Una Luz Al Costado Del Mundo

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CENTRO CULTURAL DEL BID

UNA LUZ AL COSTADO DEL MUNDO

Marzo 2001 No. 41

ENCUENTROS

Una luz al costado del mundo


Conferencia de

Wade Davis

WADE DAVIS

CENTRO CULTURAL DEL BID


Coordinacin General y Artes Visuales: Flix Angel Coordinacin General Asistente : Soledad Guerra Conciertos y Conferencias: Anne Vena Programa de Desarrollo Cultural en la Regin: Elba Agusti Coleccin de Arte del BID: Gabriela Moragas

En mayo de 1992, el Banco Interamericano de Desarrollo cre el Centro Cultural en su sede de Washington, D.C., con el propsito de establecer una sala de exposicin y un foro permanente desde donde difundir las manifestaciones ms destacadas de la vida artstica e intelectual de sus pases miembros, que se sitan en Norte, Centro y Sur Amrica, el Caribe, Europa Occidental, Israel y Japn. El Centro Cultural contribuye a realzar la expresin cultural como un elemento integral del desarrollo econmico y social de los pueblos. Las actividades del Centro, a travs del Programa de Artes Visuales y de la Serie de Conciertos y Conferencias, estimulan el dilogo y un mayor conocimiento de la cultura de los pases americanos . El Programa de Desarrollo Cultural en la Regin se estableci en 1994 para apoyar proyectos en Amrica Latina y el Caribe que promueven el desarrollo cultural comunitario y la educacin artstica de jvenes en el nivel local, y provee apoyo institucional para la conservacin del patrimonio cultural, entre otros aspectos. La Coleccin de Arte del BID, conformada a lo largo de muchos aos, es asimismo administrada por el Centro Cultural. La Coleccin refleja adquisiciones que van de acuerdo con la relevancia e importancia hemisfrica que el Banco ha logrado despus de cuatro dcadas de existencia como institucin financiera pionera en el desarrollo de la regin.

Banco Interamericano de Desarrollo y Wade Davis. Derechos reservados.

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Wade Davis
Uno de los encendidos placeres que los viajes nos deparan es la oportunidad de vivir entre quienes no han olvidado las formas antiguas de ser, los que an sienten el pasado en la caricia del viento, lo palpan en las rocas pulidas por la lluvia y lo saborean en el amargor de las hojas de una planta. Saber que an hay chamanes encarnados en un jaguar que viajan ms all de la Va Lctea, o que los mitos de los ancianos inuit rebosan de un sentido que an resuena, es tener presente una revelacin central de la antropologa: que el mundo en que vivimos no existe en un sentido absoluto determinado, sino que no pasa de ser un modelo de la realidad, la consecuencia de una serie de elecciones intelectuales que nuestros antepasados, si bien de manera satisfactoria, hicieron muchas generaciones antes que la nuestra. Ya se trate de los penan en las selvas de Sarawak y Borneo, de los seguidores del vud en Hait o de los pastores de los rebaos de yaks en las laderas del Qomolangma, la diosa madre del mundo, lo que nos ensean todos estos pueblos y culturas es que existen otras formas de ser, otras formas de pensar y otras maneras de relacionarse con los dominios de lo espiritual. Esta idea no puede hacer otra cosa que llenarnos de esperanza. Estas culturas en su totalidad tejen una malla espiritual de vida, una etnosfera, por decir as, que envuelve y protege nuestro planeta igual que lo hace la biosfera. Esta etnosfera puede concebirse como la suma total de todos los pensamientos, sueos, ideas e instituciones materializadas por la imaginacin humana desde los albores de la conciencia. Pero se est degradando gravemente, tanto como la biosfera. En efecto, ningn bilogo se atrevera a sealar que ms de la mitad de las especies naturales que se conocen estn a punto de desaparecer. No obstante, es bien sabido que sta es la situacin ms optimista en el mbito de la diversidad cultural y lingstica. El gran indicador, desde luego, es la prdida de las lenguas. Cuando cada uno de ustedes naci, se hablaban en la Tierra seis mil lenguas. Una lengua no es meramente un voca-

Una luz al costado del mundo se present en el Banco Interamericano de Desarrollo, en Washington, D.C., el 6 de marzo de 2001 como parte del programa de Conferencias del Centro Cultural del BID.

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bulario ni un conjunto de reglas gramaticales, es un relmpago del espritu humano; es un vehculo del que cada cultura se sirve para expresarse en el mundo material. De esas seis mil lenguas que se hablaban cuando nacimos, la mitad no se ensean actualmente a los nios en edad escolar. Hoy por hoy, slo quedan trescientos idiomas que son hablados por ms de un milln de personas. Los lingistas nos advierten de que, en un siglo ms, esta diversidad quedar reducida a unos pocos centenares de lenguas. Dicho de otro modo, durante nuestra vida, la mitad del legado de la humanidad est desapareciendo frente a nuestros ojos. Es importante recordar que, al margen de que una lengua sea hablada por mil, cien mil o un milln de personas, cada una representa un linaje intelectual y espiritual que llega a nosotros desde el principio de los tiempos. En los primeros aos setenta, como antroplogo recin egresado de Harvard nunca entend cmo se esperaba de m que de pronto me presentara en una aldea que poda pertenecer a los barasanas del noroeste del Amazonas, en Colombia, un pueblo convencido de que lleg desde el Este por el ro, en el vientre de una anaconda sagrada, o en canoas arrastradas por la anaconda sagrada y que fue regurgitado en los distintos afluentes del Amazonas en su parte noroccidental, anunciar que iba a permanecer all seis meses, decirle al dirigente de la comunidad que tenan que alimentarme y albergarme porque vena yo a estudiar la vida privada de todos ellos, ni ms ni menos. Si un intruso con semejantes intenciones se plantase a la puerta de nuestra casa, llamaramos a la polica. En fecha tan temprana intent encontrar un

conducto hacia la cultura, el medio o la metfora adecuada para echar abajo la barrera intrnseca que existe, por definicin, entre una persona de fuera y un pueblo con el que sta quiere vivir en calidad de husped. Si, por ejemplo, quisiera conocer el modo de vida de la gente de la parte noroccidental de la cuenca del Amazonas, me hara botnico. Y es que para esta gente las plantas lo son todo. En un mundo dominado por el agua, el silencio y la vegetacin, algunas sociedades como la de los barasanas no distinguen cognoscitivamente el color verde del azul, porque el dosel de la selva se equipara con la propia bveda celeste. Y si uno quisiera entender la forma de ser de los pueblos del Anaconda, como los cubeos, los tukanos, los barasanas, los makunas y otros grupos diversos de Colombia y del Amazonas, las plantas son el medio evidente para hacerlo. Por el contrario, si uno lo que quiere es entender la forma de vida de los inuit, un pueblo para el que la sangre sobre el hielo no es un signo de muerte, sino la afirmacin de la vida, el conducto obvio para acercarse a su cultura sera la caza. Porque los mitos de estos pueblos son, ni ms ni menos, la expresin del convenio existente entre el depredador y su presa, y constituyen una manera de racionalizar el hecho terrible de que, para vivir, tienen que matar lo que ms quieren, es decir, a los animales de los que dependen. En la etnografa, es frecuente que el tipo de terreno donde se vive sea la clave del modo de ser. El gran escritor Lawrence Durrell dijo alguna vez que se poda despoblar Francia y llenarla de trtaros; no obstante, en unas cuantas generaciones volveran a surgir los rasgos naciona-

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les: la aficin por la buena comida, las mujeres y los hombres bellos, un cinismo infatigable y una postura reflexiva contra lo estadounidense. Durrell se refera a algo que los cronistas de viajes entienden: de la misma manera que el entorno define a la gente, la cultura nace del espritu del lugar. Margaret Atwood, una de nuestras grandes escritoras canadienses, ha dicho que para entender la esencia de Estados Unidos, Inglaterra y Canad, se necesitan slo tres palabras: para Estados Unidos, frontera y todo lo que sta implica; para Inglaterra, isla, con todo lo que implica; para Canad, supervivencia, pues en efecto la idea del Norte es lo que llena nuestra imaginacin y define la esencia del alma nacional. De hecho, un gran poeta francocanadiense, Gilles Vigneault, alguna vez expres de esta manera nuestro callado patriotismo: mi pas no es un pas, es el invierno. A menudo he podido comprobar que el entorno es la clave del modo de ser. Hace poco estuve en el norte de Kenya trabajando con grupos nmadas llamados los rendilles y los ariaales. Viven en el desierto Kaisut, un yunque que el sol martillea sin piedad. Para estos pueblos, la sequa no es una especie de cruel anomala; es una caracterstica normal del clima. Sobrevivir a la sequa es el imperativo fundamental que les ha permitido llegar a ser quienes son. Son pastores de camellos y ganado, y cada individuo tiene el deber de reunir tantas cabezas como pueda, de manera que, si se produce una gran sequa, al menos una parte de su rebao sobrevivir. Y para tener un gran nmero de animales, es til tener muchos hijos. Esto ltimo representa un incentivo para la poligamia, de modo que stas son sociedades polgamas, en las que un

anciano puede tener hasta cuatro mujeres para procrear su descendencia. Naturalmente, como sucede en gran parte del mundo, las mujeres hacen todo el trabajo. Y al hacerlo, tambin paren a los hijos que resultan tiles para la supervivencia de las familias. Dicho esto, si a los ancianos la riqueza les permite tener varias esposas, sigue habiendo un problema con los varones en edad viril. En esencia, esta sociedad se deshace de ellos mandndolos a los fora, alejados campamentos situados en la periferia de las tierras de la comunidad donde los animales pastan y donde los jvenes pueden atacar los rebaos de los enemigos. Para que esta separacin sea algo que los jvenes desean, se la envuelve en prestigio. El momento de mayor importancia en la vida de un joven es el de su circuncisin en pblico cuando, frente a todos los de su edad reunidos, se sienta frente al manyatta mientras todo su cuerpo es baado con leche tibia y permanece inmvil mientras se le practican los nueve cortes del prepucio que manda el rito. Si se estremece por el dolor, no slo avergonzar a toda su familia, sino que en algunos casos ser golpeado brutalmente, incluso hasta morir; son pocos los que desfallecen, habiendo como hay tantsimo honor de por medio. De esta manera, son enviados a los fora estos jvenes, los guerreros, para cuidar a los animales y vivir a base de plantas silvestres y de la sangre que cada noche se extrae de la yugular de una de las vaquillas y, mezclada con la leche fresca y dulce, forma una crema agria y salada de color de fresa, que constituye la base de su alimentacin. En todo ese tiempo, desde luego, no se permite a los guerreros volver al espacio domstico; pero al mismo tiempo,

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existe el problema del deseo sexual. Para atenuar las posibilidades de enfrentamientos entre ancianos y guerreros, las relaciones sexuales premaritales no slo estn permitidas, sino que se fomentan. Se impone un severo tab al embarazo premarital y la joven que se embaraza es obligada a abortar, a veces de un modo verdaderamente feroz. Por otro lado, las relaciones sexuales premaritales no slo se toleran sino que se fomentan. Al joven guerrero se le permite regresar y formalmente golpear a una novia joven, dormir con ella en presencia de sus padres pero lo decisivo es que, cuando esa joven pasa a ser la prometida de un anciano, toda relacin debe cesar. A pesar de todo, est permitido que el joven asista a la boda de ella, y se lo estimula a burlarse abiertamente de la virilidad del viejo que la ha apartado de l. De manera que pueden ustedes empezar a ver cmo algo tan sencillo como el imperativo de la supervivencia, la necesidad de sobrevivir a la sequa, bifurca la cultura como un prisma de cristal y crea la realidad de todo un pueblo. La idea de vincular la cultura con el entorno natural donde uno vive y el espritu quiz me vino a la mente porque tuve la fortuna de crecer en el norte de Canad. Canad es un pas asombroso. Pocos estadounidenses se percatan de que en Canad cabran los 48 estados del territorio continental de Estados Unidos, y an habra que avanzar ms de dos mil kilmetros para alcanzar el fin de nuestro territorio. Y despus, tuve uno de esos trabajos maravillosos que slo nuestro gobierno socialista podra crear. Tenamos tres millones de acres que el gobierno haba designado como parque natural, sin tener la ms remota idea de lo que

haba dentro de sus lmites. As fue como me nombraron el primer guardabosques de Spatsizi, un apretado nudo de montaas en la Columbia Britnica. La descripcin de mi puesto era deliciosamente vaga: relaciones pblicas y evaluacin de la naturaleza. En dos temporadas de cuatro meses, slo vimos a seis personas. No haba nadie con quien hacer relaciones pblicas, y la evaluacin de la naturaleza era una licencia para desplazarme por el parque a voluntad; era yo un joven sin riendas. En alguna de mis excursiones me top con la tumba antigua de un nativo cuyo simple epitafio era: Love Old Man Antoine, died 1926 (Con amor al viejo Antoine, muerto en 1926). Intrigado por el origen de esta tumba en el nacimiento del ro Stikine, me remont en canoa hasta un gran campamento de caza mayor. Saba que all viva el viejo Alex Jack, cuyo nombre indgena era Atehena, el que camina sin dejar huellas. Alex no slo conoca la tumba, sino que en 1926 haba viajado para estudiar con Antoine y haba llegado el da en que su futuro cuado daba sepultura al gran hombre. Porque, en efecto, haba sido un gran hombre, un chamn legendario que adivinaba el futuro en las piedras que se dejaban caer en cubos de agua hechos de races de abeto. Intrigado por la relacin entre este anciano y un antiguo chamn en una misma generacin, renunci a mi empleo como guardabosques y me contrat como gua de caza, con la condicin de que siempre pudiese trabajar con Alex. Durante dos estaciones, trat de extraer de su memoria mitos de la tierra. A l le gustaba hablar de los inviernos en que el viento soplaba con tal crudeza que las familias tenan que decidir cules hijos viviran y cules tendran que ser aban-

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donados a la muerte. Sola usar la palabra supervivencia al describir el lugar donde haban vivido, porque en realidad la supervivencia era la metfora ms importante de esa gente. Por casualidad, al final de mi poca como gua de caza, uno de nuestros cuatro clientes mat un alce y abandon el cadver en los matorrales. Vol en avioneta llevando mi canoa a bordo, y al aterrizar tuve que ahuyentar a una manada de lobos de la presa, y dos das despus me aparec en canoa con casi setecientos kilos de carne de alce en la canoa. Mientras Alex examinaba la carne y preparbamos los caballos para transportarla hasta el ahumadero donde la curaramos para que l tuviera carne suficiente para el invierno, de pronto me dijo: Caramba, es curioso, pero ahora recuerdo, tal vez s tenga algo que contarte; psate por casa esta noche. Pues bien, esa noche comenc a grabar 25 aos de relatos del embaucador y transformista We-gyet, figura antropomorfa representativa del tramposo o burlador segn la tradicin de los gitxsan. Todos los relatos se referan a la gratitud moral desplegada contra el teln de fondo del entorno natural. En alguna ocasin le pregunt cunto tiempo duraba el ciclo de relatos, y me dijo que sa era una buena pregunta. El le haba preguntado lo mismo a su padre en el mes de marzo, la poca de los buenos hielos. Para saberlo, se pusieron sus botas para la nieve y empezaron a caminar, contando el ciclo de relatos conforme avanzaban. Segn recordaba Alex, llegaron hasta el final del extenso lago, y regresaron hasta el punto de partida, sin que la relacin hubiese llegado a la mitad. Es decir, para medir la duracin de un mito, uno tena que desplazarse por

el territorio sagrado, contando el relato mientras avanzaba. Alex me cont tambin la manera en que los misioneros catlicos haban llegado al pas y haban intentado evangelizar a su padre. Como ste era hombre de amplio criterio, pregunt a los misioneros qu clase de animales haba en el paraso. Cuando le respondieron que no haba animales en el cielo, el hombre no se lo poda creer. De pronto, el viejo comprendi que el paraso era un sitio al que los misioneros no permitan entrar a los animales, de manera que se volvi al cura y le dijo: Ustedes tienen que estar locos. Me dicen que no puedo irme de juerga, jugar, o engaar a mi mujer, que no puedo hacer todas las cosas por las cuales vale la pena vivir, para luego ir a un lugar donde no permiten ustedes la entrada de animales? Ni lo piensen. Y all acab todo. Despus de haberme criado de esa manera en la Columbia Britnica, tuve la gran fortuna de asistir a la Universidad de Harvard de una manera bastante fortuita. En una poca en que los hroes son escasos, all me encontr con uno de los pocos hombres cuya presencia destacaba en el campus. Un profesor amable que en clase disparaba cerbatanas y que al lado de su puerta mantena un cubo lleno de brotes de peyote, para quien optara por hacer un experimento de laboratorio. Con el paso del tiempo, ciertas montaas de Amrica del Sur llevaran su nombre, y tambin algunos parques nacionales. El prncipe Felipe se referira a l como el padre de la etnobotnica. Para los alumnos, Richard Evans Schultes era el mayor explorador amaznico vivo, la autoridad mundial en materia de plantas medicinales y alucingenas, el explorador botnico que

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haba prendido la mecha de la era psicodlica con su descubrimiento de los llamados hongos mgicos en Mxico, en 1938. En 1941, tras haber identificado el ololiuhqui, la planta sagrada de los aztecas cuyo rastro se haba perdido por mucho tiempo, y de haber recogido los primeros especmenes de teonancatl, la sagrada carne de los dioses, Richard Evans Schultes tom una licencia de seis meses de Harvard. Desapareci en las selvas de la parte noroccidental de la cuenca del Amazonas, donde permaneci por doce aos, bogando por ros desconocidos, viviendo entre sociedades desconocidas, todo el tiempo encantado con las maravillas de la selva tropical ecuatorial. Con el tiempo, reunira ms de 30.000 especmenes botnicos y 2.000 plantas medicinales, y describira ms de 300 especies nuevas, hasta entonces desconocidas para la ciencia. Schultes fue una eleccin ms bien rara para haberse convertido en un smbolo de los aos sesenta, pues en materia de poltica era sumamente conservador. Profesaba no creer en la guerra de independencia de los Estados Unidos, y siempre votaba por su majestad la reina Isabel II. A decir verdad, uno de sus colegas sola decir que la nica manera de que Schultes se sintiese originario de un sitio determinado sera yndose a vivir a Inglaterra. Se negaba a utilizar los sellos postales con la efigie de Kennedy, e insista en seguir usando el nombre Aeropuerto Idlewild. Cuando Jackie Onassis vino a Harvard a visitar la exposicin de flores de vidrio en nuestro museo, Schultes, que a la sazn lo diriga, desapareci. Ms tarde, cuando escrib su biografa, un libro llamado One River [Un

ro], confirm que se haba mantenido oculto en un armario durante tres horas, pues no quiso guiarla por la exposicin. Estas ideas polticas arcaicas no se compadecen con la decencia fundamental del hombre. De hecho, entre los extremos de su personalidad, en el espacio creado por lo que aparentaban ser contradicciones, haba espacio para que cualquiera se moviera. Sus alumnos constituan una gama que iba desde los eruditos calladamente tenaces hasta un grupo ms eclctico atrado por sus investigaciones acerca de los alucingenos de origen vegetal. El ms importante de sus protegidos fue, por mucho, un oriundo de Pensilvania llamado Timothy Plowman. La primera vez que vi a Tim fue en su oficina, situada en los stanos del museo, que tena la atmsfera de un saln de t para gitanos. El suelo estaba cubierto de alfombras persas, el aire estaba impregnado de pachul e incienso, haba un perro hermoso y lo que pareca una selva de plantas. Al dar vuelta a una esquina, pude ver a una mujer desnuda hasta la cintura que mecanografiaba denodadamente un manuscrito. Se llamaba Teza y era una ilustradora botnica. Tiempo despus, publicamos las ilustraciones hechas por ella de nuevas especies que habamos encontrado, y jams he visto dibujos que capturen como aqullos la sensacin del viento en el papel. Si Timothy estaba en el stano, el gran profesor ocupaba un lugar preponderante en su nido del cuarto piso. Recuerdo cuando fui a verlo la primera vez. Entr en su oficina sin anunciarme y dije: Seor, soy de la Columbia Britnica bast ese solo adjetivo, he ahorrado algn dinero trabajando en un aserradero y quiero ir a Amrica del Sur, como usted

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lo hizo, y recolectar plantas. Mir por encima de un montn de especmenes, y se limit a decirme: Bien, hijo, cundo quieres salir? Dos semanas despus, estaba yo en el Amazonas en mi primer viaje, que se extendera quince meses. Esa forma de actuar era caracterstica de Schultes. En todos los aos que estudi con l, nunca tuve una discusin intelectual. El no enseaba as, sino mediante el ejemplo. Deca cosas como, Hay un ro que deberas conocer, sabiendo muy bien que ello supondra una serie de experiencias tales que, si sala uno vivo de la selva, sera un ser humano ms sabio y con mayores conocimientos. Una de las perlas de sabidura que dej caer a mi paso antes de partir para Amrica del Sur fue que deba buscar a su amigo Tim Plowman en Colombia. Schultes le haba conseguido a Tim una de las subvenciones acadmicas ms codiciadas en los aos setenta: un cuarto de milln de dlares del Departamento de Agricultura y Ganadera de los Estados Unidos para que estudiara una planta que los incas haban llamado la hoja divina de la inmortalidad, la planta ms sagrada de los Andes: la coca, la clebre fuente de la cocana. Las tentativas por erradicar los sembrados de coca se han prolongado por cincuenta aos. Sin embargo, deben ustedes tener presente que la idea de erradicar la coca surgi inicialmente de un grupo de mdicos de Lima, cuya intensa preocupacin por el destino de los indios de la sierra slo era igualada por su ignorancia de la vida en la zona andina. En las montaas, lo que ellos vean era desnutricin, falta de saneamiento, analfabetismo y estaban empeados en hallar al culpable de ello. Como las cuestiones de la economa, la distribucin de la tierra y

las jerarquas del Per tocaban muy de cerca los cimientos de su propio mundo burgus, deban escoger otro culpable y se fue la coca. Al principio, la erradicacin de la coca no tuvo nada que ver con la farmacologa sino con la identidad cultural de quienes veneraban esta planta. Incluso en la poca en que recibimos nuestra subvencin, era sorprendentemente poco lo que se saba de la coca. Nadie saba cuntas especies producan la droga, nadie saba cul era el punto de origen de sta, la ms importante de las plantas cultivadas; nadie haba hecho jams un estudio nutricional de la coca, a pesar de que millones de indios sudamericanos la consuman diariamente. De manera que, en un viaje posibilitado por el gran profesor, inspirado por l y que en todo momento estuvo impregnado por su espritu, Timothy y yo viajamos a lo largo y a lo ancho de Amrica del Sur. Sabamos, desde luego, que la coca era la planta ms destacada de la Amrica precolombina. Como los incas no podan cultivarla en la capital imperial de Cuzco a causa de su elevacin, la replicaron en hojas de oro y plata en campos que coloreaban el horizonte. En la poca de los incas, uno no poda acercarse a un santuario sagrado si no llevaba la hoja en la boca. Si uno llevaba la hoja en la boca al momento de la muerte, tena asegurado el camino al otro mundo. No haba en los Andes un solo gesto ni un solo momento en el que no interviniese el intercambio de esta planta. En muchos lugares de los Andes, las distancias no se medan por unidades de longitud, sino por las hojas de coca que se masticaban. Cuando hombres y mujeres se encontraban por el camino, no se

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daban la mano sino que intercambiaban hojas. Incluso hoy en da, en toda la regin andina, no hay criatura que venga al mundo, anciano que transite suavemente al mundo de los muertos, ni planta que se siembre o se coseche sin que se haga algn gesto a Apu, a Pachamama, la propia Tierra madre. La coca es una fuente de iluminacin; los adivinos pueden leer el futuro en el anverso de las hojas, pero esta habilidad slo la tienen quienes han sobrevivido al rayo. Desde luego, una de las cosas que hicimos fue el primer estudio nutricional de la coca, y lo que descubrimos horroriz a nuestros patrocinadores del gobierno estadounidense. Encontramos en la hoja una pequea cantidad de cocana, equivalente ms o menos al uno por ciento del peso seco, cantidad semejante a la presente en un grano de caf. Nadie se percata de la irona cuando, en todas las conferencias sobre el abuso de drogas, los agentes de la DEA se lanzan vidos sobre la cafetera a las 10 de la maana. Pero comparar la coca con la cocana es como comparar un delicioso melocotn con el cido prsico que se encuentra en su semilla. Adems de la pequea cantidad de cocana que se absorbe inocuamente por la mucosa bucal, un estimulante leve y vlido en un terreno duro e implacable, la coca est llena de vitaminas. Y contiene ms calcio que ninguna planta jams estudiada por el Departamento de Agricultura y Ganadera de los Estados Unidos, por lo cual resulta perfecta para una cultura que tradicionalmente ha carecido de productos lcteos, especialmente para las madres jvenes. Tambin comprobamos que la coca posee enzimas que acrecientan la capacidad del organismo

para digerir los carbohidratos a grandes altitudes, por lo cual es perfecta para la alimentacin a base de papas que predomina en los Andes. En un elegante ensayo cientfico, destacamos con crudeza los esfuerzos draconianos que siguen desplegndose para erradicar los sembrados tradicionales mediante el uso de herbicidas que contaminan las aguas del Amazonas. Demostramos que esta planta se haba consumido sin indicios de toxicidad, ya no digamos adiccin, por ms de cuatro mil aos por los pueblos precolombinos del Amazonas y los Andes. Al principio mencion esta idea de las diferentes formas de ser; pues bien, esta sociedad es un ejemplo de ello. Los incas y los kogis son descendientes de la antigua civilizacin de los taironas, que alguna vez poblaron las llanuras costeras del mar Caribe en Colombia. Despus de la conquista espaola y la locura que sta trajo consigo, estos pueblos se retiraron a las cimas de la Sierra Nevada de Santa Marta, un vasto macizo volcnico que se eleva a ms de tres mil metros sobre el nivel del mar. En un continente baado en sangre, estos pueblos nunca fueron conquistados; aun en nuestros das, son gobernados por ritos sacerdotales. La formacin de los sacerdotes es asombrosa. Los jvenes seguidores son separados de su familia a los dos o tres aos de edad, y permanecen secuestrados en barracones de piedra, en un mundo de sombras y oscuridad, durante dieciocho aos (dos perodos de nueve aos elegidos deliberadamente para imitar los nueve meses de gestacin que pasan en el vientre materno), de manera que, en un sentido metafrico, estn en el vientre de la gran madre. Durante todo ese

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tiempo, se les adoctrina en los valores de su sociedad, los cuales se apoyan en la premisa de que son sus oraciones, y nada ms que sus oraciones, las que mantienen el orden csmico o del ambiente. Al final de esta ardua preparacin, de pronto los sacerdotes, los mamas, los dejan salir; y antes de ver la primera luz, repentinamente, en ese momento cristalino de la conciencia de la primer alba que presencian, todo lo que han aprendido de modo abstracto se afirma gloriosamente cuando ven, asombrados, los rayos del Sol que se elevan por los flancos de la Sierra Nevada. El sacerdote retrocede, y con los gestos de su cuerpo lo que est diciendo es: Como puedes comprobar, es tan hermoso como te haba dicho, tan maravilloso; es tuyo para que lo protejas como lo han hecho tus hermanos mayores. As es como se llaman a s mismos, hermanos mayores; nosotros, que en su opinin hemos estropeado el mundo, somos conocidos y despreciados por ellos como los hermanos menores. Y esta relacin entre el espritu, la cultura y el entorno natural se manifiesta en formas maravillosas. Acabo de volver del Per, donde particip en una extraordinaria carrera ritual conocida como el mojonamiento. En las comunidades de Cuzco y lugares circunvecinos, una vez al ao, cuando alcanza su mayor intensidad la temporada de lluvias, el chico ms veloz se viste de mujer y es perseguido por los varones que corren por los lmites de las tierras comunales, marcadas por hitos sagrados llamados mojones, en los cuales se pronuncian oraciones, se ofrece coca a la Tierra y los gritos de solidaridad son repetidos por el eco de las laderas de las montaas. Es una hazaa extraordinaria porque la distan-

cia que cubren es de unos 25 kilmetros. Adems, por la maana se empieza a una altitud de 3.500 metros, se desciende a unos 450 metros, se vuelve a subir a 900 metros hasta la cima de la montaa sagrada, se vuelve a bajar otros 900 metros del otro lado, se sube de nuevo la misma altitud y finalmente se corre el largo trecho que lleva hasta casa. Esto se hace a toda carrera todo el tiempo, y ustedes pueden ver el waylaka, el personaje transvestido, en esta fotografa que tom hace apenas cuatro das en Per, cuando particip en este mojonamiento. Lo fabuloso de todo esto es que, al final del da, los corredores emergen como seres espirituales que, por medio del rito, han vuelto a definir el sentido de pertenecer a un lugar determinado. Ahora bien, Schultes nos mand a la selva porque pens que podamos encontrar nuevas plantas para la moderna industria farmacutica. En cierto sentido, en vez de ello, lo que descubrimos fue una nueva visin de la vida misma, y sa fue la enseanza que extrajimos. En verdad, buscamos nuevas medicinas, y siempre pudimos comprobar el adagio de Paracelso: que la diferencia entre un veneno, una medicina y un narctico es simplemente la dosis que se administra. De manera que nos aplicamos a la bsqueda de nuevas plantas biodinmicas. Una planta que ejemplifica ese adagio pertenece a un gnero curioso descrito por Schultes en los aos cuarenta: Methysticodendron amenesium, o datura, conocida a veces como el rbol del guila del mal. La planta contiene una serie de alcaloides derivados del tropano, incluida la atropina, que en dosis moderadas puede ser un tratamiento eficaz contra el asma. Las hojas tambin contienen escopolami-

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na, til para tratar el mareo por movimiento. Pero, si se administra en cantidades excesivas, la planta provoca un delirio psictico, caracterizado por visiones del infierno, la sensacin de que se vuela, una sed ardiente y locura total. Desde luego, esto se parece mucho a lo que producen las plantas usadas en Europa para la hechicera, como la belladona. El nombre de la belladona se debe al hecho de haberse usado como cosmtico en el Renacimiento: la atropina dilata las pupilas, y la Mona Lisa tena esos ojos tan estupendos porque se haba aplicado belladona en ellos. No vea nada, pero se vea hermosa. Las hierbas europeas para la hechicera son tambin el origen de la creencia de la bruja y la escoba en Halloween. Lamento decirles que esto no lo invent la empresa Hallmark de tarjetas de felicitacin. Estas drogas son activas si se aplican localmente, y una forma muy eficaz de que el organismo de la mujer las absorba es a travs de los tejidos hmedos de los genitales; el palo de la escoba era un aplicador. El viaje de estas mujeres no era un vuelo literal por el espacio; era un viaje alucinatorio por el paisaje de su imaginacin hacia la reunin orgistica de los demonios. Ah tienen algo que pueden plantear a la Asociacin de Padres y Maestros el prximo octubre. Una de las prcticas religiosas ms interesantes que he estudiado en Amrica del Sur es el culto del cacto de los cuatro vientos. Existe un antiguo culto curativo que se practica hoy en da por toda la costa septentrional de Per, pero especialmente en las montaas y en las inmediaciones del pueblo de Huancabamba. Lo que lo hace interesante es su gran complejidad; a l acuden seguidores de

toda Amrica del Sur para ser tratados por los maestros. Se celebra una ceremonia nocturna en la cual uno inhala por la nariz cerca de un litro de alcohol en el que se han infundido tabaco y, a veces, hojas de datura. Por la noche, se bebe un cocimiento del cacto de San Pedro, Trichocereus pachanoi, que por testimonios encontrados en la cermica y la iconografa se ha usado en Per por ms de cuatro mil aos; est repleto de una droga llamada mezcalina. El diagnstico se hace durante la embriaguez consiguiente. Pero lo fundamental es que el tratamiento slo se puede efectuar al da siguiente, al final de un largo peregrinaje ritual a una serie de lagos sagrados, los Huaringas, situados en un paraje aislado montaas arriba. En los alrededores de esos lagos crecen las plantas medicinales que por largo tiempo se han considerado eficaces. Aqu vuelve a manifestarse la metfora: para curar el cuerpo, hay que hacer algn tipo de sacrificio fsico, alguna especie de armonizacin con el dominio del espritu mediante el consumo de plantas mgicas; y luego hay que atravesar un territorio sagrado. Recordemos que la palabra sacrificio signific originalmente hacer sagrado. Una vez llegados a los lagos sagrados, donde hay un momento en que se produce una metamorfosis, uno puede ser bautizado para tener la promesa de un nuevo comienzo y entonces, y slo entonces, se est preparado para que surtan su efecto farmacolgico las hierbas medicinales. De manera que ste es un indicio del arte chamnico de curar, y tambin de esta nocin de realidades diferentes. Esta es una fotografa que tom en el delta del ro Orinoco, entre gentes fasci-

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nantes llamadas los waraos, que tambin se conocen en Venezuela como la gente de las canoas. A lo largo de su vida, casi nunca tocan tierra firme. Viven en el delta, que para ellos es una llanura; para obtener la arcilla para las plataformas donde prenden el fuego con el que cocinan dentro de sus casuchas, deben cavar en el fondo de su mundo. El chamanismo est muy desarrollado entre los waraos. En nuestra sociedad, sin embargo, el chamanismo es malentendido. Del movimiento del New Age ha surgido esa imagen del chamn como una especie de abuelo agradable revestido de plumas y cuentas que representa una figura benigna. He tratado a muchos chamanes, y nunca me he topado con ninguno que no estuviese al menos un poco loco; es parte de su trabajo. Son ellos los que, en palabras de Joseph Campbell, nadan en las aguas en las que los dems nos ahogaramos. Son los que se internan en esas aguas cuando la mayora de nosotros estaramos ms contentos simplemente cuidando a nuestros hijos. La mayora de los seres humanos aspiran a albergar y alimentar a sus hijos, a proteger a sus mayores, y delegan alegremente en el chamn los asuntos curiosos del espritu. Esto es lo que en la realidad explica la funcin de estas curiosas plantas psicotrpicas. El chamanismo tiene un concepto muy diferente de la salud y la enfermedad. En nuestra sociedad, los sacerdotes se ocupan del campo espiritual, y los mdicos, del cuerpo; pero en las sociedades a que me refiero, en el chamn se fusionan el sacerdote y el mdico. El estado del espritu determina, de manera decisiva, el estado del cuerpo. Por consiguiente, las enfermedades se pueden

tratar en dos niveles muy diferentes: por un lado, es posible atacar los sntomas, en gran medida como lo hacemos nosotros, slo con plantas medicinales en vez de medicamentos. De manera caracterstica, esa forma de tratamiento se tiene por mundana, pues para llegar realmente a la causa del problema, el chamn debe recurrir a ciertas tcnicas de xtasis, remontarse en las alas del trance, internarse en los distantes dominios metafsicos donde puede realizar sus obras de rescate mdico, mgico y, de hecho, espiritual. Esto explica el empleo de estas curiosas plantas alucingenas, como el eben, el semen del sol, que en la parte alta de la cuenca del ro Orinoco es usada por los yanomanis. Proviene de la resina de color rojo sangre de varias especies del gnero Virola, que es parte de la familia de la mirstica. Esa resina contiene dos fuertes triptaminas, la 5-metoxi-N,N-dimetiltriptamina y la N,N-dimetiltritriptamina. Cuando a uno le insuflan esta especie de rap por la nariz, es algo as como salir disparado de un rifle cuyo can est decorado con pinturas de estilo barroco para ir a parar a un mar de electricidad. Prcticamente no se le puede considerar un alucingeno, pues cuando uno empieza a sentir sus efectos, ya no hay nadie ah que pueda tener las alucinaciones; lo que hace no es distorsionar la realidad, sino que la disuelve. En ese estado espiritual, los chamanes creen que pueden entrar en comunin con los espritus hekura y llevar a cabo sus actos de rescate. Ahora bien, si nos deslizamos por el Orinoco hacia las selvas orientales de Ecuador, nos encontraremos con una de las tribus sudamericanas ms fascinantes:

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los waoranis, con quienes se entr en contacto, pacficamente, apenas en 1958. En 1957 se produjo una terrible tragedia, despus de que unos misioneros dejaron caer desde aeroplanos unas fotografas lustrosas de ellos mismos de tamao postal, en posturas que uno considerara amistosas. Pero se olvidaron de que esta gente de la selva nunca haba visto ninguna representacin bidimensional en su vida. Los waoranis recogieron las fotografas del suelo, intentaron mirar el reverso a fin de descubrir la forma de la figura y, al no encontrar nada, llegaron a la conclusin de que eran mensajes del diablo y ni tardos ni perezosos, alancearon a cinco misioneros hasta matarlos. Los waoranis no slo alanceaban a los forasteros, tambin se agredan entre ellos de esta manera. Nosotros procuramos trazar rboles genealgicos que se remontaban ocho generaciones y slo encontramos dos muertes por causas naturales. En un momento en que los presionamos para que nos informaran sobre ello, admitieron que uno de esos hombres haba muerto de viejo, pero de todos modos lo remataron con sus lanzas. Cincuenta y cuatro por ciento de la mortalidad se explicaba por las agresiones entre ellos. Noventa y cinco por ciento haban sido mordidos por una serpiente venenosa, la mitad de ellos en varias ocasiones. Aun as, tenan un conocimiento tan profundo de la selva que era asombroso. Los cazadores eran capaces de oler la orina de un animal a cuarenta pasos de distancia y saber a qu especie perteneca. Gracias a este conocimiento de la selva, pudieron desarrollar algunos aspectos sobresalientes de su tecnologa. Por ejemplo, el conocido curare, la muerte que vuela; es el veneno con que impreg-

nan sus dardos y que extraen de la corteza astringente de la liana de diferentes especies. En esta imagen pueden ver a un chamn jaguar con el arma de caza, y en el pecho la mandbula de una piraa con la que lanza el dardo envenenado, para asegurarse de que el veneno penetre en el msculo de la presa. Algo fascinante acerca de los waoranis es que, en el momento en que se entr en contacto con ellos, contaban con atencin mdica; de manera que son una de las pocas sociedades sudamericanas cuya situacin sanitaria en el momento del contacto se conoce con certeza. Eran un pueblo asombrosamente sano; no padecan el catarro comn, ninguna enfermedad infecciosa, ni siquiera infecciones bacterianas secundarias. Haba una mujer que, de nia, fue herida por una lanza por una partida de cazadores. El arma la atraves por completo sin lesionar ningn rgano vital. Lo que hicieron fue cortar la lanza en el punto de entrada y en el de salida, de acuerdo con su tradicin, y luego aplicaron en la herida barro obtenido del bebedero de los pecares, algo que nada tiene de antisptico. Transcurrido un corto tiempo, el tejido que rodeaba la punta de la lanza se necros. Un buen da la chica se levant de su hamaca, el trozo de lanza sali por si slo como cuando sale una astilla encajada en la piel, y al cabo de un mes estaba de vuelta en los campos. Como dije, eran un pueblo asombrosamente sano. Y esta caracterstica plante multitud de preguntas interesantes acerca de la situacin sanitaria de los pueblos indgenas americanos en el momento del contacto con los europeos. La palabra diezmar, procedente del latn, significa matar a uno de cada diez. Pero nueve de

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cada diez personas el 90 por ciento de los pueblos desde el crculo polar rtico hasta la Tierra del Fuego murieron en una generacin a causa de los agentes patgenos trados de Europa. Los waoranis plantean otras cuestiones ticas interesantes. En ocasiones se acusa a los antroplogos de tratar de secuestrar a los indgenas en una especie de zoolgico, como si fuesen un espcimen biolgico; pero en la realidad la antropologa no se ocupa de la preservacin. No es el cambio lo que tememos, lo que nos infunde temor es la incapacidad de los individuos y las culturas para hacerles frente a los cambios. El cambio es, en realidad, una constante. Las sociedades indgenas slo desaparecen cuando acaban siendo abrumadas por fuerzas que rebasan su capacidad de adaptacin. Y no es nicamente la tecnologa la que hace desaparecer los grupos tnicos. Un waorani no deja de ser lo que es por el mero hecho de calarse unas gafas para el sol. Acaso los estadounidenses dejaron de serlo cuando cambiaron el caballo y la calesa por el automvil? La clave radica en permitir que las culturas cuenten con un medio de persistir, de tomar sus propias decisiones. De manera anloga, idealizamos a los indgenas, con lo cual a veces los perjudicamos. Tenemos esta especie de idea a lo Rousseau o a lo Thoreau de que los indios son los primeros conservacionistas. Eso es absurdo porque los indgenas no son ni sentimentales ni los agobia la nostalgia. No hay mucho margen para la nostalgia en el sol abrasador del Sahara, ni para el sentimentalismo en los pantanos del Asmat. Los pueblos indgenas carecen de la nocin de lo que es dirigir en la selva; y es que no tienen la capaci-

dad tecnolgica para afectar a la selva en exceso. No obstante, mantienen una relacin esencial con la Tierra, basada en una intuicin mucho ms sutil: la idea de que la Tierra misma es creada por la conciencia humana. Qu significa esto? Significa que un joven runa de las montaas del Per, quien est convencido de que la montaa es la morada de un espritu apu, ser un ser humano profundamente diferente de un muchacho de Montana, para quien la montaa es un montn de rocas inertes listas para ser explotadas. Un kwagiulth, para quien las selvas de la Columbia Britnica son los dominios de Huxwhukw y el Pico Torcido del Paraso, espritus canbales que moran en el extremo septentrional del mundo, ser un ser humano profundamente distinto de un chico canadiense que ha crecido creyendo que el bosque est all para talarlo. Se acusa a veces a los antroplogos de tratar de secuestrar a los indgenas en el pasado. Adems, tambin se nos acusa de adoptar algo as como un relativismo extremo. Es como si, para mencionar un ejemplo terrible y extremo, pudisemos en cierto modo racionalizar los actos atroces de los nazis; porque, despus de todo, constituan un grupo tnico, tenan sus propias normas, haba estructuras para aplicar esas normas, etctera. El aspecto fundamental que no hay que perder de vista es que los antroplogos no proponen jams que se renuncie a la capacidad de juicio. Lo que propugnamos es un tipo de relativismo serio, por el cual la emisin de un juicio queda en suspenso hasta que no se entienden las cosas. Ningn antroplogo racionalizara los actos atroces de seres humanos crueles y despiadados. Ocurre con mayor frecuencia que

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la lente del antroplogo se concentre en las culturas que han sido malentendidas y muy difamadas por la ignorancia de los que emiten esos juicios. Lo cual nos lleva a Hait. A comienzos de los aos ochenta del siglo pasado, poco antes de irme por varios aos a la Amazonia, se me encomend una tarea sorprendente. Mi profesor me pidi que fuera a Hait a tratar de descubrir las drogas que se usaban para convertir a una persona en zombi. En aquel momento pens que l me estaba hablando desde el mbito de lo fantasmagrico. Pero en la realidad era una misin seria e interesante porque un zombi, segn la definicin popular haitiana, es un muerto en vida. Es un individuo que por medios mgicos muere, es sepultado y luego, tambin por arte de magia, resucita para afrontar un destino incierto, que invariablemente supone cierta forma de esclavitud. Pero al lado de esta imagen fantasmagrica haba una serie de informes de la literatura folclrica popular y de la bibliografa acadmica de casos en los que, al menos segn ciertos testimonios orales, algunas personas haban regresado al mundo de los vivos. El caso de un hombre llamado Clairvius Narcisse oblig a la ciencia a prestar atencin al fenmeno. A este hombre lo declararon muerto en un instituto filantrpico estadounidense en 1962. Dos mdicos atestiguaron su muerte: ambos se haban formado en Estados Unidos y uno era nacional de este pas; adems, la hermana y otros parientes del hombre estuvieron con l en el momento de su muerte. Varios aos despus, apareci un hombre que afirmaba ser Clairvius Narcisse. El caso lleg a la atencin del

jefe del Instituto Psiquitrico de Puerto Prncipe, el finado Dr. Lamarque Douyon, quien haba estado investigando el fenmeno del zombismo. Haba venido trabajando en una larga serie de pesquisas, reuniendo pruebas y solicitando a expertos de Scotland Yard que verificasen las huellas dactilares de los certificados de defuncin. Douyon tena tambin una lista de preguntas que slo alguien que conociera los antecedentes de la familia podra responder. Este hombre respondi con exactitud todas las preguntas. Adems, en Hait, un zombi es un paria absoluto. Douyon se dio cuenta de que en Hait era tan probable que alguien se presentase diciendo que era un zombi, como que un leproso se parase en Hyde Park Corner a presumir de su enfermedad. Todas estas pruebas impulsaron a Douyon y a su colega, el destacado psicofarmaclogo Nathan Kline, jefe de la Rockland State Research Institution de Nueva York, a anunciar pblicamente en 1982, por intermedio de la BBC, que haban identificado el primer caso genuino de zombificacin. Obviamente, ellos no crean en la magia, de manera que estaban convencidos de que haba un preparado tradicional que poda provocar un estado de muerte aparente tan profundo que poda engaar a los mdicos de formacin occidental. De hecho, el gobierno haitiano haba reconocido la existencia de ese preparado tradicional con tal seguridad que se mencionaba especficamente en el cdigo penal del pas. Sin embargo, por increble que parezca, nadie haba tomado en serio lo que deca la gente ni se haba acercado a ella para comprobar cun cierto era. Mi misin con-

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sista en ir a Hait, tratar de investigar con la sociedad tradicional, obtener la frmula del preparado y tratar de encontrar el sentido de este fenmeno sensacional. Lo primero que tuve que hacer fue procurar entender el vud. Es interesante: si yo les preguntase el nombre de las grandes religiones, que responderan? Cristianismo, budismo, islamismo, judasmo, hinduismo y algo semejante. Siempre hay una regin que omitimos: el Africa al sur del Sahara, pues se supone tcitamente que los pueblos africanos no tenan religin. Pero desde luego que, segn la definicin etnogrfica, s que la tenan. El vud adopta muchas formas. De dnde nos viene la idea de que el vud es un culto de magia negra? De que se cra a los nios para cocerlos en un caldero y de que los zombis salen de las tumbas para atacar a la gente? Pues bien, resulta que proviene de los Estados Unidos. Los infantes de marina ocuparon Hait dos veces en el siglo XX; la primera, entre 1915 y 1936. A todos los oficiales por encima del rango de sargento se les entreg un contrato en forma de libro. Esos libros tenan ttulos como Black Baghdad [El Baghdad negro], Cannibal Cousins [Los primos canbales], Voodoo Fire in Haiti [El fuego del vud en Hait], The White King of La Gonave [El rey blanco de La Gonave], The Magic Island [La isla mgica], y as por el estilo. Hay multitud de libros como stos, en los que siempre se habla de nios que van a parar al caldero, de agujas y alfileres que se encajan en muecos... cosas que, por cierto, no existen. Obras como stas dieron origen a las pelculas de la empresa RKO en los aos cuarenta del siglo pasado: Night of the Living Dead [La noche de los muertos

vivos], Zombies on Broadway [Zombis en Broadway] y The White Zombie Slave [El esclavo zombi blanco]. En otra poca, estos libros y pelculas habran cado en el olvido. Pero como aparecieron en un momento decisivo, durante la poca de la segregacin racial, lo que comunicaban en esencia al pueblo estadounidense era que todo pas en el que ocurran semejantes abominaciones slo poda ser redimido mediante la ocupacin militar. Y as fue como empez la idea que tenemos de que el vud es algo maligno. Pero el vud no slo no es maligno, sino que es la quintaesencia de la fe democrtica, porque el creyente no slo tiene acceso directo a los dominios del espritu, sino que en realidad recibe al espritu en su cuerpo. A los practicantes del vud les gusta decir: ustedes los blancos van al templo y hablan de Dios; los indios ingieren sus plantas mgicas y hablan con Dios; pero nosotros bailamos en el templo y nos transformamos en Dios. La esencia del vud es una relacin dinmica entre vivos y muertos, en virtud de la cual los muertos regresan al dominio de los vivos, y con el tiempo los vivos a su vez parirn a los muertos. En el panten del vud hay 401 espritus, y una muerte propiamente vuduista es aqulla en la cual el espritu y el cuerpo se disocian. Un ao y un da despus del fallecimiento del cuerpo, el sacerdote o la sacerdotisa vuduista, el houngan o la mambo, reclama el espritu desde ms all del mbito de lo invisible, desde ms all del agua, desde Guinea, la antigua patria africana. Y colocan ese espritu en una pequea vasija que se deposita en el santuario interior del templo. Pero andando el tiempo ese espritu, asociado al principio con los antepasados directos de uno padre,

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abuela, abuelo pasa a formar parte del vasto depsito de energa ancestral. De ese depsito de energa combinada surgen los arquetipos, los 401 loa del panten del vud. En esta fe que es la quintaesencia de la democracia, incluso los muertos tienen que servir a los vivos. Para servir a los vivos han de manifestarse; para manifestarse, han de volver a la Tierra, invocados por los cantos, invocados por el ritmo de los tambores para desplazar momentneamente el alma de los vivos, de manera que por un momento breve y fulgurante, un ser humano se convierte en un dios. Aqu pueden ver una fotografa tomada en el preciso instante en que este hounsis, este seguidor, fue capturado por el espritu. Cada espritu tiene sus propias caractersticas, su propia personalidad: tenemos por ejemplo a Agwe, la diosa del mar; a Erzulie Freda, la diosa del amor y a Ogn, el dios de la guerra y de los elementos metalrgicos. En esta fotografa se muestra la espada de Ogn, la bufanda roja caracterstica, el vev de harina de maz que indica que el espritu que est por nacer es Pap Ogn. Resulta sumamente extraordinario ver a un amigo en este plano en un instante, y de pronto transformado por su paso al dominio de los espritus. Nosotros no conocemos a nuestros dioses de esta manera directa, y por lo comn tenemos dos respuestas: la del miedo que se manifiesta en incredulidad, o el asombro por quienes no conocen a nuestros dioses tan directamente. Cuando el espritu lo posee a uno, uno es el dios, y cmo se puede hacer dao a un dios? De esta manera se producen esos gestos teatrales, un machete que se apoya contra el vientre, pero, ms profundamente, seguidores del vud

que manipulan brasas ardientes con impunidad. Al hacerlo, nos ofrecen asombrosos ejemplos de la capacidad de la mente para influir sobre el cuerpo propio, cuando est de por medio la catlisis de un estado de suma excitacin. El vud no es una religin animista; no cree que en las rocas habiten espritus, pero s que los espritus suelen morar en sitios de gran belleza natural, y los practicantes del vuduismo se sienten atrados hacia esos lugares por el mismo impulso que nos lleva a nosotros a entrar en una catedral. No concurrimos all para adorar el edificio, sino para sentir el espritu de Dios. Y aqu pueden ver a los vuduistas en el bao sagrado de lodo, un momento de metamorfosis, de transformacin o, incluso a un nivel ms profundo, en esta extraordinaria cascada que le dio ttulo a mi primer libro: Saut dEau [El salto de agua]. El agua en Africa es una esencia sagrada y, desde luego, Damballah-Wedo, la diosa serpiente de Dahomey, es depositaria de toda la sabidura espiritual, la fuente de todas las aguas. Cuando cay la primera lluvia, se form un arco iris, Ayida-Wedo, del cual se enamor Damballah, y su amor los llev a entrelazarse en una espiral csmica que fecund la vida. Una vez al ao, cerca de 20.000 seguidores vestidos de blanco concurren a esta cascada situada en el centro de Hait. Atraviesan una escarpadura de piedra caliza, con el movimiento de las nubes nocturnas, y descienden a esta especie de anfiteatro, iluminado por las ramas del mapou, rbol sagrado, que a su vez est iluminado por la luz que arrojan decenas de millares de velas. Basta con penetrar detrs del velo delgado y fro de lo divino, con tocar el agua de la cascada,

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para quedar posedo por DamballahWedo. En todo momento se observan miles de seguidores, posedos por el dios serpiente, que se deslizan sobre las piedras hmedas con movimientos de serpiente. Aqu pueden ver a un hombre que entr vestido en la cascada y dej que la tremenda fuerza del agua le desprendiera la ropa a pedazos. En un sentido metafrico, a semejanza de la serpiente transformada por la aparicin de una piel nueva, este hombre emerger para un nuevo ao sintindose renovado, espiritualmente vivo, puro de corazn y con un espritu firme. Por el beatfico rostro de la mujer que aparece en esta fotografa podrn ustedes deducir que no se trata de un culto de magia negra. Es una forma religiosa de concebir el mundo y como tal debe ser reconocida. Aun as, hay una parte de hechicera en la fe africana. Y preguntarse por qu la fe africana tiene elementos de hechicera equivale a preguntarse por qu existe la maldad en el universo. Cuando uno de sus discpulos le pregunt esto a Krishna, ste respondi: Para hacer interesante la trama. Toda religin tiene una imagen de luz y oscuridad; en el cristianismo la tenemos cuando el arcngel cado se convierte en el demonio, y Cristo es el hijo de Dios. Toda religin expresa claramente esa dicotoma y la resuelve con una armona tal que la luz vence a la oscuridad; y el vud no es la excepcin. Pero en la esfera de los zombis, estamos caminando por ese hilo estrecho entrelazado en la gran trama del vud que es de hecho el mundo de la oscuridad. El crdito que pueda darse al fenmeno de los zombis se basara en el resultado de esta investigacin farmacolgica. Yo no iba en busca de una droga que

pudiese matar a alguien, pues de sas hay muchas; lo que buscaba era una droga que pudiese llevar a alguien al borde de la muerte, a tal punto que pudiese engaar a un mdico de formacin occidental, y despus volver al mundo de los vivos. No hay muchas drogas capaces de surtir semejante efecto. Lo primero que hice fue investigar dentro de las Bizango Shanpwel, sociedades secretas que son los rbitros ms poderosos de la vida social y poltica en las zonas rurales de Hait. El primer paso en la elaboracin del veneno consiste en dirigirse al cementerio. Es importante sealar que algunos aspectos del vud an nos obsesionan, quiz, pero debemos reconocer la matriz cultural en que se producen. La gente se altera mucho por los sacrificios de animales, por ejemplo, hasta que caen en la cuenta de que la sangre no es tal, sino una esencia sagrada. Es la sangre que debe regresar a la Tierra en un momento de sanacin. Antes de juzgar con demasiada dureza, tenemos que preguntarnos lo que sucedi la ltima vez que tomamos la sagrada comunin. Recordemos que la teora de la transustanciacin le da al sacerdote catlico el poder de transformar el vino en sangre. Cuando uno recibe la eucarista en una iglesia catlica, lo que toma no es un smbolo de Cristo, sino que est bebiendo sangre humana. Cada vez que un catlico asiste a misa y toma la sagrada comunin est participando en un rito de endocanibalismo. As que, si uno bebe sangre en una iglesia catlica, creo que debera ser capaz de beber sangre de gallina en un rito haitiano. Del mismo modo, los huesos son utilizados en los ritos del catolicismo y de todas las iglesias

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cristianas, en virtud de la metfora de la ceniza que vuelve a la ceniza y el polvo que regresa al polvo. Los restos humanos son un poderoso ingrediente mgico de la preparacin. El cadver se rescata de entre los muertos y se vuelve a sepultar en el santuario del templo del hechicero. El as llamado antdoto se prepara, pero en esencia ello se hace como apoyo mediante la magia por empata. El asunto se vuelve ms interesante cuando se examina el ingrediente crucial y constante en la preparacin del as llamado veneno. Resulta que el ingrediente constante era algn pez marino perteneciente a ciertas especies de Tetraodontiformes, una orden pantropical a la que tambin pertenece el fugu, plato exquisito de la cocina japonesa. En las vsceras, los ovarios y la superficie de la piel de estos peces se encuentra una de las neurotoxinas ms fuertes jams descubiertas en estado natural: la tetrodotoxina. Su efecto anestsico es aproximadamente 160.000 veces mayor que el de la cocana, y como veneno es mil veces ms fuerte que el cianuro de sodio; una dosis letal cabra en la cabeza de un alfiler. Pero lo ms interesante es la forma como causa la muerte: al bloquear los canales de sodio de los nervios, causa parlisis perifrica y produce una tasa metablica sumamente baja; sin embargo, el sujeto se mantiene consciente hasta que muere. Debido a la tradicin milenaria existente en Japn a este respecto, se cuenta con una enorme bibliografa biomdica sobre la forma exacta en que estos peces matan. Cuando examin esa bibliografa, encontr muchos casos de personas encerradas por error en un atad. Segn llegu a saber, en Japn existe la tra-

dicin de que, si alguien sucumbe a la ingestin de este pescado, lo dejan al lado de la tumba por tres das, hasta asegurarse de que realmente est muerto. Al conocer estos datos, de pronto la totalidad del fenmeno de los zombis pas de lo fantasmagrico a lo plausible. Demostraban, sin ninguna duda, que los hechiceros haitianos haban encontrado en su ambiente un producto natural que contena una droga poderosa. Una droga que, administrada en la dosis correcta, no slo poda hacer que alguien pareciese muerto, sino que en realidad haba hecho que en el pasado muchas personas pareciesen muertas en todo el Pacfico del sur. De pronto, esto lo obligaba a uno a formular la pregunta ms importante: quin controla el proceso? La fase final de mi tesis para optar por el doctorado consisti en hacerme miembro de las sociedades secretas, las Bizango Shanpwel, y documentar su funcin ejecutiva y simblica. Resulta que en Hait no se les tiene miedo a los zombis, como se daba a entender en las pelculas de los aos treinta del siglo pasado, sino a convertirse en un zombi. En realidad, la zombificacin es una forma de sancin social invocada por las sociedades secretas como castigo de quienes trasgreden las reglas de la sociedad tradicional. En este sentido, es algo muy semejante a lo que sucede en la zona ecuatorial de Africa occidental, donde las sociedades secretas son los rbitros ms poderosos de la vida social y poltica. Hemos sabido por muchas generaciones que dichas sociedades utilizan venenos para castigar a los que trasgreden sus reglas. Este fue un resultado extraordinario, porque nos permiti analizar el fenme-

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no de los zombis, que se haba utilizado de una manera claramente racista para denigrar a todo un pueblo. Lo que hicimos fue invertir completamente las cosas y demostrar que, en realidad, se trataba de una manipulacin de productos naturales que no poda calificarse sino de genialidad. Estaba basado en una matriz cultural que poda entenderse y apreciarse. En Hait no hay ninguna lnea de montaje que produzca zombis sin cesar, por toda clase de razones: es un fenmeno sumamente raro, si acaso llega a ocurrir jams. Pero el aspecto crucial es que su valor como sancin social no depende de la frecuencia con que sucede, sino de que la gente piense que puede ocurrir. Y as un fenmeno sensacional cobra sentido. Ahora bien, una de las grandes ironas de mi vida fue que el libro que escrib sobre el vud y Hait fue llevado al cine por Hollywood, y se convirti en una de las pelculas ms atroces que jams haya visto. Fue Hemingway quien dijo que, si uno decide venderle un libro a Hollywood, hay que empezar el viaje en Tucson, conducir hacia el oeste hasta la frontera con el estado de California, arrojar el libro al otro lado desde all y volverse enseguida a Arizona a tomarse un trago. Yo no me volv precisamente a Arizona, pero al cabo de unos cuantos meses de experiencia con algunos de estos cineastas, desaparec en las selvas de Borneo. Siempre haba querido ir a un lugar hmedo con la inocencia del primer momento. Quera vivir con los pueblos nmadas de la selva tropical porque, en algn momento de la historia humana, antes de la era neoltica, todos fuimos nmadas, errando por un planeta prsti-

no. Fue el nacimiento de la agricultura lo que permiti la obtencin de excedentes y el comienzo de la vida sedentaria; fue entonces cuando la poesa del chamn se convirti en la prosa del sacerdocio organizado. Siempre haba querido vivir entre un pueblo nmada en la selva tropical. Los penan viven en el tercio septentrional de Borneo, en el nacimiento de los ros que corren hacia el sur del Mar de la China. Los ros constituyen los dominios de los dyak, los cazadores de cabezas que tradicionalmente tenan como presas a los penan. Los penan huan hacia el interior a las tierras que conocan tan bien. Cada aspecto de su vida, pasando por sus tradiciones y de una generacin a otra, se basaba en la manipulacin del mundo natural que los rodeaba. Desde la niez hasta la vejez, contaban con la selva para todo. Dependan de ella para todos y cada una de las facetas de su vida material. Las casas se podan construir en unas cuantas horas y habitarse hasta por un mes, dependiendo de las existencias de los diversos productos que la selva ofreca. Yo quera vivir entre los nmadas porque los nmadas son diferentes. En una sociedad nmada, por ejemplo, no existen incentivos para acumular posesiones materiales porque uno tiene que llevarlo todo a cuestas. La riqueza de la sociedad no se mide por los objetos que posee, sino por la fortaleza de las relaciones entre las personas. En estas sociedades, compartir se convierte en un acto reflejo porque uno nunca sabe quin ser el prximo que traer comida a la mesa. Qu significa esto en realidad, y qu enseanzas podemos extraer de ello todos nosotros? En nuestra sociedad, si uno se cruza en

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la calle con una persona sin techo, puede tenerle lstima, pero la considera como una consecuencia inevitable de nuestra realidad econmica. Un penan, en cambio y he estado con varios penan en Nueva York, San Francisco y Vancouver, al ver a una de estas personas se vuelve a mirarte y te dice: No comprendes que un pobre nos avergenza a todos? Los penan aprovechan la selva con gran destreza. El padre usa estas curiosas plantas para matar a los peces; las plantas contienen productos txicos que impiden la respiracin en las branquias, de manera que los peces se pueden recoger fcilmente con la mano de la superficie del agua. Una mujer confecciona una colchoneta con el rattn del estanque. Un cazador regresa con casi setenta kilos de carne de jabal, que bastarn para alimentar a todo el campamento durante dos semanas. Se puede ver una gran abundancia de productos de la selva recogidos por un pueblo que slo conoce a fondo esa selva. Al conocer cmo funciona la selva, ellos recurren a ella en busca de signos: el vuelo de las aves es la caligrafa de la naturaleza. Este pueblo posee una tradicin completamente oral, carente de escritura, lo cual significa que la totalidad del vocabulario est comprendida en el vocabulario del mejor relator de cuentos. Ahora, cuando esta gente se dirige a la selva en busca de inspiracin, lo nico que oyen, tristemente, es el ruido de las mquinas. Ha bastado una sola generacin para que la tierra de los penan haya sido arrasada por el que quiz sea el ejemplo ms horrendo de deforestacin en la historia del mundo. Se oye mucho hablar de la destruccin de la Amazonia,

pero esta es una selva inmensa del tamao de la parte continental de los Estados Unidos. En 1985, 45% de las exportaciones tropicales de maderas nobles procedieron de Malasia, en su mayor parte del estado malayo oriental de Sarawak y Sabah, y buena parte de la tierra de los penan. En una sola generacin, los penan han visto su territorio invadido por carreteras; han atestiguado la tala de sus bosques, y han visto aparecer la terrible tierra roja que ha contaminado sus ros. Observan sus ros, otrora cristalinos, ahora contaminados y cargados de fango por los que la mitad de Sarawak se desliza hacia el sur del Mar de la China, donde grandes barcos japoneses se destacan en el horizonte, listos para llenar sus bodegas con los rboles talados de las selvas de Borneo. Uno puede ver a mujeres en los campamentos de los taladores itinerantes como prostitutas y lavanderas; las mismas mujeres que fueron criadas en la selva. Se puede ver a ancianos trados por la fuerza a los campamentos a vivir dentro de estructuras que a ellos les parece que estn construidas con los huesos de sus espritus. Se puede ver a un pueblo que finalmente, a mediados de los ochenta, dijo Basta! Y mediante un gesto que empez como algo quijotesco, en el que trozos de caera se enfrentaban con excavadoras mecnicas, los penan atrajeron la atencin internacional al impedir la tala de rboles por varios meses en el estado de Sarawak. Fue este episodio el que llev al senador Al Gore, en su libro Earth in the Balance, a llamar a los penan los soldados de la vanguardia en la lucha por salvar la Tierra. Esto nos lleva a la parte oscura que subyace a esta ponencia.

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Dentro de una o dos generaciones, el siglo XX y la primera parte del XXI no sern recordados por guerras ni por innovaciones tecnolgicas. Quedarn registrados como la poca en que presenciamos e incluso apoyamos activamente o aceptamos pasivamente la destruccin masiva de la diversidad biolgica y cultural de este planeta. Es interesante que el genocidio, el exterminio fsico de un pueblo, sea objeto de condena universal cuando el etnocidio, la destruccin de la forma de vida de un pueblo, no slo no se condena, sino que en muchas partes del mundo se alienta y propugna como una poltica adecuada. Adonde quiera que uno va, puede ver este choque de culturas, este choque de historias. En fecha reciente he estado viajando mucho en Tbet por cuenta de la National Geographic Society. Slo cuando uno viaja por ese pas se aprehende la enormidad de lo que ha sucedido all. En una ocasin viaj por tierra miles de kilmetros desde la parte occidental de China a travs del sudeste de Tbet, a Lhasa y luego a Katmand, en compaa de un joven tibetano. Una vez que llegamos a Lhasa y tuvimos cierta intimidad, me cont una historia extraordinaria. Su padre haba sido un confidente del Pachen Lama, el segundo en importancia de las grandes autoridades religiosas, de manera que fue inmediatamente asesinado por los chinos. Su to huy y su madre, una aristcrata, fue encarcelada por contrarrevolucionaria. Cuando era una criatura de brazos, l fue introducido subrepticiamente en la crcel por su hermana, quien con gran riesgo de su propia vida lo introdujo en una comunidad de mujeres, donde pas varios me-

ses oculto en las faldas de su madre. Su hermana fue trasladada entonces a un campo de trabajo y, durante la Revolucin Cultural, sin darse cuenta pis un brazalete con la efigie de Mao que se le haba cado a un obrero situado cerca de ella. Por esa trasgresin, la condenaron a siete aos de trabajos forzados. Desde la ocupacin del Tbet por los chinos, ms de seis mil templos, monasterios y estructuras religiosas han sido destruidos. Hoy en da, se ha emprendido una guerra frontal contra la fe budista. Ms de 1.200.000 tibetanos han sido muertos por sus ideales religiosos y culturales. Lo ms sorprendente de todo sucedi despus de que haba pasado la peor represin de la Revolucin Cultural, cuando empez el liberalismo de los aos ochenta. De pronto, un pueblo que haba sido reducido a un conjunto homogneo, un pueblo que haba sustituido el canto del dharma por la letana de las consignas por la vida eterna de Mao Zedong, desenterr sus reliquias, sus trajes y sus artefactos. De pronto, en el lapso de unos pocos aos, el espritu religioso haba revivido. Esta es en realidad la gran enseanza del Tbet, que ellos s van en busca del dharma, y que el dharma ensea que la vida es efervescente. Los chinos se marcharn algn da y, sin ninguna duda, el pueblo tibetano ser libre y volver a ser lo que alguna vez fue. Para terminar la velada con algo ms optimista, quiero volver a mi propio pas, Canad, y destacar algo asombroso que ha sucedido. Es posible que algunos de ustedes no sepan que, en abril de 1999, Canad devolvi a los pueblos indgenas, es decir, a unos 26.000 inuit, el control administrativo de su tierra, un territorio que tiene el mismo tamao de Europa

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occidental. Esta restitucin representa un momento grandioso para mi pas porque no siempre hemos tratado bien a los inuit. En efecto, cuando los europeos conocieron por vez primera a los inuit, los consideraron unos salvajes; los inuit, en cambio, pensaron que los europeos eran dioses. Ambos lados se equivocaron, pero uno de ellos hizo ms por honrar a la raza humana. Lo que los britnicos en particular no fueron capaces de entender, fue que no poda haber un indicio ms claro de genialidad que la capacidad de subsistir en una tierra tan inhspita con una tecnologa limitada que se reduca a lo que uno poda labrar con huesos, piedras, pizarra y pequeos trozos de madera que flotaban a la deriva sobre el mar, y que por ello se consideraban tan preciosos como el oro. Si la historia del Artico tiene alguna particularidad, es que cuando los europeos imitaron las costumbres de los inuit, lograron grandes hazaas de exploracin. En cambio, cuando no actuaron de esa manera, sufrieron una muerte terrible. Los inuit no le temen al fro y saben aprovecharlo. Originalmente, los patines de sus trineos se hacan de pescados de aguas fras, colocados en fila y envueltos en piel de carib y engrasados con el contenido gstrico de este mismo animal. En una ocasin que fui al extremo de la isla de Baffin a la caza del narval, grab un maravilloso relat que cont un anciano. En los aos cincuenta del siglo pasado, se emprendi la iniciativa de implantar la soberana canadiense sobre un archipilago con el que podra haberse quedado un pas europeo, de manera que obligamos a los inuit a establecerse all como colonos. El abuelo del narrador se

neg a hacerlo, y su familia, temerosa por su vida, lo despoj de sus herramientas y armas, creyendo que eso lo obligara a irse de colono. Lo hizo? No. En plena noche rtica, en medio de una borrasca que bramaba fieramente, el viejo sali de su igl, se baj los pantalones de piel de carib y defec en la mano. Conforme las heces se helaban, les fue dando la forma de un cuchillo. Le unt saliva en el borde para afilarlo, y con el cuchillo de heces dio muerte a un perro. Con ese instrumento desoll al animal, con la piel confeccion un arns, con la caja torcica construy un trineo, le coloc el arns a otro perro y desapareci, con su nuevo cuchillo al cinto, entre los hielos eternos. Vaya manera de arreglrselas con nada! A mi entender, ste es un gran smbolo de esperanza para los pueblos indgenas en general, y para los inuit en particular. En todo el planeta, estos pueblos siguen con nosotros, y el milagro de nuestra poca es precisamente se. En un lugar como California, en el momento de la llegada de los europeos se hablaban ochenta lenguas. Por asombroso que parezca, an persisten cincuenta; lo trgico es que ninguna madre susurra en esas lenguas al odo de sus hijos. Cada visin del mundo que se desvanece, cada cultura que desaparece, disminuye las posibilidades de la vida. Se pierden conocimientos no slo acerca del mundo natural, sino de los dominios del cosmos, las intuiciones acerca del propio reino espiritual. Esto mengua drsticamente el repertorio humano, que es nuestra nica defensa contra los problemas que nos afectan a todos. Si algo he aprendido de mis viajes, es que la diversidad no slo es la base de la

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estabilidad, como ensean los ecologistas: es un artculo de fe, un indicador fundamental de la manera en que las cosas debieran ser. Si la diversidad es una causa de admiracin, su contrario, esta condensacin de una cultura mundial insulsa, amorfa y genrica, es motivo de consternacin. En realidad, la Tierra est siendo devorada por un incendio que arrasa con plantas y animales, culturas, lenguajes, destrezas antiqusimas y sabidura visionaria. Apagar sus llamas y reinventar la poesa de la diversidad cultural probablemente represente el desafo ms importante de nuestra poca. A fin de cuentas, necesitamos la visin de estos dos jvenes penan, del mismo modo que necesitamos las esperanzas de mis dos hijas pequeas que aparecen flanqueando a Alex Jack, el anciano gitxsan al que me refer antes, tanto como necesitamos los recuerdos del propio Alex. Porque, para todos nosotros, estos mitos y recuerdos y sueos se destacan como smbolos de la desnuda geografa de la esperanza. Muchas gracias.

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Wade Davis (Columbia Britnica, Canad, 1953) es antroplogo y bilogo, y tiene el doctorado de etnobotnica por la Universidad de Harvard. Con el patrocinio del Museo Botnico de Harvard, pas tres aos en la Amazonia y los Andes como explorador en busca de plantas, tiempo en el que convivi con quince grupos aborgenes en ocho pases latinoamericanos y reuni ms de 6.000 especmenes botnicos. Atraves la cordillera de los Andes en catorce puntos distintos, y en dos ocasiones recorri el ro Amazonas desde su nacimiento hasta su desembocadura. En Hait, investig los preparados tradicionales involucrados con la creacin de los zombis, experiencia que lo llev a escribir Passage of Darkness [Pasaje de oscuridad] (1988) y The Serpent and the Rainbow [La serpiente y el arco iris] (1986); este ltimo, que se public en diez idiomas, result un xito de ventas y posteriormente sirvi de base para una pelcula distribuida por la empresa Universal. Sus otras obras son Penan: Voice for the Borneo Rainforest [Los penan: la voz de la selva tropical de Borneo] (1990), Nomads of the Dawn [Los nmadas del alba] (1995), The Clouded Leopard [El leopardo ensombrecido] (1998), Shadows in the Sun [Sombras en el sol] (1998), Rainforest [La selva tropical] (1998), y One River [Un ro] (1996), candidata al Premio a las Obras Literarias de No Ficcin que concede el Gobernador General, el premio literario ms prestigioso del Canad. Light at the Edge of the World [Una luz al costado del mundo] ser publicada en febrero de 2002 por la National Geographic Society. En fecha muy reciente, sus investigaciones lo han llevado a Per, Borneo, el Tbet, el Artico, el delta del Orinoco en Venezuela y la parte septentrional de Kenya. El Dr. Davis ha publicado ms de un centenar de artculos cientficos y de divulgacin sobre temas que van desde el vud haitiano y los mitos y religiones amaznicos hasta la crisis de la biodiversidad mundial, el uso tradicional de las drogas psicotrpicas y la etnobotnica de los indios sudamericanos. Fue el presentador y coautor del guin de Earthguide, una serie de televisin en 13 captulos acerca del ambiente que fue proyectada por Discovery Channel. Desde 1994 es vicepresidente de Etnobotnica y Conservacin de Andes Pharmaceuticals, y forma parte del directorio de varias organizaciones no gubernamentales dedicadas al desarrollo basado en la conservacin y la proteccin de la diversidad cultural y biolgica. En el ao 2000 fue designado explorador residente de la National Geographic Society, cargo que dura tres aos.

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Otras publicaciones disponibles de la Serie Encuentros: Casas, voces y lenguas de Amrica Latina Dilogo con Jos Donoso, novelista chileno, autor de Casa de Campo. No. 1, marzo de 1993. Cmo empez la historia de Amrica Germn Arciniegas, periodista, historiador y diplomtico colombiano. No. 2, abril de 1993. Ao internacional de los pueblos indgenas Rigoberta Mench, lder indgena guatemalteca y Premio Nbel de la Paz en 1992. No. 3, octubre de 1993. Narrativa paraguaya actual: dos vertientes Rene Ferrer, escritora y poeta paraguaya. No. 4, marzo de 1994. El Paraguay en sus artes plsticas Annick Sanjurjo Casciero, historiadora paraguaya. No. 5, marzo de 1994. El porvenir del drama Alfonso Sastre, dramaturgo espaol. No. 6, abril de 1994. Del baile popular a la danza clsica Edward Villella, bailarn estadounidense, director artstico del Ballet de la Ciudad de Miami. No. 7, agosto de 1994. Belice: una perspectiva literaria Zee Edgell, novelista belicea, autora de Beka Lamb. No. 8, setiembre de 1994. El desarrollo de la escultura en la Escuela Quitea Magdalena Gallegos de Donoso, antroploga ecuatoriana. No. 9, octubre de 1994. Arte en contexto: esttica, ambiente y funcin en las artes de Japn Ann Yonemura, curadora norteamericana de arte japons de las Galeras Freer y Sackler de la Institucin Smithsonian. No. 10, marzo de 1995.

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Hacia el fin del milenio Homero Aridjis, poeta mexicano, ganador del Premio Global 500 de las Naciones Unidas. No. 11, setiembre de 1995. Hait: una experiencia de dos culturas Edwidge Danticat, novelista haitiana, autora de Krik! Krak! No. 12, diciembre de 1995. Los significados del milenio Bernard McGinn, telogo norteamericano de la Universidad de Chicago. No. 13, enero de 1996. Milenarismos andinos: originalidad y materialidad (siglos XVI - XVIII) Manuel Burga, socilogo peruano de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima. No. 14, febrero de 1996. Apocalipsis en los Andes: zonas de contacto y lucha por el poder interpretativo Mary Louise Pratt, lingista canadiense de la Universidad de Stanford. No. 15, marzo de 1996. Cuando nos visitan los forasteros: discurso del milenio, comparacin y el retorno de Quetzalcatl David Carrasco, historiador norteamericano de la Universidad de Princeton. No. 16, junio de 1996. El mesianismo en el Brasil: notas de un antroplogo social Roberto Da Matta, antroplogo brasileo de la Universidad de Notre Dame. No. 17, setiembre de 1996. El milenio de los pueblos: el legado de Juan y Eva Pern Juan E. Corradi, socilogo argentino de la Universidad de Nueva York. No. 18, noviembre de 1996. Breves apuntes sobre la literatura ecuatoriana y norteamericana Ral Prez Torres, poeta ecuatoriano. No. 19, marzo de 1997.

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Sociedad y poesa: los enmantados Roberto Sosa, poeta hondureo. No. 20, mayo de 1997. La arquitectura como un proceso viviente Douglas Cardinal, arquitecto canadiense del Museo Nacional del Indio Americano en Washington D.C. No. 21, julio de 1997. Cmo se escribe una pera: una visita tras bambalinas al taller del compositor Daniel Catn, compositor mexicano de opera, incluyendo Florencia en el Amazonas. No. 22, agosto de 1997. La bienvenida mutua: transformacin cultural del Caribe en el siglo XXI Earl Lovelace, novelista de Trinidad y Tobago y ganador del premio de la Mancomunidad Britanica para escritores en 1997. No. 23, enero de 1998. De vuelta del silencio Albaluca Angel, novelista colombiana, pionera del posmodernismo latinoamericano. No. 24, abril de 1998. Como se estn transformando los Estados Unidos por efecto de la inmigracin latina Roberto Suro, periodista estadounidense del Washington Post en Washington D.C. No. 25, mayo de 1998. La iconografa de la cermica pintada del norte de los Andes Felipe Crdenas-Arroyo, arquelogo colombiano de la Universidad de Los Andes en Bogot No. 26, julio de 1998. En celebracin de la extraordinaria vida de Elisabeth Samson Cynthia McLeod, novelista surinamesa y autora de El caro precio del azcar. No. 27, agosto 1998.

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Un pas, una dcada Salvador Garmendia, escritor venezolano, ganador del Premio Juan Rulfo y del Premio Nacional de Literatura. No. 28, setiembre de 1998. Aspectos de creacin en la novela centroamericana Gloria Guardia, escritora panamea, miembro de la Academia Espaola en Panam. No. 29, setiembre de 1998. Hecho en Guyana Fred DAguiar, novelista guyans, ganador del Premio Whitbread y el Premio Malcolm X de Poesa. No. 30, noviembre de 1998. Mentiras verdaderas sobre la creacin literaria Sergio Ramrez, escritor nicaragense, Vicepresidente de su pas, autor de Margarita, est linda la mar. No. 31, mayo de 1999. Mito, historia y ficcin en Amrica Latina Toms Eloy Martnez, escritor argentino, autor de Santa Evita. No. 32, mayo de 1999. Fundamentos culturales de la integracin latinoamericana Leopoldo Castedo, historiador espaol-chileno. No. 33, setiembre de 1999. El Salvador y la construccin de la identidad cultural Miguel Huezo Mixco, periodista y poeta salvadoreo. No. 34, octubre de 1999. La memoria femenina en la narrativa Nlida Pion, novelista brasilea, autora de Repblica de los sueos. No. 35, noviembre 1999. Le Grand Tango: la vida y la msica de Astor Piazzolla Mara Susana Azzi, antroploga cultural argentina y miembro del directorio de la Academia Nacional del Tango en Buenos Aires. No. 36, mayo de 2000.

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El fantasma de Coln: el turismo, el arte y la identidad nacional en las Bahamas Ian Gregory Strachan, profesor de ingls en la Universidad de Massachusetts en Dartmouth, y autor de la novela Gods Angry Babies. No. 37, junio de 2000. El arte de contar cuentos: un breve repaso a la tradicin oral de las Bahamas Patricia Glinton-Meicholas, presidenta fundadora de la Asociacin de Estudios Culturales de las Bahamas, y ganadora de la Medalla Independence de Bodas de Plata en Literatura. No. 38, julio de 2000. Fuentes annimas: una charla sobre traductores y traduccin Eliot Weinberger, editor y traductor de Octavio Paz, y ganador del premio PEN/Kolovakos por su labor como promotor de la literatura hispnica en los Estados Unidos. No. 39, noviembre de 2000. Trayendo el arco iris a casa: el multiculturalismo en Canad Roch Carrier, director del Consejo Canadiense para las Artes (1994 -1997), y el cuarto Director de la Biblioteca Nacional de su pas. No. 40, febrero de 2001. Una luz al costado del mundo Wade Davis, explorador residente de la National Geographic Society y autor de The Serpent and the Rainbow [La serpiente y el arco iris] y One River [Un ro]. No. 41, marzo de 2001.

Versiones en ingls y en espaol

La Serie Encuentros es distribuida gratuitamente a las bibliotecas municipales y universitarias de los pases miembros del Banco Interamericano de Desarrollo. Las entidades interesadas en obtener la serie debern dirigirse al Centro Cultural del BID, en Washington, D.C., a la direccin que aparece en la contratapa.

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Banco-Interamericano de Desarrollo
CENTRO CULTURAL 1300 New York Avenue, N.W. Washington, D.C. 20577 Estados Unidos de Amrica Tel: (202) 623-3774 Fax: (202) 623-3192 [email protected] www.iadb.org/exr/cultural/center1.htm

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