UNIDAD DIDÁCTICA 04

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HISTORIA DEL ARTE

Unidad Didáctica04: Arte de Al-Andalus.

UNIDAD DIDÁCTICA 04.


ARTE DE AL-ANDALUS.

1. Arte e Islam. Características del Arte Islámico.


2. Arte califal: La Mezquita de Córdoba y Madinat Al-Zahra.
3. Arte en el período de los reinos de Taifas.
4. Arte almorávide y almohade.
5. Arte nazarí: La Alhambra y el Generalife.
1. Arte e Islam.
El origen de la religión está en Mahoma (571-632), convencido de ser un profeta de Alá,
decidió fundar una nueva religión, monoteístas como el cristianismo y revelado por el
arcángel Gabriel, que se le aparecía durante sus meditaciones en el monte de Hira (610).
Sus discípulos recogieron sus enseñanzas en el Corán.

Perseguido por los que le consideraban un impostar, huyó de La Meca a Medina en el año
622; este episodio es conocido de Hégira (huida). Después de la muerte de Mahoma, sus
sucesores se expandieron por toda Arabia y el norte de África, y establecieron la capital
en Damasco (Siria).

Durante ocho siglos (711-1492) se rezó a Alá y se habló árabe en la Península Ibérica. Las
fechas extremas de esta civilización coinciden con los años 711, en que las tropas
musulmanas cruzan el estrecho de Gibraltar, derrotando al rey don Rodrigo, y en 1492,
en que los Reyes Católicos toman Granada, completando así la Reconquista.

AL-ANDALUS, nombre con el que se conoce al territorio islámico de la Península


Ibérica durante la ocupación musulmana, se islamizó y adoptó las costumbres
musulmanas.
1.1 Características del Arte Islámico.
Influencias artísticas
La mayoría de los árabes eran nómadas y no tenían tradición arquitectónica propia. El arte
musulmán recoge el sustrato artístico y constructivo de las civilizaciones precedentes.

Asume como propias algunas características del arte romano, como el uso de columnas,
arco de medio punto y dovelas bicolores. El arte bizantino también influye en el uso de cúpulas y
bóvedas para cubrir edificios, y del Próximo Oriente adoptó el arco apuntado y el arco
lobulado. El arco de herradura lo adoptó del arte visigótico.

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Características general del Arte Islámico


En la arquitectura islámica distinguen características técnico-constructivas fundamentales:

 Los edificios son de dimensiones regulares. Suelen tener poca altura y, suele estar
presente, la sensación de armonía con el paisaje.
 El ladrillo y la madera se utilizan de forma preferente como materiales de construcción.
 Es frecuente el uso de las bóvedas y cúpulas en la cobertura de los edificios; las más
destacadas son la bóveda nervada, la bóveda de mocárabes de yeso y la cúpula gallonada.
 Se emplean pilares y columnas como elementos de sostén, normalmente delgados,
al no tener que soportar techos muy pesados.
 Se utiliza el arco de herradura en la mayoría de las obras, además de los arcos de
medio punto, apuntada, lobulada o polilobulado.
 La decoración exterior es muy austera en contraposición a la rica y variada
ornamentación interior, realizada fundamentalmente a base de yeso, cerámica, mármol,
madera, etc.

La arquitectura se divide, básicamente, en dos tipos de construcciones: religioso y civil.


Arquitectura religiosa
En la arquitectura religiosa el edificio más importante es la MEZQUITA, lugar creador
por la necesidad de realizar la plegaria colectiva. Su origen constructivo son las basílicas
romanas y paleocristianas, pero algunos también están influidas por las bizantinas y son de
planta central. La forma más frecuente es la planta rectangular en la que se diferencia dos
zonas principales:

La sala de oración (haram), dividida en numerosos naves perpendiculares al muro,


orientado a la Meca (quibla), y en la cual se abre una hornacina sagrada llamada mihrab.
Cercano a este importante espacio se encuentra el púlpito para dirigir la oración (mimbar)
y, a veces, como en el caso de la mezquita de Córdoba, un espacio enrejado, llamado macsura,
que separa al soberano del resto de asistentes. El patio (shan) porticado y descubierto,
donde se sitúa el alminar desde el que se llama a la oración, y la fuente de abluciones
(sabil), en la que los fieles deben lavarse (purificarse) antes de acceder al recinto interior.
Finalmente, el alminar, que pone un acento vertical a la horizontalidad de la Mezquita.

La concentración masiva de fieles obligó a que, junto a las mezquitas de barrio, se


levantara, en el centro neurálgico del caserío, la gran MEZQUITA ALJAMA o del viernes
con aforo suficiente para acoger sus habitantes. A esta ceremonia colectiva asiste un
devoto singular: el califa, para quien se acota el espacio privado en un lugar preeminente
que le protege de atentados (macsura).

Las mezquitas, para expresar lo invisible, la razón divina y el orden conceptual del
universo acuden a una gramática decorativa, en la que está ausente la figuración, es decir,
la prioridad es la arquitectura sobre las artes plásticas. Las artes aplicadas al terreno
ornamental son la concesión que se da, recubre superficies con decoraciones abstractas.

 Geométrica o de lacería, a base de polígonos, estrellas y lazos combinados.


 Epigráfico o caligráfica con inscripciones coránicas en escritura cúfica/arábiga.
 Vegetal o ataurique, con hojas pequeñas que pueden ser simples/dobles. Este
último añade el arabesco, presenta motivos decorativos que enlazan figuras vegetales
y líneas geométricas.

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En el ámbito decorativo, destacar también los mocárabes. Prismas colocados en


posición vertical, que cuelgan del techo, como si fueran estalactitas que embellecen
numerosas cúpulas y bóvedas.
Arquitectura civil
Tomando una visión más amplia y dejando al lado lo religioso, las ciudades hispano-
musulmanas eran laberínticas, pero su numerosa población, su actividad comercial y el
equipamiento artístico contrastaban con las carencias urbanas de la España cristiana.

Las ciudades Hispano-musulmanas gozaron de otros edificios públicos. Junto a la


Mezquita, está la MEDINA, es decir, la parte de la ciudad situada dentro de las murallas.
Incluía una alcazaba o recinto fortificado, situado en la parte más elevada y utilizado
para la defensa de la población; y diversos barrios. El mercado. Las tiendas se distribuyen
según el prestigio de los artículos. Los géneros caros como joyas, telas bordadas y productos de
lujo se venden en la alcaicería, un recinto cerrado dentro del mercado cubierto y
custodiado. En las calles próximas abundan los fundaq, con establos y almacenes en la
planta baja, y habitaciones para huéspedes en los pisos.

La MADRAZA era la escuela teológica coránica; el MARISTÁN el hospital; y el


HAMMAN los baños para el aseo personal, este último se convierte en un servicio
gratuito, en virtud de la obligación coránica de lavarse antes de orar; con el tiempo, este
mandamiento higiénico se tiño de placer y surgieron los baños turcos, auténticos palacios de
agua construidos sobre manantiales termales, cuyo vapor calma el espíritu y suaviza la
piel.

Entre los mausoleos, el tipo más funcional fue la QUBBA, una sala cubierta con cúpula.
El compromiso islámico con la guerra santa motivó que en zonas fronterizas y puertos
estratégicos se construye el convento fortificado o RIBAT, provisto de patio de armas y
baluartes en los ángulos.

Cabe destacar, quizás fuera de la ciudad, las FORTALEZAS o CASTILLOS, que sirven
para defenderse de ataques enemigos y que aprovechan al máximo las irregularidades del
terreno (Castillo de la Suda, Tortosa). En esta línea, los PALACIOS, como conjuntos
arquitectónicos, poco ornamentados por fuera, pero destinados a servir de residencia de
los soberanos y príncipes musulmanes.
2. Arte califal.
Después del año 750, el centro de gravedad del Islam se trasladó de Damasco a Bagdad.
Los abasíes derrotaron a los omeyas, asesinando a todos sus príncipes menos a Abd Al-
Rahman I, que logra huir, refugiándose en el norte de África. Su evasión termina en
Córdoba, donde establece, en el 756, un emirato independiente que supone el inicio de la
fragmentación política del Islam en numerosos estados.

Dos siglos más tarde, en el 929, su sucesor dinástico, Abd Al-Rahman III, se
autoproclama califa, rompiendo también con la autoridad espiritual de los abasíes. Se inicia
entonces el momento estelar de Al-Ándalus, cuya capital, Córdoba, se convierte en la más
poblada de occidente con 250000 habitantes.

Esta bonanza fue efímera. Las luchas entre árabes de Siria, Jordania y Palestina con los
beréberes norteafricanos por la sucesión dieron origen a una guerra civil, que en el 1031
puso fin al Califato cordobés de Al-Ándalus, dividiéndose su territorio en una quincena

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de reinos taifas. Su gloria permanecerá viva en dos monumentos cardinales: la Mezquita y
la ciudad palatina de Madinat Al-Zahra, cuya traducción es ciudad resplandeciente.
2.1 La Mezquita de Córdoba.
Es el monumento medieval más bello del Islam occidental y el mejor exponente de la
civilización musulmana en Al-Andalus. Su palmeral de columnas, sus arquerías con
dovelas de piedra blanca y ladrillo rojo, que al apearse sobre fustes oscuros dan la
impresión, en la penumbra, de estar suspendidos del techo, y sus mágicas pantallas de
arcos entrecruzados filtrando visualmente el mihrab, ofrecen un espacio sacro discontinuo
que supera con creces otras Mezquitas contemporáneas como Damasco, Siria o Aqsa.

Su configuración actual es producto de cuatro ampliaciones que, entre los siglos VIII y
X, realizaron los emires y los califas omeyas. Ninguno de los añadidos perjudica la unidad
del conjunto. El crecimiento demográfico y la necesidad de proveer de un oratorio
cómodo, sin estrecheces, a los fieles que se congregaban los viernes y los días de fiesta
explican las sucesivas ampliaciones del edificio.

El núcleo germinal se debe a Abd Al-Rahman I (786-788), que asentó un oratorio sobre
el solar de la basílica visigoda de San Vicente, compuesto por doce crujías transversales
cortadas por once naves longitudinales, que corren en dirección al muro de la quibla.
Estas naves están formadas por arquerías dobladas para elevar la altura del edificio: la
arcada inferior de herradura y la superior de medio punto.

Esta primera fase fue completada por Hisam I (788-796) que dotó al patio de tres
elementos: una galería de mujeres (saqifa); un pabellón de abluciones y el alminar junto a
la puerta de ingreso. Oratorio y patio dibujan en planta un cuadrado perfecto.

La segunda etapa corresponde a Abd Al-Rahman II (833-848), que rompe el muro de la


quibla añadiendo ocho crujías al oratorio y cerrando con saqifas los dos flancos del patio
que faltaban. Columnas y capiteles siguen siendo de acarreo. Las obras las dirigen los
mayordomos eunucos Nasr y Masrur.

El triunfo ornamental de la mezquita llega en los años centrales del siglo X. El califa Abd
Al-Rahman III (946) agranda la superficie del patio, donde planta olivos, cipreses y
laureles, rehace el alminar, imponiendo en Al-Andalus una torre prismática, que abandona
la tipología helicoidal de Oriente y servirá de modelo a los minaretes almohades y a los
campanarios mudéjares. Su hijo Al-Hakam II (961-966) agrega doce crujías más a la sala
de oración, siguiendo el procedimiento acostumbrado de retranquear el muro de quibla.

La ampliación consta de un lucernario en la actual capilla de Villaviciosa, cubierto por una


imponente cúpula gallonada y acotada mediante un abanico de arcos polilobulados y
entrecruzados sobre columnas rosas y azules; la maqsura, donde repite la fórmula anterior
triplicada; y el mihrab, concebido en forma de habitación por vez primera en la historia del
arte islámico, ya que hasta entonces se reducía a una sencilla hornacina.

La cuarta fase corresponde al ministro Almanzor (987-990). Al no poder extender la obra


hacia el río Guadalquivir, se ven forzados a enganchar lateralmente todo el recinto con
ocho naves. Esta adición por el costado le obligó a extender el patio. El edificio ganó en
capacidad, pero el mihrab quedó descentrado.

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2.2 La ciudad palatina de Madinat Al-Zahra.


Madinat Al-Zahra fue la capital gubernamental del califato islámico en occidente,
mientras que Córdoba continuó siendo la megalópolis agrícola, comercial y religiosa. Su
fundación responde a dos necesidades de Abd Al-Rahman III: dotar al Estado de una
plataforma política-administrativa que controlara los territorios de Al-Andalus y del
Magreb, separados por el Estrecho, y prestigiar la dignidad califal.

Situada en la ladera de la sierra, recortada sobre un paisaje de almendros e higueras, y


escalonada en tres terrazas jerárquicas: la superior, con las dependencias palatinas entre huertas
y albercas; la intermedia, con jardines separando las oficinas burocráticas de las viviendas
reservadas a los ministros del régimen; y la baja, con la Mezquita, la Casa de la Moneda, el
centro artesano oficial, el zoco y las casas de la población segmentada en barrios.

El plano era rectangular y se defendía con una muralla, acantonándose en los costados los
cuarteles de caballería e infantería de la guarnición. Un gran parque zoológico con fieras y
pajareras de aves exóticas completaba el núcleo urbano.

Las excavaciones arqueológicas han logrado desenterrar en la explanada alta el Salón


Rico: el pabellón de recepción más importante, marco de los fastuosos recibimientos a las
embajadas extranjeras.

Su estructura arquitectónica y decoración mural suponen la definición absoluta del arte


califal, que luego copiarán los taifas en sus palacios.

Aquí cristaliza el arco de herradura, con la proporción canónica de tres partes de alto por
cuatro de ancho, y el capitel de avispero e irrumpen motivos y técnicas persas, visibles en
los amplios paramentos de ataurique con el tema del árbol de la vida.
3. Arte en el período de los reinos de Taifas.
A la muerte de Almanzor el califato quedó desintegrado y la unidad política anterior es
sustituida por la fragmentación que representan los diversos reinos de Taifas. Estos
reinos, sin contar con el poder económico que había tenido el Califato, pretenden seguir
sus fastuosos gustos artísticos.

Con materiales pobres se aspira a aparentar una riqueza decorativa externa, ya que no era
posible la generación de nuevos y vigorosos resultados arquitectónicos. La complicación
de los arcos alcanza un grado de paroxismo barroco. La Aljafería (Zaragoza) es buena prueba
de la inusitada complicación de elementos.
4. Arte almorávide y almohade.
4.1Arte almorávide.
La rivalidad entre los distintos reyezuelos taifas propició la presencia en Al-Ándalus de los
almorávides, pueblo bereber que dominaba el Magreb. Su poderío militar logró
constituir un extenso reino al incorporar las tierras del Sur de la Península Ibérica, que
permanecieron ocupadas por ellos entre 1075 y 1146. Desde el punto de vista religioso
pretendieron una reforma basada en una interpretación ortodoxa de la fe musulmana.

La invasión almorávide supuso un corte en la evolución cultural protagonizada por el


califato cordobés, pero permitió la entrada de algunos rasgos estilísticos de notable
trascendencia: los mocárabes.

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El arco más usado es el arco de cortina, formado por dos porciones de circunferencia con
centros exteriores y que se cruzan en la clave formando ángulo; el alfiz suele cortar el arco
por sus lados; las bóvedas presentan nervaduras cada vez más finas; los pilares van
sustituyendo progresivamente a las columnas.
4.2Arte almohade.
Otro pueblo bereber, los almohades, reconstruyó de nuevo la unidad islámica de la
Península y difundió un exigente ideal religioso que tuvo repercusión en el arte. Su lucha
política y espiritual se centró inicialmente contra los almorávides. La culminación de este
nuevo poder en Al-Andalus se alcanza en 1195, cuando asestaron una derrota aplastante a
los castellanos en la batalla de Alarcos (Ciudad Real). Sin embargo, dos décadas después
(1212) iniciaban su descomposición al abrirse a tropas cristianas en el Guadalquivir tras la
derrota en las Navas de Tolosa (Jaén).

En el terreno artístico los almohades han sido comparados con sus contemporáneos
europeos, los monjes cistercienses, por despreciar el lujo y predicar el retorno a la sencillez
extrema. Su ascético rigor religioso se plasma en una arquitectura austera, de ladrillo, con
espacios vacíos para descansar la vista. Sus dos ejemplos más notables están en Sevilla.

La Mezquita mayor (1172-1176), con un oratorio de diecisiete naves, fue derribado en


1401 para construir en su lugar la actual Catedral. Solo se conserva el patio y el alminar,
heredero de la torre-alminar de Kutubiyya (Marraquech) y de la torre Hasan (Rabat).

Se trata de un bellísimo prisma en el que, a pesar de la sobriedad y austeridad de los


almohades, triunfa el concepto ornamental andaluz. Los delicados paños geométricos, los
paños de sebka de sus cuatro lados, serán fuente de inspiración permanente para decorar
campanarios mudéjares de Castilla la Nueva, Aragón y Andalucía.

La Torre del Oro(1220) forma parte de la reedificación almohade de las murallas de


Sevilla. Su misión era impedir el paso por la ribera izquierda del Guadalquivir y controlar
la entrada de navíos en el puerto. Para ello contaban con el auxilio, en la otra orilla, de un
fortín desde el que se tendía una cadena que, al ser tensada, bloqueaba el tráfico fluvial.

Tiene planta dodecagonal. Presenta dos cuerpos superpuestos, pues la linterna de ático
fue un añadido dieciochesco. Es torre albarrana, es decir, formaba parte de las murallas de
la ciudad, pero, ante la pérdida de estos paramentos, seguía pudiendo ser útil como torre
defensiva independiente.
5. Arte nazarí: la Alhambra y el Generalife.
Coincidiendo con la desintegración del Imperio almohade en Al-Andalus, surge en escena
el caudillo jienés Muhammad Ibn Nasr, que se erige líder de los musulmanes hispanos
y, en 1237, funda en Granada la dinastía nazarí. Tras la conquista del Guadalquivir por
el rey San Fernando, inició una política de vasallaje y alianza con los monarcas castellanos,
astutamente seguida por los sultanes granadinos posteriores. En su aislamiento crearon
un arte refinado y autosuficiente, que se ha considerado el destello crepuscular de una
Edad Media brillante.

Nada más establecerse en Granada, los nazaríes iniciaron la construcción de una acrópolis
sobre el cerro de la Sabika, que recibiría el nombre de ALHAMBRA o <<castillo rojo>>,
por el color ferruginoso de la arcilla utilizada en la edificación de sus muros.

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El recinto se distribuye en tres núcleos independientes: la alcazaba militar, los palacios
reales y una ciudad autónoma, urbanizada con calles estrechas y serpenteantes, en la que
residen los altos dignatarios de la corte, funcionarios, artesanos, y personal de servicio, y
donde se alzan la Casa de la Moneda, mezquitas, cementerios, aljibes y baños públicos.
De tan espléndido complejo, Muhammad (1238-1273) solo levantó el circuito defensivo,
situando la alcazaba con un patio de armas para la guarnición en el ángulo más alto y
saliente de la colina. Previamente, abasteció de agua el enclave, abriendo una acequia con
caudal propio desde el Darro.

Su heredero, Muhammad II (1273-1302) aprovechará estas conducciones y dulcificará la


sobria arquitectura castrense con la roturación del Generalife: una finca agropecuaria en la
ladera del cerro contiguo, con un primoroso pabellón de recreo. Acto seguido,
Muhammad III (1302-1309) incorpora la cultura del agua y la jardinería a la meseta de la
Alhambra, ordenando construir el Partal.

Yusuf I (1333-1354) reconstruyó las puertas y torres de la muralla, dotándolas de gallarda


majestuosidad. Entre los accesos destaca la puerta de la explanada, (1348) con estructura
interior acodada. Por lo que respecta a las torres, la más sobresaliente fue la torre de
Comares, concebida como sede oficial del trono y salón de embajadores. Sus entrañas fueron
revestidas de materiales frágiles y pobres como el barro, el yeso y la madera, pero
mágicamente convertidos en obras de arte por artesanos brillantes. En el artesón de
carpintería que cubre el techo de Comares aparecen representados esquemáticamente los
siete cielos del Paraíso musulmán superpuestos, presididos por el trono de Alá.

Con Muhammad V (1354-1391) se otorga al área de los palacios su configuración actual.


La tradición oriental aconsejaba que cada monarca se construyese su propia residencia y,
en cumplimiento de esta costumbre, ordena edificar el cuarto de los leones, un patio de
crucero con una fuente de doce leones en el centro, que expulsan chorros de agua por sus
fauces. El agua es <<plata fundida>> que representa los dones del sultán y los leones son
sus guerreros leales, a quienes colma de favores. En los cuatro frentes del patio se abren
otras tantas dependencias: la sala de mocárabes, la sala de los reyes, la sala de los abencerrajes y la
sala de las dos hermanas con el mirador de Daraxa al fondo.

La victoria en Algeciras (1369) fue el último eslabón de la guerra santa


hispanomusulmana, como consecuencia tuvo lugar la edificación en la Alhambra de la
puerta del vino, el Mexuar o sala de las audiencias, y la fachada y patio de los arrayanes o
de la alberca.

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