2-2-Estrategias-Urbanas-y-Modelos teoricos
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Sin embargo, y al contrario que Londres que había sido reconstruida tras el
terrible incendio de 1666, París crecía, y a la vez mantenía todo su
entramado medieval con todas sus consecuencias (calles sucias,
populosas, e insalubres… Cubiertas de lodo y chabolas improvisadas,
húmedas y fétidas, llenas de pobreza, así como rastros de basura y
desperdicios en las calles que dejaba el defectuoso e inadecuado
alcantarillado…)
Ilustración 1-París Medieval A estos problemas se unieron otras razones para la gran reforma.
Por una parte, se buscaba una ciudad más moderna para el incipiente
tráfico (aún de caballos), con nuevas y grandes avenidas para el paseo, pero también para impedir las revueltas. Con
esas grandes avenidas se evitaban la creación de barricadas (típicas de las revoluciones del 30 o del 48 pues «las grandes
calles no se prestan a la táctica habitual que se practica en las insurrecciones locales», Benjamin, Libro de los Pasajes) y
se permitía el acceso rápido del ejército para controlar las algaradas populares.
Había, además, una intención simbólica, la de crear la gran capital europea, digna del gobierno de Napoleón III, con
grandes espacios y lugares simbólicos que representaran el triunfo de la gran burguesía que le apoyaba. Una imagen de
pujanza económica (grandes palacios, nuevos espacios comerciales, los famosos pasajes…) y modernidad (farolas de
gas, ferrocarriles…) que se reforzaría en las consecutivas Exposiciones Universales.
Sobre todas estas intenciones, Napoleón III encargó en 1852 al prefecto de París, el
barón Haussmann, el gran proyecto que acabó con la mayoría del París medieval y
creaba el nuevo París que ahora conocemos.
Cambió también (además de la trama) la tipología de la edificación, con una altura uniforme de los edificios, utilización
de estilos eclécticos que recogían arquitecturas anteriores buscando una mayor majestuosidad de la ciudad y creación
de grandes perspectivas al modo barroco (ya se habían iniciado en el periodo absolutista y napoleónico con los Campos
Eliseos) que se culminaban en lugares simbólicos (arco de la Estrella, Ópera, Asamblea…).
El jardín se integró en la ciudad como una forma más de adorno y espectacularidad, prefiriendo los modelos barrocos
franceses para el centro de la ciudad (configurados a través de setos recortados que generaban una estricta geometría,
arboledas plantadas en largas perspectivas, aparición de fuentes y esculturas adaptadas al diseño ortogonal, generados
en función de la arquitectura…) y los modelos románticos o paisajísticos ingleses para crear amplias zonas de
esparcimiento en su periferia (con masas boscosas dispersas, pequeños y serpenteantes caminos, aparición de ruinas…).
Como punto negativo se suele acusar al plan Haussmann de producir una fuerte gentrificación del centro urbano de
París que desplazó a las masas obreras a los barrios de la periferia en un fenómeno que no parará hasta nuestros días y
está en el origen de revueltas sociales (La reconstrucción de la ciudad (…) obligando al obrero a realojarse en distritos
excéntricos, rompió la relación de vecindad que lo unía antes al burgués. Benjamin, Libro de los Pasajes).
Por otra parte, el plan de reforma destruyó una parte muy significativa de la
historia de la ciudad, volviéndola homogénea e igual a sí misma, una especie de
nueva ciudad que sustituyó a la que habían generado los siglos y que sólo consigue
aparecer en pequeños lugares (véase Montmatre).
Se rompía así la idea de la ciudad diacrónica para sustituirla por otra sincrónica,
casi fosilizada desde entonces, que sólo al final del XX comienza a romperse con
los grandes proyectos presidenciales (Pompidou, Les Halles…).
ANTECEDENTES
La revolución de 1789 y los años napoleónicos que siguieron, dieron a Francia una administración moderna
que en poco mejoró las condiciones de la capital.
La estructura urbana de París de los siglos XVI y XVII apenas se modificó hasta mediados del siglo XIX.
La crisis urbana había alcanzado proporciones alarmantes:
A pesar de las construcciones realizados por Napoleón I y Luis Felipe, el predominio del trazado medieval y
la compacidad impuesta por las murallas caracterizan una ciudad cuya población, en constante aumento,
exigía nuevas estructuras funcionales.
Densidades de población de más de 1.000 habitantes por hectárea; las redes de alcantarillado y de agua
potable constituían un lujo.
Las epidemias de cólera causaban estragos, evidenciando trágicamente las deficiencias de la
infraestructura sanitaria.
La congestión del tráfico alcanzó en la década de 1840 una situación sin precedentes.
En la ciudad se evidencian las grandes contradicciones económicas, lucha de clases y los valores culturales de
los grupos humanos que habitan en ella. El centro de la ciudad estaba en manos de los insurrectos,
beneficiados por las deficiencias circulatorias de las estrechas callejuelas y la carencia de servicios,
infraestructuras técnicas, áreas verdes, etc.
La intervención en el entorno ya construido revestía carácter de urgencia.
PLAN HAUSMANN
Napoleón III quería una ciudad con calles seguras y mejores viviendas, mejor Infraestructura para un
saneamiento adecuado, sistemas de comunicación rápidos y eficaces, zonificar la ciudad, la ciudad debía ser
diseñada para la burguesía, estética y para esconder/controlar la pobreza (insurrectos)
Nace la ciudad DUAL.
3.NIVEL SOCIA-CULTURAL
•Segregación social. Ubicación de los barrios pobres en la periferia (zonas industriales).
Ocupar a la población conflictiva en obras de infraestructura y equipamiento.
Se desplazó a 350,000 hab. (clase trabajadora) a la periferia industrial que carecía de servicios públicos
adecuados.
DIFUSIÓN MUNDIAL
Haussmann Representaba el concepto de solucionar la congestión de tráfico, de eliminar barrios
pobresy dotar de amenidades urbanas: es decir, del modernismo y progreso. Fue precisamente esta
asociación la que hizo que sus ideas fueran repetidamente copiadas.
Marcella, Lyon, Lille, Montpellier (Y. Leblicq. 1981-84: 61-65)Bruselas, Roma, Budapest, Amsterdam,
Budapest.
Entre 1859 y 1872 los arq. Forster y Lohr realizan el proyecto de remodelación urbana de Viena•El
proyecto realizado por el ingeniero Cerdá en 1859, en Barcelona
En México: la Avenida Reforma, Paseo de Montejo, etc
2.2.2 Las propuestas de los socialistas utópicos
El término socialismo utópico fue acuñado en 1839 por Louis Blanqui, aunque
alcanzó notoriedad tras el empleo que de él hicieron Marx y Engels en su
"Manifiesto Comunista". Éstos consideraban que los pensadores utópicos,
aunque bienintencionados, pecaban de idealismo e ingenuidad. Para impedir
ser confundidos con ellos, etiquetaron su propia teoría con el calificativo de
"científico".
La expresión "utopía" significa plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que
aparece como irrealizable ya desde el mismo momento de su formulación.
Proviene de "Utopía", obra escrita por Tomás Moro, intelectual, político y
humanista inglés (S. XV-XVI). En ella teorizaba acerca de una isla de ese
nombre que era ideal y perfecta.
Cronológicamente las ideas del socialismo utópico alcanzaron su madurez en el
Ilustración 7-Portada del libro
"Manifiesto Comunista" de Karl Max y período comprendido entre 1815 y 1848 (fecha de publicación del Manifiesto
Friedrich Engels Comunista).
Los socialistas utópicos formaron un grupo de pensadores heterogéneo. Sin embargo, tuvieron en común una
serie rasgos, en gran medida influidos por las ideas de Rousseau.
La importancia de la naturaleza estaba muy presente en sus ideales, aunque ello no fue obstáculo para que
fuesen favorables a la industrialización y el maquinismo.
Dedicaron sus esfuerzos a la creación de una sociedad ideal y perfecta, en la que el ser humano se relacionase
en paz, armonía e igualdad.
Sus metas habrían de alcanzarse mediante la simple voluntad de los hombres, es decir, pacíficamente, de ahí
que sus seguidores se opusieran a las revoluciones y a acciones como la huelga.
Pusieron al descubierto y denunciaron los perniciosos efectos del capitalismo, pero no investigaron sobre sus
causas profundas.
Con el fin de paliar las injusticias y desigualdades emprendieron diversos planes, en los que primaron la
solidaridad, la filantropía y el amor fraternal.
Conjunto de doctrinas socialistas que, a diferencia de la teoría del socialismo científico creada por Marx y
Engels, elaboraban planes vastos y universales de reconstrucción social, sin tener en cuenta la vida real de la
sociedad ni la lucha de clases. Los argumentos que sostenían los socialistas utópicos en apoyo de sus ideales
eran puramente idealistas, e ignoraban el papel primordial de las condiciones de vida material de la sociedad
(ver) en el desarrollo histórico. Habiendo aparecido en la época de la desagregación del feudalismo, el
socialismo utópico se halla ligado a los movimientos revolucionarios. Fundado por Thomas Moro (ver), es
ilustrado posteriormente por el notorio utopista Campanella (ver). Durante el siglo XVIII, las doctrinas utópicas
se multiplican (Morelly, ver; Meslier, ver; Mably, ver). Los grandes socialistas utopistas Saint-Simon (ver),
Charles Fourier (ver) y Robert Owen (ver) pertenecen a los comienzos del siglo XIX.
El socialismo utópico surgió en la época en que la lucha de clases del proletariado se hallaba todavía poco
desarrollada. “Todos los socialistas, fundadores de sectas”, escribía Marx, “pertenecen al período en que la
clase obrera no estaba lo bastante educada y organizada por el desarrollo de la propia sociedad capitalista,
como para intervenir en la arena mundial y desempeñar allí el papel de personaje histórico; y en que, por otra
parte, las condiciones materiales de su emancipación no estaban lo suficientemente maduras en el seno del
viejo mundo. La miseria de la clase obrera era un hecho; pero las condiciones de su propia actividad política,
de su propio movimiento, no existían todavía” (Archivo Marx/Engels, Ed. rusa). Por consiguiente, la
propaganda del socialismo tenía necesariamente un carácter utópico, ineficaz. A pesar de esta
particularidad, el socialismo primitivo desempeñó un papel considerable en el desarrollo del pensamiento
social progresivo. El socialismo utópico de Saint-Simon, Fourier y Owen, constituyó una de las fuentes teóricas
del socialismo científico. Engels hizo notar que el socialismo científico reposa sobre los hombros de esos
socialistas utópicos, a quienes califica, no obstante, el utopismo de sus teorías, como las más grandes
inteligencias de todos los tiempos. El socialismo utópico hizo una crítica incisiva de las contradicciones del
capitalismo, demostró que había que reemplazarlo por el socialismo, previó la supresión de la oposición entre
la ciudad y el campo, así como la de la propiedad privada, &c. Sin embargo, los socialistas utópicos eran
incapaces de explicar la naturaleza del modo de producción capitalista y las condiciones objetivas que
condujeran a la victoria del socialismo. No distinguían la clase destinada a crear la sociedad nueva. A sus ojos,
el proletariado no era la gran fuerza histórica, la única fuerza capaz de encaminar, por medio de la lucha, las
ideas socialistas, sino una masa oprimida necesitada de ayuda y digna de compasión. Los utopistas “...querían
crear la felicidad en la tierra mediante leyes y declaraciones, sin el concurso del pueblo (de los obreros)”
(Stalin, Obras, t. I, p. 10, Ed. esp., Moscú, 1953). Por eso, el proletariado no prestaba oídos a sus teorías, y en
las masas maduraba la gran idea de que la liberación de la clase obrera no puede ser sino la obra de esa clase
misma.
En Rusia, las ideas del socialismo utópico fueron ilustradas por los portavoces del campesinado revolucionario,
por pensadores profundos tales como Chernishveski (ver), Dobroliúbov (ver) y otros. Las ideas socialistas de
los célebres demócratas revolucionarios rusos del siglo XIX eran más avanzadas qua las del socialismo
premarxista de Europa Occidental. Esas ideas eran notables por su carácter revolucionario consecuente, por
su espíritu combativo. Los demócratas revolucionarios rusos comprendían que la propaganda pacífica no
bastaba para realizar los ideales socialistas, que sólo el pueblo trabajador estaba interesado en substituir la
vieja sociedad por una nueva. Pero su socialismo era también utópico. Las condiciones históricas de la Rusia
feudal no estaban todavía lo bastante maduras como para la aparición del socialismo científico y el
proletariado sólo se hallaba en estado embrionario. Al no poder comprender que únicamente el proletariado
es la fuerza capaz de construir el socialismo, los demócratas revolucionarios no estaban en condiciones de
elaborar la teoría del socialismo científico. Los demócratas revolucionarios soñaban con pasar al socialismo a
través de la comuna campesina del pasado. Únicamente Marx y Engels hicieron del socialismo una ciencia, y
demostraron que no se trata de un sueño quimérico, sino del resultado necesario del desarrollo de la sociedad
capitalista y de la lucha de clases del proletariado, cuya tarea es suprimir el capitalismo y construir el
socialismo.
2.2.3 La Ciudad Jardín de Ebenezer Howard
Nadie duda de que las ciudades fueron un invento genial para desarrollar la civilización, pero también se
transformaron en focos de mucha miseria y malestar. Las ciudades en la Inglaterra industrial del XIX lo fueron
en grado sumo. El ministro de culto Andrew Mearns escribió en una ocasión, respecto de los barrios en que
rondaba Jack el Destripador: "Cada habitación de esas vecindades podridas y malolientes alberga una familia,
a menudo dos. ¡Un inspector sanitario reportó haber encontrado en un sótano al padre, la madre, tres niños y
cuatro cerdos!... En otro sitio había una pobre viuda, sus tres hijos y un niño que llevaba muerto 13 días". Un
político municipal londinense describió la ciudad como "un tumor, una elefantiasis que alimenta su saturado
sistema con la mitad de la vida, la sangre y los huesos de los distritos rurales".
En este clima es que encontramos a Ebenezer Howard. El personaje responde al prototipo de utopista
victoriano de finales del siglo XIX. Estudió, se desempeñó en algunos trabajos menores, y viajó por Estados
Unidos durante un tiempo, en donde se enamoró del romanticismo de la obra de Walt Whitman y Ralph
Waldo Emerson. De regreso en Inglaterra se empleó como taquígrafo de los discursos del Parlamento de
Inglaterra, oficio en el que permaneció el resto de su vida. El único escrito que se conserva de él, aparte de los
apuntes taquigráficos en comento, es un modesto folleto llamado "Garden Cities of To-morrow" (sí, con guión
intermedio en un juego de palabras que significaría "hacia el día de mañana"), publicado por primera vez en
1898, y republicado con su título actual en 1902.
Ebenezer Howard postuló por primera vez en el mundo industrial moderno, algunos conceptos que de seguro
el amable lector de Siglos Curiosos ya habrá escuchado en otras partes. Su idea era sacar a los habitantes de
las urbes densamente pobladas hacia ciudades jardín autosuficientes. Literalmente autosuficientes: vivirían en
casas con jardines en el centro, caminarían a trabajar en las fábricas periféricas, y serían alimentados por
granjas ubicados en cinturones verdes alrededor, que además obrarían como muros invisibles contención para
que la voracidad cementera de la ciudad no se desbocara sobre el pobrecito campo. Cuando una ciudad jardín
alcanzara sus cinturones verdes (unos 32.000 habitantes, en la visión de Howard), sería hora de construir la
siguiente.
El sueño de Ebenezer Howard resultó contagioso. No pasaron demasiados años antes de que surgiera
Letchworth, la primera ciudad jardín según este concepto (construido a pesar de que muchos filántropos
interesados, hicieron tira y afloja a cuenta de cuánto profitarían con el valor de la tierra si invertían en dicha
localidad...). En 1907, una delegación de 500 esperantistas visitó el pueblo, y el propio Howard les dedicó un
soñador discurso... en esperanto, por supuesto. Pero el sueño, muy bonito en tiempos de Howard, ha ido
decayendo con los años. Contra la explosión demográfica, nada se ha podido. En 1947, Londres intentó
contener su expansión urbana creando un cinturón verde, y lo mismo se hizo en Seúl en 1971. Pero la gente
simplemente colonizó espacio más allá de los cinturones verdes, y las ciudades siguieron creciendo. Así,
Brasilia fue diseñada en los '60s para que vivieran unas 500.000 personas, rodeados de un lago y un parque,
pero medio siglo después, a dicha ciudad se le han sumado otros DOS MILLONES de habitantes más allá de
esos límites impuestos a la ciudad. "Los cinturones han tenido el efecto de empujar a la gente más hacia
afuera, a veces absurdamente lejos", dice el urbanista e historiador Peter Hall. En definitiva, el único remedio
para tener ciudades de un tamaño controlado que pueda ser más o menos habitable, no pareciera pasar por
obligar a la gente a vivir dentro de límites prediseñados y ciudades jardín prediseñadas, sino simplemente
comenzar a implementar políticas de control de población, en un planeta cada vez más saturado, incluso
reventado, de seres humanos multiplicándose de manera indiscriminada.
Nacido en 1850, fue conocedor en su juventud durante su estancia en EEUU entre los años 1872 y 1876, delas
condiciones de vida en las ciudades, donde por la acumulación en ellas de trabajadores llegados del campo, la
consiguiente degeneración de los espacios, el hacinamiento y sobre todo un elemento destacable como la especulación
del suelo para construir casas donde poder habitar los obreros y sus familias, captaron su atención, así como el
conocimiento de nuevas corrientes de pensamiento político y social que ya se iban estableciendo a finales del siglo XIX
por la problemática económica, higiénica y ética que provocaba este fenómeno.
Este no grafista de profesión, trabajó como reportero en Chicago y pudo relacionarse con personajes como Walt
Whitman, padre de la moderna poesía estadounidense o el filósofo Ralph Waldo Emerson que influyó en el movimiento
“Nuevo Pensamiento”
desde la década de los años treinta. Alentado por los planes del político reformador británico Edward Gibbons
Wakefield, para la colonización de tierras en el sur de Australia y Nueva Zelanda y por las ideas del economista Henry
George y su obra “Progreso y pobreza” de 1880, ideólogo de “Georgismo” , así como por la novela utópica “ Looking
Backward” de 1888,de Edward Bellamy, donde el protagonista de la novela despierta en el laño 2000 en un sociedad
utópico-socialista, Howard fue germinando lo que debería ser la ciudad idónea para vivir y desarrollar al individuo,
un pensamiento influenciado a su vez por el concepto de ciudad ideal renacentista, que se une contemporáneamente a
las del movimiento “Arts and Crafts” defensor de la vuelta a la arquitectura popular. Todos estos nuevos movimientos
filosófico-sociales, forjan el pensamiento de Howard, que a su vuelta a Inglaterra vuelca su propia teoría social-urbana
para transformar la ciudad degradada y recuperar los efectos negativos que la migración rural había provocado en las
zonas agrarias.
El esquema representativo completo de la Ciudad Jardín se planifica alrededor de una ciudad central comunicada con
seis núcleos de población. En la parte central, se encontrarían los edificios públicos principales y centros de cultura
insertos en una zona de jardines de dos hectáreas, comercio y almacenes, toda esta superficie de 58 acres, está rodeada
por el llamado “Crystal Palace”, a modo de arcada de cristal que protege del paseo en los días de lluvia; fuera de este
núcleo se rodea de 12.000 acres de zona arborizada y jardines que circunda el ferrocarril y en una extensión concéntrica
más alejada de las vías de transporte, el canal. Tanto el canal como el tren unen a las seis ciudades jardín compuestas
por casas unifamiliares con jardín y terreno de 6 por 40 metros. Toda el área residencial está enmarcada por una gran
avenida para esparcimiento. Alrededor de la ciudad residencial se sitúan las zonas fabriles periféricas, almacenes,
manufacturas y mercados y en el cinturón agrario que rodea a las mismas estarán las zonas rurales que servirán para
auto sustento de alimento a las poblaciones. Todo el concepto de Ciudad Jardín se basa en una ciudad central que será
el núcleo de ciudad consolidada, rodeada de ciudades jardines relacionadas y comunicadas directamente con la
fundacional pero alejadas de ella lo suficiente como para ser independientes residencialmente y liberar de esta manera
de acumulación humana y urbana a la principal. Este criterio relacional es explicado por Howard con la teoría de los tres
imanes para explicar la conveniencia de las relaciones beneficiosas entre campo y ciudad y su resultado.
De esta manera didáctica Howard confronta las ventajas e inconvenientes de la vida en el campo y la ciudad que tienen
cada uno de estos núcleos por separado a modo de alfileres y que se concentran en lo provechoso de combinar las
características positivas de los dos núcleos un tercer imán, el de la
“Ciudad-Jardín” producto de eliminar lo negativo de las anteriores y donde destacan los conceptos de “renta baja”,
“oportunidades sociales”, “naturaleza” o “cooperación”.
Howard consiguió difundir este concepto de ciudad-jardín fundando la “Garden City Asociación”, dando lugar a dos
ciudades- jardín en Inglaterra: las ciudades de Letchworth a 60 km de Londres y Welsy, a 30 km de distancia, en las
cuales él vivió y acabó sus días.
lograron, puesto que fueron ciudades habitadas por clases medias que simplemente gustaban de nuevas ideas urbanas.
Si bien es cierto que la idea de ciudad-jardín no se llegó a imponer como tal, influenció notablemente en el nuevo
concepto urbanístico en la periferia de las ciudades, alertó sobre el problema del crecimiento desordenado de las
mismas y del abandono urbanístico y humano del campo. Aunque las ciudades continuaron en su crecimiento y
evolucionando como espacio urbano disgregado del espacio industrial, que era una de las principales preocupaciones de
Howard, sus teorías influenciaron en posteriores urbanistas y arquitectos como Frank Lloyd Wright en su “Broad Acre
City” de 1932, en el urbanismo de ciudades europeas como en Holanda y Alemania tras la segunda guerra mundial o las
“New Towns” de Inglaterra fundadas a raíz de la “Ley de Ciudades” de 1946 para reubicar a la población que había
perdido su vivienda a raíz de los bombardeos durante la guerra. Este concepto de ciudad-jardín se utilizó para ampliar
más allá del cinturón verde de Londres el espacio urbano y solucionar el problema de la escasez de vivienda, así como el
excedente de habitantes que soportaba la ciudad de Londres. De esta forma, se comenzaron a construir 11 nuevas
ciudades entre 1946 y 1955, 5 entre1956 y1965 y 6 entre 1966 y 1970 con sus sucesivas leyes y ampliando a su vez otras
tantas ya existentes bajo este criterio, perdiéndose el exhaustivo planteamiento ideal de Howard al entrar de lleno en
pleno siglo XX.