(t2, c1) La personalidad

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UCM-M Facultad de Ciencias Médicas de Matanzas

Disciplina: Asignatura: Tema:

Psicología Psicología Médica I La personalidad y su


desarrollo
FOE: Título:

Conferencia La Personalidad
Contenido:

1. Concepto y características de la personalidad


2. Formación de la personalidad
3. Premisas del desarrollo de la personalidad
4. Fuerzas motrices del desarrollo de la personalidad

Introducción

Hemos concluido el estudio del primer tema de la asignatura y ello nos ha dejado
algunos sedimentos importantes:

Primero, que la realidad existe con independencia de nosotros. Esa realidad es


percibida, representada, pensada, vivida y sentida por nosotros gracias a la
intervención de los procesos psicológicos, cuyo resultado más acabado es nuestra
subjetividad.

La subjetividad se construye a partir de nuestro modo particular de relacionarnos e


interactuar con la realidad objetiva. Por tal razón, la subjetividad se presenta como
experiencia interior y propia, que cada cual vive dentro de sí, por lo que es muy
personal y exclusiva. Debido a estas características, es difícil de comunicar su
contenido a otros con toda exactitud, ni siquiera mediante el lenguaje.

Segundo, la realidad existe en nosotros subjetivada en forma de significados


psicológicos. Estos significados son resultado de un complejo proceso de
formación del que emergen los sentidos psicológicos en una elaboración
sintetizada y generalizada, cuya función es intervenir en la regulación del
comportamiento.

A la estructuración peculiar que asume la subjetividad se le denomina


personalidad.
Concepto y características de la personalidad

En una ocasión, un investigador pidió a un grupo de alumnos que revelaran


cuándo una maestra tenía “mucha personalidad”. Resultó ser que, según el criterio
de los alumnos, para que una maestra alcanzara esa condición debía tener:

1. Conversación interesante
2. Competencia
3. Amplios intereses
4. Inteligencia
5. Complexión atlética
6. Capacidad de adaptación

Los resultados de la investigación mostraron algunos elementos que conforman el


concepto popular de personalidad. Este se nutre de un conjunto de cualidades que
resultan socialmente agradables y eficaces; sin embargo, desde la ciencia
psicológica estas cualidades solo sirven para explicar, en parte, por qué unas
personas resultan más atractivas que otras.

En psicología, el término personalidad posee un significado muy distinto. Para los


psicólogos, todos poseemos una personalidad y esta no es más potente ni más
cuantiosa en función de cómo nos comportemos.

Cuando hablamos de personalidad nos referimos a un patrón persistente en el


tiempo que hace que las personas tiendan a responder de un mismo modo al
enfrentarse a situaciones semejantes.

No se nace con personalidad; la personalidad se forma en el transcurso de la vida


como parte de nuestro desarrollo como persona. Sus primeras manifestaciones se
aprecian hacia la edad de los tres años, cuando el niño comienza a reconocerse
como un ser diferente e independiente de los demás. Pero este es solo el
comienzo, pues el proceso de desarrollo de la personalidad continúa durante toda
nuestra existencia.

La personalidad, como expresión especial de la subjetividad humana, ha sido


estudiada a partir de diferentes concepciones.

Las teorías psicológicas sobre la personalidad tratan de explicar cuál es su


génesis, cómo se desarrolla y, finalmente, qué mecanismos pueden utilizarse en la
modificación de algunos de sus rasgos. Presentaremos brevemente, algunas de
las teorías más importantes.

Teorías psicodinámicas (psicoanálisis). En la concepción de la personalidad de


estas teorías subyace la idea de que la mente, en su mayor parte, permanece
oculta. Los contenidos inconscientes de la mente son dinámicos, esto es, ejercen
activamente presiones e influencias sobre lo que cada persona es o hace. Freud
pensaba que, si bien no somos conscientes de ellos, las ideas y los sentimientos
conflictivos nos influyen poderosamente. En su opinión, nuestros impulsos
reprimidos se exteriorizan de diversas formas: en el trabajo que elegimos, en
nuestras creencias, en nuestros hábitos diarios, en nuestros síntomas
perturbadores.

Para explicar la personalidad, Freud se centra en la influencia de las experiencias


infantiles tempranas, en los motivos y conflictos inconscientes y en los métodos
con que la gente enfrenta sus impulsos sexuales y agresivos.

Teorías conductistas (conductismo). Según este modelo, la personalidad se


expresa por la conducta y la conducta depende del ambiente. Los conductistas
entienden la conducta en su sentido más restrictivo, esto es, en tanto conducta
observable, estando sujeta en su adquisición y modificación a las leyes del
aprendizaje. Critican a los psicoanalistas al considerar que es un error buscar las
explicaciones de la conducta en el interior del organismo (estados internos,
rasgos), pues las variables relevantes para estudiar la conducta están en su medio
ambiente.

Para los autores conductistas la personalidad es producto de la historia exclusiva


de reforzamiento de cada individuo; por tanto, la personalidad está formada por un
conjunto de hábitos que se muestran más o menos estables y permanentes y que
provocan respuestas similares ante una agrupación de estímulos determinados.

En este sentido, la personalidad se puede cambiar, lo que se logra cambiando el


ambiente, valiéndose del refuerzo. Las variables de la personalidad (los hábitos)
son etiquetas que se ponen a la persona en función de la conducta que expresa.

Aunque la personalidad humana puede ser muy modificable, según los


conductistas, no deja de ser pasiva ya que viene determinada por el ambiente. La
persona sigue siendo modelada principalmente por fuerzas que escapan a su
control.

Teorías humanistas (humanismo). El humanismo es un enfoque teórico que pone


de relieve las cualidades singulares del ser humano, especialmente:

 Su libertad y su capacidad de crecimiento personal: yo soy el único


responsable de mis propias acciones y sus consecuencias.
 El valor que se otorga a la dignidad de la persona: la gente es básicamente
buena.
 El objetivo de la psicología es comprender a las personas, no predecirlas ni
controlarlas.

Así, los psicólogos humanistas, a diferencia de los conductistas y psicodinámicos,


adoptan una visión optimista de la naturaleza humana:
 Las personas pueden superar su herencia animal primitiva y controlar sus
impulsos biológicos.
 Las personas son seres racionales y conscientes que no están dominados por
necesidades y conflictos irracionales e inconscientes.

Para Rogers, el ser humano desarrolla su personalidad al servicio de metas


positivas: todo organismo nace con ciertas capacidades, aptitudes o
potencialidades innatas, que tiende a desarrollar a lo largo de la vida
convirtiéndose en lo mejor que puede llegar a ser.

Además de tratar de cumplir el potencial biológico innato, los seres humanos


tratamos de hacer realidad nuestro autoconcepto, nuestro sentido consciente de
quiénes somos y qué deseamos hacer con nuestra vida, a lo que Rogers dio el
nombre de tendencia a la autorrealización. La personalidad se constituye como
resultado del propio proceso de autorrealización: si un sujeto lo alcanza, su
personalidad será madura y equilibrada; en caso contrario, nos hallaremos ante
personalidades insatisfechas y, por tanto, desequilibradas.

Teorías de los rasgos (factorialismo). Según estas teorías, las personas difieren
de acuerdo al grado en que poseen ciertos rasgos de personalidad que pueden
ser inferidos de su comportamiento y que utilizamos para describirlas, como la
dependencia, ansiedad, agresividad y sociabilidad.

Para identificar los rasgos, los autores de estas teorías recogen gran cantidad de
información sobre conductas típicas de las personas y emplean una técnica
estadística conocida como «análisis factorial», cuyo propósito es buscar el número
mínimo de dimensiones capaces de explicar el máximo de información contenida
en los datos. Estas dimensiones son los rasgos.

Los rasgos son características definitorias del individuo que son relativamente
estables y generales, es decir, un rasgo es una disposición a comportarse de
manera estable en diversas circunstancias. Hay personas mentirosas, habladoras,
valientes, etcétera. El grado en que un rasgo está presente en cada persona se
sitúa en un continuo que va desde la afirmación plena en un extremo hasta su
negación en el otro.

El Enfoque Histórico-Cultural. Este enfoque es una de las teorías de la


psicología más sólida y con mayores perspectivas. Su creador, L. S. Vygotsky,
realizó aportes significativos para la comprensión de la génesis y desarrollo del
psiquismo humano, lo que implicó ver al hombre como ser social, ver la actividad
humana como actividad social, reconocer la importancia de la comunicación y la
interacción social para el desarrollo psíquico y destacar el papel de la enseñanza y
la escuela en el proceso de desarrollo cultural del hombre.
Los psicólogos cubanos asumen una concepción teórica que se deriva del
enfoque histórico-cultural, en la que se abordan aquellas cuestiones relevantes
para la caracterización de la personalidad como realidad psicológica.

Para aproximarnos a la definición de la categoría personalidad, es necesario tener


en cuenta los siguientes aspectos:

1. La personalidad es una realidad subjetiva cuyo contenido es objetivo, al ser


resultado de las interrelaciones que establece la persona en un determinado
contexto sociocultural y en una época histórica específica.

Al definirla como una realidad subjetiva, queremos destacar que no es un


fenómeno palpable o medible: no la podemos tocar o atrapar para estudiarla
en un tubo de ensayo o bajo un microscopio. Sin embargo, esto no significa
que no podamos caracterizarla. Su estudio se lleva a cabo a través del análisis
de dos importantes aspectos: el comportamiento de la persona (lo que hace y
cómo lo hace) y a través de las expresiones verbales y extraverbales que
emplea en su comunicación con quienes le rodean (lo que la persona dice y
cómo lo dice).

2. El centro o núcleo de la personalidad es la esfera de necesidades y motivos,


alrededor de la cual se integran otros componentes como son las
capacidades, el carácter y las cualidades derivadas del temperamento.

Existen motivos conscientes de diferente grado de elaboración de sus


contenidos, pues cada persona, apoyada en sus operaciones intelectuales,
piensa sobre lo que para ella es significativo y tiene sentido desde sus afectos,
se traza vías para el logro de sus propósitos y evalúa su alcance. También
existen motivos inconscientes, que se subordinan a los primeros, pero que
igualmente pueden convertirse en estímulos del comportamiento de la
persona.

3. Los contenidos de la personalidad se caracterizan por la unidad de los


aspectos cognitivos y afectivos. Esta unidad cognitivo-afectiva garantiza que la
personalidad cumpla su principal función: la regulación y autorregulación del
comportamiento.

Los procesos cognitivos nos permiten tener una imagen de la realidad


mediante representaciones, recuerdos, conceptos, etcétera. Los procesos
afectivos nos indican, mediante nuestras vivencias o experiencias
emocionales, cuál es nuestra relación con la realidad, cómo ella nos afecta y
en qué medida nos permite o impide lograr la satisfacción de nuestras
necesidades, deseos y aspiraciones. Estos procesos cognitivos y afectivos
aparecen fusionados en los contenidos de la personalidad, y constituyen la
célula funcional de la personalidad, en tanto que de ella se derivan las
potencialidades de la persona para regular y autorregular su comportamiento.
Si actuamos por “arranque” emocional o por ideas formales que no tienen para
nosotros un verdadero sentido personal, nuestro comportamiento será azaroso
y poco efectivo.

4. La personalidad posee un carácter singular e irrepetible; es única y nos hace


diferentes de todos los demás.

La forma en que se estructuran y funcionan los contenidos personológicos


resulta particular para cada sujeto.

5. La personalidad es estable, aunque no estática.

La personalidad caracteriza, de modo relativamente estable la proyección


integral del sujeto y las formas en las que opera en su función reguladora y
autorreguladora en las diferentes áreas de la vida.

6. La personalidad es dinámica porque siempre está en activación y


desactivación de configuraciones.

La personalidad se encuentra en constante cambio y desarrollo. Los


contenidos personológicos, en su movilidad, alternan su significación y valor
de acuerdo al subsistema de integración personológica en el cual estén
interviniendo.

7. La personalidad constituye el nivel más complejo de integración y organización


de los procesos psíquicos a nivel individual.

Su función es la de orientar, dirigir, regular y autorregular el comportamiento.


La identificación de este nivel de regulación tan complejo presupone la
existencia de otros niveles de regulación de menor complejidad e integración.
Por ejemplo, la capacidad de observación, la velocidad de reacción, y el
volumen de la memoria son contenidos psicológicos, pero no son
personológicos, esto es, no tienen implicación en la regulación del
comportamiento.

8. La personalidad tiene una determinación histórico-cultural.

Durante la ontogenia ella se desarrolla mediante complejas interrelaciones que


el individuo establece con los sistemas de actividades y de comunicación en
los cuales se inserta.
Formación de la personalidad

¿Cómo se forma la personalidad?

Los elementos esenciales para la formación y desarrollo de la personalidad son


los sistemas de actividades y comunicación en los que transcurre la vida del ser
humano. Se trata de dos categorías muy importantes de la psicología que se
explicarán a continuación.

La categoría actividad

La importancia de la categoría actividad ha sido reconocida por muchos


estudiosos del tema.

La forma esencial de existencia de lo psíquico es en calidad de proceso, en


calidad de actividad. Esta posición está sustentada en la convicción de que los
fenómenos psíquicos surgen y se desarrollan sólo en el proceso de interacción
constante del individuo con su medio.

Toda actividad real, en sentido psicológico, tiene un momento interno y uno


externo, y ambos están relacionados indisolublemente entre sí. Cualquier acción
externa se mediatiza por procesos que ocurren dentro del sujeto, y el proceso
interno de una u otra manera, se expresa fuera. Así, bajo la influencia de lo
externo, se transforma lo interno.

La actividad es el proceso de interacción consciente del hombre con la realidad,


originado y dirigido por la necesidad y su satisfacción, razón por la cual posibilita la
autorregulación del comportamiento.

La actividad posee un carácter consciente y autorregulado:

 Tiene carácter consciente porque se desencadena a causa de fines prefijados


intencionadamente por el individuo. Esta es su característica más definitoria e
indispensable: si no existe conciencia del fin no hay actividad en el sentido
psicológico; lo que ocurre en tal caso es una conducta impulsiva, pues el
sujeto no puede autorregular el comportamiento.

La conducta impulsiva está regulada por las emociones. Así sucede cuando
alguien reacciona contra otro por un arranque de ira. Este tipo de conducta no
es lo que caracteriza el comportamiento del ser humano, sino la conducta
racional, que tiene un fin consciente y, por tanto, es actividad.

 Tiene carácter autorregulado porque el ser humano, además de elegir


conscientemente los medios y métodos para lograr el fin deseado, puede
modificar convenientemente sus acciones para vencer las dificultades en la
consecución del objetivo final propuesto.
La categoría actividad posibilita superar el esquema parcial y reactivo del término
conducta, e involucra al sujeto en un complejo sistema de relación con la realidad,
mediante el cual se desarrollan los aspectos fundamentales de su personalidad y,
a su vez, se transforman, crean y toman sentido las múltiples influencias de ese
medio, ante las cuales el ser humano tiene un papel activo.

La actividad de la personalidad se despliega en el sistema de relaciones sociales


que establece en los distintos momentos de su desarrollo. Estas relaciones son el
elemento esencial en la formación de la personalidad, que se apoya en la
comunicación para lograr su propósito.

La categoría comunicación

La importancia de la comunicación para el desarrollo del ser humano es,


prácticamente, indiscutible. Ella ocupa un lugar específico y fundamental en todas
las relaciones humanas.

La relación entre personalidad y comunicación es bidireccional. Por una parte, la


comunicación es la vía esencial para que lo social determine el desarrollo de la
personalidad; y por otra, la personalidad se expresa en el proceso de
comunicación, revelando sus regularidades, cosa que es posible por la manera
como el ser humano se implica en el proceso.

La comunicación es un proceso activo en el que las personas se relacionan por


vía verbal y no verbal, y en su transcurso las partes implicadas reflexionan,
valoran y expresan de manera activa sus propias vivencias y valoraciones.
Premisas para el desarrollo de la personalidad

La personalidad es un producto del desarrollo psicológico en determinadas


condiciones de vida y educación. Esta afirmación nos lleva a preguntarnos si la
personalidad, para su formación y desarrollo, depende solo de lo psicológico o si
intervienen otros factores más; y en tal caso, ¿qué contribución particular realiza
cada uno de ellos?

La mayoría de psicólogos han identificado tres factores que intervienen en la


formación y desarrollo de la personalidad: lo biológico, lo social y lo psicológico.

Lo biológico es premisa indispensable para el desarrollo de la personalidad: sin


un cerebro humano no podría existir la psiquis humana. La maduración biológica,
especialmente del sistema nervioso, y los cambios que acontecen en este terreno,
repercuten a lo largo de la vida de la persona, mostrando un mayor peso en los
primeros años de la existencia, cuando no ha aparecido aun la personalidad como
nivel superior de regulación psicológica del comportamiento.

Lo social constituye la fuente principal del desarrollo de la personalidad y aporta a


la subjetividad sus contenidos, actuando de manera mediata, ya que sus
influencias siempre son mediadas por las condiciones internas del sujeto. Lo social
opera a través de los sistemas de actividad y de comunicación. En el sistema de
actividades se incluyen las actividades formales (como el estudio y el trabajo) y las
actividades informales (como las actividades realizadas espontáneamente en el
tiempo libre). En el sistema de comunicación están presentes las relaciones con
las otras personas, que incluyen la familia, los maestros, los grupos de iguales, las
amistades, la pareja, etcétera.

Lo psicológico, por su parte, mediatiza la influencia de lo biológico y lo social,


impidiendo que estos dos factores actúen de manera directa o mecánica en el
proceso de formación y desarrollo de la personalidad. Cada influencia biológica o
social pasa por un proceso de elaboración, construcción y reconstrucción
psicológica, y solo así se convierte en un contenido de la personalidad; solo así
adquiere carácter personológico. Por ejemplo, para todos los niños, la separación
de sus padres se convierte en una influencia que impacta su desarrollo; sin
embargo, el resultado de esa influencia dependerá de la elaboración
personológica que el niño haga con ese contenido: para unos, el divorcio será una
influencia negativa; para otros, el divorcio se vivenciará positivamente o de
manera neutra.

En resumen, en el proceso de formación y desarrollo de la personalidad


intervienen factores biológicos, sociales y psicológicos, y cada uno de ellos hace
su propia contribución al proceso, que puede variar en importancia de acuerdo a la
etapa del desarrollo en la que se halle la persona.
Fuerzas motrices del desarrollo de la personalidad

La mayoría de autores dedicados al estudio del desarrollo psicológico aceptan que


son determinadas contradicciones que surgen en el proceso las fuerzas motrices
del desarrollo de la personalidad.

Desde la perspectiva de la psicología cubana, se identifican dos tipos de fuerzas


motrices del desarrollo de la personalidad:

 Las contradicciones ocasionadas por las relaciones que establece la persona


con su medio socio-histórico y cultural.

 Las contradicciones que surgen como resultado de la valoración que realiza el


sujeto acerca de la imagen que tiene de sí mismo y de sus aspiraciones; es
decir, la contradicción existente entre lo que la persona es o cree ser y lo que
quiere o aspira a ser.

Estas contradicciones, que operan en el plano psicológico como reflejo de las


relaciones de la persona con lo externo y con su mundo interior, pueden asumir la
forma de “crisis” que aparecen en determinados momentos del desarrollo. Las
más estudiadas son la crisis de los 3 años y la crisis de la adolescencia.

Por ejemplo, la crisis de los tres años se produce a partir del momento en que el
niño tiene autoconciencia y, en consecuencia, modifica su conducta: quiere hacer
las cosas por sí mismo, se vuelve negativista, tiene «perretas», etcétera.

En resumen, para que se produzca el desarrollo, tienen que existir contradicciones


entre las nuevas exigencias sociales y las posibilidades internas con que cuenta el
sujeto para satisfacerlas, cuando esas exigencias se han convertido en
necesidades y aspiraciones para el individuo.

Esta contradicción se da en la actividad y la búsqueda de su solución, esto es, la


satisfacción de la necesidad que está en la base de la exigencia social, es lo que
provoca el salto cualitativo en el desarrollo.
Conclusiones

A modo de conclusión puede afirmarse que:

 La personalidad es plurideterminada.

 Se configura a lo largo del desarrollo del ser humano.

 Su formación es un proceso mediatizado y caracterizado por importantes


modificaciones cualitativas.

 El factor social es determinante en su formación.

 El determinismo no es lineal. Se da en una integración donde lo social va


configurándose e incorporándose a la individualidad.

Bibliografía

Núñez de Villavicencio, F. La personalidad como sistema regulador de la


conducta. En Psicología y Salud. Editorial Ciencias Médicas. La Habana, 2008.
Pp. 41- 42.

Fernández Rius, L. Determinantes en el origen y formación de la personalidad


(archivo digital).

Montaño Sinisterra, M.R; J.L. Palacios Cruz; C.A. Gantiva Díaz. Teorías de la
personalidad. Un análisis histórico del concepto y su medición. Bogotá, 2009
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=297225531007. (archivo
digital).

Mesa Simpson, C. La personalidad (archivo digital)

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