La "sucretización" fue el proceso durante el gobierno de Oswaldo Hurtado en el que las deudas externas privadas en dólares fueron convertidas a deudas internas en sucres, haciendo que el Estado ecuatoriano asuma la responsabilidad de pagar esas deudas privadas en dólares a los acreedores externos. Esto benefició a un pequeño número de personas y empresas privadas, pero socializó esas deudas privadas entre toda la población ecuatoriana. La "sucretización" se hizo sin
La "sucretización" fue el proceso durante el gobierno de Oswaldo Hurtado en el que las deudas externas privadas en dólares fueron convertidas a deudas internas en sucres, haciendo que el Estado ecuatoriano asuma la responsabilidad de pagar esas deudas privadas en dólares a los acreedores externos. Esto benefició a un pequeño número de personas y empresas privadas, pero socializó esas deudas privadas entre toda la población ecuatoriana. La "sucretización" se hizo sin
La "sucretización" fue el proceso durante el gobierno de Oswaldo Hurtado en el que las deudas externas privadas en dólares fueron convertidas a deudas internas en sucres, haciendo que el Estado ecuatoriano asuma la responsabilidad de pagar esas deudas privadas en dólares a los acreedores externos. Esto benefició a un pequeño número de personas y empresas privadas, pero socializó esas deudas privadas entre toda la población ecuatoriana. La "sucretización" se hizo sin
La "sucretización" fue el proceso durante el gobierno de Oswaldo Hurtado en el que las deudas externas privadas en dólares fueron convertidas a deudas internas en sucres, haciendo que el Estado ecuatoriano asuma la responsabilidad de pagar esas deudas privadas en dólares a los acreedores externos. Esto benefició a un pequeño número de personas y empresas privadas, pero socializó esas deudas privadas entre toda la población ecuatoriana. La "sucretización" se hizo sin
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SUCRETIZACIÓN
INTRODUCCIÓN
Durante la bonanza petrolera, el Estado se convirtió en el instrumento
repartidor de los cuantiosos ingresos percibidos -divisas del petróleo y del endeudamiento externo-, para fortalecer, sobre todo, el proceso de reproducción y acumulación del capital. Luego, cuando el país -a inicios de la década de los ochenta del siglo pasado- se vio afectado por el doble choque exógeno, producido por la caída de los precios del petróleo y la elevación de las tasas de interés que condujo a la reducción de los flujos financieros, el Estado comenzó a asumir el peso del estrangulamiento y lo difundió hacia el resto de la sociedad. No en forma equilibrada, por supuesto. En estas condiciones, el proceso de reajuste, que apareció como inevitable, afectó a toda la economía. Sin embargo, el sistema financiero y un número apreciable de empresas privadas, encontraron en la acción estatal su salvación. La naturaleza fraudulenta de la «sucretización»
El gobierno del doctor Oswaldo Hurtado Larrea, al que le tocó inaugurar
los ajustes de inspiración neoliberal, convirtió las deudas en dólares de algunas decenas de agentes económicos privados, libremente contratadas fuera del país, a deudas en sucres con el Banco Central del Ecuador. Así el instituto emisor asumió el compromiso de pago en dólares frente a los acreedores internacionales. De esta manera, (¿al margen de la ley?) las deudas externas privadas pasaron a engrosar la deudapública externa. Este proceso es el que se conoce vulgarmente como “la sucretización de la deuda externa privada”: conocido también como “créditos de estabilización” o a secas “sucretización”. En realidad fue un proceso de socialización o estatización de deudas privadas. Como muchas otras medidas aplicadas en torno al endeudamiento externo, la “sucretización” no fue el resultado de una reflexión propia del gobierno ecuatoriano. Como consecuencia del proceso de negociaciones de la deuda externa, iniciado el año 1982, los acreedores plantearon la transformación de las deudas externas privadas en deuda pública. Así se cumplió una de las condicionalidades del FMI y del Banco Mundial, que argumentaban -no sólo para el caso ecuatoriano- que el Estado es mejor garante para atender estos créditos que los particulares. Esto configura otro ejercicio de colusión abusiva y dolosa, en beneficio de los acreedores privados. Además, presionado internamente por la situación económica y por los grupos de poder, Hurtado Larrea, quien no contaba con un sólido respaldo político, decidió que el Estado asuma la deuda del sector privado. Este mecanismo permitió que las obligaciones en dólares de los deudores privados se conviertan en obligaciones en sucres. La “sucretización” benefició a un reducido número de personas naturales y jurídicas, muchas de las cuales han sido actores de primera línea en un complejo y añejo proceso de “privatización” del Estado. Recuérdese que en el Estado, como parte de este proceso social de larga data, han intervenido directa o indirectamente, en calidad de actores y de beneficiarios, los grupos financieros más poderosos. En la práctica, fue una garantía de crédito en favor de los acreedores externos y una garantía de cambio para los deudores en moneda extranjera. La “sucretización” determinó que, a partir de 1983, la mayoría de la deuda externa del sector privado se convirtiera en forma indiscriminada deuda del sector público, es decir de toda la sociedad. En este punto conviene tener presente la liberalidad con que operaban las finanzas internacionales en la época del reciclaje de los petrodólares. Walter Spurrier, en julio de 1983, describía este manejo poco cuidadoso: “La mayor parte del crédito externo vino en forma de avales. (…) Para la banca externa, lo fácil y conveniente era abrir una línea de crédito a nombre de un banco o compañía financiera. Poco le importaba a quien le conceda el préstamo el banco local; a fin de cuentas, es la entidad crediticia local la que respondía. Por cierto, hubieron créditos directos tomados por la banca nacional para sus propios fines: i) construcción de sedes sociales, ii) vender divisas en el mercado libre para prestar el monto en sucres, a una tasa superior de interés. Además ciertos créditos externos fueron concedidos sin aval directamente a las tradicionales y fuertes empresas ecuatorianas, sobre todo aquellas que exportan”. [2] Cuestionable fue que no se previeron mecanismos para saber si las deudas declaradas estaban realmente pagadas: los registros del Banco Central, que eran incompletos, sólo consideraban su ingreso y no su pago. Algo que se explicaría por la ineficiencia burocrática del Banco Central y en gran medida también porque las deudas no registradas no tenían que pagar impuestos; este fue el caso de las empresas de la construcción. Spurrier anotaba, entonces, que “la deuda no registrada sigue siendo un enigma”. El mismo Abelardo Pachano afirmó posteriormente que no debería sorprender pues, que pueda haberse “sucretizado” más de un crédito ficticio y también créditos de otra manera irrecuperables. Adicionalmente no se investigó si los deudores tenían reservas en dólares. Era fácil suponer que muchos agentes económicos privados tenían reservas en dólares y otras divisas, dentro e incluso fuera del país, para atender el servicio de sus deudas externas. El propio ex-presidente Hurtado, reconocería esta realidad en un libro que escribió sobre la deuda [3], en el que asevera que las personas naturales y jurídicas, para protegerse de las presiones cambiarias, “aumentaban sus provisiones en moneda extranjera”. Otras personas endeudadas quizás no pudieron acceder a los dólares necesarios para pagar sus obligaciones, pero debían haber estado en capacidad de entregar los sucres equivalentes al Banco Central. Y por cierto las empresas exportadoras no debían tener dificultades en acceder a los dólares, que los recibían como resultado directo de sus operaciones comerciales. Tampoco se averiguó sobre la existencia de garantías y menos aún sobre el destino real de los fondos. Se “sucretizó” casi toda la deuda privada, sin importar el destino que se dio a los créditos contratados libremente en el exterior. Una lectura de cómo se distribuía la deuda es conveniente en este punto. En 1981, poco antes de la “sucretización”, la deuda del sector privado, con un monto total de 1.543 millones de dólares, se dividía de la siguiente manera: 31,7 por ciento en la industria, 18,9 por ciento en el comercio, 15,7 por ciento en deudas de individuos particulares y un 14,3 por ciento en la construcción. El resto de sectores tenían participaciones inferiores: el sector financiero un 7,4 por ciento, los servicios 6,2 por ciento, mientras que la agricultura recibió apenas un 1,7 por ciento. Resulta revelador observar que en el listado de “sucretizados” aparecen entidades que no tienen nada que ver con actividades productivas. Algunos nombres a modo de ejemplo: el Quito Tenis y Golf Club, el Guayaquil Tenis Club, los equipos de fútbol Barcelona y Emelec, el hipódromo Buijo, Club Ballenita, Club del Banco del Pacífico, Club de Automovilismo y Turismo de Guayaquil, Club Deportivo PIN S.A. y el Club Ecuestre La Herradura. Aquí cabe preguntarse por la utilidad productiva de estas “empresas” que se beneficiaron de la “sucretización” otorgada generosamente por el doctor Hurtado Larrea. En la lista de beneficiados asoman también grandes casas comerciales, que fueron instrumentos para el auge consumista de la bonanza petrolera. Igualmente habría que destacar en la lista a personas vinculadas con medios de comunicación, personalidades de la política. La lista incluye a un gran número de empresas constructoras y lotizadoras. También habría que incorporar a los bancos que se beneficiaron directamente de este salvataje: Banco del Pacífico, Banco Continental, Banco de los Andes, Banco del Progreso, Financiera Andina, Banco de Descuento, Banco del Pichincha, incluso el City Bank asoma entre los beneficiarios. También se habría “sucretizado” deudas de viajes de turismo o para adquirir departamentos en el exterior, a más por cierto de deudas que ya estaban pagadas… Lo cierto es que no hubo un análisis minucioso de cada de una de las personas que “sucretizaron” sus deudas externas. Unas pocas fueron los que se endeudaron en el exterior, mientras les resultó cómodo y beneficioso. El rato de pagar, todos fuimos convocados a hacerlo. Por aquí, entonces, aparecen argumentos sólidos para demostrar lo que León Roldós Aguilera, ex-vicepresidente de la República en el gobierno de Hurtado, calificó como la “ naturaleza fraudulenta ” de la “sucretización”. Según Roldós, lo que pudo justificarse para ciertas actividades productivas, “se convirtió en un mecanismo de impúdico beneficio para decenas de personas dada la falta de control del Banco Central una vez que se procedió a su aplicación”. Lo concreto es que, frente a las dificultades que se presentaron en esos años, el gobierno de Hurtado Larrea instrumentó este mecanismo para salvar a los “ amantes del riesgo, agresivos en la captación de una mayor porción del mercado, proclives a intermediar con moneda extranjera y poco cuidadosos en la selección del portafolio ”, como caracterizó posteriormente el mismo Pachano a los diversos agente económicos beneficiarios de la "sucretización”. Gran parte de los datos aquí brevemente descritos permanecieron en la penumbra por muchos años. Los nombres de empresas y personas, que se acogieron a esta medida, fueron guardados celosamente por las autoridades de los gobiernos del más variado tinte político, desde que empezó su instrumentación en 1983 hasta 1994, cuando fue posible publicarlos. [6] La posibilidad de disponer de más informaciones sobre el tema, es uno de los mayores aportes del trabajo realizado por la Comisión de Auditoría Integral del Crédito Público en el 2008. - La ampliación de los regalos de la «sucretización» Al iniciar su gobierno, el ingeniero León Febres Cordero completó la faena de su antecesor al ampliar aún más las ventajosas condiciones de pago de la deuda externa “sucretizada”, concedidas durante la administración precedente: El período de gracia pasó de 1 año y medio a 4 años y medio. Se extendieron los plazos de pago de 3 a 7 años. Igualmente se congeló la tasa de interés en 16 por ciento, cuando las tasas comerciales vigentes superaban el 28 por ciento. Se anuló la comisión de riesgo cambiario, congelando el tipo de cambio en 100 sucres por dólar.
PLAN DE RECUPERACIÓN DE UN ÁREA DEGRADADA CON ÉNFASIS EN LA INTERVENCIÓN EN EL PAISAJE NATURAL: "Estudio de Una Cantera Ubicada en El Sector de Capulispamba KM 21"