Muñoz Oraa La Independencia de America
Muñoz Oraa La Independencia de America
Muñoz Oraa La Independencia de America
MUOZ ORAA
LA INDEPENDENCIA DE AMERICA
(PRONOSTICO Y PROYECTO DE MONARQUIAS)
IOTEHCA
eso de fcil erudicin, la aparente sencillez de pginas en realidad densas corno sugerentes, y el valor de los testimonios documentales aporta. No puedo, adems, ser buen crtico de un trabajo cuya elabo:n he seguido de cerca, ni de un autor cuya personalidad y sim;a dejan una estela de afectos y amistades entre todos los espaoles hemos tenido el privilegio de conocerle y tratarle durante su ncia en Sevilla. Sean al menos estas palabras testimonio de grad y estimacin a quien de verdad las ha merecido. Guillermo Cspedes del Castillo Universidad de Sevilla Ila, 1960
TRES PR ONOSTICOS
Es extensa la bibliografa en que se atribuye a Pedro Abarca de Bolea, Conde de Aranda, la idea o proyecto de establecer monarquas en la Amrica Hispana. (i) Numerosos historiadores presentan al autor de la Memoria Secreta como el nico "vidente" que lleg a prever la independencia de las colonias espaolas, as como el podero y expan( 1 ) Hay autores que niegan al conde Aranda la paternidad de la Memoria Secreta, mejor conocida o vulgarizada con el nombre de Plan Aranda. Arthur P.
Whitaker resumi en un trabajo las opiniones favorables y adversas a la paternidad del Plan Aranda: ("El Pseudo-Memorial de Aranda de 1783"). Buenos Aires, 1938. Academia Nacional de la Historia (IlCongreso Internacional de Historia de Amrica 11-549-558 ). Whitaker, quien participa de la opinin de que fue Godoy y no Aranda el autor de la Memoria, sigue a la corriente negadora que integran Antonio Ferrer del Ro, Hermann Baumgarten y Richard Konetzke. Atribuyen la Memoria al conde de Aranda historiadores como Andrs Muriel, Modesto Lafuente, Manuel I)anvila y Collado, Carlos Navarro y Lamarca, Jean Sarrailh y Alfonzo Teja Zabre, tambin citados por Whitaker. Agregamos a stos el nombre del historiador mexicano Jos Mara Luis Mora: Mxico y sus Revoluciones. Pars, 1836. Librera de Rosa. 111.275-283, y los de Boleslao Lewin
( Los movimientos de Emancipacin en Hispanoamrica y la Independencia de Estados Unidos. Buenos Aires, 1952. Editorial Raigal. pp. 43.56) y Nicols Garca Samudio: Independencia de Hispanoamrica. Mxico, 1945. Fondo
Cultura Econmica ( Tierra Firme ) pp. 12-16, quienes no ponen en duda o aceptan implcitamente la autenticidad y paternidad de la Memoria Secreta presentada a Carlos III por el conde de Aranda.
sionismo que con el correr de los aos caracterizaran a la entonces naciente Repblica de los Estados Unidos de Norte Amrica. Sin desmedro de particulares e interesantes aspectos planteados en la Memoria Secreta, podemos afirmar que con anterioridad a ella muchos puntos objetos de su anlisis ya haban sido presentados a la consideracin de la corona espaola. En 1778, Marcos Marrero Valenzuela escribi y remiti a Carlos III unas Reflexiones en las que, con suficiente intuicin histrica, anticip lo que a la larga llegara a ser el podero norteamericano, sus efectos en la vida eureopea y reflejos en la Amrica espaola (2) Anterior al afamado documento que se atribuye a Aranda fue tambin una Representacin de Jos de Abalos, en la que se ocup de analizar el estancamiento de Espaa, advirti la proximidad de la independencia de sus colonias y sugiri la creacin de varias monarquas para impedir tal independencia (3)
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No pocos de ellos vivieron en toda su intensidad las convulsiones de las comunidades indgenas y cabildos que entre 1779 y 1781 irrumpieron en manifestaciones de cohesin hispanoamericana contra el excesivo poder centralizador de la metrpoli ( 4) . Al tomar conciencia de estos hechos y al examinar la situacin catica del imperio, hubo entre estos burcratas especie de pequeos ilustrados quienes sugirieran como cuestin impostergable un cambio de tctica en el trato de la Mtrpoli hacia sus colonias, pues pensaban que de lo contrario Espaa tendra que resignarse a perder lo que durante siglos haba significado su mejor fuente de riqueza y estabilidad, a la par que se agravara la ruina de Espaa y sta cada vez ms perdera importancia en el plano de la jerarqua internacional. Surgen entonces numerosos razonamientos y proyectos titulados: Representaciones, discursos, reflexiones o memorias, firmados unos y annimos otros, en los que destaca la urgencia de este cambio de tctica (5) . En muchos de esos razonamientos se har presente la entonces no valorada visin de lo que luego seran verdades histricas tales como la prdida de las colonias espaolas de ultramar y el creciente podero y expansionismo de los Estados Unidos.
Los afanes reformistas y de recuperacin del imperio hispnico durante el reinado de Carlos III, no slo fueron patrimonio de sobresalientes figuras como Floridablanca, Campomanes, Aranda, Glvez y otros. Hubo en la Espaa de entonces una burocracia de menor rango que bajo influencias de la Ilustracin se convirti en aguerrido equipo de espaoles interesados en lograr cambios indispensables en el sistema colonial, convencidos de que con ello se sacara a Espaa del estado de postracin y caos en que se hallaba. Visitadores, intendentes y otros funcionarios integraban en su mayora esta pequea burocracia. Enviados a la Amrica hispana para consolidar en ella las reformas auspiciadas por la Metrpoli, no tardaron en convencerse de los muchos errores de Espaa en Amrica.
(2) Con el ttulo de: El Imperialismo Norteamericano. (Una visin del siglo preparamos un estudio sobre este interesante documento. (3) AGI. Aud. Caracas. Leg. 477. Representacin de Abalos para Carlos III. Caracas, 24 septiembre 1781.
XVIII)
(4) "Aplicar esas reformas en las indias secularmente administradas bajo el doble principio de la inobservancia de la ley y de una ordenacin econmica equivocada, nefasta haca subir de punto las dificultades para implantar un nuevo estado de cosas, basado en conceptos opuestos a los vigentes y que eran: la observancia universal y estricta de la ley y el desarrollo econmico de las provincias ultramarinas". ( GUILLERMO CESPEDES DEL CASTILLO: "La Visita en Indias", Sevilla, 1946. Anuario de Estudios Americanos, III, 1.022 ). ( 2 ' FRANCISCO MARTINEZ Y LA COSTA, en una Memoria que escribi a Carlos III sobre la situacin de las colonias y convulsiones recin acaecidas en ellas le deca: "Bien miradas stas, Serensimo Seor, hacen concebir a primera vista la necesidad absoluta de que se planifique en la Amrica un sistema nuevo de gobierno y, mejor decirlo, es necesario que se renueve el sistema antiguo y que el presente del todo se destruya". AGI. Estado. Leg, 86. Madrid, 10 enero 1782 ). Sobre diversos aspectos de malestares en Amrica y necesidad de cambiar el sistema de relaciones de Espaa y el Nuevo Mundo, indicamos el Dicurso y reflexiones de un vasallo sobre la decadencia de nuestras Indias Espaolas. Annimo. AGI. Estado. Leg. 86. Acerca de la labor proyectista de esa poca existe un estudio de TOSE MUOZ PEREZ: "Los proyectos sobre Espaa e Indias en el siglo XVIII: el proyectismo como gnero". Madrid, 1955. Revista de Estudios Polticos. LIV. No. 81, pp. 169-95.
Uno de esos pequeos ilustrados fue Jos de Abalos, quien respaldado por su experiencia y visin de los asuntos espaoles y americanos, lleg a insinuar a la corona la conveniencia de extender el sistema monrquico al Nuevo Mundo para asegurar la supervivencia del Imperio Hispnico. Frmula y consiguientes advertencias condenadas al fracaso, fundamentalmente porque Espaa se rezagaba en una Europa en la que no pocas naciones salvaban para beneficio propio y del llamado mundo occidental los escollos y resabios que en la Pennsula muchos se empeaban en retener y celar como virtudes inamovibles.
Fechada a 24 de septiembre de 1781 lleg a manos de Jos de Glvez una Representacin enviada a Carlos III por Jos de Abalos, Intendente de Ejrcito y Real Hacienda de la Gobernacin y Capitana General de Venezuela. Representacin en la que Abalos porpona la extensin del sistema monrquico a los dominios coloniales de Espaa, como frmula que estimaba la ms apropiada para sofocar el espritu separatista que observaba en las colonias, as como para impedir el derrumbe del Imperio Hispnico e incorporar a las posesiones espaolas a un ritmo distinto de progreso y beneficios.
Quien era Abalos.
En su condicin de primer Intendente de Venezuela le corres pondi poner en vigencia numerosas reformas acordadas para su jurisdiccin. Fue el principal autor del Estanco del Tabaco para Venezuela y recibi el encargo oficial de elaborar proyectos de estancos para el aguardiente y la sal (7) Con enfermiza laboriosidad y celo trabaj para acrecentar los beneficios econmicos en pro de la Corona, y en parte suya fue la iniciativa y logro del comercio libre durante la guerra anglo-franco espaola ( s) . Comercio libre que proyect algunos beneficios para la Amrica y la Venezuela de entonces. Se interes por hacer del tabaco el producto de mayor jerarqua en su cultivo y exportacin ( 9) . Favoreci la produccin y el comercio de otros efectos coloniales (10) y gestion se reactivara, aun a costa de su propio peculio, la abandonada explotacin minera venezolana (11) . En ejercito de atribuciones ms o menos similares a las de los Visitadores Gutirrez de Pires, del Nuevo Reino de Granada y Areche, del Per, se comport de manera ms prudente que ambos en la orientacin de muchos aspectos de la nueva poltica fiscal. Penetr mejor que ambos visitadores en los orgenes y alcances de las rebeliones que entre 1779 y 1781 se produjeron en la Amrica espaola. La parte venezolana que le correspondi enfrentar durante estas rebeliones no le llevaron a asumir actitudes huidizas, como la del Visitador Gutirrez de Pires, ni en sus funciones extrem las disputas juris.
Natural de La Mancha, Abalos pas a la Amrica espaola a ejercer funciones administrativas. En Cuba fue Oficial Mayor de la Contadura y de la Administracin General de aquella isla. Posteriormente desempe el cargo de Contador Mayor de Caracas y en 1776, luego de verse precisado a renunciar las funciones de Intendente de Palencia que le haban sido confiadas en aquel ao, pas a ejercer las de primer Intendente de Ejrcito y Real Hacienda en Venezuela (6) .
Estos y otros datos sobre Jos de Abalos pueden consultarse en: Economa Colonial Venezolana, Mxico, 1946. ( Tierra Firme ). HECTOR GARCIA CHUECOS: Hacienda Colonial Venezolana. Caracas, 1946. Editorial Crisol. LUIS NAVARRO GARCIA: Intendencias en Indias. Sevilla, 1959. Escuela Estudios Hispanoamericanos.
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(7) AGI. Aud. Caracas. Leg. 767. Abalos remite a Glvez minuta para real cdula sobre Estanco del Tabaco y promete enviar las de aguardiente y sal. Madrid, 10 junio 1777. (8) AGI. Aud. Caracas. Leg 425. Carta de Abalos para Glvez en que expresa, entre otras cosas, que el Gobernador Unzaga le profesa odio: "Por haber concedido S. M., a mis instancias, el libre comercio con la Espaa y las colonias extranjeras durante la guerra". Caracas, 26 septiembre de 178]. (9) En un informe del Intendente Saavedra aparece que desde 1780 a 1782 haban ingresado a la Real Hcienda, por el solo concepto del tabaco, ms de siete millones de reales. AGI. Aud. Caracas. Leg. 478. Caracas, 31 enero 1784. Famosa fue la gestin de Abalos ante la corona para que se acordara con el conde Raventlou la venta anual de dos millones de libras de tabaco cura-seca para comerciantes daneses. AGI. Aud. Caracas. Leg. 477. Caracas 13 noviembre 1782. ARCILA FARIAS, ob. Cit., pp. 307-14. ( 11 ) AGI. Aud. Caracas. Leg. 476. De Abalos para Glvez en que recomienda reactivar la explotacin minera y pide tcnicos mineros alemanes. Caracas, 20 diciembre 1781.
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diccionales que en cambio tantos problemas acarrearon al Visitador Areche. Abalos combati duramente el monopolio de la Guipuzcoana (12) y, no obstante los mltiples ataques de que fue objeto en Venezuela, especialmente por parte de la arisca sociedad caraquea, trat de beneficiar a sta, sin duda convencido de que al brindarle mayores oportunidades econmicas a los criollos impulsaba la produccin y comercio coloniales, de lo que se derivaran mejores beneficios fiscales para la Corona (13) . De sus contactos con la sociedad caraquea logr suficientes elementos de juicio para convencerse de que el fenmeno independentista estaba ms prximo que lejano. Extensa fue la correspondencia de Abalos con sus superiores y subalternos; pero de sus experiencias en los asuntos espaoles y americanos quedaran como fruto dos documentos de extraordinaria importancia histrica: su "Plan para la defensa de Amrica Occidental" (u ) . Y el Proyecto de monarquas para las colonias espaolas; manuscritos en los que est presente el pensamiento de un peninsular que se interes en sealar los defectos que hacan del hispano un imperio en vas de naufragio. En su "Plan para la defensa de Amrica Occidental", escrito en 1780, dio serio paso al plantear a Carlos MI los defectos de la poltica colonial espaola. Criticaba en l lo excesivo del crecimiento de las fuerzas milicianas y veteranas integradas por oriundos de ultramar, as como los crecidos gastos de las fortificaciones. Haca hincapi en la necesidad del comercio libre y la conveniencia de impulsar la agricultura y el comercio ultramarinos. Todo su plan consista en proponer la creacin de una poderosa armada que reemplazara al ejrcito de tierra y, a la par que dicha armada sirviera para guarecer los dominios peninsulares, contribuyera a impulsar la economa de las colonias.
( 121 ARCILA FARIAS, ob cit., pp. 317, 318. AGI. Aud. Caracas. Leg. 476. Abalos suaiere a Glvez se concedan prerrogativas comerciales al Marqus del Toro y otros vecinos de Caracas. Escribe que estimul a stos a comprar embarcaciones y que considera til permitirles transportar gneros desde Espaa. Caracas, 7 junio 1782. (14) CARLOS EMILIO MUOZ ORAA : "El Intendente Abalos y su Plan para la defensa de Amrica Occidental", Mrida ( Venezuela ), 1959. Humanidades ( Revista de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Los Andes ), Nos. 34, pp. 467-74.
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Decepcionado por no haber podido actuar a sus anchas y obtener xito en muchas de sus iniciativas ante la corona; nada contento por las enemistades que le acarre su gestin administrativa y convencido de lo incmodo de su situacin en un ambiente hostil como le era el de la sociedad colonial venezolana, especialmente la caraquea, Abalos renunci a su cargo de Intendente despus de cinco aos de activar la parte ms difcil de la institucin que se le confi (15) . Al cesar en la Intendencia arremeti contra esta institucin, sealando su inoperancia y los males que de ella se derivaban en Amrica (15) . Abalos regresa luego a Espaa sin haber perdido la confianza y proteccin de su amigo Glvez, antes por el contrario robustecidas a tales extremos que se le confan las funciones de Intendente de los 4 reinos de Andaluca y Asistente de Sevilla (17) . La personalidad de Abalos ha merecido del historiador Eduardo Arcila Faras el siguiente juicio: "Represent l, entre los funcionarios venezolanos de la colonia, a ese tipo de empleado probo de que nos habla Altamira, celoso cumplidor de su deber, participante del afn renovador de los grandes ministros de Carlos III " (18) .
El proyecto de establecer monarquas en la Amrica espaola fue en Abalos el producto, fundamentalmente, de su convencimiento de que sta se hallaba prxima a separarse de la Metrpoli. Convencimiento que sistematizamos as: 19 La Historia ensea que los pueblos dominados tienden a liberarse del yugo de sus metrpolis. Ilustra con ejemplos la
(15) AGI. Aud. Caracas. Leg. 477. Renuncia de Abalos dirigida a Jos de Glvez. Caracas, 23 septiembre 1781. (16) AGI. Aud. Caracas, leg 477. De Abalos para Glvez en que seala los defectos del rgimen de Intendencias enAmrica y concretamente en Venezuela. Caracas, 25 septiembre 1781. (17) AGI. Aud. Caracas. Leg. 14. De Abalos para Glvez en que se defiende de un juicio y dictamen del Consejo de Indias. Sevilla, 29 octubre 1785. ARCILA FARIAS, Ob. Cit., p. 306. (18)
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decadencia de imperios coloniales en Europa y no escapa a sus consideraciones la propia experiencia espaola en tal sentido. 29 El Imperio Hispnico se acercaba cada vez ms a su propia ruina por los errores de una Espaa anquilosada, derrochadora y marginada del progreso europeo de su tiempo, y de todo lo cual se derivaba una poltica colonial desarticulada y daina. 39 Los errores de esa poltica colonial haban sumida a la Amrica en el abandono. Incultivada, vctima de excesos e injusticias por parte de funcionarios peninsulares y acechada por los ingleses, tradicionales enemigos de Espaa, la Amrica en nada garantizaba ni favoreca los intereses de la Metrpoli. 4" Surga en las colonias espaolas una madurez de conciencia y afecto por la libertad. Ya las colonias comenzaban a superar la etapa de la infancia, como l mismo escribiera. Encontraba en las rebeliones de las comunidades indgenas y cabildos ( 1779-1781 ) la expresin violenta de esa madurez y amor por la libertad. 5 Factores coadyuvantes a esa madurez eran : el odio de los americanos hacia los funcionarios espaoles que usufructuaban las posiciones que queran y raclamaban para s los vasallos de ultramar (19) . Al espritu inconforme y rebelde de los americanos se una la agresividad de los espaoles que, ya enraizados en el Nuevo Mundo, hacan causa comn con los criollos y en circunstancias an ms peligrosas para Espaa. 6 El ejemplo del clero en la Amrica espaola en nada favoreca la sumisin de las colonias a la Metrpoli y, por ltimo: 79 La independencia de las colonias inglesas de la Amrica del Norte estimulaba los afanes separatistas en sus vecinos del Continente.
Tema al que dio Abalos primaca fue, pues, el de la vecindad del fenmeno independentista, aunque en lo relativo a la prdida de las colonias, justicia es reconocer que dentro y fuera de Espaa muchos se haban ocupado antes que Abalos de la posibilidad de tal acontecimiento. Casi un siglo antes que l se ocup Gabriel Fernndez de Villalobos, Marqus de Barinas y Guanaguanare, de sealar los defectos de la poltica colonial espaola y hasta pronostic la prdida de las Indias ( 20). Hicia 1768, tres relevantes figuras de Espaa: Jos Moino, Campomanes y Aranda, al tratar en un Consejo Extraordinario serios problemas mexicanos acordaban algunas medidas destinadas a contentar los vasallos de la Nueva Espaa y poner cese a las inquietudes independentistas en las colonias (21) En 771, al producirse una protesta mexicana contra los obstculos que se oponan a los criollos para ocupar importantes posiciones en el campo eclesistico, no estaban ausentes las amenazas de que tales obstculos contribuan a crear ambiente separatista (22) En la misma Memoria Secreta, que se atribuye al Conde Aranda, aparecen prrafos en que se refiere a la afirmacin de polticos sobre la imperdurabilidad del dominio espaol en Amrica (2") . Si bien es cierto que ya antes que Abalos hubo quienes se ocuparan del tema de la independencia de las colonias espaolas, no menos cierto es que fue el Intendente quien advirti en sus caractersticas econmicas, polticas y sociales el fenmeno tal cual se operara tres dcadas despus (24 ). No se inclin al anlisis de factores
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(20) GABRIEL FERNNDEZ DE VILLALOBOS : Vaticinios de la Prdida de las Indias. Madrid, 1899. Real Academia de la Historia ( Coleccin de Documentos
(19) El tema del predominio burocrtico de los peninsulares sobre los criollos y el odio de stos hacia aqullos ocup parte de las deliberaciones del ICongreso Hispanoamericano de Historia, celebrado en Madrid en 1949. Vase: Causas y Caracteres de la Independencia Hispanoamericana. Madrid, 1953. Ediciones Cultura Hispnica, pp. 243-76.
Inditos ). XII, 193-324 y 327-86. RICHARD KONETZES "La condicin legal de los criollos y las causas (21) de la Independencia". Sevilla, 1950. Estudios Americanos ( Revista de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos ). Vol. II Nm. 5, pp. 4547, 52. (22) lbd., 52. (23) "Dejo aparte el dictamen de algunos polticos, tanto nacionales como extranjeros, del cual no me separo, en que han dicho que el dominio espaol en las Amricas no puede ser muy duradero, fundado en que las posesiones tan distantes de sus metrpolis jams se han conservado largo tiempo". AGI. Estado. Leg. 81. Copia de la Memoria Secreta remitida por Rafael Morant al Duque del Infantado. Madrid, 9 diciembre 1825. ARCILA FARIAS, ob. Cit., pp. 314, 315. (24)
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alados, sino que la suya fue una visin de conjunto de los principales ctores que condicionaban la proximidad de la prdida de Amrica Lra Espaa.
En la desintegracin del Imperio Romano encontr Abalos gumentos para afirmar que, "es muy difcil que en un cuerpo tendido y disperso se puedan reunir para un fin las lejanas partes Le lo constituyen", principio muy en boga en labios europeos de tiempo y al que recurri y nutri Abalos en su Representacin n otros ejemplos extrados de la experiencia universal sobre el auge decadencia de los imperios: "Hartas lecciones nos presenta la historia los siglos para el apoyo de este incontestable principio escribe. 1s asirios, los egipcios, los medas, persas y griegos llegaron altertivamente en sus tiempos a subyugar al mundo y cuando arribaron ser ms formidables comenzaron a experimentar su decadencia su ruina". Espaa misma no haba escapado a esta experiencia y, en conptos que nos muestran a Abalos bastante enterado de los acontenientos del colonialismo espaol, expresa:
"No tenemos que buscar desengaos de esta naturaleza en siglos tan remotos y en imperios extraos. En nuestra propia casa, en la Espaa misma, podemos llorar todava su mejor confirmacin. El reinado del seor Felipe II fue el ms floreciente que goz monarca (alguno). Su dominacin se dilataba por la Italia, Portugal y los Pases Bajos, a ms de la rica herencia que dej en estos hemisferios, en este Nuevo Mundo y en el Asia; pero se extendieron mucho sus dominios para durar sin desmedros. "Sublevronse los holandeses y despus de los muchos millares de hombres que se perdieron y de los inmensos gastos con que agot el real erario el justo empeo de castigar su perfidia, por fin en los reinados siguientes hubo de declarrseles la independencia. Sigui las rebeldes huellas de las provincias unidas el Reino de Portugal y se introdujo violentamente el Duque de Braganza en aquel trono. No pararon en estos los quebrantos del Estado. Obligada la nacin a divertir las armas por las diferentes partes que exigan su socorro, perdi tambin inmediatamente el Ducado de Mantua, el Condado de Artois, el Casal, el Roselln y el electorado de Trveris".
Si en pueblos distantes de la Amrica se daba la experiencia de liberarse del yugo colonial, el Nuevo Mundo no estaba exento de asumir un comportamiento similar en relacin con sus metrpolis. Los recientes sucesos que culminaran en la independencia de las 13 colonias inglesas era una prueba inequvoca a la cual recurra para fortalecer su criterio. Tras gravosos esfuerzos, prdida de hombres, de prestigio y de grandes sumas del erario, el Imperio Britnico nada haba podido lograr para retener entre sus tenazas coloniales a los ricos y extensos dominios de la parte norte de Amrica. Y si esto ocurra a una potencia como Inglaterra, en territorios ms reducidos que la Amrica espaola y con la atenuante de una menor distancia de la Metrpoli: "Qu prudencia humana podr dejar de temer muy arriesgada igual tragedia en los asombrosos y extendidos dominios de la Espaa en estas Indias?", en donde cualquiera mediana rebelin tomara cuerpo y resultara imposible detenerla por lo arriesgado de la navegacin y la pobreza del erario colonial para hacer frente a gastos militares de emergencia. Si la propia Espaa haba experimentado la prdida de territorios coloniales a pocos pasos de la Pennsula: "Qu mejores consecuencias podrn prometer unos dominios, habitados por lo comn de gentes poco consagradas a la Metrpoli?"; a lo que sumaba su convencimiento de que confiar a los americanos la defensa de los intereses espaoles seran tanto como: "entregarles las armas en la mano para sacudir la cerviz". En Amrica, pues, adverta Abalos la existencia de factores que hacan propicio el que se diera por igual la constante histrica europea de la liberacin de los pueblos dominados:
"la Historia, seor, de lo pasado, es Historia de lo presente y lo ser de lo futuro, porque no se ha visto ni se ve otra cosa que la repeticin de unos mismos sucesos, sin ms diferencia que la accidental de la mayor o menor distancia de las escenas y del influjo de los respectivos pases y educacin de los ejecutores. Y esto mismo que ha sido, es y ser en el Antiguo Mundo, en que con rapidez se han visto pasar las monarquas de unas a otras manos, hay motivos ms poderosos no slo para pensarlo, sino para creeerlo como cierto en lo respectivo a este Mundo Nuevo, porque los motivos son ms eficaces y poderosos, y por consecuencia de mayor influjo y actividad para que produzcan sus efectos con ms prontitud".
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Poda sobrevivir el Imperio Hispnico? Para Ababa, sin embargo, no todo se haba perdido. Consubstanciado con la monarqua le resultaba inconcebible una Espaa definitivamente aniquilada. De all que, si encontraba claro en la Historia el destino a que estaban condenados los imperios coloniales, no por ello la Historia misma haba silenciado los esfuerzos por evitar la desgracia total de una Metrpoli. Roma haba ofrecido al mundo la habilidad de Constantino y Teodosio el Grande para prolongar la vida del Imperio, al consignar entre sus hijos los territorios propensos a desmembrarse de la corona. Si Roma lo intent, para Abalos Espaa poda hacer lo mismo en momentos que l consideraba los ms propicios para evitar la ruina del Imperio Espaol. Espaa anquilosada y Amrica abandonada.
donados los principios de la prosperidad de todo Estado y nos hemos hecho meros tributarios de sus fbricas e industrias ... " 125) Abalos
adverta en Amrica la existencia de una gran riqueza mal administrada en el campo de la produccin, y estim inadecuado que al Nuevo Mundo slo se le considerase como fuente de recursos fiscales que a la larga creaban un cerco tributario ingrato a los vasallos y
Despoblada, Espaa careca de suficientes brazos para el incremento de la agricultura, el comercio, la industria y las artes. Anotaba Abalos la ausencia de incentivo para el progreso econmico de la Pennsula y la existencia de un marcado afn militarista so pretexto espaol de la conservacin de los dominios coloniales. Pocos brazos para el trabajo creador y muchos soldados en los cuarteles nada positivo le dejaban a su pas: "La verdadera riqueza de un Estado -- escribe -- son los hombres, en todo principio sano, y jams podr ser buena poltica el que cuando Espaa se halla tan escasa de poblacin para su agricultura, artes y comercio, se d lugar a que aun se debilite ms su extenuado cuerpo con empresas militares para la conservacin de sus posesiones en este mundo, desprendindose con este fin todava de ms hombres para su ltima aniquilacin y ruina". De su administracin colonial Espaa nada retena, porque haba pasado a la condicin de colonia econmica de Europa y de Asia. Amrica, por su parte, nada garantizaba a la Metrpoli, pues despoblada, sin cultivos y empobreciad ya no era ni la sombra de cuanto fue en tiempos de los Reyes Catlicos. Cuantos recursos econmicos y fiscales pasaban de Amrica a Espaa iban a parar a otras naciones ms hbiles o mejor desarrolladas, de cuyas fbricas e industrias resultaba ser la Pennsula uno de los mejores mercados: "Apenas de estas riquezas escriba Abalos nos tocan los reales derechos y la cortedad de las comisiones. Lo dms y la mayor parte considera. blemente sirve para engrosar las naciones vecinas, porque vanamente deslumbrados con la ilusin de tan dilatada propiedad tenemos aban18
El mal gobierno. Al sealar el estancamiento de la produccin y economa espaolas y americanas agregaba Abalos su experiencia y convencimiento de graves defectos en las relaciones polticas o gubernamentales de la Corona con las colonias. La sed de enriquecerse y los constantes abusos e injusticias de los funcionarios peninsulares coadyuvaban al resentimiento y deseos separatistas de los americanos. Si al propio Rey le resultaba difcil dar en Espaa con personas idneas para el desempeo de funciones de gobierno en la jurisdiccin misma de la Pennsula, reuna caractersticas de mayor gravedad la seleccin del material humano destinado al gobierno y justicia en ultramar, pues cuantos virreyes, gobernadores y otros empleados se
( 2 :5 ) El espaol Francisco Martnez y La Costa, en un memorial para Carlos III escriba aos ms tarde: "El comercio con los asiticos es perjudicial a la Espaa y Europa toda, porque ellos hacen justamente con los europeos lo que stos con las naciones brbaras del Africa y Amrica; porque si los americanos por cristales, espejos y quincalleras nos han dado en cambio tanto oro y plata, los europeos no hemos sido ms que un canal por el cual han pasado a manos de los asiticos estos preciosos metales en cambio de mercancas generalmente tiles, con la diferencia que se las pagamos mucho ms caras que los americanos a nosotros". AGI Estado. Leg. 86, Madrid, 29 enero 1783.
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enviaban a la Amrica desconocan por lo general el medio ambiente que se les confiaba y mientras entraban en contacto con sus jurisdicciones eran muchas las injusticias y desaciertos que se cometan, unos a espaldas de la Corona y los ms con la complicidad de altos funcionarios que operaban en la Metrpoli. Sus propias palabras resultan ser el mejor testimonio de cuanto pens y escribi en torno a los defectos del gobierno colonial y los factores adversos a la propia Amrica:
"Para gobernar bien es indispensable el conocer a los hombres y los pases que habitan, y no es fcil que la Espaa pueda enviar virreyes, gobernadores ni otros magistrados que sean buenos y tengan este conocimiento, pues para adquirirlo es necesario que pase largo tiempo y que en el interin se ejecuten considerables desaciertos, segn ha estado y est sucediendo con perjudicales resultas. La mayor parte de los sujetos que han sido destinados desde la conquista para los virreynatos, gobernaciones, plaza de audiencia, ministerio de la Real Hacienda y dems manejos subalternos lo han hecho y hacen con el deseo y la mira de enriquecerse, y es axioma comn, desde el ms pequeo hasta el ms grandes, el que no han surcado los mares por slo mudar de temperamento, de que han dimanado y dimanan inmensidad de perjuicios y por consecuencia continuas quejas y recursos que, fundados o infundados, no puede averiguarse su verdadera certeza, siendo lo ms natural hacerse las mayores injusticias y quedar impunes los delitos, mirndose como preciso el que cada da vaya el mal en aumento y que a proporcin de lo que crezcan estos pases sean ms excesivos los desrdenes y que exasperados los nimos de los habitantes aumente en ellos el encono o la diferencia que les es natural, pues todos los americanos tienen o nace en ellos una aversin y ojeriza grande a los espaoles en comn, pero ms particularmente a los que vienen con empleos principales, por parecerles que les corresponden a ellos en justicia y que los que obtienen se los usurpan, a que debe aadirse que los espaoles que contraen matrimonio en estos pases son peores que los mismos naturales, con la circunstancia de que considerndose ya una vez establecidos y casados, con las mismas inclinaciones de los americanos, se hacen ms de temer porque los europeos son ms profundos en su modo de pensar".
En la rebelin indgena peruana observ no slo el descrdito y la prdida de hombres que ella signific para Espaa, sino races separatistas que no deban llamar a engao a la Corona, pues si aquella rebelin hubiese tenido por jefe a un hombre de prestigio entre los blancos y Tpac Amaru no hubiese cado vctima de la traicin de sus propios compaeros de armas que lo entregaron a las autoridades, nadie habra podido detener el empuje de los rebeledes, "y no se sabe agregaba si el mal se ha extinguido o cuando menos se piense volver a descubrirse con violencia inexpugnable". En la rebelin comunera del Nuevo Reino de Granada advirti no un suceso casual, sino la exteriorizacin de viejos malestares y aspiraciones que enardecan el espritu belicosos y esperanzado de los neogranadinos. En el intento de stos por apoderarse de un puerto martimo, como lo era el de Maracaibo, encontraba indicios de complicidad y ayuda exterior para los rebeldes. De Venezuela le despert recelos el entusiasmo con que all se acogi el movimiento rebelde neogranadino y la forma cmo se comentaban y festejaban en pblico los xitos de Tpac Amaru. No obstante haber dado las autoridades publicidad a la derrota y prisin del caudillo indgena, nadie daba crdito al parte oficial. De su propia experiencia en los sucesos comuneros de la Provincia de Maracaibo anotara que el desafecto a Espaa y el vehemente deseo de independencia fueron los mviles de aquella rebelin que constern a todo el territorio de la Gobernacin y Capitana General. La existencia del clima separatista que Abalos atribuy en buena parte a los errores de la poltica colonial espaola, le llev incluso a afirmar que ste se manifestaba como un producto de la madurez o inicios de conciencia de libertad en los propios americanos:
"Hsta aqu, seor, las amricas puede decirse que han estado en su infancia y durado al mismo tiempo en sus habitantes aquel terror de los primeros conquistadores ha sido fcil mantenerlas en subordinacin, pero ya con el transcurso de los tiempos han tomado incremento y se ha ido desvaneciendo aquella impresin que heredaron de sus abuelos. Menos preocuapadas sus imaginaciones de lo que estaban antes y ms poderosas en gentes y proporciones discurren con una libertad desmesurada". Los empeos ingleses.
Esta serie de factores anotados por Abalos le hacan pensar que los americanos se hallaban propensos a lograr la independencia y que tras ese afn no reparaban en seguir ciegamente a quien primero los acaudillara contra Espaa. Prueba inequvoca le resultaban los recientes sucesos armados del Per, Nueva Granada y Venezuela. 20
Si Espaa no daba un vuelco definitivo a su comportamiento en Amrica lo perdera todo en el Nuevo Mundo, pues, escriba: "siempre 21
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que las cosas permanezcan bajo el actual sistema estoy conociendo con bastante dolor mo el que sin tardar largo tiempo se verificar el intento de conseguirla (la independencia), para lo que no cesarn haba convencido Abalos del inters de Inglaterra por operar en el Nuevo Mundo. Esta circunstancia, y la de que a partir de la segunda mitad del siglo XVIII la Amrica se haba convertido en escenario de las pugnas europeas, le llevaron a pensar que los intereses forneos jugaran papel de no esacsa importancia a la hora de estimular movimientos de las colonias contra la Metrpoli (26) .
La influencia del clero de influir los enemigos de la Corona". Y era que en su inflexible lucha contra el comercio ilcito se
El ejemplo del clero en Amrica no le resultaba a Abalos el ms apetecible para garantizar a Espaa obedientes y sumisos vasallos. Ya fuera por la escasez de religiosos o por la relajacin en la vida y costumbres de los clrigos, se aumentaba el estmulo separatista: "No sera temeridad asentar que el estado eclesistico secular y regular es seguramente el que al abrigo de la inmunidad que goza anima ms la detestable semilla de la aversin contra la subordinacin y el trono". A lo que agregaba la presencia en Amrica de sectas no catlicas y auspiciadas por extranjeros que contribuan a robustecer el espritu rebelde de los americanos.
La Independencia Norteamericana.
l ocurrira, pendencia de la Amrica espaola. Consciente de que ello se apresur a sugerir una frmula que, acorde con sus personales sentimientos monrquicos, tratara de impedir esta independencia y sus Hispnico. Frmula consiguientes efectos en la total ruina del Imperio s soledad habra lneadsaud audaz la suya, que Espaa condenara al silencio y a archivos en momentos en que, de haberse acogidlo , peninsular en el permitido prolongar por algn tiempo el dominio Nuevo Mundo. fu Aos despus del proyecto monrquico de Abalos no estuvieron ausentes iniciativas ms o menos similares a la suya , ya c de a Amrica fe frue ran ii surgidas del tardo afn espaol por sobrevivir en 111I nitivamente resuelta a conquistar su independencia; ya producteaminsqprdhalensitmorquc ya el modus operandi que mejor satisfaciera sus intereses de clase; fueran, en fin, movidas por apetencias de naciones enemigas de Espaa interesadas en extraer algn provecho del conflicto separatista. y Godoy (27) La Historia recoge, entre otras, las iniciativas de Aranda , Conde de Luca (30), La Infanta Carlota Joaquina ( 28 ), Iturbide ( 20) c Alamn ( 31 ) y Maximiliano (32). La idea de establecer prncipes en la Amrica espaola no era nueva en Abalos, slo que se la haba reservado en espera de mejor rl eria la oportunidad mayores experiencias para exponee sa bfa : y acopio de Corona. El mismo Abalos, al iniciar su Representacin , "Tiempohacsrqutyeondispametoni seno con el conocimiento propio y el de mi cortedad para internar en un asunto tan del primer orden, pero por de mi celo a hacerlo presente a V. M.". fin me mueve el impulso
Al convertirse Amrica en zona o escenario de conflictos inter nacionales, como el de la guerra anglo-franco-espaola, quedara el saldo de la independencia de las 13 colonias inglesas, acontecimiento ste que, a su juicio, avivaba el orgullo de los americanos y acrecentaba el deseo y la esperanza de conseguir los vasallos de Espaa en Amrica cuanto sin mayores obstculos haban logrado sus vecinos del Norte.
Proyecto de Monarquas
Advirti pues, Abalos, muchos de los factores econmicos, polticos, sociales y religiosos que tres dcadas ms tarde propiciaran la inde(26) Sobre proyectos ingleses para favorecer la emancipacin de la Amrica espaola vase: BOLESLAO LEWIN : Los movimientos de emancipacin de hispanoamrica y la independencia de Estados Unidos. Buenos Aires, 1952. Raiga], pp. 22-37.
ob. cit pp. 12-16. (28) ERNESTO PALACIO, Historia de la Argentina, Buenos Aires 1957 ( Biblioteca de Estudios Americanos ). 1-168. Madrid, 1958. Aguilar, (20) CARLOS PEREIRA, Breve Historia de Amrica. pp. 535-37. (30) ERNESTO PALACIO, ob. cit., p. 239
( 27 ) N ICOLAS GARCIA SAMUDIO, (31) ANTONIO GOMEZ ROBLEDO,
1959. Fondo Cultura Econmica ( Tierra Firme ) , p. 147. (32) CARLOS PEREIRA, ob, cit., pp. 564-72
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Abalos sugiri la creacin de tres o cuatro monarquas de la na borbnica espaola en las provincias que entonces comprenal a los distritos de las audiencias de Lima, Quito, Chile y La ita. Inclua en esas tres o cuatro monarquas a las Islas Filipinas sus inmediaciones. El resto de los dominios espaoles, entre ellos eva Granada y Venezuela, seguiran sujetos al control directo de Pennsula.
Los beneficios del sistema.
que a su vez le parecan los ms dciles de gobernar y, finalmente, entregada Espaa a impulsar la produccin y el comercio, se hara en corto tiempo "la ms poderosa y temible de la Europa", y los habitantes del Nuevo Mundo "respirarn con menos aliento y estarn prontos y sumisos a la Metrpoli".
En la extensin del sistema monrquico vea Abalos los siguientes ieficios: la comn defensa de los intereses espaoles y americanos diante la firma de tratados de amistad y alianza permanentes. !aciones comerciales entre los reinos de Espaa y Amrica, con alusin total o parcial de potencias europeas que no fueren del -ado y conveniencia de Espaa. Ahorro de considerables sumas que lizaba Espaa en la conservacin militar y defensiva de sus colonias. orro de hombres que serviran a Espaa para fortalecer el campo la produccin agrcola e industrial. Cada reino creara sus propias izas armadas, segn sus necesidades en tal sentido. La produccin cola americana cobrara mejores impulsos y del intercambio nercial se enriqueceran por igual Espaa y los reinos de Amrica. 3 americanos se daran al trabajo creador, "libre ya de las preocugones y quejas que les ocasionaba un gobierno desptico y desado". Los reyes americanos conquistaran el corazn de sus vasallos, .s stos: "contentos por su parte con la dicha de lograr unos eranos legtimos, tan dignos y amables, les consagrarn a porfa las as y las voluntades". El clero se abstendra del libertinaje y los esos, pues, temerosos de la cercana vigilancia real, sus miembros se isformaran en mansos y cristianos pastores y aportaran a la sia nuevos rebaos. La repercusin internacional de la creacin os reinos de Amrica sera propiacia, pues: "no puede drsele a los higos de la Espaa un golpe ms sensible que el de la desmem:in propuesta, por quitarle con ella la esperanza de la indepen:ia de aquellos vasallos y la de que puedan adquirir en sus terri>s posesiones algunas". Espaa asegurara mejores y estables posies estratgicas en el Nuevo Mundo. En los territorios que ~tian sujetos directamente a la Metrpoli se propendra a una ms iva administracin colonial. Desligada Espaa de los territorios ricanos ms expuestos por la distancia y otros peligros, territorios 24
Dos aos despus de presentar Abalos su proyecto de monarquas surga la Memoria Secreta de Aranda en la que por igual se insinuaba el establecimiento de reyes en la Amrica hispana. Mientras Abalos lo haca partiendo de sus personales experiencias en el Nuevo Mundo y se detena en un anlisis de no poco fondo sobre los graves problemas de Espaa y de Amrica, el autor de la Memoria Secreta parta, primordialmente, desde un punto de vista de poltica internacional. En Abalos la independencia de Amrica sera fundamentalmente producto de los errores de la poltica colonial espaola, del anquilosamiento de la Pennsula, del desafecto americano hacia el poder centralizador y la burocracia espaola, de la actitud nada ejemplar del clero, del entusiamos insurreccional que proyectaba la independencia de las 13 colonias y de la prsencia de una madurez de conciencia americana para discernir lo que convena o no a sus intereses. El problema que ms preocup al autor de la Memoria Secreta fue la aparicin de los Estados Unidos como una potencia en perspectiva y los alcances de la futura expansin territorial y comercial de la nueva Repblica. Abalos no se detuvo en analizar de la independencia norteamericana ms que su repercusin como tal hecho poltico en el nimo de los vasallos de Amrica hispana, aspecto que no se precisa en la Memoria Secreta, aunque se puede inferir en el nimo del autor de sta. Mientras en la Memoria Secreta el proyecto de monarquas se concretaba a slo las colonias espaolas en Amrica, Abalos incluy en el suyo a las Islas Filipinas. Se abstuvo Abalos de mencionar a 25
Espaa para el establecimiento de rey en tan vastos e impordominios, posiblemente convencido de que convena a Espaa ter el control directo de una regin que, como la mexicana, segura posicin estratgica para estorbar las pretensiones ionistas norteamericanas. En la Memoria Secreta s aparece como una monarqua creable, pues priv en el nimo del autor el convencimiento de que, convirtiendo a Nueva Espaa en un se fortalecera mejor un cerco que impidiera a los Estados extenderse hacia la Amrica espaola. ientras Abalos propona como zona de jurisdiccin real ameria parte del extermo sur del Nuevo Mundo y reservaba para el control del resto de aquellos dominios, en la Memoria se insinuaba que Espaa se quedar slo con las islas de Cuba to Rico y algunas otras posesiones que en la Amrica Meridional in de depsitos o zonas de arribo martimo. )alos dedic poco inters al modus operandi de las monarquas. contrario, en la Memoria Secreta se ahond ms en los pormelel funcionamiento de las monarquas, hasta concretar aspectos Intendente no incluy, como eran: que el rey de Espaa se Emperador; que unas y otras familias reales estableceran s matrimoniales entre s : que los reyes de Amrica contrianualmente con el emperador remitiendo a la Pennsula cantidades en oro, plata y efectos coloniales. ibos plantearon la necesidad de una estrecha unidad real americana en el aspecto comercial y en el de la comn ofensiva y defensiva. Aranda precis la importancia de permitir tia ciertos beneficios comerciales en Amrica, mientras que fue ambiguo en dejar al arbitrio de la Pennsula tal tipo de n.
APENDICE DOCUMENTAL
REPRESENTACION DEL INTENDENTE ABALOS DIRIGIDA A CARLOS III, EN LA QUE PRONOSTICA LA INDEPENDENCIA DE AMERICA Y SUGIERE LA CREACION DE VARIAS 1 JONARQUIAS EN EL NUEVO MUNDO E ISLAS FILIPINAS
SEOR :
La larga residencia que llevo por estas Amricas empleado en varios destinos que ha querido confiarme la soberana clemencia de V. M. y actualmente de Intendente General de Ejrcito y Real Hacienda de esta Provincia de Venezuela y sus agregadas, me han conducido muchas veces a tender la vista con reflexin por lo dilatado de sus opulentas provincias y el carcter de los naturales que las pueblan; pero la satisfaccin y el gozo de mirar tan dignamente coronadas las reales sienes de V. M. con los vastos imperios que comprenden se me ha mezclado siempre con el dolor de contemplar en las circunstancias, precisa e indispensable, una oportuna y cuerda divisin en algunas monarquas que respectivamente se gobiernen por s mismas, porque de otra forma en el orden natural se hace imposible su conservacin ntegra. Hartas lecciones nos presenta la Historia de los siglos para el apoyo de este incontestable principio. Los asirios, los egipcios, los medas, persas y griegos llegaron alternativamente en sus tiempos a subyugar el mundo y cuando arribaron a ser ms formidables comenzaron a experimentar su decadencia y su ruina. La grandeza de los romanos, dueos del universo, lleg a la ms alta cumbre y este mismo ensalzamiento fue el origen ms inmediato de su destruccin. Mientras recogidos en s los gobernaba por la observancia de las leyes su sabio senado, fue Roma el terror del orbe, pero luego que cegados de la fortuna quisieron dilatar sus legiones se fue con la distancia entibiando en el soldado aquel noble entusiasmo que le animaba en el amor patritico y ya no reconoca ms dueo que al General que le mandaba. El General, deslumbrado por su parte del Aura dulce de disponer de los ejrcitos tampoco se acomodaba bien a la obediencia, e introducindose la discordia en los miembros de aquella respetable repblica, no pudo mantener la armona de su cuerpo hasta entonces inexpugnable y fue perdiendo su poder y su fuerza, porque es muy difcil que en un cuerpo extendido y disperso se puedan reunir para un fin las lejanas partes que le constituyen.
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No tenemos que buscar desengaos de esta naturaleza en siglos tan remotos y en imperios extraos. En nuestra propia casa, en la Espaa misma, podemos llorar todava su mejor confirmacin. El reinado del seor Felipe II fue el ms floreciente que goz monarca alguno. Su dominacin se dilataba por la Italia, Portugal y los Pases Bajos, a ms de la rica herencia que dej en estos hemisferios, en este Nuevo Mundo y en el Asia, pero se extendieron mucho sus dominios para durar sin desmedros. Sublevronse los holandeses y despus de los muchos millares de hombres que se perdieron y de los inmensos gastos con que agot al real erario el justo empeo de castigar su perfidia, por fin en los reinados siguientes hubo de declarrseles la independencia. Sigui las rebeldes huellas de las Provincias Unidas el Reino de Portugal y se introdujo violentamente el Duque de Braganza en aquel trono. No pararon en esto los quebrantos del Estado. Obligada la nacin a divertir las armas por las diferentes partes que exigan su socorro, perdi tambin inmediatamente el Ducado de Mantua, el Condado de Artois, el Casal, el Roselln y el Electorado de Treveris. Si produce estas resultas un imperio extendido, aun incorporado, a poca distancia en si de las provincias que le componen, qu mejores consecuencias podrn someter unos dominios situados y dispersos por muchos millares de leguas, habitados por lo comn de gentes poco consagradas a la Metrpoli? Son inmensos y se hallan remotsimos los pases que posee V. M. en esta Amrica. Sus incomparables riquezas provocan generalmente la ambicin y la codicia, y el genio y carcter de sus naturales, con especialidad en los cantones distantes, est innatamente proclive e inclinado a la sublevacin. La religin, que es la que suele unir los corazones y las voluntades con el Estado, se advierte en los americanos sobradamente achacosa, o porque faltan los necesarios ministros para fomentarla en extensiones tan vastas, o porque los mismos ministros que debieran promoverla adolecen demasiadamente de relajacin, apartados del ejemplo y el respeto de sus prelados diocesanos; de modo que no sera temeridad sentar que el estado eclesistico secular y regular es seguramente el que al abrigo de la inmunidad que goza anima ms la detestable semilla de la aversin contra la subordinacin y el trono, aunque contribuyen tambin mucho a este sacrlego error multitud de extranjeros de sectas depravadas que se introducen ocultos y viven impunemente en estos dominios. La lastimosa concurrencia de estos tan graves peligros que rodean la soberana diadema de V. M. ha sido un objeto que ha ocupado seriamente mis reflexiones muchas veces y me convence cada da ms la necesidad de una prudente y pronta divisin de muchas de estas provincias, erigindolas en monarquas particulares que queden compartidas en las excelsas ramas de la augusta familia de V. M., para as preservarlas de las invasiones a que hoy se presentan expuestas, de la ambicin, de la envidia, el amor de la independencia y otra infinidad de enemigos. Tiempo hace Seor que estoy escondiendo este pensamiento en mi seno, con el conocimiento propio y el de mi cortedad para internarme en un asunto tan del primer orden, pero por fin me mueve el impulso de mi celo a hacerlo presente a V. M., con la consideracin de que suele servirse tal vez la providencia de los intrumentos ms dbiles para los fines ms altos y la confianza de que en la clemencia de V. M. la misma benignidad que los aciertos encuentren
tambin los errores, si nacen de la lealtad y amor a su real servicio y la prosperidad de la Patria. Dos grandes emperadores que celebran las Historias como padres del pueblo y como dechados del buen gobierno: el Gran Constantino y Teodosio el Grande reconocieron bien la mxima propuesta de que es muy difcil dividir el de Roma: Constantino entre sus tres hijos: Constantino el Jven, Constancio y Constante. Teodosio el Grande, que volvi a reunirlo casi todo, aplic a su hijo mayor Arcadio el Imperio del Oriente y a su segundo hijo, Honorio, el de Occidente. A cada uno con su soberana particular, su capital, su senado y su cnsul. Siendo sin competencia ms grandes e infinitamente ms remotos los imperios que obedecen a V. M. en las cuatro partes del orbe, ninguna potencia se ha visto hasta ahora ms descubierta a los asaltos de un enemigo ambicioso que intente intrusarse en ellos, o a la ceguedad de unos insolentes vasallos que desconociendo la dichosa suerte en que viven, aspiren sacudir indignamente la subordinacin. A la verdad Seor, es mucha contingencia comunicar a parajes remotos acertadas disposiciones, y las oportunas providencias que piden muchas veces los acontecimientos, porque no pueden alcanzarse con la distancia sus verdaderos resortes y el remedio suele llegar ordinariamente tarde y cuando ya el asunto ha variado de aspecto en un todo. La Historia, Seor, de lo pasado, es Historia de lo presente y lo ser de lo futuro, porque no se ha visto ni se ve otra cosa que la repeticin de unos mismos sucesos sin ms diferencia que la accidental de la mayor o menor distancia de las escenas y del influjo de los respectivos pases y educacin de los ejecutores, y esto mismo que ha sido, es y ser en el Antiguo Mundo, en que con rapidez se han visto pasar las monarquas de unas a otras manos, hay motivos ms poderosos no slo para pensarlo, sino para creerlo como cierto en lo respectivo a este Mundo Nuevo, porque los motivos son ms eficaces y poderosos y por consecuencia de mayor influjo y actividad para que produzcan sus efectos con ms prontitud. La duracin de los imperios parece debe medirse por la sabidura, justicia y religin de su gobierno, y hallndose las Amricas tan lejanas de la Metrpoli y siendo de una extensin tan vasta, no es posible en el orden comn el que puedan gobernarse segn se necesita para que la unin con la cabeza sea subsistente. Para gobernar bien es indispensable el conocer a los hombres y los pases que habitan y no es fcil que la Espaa pueda enviar virreyes, gobernadores ni otros magistrados que sean buenos y tengan este conocimiento, pues para adquirirlo es necesario que pase largo tiempo y que en el intern se ejecuten considerables desaciertos, segn ha estado y est sucediendo con perjudiciales resultas. La mayor parte de los sujetos que han sido destinados desde la Conquista para los virreinatos, gobernaciones, plazas de audiencias, ministerio de real hacienda y dems manejos subalternos lo han hecho y hacen con el deseo y la mira de enriquecerse, y es axioma comn desde el ms pequeo hasta el ms grande el que no han surcado los mares por slo mudar de temperamento, de que han dimanado y dimanan inmensidad de perjuicios y por consecuencia continuas quejas y recursos que fundados o infundados no pueden averiguarse 29
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con certeza, siendo lo ms natural hacerse las mayores injusticias y quedar impunes los delitos, mirndose como preciso el que cada da vaya el mal en aumento y que a proporcin de lo que crezcan estos pases, sean ms excesivos los desordenes y que exasperados los nimos de los habitantes se aumente en ellos el encono o la diferencia que le es natural( pues todos los americanos tienen o nace con ellos una aversin y ojeriza grande a los espaoles en comn, pero ms particularmente a los que vienen con empleos principales por parecerles que les corresponden a ellos de justicia y que los que los obtienen se los usurpan, a lo que debe aadirse que los espaoles que contraen matrimonio y avecindad en estos pases son peores que los mismos naturales, con la circunstancia de que considerndose ya una vez establecidos y casados, con las mismas inclinaciones que los americanos, se hacen ms de temer porque los europeos son ms profundos en su modo de pensar. La Espaa misma dentro de su recinto no puede conseguir, an con las inmediaciones del Trono, los sujetos de circunstancias correspondiente al desempeo de sus respectivos ministerios como lo acredita la experiencia en los que continuamente se separan o castigan y, si esto sucede casi a la vista lince de V. M., ya se deja inferir la imposibilidad moral de que para dominios tan extendidos puedan encontrarse, conocerse y elegirse tales y tantos como se necesitan, concurriendo sobre todo esto el que la diferencia de los climas tiene un poderoso influjo para la variacin de las costumbres, y la lejana de la Metrpoli hace tambin el que los constitudos en los empleos se envanezcan con facilidad a la libertad y al despotismo y todo es preciso que resulte en aumentar en estos habitantes el espritu de la independencia que por instantes crece en ellos, pues por una parte su natural desafecto a la Espaa y por otra la dificultad de ocupar los primeros puestos y la de que en las injusticias y agravios no les el facil llevar con prontitud sus gemidos a los odos del Trono para el desagravio, es preciso andar impacientes en el fuego de la venganza y reviente la mina al arrojo e intrepidez del primero que se les declare cabeza para proteger la sedicin. Infortunio que tanto ms amenaza cuanto ms vayan idquiriendo incremento y poblacin estas regiones y que tanto ms debe precaverse cuanto es constante que la soberana ms afianzada debe temer con sobresalto y susto cualquier descontento de los sbditos que en sus propias fuerzas o en los recursos de la desesperacin encuentren medios para librarse de lo que les oprime. De los excesos de los corrregidores y de otros empleados en el Per diman la sublevacin del indio Tpac-Amaru, que lleg a tomar tanto incremento que se hizo formidable, costando muchas prdidas, crecido trabajo y caudales el derrotarle, y si no hubiera sido por la codicia de algunos de sus capitanes que lo entregaron, no se habra apagado la llama de este incendio y si la rebelin hubiese tenido un jefe de alta esfera en la clase de blancos me persuado que hubiera sido muy difcil o imposible, o si cuando menos se piensa volver a descubrirse con violencia inexpugnable. Lo que yo puedo asegurar Seor a V. M., es que la sublevacin que acaba de suceder en Santa Fe y pretendi introducirse por los mismos sublevados en las provincias de esta Intendencia se crey al principio haber sido un efecto de la casualidad, pero despus he sabido por noticias positivas de mi propio departamento que este empeo tena origen de algunos aos de anticipado y con miras muy capciosas, acreditndose la malicia de los espritus revoltosos
en la misma insolencia de los artculos que propusieron a la Audiencia y Arzobispado de Santa Fe, pues manifestaban no ser su fin y objeto el de slo la minoracin de los derechos, cuando propusieron otras pretensiones violentas e inconexas con las contribuciones, y ms a vista y con conocimiento de que segn lo que ha podido traslucir tuvieron sinempre el designio de apoderarse de uno de los puertos de mar, sin dudas para recibir socorros y que mal-hallados todava con lo que se les concedi no se han contenido en sus lmites sino que han querido y quieren pasar a otras partes el fuego de la sublevacin para hacer general el contagio y que sea imposible o muy difcil el remedio, consiguiendo a beneficio de una general turbacin el llevar ms adelante sus perniciosos designios. Durante estas revoluciones se recibi la noticia de la derrota y prisin del indio Tpac-Amaru y segn las cartas de Maracaibo produjo un notable efecto en los sublevados de Santa Fe este suceso, desalentndolos considerablemente, y lo mismo a los naturales, sus apasionados, infirindose de esto el que haba en ellos alguna correspondencia. Por lo que toca a estas provincias no me consta que la hubiese, pero si debo manifestar a V. M., con el candor y sencillez que corresponde y me es natural, el que los progresos de Tpac-Amaru eran a estas gentes muy plausibles, celebrndolos en sus asambleas con bastante regocijo, y que la derrota y prisin les ha sido por el contrario de grande sentimiento y pena, habiendo muchos que tengan por apcrifa la noticia por la repugnancia que encuentra en su voluntad, sucediendo lo mismo con la revolucin de Santa Fe, pues al paso que tenan el mayor gozo en el levantamiento y que fue penetrando a estos pases, les ha sido doloroso el que se haya procurado impedir en su entrada la turbacin que estaba tan prxima sin que esto se funde en los ms o menos derechos que contribuyen, pues son bien moderados y adems se les ha colmado de otros beneficios, sino en el desafecto de estos naturales a Espaa y en el vehemente deseo de la independencia y, siempre que las cosas permanezcan bajo el actual sistema, estoy conociendo con bastante dolor mo el que sin tardar largo tiempo se verificara el intento de conseguirla, para lo que no cesarn de influir los enemigos de la Corona. No son pocos por desgracia los casos que comprueban esta verdad y bien de cerca estamos viendo uno para este mismo continente, que deja sobrados rastros para la lastima y el amento en la sublevacin de los Estados Unidos de la Amrica Septentrional que miramos ya en vsperas de quedar separados del dominio ingls. Y si no ha sido posible a la Gran Bretaa reducir a su yugo esta parte del Norte, hallndose bastantemente cercana a la Metrpoli, qu prudencia humana podr dejar de temer muy arriesgada igual tragedia en los asombrosos y extendidos dominios de la Espaa en esta Indias? La Corte de Londres ha ocurrido al remedio contra aquellos insurgentes por medio de las gruesas expediciones de escuadaras y ejrcitos que su poder y la proximidad le han facilitado, pero intilmente. Cmo, pues, podr atajarse una reblin medianamente dirigida en unos paeses a donde es como imposible enviar socorros oportunos por su formidable distancia? Acudir con tropas a los mares del sur para el efecto es exponerlas con avegacin tan penosa y larga a la dura suerte de que perezca en ella la mayor parte, mediando las precisas incomodidades del viaje y la diversidad de temperamentos y a que el resto se malogre all sin suceso alguno favorable. A ms de que no hay caudales
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ni gente en el Estado para poder soportar tan superior empeo, o el de poner en aquellos inmensos cantones tropas europeas que basten a cubrir las entradas para la defensa, y formarlas de los naturales de esta Tierra sera entregarles las armas en la mano para sacudir la cerviz. La verdadera riqueza de un Estado son los hombres en todo principo sano, y jams podr ser buena poltica el que cuando Espaa se halla tan escasa de poblacin para su agricultura, artes y comercio, se d lugar a que aun se debilite su extenuado cuerpo con empresas militares para la conservacin de sus posesiones en este Mundo, desprendindose con este fin todava de ms hombres para su ltima aniquilacin y ruina. Con poblacin proporcianada, Espaa ha sido siempre por su situacin y su fecundo suelo una monarqua muy respetable y en todo tiempo puede tener una superior influencia en los intereses de Europa recogida en unos lmites convenientes y cuerdos, sin tan vasta extensin de dominios que sirven solamente de ua perspectiva superficial, sin el fondo del provecho que es el que importa; siendo por tanto problema entre los polticos si la son tiles o perniciosas tantas conquistas como tiene adquiridas en estas Amricas.A la verdad no est hoy poblada, tan cultivada ni tan fuerte como lo estaba en los tiempos de los seores Reyes Catlicos en que tuvieron su principio, y si de ellas pasa en el da mucha plata y oro a Espaa, apenas de estas riquezas nos tocan los reales derechos y la cortedad de las comisiones; lo dems y la mayor parte considerablemente sirve para engrosar las Naciones vecinas, porque vanamente deslumbrados con la ilusin de tan dilatada propiedad tenemos abandonados los principios de la prosperidad de todo Estado y nos hemos hecho meros tributarios de sus fbricas e industria para cederles en recompensa el jugo y la substancia de nuestros frutos. Los genios, los usos, las costumbres y el carcter de los hombres varan a proporcin de los climas que habitan, y las leyes que son santas y saludables para unas partes no son convenientes ni arregladas para otras, siendo consiguiente a esta mxima inconcusa el que las providencias ms sabias van perdiendo su vigor y solidez al paso que se van alejando de su origen y es causa de que se reciban o con tibieza o con Leido donde no acomodan y, ltimamente, el que tal vez engendren cierta especie de desafecto contra la Madre Patria. Y pues es tan aventurado el gobernar con suceso y pulso pases que se desconocen, es tambin imposible por consecuencia el mantener fieles en los remotos dominios des estas Indias a unos vasallos cuyo espritu se manifiesta genialmente poco conforme con la obediencia. Hasta aqu Seor las amricas puede decirse que han estado en su infancia y, durando al mismo tiempo en sus habitantes aquel terror de los primeros conquistadores, ha sido fcil mantenerlas en subordinacin, pero ya con el transcurso de los tiempos han tomado incremento y se ha ido desvaneciendo aquella impresin que heredaron de sus abuelos. Menos preocupadas sus imaginaciones de lo que estaban antes y ms poderosas en gentes y proporciones discurren con libertad desmesurada. Por otra parte, ocupados los europeos en las guerras de aquel mundo, no haban puesto la mira con tanta aficin en estos dominios; pero desde el ao de 1756 ha sido el principal objeto de las potencias martimas el procurarse establecimientos en las amricas por considerar en ellas el manantial de las
riquezas del comercio, fomento de la marina, felicidad y opulencia de los que las poseen, de que diman en aquel entonces y tambin ahora el que fuese la Amrica el principal teatro de las armas, y todo ha conducido y conduce a avivar el orgullo de estos nimos inquietos, despertar su malicia y hacerles mirar, y como muy posible, lo que para los colonos del Norte no ha sido demasiado dificultoso. Esta turba de inconvenientes, estos multiplicados peligros piden Seor un pronto y breve remedio. Si por el conocimiento y noticias que tengo de la Espaa y de la Amrica y despus de muchas reflexiones y exmenes y segn lo que me pareca conveniente hubiese de seguir mi pensamiento, hara a V. M. una proposicin muy extendida, bajo el seguro de que en breve tiempo acreditaran los felices sucesos la realidad de mis anuncios, pero porque no aparezca temeridad, imprudencia o menos cordura, me ceir a proponer, como lo hago, que el nico remedio que a lo menos por ahora exige la constitucin consiste solamente en que el heroico pecho de V. M. se digne resolverse con su regia generosidad a desprenderse de las provincias comprendidas en los distritos a que se extienden las audiencias de Lima, Quito, Chile y La Plata, como asmismo de las Islas Filipinas y sus adyacencias, exigiendo y creando de sus extendidos pases tres o cuatro diferentes monarquas a que se destinen sus respectivos prncipes de la augusta Casa de V. M. y que esto se ejecute con la brevedad que exige el riesgo que corre y el conocimiento del actual sistema. Este es Seor el preciso medio para estorbar a los enemigos forasteros cualquier irrupcin a que los incline su avaricia. Este es tambin el medio de evitar a los domsticos todo resentimiento de un gobierno venal y corrompido que los precipite a una fiel y violenta resolucin, o de que el mismo desafecto que tienen a la Metrpoli, apoyado de ajenos auxilios, les faciliite, como sin duda se verificar, la independencia que ya ven cerca de su perfeccin en los colonos del Norte de este mismo continente. La juiciosa y acertada poltica dicta como regla capital el que solamente se debe mantener aquello que es til y puede conservarse en con beneficio y buen gobierno, pues todo lo dems, sobre no ser justo ni conveniente, envuelve en si el perjuicio de la ruina de la Metrpoli. En el resto de la Amrica que quedar a la Espaa en esta parte occidental y desembarazada de las dems y de los graves cuidados, gastos y prdida de hombres, tendr superabundante campo en que ocupar su atencin y lograr un comercio, riqueza y opulencia que la haga la ms poderosa y temible de la Europa, sin la dura necesidad de derramar sus providencias, sus fuerzas y sus gentes por tantas y tan diversas remotas provincias y podr aplicar mejor sus miras a las producciones territoriales, a la industria, al trfico y dems ramos, y restablecerse a su robustez y esplendor antiguo y ser generalmente respetada de todas las naciones. Desmembrada la monarqua espaola de una porcin tan considerable de sus dominios, la ms expuesta por su distancia, de ms difcil gobierno y de menos proporciones para su defensa, puede atender con facilidad a todo lo que exige esta parte occidental y los mismos vasallos, conociendo la diferente constitucin, espirarn con menos alientos y estarn ms prontos y sumisos a la Metrpoli la cual, a proporcin del engrandecimiento que adquieran, tendr
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ms facilidad o menos dificultad que ahora en sujetarlos y mantenerlos con la obediencia y vasallaje debido a su legtimo soberano. Estipulandose precisamente como principios fundamentales de la cesin o desmebracin que se haga para el objeto unos tratados de amistad y alianza perpetua con los nuevos soberanos y una exclusin, cuando no del todo en parte, de las dems potencias en el comercio y giro de aquellos reinos, con las dems condiciones que a la suprema discrecin de V. M. parecieren convenientes, ahorrando Espaa los exhorbitantes desembolsos y los sustos que hoy le cuestan, mantendr siempre en estas posesiones que ahora separa de su herencia un fondo ms slido y ms provechoso que el que puede disfrutar en el mismo uso de su propiedad con el corto y precario comercio que hace, til nicamente a los extranjeros que suplen para l los gneros necesarios. Establecidos en aquellos solios unos prncipes que han heredado en su excelsa augusta estirpe la dulzura, la religin y el celo, con la posesin del Trono, conquistarn tambin luego los corazones de todos sus vasallos, que contentos por su parte de la dicha de lograr unos soberanos legtimos, tan dignos y tan amables, les consagrarn a porfa las vidas y las voluntades por verdadera fidelidad y el inters de captar as su aceptacin y benevolencia. Con esta feliz situacin se fomentarn sin duda prodigiosamente aquellas riqusimas monarquas, se animaran en ellas las nobles producciones que ofrecen y todos los subditos, libres ya de las preocupaciones y quejas que les ocasionaba un gobierno desptico y desabrido, se entregarn seriamente a la prosperidad comn y podrn tomar las armas con amor para la defensa de sus dominios, formando los cuerpos de tropas que convinieren para ello, pues la opulencia del suelo y el comercio con que brinda prestan proporcin con abundancia no slo para que los habitantes contribuyan dcil y cmodamente con lo competente a este fin, sino tambin para mantener con el debido esplendor la dignidad real y el gobierno poltico. Por medio de las Misiones que hoy se ejercitan tan remisas, se propagar mucho ms a la luz del evangelio y a la inmediacin del soberano que observar de cerca las operaciones suyas se extender la santa fe catlica con numerosas conquistas de gentiles que aumentarn la poblacin y el rebao de Jesucristo y se facilitarn, finalmente, muchos grandes descubrimientos en aqul ameno mundo todava desconocido, para mayor lustre y honor de la augusta gloriosa familia de Y. M. que sin este preservativo indispensable vera en breve pasar aquellos superiores imperios infaliblemente a otras manos. La infinita sabidura de Dios, que todas las cosas las dirige a la ejecucin de los grandes designios de su providencia, dispuso que al tiempo de la venida de nuestro Redentor estuviese todo el Mundo conocido y bajo el dominio del romano imperio para de esta forma, segn opinin comn, fuese fcil la promulgacin del evangelio. Y este mismo soberano, rbitro del universo, quiso, porque en los espaoles estaba ms pura que en otra Nacin la religin catlica y tambin por premio del celo de los seores reyes Fernando e Isabel, el que fuesen ellos los primeros descubridores de estas amricas, y por quienes se comunicase a su numerosa gentilidad el cristianismo, habiendo igualmente querido que permaneciesen tan vastos reinos bajo su dominacin desde el tiempo de la Conquista para por este medio hacer efectiva la importancia de tan santo objeto; pero ya que en lo principal se halla verificado ste; que la amricas han salido de su
infancia y que en el orden natural con el crecimiento que han tenido e inmensa distancia a que se hallan las de la parte meridional no pueden ser gobernadas segn se necesita y corresponde, ni tampoco sujetarlas, ni defenderlas aun cuando se arruinase enteramente la Espaa para lograrlo y que, por otra parte, el espritu de independencia que han descubierto hace conocer la necesidad urgente del remedio, parece que a vista de motivos tan podrosos y sobre lo que dictan la justicia, la conveniencia y la poltica, se descubre el que la divina majestad por sus inescrutables arcanos quiere que aquellos vasallos distantes se les sealen prncipes que los gobiernen en paz y justicia, para felicidad suya y bien de la religin con los dems grandes objetos a que su incomprehensible sabidura fuese servido destinarlos, manifestandose al propio tiempo que tambin desea su infinita piedad continuar en la real familia de V. M. la rica posesin de aquellas provincias, pues da tiempo para la reflexin, ejecucin y complemento de tan grande obra, reservando a V. M. el honor y la gloria de que en su tiempo y por disposicin, para el bien de sus vasallos y ensalzamiento de la santa fe catlica, vea coronada y engrandecida por tantas partes del mundo su real y generosa estirpe; porque si de los antecedentes se han de inferir las consecuencias y de los principios los medios y fines, se deja conocer que para los dichosos sucesores de V. M. que se destinen a la Amrica Meridional e Islas Filipinas estn sin duda guardados grandes descubrimientos y adquisiciones en el Africa, en el Asia y en la parte austral para la dilatacin de sus coronas, premio de su religin y de su celo y propagacin de la verdadera creencia. La ejecucin de este pensamiento llenar a V. M. de bendiciones, le adquirir una fama inmortal mayor y dems esencia que si hiciese unas grandes conquistas y, por otra parte, me atrevo a asegurar que no puede drsele a los enemigos de la Espaa un golpe ms sensible que el de la desmembracin propuesta, por quitarles con ella la esperanza de la independencia de aquellos vasallos y la de que puedan adquirir en sus territorios posesiones algunas, y la Espaa por si se desembaraza de un peso que la oprime sin utilidad y queda libre para la defensa, fomento y disfrute de las dems posesiones en esta parte occidental del Nuevo Mundo. Si el rey y la Nacin britnica hubiesen destinado oportunamente uno o dos prncipes de la real familia y establecdolos por soberanos del Norte Americano, no veran hoy con el dolor que es preciso vean pasar a los extraos aquellas provincias y que disfruten otros lo fomentado y cultivado por la Gran Bretaa, adems de la prdida de la reputacin y de la fuerza de la Inglaterra, de los inmensos tesoros gastados, millares de hombres perdidos, numerosas escuadras derrotadas, decadencia excesiva de su agricultura, fbricas y comercios, y abrumados sus vasallos con el peso insoportable de la deuda nacional y de lo excesivo de las contribuciones que es preciso vengan dentro de poco tiempo en una ruina y destruccin total. Aunque considero que la desmembracin propuesta requiere el consentimiento del Serensimo Prncipe y de las cortes del reino, me parece y debe creerse que ni su Alteza Real, ni los reinos, resistan el deferir a ella mediante ser el nico objeto el bien, la felicidad de la Nacin y el Estado y la prosperidad pblica, ley suprema que deroga todas las que por una jurisprudencia ordinaria pudieran oponerse al intento.
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Mis deseos, mis miras y mis desvelos, Seor, han sido, son y sern siempre los ms sinceros por la mayor gloria de V. M. y de su real familia y por el bien y felicidad de la monarqua, de la religin y adelantamiento del culto del Creador. Con estos laudables fines he dispuesto el presente discurso, el cual ruego rendidamente a V. M. se sirva recibirlo benigno y, en el caso de que no haya acertado en el todo o en parte de su contenido, a lo menos espero que el generoso corazn de V. M. se dignar concederme la indulgencia de disimular cualquier error con reflexin a los grandes poderosos motivos que han estimado mi lealtad, mi celo y mi obligacin. Nuestro Seor dilate y prospere la importante vida de V. M. los muchos aos que puede. Caracas, 24 de septiembre de 1781. Seor Jos de Abalos
DICTAMEN RESERVADO QUE EL EXCELENTISIMO SEOR CONDE DE ARANDA DIO AL REY SOBRE LA INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS INGLESAS DESPUES DE HABER HECHO EL TRATADO DE PAZ AJUSTADO EN PARIS EL AO DE 1783 ( 1 )
Seor: El amor que profeso a V. M., el justo reconocimiento a las honras con que me ha distinguido y el afecto que tengo a mi Patria me mueven a manifestar a la soberana atencin de V. M. un pensamiento que juzgo del mayor inters en las circunstancias presentes. Acabo de hacer y concluir de orden de V. M. el tratado de paz con la Inglaterra, pero esta negociacin que parece he desempeado a entera satisfaccin de V. M., segn se ha dignado manifestrmelo de palabra y antes por escrito, me ha dejado un cierto sentimiento que no debo ocultar a V. M. Las colonias americanas han quedado independientes; esto es mi dolor y recelo. La Francia, como que tiene poco que perder en la Amrica, no se ha detenido en sus proyectos con la consideracin que la Espaa, su ntima aliada y poderosa en el Nuevo Mundo, se queda expuesta a golpes terribles. Desde el principio se ha equivocado en sus clculos favoreciendo y auxiliando esta independencia, segn manifest algunas veces a aquellos ministros. Qu ms poda desear la Francia que ver destruirse mutuamente los ingleses y colonos en una guerra de partidos, la cual deba ceder siempre en aumento de su poder e intereses? La antipata de la Francia y de la Inglaterra ceg al gabinete francs para no conocer que lo que le convena era estarse quieto, mirando esta lucha destructora de los dos partidos; pero por nuestra desgracia no fue as, sino que con motivo del pacto de familia nos envolvi a nosotros en una guerra tambin, en la que hemos peleado contra nuestra propia causa segn voy a exponer.
( 1 ) Esta copia de la Memoria Secreta se encuentra en el Archivo General de Indias, Estado. Legajo 91 y la remiti Rafael Morant, en 1825, al Duque del Infantado, en un postrer esfuerzo espaol por revivir el proyecto que cuatro dcadas antes haba ocupado el inters del Conde de Aranda. Morant escribi al Duque del Infantado: "Entre las curiosidades que conservo se halla en papel cuya copia acompao, y creyendo que en las actuales circunstancias pudiera ser til a V. E. su conocimiento, si es que no lo hubiera visto, me he resuelto a transcribirlo a V. E. seguro del buen uso que har de l si no hubiere llegado a sus manos, y que an en el caso contrario sabr apreciar mi celo y disimular mi ligereza". ( AGI. Estado. Leg. 91. Madrid, 9 diciembre 1825 ).
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Dejo aparte el dictamen de algunos polticos tanto nacionales como extranjeros, del cual no me separo, en que han dicho que el dominio espaol en las amricas no puede ser muy duradero, fundado en que las posesiones tan distantes de sus metrpolis jams se han conservado largo tiempo. En el de aquellas colonias ocurren an mayores motivos, a saber: la dificultad de socorrerlas desde Europa cuando la necesidad lo exige; el gobierno temporal de virreyes y gobernadores que la mayor parte van con el mismo objeto de enriquecerse; las injusticias que algunos hacen a aquellos infelices habitantes; la distancia de la soberana y del tribunal supremo donde han de acudir a exponer sus quejas; los aos que se pasan sin obtener resolucin; las vejaciones y venganzas que mientras tanto expermientan de aquellos jefes; la dificultad de descubrir la verdad a tal larga distancia y el influjo que dichos jefes tienen no slo en el pas con motivo de su mando sino tambin en Espaa de donde son naturales. Todas estas circunstancias, si bien se mira, contribuyen a que aquellos naturales no esten contentos y que aspiren a la independencia, siempre que se les presente ocasin favorable. Dejando esto aparte, como he dicho, me ceir al punto del da, que es el recelo de que la nueva potencia formada en un pas donde no hay otra que pueda contener sus proyectos, nos ha de incomodar cuando se halle en disposicin de hacerlos. Esta repblica federativa ha nacido, digamoslo as, pigmea, porque la han formado y dado el ser dos potencias como son Espaa y Francia, auxiliandola con sus fuerzas para hacerla independiente. Maana ser gigante, conforme vaya consolidando su constitucin y desups un coloso irresistible en aquellas regiones. En este estado se olvidar de los beneficios que ha recibido de ambas potencias y no pensar ms que en su engrandecimiento. La libertad de religin, la facilidad de establecer las gentes en trminos inmensos y las ventajas que ofrece aquel nuevo gobierno, llamarn a labradores y artesanos de todas las naciones, porque el hombre va donde piensa mejorar de fortuna y dentro de pocos aos veremos con el mayor sentimiento levantado el coloso que he indicado. Engrandecida dicha potencia anglo-americana debemos creer que sus miras primeras se dirijan a la posesin entera de las Floridas para dominar el seno mexicano. Dado este paso, no slo nos interrumpir el comercio con Mxico siempre que quiera, sino que aspirar a la conquista de aquel vasto imperio, el cual no podremos defender desde Europa contra una potencia grande, formidable, establecida en aquel continente y confinante con dicho pas. Estos, Seor, no son temores vanos, sino un pronstico verdadero de lo que ha de suceder infaliblemente dentro de algunos aos, si antes no hay un trastorno mayor en las amricas. Este modo de pensar est fundado en lo que ha sucedido en todos tiempos con la nacin que empieza a engrandecerse. La condicin humana es la misma en todas partes y en todos climas. El que tiene poder y facilidad de adquirir no lo desprecia, y supuesta esta verdad, cmo es posible que las colonias americanas cuando se vean en estado de poder conquistar el reino de Mxico se contengan y nos dejen en pacfica posesin de aquel pas? No es esto creble y as la sana poltica dicta que con tiempo se precavan los males que pueden sobrevivir. Este asunto ha llamado mi atencin desde que firm la paz de Pars como plenipotenciario de V. M. y con arreglo a su voluntad real e instrucciones. Despus de las ms prolijas
reflexiones que me han dictado mis conocimientos polticos y militares y de ms detenido examen sobre una materia tan importante, juzgo que el nico medio de evitar tan grave prdida y tal vez otras mayores es el que contiene el plan siguiente: Que V. M. se desprenda de todas las posesiones del continente de Amrica, quedndose nicamente con las Islas de Cuba y Puerto Rico en la parte septentrional y algunas que ms convengan en la meridional, con el fin de que ellas sirvan de escala o depsito para el comercio espaol. Para verificarse este vasto pensamiento de un modo conveniente a la Espaa se deben colocar tres infantes en Amrica: el uno de rey de Mxico, el otro del Per y el otro de lo restante de Tierra Firme, tomando V. M. el ttulo de Emperador. Las condiciones de esta grande cesin pueden consistir en que los tres soberanos y sus sucesores reconocern a V. M. y a los prncipes que en adelante ocupen el trono espaol por suprema cabeza de la familia. Que el Rey de Nueva Espaa le pague anualmente, por la cesin de aquel reino, una contribucin de 8 marcos de plata, en pasta o barras, para acuarlo en moneda en las casas de Madrid y Sevilla. Que el del Per haga lo mismo con el oro de sus dominios, y que el de Tierra Firme enve cada ao su contribucin en efectos coloniales, especialmente tabaco para surtir los estancos reales de estos reinos. Que dichos soberanos y sus hijos casen siempre con infantes de Espaa o de su familia y la de aqu con prncipes o infantes de all, para que de este modo subsista siempre una reunin indisoluble entre las cuatro coronas, debiendo todos jurar estas condiciones a su advenimiento al trono. Que las cuatro naciones se consideren como una en cuanto a comercio recproco, subsistiendo perpetuamente entre ellas la ms estrecha alianza ofensiva y defensiva para su conservacin y fomento. Que no pudiendo nosotros surtir aquellas colonias de los artefactos que necesitan para su uso, sea la Francia, nuestra aliada, la que provea de cuantos artculos no podemos nosotros suministrarlas, con exclusin absoluta de la Inglaterra, a cuyo fin apenas los tres soberanos tomen posesin de sus reinos, harn tratados formales de comercio con la Espaa y Francia, excluyendo a los ingleses y, como sern potencias nuevas, pueden hacer en esta parte lo que libremente les acomode. Las ventajas de este plan son que la Espaa, con la contribucin de los tres reyes del Nuevo mundo, sacar mucho ms producto lquido que ahora de aquellas posesiones; que la poblacin del reino se aumentar sin la emigracin contnua de gentes que pasa a aquellos dominios; que establecidos y unidos estrechamente estos tres reinos, bajo las bases que he indicado, no habr fuerzas en Europa que puedan contrarrestar su poder en aquellas regiones, ni tampoco el de Espaa y Francia en este continente; que adems, se hallarn en disposicin de contener el engrandecimiento de las colonias americanas o de cualquiera nueva potencia que quiera erigirse en aquella parte del mundo; que Espaa, por medio de este trfico, despechar bien el sobrante de sus efectos y adquirir los coloniales que necesite para su consumo; que con este trfico podr aumentar considerablemente su marina mercante y por consiguiente la de guerra para hacerse respetar en todos los mares; que con las
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islas que he dicho no necesitamos ms posesiones, fomentndolas y poniendolas en el mejor estado de defensa y, sobre todo, disfrutaremos de todos los beneficios que producen las amricas sin los gravmenes de su posesin. Esta es la idea por mayor que he formado de este delicado negocio. Si mereciese la soberana aprobacin de V. M. la extender, aplicando el modo de verificarla con el secreto y precauciones debidas, para que no trasluzca a la Inglaterra hasta que los tres infantes esten en camino, ms cerca de Amrica que de Europa, para que no puedan impedirlo. Qu golpe terrible para el orgullo ingls! Pero esto no importa, porque se pueden tomar providencias anticipadas que precavan los efectos de resentimientos. Para esto es ndcesario contar con nuestra ntima aliada la Francia, la cual y regular ntre con el mayor gusto en ella por las ventajas que le rasultarn de ver extendida su familia en el Nuevo Mundo, abierto y favorecido su comercio en todo aquel hemisferio y excluido de l a su implacable rival, la Inglaterra. Aunqune hace poco he venido de Pars con el permiso de V. M. para el arreglo de los negocios de mi casa, me volver inmediatamente a la embajada, pretextando aqu haberlos concluido ya. All tengo buen partido no solamente con los reyes, que me honran y distinguen particularmente, sino con los ministros y espero hacerlos aprobar y celebrar mi pensamiento manejandolo con la prudencia y sigilo que conviene. Tambin me ofrezco a dirigir despus la ejecucin de este vasto prospecto, en la forma que fuere ms del agrado de V. M., haciendome cargo de que nadie puede ejecutar mejor cualquier plan que el que lo ha formado. V. M. tiene pruebas de mi lealtad y de que ningn negocio de los que se ha dignado poner a mi cuidado se ha desgraciado en mi mano. Confo que a este le suceder lo mismo, mediante mis constantes deseos de sacrificar mi reposo, mis intereses y mi vida en su real servicio". Al pie una nota que dice: "Este fue el gran pensamiento del grande poltico militar que tuvimos en Espaa y que vivi en los reinados de los Seores Don Felipe V, Don Fernando VI, Don Carlos III y Don Carlos IV en que falleci".
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Presentacin Tres Pronsticos Los Pequeos Ilustrados Una Representacin desde Venezuela Abalos y la Independencia de Amrica Esplendor y Calda de los Imperios En Amrica tambin caen los Imperios Dos proyectos de monarquas Apndice Documental Apndice Documental
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