5.1.Elpapeldelaexplotación (1)

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5.

Actividades extractivas y cambio climático 87

5.1. El papel de la explotación de hidrocarburos y la minería en el cambio climático

Introducción

México, como el resto de los países de América Latina, mantiene un modelo de desarrollo basado en
la explotación de minerales e hidrocarburos como motor del crecimiento económico y generación de
renta. Sin embargo, ambos presentan implicaciones en materia de emisiones en grandes cantidades de
gases de efecto invernadero (GEI) y otros contaminantes a la atmósfera, disminución del agua disponible
para la población y otras actividades, deforestación y pérdida de biodiversidad y el desplazamiento de
poblaciones. Es decir, las actividades extractivas agravan las causas y las consecuencias del cambio
climático en la región, incrementando la vulnerabilidad de los países.

Si bien la relación directa entre la cadena de producción del sector hidrocarburos y el incremento de las
emisiones de GEI ha sido bastante documentada, no ha sido el caso de la minería, cuya demanda por
recursos (energía, agua, suelo, además de deforestación de bosques), también tiene un vínculo con el
incremento de GEI, así con la vulnerabilidad de las poblaciones.

El presente artículo presenta información sobre el vínculo que existe entre las actividades extractivas y
el incremento de las emisiones de GEI y de la vulnerabilidad en México. Con estos elementos se busca
contribuir al análisis en la materia y demostrar la importancia y urgencia de que la toma de decisiones
en estos sectores parta de un enfoque de cambio climático, para minimizar riesgos, así como costos
sociales, ambientales y económicos para toda la sociedad.

Los retos del cambio climático ante el modelo extractivo

El cambio climático es uno de los desafíos más importantes que enfrenta la comunidad internacional
hoy en día. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en
inglés) ha señalado que “las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) han aumentado 40 % desde
la era preindustrial, en gran medida debido a las emisiones antropogénicas derivadas de la quema de

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Todo el apartado 5 y sus subapartados han sido elaborados por Mariana Castillo y Sandra Guzmán del Grupo de Financiamiento Climático para
Latinoamérica y el Caribe (GFLAC).
Toda la bibliografía se encuentra al final del apartado.

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combustibles fósiles y a las emisiones netas derivadas del cambio de uso de suelo” (IPCC, 2013, p.9).
El Quinto Informe de Evaluación del IPCC de 2014 es concluyente y señala que “la influencia humana en el
sistema climático es clara y va en aumento, y sus impactos se observan en todos los continentes. Si no se
le pone freno, el cambio climático hará que aumente la probabilidad de impactos graves, generalizados e
irreversibles en las personas y los ecosistemas” (IPCC, 2014, p.1). En los últimos 20 años se ha registrado
un aumento de 1.5 grados centígrados en la temperatura media de la tierra (Rohde, 2012), lo que se ha
visto asociado a impactos en el planeta tales como el aumento del nivel del mar, la acidificación de los
océanos, el derretimiento de glaciares y la alteración de ecosistemas, entre otros (IPCC, 2013).

Con un nivel de confianza alto, el informe señala que “las emisiones de CO2 procedentes de la combustión
de combustibles fósiles y los procesos industriales contribuyeron en torno a 78 % del aumento total de
emisiones de GEI de 1970 a 2010, con una contribución porcentual similar para el aumento experimentado
durante el periodo de 2000 a 2010” (IPCC, 2013, p.5). En este sentido, si se desea evitar un aumento de
la temperatura promedio global de más de 2°C, las emisiones globales GEI deben alcanzar su punto
máximo antes de 2020. A pesar de que la contribución al cambio climático de América Latina y el Caribe
es limitada, el impacto que enfrentará la región sí es significativo.

Tabla 37.
Emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por región (2010)88

Fuente: Alatorre, 2013.

Entre estos efectos se encuentran el retroceso de glaciares, el cambio en las precipitaciones, cambios en
la temperatura del mar afectando las especies que viven ahí, entre otros. Esto evidentemente tendrá un
impacto sobre los modos de vida y los sistemas productivos.

Presentación de Alatorre con base en European Commission, Joint Research Centre (JRC)/PBL Netherlands Environmental Agency, Emission
88

Database for Global Atmospheric Research (EDGAR), release version 4.2. http://edgar.jrc.ec.europe.eu 2011
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Las actividades extractivas en México:estado actual


Mapa 21.
Impactos del cambio climático esperados para 2050

Fuente: PNUMA-CEPAL (2010).

Otra manera de entender la magnitud del cambio climático en América Latina es a través de su impacto
sobre la pobreza. Según información estimada por CEPAL, el cambio climático agrava la situación de
pobreza, haciendo que más gente se ubique por debajo de la línea de pobreza de US$1.25 al día (Monge,
Patzy y Viale, 2015).

De manera paralela a la aceleración del cambio climático y a la agudización de sus impactos en América
Latina, en la mayor parte de los países las industrias extractivas se han consolidado como las locomotoras
del crecimiento económico, como la piedra angular de un modelo extractivista primario exportador;
modelo que apuesta por la extracción y exportación de minerales, petróleo y gas como la clave para
la atracción de inversiones, el crecimiento económico, la generación de renta pública y la mejora de los
índices de pobreza y desigualdad (Monge, Patzy, Viale, 2015).

El modelo extractivista gozó un auge de precios de los minerales e hidrocarburos en las décadas pasadas,
hasta finales del 2010, cuando inició la caída lenta pero sistemática de los precios internacionales de
los minerales, que en el caso de petróleo comenzó en 2014. Sin embargo, si bien la caída de precios
representa una oportunidad para avanzar hacia un modelo distinto, lo cierto es que ante la misma los
países de la región han transitado hacia una “carrera hacia el fondo”. Es decir, la carrera por lograr atraer
inversiones e impulsar nuevos proyectos extractivos que compensen la caída de los precios a través de

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mayores niveles de producción. Medidas para ello son el debilitamiento de la institucionalidad y de la
regulación ambiental y climática, la neutralización de la legislación sobre consulta previa y consentimiento,
la reducción y cierre de espacios a la sociedad civil, la limitación del acceso a la información y la regresión
fiscal (RLIE, 2016).

En materia energética, ante la falta de una transición estructural hacia matrices más limpias, los países
de la región van detrás de una creciente demanda a través de la profundización de la dependencia a los
combustibles fósiles. La Agencia Internacional de Energía (AIE) proyecta que la demanda mundial crezca
en casi 70 % para 2030. Para América Latina, lo anterior implica incrementar la capacidad instalada de
generación eléctrica a 600 Gigawatts (GW) al 2050, con lo que se duplicarían las emisiones de gases de
GEI en el sector eléctrico (BID, 2013). Este escenario es muy probable, especialmente si se continúa con
el actual modelo, en el cual la satisfacción de la demanda energética se ha dado a costa de un aumento
de la carbonización de la economía.

En cuanto a la demanda de agua, si bien la disponibilidad y calidad varía ‒y variará bajo condiciones
de cambio climático‒ de región en región, México se encuentra en una situación crítica. Actualmente,
el volumen concesionado para usos consuntivos es de 82,734 millones de metros cúbicos; 50,951 de
fuentes superficiales y 31,783 de acuíferos; y el volumen concesionado para uso en plantas hidroeléctricas
ascendió a 166,014 millones de metros cúbicos. Por sectores, se tiene que el riego consume 63,350
millones de m3/año (77 % del total extraído), el uso público urbano 14 % y las industrias autoabastecidas
y termoeléctricas 9 %. La generación hidroeléctrica utiliza poco más del doble del volumen extraído para
el conjunto de usos consuntivos (Conagua, 2014).

Gráfica 37.
Brecha hídrica entre oferta y demanda

Fuente: Conagua (2014).

El uso intensivo del agua en las diversas actividades socioeconómicas ha dado lugar a la sobreexplotación
de las aguas superficiales y subterráneas; al deterioro de los ecosistemas en algunas regiones debido a
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Las actividades extractivas en México:estado actual


la disminución del escurrimiento y a un sobreconcesionamiento de los volúmenes de agua disponibles en
cuencas y acuíferos (Conagua, 2014).

Conclusiones

Nos encontramos ante un panorama en el que, por un lado, la ciencia señala la aceleración del cambio
climático y sus impactos en el mundo; y por el otro, se observa que los gobiernos no han establecido
planes para descarbonizar las economías y las sociedades de la región y hacerle frente al problema de
manera estructural. Por el contrario, en un momento en que es urgente tomar medidas para evitar el
aumento de la temperatura, se avanza en la profundización del modelo extractivo que incrementa las
emisiones de GEI y, con ello, los impactos negativos del cambio climático de manera irreversible.

Como veremos más adelante, el sector energético ‒basado en la explotación y consumo de combustibles
fósiles‒ es el principal emisor de GEI en México. Por su parte, la minería en el país adopta una matriz
energética predominantemente fósil, se vincula con tala de bosques, cambios de uso de la tierra,
degradación de suelos y también contribuye a la emisión de estos gases. Ambos sectores contribuyen
a incrementar la vulnerabilidad acuífera, al contar con una matriz hídrica excluyente e insostenible; este
uso insostenible del agua se suma a otros problemas, como la deforestación de los bosques, lugares de
recarga de acuíferos por excelencia. En suma, agrava el estrés hídrico preexistente como consecuencia
del impacto negativo del calentamiento global.

Las predicciones expresadas en los informes del IPCC señalan que las sequías y los episodios de
precipitaciones intensas serán más numerosos y frecuentes. Lo anterior ya está teniendo impactos
ambientales, sociales y económicos adversos. Por ejemplo, en 2012, la falta de lluvias en 19 entidades del
país provocó pérdidas superiores a los 15,000 millones de pesos por las hectáreas perdidas en cultivos
de maíz, frijol y cabezas de ganado, informaron autoridades federales (Magaña, 2015).

Entre otras medidas, es indispensable mejorar la transparencia en el acceso y gestión de información


del sector extractivo. La generación y apertura de información del consumo de energía, agua y residuos
en este sector es un paso fundamental para dimensionar con mayor claridad los impactos que genera
esta actividad y con ello plantear las mejores políticas de atención. La información debe ser de carácter
público como base para mejorar la toma de decisiones participativas en este sector.

Como hemos visto, las actividades extractivas generan impactos negativos en el clima, agudizando la
crisis climática que amenaza la calidad de vida de ecosistemas humanos y naturales. Así, profundizar
modelos basados en la explotación de combustibles fósiles y la extracción de minerales pone en riesgo
la viabilidad económica, ambiental y social del país.

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