntica ecologa natural y humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes, y que supere la lgica utilitarista e individualista, 4.- Empear nuestros esfuerzos en la promulgacin de polticas pblicas y participaciones ciudadanas que garanticen la proteccin, conservacin y restauracin de la naturaleza. 5.- Determinar medidas de monitoreo y control social sobre la aplicacin en los pases de los estndares ambientales internacionales.
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Hacia una Civilizacin del Amor


La inculturacin del Evangelio o la Evangelizacin de la cultura. Consciente de la fuerza renovadora del cristianismo tambin en sus relaciones con la cultura y la realidad social, la Iglesia ofrece la contribucin de su enseanza para la construccin de la comunidad de los hombres, mostrando el significado social del Evangelio. La Iglesia, con su doctrina social, ofrece sobre todo una visin integral y una plena comprensin del hombre, en su dimensin personal y social. 1.
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2. Recomenzar desde Cristo.


Tambin en lo que respecta a la cuestin social se debe evitar la ingenua conviccin de que haya una frmula mgica para los grandes desafos de nuestro tiempo. No, no ser una frmula lo que nos salve, pero s una Persona y la certeza que ella nos infunde: Yo estoy con ustedes!. No se trata, pues, de inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradicin viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en l la vida trinitaria y transformar con l la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusaln celeste.
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3. Con una esperanza slida.


El sentido y el fundamento del compromiso cristiano en el mundo derivan de esta certeza, capaz de encender la esperanza, a pesar del pecado que marca profundamente la historia humana: la promesa divina garantiza que el mundo no permanece encerrado en s mismo, sino abierto al Reino de Dios. La Iglesia conoce los efectos del misterio de la impiedad pero sabe tambin que hay en la persona humana suficientes cualidades y energas, y hay una bondad fundamental (porque es imagen de su Creador), puesta bajo el influjo redentor de Cristo, cercano a todo hombre, y porque la accin eficaz del Espritu Santo llena la tierra

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4. Para construir la Civilizacin del Amor.


La finalidad inmediata de la doctrina social es la de proponer los principios y valores que pueden afianzar una sociedad digna del hombre. Entre estos principios, el de la solidaridad en cierta medida comprende todos los dems: ste constituye uno de los principios bsicos de la concepcin cristiana de la organizacin social y poltica. SS Juan Pablo II resalta que mi prjimo es mo y nos invita a ser solidarios con l no solamente compartiendo sino intuyendo sus necesidades .
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la caridad que es signo distintivo de los discpulos de Jesucristo


nos ensea que la ley fundamental de la perfeccin humana, y, por tanto, de la transformacin del mundo, es el mandamiento nuevo del amor. El comportamiento de la persona es plenamente humano cuando nace del amor, manifiesta el amor y est ordenado al amor. Esta verdad vale tambin en el mbito social: es necesario que los cristianos sean testigos profundamente convencidos y sepan mostrar, con sus vidas, que el amor es la nica fuerza que puede conducir a la perfeccin personal y social y mover la historia hacia el bien.
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