Decodificador
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Decodificador
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Como en Lascaux, las cuevas de Altamira en España, en Santillana del Mar (San-
tander), contienen en su interior pinturas rupestres policromadas del Paleolítico. Igual-
mente, en América hay una gran difusión de grabados rupestres, especialmente en zonas
de Venezuela y de la Patagonia.
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lenguas practicadas por muy pocas personas (el kirguis), lenguas vivas, pero
en decadencia (el francés), lenguas dominantes (el inglés en versión ameri-
cana). También en materia de arte, las obras provienen de civilizaciones des-
aparecidas (Sumeria, Asiría, Babilonia, el Egipto de los faraones, los
etruscos, los incas, etc.), de pequeñas civilizaciones (los escitas), de
civilizaciones no hace mucho poderosas, pero hoy declinantes (Europa), de
civilizaciones dominantes (el modo de vida americano). Cuando nos
encontramos ante una obra de arte, el lenguaje artístico exige que en primer
lugar sepamos situarla en su contexto geográfico e histórico. Y de este
modo, responder a la doble cuestión: dónde y cuándo.
Tenemos que conocer las condiciones de producción de una obra y
resolver el problema de su razón de ser: ¿quién la encarga?, ¿quién paga?,
¿quién trabaja para quién?, ¿sacerdotes, comerciantes, burgueses, ricos
propietarios, coleccionistas, directores de museo, galeristas, colectividades
públicas? Y esta obra: ¿para qué?, ¿qué podemos decir?, ¿qué motiva a un
artista a crear aquí (las cuevas de Lascaux, el desierto egipcio), allí (una
iglesia italiana, una cuidad flamenca), o en otra parte (una magalópolis
occidental, Viena o Nueva York, París o Berlín)?, ¿por qué el artista utiliza un
material o un soporte en lugar de otro (el mármol, el oro, la piedra, el
lapislázuli2, el bronce, el papel de fotografía, la película, el libro, el lienzo, el
sonido, la tierra)? Así respondemos a las cuestiones fundamentales: ¿de
dónde viene esta obra?, ¿dónde va?, ¿qué pretende provocar?
A continuación, debemos preguntarnos: ¿por quién?, con el fin de ubicar
la obra en el contexto biográfico de su autor. En los periodos en que los
artistas no firmaban su producción (esta costumbre es reciente, al menos en
Europa, donde data de cinco siglos aproximadamente), obtenemos informa-
ción sobre las escuelas, los talleres, los grupos de arquitectos, de pintores,
decoradores, obreros activos en el mercado. Seguidamente, planteamos la
cuestión del origen de la producción estética del individuo. ¿Dónde nace, en
qué ambiente?, ¿cuándo y cómo descubre su arte, con qué maestros, en qué
circunstancias?, ¿qué es de su familia, su medio, sus estudios, su
formación?, ¿cuándo supera a quienes lo iniciaron? Todo el saber disponible
sobre la vida del artista permite, un día u otro, comprender la naturaleza y los
misterios de la obra ante la cual nos encontramos.
Porque la obra de arte es críptica, siempre. Más o menos netamente,
con más o menos claridad, pero siempre. Corremos el riesgo de quedarnos
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Mineral de color azul intenso, duro como el acero, que antiguamente se usaba en
la preparación del color azul de ultramar. Muy empleado en el arte egipcio; puede verse
en la célebre cabeza de la reina Nefertiti.
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mucho tiempo delante de los frescos de las cuevas de Lascaux sin enten-
derlos porque hemos perdido el descodificador. No sabemos nada del con-
texto: ¿quién pintaba?, ¿qué significan esas manadas de pequeños caba-
llos?, ¿ese bisonte que embiste a un hombre con cabeza de pájaro?, ¿a
quién o a qué se destinaban esas pinturas: a jóvenes iniciados en ceremo-
nias chamánicas?, ¿por qué se utilizaba el ocre rojo aquí, como carbonilla
pulverizada, soplada, proyectada, la barra de carbón negro allí, el pincel de
pelo animal allá?, ¿cómo explicar que algunos dibujos oculten otros bajo los
dedos de terceros pintores a varios siglos de distancia?, ¿a los hombres a
quienes debemos estas decoraciones se les tenía por artesanos, artistas o
sacerdotes?
Escena sacada del Festín de Babette, película danesa de Gabriel Axel, 1987.
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TEXTOS
Aprender a entender
Pregunta: Vuestro libro (sobre el poeta Rene Char) se ofrece de entrada
como una «paráfrasis». ¿Qué hay que entender por ello?
Respuesta: Nada más que el más banal de los procedimientos
escolares: cuando hay que hacer entender un verso difícil de Mallarmé o de
Góngora, ¿qué se hace? Se «dice lo que eso quiere decir», se parafrasea.
Normalmente, cuando se trata de poesía, la gente viene y te dice: usted
entiende este poema así; yo lo entiendo de otro modo. Por supuesto, ellos
pueden y tienen el derecho de comprenderlo de otro modo. Pero, ante un
texto jeroglífico, usted no puede decir a un egiptólogo: «Yo lo entiendo de
otro modo», si no sabe egipcio. Usted tendrá derecho de entenderlo de otra
manera, pero cuando haya estudiado el egipcio. Hay que aprender la lengua-
Char, cuya dificultad supera el trabajo sobre la sintaxis y las distorsiones de
vocabulario que hacen que Mallarmé, aunque hermético, sea accesible al no
especialista. Hacía falta además mostrar lo que el poeta quiso, ya sea decir,
ya sea sugerir, exponer el pensamiento que Char quiso desplegar en su
poema; porque poseía uno, al que se debía. Lo que explica que el libro
descanse también sobre entrevistas. Yo sometía a Char a interpretaciones
de sus poemas para captar ese sentido al que estaba apegado y que había
establecido con todo su esfuerzo. He sufrido la cólera de Char demasiado a
menudo, cuando no comprendía lo que había querido decir, por ignorarlo. Él
tenía su propio pensamiento, y no le gustaba que se le impusieran otros.
Lo cotidiano y lo interesante. Le Quotidien et L'lntéressant, Les Belles Lettres,
1996 (traducción para este libro de Irache Ganuza Fernández).
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