Torres, Noemí Carolina vs. Asociación Civil Mutualista Centro Naval S. Despido

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Torres, Noemí Carolina vs.

Asociación Civil Mutualista Centro


Naval s. Despido
CNTrab. Sala I; 19/11/2024; Rubinzal Online; RC J 12998/24

Sumarios de la sentencia
Despido discriminatorio - Salud mental - Discapacidad

La discapacidad o pérdida de aptitudes psíquicas o corporales, al igual que otros


atributos personales, configura una categoría sospechosa, noción que demarca
a un grupo en situación de vulnerabilidad o históricamente desaventajado, en
tanto tropieza contra valladares cuasi insuperables para ejercitar con plenitud el
catálogo de derechos y garantías solidificados en el plexo positivo, como
corolario de determinadas condiciones sociales, económicas, étnicas o
culturales, o bien en razón de su edad, género o estado psicofísico, entre otros
caracteres posibles.

Despido discriminatorio - Trabajadora que se reincorpora luego de una


licencia psiquiátrica - Reestructuración empresaria - Cuantificación de la
indemnización - Remuneración a considerar

La accionada decidió disolver el vínculo sin expresar ninguna causa pero en el


responde sostuvo que la misma obedeció a “razones de organización
empresarial”. Estos motivos de organización no fueron acreditados, a lo que se
suma la contemporaneidad entre el reingreso de la empleada al trabajo luego de
haber utilizado una licencia por afecciones en su salud mental y la fecha del
despido, aspectos temporales que son llamativamente indicativos -y por tanto
indiciarios- de la estigmatización de una mujer trabajadora que recientemente
estaba superando una situación de vulnerabilidad por una enfermedad psíquica.
El despido decidido en tales circunstancias, debe considerarse como indicio
suficiente de discriminación, plataforma fáctica que la accionada debía desvirtuar
con prueba en contrario, lo que no hizo. Así las cosas, cabe considerar que la

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desvinculación de la trabajadora, sin ningún tipo de invocación de causa,
encubrió un trato discriminatorio y peyorativo contra su persona, enraizado en el
menguado estatus de salud psíquica que presentó durante el postrero tramo de
la relación. Consecuentemente, la demandada debe responder por los daños
extrapatrimoniales padecidos por la actora (arts. 51, 52 y 1738, Código Civil
Comercial), los cuales se estiman según los parámetros previstos para al
despido motivado por razones de embarazo o maternidad, es decir, trece
salarios actuales (noviembre 2024) de convenio según la misma categoría,
adicionales y antigüedad de la accionante al momento de la extinción.

Texto completo de la sentencia.-


En la ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la fecha de registro que figura en el
Sistema Lex100, la Sala Primera de la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo, procede a dictar sentencia en la causa del epígrafe y con arreglo al
siguiente orden, conforme los resultados del sorteo efectuado:
La Doctora Gabriela Alejandra Vázquez dijo:
I.- La Sra. jueza de primera instancia hizo lugar en lo principal a la demanda
iniciada por la Sra. NOEMI CAROLINA TORRES y condenó a ASOCIACION
CIVIL MUTUALISTA CENTRO NAVAL a pagarle la suma de $ 345.480,70, más
intereses, en concepto de diferencias indemnizatorias por despido y multas de
los arts. 1º y 2° de la Ley 25323 y 80 de la LCT. Para así decidir, dijo que la
reclamante logró acreditar que su categoría laboral era superior a la consignada
en los libros contables de la empleadora y que, por lo tanto, le correspondía una
remuneración superior. En consecuencia, concluyó que el salario devengado por
la trabajadora al momento en que fue despedida sin causa por la demandada,
era superior a la base indemnizatoria que fuera utilizada por la empleadora para
calcular la liquidación final. Por el contrario, rechazó el reclamo fundado en la
extensión de la jornada y la indemnización adicional por motivos discriminatorios
fundados en razones de salud (v. sentencia).
El pronunciamiento es apelado por la parte actora a tenor del memorial digital a
estudio, el que recibió la oportuna réplica de la contraria conforme respuesta del
29.09.2023. Por otro lado, el perito contador impugna los honorarios que se le
regularon por estimarlos reducidos.
II.- No se discute ante esta instancia que la Sra. NOEMI CAROLINA TORRES

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ingresó a trabajar para la demandada el 27.08.2006, desarrollando tareas en el
restaurante del hotel emplazado en la Av. Córdoba 622 de esta ciudad, de lunes
a viernes de 08:00 a 16:00 horas y los sábados de 07:00 a 11:00 hs. y que
durante el último año de trabajo devengó como mejor salario mensual normal y
habitual la suma de $ 21.886, 26 -conforme la categoría que logró acreditar-.
Asimismo, se encuentra fuera de debate que se ausentó a su puesto de trabajo
desde el 02.03.2015 hasta el 24.02.2016 por prescripción médica -licencia por
angustia y depresión psíquica-, por lo cual remitió a la patronal la CD 422990682
de fecha 05.03.2015, en los siguientes términos: "Notifico a Ud. Por medio de la
presente que haré uso de la licencia por enfermedad, según lo estipulado por el
art. 208 L.C.T. Certificado médico a su disposición...". Agregó que, una vez
finalizada dicha licencia, el empleador, la compelió a que hiciera uso del período
por vacaciones adeudadas, del año 2014 y 2015, gozando de las mismas, desde
el 25.02.2016 al 19.04.2016 y que al reincorporarse, al día siguiente, no se
otorgaron tareas, hasta que, el día 25.04.2016 procedió a despedirla sin causa
(v. telegramas)
III.- La trabajadora se queja porque la colega que me precedió en el juzgamiento
rechazó la indemnización reclamada por despido discriminatorio. Sostiene que la
demandada no tenía intención de reincorporarla, lo que en su tesis queda
acreditado por la ausencia de prueba de la demandada respecto de las
"necesidades de reorganización del sector" que habría motivado el despido de la
actora. Invoca que lo decidido en origen resulta desacertado, ya que no se
reclama en autos un daño moral por los malos tratos y faltas de respeto
constantes que dieron origen a la licencia, sino por haberla desvinculado en
forma inmediata al alta.
Es pertinente señalar que el examen del planteo de tal naturaleza interpela la
adopción de un enfoque analítico particular, que internalice los cánones
instituidos en el ordenamiento positivo -de origen vernáculo e internacional- con
el objeto de proscribir la dispensa de tratos segregatorios cuando éstos luzcan
motorizados por determinadas condiciones personales del/de la destinatario/a
del acto.
Cabe referirse, por más consabido que resulte, al mandato emergente de un
nutrido abanico de instrumentos (más intensamente enriquecido merced a la
reforma constitucional llevada a cabo en el año 1994), conformado por los arts.
14 bis, 16 y 75 (incisos 19 y 23) de la Constitución Nacional, dispositivos que
cristalizan las directrices de igualdad y no discriminación preexistentes en la
conciencia jurídica colectiva, junto a diversos tratados internacionales del bloque
de constitucionalidad federal, que proyectan análogo imperativo igualitario para
los Estados ratificantes (art. II de la Declaración Americana de los Deberes y

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Derechos del Hombre; arts. 2 y 7 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos; arts. 2.1 y 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
-PIDCP-; arts. 2 y 3 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales -PIDESC-; arts. 1.1 y 24 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos; Convenio nº87 de la Organización Internacional del Trabajo, sobre la
libertad sindical y la protección del derecho de sindicación, recogido en los arts.
8 inc. 3 del PIDCP y 22 inc. 3 del PIDESC; cfr. art. 75, inc. 22 de la Carta
Fundamental). Avanzando en el relevamiento de la normativa local, merece
especial alusión la Ley 23592, cuya sanción importó un genuino giro copernicano
sobre la materia, al instituir metodologías de protección diáfanamente definidas
para garantizar la vigencia efectiva de la directriz de igualdad, que facultan al/a
la damnificado/a a exigir la desactivación de los efectos del acto discriminatorio y
a la reparación de los perjuicios ocasionados (art. 1°).
El plexo de preceptos e instrumentos citados consagra, según adelanté, tanto
una categórica proscripción normativa sobre toda modalidad de discriminación
basada en motivos prohibidos, como asimismo la articulación de instrumentos
orientados a remover la existencia y efectos perniciosos de actos signados de
vocación o expulsiva. Dichas pautas de conducta gozan de absoluta vigencia y
tenor obligacional, sea que el comportamiento escrutado emane de órganos
estatales, sea que se verifique en el marco de relaciones entre privados (cfr.
doctrina alemana de la Drittwirkung Der Grundrechte), también permeables al
respeto de la dignidad personal, en una lógica jurídica que exhibe un progreso
irreversible hacia la plena eficacia de los derechos humanos (vid., a modo de
verbigracia: CSJN, "Samuel, Kot S.R.L.", Fallos: 241:291, pronunciamiento del
5/09/58; "Álvarez, Maximiliano y otros c/ Cencosud S.A. s/ acción de amparo",
Fallos: 333:2306, sentencia del 07/12/2010; "Sisnero, Mirtha Graciela y otros c/
Taldelva S.R.L. y otros s/ Amparo", Fallos: 337:611, del 20/05/2014).
Sobre tal basamento teórico-jurídico cuadra asentar también ciertas
consideraciones adicionales que, desde mi perspectiva, ineludiblemente deben
tenerse en mira para elucidar debates como el puesto en cuestión. La
discapacidad o pérdida de aptitudes psíquicas o corporales, al igual que otros
atributos personales, configura una categoría sospechosa, noción que demarca
a un grupo en situación de vulnerabilidad o históricamente desaventajado, en
tanto tropieza contra valladares cuasi insuperables para ejercitar con plenitud el
catálogo de derechos y garantías solidificados en el plexo positivo, como
corolario de determinadas condiciones sociales, económicas, étnicas o
culturales, o bien en razón de su edad, género o estado psicofísico, entre otros
caracteres posibles (para más, ver: Clérico, Laura, Ronconi, Liliana y Aldao,
Martín, "Hacia la reconstrucción de las tendencias jurisprudenciales en América

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Latina y el Caribe en materia de igualdad: sobre la no-discriminación, la no
dominación y la redistribución y el reconocimiento", Revista Direito GV, nº17,
enero junio 2013, San Pablo, págs. 115/170). Dicho concepto, ponderado
mediante una lectura que no tribute al principio de igualdad como no
discriminación sino al servicio de la directriz igualitaria como no sometimiento,
versión amplificada e idónea para desmantelar situaciones de exclusión
sistémica como la padecida por las personas trabajadoras con discapacidad,
conduce a inspeccionar los actos impugnados bajo un escrutinio estricto de
constitucionalidad, posibilitando así el despliegue de una tutela más eficaz de los
colectivos rezagados. Ello importa, en la praxis, la exigencia de un vigor
adicional por parte de los operadores jurídicos que deben corroborar la
operatividad de los derechos supuestamente afectados (en el caso, órgano
jurisdiccional interviniente), así como también -y en lo que aquí interesa
destacar- una doble agravación en las exigencias argumentativas que se
encuentran a cargo del sujeto que desplegó la conducta reprochada, a quien no
le bastará con deslizar fundamentos que trasunten un nexo de mera
razonabilidad entre los fines perseguidos y el comportamiento adoptado, sino
que deberá ofrecer sólidas motivaciones que justifiquen el acto llevado a cabo y
las razones objetivas que lo motorizaron.
Ese singular prisma de examen al que aludí comprende la necesidad de reparar
en las dificultades probatorias que presentan esta tipología de controversias. La
desigualdad reinante en las relaciones individuales del trabajo y la
hiposuficiencia que presenta la persona trabajadora frente a la patronal no
restringen sus efectos únicamente hacia el interior de los confines de dicho
vínculo, sino que se proyectan hasta abrazar toda secuela derivada de él. De allí
que, en el marco de un pleito cuya génesis resida en tal contrato, la asimetría de
poderes se traduzca en desventajas procesales concretas en detrimento del
subordinado o la subordinada. Y tanto más prolifera la disparidad cuando el
objeto de la contienda reposa en inquirir actos con alegado reproche de
discriminación, donde el estímulo que motoriza la conducta recriminada
descansa únicamente en la subjetividad de su autor, órbita impenetrable en
términos probatorios, fuera del radio de la autoridad del órgano jurisdiccional. En
palabras de la Comisión de Expertos en Convenios y Recomendaciones
(CEACR) de la Organización Internacional del Trabajo, habitualmente la
discriminación es una acción o actividad "más presunta que patente", pues
-agrego por mi parte- quien la perpetra no suele permitir su exteriorización sino,
por el contrario, procura teñirla bajo una pátina artificiosa de fundamentos
válidos en su apariencia, aunque vacuos de substancia real (Oficina
Internacional del Trabajo, "Igualdad en el empleo y la ocupación. Estudio general

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de las memorias relativas al Convenio núm. 111 y a la Recomendación núm. 111
sobre la discriminación [ empleo y ocupación ]", Conferencia Internacional del
Trabajo - 75ª sesión, Informe de la Comisión de Expertos en Aplicación de
Convenios y Recomendaciones, III 4-B, 1988, Ginebra, párr. 240, pág. 247).
Así, analizado el caso bajo juzgamiento según el prisma delineado, no puedo
sino considerar que el temperamento rupturista adoptado por la patronal exhibió
claros visos discriminatorios, circunstancia que permiten acceder a una
compensación por daño moral. En efecto, según fuera reconocido por ambos
litigantes, la ASOCIACION CIVIL MUTUALISTA CENTRO NAVAL afincó su
decisión de disolver el vínculo sin expresar ninguna causa, sin perjuicio de
señalar que en el responde sostuvo que la misma obedeció a "razones de
organización empresarial". Estos motivos de organización no fueron acreditados,
a lo que se suma la contemporaneidad entre el reingreso de la empleada al
trabajo luego de haber utilizado una licencia por afecciones en su salud mental y
la fecha del despido, aspectos temporales que son llamativamente indicativos -y
por tanto indiciarios- de la estigmatización de una mujer trabajadora que
recientemente estaba superando una situación de vulnerabilidad por una
enfermedad psíquica.
Estimo que el despido decidido en tales circunstancias, debe considerarse como
indicio suficiente de discriminación, plataforma fáctica que la accionada debía
desvirtuar con prueba en contrario, lo que no hizo (cfr. CSJN en autos "Pellicori
Liliana Silvia c/ Colegio Público de Abogados de la Capital Federal s/ amparo"
del 15.11.11; Fallos: 334:1387).
Así las cosas, no puedo sino considerar que la desvinculación de la trabajadora,
sin ningún tipo de invocación de causa, encubrió un trato discriminatorio y
peyorativo contra su persona, enraizado en el menguado estatus de salud
psíquica que presentó durante el postrero tramo de la relación. Si bien no puede
afirmarse que todo despido sin causa traduce un proceder discriminatorio
respecto de quien recibe el trabajo, en el caso particular de autos emerge
diáfano que ASOCIACION CIVIL MUTUALISTA CENTRO NAVAL incurrió en
esa tipología de comportamiento, prohibido por el nutrido plexo normativo antes
citado.
La dispensa de un trato discriminatorio proscripto por el ordenamiento positivo
representa un acto ilícito hábil para horadar la dignidad de la persona
trabajadora, que exorbita los umbrales de la relación enlazada; por ende, su
resarcimiento aparece excluido del régimen forfatario previsto por el
ordenamiento laboral, dirigido a disciplinar tan sólo inobservancias de estricto
tenor contractual, conclusión que goza de especial vigencia en lo concerniente a
la indemnización por antigüedad, dispositivo que no tiene en miras las

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antijuridicidades discriminatorias que pueden producirse conjuntamente con el
despido. Consecuentemente, aquí la responsabilidad de la demandada habrá de
comprender también una reparación por los daños extrapatrimoniales padecidos
(cfr. arts. 51, 52 y 1738 del Cód. Civil y Comercial), para cuya justipreciación
consideraré el parámetro instaurado por la ley positiva frente al despido
motivado por razones de embarazo o maternidad (huelga decir, una forma más
que explícita de discriminación laboral; arts. 182 de la LCT y 56 de la L.O.),
consistente en trece (13) salarios de factura actual correspondiente a una
trabajadora encuadrada en el CCT 496/07 con categoría Jerárquica 3 y
antigüedad de 9,8 años (actualmente CCT 807/23).
Para cuantificar esta partida, tomaré el salario aproximado que habría podido
devengar la Sra. TORRES de estar trabajando en la actualidad, teniendo en
cuenta el salario básico de convenio para el mes de noviembre de 2024 ($
1.178.097, cfr. Acta Acuerdo del 29.08.2024), más el adicional por antigüedad
(1,5 % por cada año trabajado) y el adicional por presentismo (10 % del salario
básico) (arts. 9 CCT 807/23 y 56 de la ley de contrato de trabajo). En función de
ello, debería reformarse este perfil de la sentencia apelada, admitir la queja bajo
análisis e incorporarse a la condena la suma actual de $ 18.914.347,27 ($
1.454.949,79 x 13). Al capital establecido en $ 18.914.347,27 a valores actuales,
deben añadirse intereses al 6 % anual desde el 25.04.2016 (fecha del despido)
hasta la fecha de la presente sentencia y a partir de aquí el capital fijado a
valores actuales se actualizará hasta la fecha del efectivo pago según el índice
RIPTE y el capital actualizado continuará devengando intereses al 6% anual
hasta la fecha del pago efectivo.
IV.- Por otro lado, la accionante se agravia porque en origen no se aplicaron las
previsiones contenidas en el Acta 2764 en materia de intereses. Asimismo,
peticiona que se dé curso a su reclamo por actualización monetaria.
La temática sometida a revisión de esta Alzada torna indispensable efectuar una
reseña, por más breve que sea, acerca de las diversas metodologías y
mecanismos a los cuales ha sabido acudir tanto la legislación, como -en su hora-
los órganos de justicia, en aras de salvaguardar la integridad genuina de
acreencias no abonadas oportunamente por el/la obligado/a. Tal derrotero
ineludiblemente conduce a recordar que, hacia mediados del año 1974 fue
sancionada la Ley 20695 (B.O. 9/08/1974), cuerpo normativo insigne no sólo en
el tópico aquí examinado sino también en materia laboral, cuyas prescripciones
dispusieron que "los créditos provenientes de las relaciones individuales de
trabajo, demandados judicialmente, serán actualizados teniendo en cuenta la
depreciación monetaria, que se operara desde que cada suma es debida hasta
el efectivo pago", añadiendo -en forma continuada- que "[a] tal fin, los jueces, de

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oficio o a petición de parte, aplicarán los índices oficiales de incremento del
costo de vida". Esas pautas fueron recogidas y replicadas, a la postre, por el
texto originario de la Ley de Contrato de Trabajo (B.O. 20/09/1974), y
revalidadas en sede jurisdiccional mediante múltiples decisorios de la CSJN
como ser los icónicos precedentes "Camusso Vda. De Marino, Amalia c/ Perkins
S.A." (Fallos: 294:434) y "Valdez, José R. c/ Nación Argentina" (Fallos: 295:937).
Al pronunciarse en el último de los casos apuntados, el Máximo Tribunal
destacó, con singular énfasis, que la actualización de los créditos salariales
-cuya percepción motorizó tal contienda- obedece a un nítido imperativo de
justicia, configurado por el afán de evitar las consecuencias perjudiciales de la
demora en percibirlos ocasionan a la persona trabajadora, atento al carácter
alimentario del crédito y la situación de emergencia que frecuentemente rodea a
quien espera por su cobro. Tal teleología, a su vez, luce derechamente anclada
en el designio de "afianzar la justicia" que enuncia el Preámbulo de la
Constitución Federal y, con parejo vigor, en la garantía a una retribución justa
prevista por el artículo 14 bis de esa ley cimera, sólo plausible de satisfacción
mediante la existencia de simetrías entre lo entregado y lo adeudado. En similar
dirección, y al evacuar los planteos formulados por la demandada, también se
hizo hincapié en que -contrariamente a lo allí postulado- el reajuste del crédito
involucrado a la contienda no añade ninguna cuota de gravamen a la obligación
comprometida o, lo que es igual, no hace más onerosa a la deuda; muy por el
contrario, únicamente salvaguarda la auténtica capacidad adquisitiva de lo
adeudado, por vía de la cristalización del valor real de la moneda frente a su
progresivo envilecimiento. De allí que los mecanismos de reajuste,
implementados en forma adecuada, permitan neutralizar la posibilidad de que el
moroso extraiga un beneficio de su propio incumplimiento y a costas de la
contraparte acreedora, al tiempo de conjurar -en vez de enmendar- que aquel
experimente daños en su derecho de propiedad privada, también protegido
constitucionalmente (art. 14 de la Constitución Nacional). Esas pautas señeras
guiarán el análisis a implementar con el objeto de elucidar la temática bajo
estudio, en el estricto marco de las presentes actuaciones.
Con posterioridad a los hitos antes referenciados sobrevino la sanción de la Ley
21297 (B.O. 29/04/1976), novedad que trastocó el dies a quo (punto de inicio)
del mecanismo de actualización, desplazándolo desde la exigibilidad del crédito
hasta la iniciación de la demanda, y -en complemento a ello- también introdujo
una innovación con respecto al índice aplicable, ahora establecido en el Índice
de Salarios del Peón Industrial. Sin embargo, al ser objetada la
constitucionalidad del referido artículo 276 de la ley de contrato de trabajo en esa
formulación, tal reforma fue objeto de descalificación por el Máximo Tribunal en

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ocasión de pronunciarse en el caso "Valdez, Julio Héctor c/ Cintioni, Alberto
Daniel" (Fallos: 301:319), a mérito de múltiples consideraciones de diversas
-pero vecinas- índoles.
Ante todo, y según aquí amerita señalamiento, la Corte Suprema destacó que si
la acreencia impaga por exclusiva culpa del deudor moroso no es sujeta a una
revalorización comprensiva de períodos abarcativos desde su propia exigibilidad,
el fragmento de depreciación de la moneda excluido de dicho mecanismo
beneficia indebidamente a quien, merced a su (in)conducta, ocasiona el litigio y
compele a ocurrir a instancias judiciales para su esclarecimiento, a la par de
ocasionar un desmedro patrimonial para el acreedor, en términos que lesionan el
derecho de propiedad y los derechos sociales consagrados en los artículos 14,
14 bis y 17 de la Constitución Nacional. Si bien esos altos imperativos
referenciados aparecen destinados primordialmente al órgano legislativo, su
cumplimiento atañe, de igual modo, también a los restantes poderes públicos,
los cuales deben hacer prevalecer el espíritu protectorio que anima a tales
normas en el ejercicio de las facultades inherentes a las órbitas de sus
respectivas competencias, y siempre hacia el interior de las periferias que
interpelan las diversas formas de la justicia (v. Cons. 5º y su cita a "Diario de
Sesiones de la Convención Constituyente, año 1957", Tomo II, Buenos Aires,
Imprenta del Congreso de la Nación, 1958, págs. 1220 y 1221.
A la par de ello, bajo idéntica tónica a la expuesta precedentemente y examinado
el tópico bajo idéntica doctrina, la observancia del principio de razonabilidad
demanda que, al escrutar la compatibilidad entre una determinada norma y las
reglas constitucionales, la judicatura examine si la coherencia entre ambos
elementos continúa manteniéndose impertérrita durante el lapso que dure la
vigencia de dicha norma en el tiempo, de suerte que su aplicación específica, en
cierto momento dado, no devenga contradictoria con los preceptos
constitucionales. En esa inteligencia, el órgano jurisdiccional supremo destacó
que, si bien el legislador posee la facultad de establecer el criterio que estime
adecuado a la realidad hacia el propósito de proceder a la actualización de los
créditos laborales, las cambiantes circunstancias fácticojurídicas pueden
desencadenar que la solución legal prevista -vale decir, acaso no
ostensiblemente incorrecta de comienzo- pueda tornarse irrazonable
ulteriormente, y así arrastrar consigo que la norma que la consagre pierda su
congruencia con el cuerpo constitucional. Desde la óptica de la Corte Suprema,
esa patología normativa de inconstitucionalidad sobreviniente hubo de verificarse
respecto del índice salarial oficial del peón industrial contemplado por el artículo
276 del RCT, al haberse situado su punto de partida en el momento de
entablamiento de la demanda en sede jurisdiccional, por cuanto la conjugación

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de sendos factores decantó en que ese indicador -reitérase, así empleado- diste
de reflejar razonablemente el hecho notorio de emergencia inflacionaria durante
el lapso excluido de actualización (v. Cons. 6º). Y finalmente, con el evidente
propósito de propiciar la implementación de una solución recta y equitativa para
el caso concreto, se destacó que las acreencias que motorizaron el debate
judicial debían ser actualizadas conforme los parámetros que el tribunal ordinario
del pleito reputase prudentes, con particular atendimiento de "criterios
económicos objetivos de ponderación de la realidad y evitando que la
discrecionalidad judicial pueda convertirse en arbitrariedad", desenlace que
conducía asimismo a adecuar el decisorio objetado en lo concerniente a la tasa
de interés y demás cuestiones accesorias al tópico medular del examen, en aras
de conjugar esas soluciones con el monto definitivo de la condena, en tren de
prevenir "el efecto contrario de enriquecimiento sin causa" del acreedor (v. Cons.
8º y sus citas a "Scordo, Humberto Francisco c/ S.A. Lago Electric. Agros S.A. c/
Instituto Nacional de Prevención Sísmica. Godoy de Montenegro, Felisa c/
Empresa Expreso Ciudad de Posadas. SAFAC, S.A. Cía. Fabril, Comercial y
Financiera c/ Celulosa Argentina S.A. Mantione, Roque J. c/ S.A. Casa Brusco y
otro", Fallos: 299:125; y "Canteros, Petrona c/ Empresa 'San Jorge' de
Transporte Colectivo y/o Félix González y/o quien resulte responsable s/
ordinario", sentencia del 14/02/1978).
Con posterioridad a esa descalificación, y a modo de evidente corolario de
aquella, el Congreso Nacional dictó la Ley 22311 (B.O. 7/11/1980) por cuyo
intermedio restituyó el texto primigenio del precitado artículo 276 del RCT,
reponiendo entonces la fórmula originariamente concebida en lo atinente al
índice de actualización a implementar para mantener incólumes los créditos
laborales y, a la par, el instante de arranque de ese procedimiento.
La precedente reseña arroja, como incontestable resultado, que el recurso al
reajuste de acreencias de estirpe laboral constituyó la solución a la cual acudió
pacíficamente la legislación ordinaria durante múltiples décadas con el objeto de
asegurar la equivalencia de las prestaciones involucradas en esta tipología de
negocios jurídicos, práctica que recogió explícitos respaldos por parte del Más
Alto órgano jurisdiccional de la Nación. Tales pronunciamientos ahondaron
-mediante criterios resolutos, sin vacilaciones, y con enfático ahínco- en la
impostergable necesidad de resguardar el valor económico real de la prestación
adeudada, y también convalidaron el empleo de accesorios "puros", de estricta
índole moratoria, graduables en tasas de interés que ascendían hasta a un 15 %
anual (vg., entre muchos otros: CSJN, Fallos: 300:67, "Barneche, María Cristina
Zuloaga de c/ Verde Onix SCA").
Sin embargo, ese inalterado derrotero halló un punto de inflexión hacia el año

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1991, a mérito de la sanción de la Ley nº 23928 de la Convertibilidad del Austral
(B.O. 27/03/1991), cuyo artículo 7º estableció que el deudor de una obligación de
entregar una suma de dinero satisfacía el compromiso asumido entregando, el
día del vencimiento de aquella, la cantidad nominalmente expresada,
proscribiendo paralelamente toda "actualización monetaria, indexación por
precios, variación de costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su
causa, haya o no mora del deudor, con posterioridad al 1º del mes de abril de
1991". Años después, y mediante el dictado de la Ley 25561, fueron derogados
los preceptos de la norma antedicha que aludían al establecimiento de un
sistema de convertibilidad entre el peso argentino y el dólar estadounidense, sin
perjuicio de conservar incólume -en esencia- el articulado dirigido a prohibir el
implemento de actualizaciones monetarias, en cualesquiera de las múltiples
formas que esos mecanismos pudieren adoptar.
Desde esa línea, y como esta Sala tuvo oportunidad de destacar en diversas
oportunidades, el régimen normativo local adoptó un sistema nominalista para
disciplinar obligaciones de la tipología que exhiben aquellas reconocidas
mediante el presente pleito (v. S.D. del 30/11/21, "Pérez, Gabriel y otros c/
Falabella S.A. s/ Despido"; y también S.D. del 19/04/22, "Arancibia, María Isabel
c/ Cascos Anita y otros s/ Despido", ambos del registro de esta Sala). Esa opción
normativa, apriorísticamente eficaz a los fines propuestos cuando nos hallamos
frente a escenarios de aceptable equilibrio económico y estabilidad en la
definición del valor de la moneda local, en cambio se encuentra expuesta a una
incontestable fragilidad en plataformas signadas por un significativo proceso
inflacionario, hábil para desarticular las más gravitantes variables económico-
financieras. Y, por ende, también para originar que la desvalorización del signo
monetario ya no pueda ser paliada mediante el recurso a tasas de interés que, a
la par de incluir un porcentual de aditamento puro, sincrónicamente absorba los
desmedros derivados de la horadación del valor del peso.
Ante esas hipótesis de inflación virulenta, sostenida y -en ocasiones- incluso
creciente, tanto la jurisprudencia como la legislación supieron ensayar
soluciones destinadas a satisfacer el designio de conservar la equivalencia entre
la prestación debida y la prestación finalmente entregada. En este sentido, y
conforme aquí interesa especialmente destacar, la Corte Federal ha ratificado en
numerosos decisorios la congruencia de ese sistema rígidamente nominalista y
los imperativos dimanantes de la Carta Fundamental ha sido ratificada por la
Corte Federal en numerosos decisorios, a través de los cuales reiteró que la
prohibición genérica de la "indexación" constituye una medida de política
económica derivada del principio capital de "soberanía monetaria" y cuyo
designio luce enderezado a sortear -para no enmendar- que "el alza de los

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precios relativos correspondientes a cada uno de los sectores de la economía, al
reflejarse de manera inmediata en el índice general utilizado al mismo tiempo
como referencia para reajustar los precios y salarios de cada uno de los demás
sectores, contribuya de manera inercial a acelerar las alzas generalizadas de
precios... y a crear desconfianza en la moneda nacional" (Fallos: 329:385,
"Chiara Díaz [2] Carlos Alberto c/ Estado Provincial s/ Acción de Ejecución", y
Fallos: 333:447, en autos "Massolo, Alberto José c/ Transporte del Tejar S.A.").
Esa doctrina, a su vez, mereció lozana refrenda por el Máximo Tribunal (Fallos
344:2752, in re "Repetto, Adolfo María c/ Estado Nacional (Ministerio de Justicia)
s/empleo público", sentencia del 7/10/2021), e incluso aún más recientemente
(CSJN, Fallos: 347:51 "G.,S.M. y otro c/ K.,M.E.A. s/ alimentos", sentencia del
20/02/2024).
Desde esa visión, el órgano de justicia apuntado destacó que los achaques
contra las prohibiciones antedichas encuentran un valladar insuperable en las
decisiones de política monetaria y económica adoptadas por el Congreso
Nacional, plasmadas en las leyes 23928 y 25561 y cuya vigencia deben respetar
los criterios de hermenéutica jurídica a adoptar por los órganos jurisdiccionales,
en tanto no corresponde al Poder Judicial sortear -en forma oblicua- lo resuelto
por ese cuerpo deliberativo mediante la indebida ponderación del acierto,
conveniencia o mérito de las soluciones adoptadas. Hizo hincapié, asimismo, en
que tales tópicos integran órbitas ajenas al ámbito competencial de esta rama
del Estado, sólo apreciables dentro de los estrechos confines de lo irrazonable,
inicuo, arbitrario o abusivo (CSJN, Fallos: 318:1012; 340:1480, entre
innumerables precedentes), añadiendo además que la declaración judicial de
inconstitucionalidad del texto de una disposición legal -o de su aplicación
concreta a un caso- es un acto de suma gravedad institucional que debe ser
considerado como ultima ratio (último recurso) del orden jurídico; ergo, no cabe
efectuarla sino cuando la repugnancia del precepto con la cláusula constitucional
invocada sea manifiesta, requiriendo -entre otros recaudos- la demostración de
un agravio determinado y específico (CSJN, Fallos: 340:669; íd., voto conjunto
de la Dra. Highton de Nolasco y del Dr. Rosatti en Fallos: 341:1768).
Inhabilitada así la posibilidad de echar mano a mecanismos de actualización de
los créditos, merced a las leyes 23928 y 25561, y asimismo la hipotética pugna
entre esa proscripción y las previsiones constitucionales, a mérito de la reseñada
jurisprudencia del Máximo Tribunal, para la judicatura especializadas sólo
remanaba el ejercicio de la facultad concebida originalmente por el artículo 622
del Cód. Civil decimonónico, hoy replicada -con ciertas modificaciones- mediante
el artículo 768 del Código unificado, como solitario método de salvaguarda de la
integridad de las acreencias de origen laboral. A fin de determinar la tasa de

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interés a aplicar sobre las acreencias viabilizadas mediante el sub lite, no puede
prescindirse de tener en cuenta tanto la naturaleza alimentaria que aquellas
ostentan, como asimismo las pronunciadas variaciones económicas transitadas
por nuestro país durante el lapso temporal comprendido entre la exigibilidad de
tales créditos y el dictado del pronunciamiento que las reconoce. Tales
estándares, de vital apreciación hacia el designio de arribar al establecimiento de
parámetros aptos para conservar el valor intrínseco del crédito y refugiarlo de los
diversos avatares -ajenos al pleito- que lo impactan al horadar su grado de
utilidad, han integrado siempre el nutrido repertorio de factores y reflexiones a
los cuales he acudido al abordar otras contiendas sometidas al juzgamiento de la
Sala que integro. Y también han sido consideradas por esta Cámara, en
oportunidad del dictado de las Actas nº2601/2014, nº2630/2016 y nº2658/2017,
resoluciones por cuyo intermedio se recomendó la adopción de diversas tasas
de interés con el objeto de permitir que dichos aditamentos satisfagan su
propósito de compensar la ilegítima privación de la utilización del capital y,
asimismo, de compensar la progresiva pérdida del poder adquisitivo que
experimentó -y experimenta- nuestra moneda.
Sin embargo, esos parámetros progresivamente fueron perdiendo su capacidad
para dar respuesta a tales fenómenos, novedad que condujo a esta Cámara a
efectuar una nueva convocatoria con el propósito de revisar los cánones allí
instaurados y, en su caso, reverlos por pautas más lozanas, más eficaces, mejor
capacitadas para conjurar cierto proceso -a la sazón, incipiente- de pulverización
de las acreencias de naturaleza laboral, con la consecuente afectación de la
garantía de propiedad privada que los acreedores que, a su vez, ostentan la
condición de sujetos de preferente tutela constitucional (arts. 14 bis y 17 de la
Ley Fundamental). Tal iniciativa decantó, a la postre, en la adopción del Acta
nº2764/2022 del 07.09.2022, por cuyo intermedio se aconsejó el mantenimiento
de las tasas de interés previstas mediante sus instrumentos antecedentes, más
implementando un sistema de capitalización periódica -anual- de dichos
aditamentos, con alegado sustento en las previsiones del artículo 770, inc. "b"
del Cód. Civil y Comercial de la Nación.
Ahora bien, el máximo Tribunal ha descalificado un pronunciamiento de esta
Cámara que había hecho mérito del Acta nº 2764/2022 (CSJN, "Oliva, Fabio
Omar c/ Coma S.A. s/ Despido", Fallos: 347:100, sentencia del 29/02/2024), por
entender conforme interesa señalar- que el precepto antedicho no contempla
capitalizaciones periódicas.
Esa decisión de la Corte Federal suscitó una nueva convocatoria por parte de
esta Cámara, con el designio de reevaluar la posibilidad de adoptar un nuevo
estándar uniforme en materia de accesorios, destinado a reemplazar al

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instrumento descalificado por la Corte Suprema. En tal marco, y tras el debate
allí desenvuelto, se dictó el Acta nº 2783 de la CNAT (13/03/2024) y la
Resolución nº 3 (14/03/2024), por cuyo intermedio se determinó "[r]eemplazar lo
dispuesto por el Acta Nro.2764 del 07.09.2022 y disponer, como recomendación,
que se adecuen los créditos laborales sin tasa legal, de acuerdo a la tasa CER
(Coeficiente de Estabilización de Referencia) reglamentada por el BCRA más
una tasa pura del 6 % anual, en ambos casos, desde la fecha de exigibilidad del
crédito hasta la fecha del efectivo pago", y asimismo establecer que "la única
capitalización del artículo 770 inciso b del Código Civil y Comercial de la Nación
se produce a la fecha de notificación de la demanda exclusivamente sobre la
tasa pura del 6 % anual" (v. puntos 1º y 2º del último instrumento mencionado;
cfr. complemento introducido mediante el Acta nº2784 del 20/03/024).
No obstante, dicho ensayo de solución mereció idéntica respuesta refractaria por
parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en oportunidad de intervenir
en la -prontamente conocida- causa "Lacuadra, Jonatan Daniel c/ DirecTV
Argentina S.A. y otros s/ Despido" (sentencia del 13/08/2024), por cuyo
intermedio entendió que el CER no constituye una tasa de interés reglamentada
por el BCRA, sino "un coeficiente para la actualización del capital", naturaleza
que lo excluye del ámbito del artículo 768, precepto cuyo contenido contempla
únicamente "tres criterios para la determinación de la tasa del interés moratorio:
lo que acuerden las partes, lo que dispongan las leyes especiales y 'en subsidio,
por las tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central'". En
complemento a ello, el órgano interviniente vertió singular hincapié a memorar
que "la imposición de accesorios del capital constituye solo un arbitrio tendiente
a obtener una ponderación objetiva de la realidad económica a partir de pautas
de legítimo resarcimiento", ergo, "[s]i ello no opera de ese modo, el resultado se
vuelve injusto objetivamente y debe ser corregido por los magistrados",
escenario que a criterio de los magistrados intervinientes- lucía configurado ese
caso, por cuanto "la forma en la cual se ha dispuesto la adecuación del crédito y
la liquidación de los accesorios conduce a un resultado manifiestamente
desproporcionado, que excede cualquier parámetro de ponderación razonable
sin el debido sustento legal (conf. artículo 771 del CCyCN)".
Frente a esa nueva descalificación, esta Cámara emitió el 21.08.2024 el Acta nº
2788, destinada exclusivamente a "[d]ejar sin efecto la recomendación efectuada
en la Resolución de Cámara Nº3 de 14/03/24, dictada en el marco del Acta
CNAT Nº2783 del 13/03/24 y Acta CNAT Nº2784 del 20/03/24" (Acta n°2788 del
21/08/2024), restituyendo así a cada judicante el más libre y pleno arbitrio para
seleccionar los medios, recursos o mecanismos que -en su buen tino- pudiesen
reputar acertados hacia el propósito de pronunciarse sobre la temática aquí

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examinada. Cabe, pues, abocarse a ese esclarecimiento en el caso concreto
verificado en las presentes actuaciones, a los fines de delinear de qué modo
deben computarse los aditamentos devengados de las acreencias diferidas a
condena.
En esa orientación, emerge ineludible reparar en la conjugación simultánea e
inconmovible de ciertos factores que, desde mi óptica, forzosamente han de regir
la dilucidación del presente debate: la constancia y mantenida intensidad del
proceso de envilecimiento de la moneda que viene verificándose desde hace
más de una década, la incontestable verificación empírica de que las tasas
otrora empleadas comenzaron a exhibirse impotentes para satisfacer el
propósito de mantener indemne la capacidad adquisitiva del crédito adeudado, la
inflexible imposibilidad de recurrir a sistemas de duplicación de tasas de interés
(v. CSJN, Fallos: 346:143, "García, Javier Omar y otro c/ UGOFE S.A. y otros s/
daños y perjuicios"), la inadecuación de recurrir a la figura del anatocismo de
forma periódica (CSJN, "Oliva") y la veda de aplicar sistemas como aquel
recomendado por esta Cámara mediante la precitada Res. nº3 (CSJN,
"Lacuadra"). Así las cosas, ha devenido igual de ineludible que impostergable
reexaminar la compatibilidad actual, imperante, efectiva y vigente de las normas
que vedan la actualización de los créditos y los mandatos constitucionales antes
apuntados, por no pervivir otras opciones que permitan, a la judicatura,
satisfacer el propósito de garantir la salvaguarda del valor real de esas
acreencias.
Ello así pues, de no incorporarse eficaces mecanismos orientados a la tutela del
valor del crédito, el derecho de propiedad auténticamente afectado sería aquel
que atañe al acreedor, quien percibiría una suma desvalorizada, de un poder
adquisitivo muy inferior al que tenía en la época en que debía cobrarse la deuda,
resultado ajeno a las más esenciales pautas de equidad. El principio
constitucional de "afianzar la justicia", aunado a la directiva constitucional que
impone garantir al dependiente una heterogénea gama de derechos (vg.
condiciones dignas y equitativas de labor, retribución justa, tutela contra el
despido arbitrario, etc.; vale decir, algunos de ellos directa e inmediatamente
afectados en el caso examinado), interpelan que la equivalencia de las
prestaciones respondan a la realidad de sus valores y a la finalidad tenida en
miras por cada una de ellas, a cuyos fines encuentro pertinente tener en
consideración-entre otros elementos- la variación de la Remuneración Imponible
Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE), publicado por la Subsecretaría
de Seguridad Social.
Así las cosas, proscriptas las diversas alternativas a las cuales procuró acudir la
judicatura especializada en tren de satisfacer esos propósitos, y objetivamente

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insuficientes aquellos mecanismos legales que han merecido reprobación por
parte de la Corte Federal, sólo cabe entender que la persistencia de las
prescripciones legales que vedan la actualización de los créditos dinerarios ha
devenido inconstitucional en las circunstancias fáctico-jurídicas examinadas y en
el estricto caso bajo análisis. Esa norma, si bien resulta susceptible de ser
considerada legítima en su origen, aquí se ha tornado indefendible al
confrontarla con los imperativos de la Ley Fundamental, merced a la amalgama
del inexorable paso del tiempo transcurrido desde la exigibilidad de los créditos
motivo del pleito y los avatares económicos puestos de relieve precedentemente,
entre otros componentes de capital trascendencia, aconteceres que entrañaron
una radical modificación de las circunstancias objetivas relacionadas con los
preceptos legales puestos en crisis. Valga exponerlo en otras palabras, para
lograr una absoluta claridad expositiva: los hechos posteriores a la sanción de
las leyes 23928 y 25561, que -por su intrínseca naturaleza y visión de futuro-
aquellas estuvieron destinadas a disciplinar, han corrompido la compatibilidad
que esas normas pudieron albergar con el texto constitucional, de suerte que su
aplicación actual y concreta en el presente litigio resulta divorciada con tales
preceptos supremos (CSJN, Fallos: 316:3104, "Humberto Atilio Vega c/
Consorcio de Propietarios del Edificio Loma Verde y otro"; Fallos: 301:319,
"Valdez", ya citado; y Fallos: 303:524, "Rotonda, Osvaldo c/ Osvaldo Andreu y
otro", entre muchos otros).
Se impone entonces, irremisiblemente, acudir a la última ratio del orden jurídico
y, en consecuencia, declarar inconstitucional al artículo 7º de la Ley 23928 (texto
cfr. Ley 25561) en el caso específico bajo estudio, por generar una intolerable
erosión de las acreencias de la persona trabajadora aquí demandante, en
abierto desmedro de su derecho de propiedad privada, la garantía de hallarse
envuelto en condiciones dignas y equitativas de labor, y el inalienable derecho a
obtener una tutela judicial efectiva por parte del órgano de justicia competente
(arts. 14, 14 bis, 17 y 18 de la Constitución Nacional). Aclaro, tan sólo a mayor
abundamiento, que la eventual inexistencia de un planteo de inconstitucionalidad
concreto no constituiría óbice alguno para la descalificación aquí propiciada,
pues el principio fundacional del orden normativo local, consistente en reconocer
la supremacía del bloque de constitucionalidad (art. 31 de la Ley Fundamental),
habilita y compele -con pareja intensidad- a la judicatura a efectuar tal contralor
oficiosamente, criterio una vez minoritario pero luego delineado con precisión y
-a la postre- refrendado en forma constante por la Corte Federal (v. CSJN,
Fallos: 324:3219, "Mill de Pereyra, Rita Aurora; Otero, Raúl Ramón y Pisarello,
Ángel Celso c/ Estado de la Provincia de Corrientes s/ demanda contencioso
administrativa"; Fallos: 327:3117, "Banco Comercial de Finanzas S.A. [en

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liquidación Banco Central de la República Argentina] s/ quiebra"; Fallos:
335:2333, "Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otro c/ Ejército Argentino s/ Daños y
perjuicios"; Fallos: 337:1403, "Codina, Héctor c/ Roca Argentina S.A. s/ Ley
23551", entre muchos otros). Y, en el presente pleito, la irrazonabilidad de la
norma es del todo evidente.
Zanjado el precedente debate y restituida la posibilidad de disponer el reajuste
de las partidas diferidas a condena, considero equitativo, prudente y razonable
disponer que tales acreencias serán actualizadas según el índice RIPTE ya que
el Índice de Precios al Consumidor, publicado por el Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos, no está disponible con anterioridad a 2016. Asimismo,
establecer que aquellas llevarán intereses puros a calcular sobre el capital
actualizado, conforme una tasa de interés del 6% anual. Tales cánones, a mi
ver, proveen al presente pleito una solución apta no sólo para proveer genuina y
eficaz respuesta a los derechos cuyo reconocimiento se procuró mediante el
recurso a la jurisdicción, sino también hacia el designio de lograr una
ponderación de la realidad económica subyacente en el pleito, merced a la
contemplación de parámetros objetivos, y obturando así el desencadenamiento
de resultados que pudiesen reprocharse por desproporcionados.
Por lo expuesto, corresponde dejar sin efecto lo resuelto en origen en materia de
intereses; admitir el agravio de la parte actora y disponer que el nuevo capital
diferido a condena se actualice por RIPTE desde la fecha de exigibilidad del
crédito (25.04.2016, fecha de la extinción del vínculo que llega firme a esta
alzada) hasta la del efectivo pago y que sobre el capital indexado se aplique un
interés puro del 6 % anual por idéntico lapso.
V.- A influjo de lo normado por el art. 279 CPCCN, corresponde emitir un nuevo
pronunciamiento en relación a las costas y los honorarios, tornándose abstracto
el tratamiento de los cuestionamientos vertidos en su relación. En virtud de ello,
propongo que las primeras, por ambas etapas, se impongan a cargo de la
demandada, en su carácter de vencida en el pleito en lo sustancial (artículo 68
CPCCN).
En materia arancelaria, teniendo en cuenta el mérito, la eficacia, la extensión de
los trabajos realizados, el monto involucrado, las facultades conferidas al
Tribunal por el art. 38 L.O., arts. 1, 6, 7, 8, 9, 19 y 37 de la Ley 21839; arts. 15,
16, 19, 21, 24, 51 y concordantes de la Ley 27423 y las normas arancelarias de
aplicación vigentes a la época de las tareas ponderadas a los fines regulatorios
(Fallos: 319:1915 y Fallos 341:1063), sugiero regular los honorarios de la
representación letrada de la parte actora, de la demandada y del perito médico
en el 16 %, 13 % y 6 %, respectivamente, del monto definitivo de condena,
incluidos capital e intereses.

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Por las labores efectuadas en esta instancia, propicio fijar los aranceles de las
representaciones letradas firmantes de los escritos dirigidos a esta Cámara en el
30 % de lo que le fue asignado a cada una por su actuación en la instancia
anterior (arts. 16 y 30 Ley 27423).
En definitiva, de compartirse mi voto correspondería: 1) Modificar la sentencia de
primera instancia y, en su mérito, disponer que el capital reconocido en la
sentencia de origen ($ 345.480,70) sea actualizado por RIPTE desde que cada
suma fue debida hasta su efectivo pago y se le adicione un interés puro del 6 %
anual por idéntico período. 2) Asimismo, condenar a ASOCIACION CIVIL
MUTUALISTA CENTRO NAVAL a pagar a la Sra. Noemí Carolina TORRES la
suma actual de $ 18.814.347,27 en concepto de reparación extra patrimonial,
suma a la que deberá adicionarse un interés puro del 6 % anual desde la fecha
del despido hasta la fecha de la presente sentencia y, a partir de aquí hasta la
fecha del efectivo pago, el capital se actualizará según el índice RIPTE más
intereses al 6 % anual hasta la fecha del pago efectivo. 3) Imponer las costas de
ambas instancias a cargo de la demandada vencida. 4) Regular los honorarios
de la representación letrada de la parte actora, de la demandada y del perito
médico, por las tareas realizadas en origen, en el 16 %, 13 % y 6 %,
respectivamente, del monto definitivo de condena, incluidos capital e intereses.
5) Fijar los aranceles de las representaciones letradas firmantes de los escritos
dirigidos a esta Cámara en el 30 % de lo que le fue asignado a cada una por su
actuación en la instancia anterior.
El Doctor Enrique Catani dijo:
Adhiero al voto que antecede, por compartir sus fundamentos y conclusiones.
A mérito de lo que resulta del precedente acuerdo, el TRIBUNAL RESUELVE :
1) Modificar la sentencia de primera instancia y, en su mérito, disponer que el
capital reconocido en la sentencia de origen ($ 345.480,70) sea actualizado por
RIPTE desde que cada suma fue debida hasta su efectivo pago y se le adicione
un interés puro del 6 % anual por idéntico período. 2) Asimismo, condenar a la
demandada a pagar a la Sra. Noemí TORRES la suma actual de $
18.814.347,27 en concepto de reparación extra patrimonial, suma a la que
deberá adicionarse un interés puro del 6 % anual desde la fecha del despido
hasta la fecha de la presente sentencia y, a partir de aquí hasta la fecha del
efectivo pago, el capital se actualizará según el índice RIPTE más intereses al 6
% anual hasta la fecha del pago efectivo. 3) Imponer las costas de ambas
instancias a cargo de la demandada vencida. 4) Regular los honorarios de la
representación letrada de la parte actora, de la demandada y del perito médico,
por las tareas realizadas en origen, en el 16 %, 13 % y 6 %, respectivamente, del
monto definitivo de condena, incluidos capital e intereses. 5) Fijar los aranceles

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de las representaciones letradas firmantes de los escritos dirigidos a esta
Cámara en el 30 % de lo que le fue asignado a cada una por su actuación en la
instancia anterior. 6) Hacer saber a las partes que la totalidad de las
presentaciones deberá efectuarse en formato digital (CSJN punto n°11 de la Ac.
4/2020, reiterado en los Anexos I y II de la Ac. 31/2020).
Regístrese, notifíquese, oportunamente comuníquese (art. 4º de la Acordada
CSJN Nº15/13) y devuélvase.

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