Teorías de La Personalidad
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Teorías de La Personalidad
SECCIÓN 01
SUSTENTANTES:
Estos marcos conceptuales no solo ofrecen explicaciones sobre por qué las personas
exhiben ciertos patrones de comportamiento, sino que también proporcionan herramientas
para comprender la consistencia y la variabilidad en la experiencia humana. Exploran temas
como las influencias biológicas, las experiencias de la infancia, los factores ambientales y la
interacción entre estos elementos en la configuración de la personalidad. En última instancia,
el estudio de la personalidad busca desentrañar los misterios que rodean lo que nos hace
únicos como individuos, contribuyendo así a una comprensión más profunda de la diversidad
humana y ofreciendo perspectivas valiosas para la psicología y otras disciplinas relacionadas.
I. Perspectiva psicodinámica de Sigmund Freud.
Según Freud, cómo nos comportamos está influenciado por fuerzas psicológicas que trabajan
dentro de nosotros y generalmente están fuera de nuestra conciencia. Esta idea es clave para
entender la personalidad. Según él, tenemos tres partes en nuestra personalidad que aparecen
a medida que crecemos:
La primera es el "ello", que está ahí desde que nacemos y trabaja de manera automática para
satisfacer nuestros deseos y evitar el dolor. Cuando somos críos, solo podemos encontrar
placer a través de acciones reflejas y la fantasía. Luego está el "yo", que está entre lo que
sabemos y lo que no, y busca satisfacer los deseos del "ello" en el mundo real. A diferencia
del "ello", el "yo" no busca la satisfacción inmediata, sino que considera la realidad. Usa el
razonamiento inteligente para retrasar la satisfacción de los deseos del "ello" hasta que sea
seguro. A medida que crecemos o envejecemos, no solo buscamos satisfacer deseos, sino que
también entra en escena el "súper yo", una especie de guardián moral. Su trabajo es vigilar al
"yo" y guiarlo hacia acciones moralmente aceptadas por la sociedad.
En la etapa oral, que va desde el nacimiento hasta los 18 meses, los niños encuentran placer
chupando y masticando. Si tienen una buena experiencia, son propensos a ser adultos
optimistas y confiables; si no, podrían volverse pesimistas y hostiles. Luego llegamos a la
etapa anal, de los 18 meses a los 3 años, donde el placer se centra en el ano y la expulsión de
heces. Los niños con padres estrictos en el entrenamiento de control de esfínteres pueden
desarrollar rasgos como la obstinación y la mezquindad.
La etapa fálica, de los 3 a los 6 años, es crucial. Aquí, los niños exploran sus genitales, se
apegan más al progenitor del sexo opuesto y sienten rivalidad con el del mismo sexo. Si la
identificación con los padres no es adecuada, pueden surgir complejos de Edipo o Electra, y
en la edad adulta, podrían manifestarse como egoísmo o baja autoestima. La etapa de
latencia, de los 6 a los 12 o 13 años, según Freud, ve una disminución del interés sexual.
Finalmente, a partir de los 13 años, llegamos a la etapa genital, donde los impulsos sexuales
se despiertan. Aquí, quienes manejan bien esta etapa pueden desarrollar un sentido sólido de
responsabilidad y empatía hacia los demás. Este recorrido por las etapas de desarrollo según
Freud nos ofrece una visión única sobre cómo las experiencias tempranas pueden dejar una
marca duradera en la personalidad.
Carl Rogers enfatizó la bondad innata de las personas y la importancia del libre albedrío y el
crecimiento psicológico. Según él, la fuerza motivadora detrás del comportamiento humano
es la tendencia de actualización. Abraham Maslow, por otro lado, propuso una jerarquía de
necesidades que impulsa a las personas. Comienza con necesidades básicas para la vida,
como alimentación y agua, pero evoluciona hacia aspectos más complejos como la estima y
la autorrealización a medida que las personas avanzan en la jerarquía.
Abraham Maslow propuso una pirámide de necesidades que abarcan aspectos físicos y
emocionales que todos debemos satisfacer para sentirnos satisfechos. La teoría plantea que
cada individuo tiene una necesidad natural de crecimiento y alcanzar su máximo potencial,
conocido como autorrealización. Para lograrlo, es necesario satisfacer primero necesidades
básicas como alimentación, refugio y seguridad, antes de abordar necesidades más elevadas
como la autoestima, la realización personal y el desarrollo espiritual.
Por otro lado, Rogers elaboró su teoría centrándose en sí mismo, Siempre abogó por un
enfoque positivo, viendo la terapia como un proceso de crecimiento para que el cliente
mejore y se conozca mejor, en lugar de buscar solo la cura para problemas o enfermedades.
Para Rogers, los seres humanos son intrínsecamente buenos y saludables, y la enfermedad
mental es una excepción a esa tendencia natural. Rogers describe una motivación innata que
impulsa a las personas a desarrollar su potencial de manera natural. Todos quieren dar lo
mejor de sí mismos para crecer y evolucionar al máximo, y para Rogers, las personas son
funcionales cuando siguen esa tendencia. Esto requiere una congruencia entre el "yo ideal"
que la persona aspira a ser y su comportamiento real en el presente.
Estas teorías sostienen que las personas son diferentes en función de ciertos rasgos de
personalidad que podemos deducir de su comportamiento, como la dependencia, ansiedad,
agresividad y sociabilidad.
Los rasgos son características que definen a cada individuo y tienden a ser estables y
generales. En otras palabras, un rasgo es una tendencia a comportarse de cierta manera de
manera consistente en diferentes situaciones. La medida en que un rasgo está presente en una
persona se ubica en un espectro que va desde una manifestación completa en un extremo
hasta la ausencia total en el otro. Eysenck, a pesar de ser un conductista y considerar que los
hábitos aprendidos eran esenciales, propuso una tipología que ha tenido gran influencia. Su
modelo simplifica la personalidad en tres dimensiones heredables y con base fisiológica.
Busca identificar las causas biológicas de estas dimensiones y confirmarlas mediante
experimentos. Estas tres dimensiones son:
Recientemente, las investigaciones sugieren que los tres aspectos de Eysenck no son
suficientes, y ahora se centran en cinco rasgos clave. Estos cinco grandes rasgos son
extroversión, afabilidad, escrupulosidad, estabilidad emocional y apertura a la experiencia. Se
cree que estos rasgos son comunes en diferentes culturas, y algunos estudios sugieren que su
origen podría tener una base fisiológica.
Algunos estudios revelan que aunque estas diferencias pueden ser consideradas "pequeñas" a
"moderadas", son más pronunciadas en las dimensiones de amabilidad y neuroticismo.
Además, las variaciones de intereses entre géneros muestran una significativa inclinación de
las mujeres hacia las relaciones interpersonales, contrastando con la orientación más hacia
objetos de los hombres. Sin embargo, es importante reconocer que los modelos teóricos
evolucionan, y perspectivas como la biológica no están exentas de cuestionamientos. La
noción determinista que podría surgir de llevar la perspectiva biológica a su conclusión lógica
plantea desafíos conceptuales.
Según esta perspectiva, las personas son sólo máquinas limitadas por su entorno social y
cultural. Comprender los fundamentos biológicos del comportamiento humano,
particularmente de la personalidad, en un contexto clínico facilita una evaluación imparcial
del paciente. Cuando se trabaja con personas de diversos orígenes, es imperativo evitar
prejuicios y garantizar un enfoque terapéutico que no patologice los comportamientos
naturales. Especialmente en el caso de pacientes psiquiátricos, este enfoque sin prejuicios
facilita la recopilación de antecedentes, la evaluación y el tratamiento de manera más
eficiente.
Esta visión evolutiva rastrea el origen de la personalidad desde los primeros humanos que
comenzaron a funcionar en grupos sociales complejos. Los expertos coinciden en que los
primeros humanos no establecieron personalidades individuales distintas en ese momento;
más bien, se consideraban miembros esenciales del colectivo. Convertirse en miembro del
grupo significaba que eras responsable ante la tribu, no ante ti mismo. La división del trabajo
creó una pequeña divergencia adaptativa que mejoró la funcionalidad del grupo y marcó el
comienzo de la evolución hacia la personalidad y el individualismo. El individualismo y la
personalidad resultaron principalmente de las interacciones sociales y la existencia colectiva,
lo que supuso un cambio importante en la evolución humana.
Esta teoría también enfatiza cuán cruciales son la imitación y la observación para el
desarrollo de la personalidad. Al observar a los demás y realizar las acciones que consideran
placenteras o exitosas, las personas pueden adoptar nuevos comportamientos.
Conclusión
Estos enfoques teóricos no solo han ayudado a explicar patrones de comportamiento, sino que
también han enriquecido nuestra comprensión de la consistencia y variabilidad en la
experiencia humana. Al abordar factores como las influencias biológicas, las experiencias
infantiles y los entornos, estas teorías han arrojado luz sobre la formación y evolución de la
personalidad. En conjunto, estas perspectivas proporcionan una visión completa y diversa de
la personalidad, revelando la complejidad de su formación y desarrollo. Una explicación más
completa y profunda de este complejo fenómeno que caracteriza la individualidad humana, es
posible gracias a las distintas contribuciones hechas por cada teoría al enigma.
En última instancia, el estudio de la personalidad no solo ha dejado su huella en el ámbito de
la psicología, sino que también ha proporcionado perspectivas valiosas con implicaciones que
trascienden a otras disciplinas. Al explorar estas teorías, hemos adquirido una apreciación
más profunda de la diversidad humana y herramientas valiosas para comprender la
complejidad única de cada individuo.
Referencias bibliográficas
roiel.blogspot.com/2010/05/la-perspectiva-disposicional-modelo-de.html.
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https://www.redalyc.org/pdf/2972/297225531007.pdf
psicologiaymente.com/psicologia/teoria-personalidad-carl-rogers.