Este documento describe diferentes tipos de personas involucradas en organizaciones criminales que pueden acceder a beneficios legales a cambio de proveer información a las autoridades. Describe al delator, que provee información para desmantelar una organización criminal; al arrepentido, que se aparta de la organización por razones morales o religiosas; y al disociado, que simplemente desea apartarse de la actividad criminal sin delatar a nadie ni arrepentirse. Incluye ejemplos históricos de cada tipo, como Joe Valachi, Leonardo Vitale y Adri
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Este documento describe diferentes tipos de personas involucradas en organizaciones criminales que pueden acceder a beneficios legales a cambio de proveer información a las autoridades. Describe al delator, que provee información para desmantelar una organización criminal; al arrepentido, que se aparta de la organización por razones morales o religiosas; y al disociado, que simplemente desea apartarse de la actividad criminal sin delatar a nadie ni arrepentirse. Incluye ejemplos históricos de cada tipo, como Joe Valachi, Leonardo Vitale y Adri
Este documento describe diferentes tipos de personas involucradas en organizaciones criminales que pueden acceder a beneficios legales a cambio de proveer información a las autoridades. Describe al delator, que provee información para desmantelar una organización criminal; al arrepentido, que se aparta de la organización por razones morales o religiosas; y al disociado, que simplemente desea apartarse de la actividad criminal sin delatar a nadie ni arrepentirse. Incluye ejemplos históricos de cada tipo, como Joe Valachi, Leonardo Vitale y Adri
Este documento describe diferentes tipos de personas involucradas en organizaciones criminales que pueden acceder a beneficios legales a cambio de proveer información a las autoridades. Describe al delator, que provee información para desmantelar una organización criminal; al arrepentido, que se aparta de la organización por razones morales o religiosas; y al disociado, que simplemente desea apartarse de la actividad criminal sin delatar a nadie ni arrepentirse. Incluye ejemplos históricos de cada tipo, como Joe Valachi, Leonardo Vitale y Adri
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JOSE LUIS FRANCIA ARIAS
El dato histórico nacional y de derecho
comparado, nos presentan diversas formas de acceder a beneficios premiales frente a un proceso penal, especialmente de crimen organizado. A partir de la estructura normativa, podemos identificar a personajes que tienen características distintas entre sí para acceder al premio, motivaciones distintas que requieren una explicación diferenciada. Así, tenemos: 1. EL DELATOR Es el personaje que en un determinado momento decide apartarse de la actividad delictiva, de su pertenencia a un organización criminal, pero que adicionalmente a ese mero apartamiento o desvinculación, ha añadido proveer de información a la policía o al Ministerio Público con la finalidad de que éstos puedan desactivar la organización, puedan aprehender a sus integrantes, jefes, cabecillas o directivos; desbaratar la organización; identificar las fuentes de financiamiento o, en su defecto, también identificar, obtener o requisar el armamento utilizado para cometer estos hechos delictivos, o bienes adquiridos, o dinero invertido en determinados negocios, a cambio de un beneficio que normalmente está referido a obtener un mejor trato de la justicia. En esta categoría se pueden inscribir una serie de personajes de organizaciones criminales que, efectivamente, brindan información bajo el supuesto de una “delación premiada”. a) EL CASO JOE VALACHI. Uno de los casos más célebres en el Derecho comparado ocurrió en 1963, en Nueva York. JOE VALACHI Decidió revelar información acerca de la existencia de una organización criminal secreta, hasta ese entonces desconocida en norteamérica, que se hacía llamar Cosa Nostra. Además de revelar su pertenencia a este grupo mafioso, brindó información suficiente acerca de la estructura orgánica que permitió el procesamiento y condena de muchos mafiosos. “Valachi dijo [al FBI] que la Cosa Nostra estaba dividida en ‘familias’ y que cada familia decidía sin apelación en el área de influencia asignada (…), al cabeza de ‘familia’ se le llama capo o jefe. Le sigue en importancia el subcapo o subjefe. A continuación hay cierto número de caporegime o tenientes. Cada teniente está al mando de un regime o equipo. El equipo está formado de soldados, cuya importancia está en función de su personal experiencia, influencias y capacidad” (MAAS, Peter. Joe Valachi. Secretos de la Cosa Nostra;1973). Esta historia fue llevada al cine: The Valachi Papers (1972) o Los secretos de la Cosa Nostra. El Padrino II. b) EL CASO ARANA FRANCO. Es el conocido como “Cholo Sotil”, responsable del aparato económico-financiero del grupo terrorista Sendero Luminoso. Fue capturado en junio de 1992, y fue quien brindó información que permitió la posterior captura de Abimael Guzmán y la cúpula senderista. Se le cambio de identidad y se desconoce su actual paradero. La importancia que tenía dentro de la estructura jerárquica en su calidad de responsable del aparato central de economía, así como la calidad de la información aportada se recoge en los testimonios inéditos de los propios policías que intervinieron en la denominada “captura del siglo”, en el documental 1509: Operación Victoria, dirigido por la cineasta Judith Vélez. 2. EL ARREPENTIDO El integrante del grupo mafioso puede apartarse de la organización atendiendo a múltiples motivaciones. Para este caso, lo hace porque presenta un cuadro psicológico de conversión o de transformación que le motiva retornar a la legalidad. En este estado, deplora su pasado. Reniega de su vida anterior. Le perturba reconocer haber cometido ilícitos que entiende ahora que están mal, luego de haberlos contrastado con algunas premisas morales o religiosas. Es probable que, en muchos de estos casos, sea el cargo de conciencia de haber participado en asesinatos y otras actividades ilícitas, propias de las organizaciones criminales, el que haya influido para generar hastío y rechazo a actos al margen de la legalidad. También puede haberse motivado por crisis religiosas que atraviesa el sujeto, desencadenando un proceso de reconocimiento de culpas, que únicamente serán superadas por un mecanismo de redención; lo cierto es que se produce una conversión relevante para optar por reconducir su comportamiento hacia la legalidad. De las pocas historias que registra el derecho penal premial, existen dos relevantes: a) EL CASO LEONARDO VITALE. En marzo de 1973, en circunstancias que atravesaba una crisis existencial, predominantemente religiosa, este joven, perteneciente a una organización criminal, se acercó a la escuadra móvil de Palermo, y ante la sorpresa del equipo de investigaciones, reveló su pertenencia a una cosca mafiosa, y contribuyó con información suficiente y útil para resolver una serie de muertes ocurridas en años anteriores que para la justicia se trataban de casos no resueltos. Pese a admitir dos asesinatos, un secuestro y delitos menores y revelar la identidad de sus mandantes, así como la identidad de responsables de otros homicidios, no le creyeron, y como se encontraba pasando una crisis espiritual sustentado en su “renacimiento religioso”, lo consideraron un loco. Anteriormente se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico, hecho que motivó que, tras su reclusión, fuera examinado por psiquiatras para verificar su real estado, y fue considerado un semiimputable, diagnóstico suficiente como para que la defensa de los mafiosos en juicio cuestionara la veracidad de su testimonio, y se invocara su inutilidad como prueba de cargo. Cuando se encontraba recluido y con tratamiento psiquiátrico, redactó el siguiente texto: “Semidebilidad mental=enfermedad psíquica. Mafia=enfermedad social. Mafia política=enfermedad social. Autoridades corruptas=enfermedad social. Prostitución=enfermedad social, sífilis, condiloma, etc.=enfermedad física que influye en la psique del enfermo desde la infancia. Crisis religiosa=enfermedad psíquica que se deriva de esas otras enfermedades. Esos son los males de los que yo, Leonardo Vitale, resucitado en la fe del verdadero Dios, he sido víctima”. Este dramático testimonio fue recogido por los psiquiatras forenses, e incluido en el maxiprocesso (LUPO, Salvatore. La historia de la mafia. Desde sus orígenes hasta nuestros días. Fondo de Cultura Económica, México D.F., 2009). Luego de once años de reclusión, en 1984 fue puesto en libertad, después de que otro miembro del clan mafioso, esta vez de mayor jerarquía, decidiera revelar ante el juez Giovani Falcone la estructura y funcionamiento de la Cosa Nostra. Los magistrados confrontaron lo dicho por Tomaso Buscetta con lo declarado en 1973 por Vitale, y confirmaron la autenticidad de su testimonio. Ese mismo año, en el mes de diciembre y cuando salía de la misa dominical, le dispararon a matar en plena vía pública. En el derecho premial italiano se le considera el primer “arrepentido”. Su vida se llevó al cine: L’uomo di vetro (2007). b) EL CASO GASPARE SPATUZZA. Fue condenado por seis grandes atentados y unos cuarenta homicidios, en la cárcel vivió una conversión religiosa y se puso a estudiar Teología, gracias al apoyo del capellán de la cárcel, un fraile capuchino. Se comenta que hasta “aprueba los exámenes con sobresaliente” (DOMÍNGUEZ, Íñigo. Crónicas de la mafia; Madrid, 2014). Su testimonio fue determinante y sirvió como prueba de cargo para la condena por Asociación Mafiosa del ex senador Marcello Dell’Utri, hombre de confianza del ex primer ministro Silvio Berlusconi. La condena en última instancia por la Corte Suprema italiana se produjo en mayo de 2014. Con su testimonio se elaboró el Documental “La trattativa” (2014). 3. EL DISOCIADO Es aquel sujeto que voluntariamente se aparta de la organización criminal, no por un tema de arrepentimiento, porque no se arrepiente de su pasado, pero tampoco decide delatara nadie, únicamente lo hace con fines de apartamiento de la organización criminal; lo hace con el fin de no continuar en la actividad delictiva. a) EL CASO ADRIANA FARANDA. Dentro de prisión impulsó un camino de disociación, de abandono a la organización terrorista italiana Brigadas Rojas. Entendió que el mejor camino para culminar el proceso terrorista era disolviéndolo desde el seno de la organización. Rechazo a la violencia y a la lucha armada era la bandera que enarbolaban; y, por otro lado, buscaban una nueva oportunidad para jóvenes militantes que procuraban una reinserción social, admitiendo el error del camino escogido, sobre todo cuando entendieron que sobre ellos había recaído la pena de cadena perpetua por su intervención en actos terroristas. En una entrevista declaró: “[la disociación] en mi caso comenzó muy poco después de mi detención. Para nosotros no eran importantes las posiciones individuales, sino conseguir que la lucha armada fuera desprovista de legitimidad. No queríamos actuar en términos militares, como los arrepentidos, que permitían que se detuviera a otras personas y que la lucha armada fuera frenado (sic) por la vía militar. Nos interesaba acabar con la lucha armada en términos políticos, aportar argumentos y librar una batalla dialéctica en las cárceles que se reflejara en el exterior, para cuestionar las raíces de nuestra elección de la violencia. Eso solo podía hacerse colectivamente” (diario El País, del 26 de noviembre de 2006). Fue el secuestro y posterior asesinato del jefe máximo de la Democracia Cristiana italiana, Aldo Moro (1978), que motivó esta postura de apartamiento al grupo criminal. En la cinta Buenos días, noche (2003), se relatan los pormenores del cautiverio de Moro, pero también los conflictos internos de los integrantes del grupo criminal sobre el destino de su vida. En la actuación de Chiara (Anna Laura Braghetti) se aprecia el germen de la disociación temprana, debido a decisiones que atentaban contra la vida de las personas. b) EL CASO DE CAMPESINOS Y NATIVOS PERUANOS. En nuestro país, la fase de desmovilización fue promovida en los 90 por las Fuerzas Armadas, para los campesinos y nativos que fueron incorporados por la fuerza al grupo criminal Sendero Luminoso. La norma aplicada que facilitó la reinserción pacífica a la vida comunitaria de los campesinos, y que fue determinante para el abandono masivo del grupo terrorista, sin mayor exigencia que su simple apartamiento, fue el Decreto Supremo N° 015-93-JUS, Reglamento de la denominada Ley de Arrepentimiento. En aplicación de este dispositivo, se les hacía firmar un documento de renuncia a seguir colaborando con los grupos terroristas y se les asignaba un Código de Identificación, cuya información era manejada por las autoridades del Estado para evitar represalias futuras de la organización armada. Dada la naturaleza personalísima de dicha información, esos datos no deberían revelarse por afectar la intimidad de las personas –y también su seguridad personal–.