Hora Santa Eucarística Parroquia-Siervas

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HORA SANTA EUCARÍSTICA- VOCACIONAL

Canto de Exposición
Guía. Hermanos dispongámonos para tener un encuentro con Jesús
Sacramentado. Avivemos nuestra fe y confianza en su presencia para dirigir a El
nuestra alabanza y Adoración.
INVOCACION AL ESPIRITU SANTO
¡Espíritu Santo, que soplas libremente sobre cada uno de nosotros, llénanos de tu
amor! ¡Espíritu Santo, que te hiciste presente en el corazón y en el vientre de la
virgen María, llénanos de tus siete dones! ¡Espíritu Santo, que te apoderaste de
Jesús, para enviarlo a anunciar la Buena Nueva de Dios y la liberación de nuestros
pecados, llénanos de esperanza! ¡Espíritu Santo, que eliminas de los corazones el
miedo, los prejuicios, los intereses y la falta de amor, purifícanos! ¡Espíritu Santo,
que nos invitas a abrirnos al mundo, a ser coherentes con nuestro testimonio de
vida, invencible ante la desesperanza, renuévanos! ¡Espíritu Santo, que eliminas de
nuestro corazón los miedos y abrazas con tu poder aquello que no es servicio
fraterno, restáuranos! ¡Espíritu Santo, que reduces a ceniza el orgullo, la soberbia,
el egoísmo, la prepotencia o la hipocresía, sálvanos! ¡Ayúdanos, Espíritu de Dios, a
ser viento en el viento! Amén.
Canto al Espíritu Santo
Aquí estamos, Señor Jesús, en tu presencia, como servidores ante su dueño;
danos, Señor el sustento de tu cuerpo y líbranos de caer en la tentación.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
Aquí estamos, Señor Jesús, en tu presencia, como enfermos ante su médico, sana
las heridas de nuestras almas con el bálsamo de tu preciosa sangre.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
Aquí estamos, Señor Jesús, en tu presencia, como discípulos ante su maestro;
enséñanos, Señor a aceptar tus enseñanzas.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
Aquí estamos, Señor Jesús, en tu presencia, como ovejas ante su pastor,
enséñanos a seguirte con fidelidad.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
Canto
Oración Introductoria.
Señor Dios Padre Todopoderoso te damos gracias porque estas en esta Hostia
Santa. Concédenos una armadura de fe, un escudo de buena voluntad que nos libre
de todos los vicios y nos ayude a superar las pasiones desordenadas; que aumente
nuestra caridad, paciencia, mi obediencia, humildad, mi capacidad para hacer el
bien, por Cristo nuestro Señor. Amén.
Momento de silencio
Guía. Señor nos invitas a estar contigo, por eso estamos aquí, para orar, y abrirnos
a tu voluntad. Para seguir colaborando en tu plan de salvación, que realizas
mediante la Iglesia. Lo importante es estar abiertos a tu presencia y agradecer,
alabar, suplicar, callar, escuchar, no decir nada, simplemente estar. Acógenos como
discípulos que quieren escuchar tus palabras, aprender de ti, seguirte siempre.
Acógenos como amigos y haz de nosotros también tus testigos, testigos de tu amor.
Canto
I En este momento vamos a escuchar el texto bíblico de san Juan 18, 33b-37
En aquel tiempo pregunto Pilato a Jesús; ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le
contesto: ¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros? Pilato le
respondió: ¿Acaso soy yo judío? Tú pueblo y los sumos sacerdotes te han
entregado a mi ¿Qué es lo que has hecho? Jesús le contesto. Mi reino no es de
este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para
que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilato le dijo.
¿Con que tú eres rey? Jesús le contesto: Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al
mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.
Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús es el Rey de amor, que vuelve su corazón divino sobre cada uno de los que
somos suyos. El reinado de Jesús, actuante ya en el mundo y que se consumara al
final de los tiempos, exige de todos fidelidad al Rey, la generosidad de trabajar por
El, la entrega a los más necesitados, para que en todos se manifieste la bondad del
que es el dueño de todo.
Señor Jesús, nos invitas a trabajar por ti en la extensión y consolidación de tu reino,
amándote a ti en tu divina persona, amándote a ti en nuestros hermanos y
trabajando por ti en ellos, danos generosidad, danos ardor danos ilusión, por un Rey
como Tú, ¡vale la pena vivir y morir!
La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido,
esa experiencia de ser salvados por El que nos mueve a amarlo siempre. ¿Qué
amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de
hacerlo conocer? Si no sentimos el intenso deseo de comunicarlo, necesitamos
detenernos en oración para pedirle a El que vuelva a cautivarnos.
Es muy fácil entusiasmarse por Cristo Rey en nuestros tiempos, ante el ejemplo
arrollador de tantos mártires que han caído bajo las balas gritando ¡Viva Cristo Rey!
Pero ¿Sé decir eso cada día en la realidad de la vida? ¿Lo digo, venciendo mi
pereza, cuando se trata de trabajar por el Reino?

Seguir reflexionando
¿Quién es el rey de mi vida? ¿Quién o que reina en mí? Los reyes de las naciones
los oprimen ¿Qué soberanos opresores oprimen mi libertad? ¿El consumo
desenfrenado? ¿La falta de compasión? ¿Dios juez? ¿Soy libre como un rey o
agobiado como un esclavo?
Hay muchos reyes, muchos dioses dispuestos a impedir que las personas sean
hijos, conscientes, libres, queridos, solidarios, comprometidos.
Hemos optado por Jesús. Hemos elegido un Rey que es libertad, dignidad, ambición
de hijos, servicio, austeridad, solidaridad, un rey libertador de todos, que invita a
una guerra santa contra todos los ídolos, contra todas las opresiones, contras todos
los que humillan a las personas, a los hijos.
Un rey cuyos enemigos son el pecado y la muerte, cuyo poder es lavar los pies a
todos. Un rey a cuya mesa están invitados todos, sobre todos los pobres, los tullidos,
los ciegos, los endemoniados, las prostitutas, los pecadores, ese, solo ese, es mi
rey.
Desde que le conocemos, le hemos oído hablar del Reino. Nos ha invitado al Reino.
Nos ha enseñado que esta vida puede ser el Reino, nos ha anunciado que llegara
la plenitud del Reino. Y desde el fondo de nuestros anhelos más profundos.
Hacemos propias sus palabras y pedimos a Dios, para cada uno para todos, para
las personas y para la humanidad lo que el mismo nos enseñó a pedir, venga tu
Reino.
Canto
Lector. Señor tú nos amas, y queremos corresponder a tu amor. Somos tus hijos y
estamos ante tu presencia y sentimos tu llamado a ser tus testigos entre nuestros
hermanos. Pero antes que nada, te agradecemos el don del amor y la ilusión que
nos das de ayudarte en la salvación de nuestros hermanos.
Háblanos al corazón te queremos escuchar, porque tu palabra nos alienta y nos
perdona, ilumina nuestra vida y nos hace sabios con la sabiduría que procede de
Ti.
Te queremos escuchar hoy con la atención de María de Betania; con la fe de los
doce apóstoles, con el amor de María tu Madre, que atesoraba en su corazón tus
gestos y tus palabras, para meditarlos y hacerlos vida. Ayúdanos a mantenernos
vigilantes y atentos.
Canto
II. Lectura de la Palabra
Del Evangelio según san Mateo 13, 44-46
El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo
encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y
compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un negociante que se
dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo
lo que tenía y la compro. Palabra del Señor.
Meditación comunitaria
Tomada de la carta pastoral del cardenal arzobispo de Toledo Marcelo
González Martin: exhortación final a los jóvenes.
La misión de Jesús continúa. El permanece con nosotros el cielo y la tierra pasarán,
pero sus palabras no pasaran. Jesús el pastor bueno, continúa llamando a quien
quiera colaborar con El para realizar su misión. Todos nosotros hemos recibido el
Bautismo de Jesús. En esta vocación común para ser cristianos, cada uno de
nosotros estamos llamados a desarrollar una función particular para la realización
del designio de Dios.
Ahora bien, Jesús ha querido que su Iglesia tenga hasta el fin de los tiempos
pastores que participan en el sacerdocio de Él, de modo que el acto salvador de
Jesús se haga presente y eficaz en toda la humanidad y para todas las
generaciones.
Algunos son invitados por El cariñosamente a una vida Laical construyendo su
Reino en el mundo, como solteros o formando una familia; otros a abrazar
felizmente la vida consagrada, siendo testigos ante el mundo de que es posible
seguir más de cerca al Señor, dedicando la vida entera a Él, en busca de la
perfección en la caridad; algunos otros varones, a vivir plenamente participando del
sacerdocio eterno de Cristo.
Dejemos un breve silencio
Guía. En este momento demos gracias a Dios que nos llama, agradécele desde tu
corazón el tesoro del amor que hoy descubres. Pídele la fuerza y el valor para
responder todos los días de tu vida.
Lector. Padre somos tu pueblo, la obra de tus manos, somos tan preciados para ti,
que nos enviaste a tu Hijo.
Guía. Jesús nos llamas a sanar a los afligidos, a secar las lágrimas de los que sufren
a dar esperanza a los desamparados y a encontrar alegría en tu incansable amor.
Nosotros los bautizados reconocemos tu llamado a servir, ayúdanos a saber cómo
hacerlo.
Por tu mirada de entre nuestra familia y parroquia y llama a quienes tu deseas que
sean Sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos según tu corazón. Te pedimos todo
esto en el nombre de nuestro Señor Jesucristo Tu Hijo que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos Amen.
PRECES VOCACIONALES
Guía. Sabemos que hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay
diversidad de servicios, pero un mismo Señor; hay diversidad de funciones, pero
un mismo Dios que obra todo en todos. Por eso elevamos confiadamente
nuestras suplicas a nuestro Padre Dios, para que escuchando nuestra plegaria
envié obreros a su mies.
R. Señor, dueño de la mies, escúchanos.
-Señor Jesucristo, que quieres implantar en todo el mundo tu reinado de amor,
no permitas que tu rebaño se disperse y te abandone. Señor, que toda la Iglesia
reconozca en el Papa tu Vicario el signo visible de la unidad y de la caridad en
la única fe; congrega a todos los bautizados en el único aprisco bajo la custodia
del único Pastor, que eres Tú. Oremos.

-Que todos los que trabajan por el Reino y te ayudan respondiendo a tu voz,
busquen ante todo a los hombres y mujeres que sufren, los pobres, los enfermos,
los oprimidos, y no olviden a los más necesitados de tu gracia, los pecadores que
se han alejado de ti. Oremos.

-Señor, Tu que nos llamas a cada uno, a una vocación específica, ayúdanos a
responder con fidelidad. Oremos.

-Para que siempre haya corazones jóvenes dispuestos a seguir la llamada de


Dios y dedicar su vida al servicio de sus hermanos, siendo testigos de esperanza.
Oremos.

-Para que cada parroquia o comunidad se comprometa a ser comunidad


evangelizadora y siembre con valentía la llamada de Cristo entre sus miembros.
Oremos.

-Para que la Iglesia realice su misión evangelizadora en medio del mundo.


Oremos.

-Para que cada uno de nosotros tomemos en serio la responsabilidad de fomentar


nuevas vocaciones. Oremos.

Guía. Padre Bueno, conocedor de nuestras necesidades más profundas, con filial
confianza te presentamos nuestra plegaria, atiéndela, por tu Hijo Jesucristo,
servidor de todos los hombres que vive y reina contigo….
Oración Conclusiva
Padre te damos gracias porque te muestras a nosotros en la Sagrada Eucaristía,
porque podemos comulgarte. Te pedimos atiendas con amor nuestras suplicas.
Para que educados en tu Palabra, podamos ser constructores de paz y dadores de
esperanza en nuestra familia y comunidad. Amén.
Nos despedimos con la oración que Cristo nos enseñó.
Padre Nuestro….
Canto de reserva del Santísimo

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