A Quien Hospedas en Tu Corazon
A Quien Hospedas en Tu Corazon
A Quien Hospedas en Tu Corazon
La segunda epístola prohíbe recibir a los que no traen “la doctrina de Cristo”.
1:3 Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio
de tu verdad, de cómo andas en la verdad.
V. 3 El apóstol se alegró muchísimo cuando vinieron ciertos hermanos y dieron
testimonio de la verdad que estaba en Gayo, y de cómo andaba en la verdad. Es bueno
poseer la verdad, pero mejor manifestar la verdad en nuestras vidas. No solamente
deberíamos asirnos de la verdad, sino también dejar que la verdad se asiese de nosotros. La
gente prefiere ver un sermón a oírlo. Nada cuenta más para la gloria de Dios en una edad
centrada en los hechos que una vida santa.
1:4 No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.
Tan importante era esto para Juan que podía decir: No tengo mayor gozo que
éste, el oír que mis hijos andan en la verdad. Quizá la mayoría de nosotros pensamos en
ganar almas como el mayor gozo de la vida cristiana, y desde luego es maravilloso ver a
hombres y a mujeres trasladados del reino de las tinieblas al reino del Hijo de Su amor.
Pero, ¿quién puede medir el dolor de ver volverse a su antigua vida a aquellos que habían
profesado salvación, como una cerda volviendo a revolcarse en el cieno y como un perro a
su vómito? En cambio, ¡qué entusiasmante ver a los hijos espirituales perseverar en el
Señor, de gracia en gracia! Una vez más, esto enfatiza la importancia de la obra de
seguimiento en todos nuestros esfuerzos evangelísticos.
GAYO
1:5 Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los
hermanos, especialmente a los desconocidos,
Gayo se deleitaba en especial en abrir su hogar de par en par a aquellos que habían
salido a predicar el evangelio. Extendía su gentil hospitalidad no sólo a aquellos a los que
conocía, sino también a forasteros. Dice Juan que Gayo era fiel en este ministerio. Por el
NT se ve que para Dios la hospitalidad es cosa muy importante. Si hospedamos al pueblo
del Señor, es lo mismo que si hospedamos al Señor mismo (Mt. 25:40). Por otra parte, dejar
de hospedar a Sus siervos es considerado como dejar de hospedarle a Él (Mt. 25:45).
Hospedando a forasteros, «algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles» (He. 13:2). Muchos
pueden dar testimonio de que por medio de la práctica de la hospitalidad, las comidas se
han convertido en sacramentos (Lc. 24:29–35), se han convertido hijos, y familias han sido
llevadas a una relación más estrecha con el Señor
1:6 los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en
encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su
viaje.
Hay recompensas involucradas. La bondad de Gayo era conocida por toda la
iglesia. Pero más aún, su nombre está para siempre recogido en la Santa Palabra de Dios
como uno que tenía un hogar abierto y un corazón asimismo abierto. Y más aún, Gayo ha
de recibir aún su recompensa en el Tribunal de Cristo, porque: «el que recibe a un profeta
por cuanto es profeta, recibirá recompensa de profeta» (Mt. 10:41). Compartirá en la
recompensa de aquellos predicadores que hospedó. Esto es bueno de recordar por parte de
los que no pueden predicar: Puedes recibir una recompensa de predicador dando
hospitalidad a los predicadores en nombre del Señor. ¡Dios recompensará todas las buenas
acciones! Su bondad coronará las bondades de los hombres. Ahora Juan recuerda a Gayo
que hará bien en ayudarles a proseguir su viaje, como es digno de su servicio a Dios.
No se trata sólo de darles una amistosa despedida, sino también suministros adecuados.
Esto ciertamente establece una elevada norma para nosotros al compartir nuestros bienes
materiales con aquellos que predican y enseñan.
1:7 Porque ellos salieron por amor del nombre de El, sin aceptar nada de los
gentiles.
Se da una razón especial por la que Gayo debería ser de ayuda a estos evangelistas
itinerantes: Porque ellos salieron por amor del nombre de Él, sin aceptar nada de los
gentiles. Estos hombres esperaban sólo en el Señor para el suministro de sus necesidades.
No estaban dispuestos a aceptar ayuda de los inconversos. Hacer esto significaría que su
Amo era demasiado pobre para proveer para ellos. También podría dar a los inconversos
una falsa base de propia justicia sobre la que reposar.
¡Qué reproche es esto contra los métodos de recaudación de fondos que hay hoy en la
Cristiandad! ¡Y cómo debería esto recordarnos la especial obligación que tenemos con los
siervos del Señor que salen con fe en el Dios viviente y que sólo dan a conocer sus
necesidades al Señor!
1:8 Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos
con la verdad.
Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos en la
obra de la verdad. Acoger a estas personas significa hacer todo lo posible por ayudarlos,
porque cuando hacemos esto, ayudamos a la verdad en su marcha hacia adelante
DIOTREFES
1:9 Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer
lugar entre ellos, no nos recibe.
Aparentemente, Juan había escrito en estas líneas a la iglesia, pero su carta fue
interceptada por un hombre llamado Diótrefes, que tenía un concepto desmedido de su
propia importancia. Era virtualmente un dictador en la asamblea. Su pecado era orgullo de
posición, un ego hinchado y unos violentos celos por lo que consideraba sus propios
derechos, que indudablemente defendía como la autonomía de la iglesia local. Diótrefes se
había olvidado por completo de que Cristo es la Cabeza de la iglesia, ¡si es que alguna vez
lo había sabido! Había olvidado que el Espíritu Santo es el Vicario o Representante de
Cristo en la iglesia. Ningún mero hombre tiene derecho a asumir el mando, a tomar
decisiones, a recibir o a rehusar. Esta conducta es papismo, y Dios la aborrece. Es
indudable que Diótrefes debía excusar su conducta sobre la base de que estaba
contendiendo por la verdad. Pero eso, naturalmente, era mentira. Estaba haciendo un gran
daño a la verdad al rechazar al apóstol con el pretexto de fidelidad a Dios. Y no sólo
rechazaba a Juan, sino también a otros hermanos
1:10 Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con
palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a
los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohibe, y los expulsa de la
iglesia.
Además de rehusar a estos verdaderos creyentes, excomulgaba a los que sí los
recibían. Era un ser enloquecido por el poder, tratando de denigrarlos con palabras
malignas. ¡Juan se acordará de él en su próxima visita a esa asamblea! Estos
autoproclamados papas no pueden soportar ser abiertamente denunciados desde la palabra
de Dios. Su persistencia en el poder depende de reuniones secretas y de un reinado de
temor e intimidación.
DEMETRIO
1:12 Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también
nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es
verdadero.
Quizá Demetrio era el portador de esta carta. En todo caso, él tenía buen testimonio de
parte de todos, y aun de la verdad misma. Dice F. B. Hole:
Observemos: no se trata de que diese testimonio de la verdad, sino que la verdad daba
testimonio de él. Demetrio no era la norma por la que la verdad era puesta a prueba. La
verdad era la norma por la que él era probado; y habiendo sido así puesto a prueba, estaba
aprobado.
1:13 Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con
tinta y pluma,
1:14 porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara.
Juan concluye de una manera muy parecida como acaba su Segun-da Epístola —
retardando la discusión hasta una reunión cara a cara—. Le somos deudores por estas
cartas, en las que nos da un atisbo de la vida en los primeros tiempos del cristianismo y
donde nos expone una instrucción para el pueblo de Dios que trasciende al tiempo.
Pronto hablaremos cara a cara en el cielo, y entonces comprenderemos más plenamente
las oscuridades ocasionales de la revelación divina.
1:15 La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada
uno en particular.
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