Dhs

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El DHS

Cómo inicia lo que se conoce como “enfermedad”: el DHS


Finalmente podemos explicar qué nos hace “enfermar”: la “enfermedad” está generada por
algo muy preciso, Hamer lo define como conflicto biológico. Ningún agente externo, ningún
sistema inmunitario débil, ningún “error” genético, sino algo que sucede de una manera muy
precisa. No se trata ni siquiera de estrés genérico, de un conflicto psicológico o de un trauma;
el que se tiene en consideración en la medicina psicosomática, que intenta desde hace años
encontrar una correlación entre los eventos psíquicos y orgánicos, sin llegar a conclusiones
convincentes y verificables.

En efecto, estos tipos de investigaciones no se pueden tomar como decisivas, porque la


“enfermedad” no es el resultado de un estrés o de un “trauma” genérico, sino de un “shock
agudo, inesperado, dramático y vivido con un sentimiento de soledad”, que Hamer ha
denominado DHS (Síndrome de Dirk Hamer, en memoria de su hijo muerto).

Lo nuevo es que este DHS se refiere a un shock biológico inesperado, en el que a la persona
(como cualquier ser vivo), lo toma a “contrapié”. Sucede algo que activa en nuestro sistema
una respuesta automática, sin que haya tiempo para que pueda ser mediado por la mente.
Por eso decimos que es biológico, porque “no hay tiempo” para interpretarlo por la mente.

Por ejemplo, si la empresa donde trabajo no funciona bien, los clientes se van perdiendo
hasta llegar a la quiebra; será un hecho que me preocupará, quizás me enfade, pero no me
hace "enfermar" porque no es algo que suceda de manera inesperada. En cambio, si un día
voy a trabajar y sobre la mesa encuentro una carta de despido, en este caso viviré un shock
biológico, inesperado, que me toma sin estar preparado. Por lo tanto, el conflicto biológico
tiene connotaciones muy precisas:

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1. Es inmediato e inesperado, esto quiere decir que no tiene el tiempo para ser mediado por
la mente, no es algo que veo llegar y tengo el tiempo de transformar, es algo que me sucede
inesperadamente.

2. Es agudo, en el sentido que sucede en una fracción de segundo.

3. La persona en ese momento se siente aislada, separada del mundo, lo vive con un
sentimiento de soledad: en esa fracción de segundo se siente sola ante su conflicto.

Este tipo de conflicto biológico, DHS, es algo que podemos vivir varias veces en un mismo
día. Llegados a este punto hay que eliminar la idea de que el conflicto biológico tenga que
ser dramático, porque es suficiente un pequeño shock para reaccionar instantáneamente a
los tres niveles (psíquico, cerebral y orgánico).

Ejemplo: imagina que entras a un baño público y al abrir la puerta te encuentras


inesperadamente con una persona que lo está usando. En este instante reaccionas de una
manera inmediata con susto, sorpresa. Estás viviendo una situación poco dramática; pero en
esa fracción de segundo has activado, instantáneamente, una serie de reacciones
inmediatas, no mediadas por la mente; donde has entrado en simpaticotonía, bloqueando la
respiración, contrayendo los músculos, liberando noradrenalina. Has tenido toda una serie de
reacciones fisiológicas de “alarma” automáticas, inmediatas.

Si el shock dura solo un instante, es poco probable que se presente alguna reacción en el
cuerpo llamada “enfermedad”.

Otro ejemplo: estoy en una cena e inesperadamente derramo mi copa sobre un amigo. Por
un momento me quedo congelado, sin aire. Nada grave, pero todo mi organismo ya ha
respondido. El DHS, el shock biológico, es sensato y útil.

Estos son ejemplos banales de pequeños incidentes cotidianos, para ayudar a comprender
que el DHS es algo común, que forma parte de la vida, que no es maligno. Representa una
posibilidad que la naturaleza ha predispuesto en nosotros para adaptarnos a las situaciones
inesperadas, sean pequeñas o grandes.

Un evento puede generar más de un DHS y activar varios SBS, según nuestra percepción
individual, impactando más de un área del cerebro y varios órganos, dando como resultado
síntomas en diferentes órganos:

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Con el transcurso del tiempo cada SBS tomará un curso determinado y autónomo,
independiente del resto de los programas especiales, presentando diversos síntomas según
el tejido embrionario y la fase en que se encuentre cada SBS:

Recordemos cuando vivíamos en campo abierto, donde la adaptación para conservar la vida
y proseguir la especie era más evidente. Estábamos continuamente en una posición de presa
o depredador, con la necesidad de adaptarnos para sobrevivir. El shock biológico activa al
instante el sistema neurovegetativo: simpaticotonía, vasoconstricción, aumento del ritmo
cardíaco, manos y pies fríos; mientras que no me tranquilice tendré dificultad para dormir y
comer, manteniendo pensamientos obsesivos, centrado en el problema. Esto es algo sensato
en la naturaleza, porque en el momento del peligro el animal debe instantáneamente estar
alerta y preparado para contraatacar o escapar. No hay tiempo de comer ni dormir y se
ocupa continuamente del problema hasta que encuentra una solución.

¿Qué le sucedería a un conejo si al ver llegar un zorro se pone a pensar?: “¡Oh, el zorro!...
¿cuál será la mejor escapatoria?”. Sin embargo, el conejo instantáneamente comienza a
correr y no se detendrá hasta que esté seguro en su madriguera, aún sin saber si el zorro ha
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continuado la persecución o se ha detenido. Es un comportamiento de supervivencia
sensato, para la adaptación y el mantenimiento de la especie; justamente de esto se ha
ocupado la naturaleza, con intuición y genialidad, durante millones de años.

El conflicto biológico es la llave del nuevo paradigma.

El concepto de conflicto biológico (no psicológico), producido por un shock inesperado


(DHS), es difícil de comprender para una cultura “psicologizada”, donde se considera que
sólo la mente es la que elabora las situaciones, las analiza y las organiza.

En nuestra sociedad moderna hemos perdido la atención a la experiencia sensorial directa,


mientras que el conflicto del que hablamos es justamente el director, es biológico, no
mediado por la mente. El ser humano, igual que un gato, un caballo, un recién nacido o un
feto lo vive de la misma manera. Por eso Hamer describe el contenido de los conflicto con
simple “lenguaje animal”, “no poder expulsar”, “no poder marcar el territorio”, “sentirse
atacado”, “algo huele mal en el aire”, etc.

Está claro que cuando hablamos del “ser humano”, el sentido animal se traduce con las
experiencias del ser humano de hoy, si para el animal “la falta del bocado esencial” significa
efectivamente morir de hambre, no conseguir alimentos, el ser humano puede sentir lo
mismo si quiebra la empresa, si es despedido del trabajo y se encuentra en la calle. Tanto el
animal que no encuentra alimento como el ser humano que ha perdido su trabajo, ambos
reaccionan produciendo, en la Fase Activa del SBS, adenocarcinomas en el hígado. Esto le
permite metabolizar mejor el poco bocado que entra.

Cuando conocemos el lenguaje biológico, esto se transforma en un ejercicio relativamente


fácil, observamos el DHS de manera inmediata: ha sucedido algo que la persona no
esperaba, ha sido tomada a contrapié y por ese motivo es más fácil recordar y distinguir los
otros sucesos relacionados con ese hecho agudo.

Es verdad que a menudo son situaciones interpretadas psicológicamente, pero gracias al


conocimiento de las Cinco Leyes Biológicas y la correlación entre las manifestaciones
orgánicas y el contenido del shock, ahora podemos hacer preguntas precisas que permiten a
la persona recordar de manera exacta el instante del evento, con sus connotaciones
sensoriales y emotivas, con los sentimientos profundos que ha vivido en ese instante (sentido
biológico).

El contenido del shock biológico es experimentado por los animales en forma proporcional
con su grado de evolución. Es con los demás mamíferos que los conflictos se asemejan más
a los de los seres humanos. La diferencia principal entre animales y el hombre reside en la
complejidad del psiquismo humano. Es así como un conflicto de "no poder conseguir la
presa" significa para el animal un hecho concreto de no poder obtener el alimento. El ser
humano, en cambio, acomoda el conflicto a su propia realidad; para él la presa puede ser un
objeto, su casa, el auto, una herencia, una situación profesional, etc.

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Los primeros DHS
Los primeros DHS ocurren dentro del vientre de la madre, durante el parto y luego en los
primeros meses de vida.

Cuando el niño tiene seis meses de nacido ya ha activado alguna vez todas las áreas
cerebrales (relés) o la gran mayoría de ellos. Los DHS posteriores durante el resto de la vida
son repeticiones de los temas conflictivos de esas primeras etapas de la vida.

Reactivaciones durante toda la vida


Las reactivaciones pueden darse por:

- Repetición inesperada de los diferentes tipos de situaciones (DHS).


- Recordar o revivir situaciones previas (recidivas, recaídas). Esta es la forma más común de
iniciar la Fase Activa de un SBS.
- Raíles (tracks).

Raíles o pistas (tracks)


En el momento del DHS, cuando se vive una situación aguda y dramática que representa
sólo un instante, la supervivencia del individuo se siente amenazada, es un momento
extremadamente significativo desde el punto de vista biológico. El organismo se sensibiliza
con esa experiencia y desde ese momento en adelante los elementos más relevantes se
asocian inconscientemente a esa situación, captados por los cinco sentidos: los objetos,
sonidos, olores, colores, sabores, sensaciones, sustancias de los alimentos, gente
involucrada, las condiciones del tiempo, etc, presentes en aquel instante, permanecerán
registrados y conectados con el mismo contenido emotivo.

El organismo se sensibiliza con esa experiencia y desde ese momento en adelante los
elementos mas relevantes se asocian inconscientemente a esa situación

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Desde ese momento, incluso uno de esos elementos es suficiente para activar el mismo
programa especial biológico sensato. Sobre el concepto de “raíles” se recogen todos los
diagnósticos de “alergias”, y muchas de las consideradas “enfermedades crónicas y
autoinmunes”.

En el instante del DHS se activa uno o más programas especiales previstos por la naturaleza
para hacer frente momentáneamente a las “catástrofes” que estamos viviendo.

El DHS es, por lo tanto, el inicio del programa especial, biológico y sensato de la naturaleza
(SBS) que nos prepara con los mecanismos necesarios para contraatacar o escapar. En este
mismo instante se activan los programas especiales específicos para el tipo de conflicto que
estamos viviendo.

Ejemplo: una madre va al supermercado con su hijo, mientras está entretenida el hijo se aleja
sin que ella se dé cuenta. Cuando se da la vuelta ya no lo ve y “se asusta”. En ese mismo
instante toda la lista de la compras queda en segundo plano, su atención se centra
instantáneamente en buscar a su hijo, ¡nada es más importante que él! Lo que vive en ese
momento es total. Ese instante representa un shock biológico, un DHS.

Según como haya vivido ese instante, se activará el programa especial de aquel órgano
biológicamente preparado para compensar ese tipo de amenaza. Resumiendo: el programa
que se active dependerá exclusivamente de cómo lo viva esta persona. Por ejemplo, si siente
que el niño le ha sido “separado del seno” (quizás porque al entrar al supermercado había
notado que alguien miraba a su niño de manera sospechosa), entonces activa el programa
de los conductos galactóforos; en cambio, si se siente “desvalorizada” por no haber estado lo
suficientemente atenta, se activará otro programa especial relacionado con el esqueleto, con
los huesos. Si tiene un sentimiento de urgencia “que no hay tiempo que perder” para
encontrarlo antes que un depredador, entonces se activará el programa relacionado con la
tiroides.

El contenido del conflicto biológico es una experiencia subjetiva. La muerte de un hijo, por
ejemplo, se puede vivir de diferentes maneras: como “pérdida” o “ruptura del contacto”. Un
despido imprevisible se puede vivir como una “injusticia”, o como una “pérdida de territorio”,
como “una falta de bocado esencial” o como “haber equivocado el camino”. Una traición se
puede vivir como una “agresión”, como “una mala jugada”, como una “porquería indigesta”,
etc.

Por lo tanto, en base al contenido del conflicto habrá una o más respuestas inmediatas,
adecuadas a la situación de urgencia inesperada, y se activará el órgano cuya función
biológica sea más adecuada para hacer frente al problema específico.

Ejemplo: las vías urinarias tienen la función de conducir y expulsar la orina; desde el punto
de vista biológico sirven también para marcar el territorio. Si curso un conflicto biológico
relacionado con “no poder marcar el propio territorio” (por ejemplo: un compañero de trabajo
se entromete en mis labores), se activará un programa especial relacionado con el epitelio de

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las vías urinarias; si la intensidad y la duración del conflicto son lo suficientemente
importantes, cuando se solucione tendré una cistitis o una uretritis.

En el 100% de los casos de tumor en testículo y ovario encontramos que el individuo está
viviendo un conflicto de pérdida de un miembro importante del grupo; igual que en el 100%
de los casos de cistitis encontramos que el individuo ha vivido y resuelto un conflicto
biológico de no poder marcar su territorio. Hay que tener en cuenta la percepción de la
persona y no el evento. Por eso, no es la pérdida de un hijo lo que determina necesariamente
un problema en las gónadas, como tampoco un colega invasivo determina un problema en
las vías urinarias. Depende sólo de cómo lo viva la persona y cómo ha recibido esa situación.

¿Qué criterios ha seguido el Dr. Hamer para descubrir estas


conexiones?
Hamer vivió y reconoció este shock inesperado cuando en 1978 Victorio Emanuel disparó su
rifle en la isla de Cavallo y la bala alcanzó a su hijo Dirk, que dormía en una barca. Después
de varias intervenciones quirúrgicas, pasados cuatro meses, el chico murió. Pocos meses
después de ese suceso dramatico, Hamer experimento un proceso llamado "cáncer" de
testículo. Él intuyó rápidamente que su “enfermedad” estaba relacionada con dicha pérdida
del hijo y a partir de ahí inició sus investigaciones para comprobar "qué provoca una
enfermedad”..

Primero lo intuyó y después lo verificó. En la clínica ginecológica entrevistó a personas que


no conocía que presentaban manifestaciones analógicas a la suya (teratomas o cáncer de
ovario). Observó que todas estas personas habían sufrido un shock del mismo tipo,
inesperado. En todas estas mujeres no sólo había podido comprobar la misma modalidad,
sino el mismo tipo de contenido conflictivo: la pérdida inesperada de una persona querida. A
partir de aquí pudo verificar la primera correlación entre el evento emotivo, el órgano que se
activa y la señal correspondiente en el TAC cerebral.

Desde este momento atravesó años de intensas investigaciones, desarrolló una larga y
articulada tabla de correlaciones entre psique, cerebro y órgano. ¿Cómo lo ha hecho? Ha
sido simple y lógico para él, como médico ha partido de la función que desarrolla el órgano:
los ovarios y testículos son órganos relacionados con la procreación y la Madre Naturaleza
los ha programado para ese funcionamiento y cuando alguien muere de manera inesperada
en el grupo, el órgano aumenta su función (más hormonas sexuales) y la cantidad de células
(más óvulos maduros o espermatozoides) para poder reemplazar lo antes posible al miembro
perdido. Esto sucede igual para cualquier animal, incluido el humano, que reacciona todavía
en base a los mismo programas arcaicos y biológicos de la naturaleza.

Con estos mismo criterios continuó la investigación durante años, verificando cada
manifestación orgánica y los conflictos vividos. ¡Para cada idéntica manifestación orgánica,
se ha comprobado siempre el mismo hecho y con la misma modalidad inesperada!

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El cerebro
El cerebro controla todo nuestro cuerpo, dando los impulsos necesarios para el normal
funcionamiento. Todo tejido tiene un programa originario de funcionamiento normal, ordinario
y un programa especial, extraordinario, para los momentos de catástrofe. El cerebro ha
evolucionado durante millones de años para hacer frente a las transformaciones del
ambiente y a las necesidades de adaptación.

Cuando éramos gusanos de agua, por ejemplo, no era necesario disponer de una piel de
protección para los rayos ultravioletas o un esqueleto con músculos que nos permitiese
movernos en el ambiente terrestre. Por este motivo el cerebro tenía una dimensión reducida
respecto a la actual, porque las funciones eran reducidas.

El cerebro se ha modificado junto con el organismo, se ha ido “ampliando” para poder hacer
frente a las necesidades del ambiente.

Hamer, a partir de la embriología, (por lo tanto, del funcionamiento de los tejidos, los órganos
y de su inervación), ha podido reconstruir y verificar que, según el tipo de emoción (“sentido
biológico” o “contenido conflictivo”) percibido por la persona en el instante del DHS, se
activará un órgano específico “biológicamente adecuado” para hacer frente a aquel tipo de
catástrofe.

De una manera coherente se ha podido


verificar que cuando un conflicto biológico
está activo en la psique, también el relé
cerebral está activo (área cerebral que
controla exactamente un órgano
determinado) y se observa en una TAC
cerebral un “diseño” en forma de anillos
concéntricos. Se ha podido verificar también
que estas señales se modifican de forma en
base al proceso que se está desarrollando
en el órgano.

Estos diferentes niveles: psíquico, cerebral y orgánico, actúan sincrónicamente (al mismo
tiempo) en las diversas fases que atraviesa el programa especial biológico y sensato (SBS)
de la naturaleza.

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