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diversidad
Las propuestas de la posmodernidad
PID_00266263
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© FUOC • PID_00266263 El estallido de la diversidad
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 7
Resumen....................................................................................................... 38
Glosario........................................................................................................ 39
Bibliografía................................................................................................. 40
© FUOC • PID_00266263 5 El estallido de la diversidad
Introducción
situra de tener que justificar su trabajo (qué consideran un problema y qué no,
qué hacen para afrontarlo, qué producto sacan de esto, etc.). Por el contrario,
antes no necesitaban hacerlo, dado que parecía que solo existía una forma
normal, científica, lógica, racional, o como la queráis llamar, de investigar.
Objetivos
Hubo un tiempo en el cual los científicos sociales creían que, aplicando los Por ejemplo...
procedimientos adecuados, podrían encontrar un acceso privilegiado, un tipo
... Isaac Asimov, en su serie de
de puerta, a la realidad. De esta manera, mediante el método científico, los libros de ciencia ficción sobre
científicos, y cualquier persona con la formación necesaria, podrían describir «Las Fundaciones», prevé la
aparición de una nueva cien-
las cosas tal como son, tal como habían sido y, por consiguiente, prever los cia: la psicohistoria, capaz de
hacer predicciones a largo pla-
acontecimientos futuros de la realidad humana. Prever la conducta, en defi- zo sobre la historia de la hu-
manidad. Sin embargo, Asi-
nitiva. Esta creencia se sostuvo en pie durante muchos años, aunque a medida mov es lo suficientemente in-
que pasaba el tiempo cada vez se debían matizar más aspectos. El entusiasmo teligente para prever que los
psicohistoriadores deben vivir
del positivismo del siglo XIX tuvo que ser suavizado por el neopositivismo del apartados de la humanidad,
puesto que la difusión de sus
Círculo de Viena, el cual, a su vez, fue frenado por el giro lingüístico en filo- predicciones las invalidaría. Y
sofía y ciencias sociales. es que la voluntad de control
de la ciencia se aviene muy po-
co con la democracia.
Es un lugar común situar el origen de esta creencia en la filosofía de Descar-
tes, en la famosa división entre res cogitans o mundo interior y res extensa o
mundo exterior. Esta división entre lo que pensamos y el mundo cumplía dos
funciones: por un lado, resaltaba el carácter de realidades independientes una
de otra del mundo y de la conciencia y, por el otro, ponía sobre la mesa el pro-
blema del contacto entre ambas. La idea era, más o menos simplificada, que
el mundo podía entrar a través de los sentidos humanos, como señalaban los
empiristas, pero que el conocimiento solo lo podía producir la conciencia, es
decir, el mundo de las ideas mediante el lenguaje. De cualquier modo, el len-
guaje expresaba las ideas, las cuales, a su vez, podían reflejar el mundo real. El
problema radicaba en cómo separar el lenguaje de las impurezas que suponía
su carácter de producción social. O dicho de otro modo, si quiere obtenerse
un conocimiento objetivo, es preciso encontrar la manera de deshacerse de la
«influencia maligna» de las convenciones sociales, de las costumbres, de las
creencias supersticiosas, etc. En definitiva, deshacerse de la cultura y de todo
aquello que pueda apartarnos del camino recto de la verdad.
© FUOC • PID_00266263 10 El estallido de la diversidad
Ante este problema surgieron los primeros matices. Dado que el conocimiento Lectura recomendada
combinado de los sentidos y del mundo de las ideas podía no ser lo suficien-
Podréis encontrar una expli-
temente puro, había que matizar. Para conseguirlo, se propusieron dos vías cación más detallada de esta
posibles: por un lado, la vía fenomenológica propuso que lo que se necesitaba historia en la siguiente obra:
R. Rorty (1983). La filosofía y
era orientar la mirada hacia el interior y limpiar la conciencia humana de estas el espejo de la naturaleza. Ma-
impurezas que la alejaban del conocimiento perfecto de la realidad a través drid: Cátedra.
Así pues, de forma paulatina y a partir de las aportaciones de Ludwig Witt- Lecturas
genstein en su libro Investigaciones filosóficas, fue tomando forma lo que en fi- complementarias
losofía se conoce como giro�lingüístico. La principal premisa de esta corriente Os podéis iniciar en la lectu-
es que no hay ningún acceso directo a la realidad que pueda propiciar el co- ra del segundo Wittgenstein
con sus libros más breves: So-
nocimiento objetivo, por la simple razón de que realidad y lenguaje no cons- bre la certeza (1987). Los cua-
dernos azul y marrón (1989).
tituyen dos entidades separadas sino que están constantemente en coproduc-
Observaciones sobre los colores
ción. Es decir, que el lenguaje crea realidades y, por tanto, la realidad tiene un (1994).
componente lingüístico inextricable. De esta manera, el estudio de las ideas
por parte de la filosofía debe pasar a ser, sobre todo, un estudio del lenguaje
cotidiano; más concretamente, de los usos del lenguaje. Por lo tanto, se re-
marca su carácter constructivo, el lenguaje construye la realidad; performa-
tivo, el lenguaje hace cosas; retórico, el lenguaje permite actuar sobre las otras
personas; y práctico, el lenguaje es una práctica social que conforma las otras
prácticas sociales (Ibáñez, 2001).
1.2. La posmodernidad
Es difícil distinguir hasta qué punto los cambios tecnológicos y sociales han
sido los que han impulsado los cambios epistemológicos e ideológicos o si ha
sucedido al revés, es decir, que los cambios en la manera de entender la pro-
ducción de conocimiento y la organización política han orientado la tecno-
logía y la sociedad hacia una determinada dirección. Lo más probable es que
esta sea una pregunta simplista en exceso, de hecho no tiene demasiado sen-
tido separar un supuesto ámbito material y otro supuesto ámbito simbólico
y discutir durante horas sobre cuál es el que precede al otro. No solo porque
ambos ámbitos se alimenten mutuamente de manera cíclica, sino porque no
existen el uno sin el otro. Cuando los construccionistas sociales, una corrien-
te de pensamiento posmoderna, afirman que la realidad es una construcción
social, no dicen que esta no existe, sino que afirman su carácter de producción
humana y, por tanto, tan necesariamente dependiente del ámbito simbólico
como de las posibilidades y limitaciones de la biología humana.
Por tanto, deberemos considerar a partes iguales dos hechos de gran importan- Lectura complementaria
cia: por un lado, el cambio filosófico que propició el giro lingüístico y que se
D. Harvey (1998). La condi-
materializó en las ciencias sociales y humanas con el surgimiento del postes- ción de la postmodornidad: in-
tructuralismo, una corriente que comentaremos en el próximo punto. Y, por vestigación sobre los orígenes
del cambio cultural. Buenos
otro lado, el cambio social que han comportado las nuevas tecnologías de la Aires: Amorrortu.
comunicación global, tanto la creación de redes informáticas y de Internet co-
mo la red de satélites y medios de comunicación que permiten la circulación
de información de manera instantánea en todo el mundo (al menos a quien
esté conectado, claro está).
táneo de los cambios filosóficos y tecnológicos y que tales cambios son socia- ... también lo hace la psicolo-
les pero también psicológicos. Es difícil hablar por separado de los diferentes gía. El individuo posmoderno
no solo no vive en el mismo
aspectos de la posmodernidad, entre otras razones porque esta comporta una mundo que el moderno, sino
que ya no es tampoco el mis-
crítica a las divisiones temáticas y disciplinares características de la moderni- mo.
dad. El posmodernismo es un reconocimiento de la complejidad, de la impor-
tancia de las relaciones, de las múltiples interconexiones entre los ámbitos de
la vida social. Para esta cuestión, debéis tomaros las divisiones temáticas pre-
sentes en la lista siguiente como una división moderna, que nos facilita su
comprensión, pero que no es una división «natural» o «lógica».
Sujeto
Nos es fácil reconocer al sujeto moderno, puesto que todavía somos hijos de
la modernidad, aún creemos que el individuo es un ser integrado, coherente,
racional, autónomo, con capacidad agente y proyecto de vida propio. Sin em-
bargo, ya no es exactamente así. El sujeto posmoderno vive fragmentado entre
decenas de diferentes obligaciones que configuran tantas identidades distin-
tas. No hay posibilidad de proyecto de vida y la sensación de falta de control
© FUOC • PID_00266263 12 El estallido de la diversidad
El�tiempo�y�la�historia
Relaciones�sociales�y�políticas
Ética�y�estética
Esto no significa exactamente que todo valga, como afirman los críticos con
esta orientación relativista que está adoptando el pensamiento ético. Lo que
ocurre es que, debido a que no existe un criterio último para discernir las in-
justicias sociales, solo nos quedan los consensos locales, rescindibles y, por
tanto, provisionales, pero no por ello más o menos justos que los anteriores
basados en éticas supremas incuestionables y, por consiguiente, inhumanas. La
ética del «depende» puede suponer un desinterés por el deber y el sacrificio por
la comunidad, consecuencia lógica de una cultura del espectáculo en la que
aquello que no se escenifica no atrae ni cuenta. Sin embargo, implica asimis-
© FUOC • PID_00266263 14 El estallido de la diversidad
mo una gestión del propio cuerpo y de los placeres, que no puede prescindir
de los demás, porque física y psicológicamente es imposible, para conseguir
el propio bienestar.
Ciencia�y�saber
© FUOC • PID_00266263 15 El estallido de la diversidad
En el campo de las ciencias sociales, la falta de voluntad de verdad como ob- En lo que respecta a las
jetivo de la filosofía, así como la negación de la posibilidad de una verdad ab- ciencias naturales...
soluta, han tenido consecuencias importantes. El hecho de que la verdad solo ... las propuestas de la física
puede encontrarse en las partes y no en el todo provoca una falta de voluntad cuántica no son ajenas a la
posmodernidad. Las coinci-
de sistema, un fuerte escepticismo ante la posibilidad de totalizar y una plu- dencias con la filosofía del gi-
ro lingüístico son sorprenden-
ralización de las orientaciones metodológicas. tes, o quizá no tanto, puesto
que es evidente que en la pos-
modernidad no se pueden se-
Una de las consecuencias más importantes ha sido la aparición de una con- guir postulando las fronteras
disciplinares con la dureza con
ciencia sobre los efectos de la propia investigación social. De la misma manera que se hacía durante la mo-
dernidad. Por otro lado, los es-
que en física surgió la crítica sobre la supuesta bondad inherente de toda in- tudios de la reciente sociolo-
vestigación en el momento en que se hizo la bomba atómica, en ciencias so- gía del conocimiento científico
(de autores como David Bloor,
ciales existe, asimismo, una preocupación por los efectos políticos que tienen Bruno Latour, Steve Woolgar o
Michael Mulkay) muestran que
sobre la realidad social los conceptos que se proponen con el fin de «descri- la realidad de los laboratorios
birla». Esto es lo que se ha denominado reflexividad: una crítica a los efectos científicos es más próxima al
campo de las convenciones y
políticos y sociales del propio trabajo de investigación y una reflexión sobre las relaciones sociales que a los
rigores del método científico.
las formas de constitución de este trabajo.
En efecto, tal y como señalaba Geertz, si la cultura es un sistema simbólico, en Los «hijos»
el sentido de que las personas utilizan patrones de significado o mecanismos
Si hablamos de discípulos o,
simbólicos para definir el mundo y comunicarse, entonces los procesos cultu- más informalmente, de «hi-
rales pueden ser leídos, traducidos e interpretados. Es este énfasis en el carácter jos» es por dos razones: en pri-
mer lugar, porque algunos de
textual de la cultura lo que retomarán sus discípulos y críticos posmodernos los autores más representati-
vos de la corriente posmoder-
para radicalizarlo. Si para Geertz la cultura es un texto que debe ser leído tanto na en antropología lo son efec-
tivamente. Sin embargo, lo ha-
por el participante como por el etnógrafo (en el sentido de que interpretar un cemos sobre todo porque, en
ritual, por ejemplo, es como leer un texto), para los antropólogos posmoder- gran parte y como hemos co-
mentado, la posmodernidad
nos la etnografía es la que es un texto y la cultura es siempre el resultado, y en antropología se construye
al mismo tiempo como radi-
no el antecedente, del trabajo etnográfico. Por consiguiente, para los «hijos» calización pero también como
de Geertz la cultura es también un texto, pero no en el sentido metafórico de contradicción de las propues-
tas de Clifford Geertz.
Geertz, sino literalmente. La cultura es un texto porque es el texto etnográfico.
Por este motivo, los discípulos de Geertz le criticarán que no haya asumido
de manera suficientemente radical su afirmación de que la cultura es un texto
y que lo que hacen los etnógrafos es escribir. Para algunos posmodernos, el
trabajo de la antropología consiste ahora en analizar la etnografía como una
pieza literaria. Asimismo, acusan a Geertz de reificar la cultura, esencializarla
y percibirla como un objeto único y estático (la cultura balinesa, por ejemplo)
obviando los cambios sociales. También le acusan de hablar en representación
o en sustitución de los propios sujetos estudiados (los balineses, por ejemplo),
y de no poner en juego o cuestionar su propia identidad occidental como
antropólogo y participante del juego interpretativo de la cultura, en el juego
de las maniobras y los artificios que supone la fabricación de todo texto. En
definitiva, de seguir creyendo que la antropología es un trabajo científico más
que un producto cultural, literario, de Occidente.
Por otro lado, Geertz también recibe críticas por no asumir lo suficiente el pa-
pel del contexto sociohistórico, político y económico. La suya es una visión
no conflictiva de la historia, sin imperialismo ni sistemas económicos inter-
© FUOC • PID_00266263 17 El estallido de la diversidad
Influencia�del�estructuralismo�y�del�postestructuralismo
Para explicar este paso, seguiremos con detenimiento la explicación que de Lectura recomendada
ello propone Tomás Ibáñez (2001). El estructuralismo se configuró como tal
Para escribir la primera parte
durante la primera mitad del siglo XX, fue una corriente vinculada a la psico- de este subapartado, nos he-
logía de la forma (la Gestalt) y a la lingüística a partir de Saussure. Sin embargo, mos basado en el libro Muni-
ciones para disidentes, de To-
se hizo popular gracias a la antropología y a Claude Lévi-Strauss. El estructura- más Ibáñez, publicado por
Gedisa, en Barcelona, 2001.
lismo nace contra la fenomenología, es decir, la filosofía de la conciencia y por
En concreto, nos hemos cen-
tanto también el existencialismo. Pretende alejarse de la reivindicación de la trado en los capítulos «Del
estructuralismo al postestruc-
subjetividad que supone esta corriente y lo hace para reivindicar el rigor cien- turalismo, camino de la post-
tífico y metodológico que permita a las ciencias sociales alejarse de la filosofía. modernidad» e «Incitaciones
foucaultianas», por lo que se-
ría recomendable que los le-
Un ejemplo de esto es la progresiva separación física de las ciencias sociales en las univer- yerais.
sidades. De este modo, se han ido creando, todavía ahora, facultades de ciencias sociales
(derecho, psicología, ciencias políticas, sociología, etc.) independientes de las facultades
de letras y humanidades a las que pertenecían tradicionalmente.
entre signos. Esta exclusión nos lleva a la exclusión� del� sujeto: los sujetos
concretos y específicos y las acciones que realizan no son importantes para
entender la estructura. Y, por último, una exclusión lógica: la exclusión�de
la�historia. Lo que importa es la posición de cada elemento en la estructura
y no cómo se ha llegado a esta situación, y aún menos las acciones que han
realizado los sujetos históricos, dado que estas vienen determinadas por la
estructura.
«Lo que nos dice el estructuralismo es, en primer lugar, que la conciencia es opaca para
sí misma, que el sujeto y la conciencia están constituidos, no son constituyentes. Están
constituidos por el lenguaje, por el código, por las estructuras, por la cultura, por el in-
consciente... Si están constituidos es inútil la conciencia del sujeto. Lo que hay que in-
terrogar es aquello que habla en el sujeto, aquello que habla a través del sujeto y de lo
cual el sujeto no tiene conciencia.»
Los�antropólogos�y�las�antropólogas�posmodernos
Todo esto nos ha llevado, más o menos, hasta el final de la Guerra de Vietnam
y, por consiguiente, a un momento de crisis en el cual la preocupación por las
relaciones de dominación llega a ser particularmente aguda en las universida-
des norteamericanas. Además, con la añadidura, nada anecdótica, de que esta
preocupación política tiene un apoyo académico muy potente en la corriente
postestructuralista. Esta preocupación pasará a ser central para la antropolo-
gía posmoderna, la cual se volcará en el estudio del problema de la autoridad
etnográfica. Es decir, del papel de dominación que representaron, y represen-
tan, las etnografías tradicionales. Por tanto, era fundamental preguntarse por
los efectos de producir un discurso sobre la verdad del otro, escondiendo o
© FUOC • PID_00266263 20 El estallido de la diversidad
El�problema�de�las�etnografías�tradicionales:�la�autoridad�etnográfica
Una lectura crítica de las monografías antropológicas tradicionales, estudios Lectura recomendada
dedicados a algún aspecto de una cultura más o menos pequeña y aislada,
Encontraréis la obra de James
nos permite ver cómo la etnografía tradicional construye al otro como un ser Clifford traducida al español.
abstracto y sin historia. En las monografías tradicionales, con frecuencia falta Os recomendamos su lectura:
J. Clifford (1988). Dilemas de
una reflexión sobre la complejidad de relaciones de poder que se produce en el la Cultura. Antropología, lite-
encuentro entre el antropólogo y sus informadores; es decir, entre la potencia ratura y arte en la perspectiva
posmoderna. Barcelona: Gedi-
colonial y la cultura local. Es como si este encuentro se produjera en un mo- sa, 1995.
mento intemporal, dando la sensación de que las culturas exóticas están, de
alguna manera, detenidas en el tiempo. De aquí, la imagen tradicional de que
el indígena, sobre todo si pertenece a una tribu de cazadores-recolectores, es
la viva imagen del hombre primitivo. Sin embargo, hasta hace relativamente
poco nadie pensó que eso podía no solo ser un insulto, sino además única-
mente una ficción producida por las categorías de análisis de que disponía el
etnógrafo.
Como explica Clifford, a finales del siglo XIX nada garantizaba el estatus del Proust y el francés
etnógrafo como el mejor intérprete posible de la vida nativa por encima del
Ante la autoridad que alcanza-
estatus que podía tener el viajero o el misionero. De hecho, en aquella época ron los antropólogos para des-
las figuras del etnógrafo como descriptor de costumbres y del antropólogo co- cribir sociedades exóticas, Ro-
bert Lowie ya comentó que se
mo creador de teorías generales sobre la humanidad eran personas diferentes. debía ser más prudente, dado
que nadie aceptaría, por ejem-
En los años veinte del siglo XX Malinowsky se encargó de unificar las dos fi- plo, una traducción de Mar-
cel Proust realizada por un tra-
guras predicando con el ejemplo de su propio trabajo de campo y sus propias ductor que tuviera menos de
teorizaciones. dos años de conocimientos de
francés. En cambio, sí que se
aceptaba como descripción
fiable la de alguien que había
Había que establecer la validez de la observación participante, y eso es lo que estado solo dos años convi-
hizo Malinowsky, cambiando definitivamente la antropología. Sin embargo, viendo con alguna tribu más o
menos primitiva o misteriosa.
¿de qué manera? En realidad, era relativamente sencillo, según James Clifford.
Solo se necesitaba encontrar un estilo literario adecuado, un estilo que, como
han mostrado los antropólogos posmodernos, utiliza una retórica específica
© FUOC • PID_00266263 21 El estallido de la diversidad
para indicar que el antropólogo ha estado allí, en el otro mundo. Esta retórica
es lo que se conoce con el nombre de presente etnográfico, desde el que el autor
habla activamente (yo he visto, yo he hecho, etc.), de modo que confiere a
su escrito un realismo punzante. Asimismo, paraliza el tiempo, construye al
otro de forma ahistórica y da a entender que siempre ha sido así y no puede
ser de otra manera. Sin embargo, es evidente que esta última afirmación no
refleja la historia real del grupo estudiado, sino solo la incapacidad (física) del
antropólogo de viajar al pasado.
Otra manera de alcanzar esta autoridad era evitar lo que se conoce como el
problema del informador nativo, no confiando en las explicaciones de los indí-
genas (subjetivas e interesadas) y privilegiando la observación, visual (objeti-
va), del antropólogo, dado que este último es uno de los nuestros y, asimismo,
actúa, como buen científico, de forma desinteresada. También se legitimaron
apelando a categorías de análisis universales (parentesco, tabú, religión, etc.)
que, al proporcionar a la observación un marco teórico garantizado para la
ciencia, permitía evitar largas estancias entre los estudiados. Un problema, el
de las estancias, que también podía solucionarse sin perder autoridad etno-
gráfica estudiando solo una pequeña parte de la cultura y considerándola re-
presentativa del todo. Si se piensa en la cultura como un conjunto de proce-
sos en el cual todas las partes están interconectadas formando una totalidad
coherente, entonces debería bastar con estudiar una sola de estas partes, dado
que debe ser representativa de la totalidad.
A pesar de la buena voluntad personal de los etnógrafos y su actuación desin- Lectura complementaria
teresada, no puede afirmarse que estas monografías culturales fueran inocen-
La idea de que las etnografías
tes completamente; en primer lugar, porque la interpretación no era recíproca. tradicionales no eran inocen-
Nadie escuchaba a los informantes. La negación de la voz supone la objetifi- tes, neutras, impuso su estu-
dio. El objetivo era describir
cación del sujeto de estudio, el cual deja de ser persona en el momento en que el género literario que pode-
mos denominar realismo etno-
no puede participar en un proceso de descripción de sí mismo. En segundo
gráfico. Esto es lo que hacen
lugar, porque si bien las personas que (d)escribían otras culturas podían actuar George�E.�Marcus y Dick
Cushman en su artículo Las
desinteresadamente, no ocurría así con las potencias coloniales a las que ofre- etnografías como textos, que
cían su discurso. Se sabe que, en los efectos que produce un texto, representan podéis encontrar en C. Rey-
noso (comp.) (1996). El surgi-
un papel importante el autor y sus intenciones, pero resulta más importante miento de la antropología pos-
moderna. Barcelona: Gedisa.
aún el papel del lector, que es relativamente libre de utilizar otras categorías,
otros intereses, a la hora de leer una etnografía.
© FUOC • PID_00266263 22 El estallido de la diversidad
Las�«soluciones»�experimentales�posmodernas�a�los�retos�planteados
Las novedades que ofrecen las etnografías experimentales son varias. Cada una
constituye un intento de responder a alguna de las necesidades creadas por
la crítica tradicional, consideradas prepotentes, de hacer antropología. Citare-
mos algunos ejemplos de esto:
Tanto este tipo de propuestas como el relativismo radical que comportan al Lectura complementaria
cuestionar la posibilidad de un conocimiento fiable del otro han provocado
Un balance positivo del paso
inquietud y desasosiego a muchos antropólogos. A algunos les preocupa la de la posmodernidad por la
deslegitimación de la disciplina para producir conocimiento válido; a otros, la antropología, realizado por
alguien que no se dedica a la
incapacidad que muestran a la hora de investigar sobre las condiciones reales y etnografía experimental, lo
encontraréis en el siguiente
las causas materiales de la vida de un determinado grupo; a otros, simplemente
texto:
les molesta encontrarse ante un nuevo juego cuyas reglas desconocen. De cual- J. Fabian (2000). To whom it
quier modo, y aunque las reacciones a menudo han sido extraordinariamente may concern. Anthropology
News (p. 9).
agresivas, la antropología posmoderna ha provocado, como mínimo, un brote
de reflexión sobre las condiciones y los efectos del trabajo etnográfico. Quizá
no es necesario hacer etnografías experimentales, o tal vez sí, pero al menos
nadie podrá decir ahora que no ha tenido la oportunidad de ser consciente
de los efectos de su trabajo antropológico, tanto sobre sus «objetos/sujetos»
como sobre sus lectores. Aunque las propuestas posmodernas tienen siempre
el aire de un juego y caen, para los científicos, en el pecado de la informalidad,
no son ingenuas. Y eso es lo más importante que ha aportado la antropología
posmoderna: el fin de la ingenuidad.
© FUOC • PID_00266263 25 El estallido de la diversidad
«Oriente es una idea que tiene una historia, una tradición de pensamiento, unas imágenes
y un vocabulario que le han dado una realidad y una presencia en, y para, Occidente.
Por tanto, las dos entidades geográficas se apoyan y, hasta cierto punto, se reflejan la una
en la otra.»
E. Said (1978). Orientalisme (p. 23). Vic: EUMO, 1991. (Versión en castellano: E. Said
(1990). Orientalismo. Madrid: Ediciones Libertarias-Prodhufi).
No obstante, la última frase no debe llevar a confusión, las dos entidades geo-
gráficas son un invento puramente occidental y se reflejan la una en la otra
solo en Occidente. Mientras que en las universidades occidentales, sobre todo
anglosajonas, hay departamentos de estudios orientales, en las universidades
orientales no hay departamentos de estudios occidentales.
«No debe creerse que el orientalismo es una estructura de mentiras o de mitos que se
desvanecerían si dijéramos la verdad. Yo mismo considero que el orientalismo es mucho
más valioso como signo del poder euroatlántico sobre Oriente que como discurso verídi-
co sobre este (lo que pretende ser en su forma académica). Sin embargo, lo que debemos
respetar e intentar comprender es la solidez de la estructura del discurso orientalista, los
vínculos estrechos que tiene con las instituciones socioeconómicas y políticas existentes
y su extraordinaria durabilidad. [...] El orientalismo ha llegado a ser un sistema para co-
nocer Oriente, el filtro tácitamente admitido que Oriente necesita atravesar para penetrar
en la conciencia occidental.»
E. Said (1978). Orientalisme (p. 25). Vic: EUMO, 1991. (Versión en castellano: E. Said
(1990). Orientalismo. Madrid: Ediciones Libertarias-Prodhufi).
«Oriente fue orientalizado no solo porque se había descubierto que era “oriental” en
todo aquello que es considerado como lugar común entre los europeos del siglo XIX, sino
porque podía ser –es decir, se le podía someter a ser– “convertido” en oriental.»
E. Said (1978). Orientalisme (p. 19). Vic: EUMO, 1991. (Versión en castellano: E. Said
(1990). Orientalismo. Madrid: Ediciones Libertarias-Prodhufi).
Por tanto, Oriente llega a ser inseparable de la identidad europea, que solo
sabe pensarse a partir de su hegemonía, de su superioridad sobre el atraso de
todos los pueblos y culturas «no europeos».
La habitual división retórica del mundo en dos bloques, que aparece en mu- 11 de septiembre de 2001
chas discusiones, también se manifiesta en la división entre países desarro-
No hay que ir muy lejos para
llados y subdesarrollados o, como hacen los psicólogos transculturales, entre encontrar un avivamiento de
culturas individualistas y colectivistas, así como entre Oriente y Occidente. los estereotipos sobre Orien-
te y los orientales, en concre-
Este tipo de división entre nosotros y los otros obliga, de hecho, a construir la to sobre los musulmanes, des-
pués del ataque a las Torres
oposición en forma de espejo, de manera que se acaba forzando una modali- Gemelas de Nueva York. Os
proponemos que hagáis una
dad de pensamiento por la cual las características de una categoría no existen recopilación. Esta os debería
en la otra. Hacer algo distinto, como la «aberración» de encontrar caracterís- ayudar a ver de qué manera el
«conocimiento» del otro pasa
ticas comunes, sería un «atentado» a la lógica, la cual señala que, si se crean por el filtro de la creencia en la
propia superioridad.
categorías, debe hacerse de manera que no hayan elementos que puedan caer
en dos categorías de forma simultánea. Cuando Said intenta llevar a cabo una
recopilación de los estereotipos sobre Oriente y Occidente, se encuentra con
que solo puede hacer una lista, pues la segunda es simplemente la negación
de la primera.
«Por un lado, se encuentran los occidentales y, por el otro, los árabe-orientales; los pri-
meros son racionales, pacíficos, liberales, lógicos, capaces de mantener valores reales y no
son desconfiados por naturaleza;los segundos no tienen ninguna de estas características.»
E. Said (1978). Orientalisme (p. 74). Vic: EUMO, 1991. (Versión en castellano: E. Said
(1990). Orientalismo. Madrid: Ediciones Libertarias-Prodhufi).
Sin embargo, como remarca Joel Kahn (1995), es una lástima que la denuncia
de que los supuestos valores universales promovidos por Occidente no son
sino particulares no haya acabado con el prejuicio de la superioridad del pen-
samiento occidental, dado que la extrema derecha no ha tenido ninguna difi-
cultad en hacer suyo el pensamiento de la diferencia y girar la tortilla a su favor,
aduciendo que si el pensamiento occidental es diferente del resto necesita ser
protegido de la contaminación exterior. Kahn explica que esta tergiversación
de unas propuestas inicialmente de izquierdas surge porque el pensamiento
poscolonial continúa utilizando, sin quererlo, una parte del lenguaje del im-
perialismo, en concreto aquel discurso que supone que la diferencia cultural
es la alteridad radical. Su propuesta consiste en que no solo es conveniente
estudiar de qué manera concreta se construye al otro en un momento dado,
sino también el discurso de la diferencia, el que hace posible que el otro sea
pensado como un otro radicalmente diferente, un discurso que lleva a la idea
de la imposibilidad de la comunicación entre humanos, puesto que presupone
que no hay conocimiento posible fuera del propio ámbito cultural. Discurso
que, como ya sabéis, está basado en la falacia de presuponer que lo cultural
es un ámbito cerrado.
© FUOC • PID_00266263 28 El estallido de la diversidad
A principios de la segunda mitad del que fue nuestro siglo, hacia 1950, la cul-
tura se convirtió también en objeto de estudio para las ciencias sociales y hu-
manas que no eran la antropología. Hasta el punto de que, en el Reino Unido,
y después en Estados Unidos, naciera una nueva disciplina, los Cultural Studies,
encargada en un inicio de estudiar los efectos del consumo de cultura que ha-
cían las masas sometidas a los nuevos medios de comunicación. Sin embargo,
esta definición fue cambiando con el tiempo y parece que, por último, ha cris-
talizado en que los estudios culturales constituyen la disciplina que examina
las prácticas culturales y las instituciones desde el punto de vista de su vínculo
complejo con las relaciones de poder (Bennet, 1998; Jameson, 1993).
Lo que empezó siendo una especie de sociología de la cultura preocupada por Autores fundadores
los valores y los significados de la experiencia popular se fue consolidando co-
Se considera que el movimien-
mo un campo interdisciplinario donde convergieron sociólogos, psicólogos, to de los estudios culturales
antropólogos, lingüistas y, sobre todo, críticos literarios, es decir, miembros de empezó con la publicación de
los libros The uses of literacy
los departamentos universitarios de literatura y filología inglesa que empeza- de Richard Hoggart y Culture
and Society de Raymond Wi-
ban a estar preocupados por la relación entre literatura y sociedad. La relación lliams, en 1957 y 1958 respec-
tivamente. Podréis encontrar la
inicial de los estudios culturales con el marxismo se descubre en el énfasis que historia de los estudios cultura-
ponen en el uso de la categoría de clase social en sus análisis culturales. Su les bien explicada en Chaney,
1994 y Bennet, 1998. Una vi-
aportación consistió en hacer entender que si la sociedad se dividía en clases sión crítica se encuentra en
Ferguson y Golding, 1997.
sociales, esto debía suponer, a la fuerza, la existencia de subculturas que debía
ser posible estudiar como entidades separadas de la cultura de la elite domi-
nante y que, por tanto, las culturas populares se debían revalorizar como pro-
ductos genuinos de la cultura humana.
El afán posdisciplinario o transdisciplinario de los estudios culturales los con- Lectura complementaria
vierten en un campo en el que los temas principales son parecidos a los que
En la actualidad, los autores
se trabajan en el resto de las disciplinas sociales afectadas por la posmoderni- más citados son E. P. Thom-
dad. Ferguson y Golding (1997) compilaron la siguiente lista de temas trata- pson y Stuart Hall.
Sin embargo, es bastante re-
dos: género y sexualidad, nación e identidad nacional, colonialismo y posco- comendable acercarse a los
lonialismo, raza y etnicidad, cultura popular y audiencia mediática, ciencia estudios culturales por medio
de un libro de un autor más
y ecología, políticas de identidad, pedagogía, políticas estéticas, instituciones joven, Paul Willis. Se trata de
culturales, discurso y textualidad, etc. un estudio sobre la cultura
juvenil inglesa y la socializa-
ción de la clase obrera:
La principal aportación de los estudios culturales fue que permitieron pensar P. Willis (1998). Cultura viva.
Una recerca sobre les activitats
en la «alta cultura» como una subcultura más de una clase social determina- culturals dels joves. Barcelona:
Diputació de Barcelona.
da. De esta manera, toda la cultura ya se pudo definir únicamente como una
manera de vivir, que era su sentido antropológico:
© FUOC • PID_00266263 29 El estallido de la diversidad
Hall, y Jefferson (1976). Citado en: T. Bennet (1998). Culture. A Reformer’s Science (p. 23).
London: Sage.
Esta definición intenta abarcar de una sola vez todas las posibilidades que los
antropólogos habían ido pensando para la cultura, incluso aquellas tenidas
por incompatibles: «el todo complejo», los productos materiales, la estructura
social y los mapas mentales de sus miembros. Al entrar en el terreno de otra
disciplina, en este caso los estudios culturales, los conflictos teóricos «desapa-
recieron» y la «cultura» llegó a ser algo sólido, una obviedad, un dato más de
la experiencia sensible de la persona, un fenómeno que se da por sobreenten-
dido, con los consiguientes problemas que esto supone.
Por este motivo, James Clifford califica el modelo de los estudios culturales
como basado en el turismo y los viajes. Es decir, en la reproducción de la ex-
periencia exótica de visitar otras culturas o subculturas para la satisfacción de
una necesidad de distracción y de espectáculo –y la diversidad es un buen
espectáculo– por parte del individuo consumidor, más que producto de una
preocupación por la transformación social.
«La cultura –la versión más débil y secular de lo que denominamos religión– no es una
sustancia o un fenómeno propiamente dicho; se trata de un espejismo objetivo que surge
de una relación entre, como mínimo, dos grupos. Es decir, que ninguno de los grupos
«tiene» una cultura solo por sí mismo: la cultura es el nimbo que percibe un grupo cuando
entra en contacto con otro grupo y lo observa. Es la objetivación de todo lo ajeno y
extraño en el grupo de contacto: en este contexto, es muy interesante observar que uno
de los primeros libros [se refiere a Barth, 1969] sobre la interrelación de los grupos (el
papel constitutivo de la frontera, la forma en que cada grupo es definido por los demás
y, al mismo tiempo, en que este los define) se inspira en Estigma, de Erving Goffman,
para describir cómo funcionan para los demás las marcas definidoras: por tanto, en este
sentido, una “cultura” es un conjunto de estigmas que tiene un grupo a los ojos de otro
(y viceversa). [...] Por consiguiente, la cultura debe verse siempre como un vehículo o
como un medio con el que se negocia la relación entre los grupos. Si no se está atento
y se la desenmascara siempre como una idea del Otro (aunque la reasuma para mí), se
perpetúan las ilusiones ópticas y el falso objetivismo de esta compleja relación histórica.
F. Jameson (1993). «Sobre los Estudios Culturales». En: Eduardo Grüner (comp.). Estudios
culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo (p. 101). Barcelona: Paidós, 1998.
«Corre el peligro de esencializar la idea de cultura como propiedad de los grupos étnicos
o las razas; corre el riesgo de reificar las culturas como entidades separadas al subrayar
sus fronteras y sus diferencias; corre el riesgo de subrayar la homogeneidad interna de
las culturas, en términos que legitimen potencialmente las demandas de conformidad
represivas por parte de la comunidad; y, al tratar las culturas como marcadores de la
identidad grupal, tiende a fetichizarlas de tal manera que las aleja de la posibilidad de ser
analizadas desde un punto de vista crítico.»
Los defensores del multiculturalismo creen que en la sociedad existen una se-
rie de grupos, adscritos a una cultura determinada que puede ser descrita de
forma objetiva. Gracias a esta adscripción, se les puede garantizar una serie
de derechos que constituyen un reconocimiento de su particularidad. No obs-
tante, esto puede legitimar también su represión.
Charles Taylor tiene razón a lo largo de su obra cuando afirma que el recono-
cimiento es una necesidad del individuo que no se puede satisfacer sin que,
asimismo, haya un reconocimiento de las estructuras colectivas, simbólicas o
materiales, en las que este individuo se inserta. Sin embargo, no está claro que
el reconocimiento tenga que pasar necesariamente por la reificación de cier-
tas características de una comunidad en un momento dado. El esencialismo
implícito en este tipo de teorizaciones quizá no se ve a primera vista pero es
diáfano en el momento en que alguien intenta llevar a la práctica las políti-
cas multiculturales y se ve en la obligación de encontrar a los representantes
«puros» de la comunidad. Entonces empieza un auténtico proceso de cons-
trucción de la comunidad, de selección de sus rasgos específicos, de demanda
institucional de los aspectos que la comunidad «desea» ver reconocidos, una
negociación de aquellos elementos que forman parte de la cultura en proceso
© FUOC • PID_00266263 31 El estallido de la diversidad
3.3. El sistema-mundo
J. Clifford, y G. Marcus (eds.) (1986). Retóricas de la Antropología (p. 22). Gijón: Júcar, 1991.
Como explican sus promotores, la idea del sistema-mundo asume que los fe-
nómenos del mundo real no pueden separarse en tres o cuatro categorías, o
más (política, economía, sociedad, cultura, etc.) que, supuestamente, podrían
estudiarse con métodos diferentes y como si estuvieran situadas en esferas ce-
rradas. De hecho, argumentan, la economía se encuentra arraigada a institu-
ciones políticas y sociales; la política es la expresión de las fuerzas socioeco-
nómicas; y las estructuras sociales son una consecuencia de las presiones po-
lítico-económicas. El concepto de sistema-mundo nos viene a decir que existe
un sistema social más amplio que cualquier estado, en cuyo marco operan los
propios estados, los partidos, las empresas y las clases sociales, los movimien-
tos identitarios y las diferentes instituciones sociales (Wallerstein, 1980).
Wallerstein explica que la idea de las culturas (y, por consiguiente, de diversi-
dad cultural) solo se puede entender como una creación de un sistema histó-
rico particular, el moderno sistema-mundo que, de hecho, es una economía
mundial capitalista. El sistema económico mundial capitalista puede rastrear-
se hasta el siglo XV. Aparece cuando se mercantilizan las relaciones económi-
cas que, previamente, en el sistema feudal, eran sobre todo tributarias. Esta
mercantilización supone la integración de múltiples procesos de producción
© FUOC • PID_00266263 32 El estallido de la diversidad
Sin embargo, la aportación más importante de esta corriente para el tema de Lectura recomendada
la diversidad humana la hizo Eric Wolf. Para este autor, las propuestas de los
El libro más importante de
sociólogos como Wallerstein o geógrafos como André Gunder Frank son de- Eric R. Wolf es sin duda Euro-
masiado generales y no tienen en cuenta cómo las distintas poblaciones del pa y la gente sin historia, pu-
blicado en 1987 en el Fondo
mundo fueron «penetradas, subordinadas, destruidas o absorbidas» de formas de Cultura Económica, Mé-
xico. Una buena continua-
diferentes en el sistema-mundo capitalista (Wolf, 1982). En esta investigación,
ción de este, por el énfasis en
Wolf se percata de que, cuando se estudian en el contexto global, estas pobla- la dimensión simbólica y el
poder, es el siguiente, más re-
ciones no son singulares, ni social ni culturalmente, sino que cada una de ellas ciente:
es, en realidad, una pluralidad de procesos vinculados entre sí, pero también E. R. Wolf (1999). Envisioning
power: Ideologies of Dominance
ligados a un haz de relaciones que las conecta con las sociedades vecinas hasta and Crisis. Berkeley: UCP.
el punto de que difícilmente podemos concebirlas como sociedades peculiares
por sí mismas. Y aún menos pensar que estas sociedades son, de alguna ma-
nera, indiferentes al paso del tiempo, «gente sin historia», como las ha imagi-
nado buena parte de la antropología.
«La tesis central de esta obra es que el mundo de la humanidad constituye un total de
procesos múltiples interconectados y que los empeños por descomponer en sus partes a
esta totalidad, que luego no pueden rearmarla, falsean la realidad. Conceptos tales como
nación, sociedad y cultura designan porciones y pueden llevarnos a convertir nombres en
cosas. Solo entendiendo estos números como hatos de relaciones y colocándolos de nue-
vo en el terreno del que fueron abstraídos, podremos esperar evitar inferencias engañosas
y acrecentar nuestra comprensión.»
E. R. Wolf (1982). Europa y la gente sin historia (p. 15). Ciudad de México: Fondo de Cultura
Económica, 1987.
Wolf insiste en dos metáforas contrapuestas: contra una imagen de las culturas
como esferas cerradas, duras como bolas de billar, que rebotan al chocar pero
no se confunden ni se mezclan entre sí, él ofrece la imagen de la telaraña o
la red (¡bastante antes de Internet!). El mundo siempre ha sido una totalidad
y no una suma de culturas, los grupos humanos siempre están relacionados
con otros grupos humanos y, por tanto, podemos ir desenredando el hilo de
la red de las causas y los efectos y ver cómo se va extendiendo más allá de
una cultura particular hasta formar trayectorias en las que se crucen unas y
otras hasta que abarquen todo el mundo. Las sociedades son configuraciones
© FUOC • PID_00266263 33 El estallido de la diversidad
Wolf nos habla del ejemplo africano y el tráfico de esclavos. Nos recuerda que los negreros
occidentales solo transportaban a los esclavos de la costa donde los recogían hasta su
destino americano. Sin embargo, los esclavos no eran solo personas de tribus costeras;
entre ellos, había mucha gente que no había visto nunca el mar. Se constituyó una red
comercial en la que participaron una población tras otra hasta el interior del continente.
Como podéis observar, no fue preciso esperar a la llegada de los misioneros ni de los
antropólogos para «contaminar» las culturas africanas. Su sistema económico ya quedó
afectado por el modo de producción capitalista, incluso sin necesidad de contacto directo.
Y Wolf concluye: «cualquier informe sobre los kru, fanti, assante, ijaw, igbo, kongo, luba,
lunda o ngala que trate cada grupo como una «tribu» autosuficiente, interpreta de forma
equivocada el pasado y el presente de África» (Wolf, 1982).
Como habéis podido observar, la antropología y, de rebote, el resto de las cien- Lectura recomendada
cias sociales, llevan un tiempo sumergidas en un debate que enfrenta a rea-
Podéis encontrar el debate
listas y relativistas. Quienes creen que una posición crítica solo puede funda- entre realismo y relativismo
mentarse en el conocimiento de las causas y consecuencias materiales de la en el interior de las posturas
críticas bien descrito en el si-
dominación y de la opresión, en oposición a quienes pensamos que la mate- guiente libro:
rialidad de la opresión, la pobreza y la muerte solo se puede entender hacien- T. Ibáñez (2001). Municiones
para disidentes. Barcelona: Ge-
do referencia a un sistema simbólico, a los discursos que inscriben sobre los disa.
cuerpos las condiciones de la opresión. Para estos últimos, la crítica social no El libro, que ya hemos reco-
mendado antes, está repleto
puede tener ningún otro fundamento que la propia posición moral y ética del de argumentos para oponer-
crítico. No puede llevarse a cabo apelando a algún tipo de derecho, criterio, o se al absolutismo de las pro-
puestas realistas sin que, por
condición supuestamente objetivo e independiente de los discursos por medio ello, se pierda de vista la ne-
cesidad del compromiso polí-
de los cuales éstos se consideran como tales.
tico.
¿Es lo mismo...?
Para responder a la pregunta del significado de un término y de los
efectos de construcción de realidad que genera, nos podemos plantear Pensad si es lo mismo hablar
de raza negra o raza blanca,
preguntas como las siguientes: ¿cuándo se utiliza? ¿Quién la utiliza? etnia judía, cultura catalana,
sociedad occidental, civiliza-
¿Cuáles son sus intenciones al utilizarla? ¿En qué contexto de relaciones ción oriental, pueblo español,
de poder se utiliza? nación vasca, etc. O bien pue-
blo vasco, nación española,
etnia catalana, cultura judía,
civilización occidental, socie-
dad oriental, raza hispana, etc.
Los conceptos supuestamente científicos que agrupan a personas se enfrentan Aprovechad el conocimiento
de vuestro contexto para refle-
a problemas comunes. El primer concepto que sufrió el ataque de los críticos xionar sobre ello.
fue el de raza. Hace tiempo que los biólogos de poblaciones tienen claro que
no es posible aplicar a los humanos un concepto como el de raza. Por un lado,
porque no existen suficientes diferencias en el genoma, ni ninguna de ellas es
lo bastante importante para afirmar que dos humanos sean suficientemente
distintos como para pertenecer a diferentes razas. Por otro lado, nunca se ha
llegado a ningún acuerdo sobre el número de razas que habría ni cuáles serían.
Por último, no es posible encontrar los límites, las fronteras, de las diferencias
humanas que, desde una perspectiva popular, se atribuyen a la raza. Los hu-
manos hemos estado permanentemente en movimiento, las migraciones han
sido constantes y el intercambio comercial, cultural y genético no ha parado
nunca. Ningún grupo humano ha estado nunca bastante tiempo aislado como
para alcanzar un carácter biológicamente distinto. Así pues, parece que lo que
el discurso biopolítico denominaba razas no era otra cosa que una categoría
social arbitraria, dirigida a legitimar determinadas relaciones de poder asimé-
tricas.
La diversidad de «razas»
Desde una óptica popular, en España existen tres razas: los blancos, los negros y los ama-
rillos. Sin embargo, esto deja fuera gran parte de la humanidad y a otros los deja en me-
dio, sin que quede claro qué son, como por ejemplo los magrebíes. Por norma general,
en Latinoamérica se considera que los indígenas son de otra raza. ¡En Estados Unidos de
América, a escala racial se puede ser blanco, negro, asiático, nativo americano o hispano!
tituyen un caso aparte en estos vínculos con la biología, puesto que, desde un
punto de vista tradicional, su relación con un grupo de personas concreto ha
pasado por la cultura y no por la biología.
«“El concepto moderno de cultura no es [...] una crítica del racismo”, y Michaels conclu-
ye, “es una forma de racismo. De hecho, a medida que el escepticismo sobre la biología de
la raza se ha ido incrementando, se ha convertido –como mínimo entre los intelectuales–
en la forma dominante del racismo”. El mismo argumento se aplica a la identidad: “el
problema con la identidad cultural es que, si no recurre a la identidad racial que repudia,
no tiene sentido”. El antirracista celebra la identidad chicana y se moviliza por los dere-
chos particulares de los chicanos; sin embargo, resulta que estos derechos solo están a
disposición de una persona que haya nacido chicana.»
A. Kuper (1999). Culture. The anthropologists’s account (p. 241). Cambridge, MA: Harvard
University Press.
Ya sea por sus funciones parecidas; porque al final muchas discusiones sobre
quién es o no es de una determinada cultura acaban vinculándolo a alguna
condición de nacimiento y, por tanto, biológica; porque cumple con asiduidad
la función de vincular definitivamente un grupo de personas a un territorio
específico, de relacionar a las personas con un espacio «natural». La cultura y
la naturaleza se parecen demasiado para el gusto posmoderno.
Resumen
En este módulo os habéis podido percatar de que los cambios sociales que he-
mos vivido en los últimos años venían acompañados de cambios epistemoló-
gicos importantes. Estos cambios, vinculados al giro lingüístico en filosofía,
han tenido efectos importantes sobre las ciencias sociales: han supuesto un
replanteamiento de la idea misma de ciencia social y, por consiguiente, de la
idea de diversidad cultural que era un producto de ella.
Sin embargo, sea como sea, será imposible seguir trabajando seriamente en
ciencias sociales haciendo como si nada hubiera pasado. Quizá el trabajo de
cuestionamiento que han realizado los antropólogos posmodernos no tiene
mucho más futuro. Sin embargo, las etnografías ya no serán nunca más lo que
fueron durante el siglo XX y, por tanto, el instrumental metodológico de que
disponíamos para tratar con la diversidad cultural se deberá revisar continua-
mente.
Seguramente, habrá que repensar los instrumentos teóricos que tenemos pa-
ra pensar la diversidad, porque, si bien es razonable creer que las diferencias
sociales no se agrupan en unas unidades discretas conocidas como culturas, el
hecho de que la diversidad existe es incuestionable. Algo distinto es pensar,
a partir de ahora, cuáles son las categorías que organizan esta diversidad, y
cómo podemos crear unas que nos ayuden a enfrentarnos a las dificultades
de un mundo que está interconectado, sabiendo que la novedad no es que lo
esté, sino que es consciente de estarlo.
© FUOC • PID_00266263 39 El estallido de la diversidad
Glosario
antropología postmoderna f Corriente formada por antropólogos que aplican a su dis-
ciplina las aportaciones de la filosofía del giro lingüístico y del postestructuralismo.
deconstrucción f Actividad crítica que consiste en mostrar las premisas, los supuestos
ocultos, el conjunto de saberes, en definitiva, la cosmovisión desde la cual se hace una de-
terminada afirmación o se construye un discurso.
estudios culturales m pl Disciplina que examina las prácticas culturales y las instituciones
desde el punto de vista de su vínculo complejo con las relaciones de poder.
intertextualidad f Fenómeno según el cual los textos están siempre en diálogo con otros
textos de los que dependen para obtener sentido y a los que hacen referencia.
multiculturalidad f Situación en la que se considera que una sociedad está formada por
diferentes culturas.
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