Texto somma
Texto somma
Texto somma
19
ALESSANDRO SOMMA
como hecho natural, como dato preexistente a los individuos que, por tanto,
eran desiguales desde el nacimiento y estaban condenados a seguir siéndo-
lo durante toda la vida. Todo ello estaba presidido por un derecho, natural
precisamente, cuyas reglas estaban substraídas a la disponibilidad de los in-
dividuos: no eran éstos quienes las ponían y mucho menos quienes podían
cambiarlas. Semejante panorama cambió con la transformación del derecho
natural que, con la Ilustración, acabó revistiendo los ropajes de un derecho
racional, más que natural, comprehendiendo así principios reconducidos a
la razón, más que a la naturaleza: en particular, el principio según el cual los
individuos son considerados libres e iguales desde el nacimiento.
En cualquier caso, fue determinante para superar el orden feudal la re-
ducción del derecho natural a un conjunto de preceptos filosófico-morales,
productores únicamente de vínculos internos. Esos preceptos sólo podían
ser considerados derecho si eran puestos por un legislador terrenal: de ahí la
identificación del derecho con la ley, única fuente capaz de producir vínculos
externos y, por tanto, jurídicos. Y esta identificación, que está en la base del
concepto de derecho puesto o positivo, fue precisamente el núcleo fundamen-
tal del iuspositivismo.
Para ser más exactos, esa fue la versión francesa del positivismo jurídico,
definido en términos de positivismo legislativo. Se encarnó en la figura de
Napoleón Bonaparte en el papel de padre del Código civil francés de 1804,
texto en cuya redacción tomó parte personalmente para asignar luego roles
totalmente marginales a los estudiosos concebidos para comentarlo y a los
jueces llamados a aplicarlo. Los estudiosos habrían desempeñado una mera
exégesis del texto: de ahí el nombre de Escuela de la exégesis, utilizado des-
pués para aludir al papel secundario reservado a la doctrina durante todo el
siglo XIX (infra II.1.2). De manera similar, los jueces habrían conjugado las
palabras del legislador al nivel del caso concreto, cuidando de no alterarlas o
integrarlas: habrían sido simplemente la boca de la ley.
Realmente, esta última expresión venía tomada en préstamo de la teo-
ría de la separación de poderes, tal y como había sido elaborada por Mon-
tesquieu, quien pensaba también en la equiparación de esos poderes y, por
tanto, en un equilibrio recíproco entre ellos. Por otro lado, y en ello reside
la esencia del positivismo legislativo, la separación de poderes fue leída en
la experiencia francesa a la luz del organicismo expresado por la idea de la
nación como cuerpo político colectivo2. La consecuencia era la exaltación del
20
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
Giovine, G.F. Ferrari (eds.), Diritto costituzionale comparato, Laterza, Roma-Bari, 20135,
pp. 33 ss., 38 ss.
3 G.F. Puchta, Corso delle istituzioni presso il popolo romano (1841), vol. 1, Civelli,
Milán, 1858, pp. XXVII s.
21
ALESSANDRO SOMMA
22
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
5 V. Pocar, Guida al diritto contemporaneo, Laterza, Roma-Bari, 2002, pp. 7 ss. El pun-
to de vista interno sobre el derecho al que nos referimos no es entonces el de quien acepta y
utiliza el derecho como fundamento de su conducta (según la conocida definición de Hart).
23
ALESSANDRO SOMMA
Son limitados los casos en los que la interpretación puede tener como pun-
to de referencia preceptos no derivados de las fuentes formales de producción
del derecho. Más frecuentes son, en cambio, las hipótesis en las que se evitan
incluso esas tímidas aperturas, tal y como documentan en concreto las dispo-
siciones del Código civil italiano en materia de lagunas y antinomias del orde-
namiento. En cuanto a las lagunas se dice que, a falta de regla aplicable a una
controversia, directamente o por analogía, puede recurrirse a los principios
generales que, sin embargo, deben ser extraídos del ordenamiento jurídico
del Estado (art. 12 disp. prel.). La misma deferencia hacia las máximas ius-
positivistas emana de las disposiciones destinadas a resolver las antinomias,
todas ellas centradas en el modo de coordinar las palabras del legislador que
pudieran aparecer como contradictorias: por ejemplo, las disposiciones refe-
ridas a la jerarquía de fuentes (art. 1 disp. prel.) y a la sucesión de las leyes en
el tiempo (art. 15 disp. prel.).
Por otra parte, si bien el punto de vista interno sobre el derecho viene
impuesto por el legislador, el respeto a las máximas iuspositivistas constitu-
ye un dato ineludible para la representación o, mejor dicho, para la autorre-
presentación del jurista: para la imagen que éste produce y reproduce de las
funciones sociales que está llamado a desempeñar. Sin embargo, ese respeto
aparece cada vez más como una actitud exhibida sobre todo para ocultar es-
trategias o convicciones de signo opuesto, para salvar la fachada de un edifi-
cio que se corresponde con el kit identitario del estudioso del derecho a quien,
en cierto modo, se quiere disuelto en el cuerpo social.
En definitiva, el iuspositivismo puede ser considerado una estrategia del
estamento de los juristas en la medida en que se refiere a la legitimación de
su poder, centrada en cuestiones distintas a las típicas del poder político. De
hecho, el jurista tiene la necesidad de presentarse a sí mismo como aquel
que resuelve los conflictos lejos de la arena de las pasiones políticas, el que
es capaz de asumir decisiones cuya bondad está ligada al hecho de derivarse
de valoraciones técnicas: es éste, a fin de cuentas, el rasgo característico del
derecho occidental, del que el jurista es alma inspiradora y guardián (infra
II.3.1). Por eso le gusta presentarse no sólo como detentador de un poder
racional, fundado en el conocimiento y reproducción de un orden completo
y coherente, sino también como tutor de una tradición, de una continuidad
de soluciones individualizadas de caso en caso. De ahí la búsqueda casi es-
pasmódica, por parte de los privatistas, de un nexo con el derecho romano
o, mejor dicho, con cuanto se considera que ha sido el derecho romano. Las
24
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
6 A.M. Hespanha, Introduzione alla storia del diritto europeo, Il Mulino, Bolonia,
1999, pp. 10 ss.
7 P. Grossi, Mitologie giuridiche della modernità, Giuffrè, Milán, 20073, p. 4.
8 A. de Tocqueville, «L’assetto sociale e politico della Francia prima e dopo il 1789»,
en Scritti politici, vol. 1, Utet, Turín, 1969, p. 218.
25
ALESSANDRO SOMMA
9 Cfr. P.G. Monateri, «Methods in Comparative Law», en Id. (ed.), Methods of Com-
parative Law, Elgar, Cheltenham-Northampton (Mass.), 2012, p. 9.
26
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
27
ALESSANDRO SOMMA
28
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
13 Por ejemplo, J. Caronnier, Flessibile diritto (1992), Giuffrè, Milán, 1997, p. 26.
29
ALESSANDRO SOMMA
30
Capítulo segundo
31
ALESSANDRO SOMMA
32
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
determina, por otra parte, el cese del conflicto que se resiente, sobre todo, de
los cambios en las relaciones de fuerza que habían inspirado la formulación
del precepto. De ahí la persistencia del conflicto que en parte sucede fuera del
campo jurídico y en parte utiliza la interpretación de los preceptos y procedi-
mientos dirigidos a recomponer las controversias para alterar los términos
del compromiso alcanzado, hasta eventualmente invertirlo.
La dimensión conflictual del derecho se evidencia en el momento en el
que un compromiso semejante aparece frágil, esto es, cuando la pluralidad de
intereses en juego es tal que manifiesta la parcialidad de los puntos de vista.
Pero el discurso no cambia cuando se registra, por el contrario, una conver-
gencia substancial en torno a una elección interpretativa que sigue siendo, de
todos modos, fruto de una opción política y no también, o al menos no sólo,
filosófica.
Una vez intervenida por el subrayado del carácter político de la interpre-
tación, la visión del fenómeno del derecho contrasta con el modo de conce-
bir el ordenamiento jurídico sugerido por las teorías normativistas y por la
perspectiva estructuralista. A fin de cuentas, para las teorías normativistas
el ordenamiento es sólo un conjunto de preceptos analizables desde el pun-
to de vista de su validez, coherencia y completud. Estos elementos agotan el
campo jurídico, reducido a teoría general del derecho, y descuidan cuanto
queda recluido (y devaluado) en el campo de la sociología, quizás en el de la
filosofía del derecho: el perfil de la eficacia de los preceptos, del hecho de que
constituyan efectivamente el fundamento para la dirección de la conducta de
los miembros de la sociedad.
En suma, las teorías normativistas se ocupan únicamente de la estructura
del derecho, desinteresándose por su función, por los fines perseguidos en
cada caso2, perfil cuya consideración implicaría la atención hacia el papel de
las fuentes de producción de preceptos y, en consecuencia, hacia el uso polí-
tico de la interpretación (infra III.1.3). Es éste el fundamento y el motivo ins-
pirador de la operación por la que el jurista es acreditado como mero técnico,
su actividad calificada como meramente cognoscitiva y su saber expulsado
del campo de la reflexión crítica y, por tanto, intelectual.
No es entonces casualidad que las teorías normativistas se coordinen bien
con la concepción del derecho alimentada en el ámbito iuspositivista, donde se
está dispuesto a valorar únicamente el rol del poder legislativo, en cuya esfera
2 N. Bobbio, Dalla struttura alla funzione. Nuovi studi di teoria del diritto, Laterza,
Roma-Bari, 2007, pp. 48 ss.
33
ALESSANDRO SOMMA
34
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
35
ALESSANDRO SOMMA
36
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
las erosiones del poder legislativo que derivan de la acción de centros de inte-
reses admitidos o al menos tolerados por el Estado, no puede decirse lo mis-
mo en relación a los centros de intereses hostiles al Estado: las organizaciones
criminales o, en diversos aspectos, las potencias económicas multinacionales.
El dogma iuspositivista sólo puede ocultar la acción de estos centros de
intereses y, por tanto, su capacidad para producir preceptos, ejercida también
a través de la manipulación de las palabras del legislador en sentido formal.
Como alternativa, el dogma puede identificar la manipulación e intentar gol-
pearla, declarando inválidos, por ejemplo, los preceptos que se consideren no
legitimados desde el punto de vista del ordenamiento jurídico estatal; pero
no puede impedir que sean eficaces, es decir, que sean seguidos por aque-
llos a quienes van dirigidos, tal vez por los condicionamientos ejercidos por
el sistema sancionatorio ideado para castigar sus vulneraciones. El análisis
jurídico observará que la mera eficacia no hace válido un precepto que, por
tanto, sólo tiene relevancia desde un punto de vista histórico o sociológico7.
Pero precisamente son éstos los puntos de vista indispensables para el análi-
sis comparatista, que atiende a describir el funcionamiento de la comunidad
y no a tomar parte en el momento de la prescripción sobre las modalidades
de su funcionamiento.
El pluralismo jurídico constituye un elemento importante en el análisis de
los ordenamientos en los que el iuspositivismo tiene una larga tradición, pues
pone bajo los focos el carácter meramente programático del monismo jurídi-
co. Pero valorar el pluralismo es, en cambio, indispensable para estudiar los
ordenamientos en los que la tradición iuspositivista no ha arraigado o en los
que al menos no ha tenido un papel equiparable al desempeñado en ordena-
mientos de derecho codificado.
A título de ejemplo consideraremos los ordenamientos africanos afecta-
dos por la colonización: ordenamientos que han conocido cambios notables
en un arco temporal relativamente breve, que han tenido que medirse con la
perspectiva iuspositivista pero también y sobre todo con otras perspectivas
diferentes. En referencia a estos ordenamientos se ha puesto de manifiesta el
fenómeno de la llamada estratificación jurídica, esto es, de la acumulación de
complejos normativos que, desde un punto de vista descriptivo, se han colo-
cado simplemente unos junto a otros, aunque desde un punto de vista pres-
criptivo deberían haberse superpuesto y excluido sucesivamente. Es caracte-
rístico de los ordenamientos africanos, en efecto, incluir, al lado de un estrato
7 Cfr. N. Bobbio, Teoria generale del diritto (1957-60), Giappichelli, Turín, 1993, p. 25.
37
ALESSANDRO SOMMA
8 Por ej. U. Mattei, P.G. Monateri, Introduzione breve al diritto comparato, Cedam,
Padua, 1997, pp. 148 ss.
9 N. Rouland, Antropologia giuridica (1988), Giuffrè, Milán, 1992, p. 390.
38
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
39
ALESSANDRO SOMMA
externo y que también valora los datos por los que se interesan las teorías ins-
titucionalistas: considera el derecho como expresión de una «cultura», pres-
ta atención, por tanto, a las interacciones entre derecho, sociedad y política,
superando así su reducción a mero «conjunto de normas jurídicas relativas a
instituciones concretas»11.
De todos modos, el estudio que indaga en una tradición jurídica no pue-
de suponerse a salvo de vicios, al igual que no lo está la consideración de la
dimensión histórica del fenómeno del derecho. Sabemos, por ejemplo, que
están decididamente viciados los análisis realizados en el ámbito histórico-
comparatista por los llamados neopandectistas, que atienden a la dimensión
temporal del derecho para identificar adrede, precisamente, aquellas tradi-
ciones que entienden nobles para fundamentar sus propias construcciones
(retro I.1.2). Alimentan de este modo el positivismo científico, tal vez desli-
gado del positivismo legislativo pero siempre productivo desde un punto de
vista necesariamente interno sobre el derecho. Podrá decirse que el derecho
pertenece a una tradición, típicamente a la europeo-continental, pero es éste
precisamente el punto clave: en la medida en que es una tradición convive
con otras tradiciones y no puede presentarse como única o exclusiva por mu-
cho que lo pretenda (infra II.3.1)12.
Esta última observación conduce a un uso concreto de la tradición jurídi-
ca, el que puede identificarla con un contexto espacial más o menos definido,
pero del que puede prescindir, subrayando así la distancia de este concepto
respecto al de ordenamiento o sistema jurídico. Existen efectivamente tradi-
ciones jurídicas «complejas», que pueden tener un punto de referencia espa-
cial, pero existen también tradiciones jurídicas «internas» a aquellas com-
plejas y, sobre todo, tradiciones «transversales» que no presentan un arrai-
gamiento territorial específico13. La identificación de las tradiciones internas
y transversales, quizás en el ámbito de análisis atentos a la cuestión del plu-
ralismo jurídico, contribuye a denunciar la parcialidad del enfoque iuspositi-
vista: volveremos a ello al hablar de las clasificaciones de los ordenamientos
jurídicos (infra II.2.4).
Conviene ya señalar que las referencias a la tradición jurídica remiten a la
dimensión narrativa del derecho que, a su vez, induce a continuas reflexiones
11 J.M. Merryman, La tradizione di civil law (1969), Giuffrè, Milán, 1973, pp. 7 ss.
12 H. P. Glenn, Tradizioni giuridiche nel mondo (2010), Il Mulino, Bolonia, 2011, pp.
75 ss.
13 Ivi, pp. 561 ss.
40
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
acerca del rol del estudioso del derecho como fuente de producción de pre-
ceptos, en la medida en que es capaz de controlar la producción de significado
del discurso jurídico.
Dediquémonos en primer lugar a la dimensión narrativa de la tradición,
que es dimensión constitutiva, pues la tradición, como parte esencial de la
memoria social, toma forma a través de un proceso de selección y transmisión
de informaciones sobre el pasado. En definitiva, la tradición vive de narra-
ciones que, como tales, no constituyen una suerte de fiel destilación de los
valores madurados en el tiempo. La selección y transmisión de información
es, por el contrario, una práctica arbitraria por definición, que no puede ser
reducida a mera reproducción acrítica, al igual que no puede serlo la atribu-
ción de sentido a las palabras del legislador por parte de los operadores del
derecho o de quien usa del mismo.
Y de este modo, pensando en la dimensión narrativa del derecho y en su
carácter constitutivo de la memoria social, se acaba por enfocar al poder del
autor de la narración y, en particular, a sus espacios de emancipación res-
pecto a otros poderes. El narrador, tanto en el campo del derecho como en
el literario, persigue estrategias autónomas capaces de imponerse sobre esas
otras que inevitablemente termina persiguiendo como parte de un contexto
más amplio: sus relatos «constituyen una verdadera reapropiación» de con-
venciones, un modo de legitimar «cánones diversos, en antagonismo tal vez
con otras reconstrucciones»14.
En suma, pensándolo en términos de narración el derecho acaba manifes-
tándose como instrumento de distribución imperativa de valores, y no tanto
de bienes. Y el poder del jurista acaba siendo valorado en sus facetas referidas
al primer aspecto, y no tanto al segundo. A ello atienden, por otra parte, las
tradiciones cuando se revisten de retóricas legitimantes centradas en el relato
del pasado: ropajes de construcciones artificiosas, de auténticas invenciones
concebidas para establecer momentos de continuidad también ficticia con
acontecimientos que son seleccionados con el único fin de «inculcar determi-
nados valores y normas de comportamiento repetitivas»15.
41
ALESSANDRO SOMMA
4. La experiencia jurídica
16 R. Orestano, Introduzione allo studio del diritto romano, Il Mulino, Bolonia, 1987,
p. 352.
17 R. Orestano, «Della “esperienza giuridica” vista da un giurista» (1980), en Id., “Di-
ritto”. Incontri e scontri, Il Mulino, Bolonia, 1981, pp. 505 ss.
42
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
43
ALESSANDRO SOMMA
44
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
45
ALESSANDRO SOMMA
46
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
47
ALESSANDRO SOMMA
48
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
29 A. Somma, Economia di razza, Ombre corte, Verona, 2009, pp. 110 ss.
30 Por ej. P.G. Monateri, A. Somma, Il modello di civil law, Giappichelli, Turín,
20093, pp. 133 y 157 ss.
31 K. Zweigert, H. Kötz, Introduzione al diritto comparato (1984), vol. 2, Giuffrè,
Milán, 20113 y G. Alpa et al. (eds.), Diritto privato comparato. Istituti e problemi, Laterza,
Roma-Bari, 20124.
49
ALESSANDRO SOMMA
50
INTRODUCCIÓN AL DERECHO COMPARADO
33 I. Tambaro, Voz «Legislazione», en Digesto italiano, vol. 14, Utet, Turín, 1902-05,
p. 424.
51