Delval Capt 9
Delval Capt 9
Delval Capt 9
sociales: la madre
Delval (capt. 9)
La investigación reciente ha mostrado que la compañía y el cariño de los otros es algo tan
necesario para el desarrollo como la alimentación, y que, por tanto, se encuentra entre las
necesidades básicas.
En la mitología y la literatura hay ya historias sobre niños que se han criado en
aislamiento, amamantados por animales, como Rómulo y Remo, los fundadores
mitológicos de Roma, que sobrevivieron gracias a los cuidados de una loba.
En épocas más recientes se han ido recogiendo casos de «niños lobos», «niños selváticos»,
seres con profundas privaciones sociales, situados entre los hombres y los animales.
Estos niños fueron encontrados tras largos años de vida en condiciones precarias y de gran
aislamiento, tenían una conducta muy alterada, muy lejos de los logros de sus compañeros
de edad, y que el daño era en su mayor parte irreparable.
La capacidad social se apoya en el desarrollo intelectual y la conexión entre ambas cosas
es muy estrecha.
Los hombres pueden relacionarse con individuos del pasado a través de vestigios de textos
escritos, de objetos, y también pueden mantener comunicación con otros individuos que
están alejados en el espacio apoyándose para ello en la representación.
La capacidad para establecer y. mantener vínculos sociales es un aspecto muy importante
del desarrollo humano, y es comprensible que a lo largo de la evolución se hayan
seleccionado conductas que favorezcan el contacto y la cooperación con otros seres
humanos.
Harlow y Harlow (1966) han distinguido en los primates cinco sistemas afectivos distintos
o que pueden estudiarse separadamente.
Estos sistemas afectivos son: el maternal o materno-filial, el sistema afectivo filio-
maternal, el sistema afectivo de los compañeros de edad o cantaradas, el sistema afectivo
sexual y heterosexual, que da lugar a las conductas sexuales adultas.
La necesidad del contacto social
Posiblemente hay un interés inicial por las personas porque son fuentes privilegiadas de
estimulación, mucho más versátiles que las cosas. Las personas producen estímulos de
varios tipos, visuales, sonoros, táctiles, etc., y además son iniciadoras de acciones.
En múltiples campos del desarrollo se ha ido descubriendo que el hombre no dispone al
nacer de capacidades muy especializadas, sino otras muy generales que se van
especializando gracias al contacto con el medio y los intercambios con los otros.
No existiría por tanto una predisposición a ser seres sociales.
Hitos en el establecimiento de las primeras relaciones sociales
En las primeras semanas se da la sonrisa fisiológica que consiste en una respuesta ante
estímulos internos y sensación de bienestar
Durante el segundo mes de vida se produce la sonrisa social, que va unida a un interés por
las personas.
Hacia los siete u ocho meses se forman lazos más estrechos con una o varias personas
específicas, en particular con la madre. Se produce lo que se llama la ansiedad por la
separación, es decir, manifestaciones claras de disgusto cuando se produce una separación
Si los niños se separan antes de los 6-8 meses, como por ejemplo, para ser adoptados en
otro medio familiar, se pueden producir ciertos desajustes debidos al cambio de prácticas y
de rutinas.
Pero estos efectos no son comparables con los efectos que tienen las separaciones
posteriores a partir de los siete u ocho meses. Ello sería debido a que todavía no se han
formado los apegos.
Los niños de pocos meses pueden ser cogidos y responden igualmente bien a diferentes
personas, pero a partir de los siete u ocho meses se empiezan a manifestar reacciones de
disgusto y de rechazo hacia las personas desconocidas y tendencia a orientarse hacia las
personas conocidas, con las que haya apegos, si están presentes.
Generalmente los adultos se comportan de una manera regular en las rutinas del cuidado
del niño, en darle de comer, limpiarle, interaccionar con él, calmarle, etc. Esa constancia
resulta entonces muy importante para el desarrollo.
Las expresiones emocionales
Las emociones tienen valor adaptativo para la supervivencia de los individuos, pues ponen
en marcha en un nivel muy básico respuestas adecuadas a la situación.
Las emociones tienen también un gran valor comunicativo, por medio de ellas, los demás
saben en qué estado nos encontramos y pueden adoptar la conducta apropiada.
En el bebé, que todavía no puede hablar, las emociones tienen una enorme utilidad para
establecer la comunicación con los demás, para informar a los otros de sus necesidades
Ante inyecciones, los niños manifiestan primero cara de dolor, pero a partir de los siete
meses expresan ira
Muy pronto los bebes son capaces de reconocer en los otros las reacciones emocionales.
Parecería que esa discriminación aparece hacia los tres meses todavía de una forma
incipiente, pero hacia los cuatro-cinco parece clara la distinción y si se presentan caras con
distintas expresiones emocionales, las de alegría y tristeza atraen más la atención y las
miran más, mientras que la ira, el miedo, el desagrado o la tristeza tienden a evitarse e
incluso provocan lloros en el niño
La primera relación social
Dado que el niño necesita que le alimenten, que le limpien, que mantengan su confort y que
esa tarea la realiza generalmente una misma persona, el niño asocia la satisfacción de
necesidades con la persona y va estableciendo una relación con ella
El descubrimiento del apego
John Bowlby formuló a partir de 1958 la teoría del apego según la cual la relación con los
otros es una necesidad primaria y tiene un importante valor para la supervivencia de los
individuos.
Harry Harlow (1958) comenzó a interesarse por la relación entre madre y críasmonos.
Harlow realizó una serie de experiencias de separación de monos de sus madres desde el
nacimiento y los crió con madres sustituías
Consideramos esencial para la salud mental que el bebé y el niño pequeño experimenten
una relación cálida, íntima y continuada con la madre (o sustituto materno permanente)
en la que ambos hallen satisfacción y goce».
Desde los primeros meses en adelante y a lo largo de toda la vida la presencia real o la
ausencia de una figura de apego es una variable principal que determina si una persona
está o no está alarmada por una situación potencialmente alarmante.
La interacción entre el niño y la madre
Mary Ainsworth, sí que ha realizado un trabajo experimental para establecer las diferencias
individuales en el apego, siguiendo las líneas del trabajo de Bowlby.
Los niños «apegados con seguridad», es decir, niños que manifiestan conductas positivas
hacia la madre tras la separación breve y que Ainsworth denomina apego de tipo B.
Los niños con resistencias, es decir, que tienen un apego ambivalente, de tipo C,
manifiestan no sólo conductas positivas, sino también negativas y de oposición, como
protestas, pataleos, etc.
Finalmente, hay niños que evitan el contacto, tienen un apego de evitación, de tipo A,
manifiestan conductas de ignorancia o conductas de evitación de la madre, como desviar la
mirada, etcétera
Una mala relación puede suponer además malas relaciones con el entorno.
Frecuentemente los niños agresivos, los niños que lo rompen todo, lo golpean todo y son
insoportables para los adultos que les rodean están protestando contra su estado, están
manifestando su malestar. A menudo la única manera que tiene un niño de que le atiendan
es romper algo, hacer algún desastre. Eso va a permitir que se ocupen de él, aunque sea
para castigarlo, para pegarle, pero al menos se ocupan de él. Podríamos considerar que es
una respuesta inadecuada, indeseable, pero es la única que se le presenta al niño como
posible.
Anna Freud, la hija del fundador del psicoanálisis, estudiando después de la segunda
guerra mundial el caso de niños supervivientes de campos de concentración observó un
pequeño grupo de niños que habían establecido lazos muy estrechos entre ellos, mientras
que no establecían lazos fuertes con los adultos. Esos niños habían sobrevivido en un
medio en el que los adultos con los que estaban relacionados habían ido siendo eliminados
y sólo habían podido formar lazos entre ellos, lazos que tenían semejanzas con los que
habitualmente se establecen con adultos, manifestando.
Un grupo que ha sido particularmente estudiado es el de los bosquimanos del desierto de
Kalahari, en el África austral. En estos pueblos los niños son transportados por la madre
continuamente hasta que pueden andar por sí mismos, el período de amamantamiento es
largo, de varios años, y el niño está casi permanentemente en contacto físico, tocando piel
con piel, con su madre o con un adulto. Las peticiones del niño, expresadas a través de sus
lloros, son atendidas casi inmediatamente, al niño no se le deja llorar. La actitud de los
adultos en general es muy positiva hacia los niños pequeños, y se les apoya mucho
Esos vínculos que se forman en la niñez con la madre y otras figuras de apego ¿se
mantienen estables en la edad adulta? ¿Cómo afectan a las relaciones con los otros que se
van formando posteriormente? ¿Influyen de alguna manera en la elección amorosa y la
relación con la pareja elegida, como sostenían Freud o Bowlby
La persona con apego seguro tiene más confianza en ella misma, pues se sabe querida y
eso le da seguridad, confianza en sí misma y en los otros.
En cambio un apego inseguro hace que cualquier conducta ambivalente o poco clara de los
otros con los que uno se siente vinculado afectivamente, se interprete como un rechazo
total y lleve a la desesperación o al rechazo.
Mary Main, Kaplan y Cassidy (1985) han encontrado que hay una impresionante
continuidad entre las historias de apego y el cuidado de los hijos.