01 Juárez Asesino Revisado 2 Por JBAC

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 113

Juárez, el Tirano Asesino

y sus Grandes Traiciones.

Por: Salvador Abascal Infante.

Revisión, Nueva Edición, Notas y Actualización:


Por: Juan Bosco Abascal Carranza.

1
INTRODUCCIÓN.

En honoir a la Verdad, no podemos hacer sino contribuir a desenmascarar a uno


de los personajes más funestos de la historia de México, un héroe creado por la
masonería, (que ha controlado el gobierno y la educación en México desde hace
muchos años).

Benito Juárez, evidentemente no fue el héroe patriota que mencionan los libros,
sino un individuo que colaboró todo el tiempo con los Estados Unidos y sus
intereses, que nunca pisó un campo de batalla y cuya facción ganó la guerra gracias
a la intervención de Estados Unidos.

Algunas fuentes históricas han develado que uno de sus primeros actos políticos
a favor de la defensa de México, ocurrió cuando las tropas yanquis entraron a
nuestro país para arrebatarnos la mitad de nuestro territorio, en que siendo
gobernador, declaró a Oaxaca “neutral” ante el conflicto.

Se atribuye en gran medida a Juarez y a la secta liberal, la destrucción del orden


protector de las comunidades indígenas de México debido a la persecución desatada
contra la Iglesia y sus instituciones educativas y de caridad, además de otras leyes
que de hecho despojaban a muchos campesinos de sus tierras haciéndolos vasallos
de los latifundistas.

Como consecuencia de la Guerra de Reforma, el 14 de Diciembre de 1859, el


emisario juarista Melchor Ocampo firmó con el embajador estadounidense un
tratado que comprometía gravemente el territorio y soberanía nacionales, a cambio
de dinero para la guerra que el Ejército Liberal peleaba contra el Ejército
Conservador.

El Tratado McLane-Ocampo era de hecho una “extención” del tratado anterior


firmado en 1853 por Santa Anna en que aquel traidor cedió La Mesilla a Estados
Unidos, establecía entre otras cosas:

“ARTÍCULO PRIMERO.- Por vía de ampliación del artículo 8º del tratado de


30 de Diciembre de 1853, cede la República Mexicana a los Estados Unidos y sus
2
conciudadanos y bienes, en perpetuidad, el derecho de tránsito por el istmo de
Tehuantepec, de uno a otro mar…

Por dicho tratado México también se comprometía a construir dos puertos en


cada extremo sin cobrar ni un centavo a las mercancías estadounidenses que por ahí
pasaran y a permitir la intervención de tropas estadounidenses en México:

“ARTÍCULO QUINTO.- … en el caso excepcional de peligro imprevisto o


inminente para la vida o las propiedades de ciudadanos de los Estados Unidos,
quedan autorizadas las fuerzas de dicha República para obrar en protección de
aquéllos, sin haber obtenido previo consentimiento, y se retirarán dichas fuerzas
cuando cese la necesidad de emplearlas.”

“ARTÍCULO SEXTO.- La República de México concede a los Estados


Unidos el simple tránsito de sus tropas, abastos militares y pertrechos de guerra por
el istmo de Tehuantepec, y por el tránsito o ruta de comunicación a que se alude en
este convenio desde la ciudad de Guaymas, en el golfo de California, hasta el rancho
de Nogales, o algún otro punto conveniente de la línea fronteriza…”

“ARTÍCULO SÉPTIMO.- La República Mexicana cede por el presente a los


Estados Unidos, a perpetuidad y a sus ciudadanos y propiedades, el derecho de vía
o tránsito al través del territorio de la República de México, desde las ciudades de
Camargo y Matamoros, o cualquiera punto conveniente del río Grande”

Lo más curioso es que a cambio de todas estas cosas, Estados Unidos solo pagaría
cuatro millones de dólares, de los cuales su gobierno se quedaría con dos de ellos
para pagar reclamaciones de sus ciudadanos contra el gobierno mexicano.

Afortunadamente el Senado de Estados Unidos decidió no ratificar el tratado (aún


a pesar de que el Presidente James Buchanan estaba a favor de ello), pues tomó mas
fuerza en ese país la idea de construir un canal en el istmo centroamericano.

Según varias fuentes, Benito Juarez y Melchor Ocampo también estaban


dispuestos a ceder Baja California a Estados Unidos, tal y como lo demuestra una
concesión que Juarez le hizo a Mariano Guadalupe Vallejo (el tristemente célebre
traidor mexicano que colaboró con las tropas invasoras luego de que Estados
Unidos se anexó la Alta California a su territorio).

3
La concesión, otorgada en los 1860’s establecía una colonia estadounidense en
Baja California dando el derecho al gobierno de ese país a intervenir, y a sus colonos
a organizar elecciones siendo independientes de la administración mexicana.

Juárez fue en gran medida un enemigo de los indígenas, que aborrecía sus culturas
y tradiciones, y que trató fanáticamente de imponer el proyecto homogeneizante y
economicista de Estados Unidos en México.

Muy lejos quedan estos héroes de papel de los verdaderos patriotas que realmente
murieron defendiendo un proyecto alternativo de nación independiente del yugo del
poder yanqui, que reconocía las tradiciones religiosas y culturales de México: el de
Maximiliano, Miramón y Mejía.

¡Por una educación imparcial en las escuelas!

¡No a los héroes de papel que sirvieron al poder yanqui!

Benito Juárez:
Cuando La Perfección Hace Daño

El 21 de marzo es día de
descanso obligatorio desde hace
medio siglo, en desagravio a Juárez.

Siempre he tenido la duda si


Benito Juárez fue primero bronce y
mármol, o carne y hueso; si
primero fue estampita de trabajo
escolar o persona; si lo primero que
dijo fue “El respeto al derecho
ajeno es la paz”, o mamá o tío, obviamente en zapoteco. Si cuando andaba cuidando
a las ovejas se mantenía tan bien peinado; si cuando platicaba con alguien lo veía a
los ojos o si siempre se la pasó hablando y al mismo tiempo apuntando con el índice

4
al horizonte. En otras palabras, siempre me ha quedado la duda si Benito Juárez fue
realmente un ser humano.

Tampoco he logrado explicarme por qué Juárez nunca aparece con siquiera una
mirada de satisfacción en algún recorrido triunfal o en una foto del recuerdo, cuando
es de los pocos héroes de nuestra historia cuyas gestas tienen un final feliz. La gran
mayoría luchó por la Patria, pero por equis o zeta razones nunca vieron culminado
su esfuerzo.
Juárez tuvo ese privilegio y aún asi no he visto una fotografía suya, ya no digamos
soltando una carcajada, ni siquiera una sonrisita enigmática al estilo de la Gioconda.
Al menos un gesto de alegría, de complicidad.

Ciertamente en aquella época tomarse una fotografía era un momento solemne y


reírse hubiera parecido una impertinencia no acorde con la luz cegadora que
acompañaba al clic de las cámaras de entonces. Sólo conozco una foto en la que
Juárez parece un mexicano más, como uno de nosotros. Está tomada en Nuevo
Orleáns, el Benemérito (como le llaman a Benito Juárez) se encuentra sentado en
medio de un grupo de personas y está jugando algo.

Hay fotografías que señalan que la imagen de Juárez que todos conocemos, es muy
diferente de cómo lucía en realidad el ex presidente, que no se parece en nada a los
billetes de 20 en los que aparece muy peinadito y con cara de niño bueno. Para ser francos
era más bien robusto y mal encarado. En la foto de la portada podrás darte una idea de
cómo lucía realmente.

Emilio Cárdenas me dice que “tute”, un juego de mesa de aquellos tiempos; otros
me dicen que dominó. No sé, pero de seguro le habían ahorcado la mula de seises
o una desgracia parecida, pues está con el rostro descompuesto y, algo increíble,
despeinado. Un mechón desordenado le cae en la frente. Esta es la única imagen de
un Juárez desconocido, del héroe siempre perfecto en su atuendo y en su orden
personal.
¿Pero cuál sería la preocupación para reflexionar sobre el empeño de Juárez de
pelearse con la risa? Juárez es la conciencia del país, impecable e implacable, objeto
de veneración y respeto, pero muy lejano a la imaginación del común de la gente
5
para ir tras sus huellas. Es una especie de Yahvé zapoteco, que nos persigue
con su dedo flamígero al mismo tiempo que nos grita apotegmas1. Dan ganas
de conmemorarlo, pero que nunca se salga de la agenda cívica.

Tal vez el responsable de esta imagen del Juárez inaccesible e inalcanzable fue el
fotógrafo oficial. Todos conocemos esa imagen, un Juárez con el pelo engominado,
de quien no sabe de menjurjes y se pone dos poquitos. En la foto se observa que la
piel es apenas la necesaria para cubrir el hueso; nada sobra, nada cuelga. La frente
despejada, el entrecejo sin arrugas; cara forjada para no darle mucho trabajo a los
escultores de monumentos.
Las mandíbulas apretadas del hombre
acostumbrado al ejercicio permanente
del control personal; los labios cerrados
de quien está más acostumbrado a hablar
consigo mismo que con el exterior. Los
párpados levemente hinchados, dejan a
los ojos en calidad de rendijas y le dan al
rostro un aire oriental e inaccesible. Sus
apologistas dicen que tiene la mirada
segura, yo la observo doliente. No tiene
la mirada transparente y nostálgica del
que sueña. No es la seguridad positiva
del autosuficiente, sino del que está
decidido a todo, consciente del
sacrificio.
Obviamente en toda la cara de Juárez
no se observa ningún espacio donde
podamos descubrir que el sentimiento o
la alegría se hayan asomado. La risa es
flexibilidad, distensión, pérdida de
control; muy opuesta a la rigidez petrificada del rostro del caudillo de la Reforma.
En la famosa foto aparece con el traje negro y la camisa blanca almidonada, no es
un indio endomingado, pues no hay ningún guiño de presunción. Es la vestimenta
obligada para quien cumple tan altas funciones; se acepta pero no se presume. No
tiene el aire del catrín, más bien del que sabe de sus orígenes y acepta el disfraz de

1
Es una sentencia breve y graciosa en la que subyace un contenido moral aleccionador.

6
la investidura. La corbata de moño le da a la imagen un aspecto de aún mayor
seriedad, pero también algo de provinciano, para quien la elegancia es sólo una
variable de la disciplina y la penitencia.
La bandera mexicana cruza en el pecho y la leontina, esa pequeña cadena corta de
la que cuelga el reloj en el chaleco, es el único adorno. En Juárez todo es rígido,
formal, propio, institucional, inflexible,
puntual. No en balde hasta su esposa Margarita
Maza le llamaba: “Señor Juárez”. Obviamente
carecía de sentido del humor. Se dice que en
una ocasión Juárez le ofreció a Melchor
Ocampo un puro, al parecer después de estar
en Nuevo Orléans le quedó la costumbre de
fumarse uno de vez en cuando, pues vivió de
enroscarlos en esa ciudad. Ocampo vio el puro
y en tono de broma le dijo: “No, señor, gracias,
por aquello de que indio que fuma puro, ladrón
seguro”. Juárez, más serio que Maximiliano
ante el pelotón de fusilamiento, le replicó: “En
cuanto a lo de indio, no lo puedo negar, pero
en lo segundo, no estoy conforme”.
El fracaso del chistorete del creador de la
epístola nos hizo quedarnos sin saber si alguien le conoció los dientes a Juárez y no
solamente su dentista pues, según se dice, Ocampo se deshizo en disculpas y Juárez
ya no le dijo nada.
Pero regresemos al tema, queremos saber por qué Juárez no reía, es más nos
gustaría que lo hubiera hecho, porque es uno de los atributos más humanos, lo que
eliminaría un poco la distancia entre él y nosotros. Estoy seguro que nos sentiríamos
más capaces de imitarlo. Ya le echamos la culpa al fotógrafo, que ya murió y no nos
puede replicar. Ahora podemos responsabilizar de esa distancia entre Juárez y el
pueblo a los historiadores.
Los historiadores nos transmitieron una imagen perfecta e inobjetable de Juárez.
Toda proporción guardada, ni Cristo ha sido descrito con tal grado de perfección,
pues hasta a Él se le reconocen dudas y tentaciones, lo que curiosamente no ocurre
con “el de Guelatao” (Asi le llaman tambien a Benito Juárez, puesto que era de ahí).
Los mexicanos contamos con un héroe no apto para una película en technicolor,
sino para rollos blanco y negro, porque así lo marcaron nuestros historiadores
oficiales. Obviamente lo blanco encarnado por Juárez, que significa: lo heroico, la

7
impasibilidad, la abnegación y el patriotismo. Lo negro, que son: los enemigos, los
transas, los críticos, los inmorales, los vende patrias.
Los historiadores oficiales, influidos por la cultura “tupperwere” crearon la imagen
de un héroe hermético, sin fisuras, protegido contra el virus de la debilidad y los
claroscuros de la condición humana. Esto no funciona ni es creíble, el bicentenario
de su nacimiento representa una oportunidad para revisar la historia.

* * *

Infancia de Benito Juárez:


Benito Juárez nace cuando lo que hoy llamamos México era el Virreinato
de la Nueva España, una parte del extenso imperio colonial de España en
América. Y muere el 18 de julio de 1872, cuando la antigua colonia era un
país independiente, había adoptado la forma de República federal y se regía
por una constitución liberal que reconocía la igualdad de todos los
ciudadanos ante la ley.

Benito Juárez nació el 21 de marzo de 1806 en el villorrio de San Pablo Guelatao,


Oaxaca, población ubicada en la cadena montañosa ahora conocida como "La Sierra
Juárez". Los padres de Benito Juárez, Marcelino Juárez y Brígida García, eran según
sus palabras "indios de la raza primitiva del país", fueron agricultores, que murieron
cuando él tenía 3 años, por lo que quedó bajo el amparo de sus abuelos y hermanas,
Rosa y Josefa, aunque finalmente terminó bajo la custodia de su tío, Bernardino
Juárez.

A partir de allí, trabajó como peón del campo y como pastor de ovejas hasta la
edad de 12 años, cuando huyó a la ciudad de Oaxaca tras haber perdido un par de
ovejas. En sus “Apuntes para mis hijos” escribió que tomó esa decisión inducido
por el deseo de aprender el español y estudiar.

Su hermana Josefa lo recibió, quien trabajaba como cocinera para una rica familia
de un extranjero comerciante de apellido Maza. Al llegar a la ciudad, en 1818, Juárez
llevaba varios días de camino desde su natal pueblo. Llegó hambriento. Él hablaba
sólo su lengua materna, el zapoteco, por lo que no sabía leer ni escribir.

8
Cuando la antigua Nueva España proclamó en 1810 su
independencia, Benito Juárez apenas tenía 5 años. Vivía en un lugar
remoto, casi inaccesible, en San Pablo Guelatao, Oaxaca. Y era un
indio zapoteca. Pertenecía al grupo de los mexicanos más pobres
entre los pobres. Sólo hablaba la lengua de sus padres y parecía que
no tenía ninguna posibilidad de aprender el español o de romper el
cerco de miseria que había consumido a varias generaciones de sus
predecesores.
Con el visto bueno del Sr. Antonio Maza, Benito se inició como trabajador
doméstico teniendo asignado un salario de dos reales. La hija adoptiva del Sr. Maza,
Margarita Maza, muchos años después se convertiría en la esposa de Benito.

Pocos días después, el sacerdote franciscano Antonio Salanueva, le admitió como


aprendiz de encuadernador, y en sus ratos libres estudiaba la primaria. Salanueva se
impresionó con la inteligencia de Benito y su facilidad para el aprendizaje, y lo ayudó
a ingresar en el seminario de la ciudad.

En el Seminario de Santa Cruz inició sus estudios el año de 1824, donde cursó
latín, filosofía y teología. El seminario no era su vocación y en especial le aburría la
teología, clase donde se dormía. Por esto, con la oposición de su protector
Salanueva, abandonó el seminario y se inclinó por el derecho.

Los historiadores se preguntan cómo Benito Juárez pudo saltar de la


miseria y analfabetismo y llegar a ser un abogado, un experto
constitucionalista y un admirador obsesivo del pensamiento liberal
francés, lo cual ayudó a creae las leyes y prácticas políticas mexicanas.
La verdad es que la palanca que disparó el genio de Juárez fue la
educación, la sólida y novedosa formación que recibió en el Instituto
de Ciencias y Artes de Oaxaca. Este Instituto se fundó en 1828 y en él
se formó la generación más brillante de liberales oaxaqueños.

9
Juventud de Benito Juárez:

Ingresó a la carrera de Jurisprudencia en el Instituto de Ciencias y Artes de


Oaxaca, en donde obtuvo en 1834 la licenciatura; estudió con gran mérito,
desempeñó varias cátedras.

Varios de sus profesores eran masones. En una ocasión le pidieron representar el


papel de ¿Virgilio? en una escenificación donde se incluía recitar algunos versos en
latín. Para parecer griego, como era él muy moreno, siguiendo un consejo de un
compañero, se blanqueó la cara. Cuando salió así en la obra, muchos se rieron, sin
embargo cuando inició el recital en perfecto latín le admiraron y aplaudieron.

Inicia su carrera política Durante esta época, aunque anteriormente se desempeñó


como rector de su Instituto en 1831, en el cual siempre profesó y defendió ante todo
las ideas liberales.

El Instituto fue el primer centro educativo no religioso de Oaxaca. Ahí, en lugar


de la tradicional carrera eclesiástica sus profesores enseñaron derecho, difundieron
los principios del liberalismo europeo e inauguraron las clases de lógica,
matemáticas y ética. Sus alumnos conocieron entonces los nuevos aires que
transformaban la política, la ciencia y la educación. Fue un centro formador de
futuros políticos.

Fue diputado local en el año de 1833, junto con otros puestos modestos del
ayuntamiento.

10
Ése mismo año apoyó a Valentín Gómez Farías,
quien buscaba debilitar y someter al clero. Sin embargo,
un año después se impuso de nuevo el centralismo en
el país, por lo que huyó a Puebla donde administró
unos baños públicos.[3]

Después de un par de años regresó a Oaxaca. Se le


otorgó el empleo de juez de primera instancia. Tuvo al
menos dos hijos con una mujer anónima del pueblo, a
la que desconoció para luego casarse con Margarita
Maza, hija adoptiva de su antiguo patrón, Antonio Valentín Gómez Farías
Maza. Al celebrarse la boda tenía 37 años y ella 17.[3]

Sirvió como burócrata tanto a los centralistas como a los santannistas. Inclusive
hizo que se colocara en su sala de sesiones un retrato de Santa Anna y cuando murió
la esposa de éste, pidió a los empleado públicos que guardaran luto. En 1844 lo
premiaron con el nombramiento de fiscal del Tribunal Supremo de Justicia
oaxaqueño.[3]

En 1847 se trasladó a la ciudad de México en calidad de diputado federal. El 15


de enero de aquél año, se inició en la masonería del Rito Nacional Mexicano, en una
ceremonia que se tuvo en las instalaciones del mismo congreso, del cual se habían
apropiado los liberales para tener sus reuniones. Juárez adoptó como nombre
masónico Guillermo Tell.

Regresó a Oaxaca debido a la invasión estadounidense y se le colocó como


gobernador interino. Su caracterizó por lograr el equilibrio económico y realizar
obras públicas. Creó el doble de escuelas de las que había antes de que el fuera
gobernador.

Creó el puerto de Huatulco y construyó un camino de la capital a éste, lo que


permitió reducir el costo de varias mercancías que eran traídas de Veracruz o
Acapulco. Se cuenta que trabajaba largas horas como gobernador. Acerco el
gobierno al pueblo, Instaló un “escritorio público” para que cualquiera que lo
solicitara pudiese hablar con él sin importar su condición social o económica.

11
Desde su nacimiento hasta que cumple 43 años Juárez se forma en su estado natal.
fue:
-Abogado,
-profesor y más tarde director del Instituto de Ciencias y Artes,
-magistrado de la Suprema Corte,
-diputado y gobernador interino y constitucional de su estado.

Captura de Benito Juárez, y su regreso a México

Antonio Lopez de Santa Anna fue un político y militar mexicano. Fue Presidente
de México 11 veces.

Quizás su enemistad comenzó cuando Juárez impidió la entrada a Oaxaca al


fugitivo Santa Anna quien venía huyendo de la capital del país debido a la ocupación
estadounidense de entonces. Cuando Estados Unidos invadió México en 1846 Santa
Anna se encontraba en el exilio. A la mitad de la guerra retornó al país y organizó la
defensa, que hasta ese momento había sido caótica y débil. Santa Anna fue un apoyo
formidable para los estadounidenses. En la batalla de La Angostura sus generales
Márquez, Miramón y Mejía dirigieron con habilidad al ejército mexicano y
estuvieron a punto de escribir una página gloriosa. Pero el Presidente Santa Anna
ordenó la retirada. Habiendo ya logrado la rendición del invasor, obedeciendo en
secreto al Pacto Masónico que había firmado tiempo atrás en la Habana. Con sus
múltiples estrategias como traidor, Santa Anna continuó con sus intentos de facilitar
el avance estadounidense.
Finalmente, gracias a las traiciones de otros generales masones, como Filisola, que
fue el culpable de entregar Chapultetec, los Estados Unidos propinaron una derrota
rotunda al ejército mexicano, y conquistó la capital. Santa Anna huyó a Oaxaca, y
fue capturado a causa de que Benito Juárez le impidió entrar.

Por esto, al llegar por undécima vez a la silla presidencial, Antonio López de Santa
Anna cobró venganza por haberle impedido ingresar al estado. Tal como Juárez se
lo había advertido a su esposa, un día mientras daba cátedra llegaron por el unos
militares para tomarlo prisionero2. Le dijo al oficial que le permitiera cinco minutos

2
Armando Ayala, La Epopeya de México Volumen II: De Juárez al PRI, México, 2005

12
para acabar su cátedra y éste accedió. Pasó a su casa donde se despidió de Margarita.
Juárez prometió enviarle una carta en cuanto pudiera, le encomendó protegerse con
su familia. Mientras se despedían en la habitación, un militar los interrumpió
argumentando que no tenían más tiempo.

En 1853 lo encerraron en las tinajas de San Juan de Ulúa. Al poco tiempo lo


trasladaron a Veracruz donde lo embarcaron en nave de bandera española rumbo a
Cuba para desterrarlo. Juárez llegó a La Habana y se trasladó a Nueva Orleáns, lugar
dónde buscó el apoyo de las logias masónicas locales. Juárez allí conoció a Melchor
Ocampo y otros refugiados que habían sido desterrados o simplemente eran
perseguidos políticos del dictador. Todos ellos se reunían en esa ciudad en secreto
para planear un golpe de Estado en contra de Santa Anna.

Juárez consiguió trabajo en una fábrica de puros como obrero con un sueldo
miserable. Sin embargo, encontró el amparo de Emile La Sere, un rico comerciante
de origen haitiano y del diputado/empresario John Slidell, accionista y gerente de la
Lousiana-Tehuantepec Co, empresa que buscaba crear una vía del tren hacia el istmo
de Tehuantepec para importar y exportar bienes. Al prestarle la ayuda económica
con la que Juárez y a los otros exiliados liberales vivían en buenas condiciones, los
comerciantes extranjeros esperaban que se les retribuyera cuando llegaran al poder.

Carrera a la Presidencia

Carrera a la Presidencia, En su exilio en Estados Unidos, Juárez quería apoyar a


la revolución que se estaba planeando en Ayutla. Así que logró embarcarse a Panamá
para luego llegar a Acapulco. Se le dio primero un humilde puesto de escribiente.

El 1 de marzo de fue pronunciado el Plan de Ayutla, en el Estado de Guerrero.


El documento planteaba la necesidad de formar un frente nacional para derrotar al
gobierno dictatorial de Santa Anna. Lo promovieron Juan Álvarez y Comonfort
junto con Benito Juárez, Melchor Ocampo y otros liberales desterrados por Santa
Anna, que se conocieron en Estados Unidos. Aunque no participaron directamente
en la lucha armada, estos personajes habrían de decidir el rumbo político de la
revolución.3

3
EL COLEGIO DE MÉXICO Op.cit. p.590

13
Juárez apoyó al Plan de Ayutla,
proclamado en 1854, y asesoró al
cacique acapulqueño que apoyaba a
Estados Unidos, Juan Álvarez para
que llegara a ser presidente
provisional, por encargo de los
liberales, pero fue repudiado por el
pueblo cuando llegó a la ciudad de
México por parecer un mero títere.

Sin embargo, Juan Álvarez al


alcanzar la presidencia, nombró a
Benito Juárez ministro de Justicia e
Instrucción Pública en 1855.

En esta época expidió la Ley Juárez, oficialmente conocida como Ley sobre
administración de Justicia y orgánica de los tribunales de la Nación, del Distrito y
Territorios. Esta ley coartaba los derechos de militares y eclesiásticos, como
suprimir los tribunales "especiales" que tenían ambos organismos. Mas no fue una
solución completa como la que firmaron posteriormente Ignacio Comonfort y
Sebastián Lerdo de Tejada en la que se separaba la Iglesia del Estado.

Después de ser presidente de México Juan Álvarez, siguió como Presidente


Ignacio Comonfort (con el que hizo el plan de Ayutla). En 1855, durante su
gobierno, Benito Juárez fue nombrado primero gobernador de Oaxaca, para
después ser nombrado Ministro de Gobernación y Presidente de la Suprema Corte
de Justicia.

En diciembre de ése mismo año, durante el golpe de estado ocasionado por


conflictos entre conservadores que apoyaban a la Iglesia y liberales que habían
apoyado la separación Iglesia-Estado, Juárez fue apresado por las fuerzas del propio
Comonfort. La razón fue la duda de los golpistas ante su posición, ya que Juárez
nunca se declaró abiertamente en contra ni a favor del conflicto, irónicamente
causado por la ley que él mismo había ayudado a sentar las bases.

14
Sin embargo, el propio Comonfort, quien había organizado su propio golpe de
estado contra su gobierno, acudió un mes después a pedirle a Juárez su ayuda, ya
que tanto liberales como conservadores no habían llegado a ningún acuerdo y el
gobierno se debilitaba cada vez más.

Así que Juárez fue a Guanajuato a ver al General Manuel Doblado, quien era
gobernador del estado, para organizar otro golpe de estado. Sin embargo, Doblado
junto con otros gobernadores, decidieron mejor desconocer a Comonfort como
presidente y nombrar mejor como sustituto al propio Juárez, mientras que Zuloaga
en la ciudad de México también se rebelaba en contra de Comonfort y de los
liberales. Esto ocasionó la Guerra de los Tres Años.[3]

Con la constitución de 1857, Juárez puso en acto las leyes de Reforma que
cambiaron el destino de nuestro país. Basta recordar aquí las sustantivas:

Constitución de 1857,

*Garantías Individuales
* Libertad de Expresión
*Libertad de asamblea
*
Libertad de portar armas.
*Eliminó la prisión por deudas civiles
* Prohibió los títulos de nobleza, honores hereditarios y monopolios.

Pero también……

* Separación de la Iglesia del Estado


* Nacionalización de los bienes de la Iglesia (es decir, robarle todo a la
Iglesia)
* Registro civil de los nacimientos, casamientos y defunciones
* Instauración de la educación laica

En el manifiesto que dirigió a la nación para explicar el sentido de esas leyes,


escribió: estas medidas "son las únicas que pueden dar por resultado la sumisión del
15
clero al gobierno, dejándolo, sin embargo, con todos los medios para que pueda
consagrarse exclusivamente al ejercicio de su ministerio".

De este modo, decía, el gobierno "cree también indispensable proteger en la


República, con toda su autoridad, la libertad religiosa", la libertad de cultos. Estas
leyes, seguidas por la determinación intolerante de su cumplimiento, dieron origen
a la nación secular, prácticamente atea, sustentada en los ideales masónicos más
rabiosos de toda nuestra historia.

Juárez Presidente Errante.


En 1858 Benito Juárez se convirtió en Presidente de la República por primera vez.
Tuvo que huir de Guanajuato donde fue nombrado, a Guadalajara, Colima y
Manzanillo escapando de Zuloaga quien estaba apoyado por el ejército y el clero,
clases injustamente afectadas por las leyes promulgadas durante el mandato de
Comonfort, basadas en la perversa Ley Juárez.

Juárez movió su gobierno entre los distintos estados, siendo perseguido por el
ejército federal y con muy pocos recursos. Su gobierno formó inicialmente una
milicia de unos cuantos cientos de hombres, entre los que se encontraban muchos
de sus amigos exiliados de Nueva Orleáns, como Melchor Ocampo.

Mientras realizaban una reunión de gabinete, un oficial lo traicionó y atacó junto


con algunos soldados. Juárez se levantó de su silla y se colocó de frente pidiendo le
disparen al pecho.

La historia oficial cuenta este mito:_


Guillermo Prieto en un arrebato se coloca delante de Juárez y grita: "Los
valientes no asesinan", continua: "Si quieren sangre, tomen la mía pero no toquen
al presidente". El oficial envaina su espada y se retira junto a su tropa.

Ante el avance de las tropas federales llega Juárez y su gobierno al Pacífico, donde
se ve forzado a embarcarse junto con su gabinete y quienes le acompañaban rumbo
a Panamá y de ahí cruza al Océano Atlántico para viajar hacia La Habana y luego a
Nueva Orleáns. En todos estos puntos los masones y el pueblo ignorante le
aplaudían y recibía muestras de admiración por defender su causa. En Nueva
Orleáns la prensa masónica lo aborda incesantemente.

16
Allí ven a Domingo de Goicuría, un traficante de armas cubano con el que
entablan negociaciones que a la fecha no están claras, pero era un mafioso de alto
poder.

En 1858 llegó Juárez a Veracruz, donde el Gobierno de Manuel Gutiérrez Zamora


le era afín junto con el Gral. Ignacio de la Llave. Al llegar al Puerto de Veracruz ya
lo esperaba su esposa e hijos en el muelle junto con gran parte de la población que
en ese día se desbordó al Malecón para recibir al “presidente constitucional”. No
cabe duda que la manipulación y las mentiras al pueblo católico siempre le han
funcionado a la Masonería, hasta la fecha. Allí pasó varios meses sin sobresaltos,
hasta el ataque de Miramón.

Miguel Miramón fue presidente de México en 1858, después de Zuloaga. Su


padre pertenecía al ejército de Iturbide. Es considerado uno de los niños héroes del
Castillo de Chapultepec durante la invasión de Estados Unidos de 1847. Combatió
a los liberales del lado de Santa Anna y los conservadores en la revolución de Ayutla.
En 1859 sitia al gobierno de Benito Juárez en Veracruz, pero la muy injusta y
perversa intervención de la marina estadounidense, que captura dos buques
mexicanos en aguas mexicanas, le impide consumar la victoria. En 1862, se
encontraba fuera del país y los conservadores pidieron al emperador Maximiliano a
Europa en su lugar. Cuando regresó, Maximiliano lo hizo general imperial. Realizó
el ataque contra Zacatecas, en el que estuvo apunto de aprehender a Juárez. Fue
perversamente fusilado junto a Maximiliano en 1867, por orden las logias masónicas
más poderosas y malvadas de nuestra historia.

TRATADO MAC LANE-OCAMPO

Juárez mandó a uno de los miembros de su ministerio de Relaciones Exteriores,


José María Mata, a negociar con los estadounidenses un trato en el que el gobierno
liberal pediría prestado 25 millones de dólares. La garantía del pago se hizo con la
promesa de los bienes que se robarían y se le confiscarían de la Iglesia, y demás
bienes de organizaciones que no pagaban impuestos.

"Tratado de tránsito y comercio entre los Estados Unidos y México, suscrito por
Robert Mac Lane, Ministro de los Estados Unidos en México, y Melchor Ocampo,
17
Ministro de Relaciones Exteriores de México, en Veracruz, el 14 de diciembre de
1859".

Art. 1° cede la República Mejicana á los Estados Unidos y sus conciudadanos y


bienes, en perpetuidad, el derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, de uno
a otro mar, por cualquier camino que actualmente exista ó existiese en lo sucesivo
sirviéndose de él ambas repúblicas y sus ciudadanos.

Art. 2° Convienen ambas Repúblicas en proteger todas las rutas existentes hoy ó
que existieren e lo sucesivo al través de dicho Istmo, y en garantizar la neutralidad
del mismo.

Art. 3° México no podría cobrar impuestos a mercancías que vinvieran de Estados


Unidos.Art.4° Cen cada uno de los puertos y puentes, México debía guardar en
almacenes los bienes extranjeros, libre de costo y libre de impuestos.

Art. 5° México estaba obligado a tener fuerzas armadas en todos estos caminos
para la seguridad, y además daba permiso a Estados Unidos para que sus militares
operaran en dichos caminos también.

Art. 6° La República de Méjico


concede a los Estados Unidos el
simple tránsito de sus tropas,
abastos militares y pertrechos de
guerra

Art. 7° La República Mejicana


cede por el presente a los Estados
Unidos, á perpetuidad, y á sus
ciudadanos y propiedades, el
derecho de vía o tránsito al través
del territorio de la República de
Méjico

Art. 8° lista de mercancías


admitidas para la venta y consumo
en uno de los dos países, sin
cobrarles impuestos:
18
"Lista de Mercancías, adjunta al Art. 8°"

Animales de todas clases.


Arados y barrotes de hierro sueltos.
Arroz.
Cacería y huevos frescos.
Etc.

Toda clase de tejidos de algodón, excepto la llamada manta trigueña.

Art. 9° se permitirá a los ciudadanos de los Estados Unidos ejercer libremente su


religión en Méjico, en público o en privado, en sus casas o en las iglesias y sitios
Podrán comprarse las capillas o sitios para el culto público, que serán consideradas
como propiedad de los que las compren.

Art. 10° En consideración a las precedentes estipulaciones, y por vía de


compensación a las rentas a que renuncia Méjico permitiendo el transporte de
mercancías libres de derechos por el territorio de la República, conviene el Gobierno
de los Estados Unidos en pagar al Gobierno de Méjico la suma de 4,000,000 de
duros, dos de los cuales se pagarán inmediatamente después de canjeadas las
ratificaciones de este Tratado, y los otros quedarán en poder del Gobierno de los
Estados Unidos, para pagar los gastos.

Art. 11° Este Tratado será ratificado por el Presidente de los Estados Unidos, con
el consentimiento y consejo del Senado de los Estados Unidos, y por el Presidente
de Méjico en virtud de sus facultades extraordinarias y ejecutivas, y las respectivas
ratificaciones serán canjeadas en la ciudad de Washington, dentro del preciso
término de seis meses a contar desde la fecha de su firma, o antes si fuese posible,
o en el asiento del Gobierno Constitucional, si el Presidente y el Senado de los
Estados Unidos hicieren algunas alteraciones o enmiendas que fuese aceptadas por
el Presidente de la República de Méjico.

19
El Tratado o pseudo-Tratado Mac-Lane Ocampo
no es defendible y todos cuantos lo han refutado, lo
han refutado bien, porque representó la constitución
de una servidumbre interminable...

El 15 de julio de 1867 regresó triunfalmente a la ciudad


de México, gracias al apoyo de los Estados Unidos.
Cuando se celebraron las elecciones, ya que Juárez no era
electo, sino provisional, La Iglesia contribuyó torpemente
a su triunfo al prohibir votar a los feligreses.

Para tener una buena política con sus hermanos latinos, expulsó a varios ministros
latinoamenricanos del país, entre ellos los de Guatemala y Ecuador, por supuestas
alianzas con los conservadores. También expulsó al ministro español y a los nuncios
apostólicos.

Ante la fragilidad de su gobierno, los conservadores Félix María Zuloaga y


Leonardo Márquez tenían oportunidad para recuperar el poder. Juárez tuvo miedo
de perderlo y solicitó al congreso facultades extraordinarias. Los miembros liberales
del congreso se negaron argumentando que cómo era posible después de una guerra
tan sangrienta para poner al país bajo una constitución, el mismo Juárez quisiera
violar los principios de legalidad dándose facultades de virtual dictador. Sin
embargo, dos grupos de conservadores atraparon a Ocampo y a Santos Degollado,
respectivamente, y los fusilaron, con toda justicia, desviando la atención de los
liberales del congreso a aniquilar a sus enemigos y se le otorgó dinero y permisos a
Juárez para acabar con ellos.

Entonces cincuenta y un diputados liberales, de su propio partido, firmaron una


carta que exigía la renuncia de Benito Juárez, pero él movió sus influencias
masónicas de liderazgo oculto y encontró 52 masones traidores a México que lo
apoyaban. Santos Degollado
Tuvo unas finanzas excepcionales durante su
mandato. Su gobierno arrojó un déficit presupuestario de 400,000 pesos mensuales. Sólo
logró recaudar un millón de pesos de la venta de las propiedades de la Iglesia, porque
en realidad se robó todo lo demás, como 15 millones, para sus masonas favoritos.

20
Déficit presupuestario: situación en la cual los gastos realizados por el Estado
superan a los ingresos no financieros, en un determinado período (normalmente un
año).

Al no tener dinero, dio de nueva cuenta a Estados Unidos una oferta, esta vez
ofreciendo muy traidoramente, como era característico de él, los derechos mineros
de Baja California, Chihuahua, Sonora y Sinaloa a cambio de cinco millones de
pesos. De no cumplirse el pago de la deuda, éstos estados pasarían a ser parte de
Estados Unidos. De nuevo, el gobierno de Washington decidió ignorar la traidora
propuesta de Juárez.

Intervención Francesa, y el Imperio de Maximiliano

Invasión francesa y Segundo Imperio Mexicano, Francia invade México.

Juárez fue siempre fiel a los principios masónicos y anticatólicos. Pero su lealtad
esencial no era partidista, como lo mostró su actitud en los días de la intervención
francesa y el imperio de Maximiliano. Cuando los ejércitos de Napoleón III
invadieron a México, Benito Juárez asumió a plenitud el cargo de jefe de la defensa
nacional, convocó a todas las fuerzas disponibles para combatir a Francia que
atacaba México, y sólo el apoyo de las logias yanquis salvaron su injusto y
depredador gobierno.

Al no poder pagar sus deudas con Europa, Juárez provocó que México perdiera
el puerto de Veracruz, porque el 15 de diciembre 1861 llegó una invasión española
de 6,000 hombres que no encontró resistencia. El 9 de enero de 1862, se les unieron
3,000 franceses y 800 ingleses.

Juárez, mientras tanto, pedía ayuda inútil a Estados Unidos promoviendo la


Doctrina Monroe, de "américa para los americanos", ofreciendo cada vez más cosas
con tal de no perder el poder con el que tanto estaba descristianizando y depredando
al país.

21
Los invasores ingleses y españoles salieron del país, ya que los franceses
sabotearon las pláticas para obtener el pago pacífico de las deudas.

El Partido Conservador, con todo derecho, se opuso a la promulgación de la


constitución anti-católica de 1857 por el partido Liberal.

Los conservadores pidieron entonces ayuda a Europa, los cuales accedieron


gustosamente por las deudas que México les debía, y porque ante el poder
de Estados Unidos que crecía cada vez más, vieron a México como la única
posibilidad de ser competencia para Estados Unidos.

Napoleón III emperador de Francia (sobrino de Napoleón Bonaparte) eligió a


Maximiliano de Habsburgo para ser el segundo emperador de México y se fue a
vivir con su esposa Carlota al Castillo de Chapultepec, en Ciudad de México.

El Papa Pio IX también apoyó la invasión de México. La Iglesia Católica, con


todo derecho natural y divino, estaba fuertemente disgustada con la aplicación de
las Leyes de Reforma en México. La encíclica del Vaticano Quanta Cura, incluía el
Syllabus errorum que era un catálogo de infracciones a los legítimos derechos de la
Iglesia en que Juárez incurría, como perverso masón.

"Levantamos nuestra voz pontificia con libertad apostólica en esta vuestra


plena asamblea para condenar, reprobar y declarar írritos y sin ningún valor
los mencionados decretos".

papa Pío IX respecto a las leyes de reforma en México.

Los franceses perdieron el 5 de mayo de 1862 un escaramuza en Puebla, contra


las tropas liberales mexicanas bajo el mando de Ignacio Zaragoza. Pero en realidad
ésta nunca estuvo en la batalla, sino escondido en una carbonería todo borracho.
Fue el general Miguel Negrete quien hizo retrodecer a los franceses, aunque poco
tiempo después éstos tomaron Puebla. Y fueron recibidos con júbilo por la
población católica antijuarista.

El General Zaragoza hizo caravana con sombrero ajeno, y mandó a Palacio


Nacional el famoso telegrama, lleno de autoleogios, que decía:

22
“Las armas del Supremo Gobierno se han cubierto de gloria: el
enemigo ha hecho esfuerzos supremos por apoderarse del Cerro de
Guadalupe, que atacó por el oriente de izquierda y derecha durante tres
horas: fue rechazado tres veces en completa dispersión y en estos
momentos está formado en batalla, fuerte de más de 4,000 hombres,
frente al cerro de Guadalupe, fuera de tiro. No lo bato, como desearía,
porque el Gobierno sabe (que) no tengo para ello fuerza bastante.
Calculo la pérdida del enemigo, que llegó hasta los fosos de Guadalupe
en su ataque, en 600 o 700 entre muertos y heridos; 400 habremos
tenido nosotros. Sírvase vd. dar cuenta de este parte al C.
Presidente.— I. Zaragoza”

El Ejército Mexicano ganó esta escaramuza, pero el Ejército Francés atacó


nuevamente a Puebla con refuerzos y mejores estrategias, llegando así el Segundo
Imperio Mexicano con Maximiliano de Habsburgo en 1864.
Por la maligna e ignorante influencia de los inmigrantes mexicanos, el 5 de mayo
es la fiesta mexicana adoptada en Estados Unidos y otras partes del mundo como el
“día de la cultura mexicana”; muchos extranjeros tienen incluso la idea errónea de
que ésta es la fecha de la celebración de nuestra independencia.

o Al final de la guerra contra Francia, en 1863, Benito Juárez lleva consigo el


Gobierno de la República hacia el norte a salvo de los invasores a la ciudad antes
conocida como “Paso del Norte” que hoy conocemos como Ciudad Juárez,
Chihuahua.
En la caravana iban los principales ministros de Juárez que llevaron consigo
carretas cargadas de papeles con los archivos de la nación. Y con toneladas de las
barras de plata que le habían robado a la Catedral Metropolitana.

Cuando la caravana pasó cerca de Dolores Hidalgo, Guanajuato, Juárez ordenó


desviarse y visitó la casa de Miguel Hidalgo cuidada por un hombre que decía haber
sido amigo de Hidalgo. Juárez se acercó al hombre y le preguntó al hombre sobre
23
cómo era Don Miguel a lo que este respondió que era un hombre extraordinario.
Juárez le dijo que él luchaba por los mismos ideales que Hidalgo (que ya hemos
leído cuales eran, y eran muy ajenos al bien de nuestro México).

Los franceses entraron a la capital mexicana sin disparar un solo tiro, ya que Juárez
y su gabinete estaban gobernando sabiamente desde San Luis Potosí (camino a
Chihuahua). De ahí siguió rumbo a Monterrey y a Saltillo.

A todo esto, Juárez no estaba con su esposa ni con sus hijos, ya que los había
enviado s a Nueva York, Estados Unidos, donde ayudado por el Secretario de la
Embajada de México, Matías Romero.

Mientras tanto, Maximiliano, habiendo aceptado la súplica de los conservadores


de gobernar México, se dirige a nuestro país y escribe optimistamente una carta a
Juárez para que tomara parte de su gobierno imperial. Juárez le contesta desde la
Ciudad de Monterrey el 1 de marzo de 1864 rechazando tal propuesta, por ser haber
sido mandado por Napoleón (III) y advirtiéndole el juicio que le esperaría, con la
siguiente carta:

Monterrey, Mayo 28 de 1864:


“Muy respetable señor: Me dirige Ud. particularmente su carta del 22 del
pasado, fechada á bordo de la fragata “Novara,” y mi calidad de hombre
cortés y político, me impone la obligación de contestarla, aunque muy de
prisa y sin ninguna redacción meditada, porque ya debe Ud. suponer que
el delicado é importante cargo de Presidente de la República absorbe
casi todo mi tiempo, sin dejarme descansar ni de noche. Se trata de
poner en peligro nuestra nacionalidad, y yo que por mis principios y
juramentos soy llamado á sostener la integridad nacional, la soberanía y
la independencia, tengo que trabajar activamente, multiplicando mis
esfuerzos para corresponder al depósito sagrado que la Nación, en el
ejercicio de sus facultades, me ha confiado; sin embargo, me propongo,
aunque ligeramente, contestar los puntos más importantes de su citada
carta.
“Me dice Ud. que abandonando la sucesión de un trono de Europa,
abandonando a su familia, sus amigos, sus bienes, y lo más caro para el
24
hombre, su patria, se han venido Ud. y su esposa Doña Carlota, á tierras
lejanas y desconocidas, sólo por corresponder al llamamiento
espontáneo que le hace un pueblo que cifra en Ud. la felicidad de su
porvenir. Admiro positivamente por una parte toda su generosidad, y por
otra parte ha sido verdaderamente grande mi sorpresa al encontrar en su
carta la frase: Llamamiento espontáneo, porque yo ya había visto antes,
que cuando los traidores de mi patria se presentaron en comisión por sí
mismos en Miramar, ofreciendo á Ud. la corona de México, con varias
cartas de nueve ó diez poblaciones de la Nación, Ud. no vió en todo eso
más que una farsa ridícula, indigna de ser considerada seriamente por
un hombre honrado y decente.
“Contestó Ud. á todo eso exigiendo una libertad libremente manifestada
por la Nación y como resultado de sufragio universal: esto era exigir una
imposibilidad; pero era una exigencia propia de un hombre honrado.
¿Cómo no he de admirarme ahora viéndolo venir al territorio mexicano
sin que se haya adelantado nada respecto a las condiciones impuestas;
cómo no me he de admirar viéndolo aceptar ahora las ofertas de los
perjuros, y aceptar su lenguaje, condecorar y poner á su servicio á
hombres como Márquez y O´Horán, y rodearse de toda esa parte dañada
de la sociedad mexicana?
"Yo he sufrido, francamente, una decepción; yo creía á Ud. una de esas
organizaciones puras, que la ambición no alcanzaría á corromper.
"Me invita Ud. á que venga a México, ciudad á donde Ud. se dirige, á fin
de que celebremos allí una conferencia, en la que tendrán participación
otros jefes mexicanos que están en armas, prometiéndonos á todos las
fuerzas necesarias para que nos escolten en el tránsito, y empeñando
como seguridad y garantía su fé pública, su palabra y honor. Imposible
me es, señor, atender á ese llamamiento: mis ocupaciones nacionales
no me lo permiten; pero si en el ejercicio de mis funciones públicas yo
debiera aceptar tal intervención, no sería suficiente garantía la fé pública,
la palabra y el honor de un agente de Napoléon, de un hombre que se
apoya en esos afrancesados de la nación mexicana, y del hombre que
representa hoy la causa de una de las partes que firmaron el tratado de
la Soledad.
“Me dice Ud. que de la conferencia que tengamos, en el caso de que yo
la acepte, no duda que resultará la paz y con ella la felicidad del pueblo
25
mexicano; y que el Imperio contará en adelante, colocándome en un
puesto distinguido, con el servicio de mis luces y el apoyo de mi
patriotismo. Es cierto, señor, que la historia contemporánea registra el
nombre de grandes traidores que han violado sus juramentos y sus
promesas; que han faltado á su propio partido, ó á sus antecedentes y á
todo lo que hay de sagrado para el hombre honrado; que en estas
traiciones, el traidor ha sido guiado por una torpe ambición de mando y
un vil deseo de satisfacer sus propias pasiones y aun sus mismos vicios;
pero el encargado actualmente de la Presidencia de la República, salido
de las masas obscuras del pueblo, sucumbirá (si en los juicios de la
Providencia está determinado que sucumba), cumpliendo con su
juramento, correspondiendo á las esperanzas de la Nación que preside
y satisfaciendo las aspiraciones de su conciencia.
“Tengo necesidad de concluir por falta de tiempo, y agregaré sólo una
observación. Es dado al hombre, señor, atacar los derechos ajenos,
apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su
nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios propios una
virtud; pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad y
es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará.
“Soy de vd. Atento seguro servidor. – BENITO JUÁREZ. “

Juárez se establece en Chihuahua. En


1864 el presidente Benito Juárez y sus
ministros, José María Iglesias y Miguel
Negrete arriban a territorio
chihuahuense e instalan el gobierno
masónico y republicano. En Chihuahua
la república gozaba de bastante apoyo
tanto del gobierno como del pueblo
ignorante del verdadero perfil de Juárez.
Exactamente un año antes de que
terminara el periodo constitucional de
Benito, Gónzalez Ortega entró a la Sebastián Lerdo de Tejada
oficina de Lerdo de Tejada
26
preguntando si se le entregaría la presidencia ese día o al siguiente argumentando
que la Constitución de 1857 no era muy clara al respecto…. a lo que Lerdo le pidió
unas horas para responderle.

Lerdo acudió a hablar con el Presidente Juárez de tal reclamación. Éste le contó
al presidente sobre la reclamación de Gónzalez Ortega además de decirle que
González Ortega era corrupto pues tenía pruebas de que había desviado fondos
para el ejército republicano para si mismo. La conclusión fue que González Ortega
se confundió pues el periodo constitucional de Juárez terminaba hasta un año
después. La confusión fue debido al hecho de que Juárez había ocupado la
presidencia de forma interina, pero ese tiempo no contaba dentro del periodo
constitucional (Benito Juárez pronunció un decreto en el que señalaba que por vivir
el país tiempos de guerra no era posible realizar las elecciones, por lo que su mandato
sería prorrogado hasta que la situación nacional se normalizara.)
En la tarde González Ortega tocó a la oficina de Lerdo y al pasar este le aclaró el
asunto. González Ortega no tuvo más que decir y se fue al poco tiempo con su
hermano a Norteamérica en un autoexilio.

Mientras tanto, en Nueva York, en plena guerra civil de Estados Unidos, las cosas
con la familia Juárez Maza no iban bien. Como pasa en todas las guerras, los víveres
en general escaseaban. Lo poco que había era sumamente caro, y no se conseguía
suficiente leña para calentar la casa bajo las gélidas temperaturas, sobre todo para la
pobre Margarita y sus 12 hijos. José María, el segundo de los tres varones, no pudo
con los fríos de dicha ciudad, cayó enfermo de pulmonía, y murió. Un año después,
en la misma ciudad y por la misma causa, murió Antonio, el tercero de los varones.
El matrimonio Juárez-Maza, enfrentó la muerte prematura de cinco de sus doce
hijos.
En 1850, cuando Juárez era gobernador, murió en Oaxaca María Guadalupe a un
año de haber nacido. Tres años más tarde, durante la expulsión a Juárez dictado por
Santa Anna, murió Amada a los dos años de edad en la ciudad de México, y en 1862
murió su hija Jerónima Francisca nacida dos años antes en Veracruz durante la
Guerra de Reforma.
A la muerte de José María en carta dirigida a Matías Romero, Benito Juárez
dijo: “esta muerte es la que más dolor me ha causado, … no me extiendo
más, porque bajo la impresión del profundísimo pesar que destroza mi
corazón por la muerte del hijo a quien más amaba, apenas he podido trazar
las líneas que anteceden…”.

27
El 21 de marzo de 1865 sus colaboradores y el gobernador de Chihuahua le
organizan una fiesta de cumpleaños, Juárez al enterarse señala que no quiere que se
gaste ni un centavo del erario en ninguna fiesta, a lo que le replican que no lo harán,
que los gastos serán personales. Ante tal realidad Juárez acude al evento organizado
a las 18.00, donde asistieron unas 800 personas, todas ignorantes del verdadero voto
masónico del más perverso gobernante que México haya sufrido.

Por su parte, en Estados Unidos las tropas al mando de Abraham Lincoln toman
la capital del Sur y derrotan al general Robert E. Lee. Matías Romero presenta las
felicitaciones del gobierno de la República Mexicana en los primeros lugares al
presidente Lincoln. Al poco tiempo Abraham Lincoln es asesinado. El parque
sobrante de la guerra en Norteamérica sería de mucha utilidad para la República y
contra el imperio francés.

Maximiliano en la Ciudad de México informaba a su gabinete que el país estaba


pacificado y que en pocos días el ejercito imperial entraría a Chihuahua para acabar
con Juárez. Napoleón manda el retiro de algunos miles de efectivos ya que en
Francia sufría por los excesivos gastos que representaba la invasión de México. El
Gral. Vinsel al mando del ejercito francés desde antes que tomara el puesto
Maximiliano le advierte a éste que el retiro de tropas fortalecerá a Juárez.

Maximiliano celebra su cumpleaños en la Ciudad de México. En el ambiente hay


una gran satisfacción porque se cree que la República, Juárez y los brotes insurrectos
de republicanos a lo largo del país han sido vencidos. Con esto se celebra además
del cumpleaños el triunfo de la monarquía. Maximiliano en agradecimiento al
mariscal francés y comandante en jefe del ejército monárquico Vasan le regala a éste
una mansión para que la habite con su esposa mexicana conocida entre la corte
como Pepita.

La ciudad de Chihuahua centro de la lucha.

Ante el inminente ataque francés, Juárez y su gobierno destruyen la papelería


importante para que no cayese en manos francesas. En una madrugada de mayo de
1865 los franceses atacan de madrugada Chihuahua al mando del General Agustín
E. Brincourt.

28
Tras ser bombardeada la ciudad de Chihuahua, cae en manos de los franceses. Juárez
y su gabinete escaparon rumbo al norte.
Lerdo de Tejada le dice a Benito que deben de escapar a Estados Unidos, a lo que
Juárez contesta que eso equivale a darse por vencidos y aniquilar la República. Juárez

Luís Terrazas: el latifundista más rico que ha existido en este estado y quien decía “no
ser de Chihuahua, sino que Chihuahua era suyo”. Terrazas erigió su imperio económico
ofreciendo la modernización y el desarrollo social de Chihuahua, pero logrando un
incuestionable empobrecimiento de las mayorías. Terrazas y su imperio repartido entre pocas
familias fueron un factor determinante para que se iniciara la Revolución Mexicana y para
que existiera un bandolero tan feroz Pancho Villa.
Organizó la defensa de la patria y colabora notablemente para que los invasores acaben de
salir del territorio mexicano y Juárez deje de buscar refugio en estos desiertos y se vaya con
su gobierno al centro, fusile en el Cerro de las Campanas a Maximiliano, y lo deje hacer sus
negocios en paz. Después acabo con los apaches y comanches.

se esconde entonces en la Sierra de Juárez (Chihuahua), haciendo creer a los


franceses que cruzó la frontera, por lo que da por terminada la persecución.

Los militares Manuel Ojinaga, Manuel Díaz (hermano de Porfirio Díaz) y otros
militares masones y traidores están con Juárez en la defensa de su gobierno errante.
En la huida hacia el norte, el gobierno de la república piensa detenerse en el lugar
llamado El ojo de la laguna, pero Terrazas, gobernador de Chihuahua, advierte que
algunos indígenas de la región colaboran con los conservadores, por lo que la
comitiva deberá cuidarse. Llegan al desierto de Samalayuca. Por fin, llegaron a
frontera terminándose el año 1865. Con los franceses detrás de ellos, parte de la
caravana de Benito Juárez le ruega continuar a Estados Unidos, pero se cuenta que
“este tomando un puño de tierra en la rivera del Río Bravo exclama que prefiere
refugiarse en algún cerro agreste y morir con la bandera en el pecho que abandonar
el suelo patrio.” Nunca lo dijo, en realidad. Es parte de los mitos creados por la
masonería para darle un culto divino a Juárez.

La República se recupera, con el apoyo de las logias yanquis. Matías Romero y el


secretario de la Embajada Mexicana ante Estados Unidos llegan a la casa de Doña
Margarita para acompañarla a la recepción que en Washington le prepara el gobierno
norteamericano de Johnson. Éste había desconocido al Imperio de Maximiliano y
reconocido en Juárez al único presidente legítimo de la República Mexicana.
29
Johnson envió 100 000 hombres a la frontera con México para acabar con los
invasores de México. También el embajador de México en Estados Unidos en París
presionaba a Napoleón III para que retiraran sus tropas de México. Maximiliano
ofreció a los confederados que habían perdido la guerra en Estados Unidos la
posibilidad de establecerse en Veracruz. Esto fue mal visto en el gobierno de
Washington.

Las fuerzas republicanas masónicas, al mando del General Luis Terrazas Fuentes
contraatacan a los franceses y retoman la Capital de Chihuahua el 25 de marzo de
1866, luego recuperan Parral y avanzan sobre el estado de Durango.

En esas mismas fechas el imperio de Maximiliano tiene cada vez más problemas.
Los conservadores comenzaron a rebelarse ante el imperio por que
Maximiliano no dio marcha atrás a las Leyes liberales de Reforma. Francia
había ordenado ya que para inicios de 1867 se retiraran por completo de México.
Carlota viaja a Europa en Julio de 1866 con el plan de buscar apoyo del Papa Pio
IX, Napoleón III y del hermano de Maximiliano.

La división entre los republicanos en México se hace más dramática ya que el


periodo constitucional de Juárez se acerca a su fin. Por tal motivo Juárez había
publicado un decreto en donde por argumentar que el país estaba en guerra extendía
su mandato hasta que se normalizara la República y se convocara a elecciones.
González Ortega autoexiliado en Norteamérica buscaba el reconocimiento de ese
país como presidente, mientras que recibía la ayuda de Ignacio Ramírez, "El
Nigromante".

Mientras que Carlota buscaba apoyo en Europa para el imperio, Maximiliano dejó
la capital y los múltiples problemas que allí tenía y se fue a pasar un tiempo a la Cd.
de Cuernavaca al Palacio de San Cloff. Carlota había recibido la negativa de
Napoleón III para entrevistarse, pero ella insistió y se trasladó a Paris. Ahí se
hospedó en el Gran Hotel de Paris donde consiguió una entrevista con los ministros
de Napoleón III y la emperatriz Eugenia, reunión que no prosperó pues éstos
últimos tenían instrucciones de no ceder en nada. Después Carlota consiguió una
cita con Napoleón III a las 10.00, del 18 de agosto de 1866 en su hotel. Los
acompañaban representantes del imperio mexicano como Juan Nepomuceno
Almonte y Pedro Hidalgo y representantes del gobierno francés como el ministro
de Estado entre otras personalidades, sin embargo la entrevista se dio sólo entre
Carlota y Napoleón donde conversaron Carlota buscando algún apoyo y Napoleón
30
negando cualquiera. Carlota sugirió incluso la disolución del congreso de Paris a
Napoleón. Éste último Finalmente, le comunicó que “iba a retirar al ejército pues lo
presionaban el parlamento francés y el gobierno estadounidense. El 21 de agosto,
el emperador le confirmó que podía hacer nada ni por Maximiliano ni por
México. Desesperada, sabiendo que su marido iba a ser ejecutado, la emperatriz
envió cartas a su hermano Leopoldo II de Bélgica, pero la respuesta fue que no
podría ayudarla. Se dirigió entonces al Vaticano creyendo que Su Santidad podría
salvar la vida de Maximiliano, sin saber que su esposo ya había sido injusta y
cruelmente ejecutado.” 4

En Chihuahua Benito Juárez recibía buenas noticias de todo el territorio nacional


respecto a la recuperación del control de la patria, que ya había vendido.

El 22 de agosto de 1866 Carlota sale del Gran Hotel de Paris con planes de ir a
ver al Papa Pio IX, pero le recomiendan hacer antes una escala en el Palacio de
Miramar en Italia, su antiguo hogar. El 27 de septiembre de 1866 Carlota visita al
Papa Pio IX. Ella da muestras ante el Papa de problemas mentales: “Pío IX observó
asombrado a la emperatriz balbucear palabras sin sentido y en forma dramática.
Carlota confesó su miedo y le aseguró que Napoleón y Eugenia la habían
envenenado. Acto seguido, introdujo cuatro dedos en su boca para vomitar el
veneno. Cuando el papa quiso llamar al séquito de Carlota, ella lo detuvo y en voz
baja le dijo que quienes la acompañaban no eran más que espías del emperador
Napoleón que la mantenían controlada y la matarían en cuando pudieran. De
regreso en su hotel de Roma, se negó a comer y tomar agua porque, aseguraba, todo
estaba envenenado.
A la mañana siguiente, muy temprano, regresó al Vaticano y ante las puertas del
Palacio Apostólico armó un gran revuelo de gritos y golpes exigiendo ser
recibida por el papa Pío IX en sus aposentos privados. Ingresando violentamente
a la recámara papal, Carlota se abalanzó sobre los restos del desayuno del papa,
todavía dispuestos en una bandeja, y los devora.”5

Abandonada por su familia, por los gobernantes, Carlota fue enviada al castillo de
Miramar, donde su estado de salud mental se fue deteriorando rápidamente. La reina

4
Alejandra Vallejo-Nájera en su libro ‘Locos de la historia’
5
Alejandra Vallejo-Nájera, Op. Cit.
31
María Enriqueta de Bélgica, se compadeció y la llevó a Bruselas para cuidarla
personalmente.

Maximiliano decidido a abdicar recorre el Palacio de Chapultepec indicando la


pertenencias a embarcar, deja la mayoría de las habitaciones intactas pues muchos
objetos habían sido regalos al pueblo de México y no a la persona de él o la
emperatriz. Sale sigilosamente rumbo a Veracruz. En Orizaba en noviembre de 1866
el Padre Fisher había organizado junto con los conservadores de la región una
multitudinaria manifestación en apoyo a Maximiliano y para impedirle que se fuera.
Maximiliano decide quedarse entonces en Orizaba por un mes para pensar que
hacer.

Tres personajes influían en Maximiliano poderosamente, el padre Fisher, su


médico Dr. Samuel Bag, de origen prusiano-judío, y su viejo amigo personal y
colaborador Estephan Haspan. El primero lo persuadía para que se quedara, los
otros dos para que se fuera a Europa pues veían la causa del Imperio perdida.

Maximiliano recibió el apoyo de los generales Leonardo Márquez, apodado "El


Tigre de Tacubaya" y Miguel Miramón
(ex presidente de México). Miramón
le notificó que se había conseguido
que la iglesia ofreciera 11 millones de
pesos, además de que se tenia la
posibilidad de reunir 29,000 hombres
y de que la junta de notables apoyaría
a Maximiliano. Maximiliano formó
un nuevo gabinete en Orizaba y su Maximiliano Tomás Mejía Miguel Miramón
plan incluía:

-Sostener a los franceses totalmente en México, ya que Maximiliano también sabia


que ellos eran su mayor apoyo.
-Crear un Congreso para legitimar su gobierno e invitar a los liberales a formar
parte de su iniciativa, incluido a Juárez.

Al poco tiempo se le informó a Maximiliano que se contaba con 29, 663 soldados,
más de 2 000 hombres de oficialía y 10 cañones para iniciar. La iglesia entregó un
adelanto de 2 millones de pesos.

32
Una afición de Maximiliano era cazar mariposas. En Orizaba lo siguió haciendo,
en una ocasión junto con un ilustre botánico europeo que deseaba fundar un museo
de historia natural en México. Idea que le surgió por la basta riqueza natural que
había encontrado en el país.

A finales de noviembre Maximiliano preparaba su regreso a la Ciudad de México.

Juárez y su gobierno llegan a Durango los primeros días de noviembre y realizan


una reunión con su gabinete de guerra. Deliberan sobre la toma de Matamoros que
era el único punto importante en el norte además de estratégico que aún quedaba
en manos del imperio. Se decidió utilizar un sitio (recordamos que es cuando los
soldados encierran a sus contrincantes sin que puedan salir, ni pueda entrar agua o
comida), como el utilizado por los franceses contra los liberales para rendir a la
Ciudad de Puebla. El plan se llevó a cabo.

Luego de tres semanas y algunas batallas menores entre los ejércitos, el Gral.
Tomás Mejía que defendía la Ciudad de Matamoros se rindió. Con esta victoria los
liberales controlaban todo el norte del país. Por ello hubo una gran fiesta del
ignorante populacho frente al Palacio de Durango, que funcionaba como Palacio
Nacional. Todo el norte era masónico y republicano (recuerda que los republicanos
eran liberales, y los del Imperio eran conservadores).

Ante el avance del control del país por los republicanos Juárez traslada su
gobierno rumbo a Zacatecas.

Juárez escribe una carta a Margarita comunicándole que pronto podrá regresar a
México y reencontrarse con ella y sus hijos.

Aún en Orizaba, Maximiliano pensaba que su hermano abdicaría a su favor en


Viena.

33
La madre de Maximiliano, la Archiduquesa Amalia,
le escribe una carta desde el Palacio de Schombroum
diciéndole: "Hijo mío... no abdiques,... tu posición en
Europa sería ridícula si lo hicieras, ...lo más correcto
hijo mío y lo más justo es que no regreses a Viena...".
A raíz de esta carta Maximiliano hizo traer de
inmediato a Miramón pues decidió regresar a la
Ciudad de México.

El Gral. Miramón fue derrotado en San Jacinto.


Sólo quedaba fuerte el Gral. Leonardo Márquez en las
fuerzas conservadoras.

El 13 de febrero de 1867 sale Maximiliano de la Ciudad de México rumbo a


Querétaro con 9000 hombres mal equipados (tanto conservadores como la legión
francesa que se quedó con él). Lo acompañaban entre otros personajes, el mariscal
Albert Hans y Leonardo Márquez, este último conocido injustamente como el
“Tigre de Tacubaya” por una supuesta masacre de médicos que mandó hacer allí.
(conocidos como "Los mártires de Tacubaya"). Nada más falso. La verdad es otra:
se fusiló justamente a los que sólo querían entregar a México al poder oculto de la
masonería, opuesta ferozmente contra nuestra fe católica.

Los Mártires de Tacubaya: Tacubaya, ubicado a las afueras de la Ciudad de


México, era en un lugar de descanso para la élite política; En abril de 1859, las tropas
del general conservador Leonardo Márquez deciden trasladarse a Tacubaya. Al ganar
la batalla, Miguel Miramón ejecutó a todos los oficiales y jefes liberales que habían
quedado prisioneros. Los médicos se niegan a abandonar a los heridos y murieron
también. A estos le llaman los mártires de Tacubaya.

Maximiliano salió de la Ciudad de México una semana después de que la mayoría


de las tropas francesas se retiraron de México.

Antonio López de Santa Anna se encontraba en Estados Unidos negociando con


financieros, empresarios y con el Secretario de Estado de aquel país, Mr. Siward, el
apoyo para ocupar la presidencia de México.

34
A finales de marzo Benito Juárez recibió un mensaje de Matías Romero desde
Nueva York informando que Santa Anna preparaba su regreso a México. En esos
días recibió también noticias de la embajada de México en Estados Unidos de que
el gobierno de aquel país manifestaba su apoyo a Benito Juárez y no a Santa Anna.
Sebastián Lerdo le comentó a Benito que Santa Anna seguramente pretendía
provocar un golpe de Estado al llegar a México. Comentó que redoblaría la vigilancia
para que si Santa Anna llegase a Veracruz fuese aprehendido inmediatamente.
Benito Juárez le contestó: "No se afane mucho usted porque si Santa Anna no
cuenta con apoyo de Estados Unidos no vale nada... Santa Anna ya no vale nada".

Con respecto a lo militar, los generales liberales Ramón Corona al frente del
Ejercito de Occidente y el Gral. Mariano Escobedo se reunieron en Querétaro. con
un total de 60,000 soldados.

Maximiliano creía que las fuerzas enemigas eran 28,000 hombres, con solo 2,000
de ellos en caballería. El Gral. Mariano Escobedo realizó un recorrido por una
eminencia desde donde pudo contemplar el campo de batalla próximo, Exclamó:
"Mañana comenzará el principio del fin para el imperio".

Los liberales impusieron un sitio a la Ciudad de Querétaro, con lo cuál no podía


entrar ni salir nada ni nadie, incluidos víveres o comunicados (telégrafo,
correspondencia, etc), durante una de esas batallas, lo que quedaba del ejercito
francés fue totalmente derrotado. Bombardearon algunos arcos del acueducto para
cortar el suministro de agua a la Ciudad. Los liberales lanzaron muertos imperialistas
al río para contaminarlo con miras en doblegar a los imperialistas. Ante el sitio y en
una junta de Maximiliano con su comitiva, Leonardo Márquez propone al
emperador que se le dé un contingente de caballería para ir a la Ciudad de México
por refuerzos y víveres. Se le concede.

Mediante una maniobra de distracción por la madrugada Márquez y su grupo logran


atravesar el sitio no sin perder varias decenas de hombres, lo cuál estaba
contemplado. Los liberales no persiguen a este grupo, considerando que no tenían
posibilidades de juntar apoyo ni de regresar.

Maximiliano envió a un valiente soldado apellidado Salvino como correo para


averiguar cómo va Márquez. El plan consistía en que debía hacerse pasar por liberal
y luego de mezclarse entre las tropas salir hacia la Ciudad de México. Al día siguiente
35
Salvino apareció colgado en un árbol con un cartel que decía: "Soy el correo del
emperador y estoy muerto".

El día 24 de abril Mariano Escobedo decide dar la batalla definitiva y última el 27


de abril.

Maximiliano tenía por cuartel general el


Cerro de las Campanas y también se
pasaba bastante tiempo en el Convento de
las Cruces, cerca de ahí. La comida de
Maximiliano era modesta, similar a la de
los demás, y se complementaba con pan
que le hacían las monjas del convento. A
Maximiliano se le veía sucio y desaliñado
como si estuviese en el frente de batalla.
Padecía enfermedades gástricas-nerviosas.
Maximiliano acudía al frente de batalla
para animar a su tropa y conocer la
situación de primera mano.

El día 5 de mayo de 1867 se cumplía un aniversario de la famosa Batalla de Puebla.


Los liberales celebraban por todo el país, en especial en la sede del gobierno
masónico de la República en San Luís Potosí y entre las tropas de Querétaro. Juárez
habló desde el balcón principal ante una multitud analfabeta que se reunió frente al
Palacio Nacional provisional. En su discurso dijo:

"Pueblo de México, amados ciudadanos, el baño de sangre por el que ha pasado


la República no podrá ser olvidado jamás. La sangre de vuestros hijos, la sangre de
vuestros esposos, la sangre de vuestros padres, no será derramada de manera inútil
por que al afianzarse la República se afianza la soberanía nacional". Y el concierto
de todas las naciones admirará a este pueblo, hoy y por los siglos hasta siempre
jamás, recordad esto, no podemos flaquear, tenemos que seguir adelante porque
nuestra recompensa será la gloria eterna y el respeto de todos los pueblos y naciones
que sabrán que México no es lugar donde venir a buscar aventura ni rostrar batalla
para someter a un pueblo a la esclavitud. En este momento os digo, ¡mexicanos!, la
libertad es una realidad, la libertad es un ejemplo para todas las naciones y los
pueblos y orgulloso estoy hoy de ser el presidente de los mexicanos por que la
nación realmente es hoy madura, hoy respetada, hoy temida, hoy bravía, hoy fuerte,
36
y esta lucha será el inicio, el comienzo de una grandeza que nunca acabará."
Discurso plagado de mentiras y de ocultamientos inconfesables.

Últimos días de Margarita y familia en Estados Unidos. Matías Romero le


presentó a Margarita Maza al Coronel McDown, comisionado por el gobierno
norteamericano de Ulises Grant para asegurar el regreso a México de Margarita y su
familia. El mismo coronel le dijo a Margarita que su misión era protegerla y hacerla
llegar con absoluto bien hasta México sin que nada le ocurriera.

Santa Anna planea un golpe de Estado. En el


mes de abril de 1867 Santa Anna estaba en una
residencia en una zona exclusiva de Nueva York.
Santa Anna mantenía vigilados a Margarita,
Matías Romero y a Ignacio Mariscal. Sabía hasta
lo que compraba Margarita en el mercado. Santa
Anna planeó rentar un barco grande llamado
"Virginia" y trasladarse junto con un gran arsenal
al Puerto de Veracruz para buscar un golpe de
Estado con el apoyo de sus paisanos los
veracruzanos.

En una reunión en su casa temporal en Nueva York le dijo al Sr. De la Borbolla...


"Ese me la ha de pagar, cuando era gobernador Juárez en Oaxaca me impidió la
entrada, Se atrevió a decirle a Santa Anna quien ha gobernado
11 veces Santa Anna a México: ``No puede usted entrar a Oaxaca, Sr. Santa
Anna, yo pondré mi ejército para lanzarlo fuera´´.... pero
llegaré a Veracruz y será mi turno. Iré a la Hacienda de Manga de Clavo y desde allí
promulgaré una rebelión nacional que arrojará de la presidencia otra vez a Juárez.”

Los proveedores de víveres del ejército republicano suben los precios. Sebastián
Lerdo y Benito Juárez veían que el ejército republicano tuviera todo para salir avante
en su empresa. En eso llegó al Palacio Nacional provisional de San Luís Potosí el
gobernador liberal de Guanajuato León Guzmán. El Bajío era entonces la única
región que proveía con víveres al ejército republicano. El gobernador de Guanajuato
se entrevistó en reunión privada con Sebastián Lerdo y Benito Juárez. El presidente
lo saludó, lo abrazó y le dijo "sabemos de las quejas sobre el mal uso del dinero...,
dígame que pasa en Guanajuato". El gobernador Guzmán les dijo: "Los rancheros
37
de Guanajuato, algunas áreas de Querétaro y el Norte de Michoacán se pusieron de
acuerdo para subir los precios exageradamente. No tenemos dinero para pagar." (En
referencia a los víveres para el ejército republicano).

Juárez dijo: "No puedo creer que los hacendados de la región piensen más en su
beneficio personal que en los inmensos sacrificios que la patria hace por darles orden
y paz; mándenme una lista de todos los rancheros y agricultores, por ahora no
podemos ponerlos en nuestra contra, pero luego los castigaremos. Este egoísmo no
tiene límites".

Una vez que el gobernador se fue Sebastián Lerdo le preguntó a Juárez que,
hipócritamente lucía muy triste: "¿En qué piensa Don Benito?", respondió: "En el
egoísmo humano, Don Sebastián, a mi me ha costado dos hijos esta guerra, Toñito
y Pepito, pero hay quienes solamente piensan en bienes materiales. ¡Vea estos
precios! ¡Hasta 4 veces más caro esta el cuarterón de maíz! y créame no se si por ser
indio o por qué, pero no los entiendo, no entiendo a quienes se quieren enriquecer
de la miseria, de las masas, del dolor y del sufrimiento de los otros, pero estaremos
atentos Don Sebastián, ahora dejaremos que se hagan ricos, después ya les
cobraremos impuestos terribles para devolver esa riqueza a las manos de la nación.
Dejémoslos que se ilusionen, tarde o temprano se hará justicia. Ardo en deseos de
que esta guerra se acabe, ¿Por qué siempre es el pobre el que sufre más? ¿Por qué
siempre es el pobre el que lo tiene que dar todo mientras que otros se avorazan y se
envilecen buscando sólo la riqueza material?, pero ay de aquellos que lo han hecho
porque si yo sigo siendo el presidente ¡lo pagarán! lo juro ante usted." Otro discurso
lleno de mentiras, en el cual oculta sus inmensos robos a la Iglesia y al pueblo de
México.

El ejercito republicano se tuvo que abastecer de altísimos costos por lo que los
impuestos en la región de Guanajuato se tuvieron que subir al doble y luego al triple.

Maximiliano, prisionero de la República. Maximiliano, luego de reflexionar


pide a un general de su confianza ir como mensajero ante el Gral. Mariano Escobedo
y plantearle su rendición condicionada. Las condiciones eran que se le diera un
salvoconducto para salir de México, que nunca regresaría, que se respetara la vida y
las propiedades de los generales, oficiales y tropa. El general Escobedo ante tal
propuesta dijo que se lo consultaría al Sr. Presidente y que regresara en unos días a
la misma hora.

38
Juárez fue consultado directamente por el Gral. Mejía, ministro de la guerra a lo
que respondió: "Rendición incondicional". El Gral. emisario de Maximiliano regresó
por la respuesta y ante ésta se retiraba, pero el Gral. Escobedo le propuso que si le
entregaba a Maximiliano le perdonaría la vida a lo que éste planteando que así
salvaría la vida de muchos hombres aceptó traicionar a su emperador.

Alrededor de las 4.00, el traidor condujo a los liberales hasta el convento de las
cruces apartando a los hombres que cuidaban éste. Cuando Maximiliano se dio
cuenta y los demás oficiales los liberales ya habían entrado al Convento y estaban
apresando a los oficiales que aún dormían. Maximiliano pudo escapar hacia el Cerro
de las Campanas, pero a las pocas horas fue rodeado y tuvo que entregar su espada
al Gral. Corona diciendo: "Esta espada es del Pueblo de México". Maximiliano pidió
que si debía de correr sangre fuera únicamente de él y volvió a pedir amnistía para
sus tropas y oficialía. A Maximiliano se le dijo que no era considerado como
Emperador de México, sino como Archiduque de Austria y que a partir de ese
momento quedaba en calidad de prisionero de la República". Se le notificó que se
consultaría con el Presidente su petición.

La noticia de Maximiliano y su imperio dio la vuelta al mundo. En Europa hubo


mucho movimiento diplomático pidiendo a través de los embajadores en EE.UU.
que este país interviniera a favor de Maximiliano. Aunque la mayoría de los
gobiernos europeos, señalaban a Napoelon III como el asesino, por negarle su
apoyo (siendo el unos de los que lo habían instaurado en el trono) y haber dejado al
archiduque a su suerte.

En Nueva York, La familia Juárez dejan por fin la casa que habían ocupado allí
por tanto tiempo y así Margarita, junto con sus hijos, su yerno, dos féretros con sus
dos hijos finados y personal de la Embajada de México en EUA parten en tren
oficial del gobierno norteamericano rumbo a Washington. Allí son recibidos con
gran júbilo y Margarita fue noticia de primera plana en los periódicos de entonces.
Estuvieron allí tres semanas. Mr. Siward dijo al Embajador mexicano Matías que
tenía informes de que Antonio López de Santa Anna planeaba secuestrar a Margarita
por lo que se tomaron medidas respecto del itinerario que sería distinto en lo
anunciado que lo realizado. Santa Anna tenia espías desde hace tiempo vigilando a
la familia Juárez, incluso en el Departamento de Estado.

39
La condena de fusilar a Maximiliano creó presiones dentro y fuera de
México, algunas hechas por reconocidas celebridades europeas, como
Víctor Hugo y Garibaldi. Juárez, por sus juramentos masónicos ym su
odio a la Iglesia Católica, fue inflexible. Sostuvo que Maximiliano
había sido condenado a la pena de muerte por los crímenes cometidos
contra una nación independiente; su condena era el castigo merecido a
las potencias imperialistas y a las monarquías absolutas,
acostumbradas a avasallar a los países débiles. Nosotros, decía Juárez
en el documento que justificaba su determinación, “heredamos la
nacionalidad indígena de los aztecas, y en correspondencia con ese
legado no reconocemos soberanos, ni jueces ni árbitros extranjeros”.

Por consejo de Lerdo de Tejada a Juárez, se nombra un tribunal militar para juzgar
a Maximiliano y dos de sus generales Manuel Miramón y Tomás Mejía. Maximiliano
y dos generales de su círculo más cercano, entre los cuales estaba Miramón, son
juzgados en el Teatro de la Ciudad de Querétaro. El juicio dura tres días. A los tres
se les condena a morir al otro día fusilados por los delitos de, entre otros, de apoyo
a los invasores franceses además de traición a la patria para los mexicanos y de
usurpación del poder para el austriaco. La condena dio la vuelta al mundo,
destacando en Europa donde los periódicos decían que "el indio sació su sed
de sangre", algunos dibujaban a Juárez vestido de indio norteamericano
devorando con grandes colmillos a Maximiliano. Muy justa la comparación.

El gobierno de Juárez recibió gran cantidad de notas diplomáticas y toda clase de


correspondencia para pedir por la vida de Maximiliano. La princesa de Salm-Salm,
cuyo esposo, el príncipe de Salm-Salm era del grupo cercano de Maximiliano y
también estaba detenido, acude ante Juárez para rogar por la vida del emperador y
40
de su esposo. Incluso se arrodilla ante Juárez. Este le dice que no puede hacer nada
ante la justicia. Luego de toda esta presión por la vida de Maximiliano y el resto de
imperialistas, Juárez concede tres días de retraso para el fusilamiento de
Maximiliano, Miramón y el otro general enjuiciado. En esos días acuden más
personas a ver a Juárez, sobre todo mujeres. La esposa de Miramón va con sus dos
pequeños hijos a pedir por su esposo y la esposa del Gral. Miguel Mejía hizo lo
propio con un embarazo avanzado. Luego de lo cuál dio a luz en el camino rumbo
a Querétaro donde el recién nacido pudo ser visto por su padre prisionero. No a
todas las personas que lo solicitaron se les permitió ver a Juárez, pero si a la princesa
de Salm-Salm que lo vio por segunda vez. Igualmente le rogó, esta vez con mas
empeño. Juárez argumentó que no podía cambiar la justicia y que de hacerlo los
mexicanos se le echarían encima, incluso podían pedir su muerte.

La sentencia se consumó la mañana del 19 de julio de 1867 en el Cerro de las


Campanas. La noticia dio la vuelta al mundo.

Todos los párrafos siguientes son parte de la Historia Oficial de ADN


masónico. Se transcriben en este libro para conozcas las mentiras que se han
dicho sobre Juárez:

41
“La república restaurada. Juárez
prepara su regreso a la Ciudad de
México. El gral. imperial Leonardo
Márquez estaba en la Ciudad de México
aún con un grupo de hombres
oponiendo resistencia. Porfirio Díaz
tenia la encomienda de hacerle frente.
Santa Anna había llegado a Veracruz en
un barco alquilado el cuál era su cuartel
general y en el cuál también dormía. Su
propósito era llamar a la rebelión en
contra de Juárez y continuar con el
gobierno imperial con el a la cabeza. En
el puerto de Veracruz y la Ciudad de
Xalapa contaba con muchos adeptos, ya
que el era del Estado de Veracruz. Estas
dos ciudades lo recibieron con
ceremonias oficiales. En una polémica
intervención norteamericana, el
consulado de EUA en Veracruz notifica
de los planes de Santa Anna al presidente Jonhson el cuál decide que un cañonero
norteamericano que estaba cerca del Puerto de Veracruz, bombardease el barco de
Santa Anna para obligarlo a partir fuera de costas mexicanas y con esto evitar toda
posibilidad de llevar a acabo su plan y con esto consolidar el gobierno de Juárez.
Santa Anna que es ese momento estaba en reunión en el barco, no tuvo más remedio
que partir hacia Cuba”.

“Juárez sale rumbo a Palacio Nacional por "El paseo de la Emperatriz" que desde
ese momento cambia de nombre a "Paseo de la Reforma". En la alameda central se
sueltan una gran cantidad de palomas blancas. Luego de pasar por el Paseo de la
Reforma, Juárez y su comitiva se dirigen hacia el Palacio de Minería por la que hoy
es la avenida Juárez. Juárez había decretado que se dejara en libertad a todos los
presos que apoyaron la causa imperial. Iniciaba la reconciliación nacional.

“El 15 de julio 1867 Juárez entra a la Ciudad de México. Izó la bandera en la Plaza
de la Constitución. El 20 de julio el gabinete se reunió en Palacio Nacional a las 9.00.
42
Allí se trataron algunos temas importantes, como el de la existencia de disputas con
la Gran Bretaña y sobre la deuda pública de México. La Gran Bretaña deseaba
reconciliarse con México, (luego de que participó en la incursión militar en México
junto con Francia y España). El gobierno de la Reina Victoria ofreció dos años de
moratoria a cambio de renegociar la deuda y reestablecer relaciones diplomáticas.
Benito Juárez ordenó que se aceptaran tales ofrecimientos. El presidente comentó
que era importante la paz con todas las naciones, así que adelante. Pidió al ministro
del exterior informar que se les daría parte de la franquicia para la construcción del
ferrocarril de Veracruz a la Ciudad de México.

“Juárez dijo que se debía convocar a elecciones para que su gobierno fuese
legítimo. Que el se presentaría a las elecciones. Porfirio Díaz reclamaba también
elecciones. Juárez instruyó a Sebastián Lerdo de Tejada que se encargara de
convocar las elecciones. José María Iglesias dijo: "En esta mesa todos somos
Juaristas, Señor Presidente". Benito Juárez puntualizó: "¡Eso no!, en esta mesa todos
somos republicanos, no juaristas. Si el designio del pueblo es que otro los gobierne
todos seremos dóciles a la voluntad ciudadana".

“Margarita y familia regresan a México. Margarita y familia desembarcaron del


guardacostas norteamericano en Veracruz, luego se trasladaron en el ferrocarril que
para entonces tenia ya más de 90 km. Lo abordaron en los andenes en medio de la
algabaría popular y aplausos.

“Una vez que Margarita y familia llegaron a Orizaba fueron recibidos con
campanazos y con cohetones por mucha gente. Ahora viajaban en carrozas. En un
carro de mulas iba el equipaje y en un carro grande iban los ataúdes de toñito y
pepito. En la Ciudad de Puebla también hubo aplauzos, multitudes y campanazos.
El 23 de julio de 1867 luego de pernoctar y antes de que saliera el sol, Margarita y
familia partieron rumbo a la Ciudad de México. Benito Juárez les dio alcance en el
Pueblo de Ayotla, librando de esa forma en gran medida la algabaría popular y
facilitándose recibirlos personalmente. En ese pueblo igual que en todo el recorrido
la comitiva fue recibida con campanas y multitudes. Benito Juárez llegó en su clásico
carruaje negro, vestia levita nueva, una gran chistera y un bastón de 2000 pesos que
le había sido obsequiado en Zacatecas como símbolo de la República. Llevaba unas
flores en la mano para Margarita. Margarita lucia mucho más delgada y era escoltada
junto con su familia por el ejercito republicano. Una vez cerca, Margarita caminó
directamente hacia Benito Juárez, él corrió hacia ella en los últimos momentos.
43
Benito Juárez escribió días después: "Aquel momento valía por todas las
recompensas que un hombre puede recibir" . Hubo también abrazos y caricias del
presidente para sus hijos y para su yerno Santacilia. Una vez en la Ciudad de México
los recibió una gran cantidad de gente así como muchos miembros del gabinete y
del gobierno, la familia se alojó en el Hotel Iturbide conforme a lo planeado y
después de unas horas Benito Juárez y Margarita al fin pudieron estar solos luego de
tantos años.

“Segundo mandato constitucional. Luego de ganar en las elecciones, el 16 de


enero de 1868 Juárez se reinstala en la presidencia con una reunión de todo su
gabinete. Juárez decia a menudo que eran los tiempo de la paz y la concordia.

“Prioridades: educación e infraestructura. En este nuevo periodo Juárez crea dos


despachos nuevos, el de instrucción pública y el de fomento estando a la cabeza de
ellos respectivamente Francisco Mejia y el Ing. Lasz Barcasten. Juárez planeaba
educar e industrializar al país.

“Juárez pretendía expandir la educación pública con carácter gratuito y laico en


todo el país con la construcción de cientos de escuelas. En ese tiempo la población
de México era de siete millones de personas de las cuales cinco millones eran
ignorantes y pobres. Sólo unos 800,000 eran letrados. Para hacerse de recursos
Juárez despidió 60,000 militares ("Maestros por soldados" -decía-); también pidió
negociar el aplazamiento de pago en la deuda extranjera con algunas naciones como
Inglaterra. La educación sería laica, en ese entonces ello constituía una catarsis para
la Iglesia y el pensamiento que ésta suministraba a la población creyente. Se llevó a
cabo un gran plan de alfabetización nacional.

“Con respecto a la infraestructura, Juárez deseaba terminar la línea férrea de


Veracruz a la Ciudad de México antes de terminar su mandato. Eran en total 478
Km., de ferrocarril con sus respectivos puentes, túneles y desvío de aguas entre

Le dijo a Sebastián Lerdo que no necesitaban tantos templos sino escuelas, -


"Telégrafos, escuelas, caminos, futuro y no pasado es lo que México necesita"
decia Juárez para justificar su decisión.
otros. Juárez lograría instalar 5,000 Km de telégrafo en tres años con el apoyo de
inversionistas mexicanos y extranjeros.

44
“Inversión privada y extranjera. En ese tiempo Antonio Escandón era el hombre
más rico de México por lo que Juárez lo llamó para pedirle apoyo en el desarrollo
del país. Escandón ofreció crear un club de industriales y llevar allí los intereses de
industriales norteamerianos y de otros países. Escandón vendió una hacienda y
terrenos aledaños de lo que hoy es en su honor la Colonia Escandón, para apoyar la
construcción del ferrocaril.

“Los ministros le aconsejaron a Juárez traer inversión extranjera para los


proyectos del gobierno. Una ídea fue invitar a Mr. Siward, ex-secretario de estado
de EUA, a México para atraer el interés de los inversionistas norteamericanos.
Siward llegó por barco a México por el puerto de Manzanillo el 2 Octubre de 1869,
Colima donde el gobernador de allí le dio a él y a los industriales que lo
acompañaban una cálida bienvenida.

“Inestabilidad política. Unos 700 conservadores planeaban una conspiración


contra Juárez, se reunían en secreto en el Templo de San Andrés, donde había
reposado por un tiempo los restos de Maximiliano. Este templo de extraordinaria
arquitectura estaba frente al Palacio de Minería, sobre el terreno que hoy ocupa "La
Estatua de Caballito".

“En febrero de 1868, con diversos informes de inteligencia sobre lo que acontecia
en el Templo de San Andrés. Juárez decidió demoler ese templo y veinte más de la
capital, entre ellos el de Santo Domingo y el de la Merced. Sus ministros le
advirtieron que esa medida sería alebrestar a la población en su contra pero él no
cambió su decisión que le había tomado varias semanas y dijo que asumia la
responsabilidad histórica de su decisión. Los periódicos de la época hicieron eco de
tal decisión y acción con su consecuente caída en la popularidad de Juárez.

45
“Porfirio Díaz se había
revelado contra Juárez y con la
bandera de la no reelección
insentivaba el alzamiento en
diversos puntos del país.
También los conservadores y
el clero estaban en contra de
Juáres y veían positivos los
alzamientos. En los poblados
veracruzanos de Tierra
quemada, Huatusco y Perote
hubo varios levantamientos
contra el gobierno de Juárez.
Durante los años de 1868 y
1869 acontecieron éstos y Porfirio Díaz
otros levantamientos contra el
gobierno de Juárez.

“El Gral. Patoni y el Gral. Jesús González Ortega luego de estar en la carcel
obtuvieron su libertad.

“Existía mucha delincuencia y corrupción de burócratas y de la policía. Mucho


los atribuían a la gran desigualdad económica de la población y a los 60 000 militares
despedidos en 1868. Juárez creó una policia para combatir la delincuencia.

“Juárez repatrió a todos los religiosos en el exilio presuntamente por influencia


de su esposa.

“Los Juárez pierden a Margarita. Al principio de este periodo Juárez solia trabajar
hasta pasada la media noche, sin embargo por el año 1870 cambió su hora de salida
a las 18.00 para pasar el resto del día con su esposa y su familia. Margarita desde un
tiempo atrás había empezado a tener manifestaciones de una enfermedad que los
médicos pensaban era probablemente grave.

“Margarita y Juárez se paseaban por el Paseo de Bucareli junto con sus hijas e
hijo. En ese tiempo Bucareli remataba en la actual Arcos de Belén, era un centro de
reunión social donde paseaban gente de todas las clases sociales. Los ciudadanos
podían acceder al presidente directamente.
46
“Los Juárez tenían una casa en los límites de la Ciudad, junto al Templo de San
Cosme, número 4 de la Calle Puente Levadizo (¿ahora?) .

“Juárez tenia cinco hijas: Manuela (apodada Nela por la familia) casada con Pedro
Santacilia, Felicitas; Maria de Jesús casada con Pedro Contreras, de origen español;
Margarita; Soledad y Josefa. Además el más pequeño de sus hijos era Benito de unos
13 años. Susana, la primera hija de Juárez cuya madre era la primera pareja de Benito,
había sido adoptada por Margarita y era parte integral de la familia Juárez Maza,
nunca se casó.

“En agosto de 1869 los médicos le dijeron a Juárez que la enfermedad de


Margarita era progresiva y mortal. Al parecer era cancer. Juárez salia temprano de
su oficina pero llegaba alrededor de las 6:30 de la mañana.

“El 2 de enero de 1871 Margarita recibió los Santos Oleos del cura del templo de
San Cosme. Toda la familia se reunió ese día incluyendo a Susana. Juárez ese día
estuvo allí desde las 10.30. A las 15.00, Margarita le pidió a Juárez velar por Susana
e hijas solteras. Juárez lloró. Juárez le dijo que se pondría bien. Margarita le pidió a
Juárez cumplir con el deseo de sus hijas de casarse por la iglesia. A las 16.00,
Margarita murió con una sonrisa. Juárez gritó de dolor.

“Juárez le pidió a mis amigos que manejaran el fallecimiento muy discreto.

“Pero Sebastián Lerdo dijo que no se podía hacer aquello por que era una mujer
muy querida y los periódicos publicaron la noticia. el país entró en luto. Moños
negros en muchas edificaciones, suspención de obras teatrales y otras
manifestaciones. Cientos de personas se dieron cita para acompañar el cuerpo
rumbo al sepelio en el cementerio de San Fernando, cientos de coches y cientos de
personas a pie.

“Juárez instruyó para que no se le acercaran políticos de ningún tipo


exclusivamente amigos y familiares cercanos. Se venian tiempos electorales y Juárez
no deseaba que mezclacen tal acontecimiento con la política.

47
“Elecciones de 1871. Sebástian Lerdo le sugiere a Juárez que no se presentara en
las elecciones de 1871, le sugiere ver por su salud. El mismo Juárez le había
comentado que quizás ya no se postularía.

“Sebastián Lerdo, al poco tiempo que había regresado Juárez a su despacho luego
del sepelio de Margarita le pide su renuncia a Juárez, se la acepta. Desde hace tiempo
Sebástian deseaba ocupar la presidencia y deseaba lanzarse a la presidencia, el mismo
se lo dice a Benito.

“Juárez tuvo muchas críticas por desear prolongarse tanto tiempo en el poder.
Muchos de sus antiguos amigos o colaboradores se habían vuelto sus críticos.

“En julio de 1871 habría elecciones, los candidatos eran Sebastián Lerdo, Porfirio
Díaz y Benito Juárez. El 7 octubre de 1871 la comisión escrutadora dio el fallo
definitivo: Sebastían 2874 votos electorales, Porfirio 3555 y Juárez 5837. Juárez era
el ganador.

Sin embargo, con toda justicia, se acusó al gobierno de Juárez de


fraude electoral.

El “Plan de la Noria. Porfirio Díaz se había separado del ejército y con el cobijo
de su sobrino Félix Díaz, gobernador de Oaxaca, se traslado a la hacienda de la
Noria en ese mismo Estado, donde se fabricaban cañones. Al poco tiempo Porfirio
Díaz pronunció el Plan de la Noria donde desconocía a Juárez y llamaba a levantarse
en su contra. La "no reelección" era una de las principales imputaciones contra
Juárez, Porfirio lo acusaba de dictador.

“El 1 de octubre de 1871 se manifestaron muchos militares como los del cuartel
de gendarmería, pretendieron tomar en la Ciudadela una posición militar. En su
desfile por las calles hacia la Ciudadela gritaban: "¡Viva Porfirio Díaz! ¡Muera la
reelección!".

“Juárez enfrentó la rebelión enviando al Gral. Sostenes Rocha a hacer frente a los
rebeldes en la Ciudadela. Otros militares se apostarían en los puntos altos cercanos
a Palacio Nacional. A las 18:00 inició la batalla. Los militares del gobierno
doblegaron a los rebeldes. Algunos generales y tropa huyeron hacia el Ajusco.
48
“Existieron otros altercados militares durante 1871 que fueron controlados, pero
que reflejaban la inestabilidad política de Juárez y el apoyo armado a Porfirio Díaz.

“Juárez se siente inútil sin Margarita. Una tarde visitó junto con varias de sus hijas
la tumba de Margarita. Les platicó una anecdota de la tarde que en llegó Mr. Siward
con el grupo de empresarios norteamericanos. No se le acomodaba el cabello y le
pidió a Margarita limón
que era lo único que se lo
controlaba. Margarita se
lo puso y lo peinó. Luego
le hizo el nudo de la
corbata pues Juárez
estaba nervioso y no le
salía. Margarita le dijo
"¡Que inútil eres!".
Juárez les dijo a sus hijas
que ella tenía razón, ¡Sin
Margarita se sentia un
inútil! En ese mismo
lugar Juárez tuvo un
mareo que lo hizo
sentarse debido a un dolor en el pecho.

“Últimas horas. Juárez tuvo otro episodio de dolor en el pecho que le hizo
doblegarse mientras Balandrano le leía las noticias importantes. Balandrano era un
periodista amigo de Benito, secretario particular de él y director del diario oficial.

“El 17 de julio de 1872 por la tarde Juárez decide no dar su acostumbrado paseo
de su carruaje y le pide a su yerno Santacilia que lo acompañe para luego ir al teatro
con su esposa Nela y así contarle la función. Juárez dormia en su alcoba de Palacio
Nacional acompañado de su hijo menor Benito. Esa noche leyó un libro en francés,
en la página 232 que describía la entrada del Emperador Trajano a Roma y el inicio
de su gobierno de 20 años, Juárez dejó un pequeño papel con el texto: "Cuando la
sociedad está amenazada por la guerra; la dictadura o la centralización del poder
pueden ser un remedio para aquellos que atentan contra las instituciones, la libertad
o la paz". Esa noche sólo tomó un atole, tuvo náuseas que no lo dejaron dormir,
por lo que despertó a su hijo Benito.
49
“El 18 de julio a las 9.00 tuvo que llamar a su médico Ignacio Alvarado el cuál
llegó cerca de las 10.00. A las 11.00 tuvo calambres muy dolorosos que lo llevaron
forzosamente a la cama. Tenía el pulso bajo y sus latidos débiles. El tratamiento
aplicado (típico de la época) fue arrojarle agua hirviendo en el pecho, cosa que se le
hizo luego de colocarle la olla hirviendo en el pecho. Con tal remedio, Juárez
reaccionó.

“La familia pasó al comedor y se quedó en la recámara con el médico. Benito


platicó al médico historias de su niñez. Le contó que el Padre Salvanueva era el
hombre mas bondadoso que el conoció. Ante la pregunta al médico de si lo suyo
era mortal, el médico Alvarado le dijo: "Sr. Presidente: ¡Como lo siento!".

“Juárez siguió mal. Su familia estaba reunida, hijas, hijo, yernos y amigos. También
diversos amigos y políticos fueron llegando a la sala.

“Juárez tuvo la insistencia de los ministros de relaciones exteriores José María


Lafragua y el ministro de la Guerra Gral. Alatorre, en esa tarde ambos pidieron ver
al presidente para recibir instrucciones. Juárez en ambos casos tuvo que vestirse y
hablar con ellos, escucharlos y darles instrucciones.

“Los médicos mexicanos más prestigiados de entonces acudieron a Palacio


Nacional: Gabino Barreda y Rafael Lucio pero nada pudieron hacer.

“Juárez se tendió de lado izquierdo poniendo una mano bajo su cabeza. Muy
fatigado, con evidente falta de oxígeno sonrió e inmediatamente murió. Eran las
23.35 del 18 de julio de 1872 cuando los tres médicos reunidos declararon muerto
al presidente. Sus hijas gritaban de dolor: "¡papá! ¡papá no te vayas!". La causa fue
angina de pecho. En la actualidad, una placa en el lugar de su muerte da cuenta de
ello. Juárez duró en el cargo de presidente catorce años.

“Hubo un mes de solemnidades en todo el país en su honor.

“Por lo tanto es importante decir que a pesar de haber fallecido hace más de 100
años, sus ideales, leyes, pensamientos, luchas y preocupaciones por lograr la
democracia en México quedarán siempre grabadas en la conciencia del pueblo de
México, de América y probablemente también en la del mundo.

50
"Nada de contemporizaciones con los hombres viciados y con los que se han
acostumbrado a hacer su voluntad como moros sin señor."
"Siempre he procurado hacer cuanto ha estado en mi mano para defender y
sostener nuestras instituciones. He demostrado en mi vida pública que sirvo
lealmente a mi patria y que amo la libertad. Ha sido mi único fin proponeros lo que
creo mejor para vuestros más caros intereses, que son afianzar la paz en el porvenir
y consolidar nuestras instituciones."
"El principio de no intervención es una de las primeras obligaciones de los
gobiernos, es el respeto debido a la libertad de los pueblos y a los derechos de las
naciones".
"El gobierno tiene el sagrado deber de dirigirse a la Nación, y hacer escuchar en
ella la voz de sus más caros derechos e intereses".
"Mi deber es hacer cumplir la ley no sólo con medidas del resorte de la autoridad,
sino con el ejemplo para atentar a los que con un escrúpulo infundado se retraían
de usar el beneficio que les concedía la ley".
"Como hijo del pueblo nunca podría olvidar que mi único fin debe ser siempre
su mayor prosperidad".
"Libre, y para mi sagrado, es el derecho de pensar... La educación es fundamental
para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el
engrandecimiento de los pueblos".
"Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos no pueden disponer de las
rentas sin responsabilidad.
"No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con
sujeción a las leyes. No se pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la
disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la
honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala".
"Los hombres no son nada, los principios lo son todo".
Escritos masónicos y anticatólicos Publicados por Juárez:
Ley sobre libertad de culto..
Ley sobre Nacionalización de Bienes Eclesiásticos.
Anuncio del programa del gobierno liberal.
Ley de Matrimonio Civil.
Secularización de los Hospitales y Establecimientos de Beneficencia.
Cesa intervención del Clero en los cementerios y camposantos.
Extinción de las Comunidades de Religiosas en México.
Reglamento para el cumplimiento de la Ley de Nacionalización.

51
Juárez y la masonería.
Muchos de los maestros de
Juárez durante sus estudios
profesionales en el Colegio de
Ciencias y Artes de Oaxaca eran
masones. Juárez se inicia en la
masonería en el Rito Yorkino en
Oaxaca. Luego se pasa al Rito
Nacional Mexicano llegando al
máximo grado, el nueve, que equivale al grado 33 del rito escocés antiguo y
aceptado. El Rito Yorkino era de ideas más liberales y republicanas respecto al Rito
Escosés que también existía en México, el cuál era de ideas políticas centralistas. El
Rito Nacional Mexicano surgió con el objetivo de independizarse del extranjero, y
se respiraba un gran “nacionalismo” en él.

Benito Juárez fue ferviente en la práctica masónica. Su nombre se conserva con


veneración en muchos ritos. Muchas logias y cuerpos filosóficos lo han adoptado
como un símbolo sagrado.

A la ceremonia de iniciación de Benito concurrieron distinguidos masones, como


Manuel Crescencio Rejón, autor de la Constitución de Yucatán de 1840; Valentín
Gómez Farías, Presidente de México; Pedro Zubieta, comandante General en el
Distrito Federal y el Estado de México; Diputado Fernando Ortega; Diputado
Tiburcio Cañas; Diputado Francisco Banuet; Diputado Agustín Buenrostro;
Diputado Joaquín Navarro y el Diputado Miguel Lerdo de Tejada. Realizada la
proclamación, el Aprendiz Masón Benito Juárez, adoptó el nombre simbólico de
Guillermo Tell.

52
Los masones “mexicanos” actuales
rinden gran honor a Juárez masón.

Tratado MacLane-Ocampo. Síntesis de


este inicuo tratado: el 14 de diciembre de 1859
firma en Veracruz con el Ministro de Estados
Unidos Robert MacLane, el tratado Mac Lane-
Ocampo con Estados Unidos, mediante los
cuales México otorgaba a perpetuidad el
derecho de tránsito al ejército de Estados
Unidos por el Istmo de Tehuantepec , por la
Península de Baja California y parcial de Sonora
a cambio del reconocimiento del gobierno de
Benito Juárez, el tratado no fue ratificado por el
Senado norteamericano, cuando se presentó, ya
que en plena guerra de secesión se consideró
que los nuevos territorios aumentarían el poder del Sur y dificultarían el bloqueo
impuesto por el ejército federado.

Además, fue uno de los redactores de las Leyes de Reforma con las que la
Iglesia era sujeto vilmente al Estado. En su honor, su estado natal ahora se
llama Michoacán de Ocampo. TRATADO McLANE-OCAMPO, 14 de dic.
de 1859.

Se cree que la La Francmasonería es una institución esencialmente filantrópica,


filosófica y progresista, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la
ética y la practica de la solidaridad; y trabaja por el mejoramiento material y moral
de la humanidad. Tiene como principio la tolerancia mutua, el respecto a los demás
y de uno mismo, y la absoluta libertad de conciencia. Considerando que las
condiciones metafísicas y religiosas son del dominio exclusivo de la apreciación de
cada individuo rechaza cualquier afirmación dogmática. Tiene por divisa: Libertad,
Igualdad, Fraternidad.
Pero. ¿cuál es la verdad sobre la masonería y todas las sectas que le parecen?

53
LA MASONERÍA AL DESCUBIERTO.

Benito Juárez, Asesino de Indígenas y Máximo Traidor.

Para Execrar el Culto Masónico del 21 de Marzo.

Por: Juan Bosco Abascal Carranza.

Nos cuenta Don Lorenzo Meyer, ideólogo de izquierda moderada, en el


Diario Reforma de 1992 uno de los principales crímenes de Benito Juárez, si
bien no el peor de todos: (Recurro a una firma no católica para no ser
acusado de parcial)

“Contra lo que parece suponer la ‘Historia Oficial”’, el significado de Juárez en


materia indígena es, cuando menos, una gran mentira.
“Es verdad que Juárez era indígena y que tomó algunas medidas para que las leyes
de desamortización efectivamente beneficiaran a los indígenas, y que, además, acabó
con el tráfico de indios mayas a Cuba, en donde eran vendidos como esclavos.
“Pero resulta que la moneda juarista tiene dos caras, pues, casi siempre, la política
liberal que él puso en marcha afectó muy negativamente a la propiedad comunal de
todos los grupos étnicos. Además, cuando las tensiones sociales explotaron y los
indígenas se rebelaron, la represión más brutal fue siempre el instrumento preferido
del gobierno encabezado por Juárez.
“¿Ejemplos? Sobran, pero aquí va uno sólo: la matanza en Bácum de febrero de
1868, cuando más de 600 indios yaquis y mayos, en rebeldía por la defensa de sus
tierras, fueron encerrados por el Ejército en una iglesia y luego, con el uso del fuego
de la artillería, el edificio fue destruido e incendiado a cañonazos, y casi todos los
ocupantes, indígenas desarmados, murieron calcinados. Las tierras fueron repartidas
entre amigos de Benito Juárez, estratégicamente colocados en el gabinete
presidencial.
“Al conocer la noticia de la matanza por un parte del jefe militar, el Presidente
Juárez sólo se preocupó porque se les pagaran los haberes al comandante de las
fuerzas del gobierno y a las tropas asesinas.
“En fin, que en esa época una buena parte de los líderes de rebeliones indígenas
y campesinas, como Manuel Lozada en Nayarit y Julio López en Chalco, terminaron
fusilados, por órdenes de Juárez.

54
“Obviamente, hubiera sido mejor que el símbolo que presidió en la época de
Zedillo la firma de la iniciativa supuestamente en favor de los indígenas, hubiese
sido otro, en vez de Juárez, multi asesino.
“El problema en el símbolo que presidió la firma de la iniciativa de ley zedillista,
¿fue resultado de la premeditación o de la falta de conocimiento histórico del
problema indígena?
“En realidad, en política y con gran frecuencia, el hombre de acción no tiene ni
el tiempo ni la vocación para empaparse del conocimiento que requieren sus
acciones ¬–incluidas las simbólicas–, para tener éxito, pero justamente para ello
están los asesores y el gran conocimiento que el mundo académico –el propio y el
extranjero– ha acumulado sobre prácticamente todos los problemas sociales
relevantes de nuestro país y del mundo.”

¿Por qué seguimos los mexicanos obligados a rendirle culto a un masón del
máximo nivel, multi asesino inexorable? La respuesta está en la ausencia de la Ética,
derivado del odio milenario que la Masonería profesa no sólo contra la Iglesia
católica, sino contra Dios, el verdadero Dios,.. Porque aunque ellos, los masones, se
digan creyentes y respetuosos de todos los “cultos”, es realidad no necesitan creer
en Dios, porque cada uno de ellos se declara “dios”, y además el verdadero “Gran
Arquitecto del Universo” no es Dios, sino Lucifer.
En México, gracias a Juárez, fue borrada la ética de la instrucción pública, so
pretexto de laicismo. Que no se quejen los políticos de hoy, ni los intelectuales, ni
los periodistas, ni la gente en general, de esta brutal realidad, que consiste en el
regreso de Huichilobos –el sanguinario Huitzilopochtli– al altar de la Patria
Mexicana.
Porque intencionalmente se borró de la mente, del alma y del corazón de millones
de niños, por varias generaciones, cuando menos desde Juárez, la certeza de que la
Ética es esa parte de la Filosofía que estudia la bondad o la maldad, el acierto o el
error de nuestros actos, en función de nuestro Último Fin: el conocimiento y la
posesión absolutos de la Verdad, del Bien y del Ser Absolutos, dentro del marco de
la Inmortalidad Humana.
Siendo como ha sido perpetuado el culto diabólico y masónico a Benito Juárez,
resultaría muy natural que el título del presente artículo llame la atención, y peor aún
cuando recién se ha celebrado un aniversario más de su nacimiento. “Las Grandes
Traiciones de Juárez” es el título de un interesante libro de la autoría de Celerino
Salmerón cuya primera edición apareció en 1960. Para 1986 ya llevaba diez ediciones
y más de treinta mil ejemplares vendidos. En seguida y de una manera breve por
falta de espacio se transcriben lo que el autor considera diez falsedades sobre el mito
55
de Juárez. También consideraré muy profundamente el título de otro libro, este de
mi padre: “Juárez Marxista”.

Primera Falsedad. Se afirma, y por eso se le admira, que Juárez por sus méritos
propios, de indígena cerrado que era, se convirtió en gran hombre de letras, causa
por la que recorrió con velocidad meteórica la escala burocrática, desde simple
regidor del ayuntamiento hasta Presidente de la República. Además de ser esto una
mentira, es una injusticia, ya que se desconoce intencionalmente que fue la Iglesia
Católica quien sacó a Juárez de la indigencia; que de indígena bárbaro y analfabeto
que era, la Iglesia lo elevó a persona civilizada. Por la gran caridad de la Iglesia,
Juárez aprendió a hablar español, traducir el latín, conocer la belleza de la preceptiva
literaria, ejercitar los vigorosos razonamientos de la filosofía y penetrar en la
grandeza de la teología. La Iglesia civilizó a Juárez, enseñándole a calzar zapatos y
vestir chaqueta y pantalones en vez de andrajos. La Iglesia enseñó a Juárez a comer
sobre la mesa y con cuchara, ya que de lo contrario él hubiera seguido haciéndolo
con los dedos y en cuclillas.

Segunda falsedad. Se cuenta que Juárez era de una inteligencia superior, pero la
realidad era que Juárez era mediocre intelectual y culturalmente, confiesa el
historiador Cerecero, citado por Don Justo Sierra. Como político jamás fue orador,
siquiera mediano. No hablaba, no reía y hasta escribía con cierta dificultad. Cualquier
semejanza con Enrique Peña Nieto es mera coincidencia.

Tercera falsedad. A Juárez se le admira por su constancia. ¿Por su constancia en


qué?¿Por esperar siempre impasible su salvación y protección de los Estados Unidos
y por permanecer catorce años en el poder sin hacer nada? Habría que admirar por
lo mismo al Popocatépetl, que ha permanecido algunos miles de años en su mismo
sitio, y por lo menos lanza de cuando en cuando fumarolas.

Cuarta falsedad. A Juárez se le admira porque se le contempla siempre irritado


frente a “los abusos del clero” de que tanto se habla, y contra las nuestras prácticas
religiosas. Desde que escaló los primeros puestos de burócrata, hasta antes de ser
Presidente de la República, Juárez manifestó siempre ser un ferviente católico
práctico. Asistía públicamente a procesiones con los brazos en cruz, musitando
oraciones tras el Santísimo Sacramento; y exhortaba a los empleados del gobierno
de Oaxaca a que hicieran penitencia, se confesaran y comulgaran para implorar el
auxilio divino, para que cesaran las graves calamidades que por aquellos días
azotaban a aquella ciudad. Se dirigía por escrito a los ayuntamientos oaxaqueños
56
siendo gobernador, recomendándoles que exigieran a los fieles cristianos el pago
exacto a la Iglesia de los diezmos y las primicias. Fue después, en Nueva Orleáns,
donde la Masonería le lavó el cerebro y lo convirtió en apóstata y en feroz
perseguidor de la Iglesia Católica de quien había sido antes tierno y sumiso feligrés.

Quinta falsedad. A Juárez se le exalta a la categoría de genio porque se afirma que


él es el autor de las “Leyes de Reforma”. Ni Juárez ni ninguno de los juaristas
inventaron esas leyes. Los principios en que se inspiraron las mal llamadas “Leyes
de Reforma”, le fueron dadas a Valentín Gómez Farías para que las aplicara en
México en la “Junta Antifictiónica de Nueva Orleáns” ¬–logia masónica de enorme
poder– desde septiembre de 1835. A Juárez le tocó aplicar esos principios con el
nombre de “Leyes de Reforma”, sólo como instrumento y por un designio
diabólico.
Sexta falsedad: la célebre frase: “Entre los individuos, como entre las naciones,
el respeto al derecho ajeno es la paz”, forma parte de el discurso de Benito Pablo
Juárez García (1806/1872) del 15 julio de 1867, al entrar triunfante a la Ciudad de
México, después de que el Emperador Maximiliano fue fusilado por su orden
expresa.
Sin embargo, Emmanuel Kant (1724-1808), filósofo alemán, utiliza una frase
similar, en su ensayo "Zum Evigen Friden" (La Paz perpetua): “La injusticia
cometida se ejerce únicamente en el sentido de que no respetan el concepto del
derecho, único principio posible de la paz perpetua.” Juárez se inspiró en esta idea,
y la hizo suya, sin siquiera citar al autor. Un fusil muy mexicano.

Séptima falsedad. Se bendice a Juárez porque “separó el poder civil del


eclesiástico”. Pero la verdad es que Juárez, con las Leyes de Reforma, sólo sometió
brutalmente a la Iglesia al poder del estado. Y la despojó de todos sus bienes, propios
para cumplir su Misión. Y no sólo, destruyó o expropió 300 hospitales, sólo por
estar éstos en manos de las órdenes mercedarias. Leer: “Los Hospitales de la Nueva
España, o la Caridad de Don Benito”, Editorial JUS, autor: Alfonso Trueba.
Hoy, en vez de la mejor atención a los enfermos, sufrimos el azote del miserable
e indigno “Importa Madre Su Salud”, o sea IMSS. Es más, Juárez intentó organizar
una “Iglesia Cismática Mexicana, una vez que consiguiera separar al clero de la
obediencia de sus obispos. Para tal objeto, Juárez, en 1859, colmó de poderes al
sacerdote renegado Rafael Díaz Martínez, para organizar la iglesia deseada, cuyo jefe
o papa sería el Presidente Juárez. No obstante el sonado fracaso que se obtuvo, en
1868 “apareció una iglesia mexicana dirigida por un comité laico”, teniendo como
Presidente al Licenciado Mariano Zavala, magistrado de la Suprema Corte de
57
Justicia; como primer vocal el Doctor don Marcelino Guerrero; como tesorero, a
don José María Iglesias y como secretario a don Manuel Rivera y Río. Juárez no
quería ninguna separación de poderes, sino una iglesia sometida a su voluntad y en
la que el desempeñar el oficio papal de Enrique VIII o de Isabel de Inglaterra.
Séptima falsedad. Se glorifica a Juárez por su gran apego a la legalidad. ¿A cuál
legalidad? Juárez permaneció –asesinando opositores y haciendo fraudes– 14 años
en el poder, sin que ni una sola vez la nación lo eligiera como Presidente. Pasó sobre
la legalidad de la Constitución que alegaba defender, y que estrictamente establecía
cuatro años para el poder ejecutivo. Juárez salió de la República en 1858, rumbo a
Panamá, la Habana y los Estados Unidos, pasando sobre la legalidad constitucional
que prohibía que saliera el Presidente del país, sin previa autorización del congreso.
Ignacio Ramírez –el Nigromante– masón y liberal rojo, fue quien con mayor saña
combatió a Juárez desde la prensa liberal, de 1867 a 1872. Él disparó este otro
certero tiro de cañón, dirigido la cabeza del ídolo zapoteco: “Juárez, el más
despreciable de nuestros personajes”. Tan masón como Juárez, expone así la
supuesta legalidad de Don Benito: “En justicia, no sabe sino matar sin figura del
juicio”. Y el mismo Nigromante sigue diciendo: “Hubo un tiempo en que se
compadecía a Juárez, porque no se le creía capaz de elevarse hasta verdugo. ¡Qué
sorpresa! A Juárez se le deben 14 años en los que ha llovido sangre. Creíamos tener
un Moctezuma: tenemos más: Un Huichilobos. Vosotros, sus admiradores, no le
tributéis periódicos; llevadle cráneos; colgadle al cuello el del hijo de Hernández”.
“Jamás olvidaremos que supo colonizar los cementerios”.
Don Francisco Bulnes, en su libro “El Verdadero Juárez”, pinta así la profunda
adhesión de Juárez a la ley:
“El presidente Juárez fue el más sangriento que ha tenido nuestro país, como lo
prueban las victimas de Axtecal, de Puebla, de Sinaloa, de Charco Escondido, de
Tampico, el asesinato del general Máximo Molina, en la hacienda de San Gabriel
(Morelos), y sobre todo, los doscientos fusilados en la ciudadela, la noche que el
general Rocha la asaltó en el mes de octubre de 1871”. “En los cinco años corridos
de 1867 a 1872, el Presidente Juárez derramó más sangre a espaldas de la ley, que el
General Díaz en treinta años”.

Octava falsedad. –Se atribuye a Juárez una gran serenidad, producto de un gran
valor. El Nigromante pinta así el temerario valor de Juárez:
“Alegraos, naciones extranjeras: cuando abandonasteis los campos de batalla,
levantamos frente a vuestros reyes y caudillos al más despreciable de nuestros
personajes, como un insulto. Lo fuimos a buscar al confín de la nación, donde se

58
había ocultado, en cuclillas, palpitante bajo los pliegues de una bandera extraña,
mientras los buenos mexicanos medían sus armas en con el invasor…”
¡Qué palpitante revelación!

Novena falsedad. Se atribuye a Juárez la salvación de México, a causa de la


intervención francesa. Los Estados Unidos –mediante amenazas y mediante una
fuerte presión diplomática abierta contra Napoleón III en aquellos años–, lanzaron
de aquí al ejército francés, desde 1865. Después, y a empujones, enviaron a Juárez
bien custodiado por técnicos de guerra norteamericanos, cargado de dinero y de
pertrechos de guerra de la misma nacionalidad, para aniquilar a Maximiliano y al
partido conservador.

Décima falsedad. Se admira a Juárez por su incorruptible patriotismo y por su


intachable prestigio como defensor de la soberanía nacional. ¡Es ejemplo único de
patriotismo, gritan sus clanes revolucionarios! ¡Esto es lo peor! En este libro están
recopilados los más completos tratados internacionales que sin esfuerzo alguno
exhiben como traidor a Juárez. ¡Juárez jamás cesó de colocar la soberanía de México
a las plantas de los Estados Unidos! E incluso brindó y trabajó tenazmente por la
anexión de México a los Estados Unidos de Norteamérica. Ya veremos un día de
estos cómo de esa anexión nos salvaron los congresistas norteños de los mismos
USA, por no querer que los del Sur se engrandeciesen a costillas de México, y
pudieren haberles ganado la Guerra de Secesión.

Breve resumen del libro de mi padre: Don Salvador Abascal Infante, JUAREZ
MARXISTA (1848-1872)
En la ingente labor que mi padre realizó para presentarnos la Historia de México
desde el punto de vista contrarrevolucionario, comento hoy el grueso volumen que
abarca los cruciales años de 1848 a 1872, en los que las fuerzas de la maligna
revolución anticatólica se quitan la máscara, y anuncian lo que será el mandato
sectario de Juárez tras el fusilamiento en Querétaro del Emperador Maximiliano y
los Generales Miramón y Mejía.
El título del libro de Abascal, que complementa los ya comentados en verbo,
«Madero, dictador infortunado» y «La Revolución de la Reforma de 1833 a 1848»
consiste en una muy documentada historia de México, en la que el Presidente
errante, con toda su importancia, es una figura más de un retablo trágico para la
entrañable nación mexicana.
De entre los personajes que configuran los prolegómenos de la revolución,
Abascal, dedica atención especial a Melchor Ocampo, el firmante del famoso tratado
59
McLane-Ocampo, tan brutalmente lesivo para la dignidad y la integridad de México.
Y lo retrata como lo que fue: amoral, libertino, manirroto y, sobre todo, anticatólico
y dispuesto a vender a su patria por sus satánicos intereses ideológicos.
El libro comienza con el deplorable estado de México tras la ocupación
norteamericana. Tan desmedulado había quedado el país, que se pensó en el General
Santa Ana como una solución política. Y volvió al gobierno quien tanta culpa tuvo
en la gran derrota. Pero, como evidenciaban sus antecedentes, no podía ser ese
hombre el Salvador de México. Y pronto tendrá que volver a partir hacia el destierro.
La revolución anticatólica y masónica se instala en el poder: Gómez Farías,
Ocampo, Juárez, Comonfort, Lerdo. Y comenzó el despojo de la Iglesia Católica.
Fue un episodio más de la que significó la tiranía liberal en el siglo XIX. La
constitución de 1857 ya no pudo dejar dudas a nadie. La guerra civil era inevitable.
Y el salvajismo fue, una vez más, el acompañante de los revolucionarios juaristas.
El Tratado McLane-Ocampo y las Leyes de Reforma son dos hechos vergonzosos
de la Historia de México, que pesan sobre Juárez de modo tal que toda la hagiografía
del poder no puede lavarle de su tremenda responsabilidad. Porque eso lo constituye
como el principal traidor de nuestra triste historia.
La pugna entre los dos Méxicos pareció, brevemente, inclinarse de lado tradicional
y católico. El General Don Miguel Miramón, una de las figuras más atrayentes de la
Verdadera Historia Mexicana, tuvo en jaque a Juárez, pese a contar éste con el apoyo
norteamericano, que una vez más se inclinaba a lo peor. Pensando Juárez sin duda,
aparte las vinculaciones masónicas, en las ventajas que ello le reportaría, se pasó toda
la vida presidencial. Pero era imposible mantener victorias a una situación tan
desproporcionada, y Miramón tiene que abandonar la capital. El repetido saqueo de
la catedral por los juaristas –miles de toneladas de plata acumuladas por el pueblo
llano– es buena muestra de cuáles eran sus inclinaciones: y al igual que con la sede
metropolitana ocurrió con las restantes iglesias de México capital. Como antes había
pasado con otros de los estados. Juárez, pues, es peor que el peor de nuestros Narcos
actuales, porque ni siquiera del Chapo se sabe que haya saqueado iglesias. Más bien
las ha construidos. Como dijo Kate del astillo: “Confío más en el Chapo que en
nuestras autoridades”. Yo aplaudo esa frase de Kate y la hago mía.
Las justas ejecuciones de Melchor –“Malechor”– Ocampo y Santos Degollado, y
el asesinato de Comonfort cierran el periodo, dejando al indio Juárez dueño
absoluto de la situación revolucionaria. Hasta la fecha, desde el punto de vista
ideológico. Se puede decir que Huichilobos, el adorado por el Narcogobierno, fue
introducido y entronizado por Juárez en el altar de la Patria mexicana. ¡Execrada sea
su memoria y todas sus acciones, por que ellas explican nuestras tragedias de hoy,
en el 2016!
60
Más tarde, apoyado en su victoria sobre el imperialismo europeo y sobre los
conservadores, Juárez traza las grandes líneas de la política exterior ( las leyes que
tiene México con otros países).

Se compromete a pagar las deudas injustamente pactadas y reanudar las relaciones


rotas si los afectados deseaban renovarlas y si estaban dispuestas a negociar nuevos
tratados sobre una base de estricta igualdad.
Para todos los países latinoamericanos, asiáticos, africanos y europeos infilrtados
y dominados por la masonería, México fue entonces ejemplo de una muy falsa
imagen de soberanía y dignidad.

La siguiente imagen se debe a los historiadores liberales, quienes presentaron a


Benito Juárez como encarnación de la patria. El más notable de estos historiadores
es Justo Sierra, quien escribió dos obras memorables. La más famosa es su
“Evolución política del pueblo mexicano”, un gran libro que abarca todo el
desarrollo histórico de México. En este libro Hidalgo es el fundador de la patria
mexicana. De acuerdo con esta idea, de las 400 páginas que Sierra dedica a la
formación histórica del país, 250 están consagradas a la Independencia y la Reforma,
las dos grandes revoluciones, las "dos aceleraciones violentas de su evolución".
Sierra describe los terribles sucesos que desbarataron la estabilidad del país,
dejándolo en quiebra económica, la guerra civil, hasta finalizar con la pérdida de la
mitad del territorio.

Sus páginas más vibrantes receuntan el enfrentamiento contra la Iglesia, el partido


conservador y los caudillos militares, representados por la figura de Antonio López
de Santa Anna.
Esas páginas narra el triunfo de las fuerzas liberales contra el Partido Conservador
en la Guerra de Reforma, la que afirmó la esclavitus de la Iglesia al Estado, el robo
de sus bienes, la supresión de los conventos y comunidades religiosas, la prohibición
para estas instituciones de adquirir bienes raíces y el derecho del Estado para regular
los actos esenciales de la vida ciudadana (nacimiento, matrimonio y defunción).

En su relato de las guerras y muertes indecibles, las páginas luciferinas las ocupan
los actos “heroicos de los miembros del Partido Liberal.”

61
Imitando las vidas ejemplares de Plutarco, el historiador romano que hizo del
relato histórico un discurso cívico, Sierra compone breves retratos de los hombres
y mujeres que derramaron su sangre por la causa diabólica de la Reforma y la falsa
“defensa de la patria”.
Entre esos retratos destacan los de Benito Juárez, Melchor Ocampo, Ignacio
Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Manuel González Ortega,
Miguel y Sebastián Lerdo de Tejada, Francisco Zarco, Santos Degollado, Porfirio
Díaz... Entre todos esos masones, responsable histórico del desastre que es hoy
México, sobresale la satánica figura de Benito Juárez, el escudo de la República
Masónica, a quien Justo Sierra celebra con las virtudes del legislador, el atributo
supremo elogiado por Plutarco.
En este libro Juárez, las leyes de Reforma y la victoria sobre el imperio de
Maximiliano son las cumbres del falso “patriotismo” masónico y liberal.

Los antivalores que Sierra ve combinados en Juárez, son:


1. La consolidación del Estado laico, contrario a Dios.
2. El “patriotismo” entendido como entrega a la República y sus fundamentos
cívicos, antocatólicos, y
3. La “defensa” de la Independencia, cu ando en realidad se hizo todo lo contrario.
Porque los masones no tienen patria.

El homenaje final que Sierra le consagró a Juárez fue en forma de libro: “Juárez,
su obra y su tiempo”. En este libro importante en la falsa historia mexicana, trata de
refiutar, sin éxito, a Francisco Bulnes, quien escreibe la terrible verdad en su libro
“El verdadero Juárez y la verdad sobre la intervención y el imperio”, 1904: y Juárez
y las revoluciones de Ayutla y de Reforma, 1905) Sierra dio rienda suelta a su
delirante adoración satánica a Juárez, y en poco más de quinientas páginas plasmó
el mayor tributo al carácter y la obra destructiva de la Nación Mexicana, culminada
por la Revolución de 1910.

En 1904 y 1905, aparecieron dos libros escritos por Francisco Bulnes, en


que pone a Benito Juárez en su lugar.
Repitió lo escrito por Ignacio Ramírez en 1872 a la muerte de Benito
Juárez: "¿Dónde están los títulos que acreditan la grandeza de Juárez? La
falta de vergüenza y patriotismo es la única herencia que nos ha dejado. En
aquel hombre sólo había pequeñez".
62
"El temperamento de Juárez fue el propio del indio, caracterizado por su
calma de obelisco, por esa reserva que la esclavitud fomenta hasta el estado
comatoso en las razas fríamente resignadas... El aspecto físico y moral de
Juárez no era el de apóstol, ni el de mártir, ni el de hombre de Estado, sino
el de una divinidad de teocali, impasible sobre la húmeda y rojiza piedra de
los sacrificios".

Y como suele suceder con todos aquellos que quieren decir la verdad, una gran
cantidad de personas brincaron a contradecir al escritor, entre ellas las de Justo
Sierra y Andrés Molina Enríquez. A partir de este momento, Juárez quedó en la
cúspide de nuestro panteón histórico.
¡Juárez, Juárez, Juárez!

Los reproches de Bulnes a Juárez eran puntuales:

1. No debió asumir la deuda pública de los conservadores en 1861,


2. ….ni ansiar el reconocimiento de Europa;
3. Debió entregar el mando militar a un general experimentado y preservar
su gobierno en el exilio;
4. No debió imponer contribuciones forzosas, ni solicitar el apoyo de los
Estados Unidos después de la retirada del ejército francés;
5. Debió soportar la tentación de reelegirse en 1867, retirarse a la vida
privada o disolver un Congreso que le era tan hostil...

Todos esto, sin embargo, era causa de un rasgo del carácter de Juárez que, según
Bulnes, provenía de su origen: la debilidad. Lo curioso es que esa interpretación
eugenésica6 de la pasividad juarista se enlazaba, a veces, con un argumento político
que no carecía de sentido.

Bulnes afirmaba que la "aptitud estadística de Juárez era la inacción"


porque el presidente idolatraba el régimen monárquico parlamentario, en
el cual "el rey reina pero no gobierna"

6
Es una filosofía social que defiende la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas
formas de intervención manipulada y métodos selectivos de humanos.

63
Benito Juárez y los Indígenas

Juárez y los derechos de los Indígenas

La fe absoluta de Juárez en sus creencias liberales, puede verse en su actitud ante


los grupos étnicos. Aún cuando conocía mejor que nadie su situación degradada,
jamás pensó en otorgarles a los pueblos étnicos derechos especiales, pues él vio el
interés de los indígenas a través de los principios liberales, es decir, promoviéndolos
a la categoría de ciudadanos sin más, iguales a los otros.

El significado de Juárez en materia indígena es ambiguo. Es verdad que Juárez era


indígena y que tomó algunas medidas para que las leyes beneficiaran a los indígenas
y que, además, acabó con el tráfico de indios mayas a Cuba, donde eran vendidos
como esclavos. Pero resulta que la moneda juarista tiene dos caras, pues, en general,
la política liberal que él puso en marcha afectó muy negativamente a la propiedad
comunal de los grupos de los indígenas.

Además, cuando las tensiones sociales explotaron y los indígenas se rebelaron, el


instrumento preferido del gobierno de Juárez era reprimirlos más.

¿Ejemplos?, pues ahí está la matanza en Bácum de febrero de 1868,


cuando más de 400 indios yaquis y mayos, en rebeldía por la defensa de sus
tierras, fueron encerrados por el Ejército en una iglesia y luego, con el uso de
la artillería, el edificio fue destruido e incendiado y casi todos los ocupantes
murieron calcinados. Al conocer la noticia de la matanza por un parte del jefe
militar, Juárez sólo se preocupó porque se le pagaran al comandante de las
fuerzas del gobierno. En fin, que en esa época una buena parte de los líderes
de rebeliones indígenas y campesinas, como Manuel Lozada en Nayarit y
Julio López en Chalco, terminaron fusilados.

Las comunidades indígenas siempre pidieron dominio sobre sus propias tierras,
sin afectar al país. Las acciones de rebeldía indígena no significaban separarse del
país. De hecho, hace tiempo que hay autonomías, comunidades indígenas que viven
64
según sus propias normas políticas, sin crearle problemas al resto de los mexicanos.
En suma, el interés general no tiene pporque ser contrario al interés de los indígenas
que por medio millar de años han resistido los crueles esfuerzos del poder nacional
por acabarlas. La sangre derramada en este campo ha sido mucha e inútil, sobre
todo la que Juárez derramó.

Por otra parte, el historiador demuestra que el ejercicio del poder en esos pueblos
idígenas llevó históricamente al abuso de los caciques, a la explotación de un grupo
sobre otro y a la discriminación contra las
mujeres y el abuso de los menores. La
comunidad indígena rara vez es un espacio
de armonía y unidad.

JUÁREZ MASÓN

Existen dos visiones sobre la masonería


en Juárez: una para la que el Benemérito
siempre fue un personaje ambiguo y oscuro
que, lejos de ayudar, estorbó al desarrollo de
la Reforma, y otra, casi siempre confesional,
para la que Juárez y la masonería fueron los
principales enemigos de la patria,
subordinados a intereses extranjeros que
pretendían destruir a la Iglesia y apoderarse del país. En este ensayo se analizan
ambas.

Según Andrés Clemente Vázquez, el 15 de enero de 1847 Benito Juárez, entonces


diputado al Congreso general por Oaxaca, se inició en la masonería en el taller
Independencia número 2 del Rito Nacional Mexicano, cuyo Gran Maestro a la sazón
era el diputado por el Distrito Federal José María del Río. La ceremonia de
iniciación, en la que Juárez adoptó el nombre simbólico de Guillermo Tell, tuvo
lugar en el salón del Senado de la República, habilitado como templo masónico, en
el Palacio Nacional; a ella asistieron el vicepresidente Valentín Gómez Farías, Miguel
Lerdo de Tejada, Manuel Crescencio Rejón, así como varios diputados, ministros,
gobernadores, militares y escritores. En febrero del mismo año se realizaron las
65
elecciones de los dirigentes de la Gran Logia de la ciudad de México, denominada
La Luz, en las que Juárez fue nombrado vicepresidente. En 1854, al proclamarse el
Plan de Ayutla, se le otorgó el grado 7° y en 1862, el 9°, el más alto del Rito
Mexicano. Fue dos veces Venerable del taller del que formaba parte y Gran Maestro
de la Muy Respetable Gran Logia del Rito Nacional Mexicano en 1869. También
tuvo relaciones cercanas con otros ritos; en 1871 recibió el diploma de Gran
Inspector General del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, al Oriente de España; fue
declarado miembro del grado superior de la masonería francesa e individuo
honorario de todos los grandes cuerpos y logias del Rito Escocés Reformado de
México.

Señala Vázquez que Juárez se recibió de masón porque adivinaba toda la


importancia de la masonería y, como se verá, si así fue no estaba equivocado. La
historia de esta institución en el México decimonónico es sumamente compleja,
pero siempre vinculada con una gran fuerza política. Desde su instalación en el país
y durante las dos décadas posteriores a la independencia, las logias masónicas
escocesas y yorkinas, en especial estas últimas, se convirtieron en verdaderos centros
de acción política. Por los principios que sustentaban —como la libertad de
conciencia, el ejercicio de la razón, la tolerancia religiosa, la igualdad— y por las
prácticas que desarrollaban —como el secreto, la representación, el voluntarismo,
el énfasis en el individuo— fueron vistas como enemigas irrecusables del altar y el
trono, e incluso más adelante, del gobierno republicano. Fueron consideradas por
muchos como la simiente de la división política y como una forma eficaz de imponer
a sus miembros la voluntad de un pequeño grupo dirigente.

Después de un breve período de


auge, a finales de la década de 1830 la
masonería cayó en un serio desprestigio
que aparentemente la eliminó del
escenario político, pero no fue así. Tras
la decadencia de escoceses y yorkinos
—y de la última versión de éstos, los
Yorkinos Federalistas o Anfictiones—
la institución masónica se retrajo al
secreto, pero no por ello dejó de tener
participación en la vida política. El Rito
Nacional Mexicano, que había sido fundado en 1825 por varios masones escoceses
y yorkinos que pretendían establecer una masonería independiente de cualquier otra,
66
heredó el poder político de sus predecesores. En 1833 adoptó el programa
reformista de José María Luis Mora y Valentín Gómez Farías, que incluía entre sus
puntos principales la libertad absoluta de pensamiento y de prensa, la destrucción
del monopolio eclesiástico en la educación pública, la abolición de los privilegios del
clero y la milicia, la supresión de las instituciones monásticas y de las leyes que
atribuían al clero el conocimiento en los negocios civiles. Muchos de los masones
dispersos a raíz de la disolución de los primeros ritos se incorporaron al Nacional,
en especial yorkinos y anfictiones.

Así, el período de aparente inactividad masónica fue justamente el de


consolidación del Rito Nacional Mexicano, que logró extenderse de la capital a otros
estados de la República y ampliar notablemente el número de sus miembros.
Contaba entre sus filas con muchos diputados al Congreso general, los
gobernadores de algunos estados, varios militares, concejales de los ayuntamientos,
comerciantes, propietarios, médicos, abogados, poetas, oradores, artesanos y
artistas. En 1843 inició la publicación del periódico de circulación clandestina El
Diablo Cojuelo y algunos de sus miembros escribían para El Siglo Diez y Nueve, El
Constitucional y el Monitor Republicano. Para 1847 tenía ya una importante
presencia en el país y un considerable influjo en el ámbito político.

Desde sus orígenes europeos la masonería había despertado sospechas entre las
autoridades políticas y eclesiásticas, que decretaron leyes de prohibición y
excomuniones para los miembros de la orden. En México, tras los conflictos entre
escoceses y yorkinos, las sociedades secretas fueron prohibidas en 1828, y aunque
siguieron trabajando, fueron objeto de persecución de algunos gobiernos, como la
dictadura de Santa Anna (1853-1855), que las consideraba centros de conspiración.
No fue sino hasta 1857, cuando la Constitución estableció la libertad de asociación,
que pudieron funcionar con relativa libertad.

LA MASONERÍA FRENTE A LA IGLESIA


La masonería estuvo siempre envuelta en la polémica, sobre todo por su
enfrentamiento con la Iglesia católica, por lo que tuvo que afrontar una muy mala
imagen pública, que constantemente trató de contrarrestar, en especial a través de
la prensa. La participación de los masones en el intento de utilizar los bienes
eclesiásticos para obtener recursos económicos a fin de hacer frente a la guerra
contra Estados Unidos y en la subsecuente promulgación de la ley de 1847, en las
leyes Juárez (1855) y Lerdo (1856), en la búsqueda por establecer la tolerancia de
cultos en la Constitución de 1857, en la promulgación de las leyes de Reforma
67
(1859), y por otra parte, la resistencia del clero a contribuir económicamente en la
guerra, su participación directa en rebeliones contra el gobierno y su apoyo a la
intervención francesa fueron algunos de los puntos clave que contribuyeron a
violentar la lucha entre ambas instituciones.

Desde 1865 las críticas a la masonería comenzaron a ser más fuertes en la prensa
confesional. El Pájaro Verde señalaba, por ejemplo, que no era conveniente tolerar
las comunidades masónicas en México, pues éstas habían ocasionado la guerra civil
e iban en detrimento de la religión católica, a la cual consideraba como uno de los
principales elementos civilizadores del país; criticaba también la presencia en los
puestos públicos de numerosos masones, lo que según los editores explicaba el celo
de las autoridades en la persecución al clero. El conflicto se acrecentó a partir de
1870, después de una nueva excomunión papal a la masonería; las cosas llegaron a
un extremo tal que en 1871 las prédicas de un fraile de Morelia propiciaron que una
“turba de fanáticos” destruyera el templo masónico de aquella ciudad, en un
enfrentamiento que dejó numerosos muertos y heridos. Ante esta situación, la
prensa liberal y promasónica se pronunció enfáticamente por el respeto a los
derechos individuales contenidos en la Constitución y a la ley de libertad de cultos
que finalmente había sido dictada en 1860. Más tarde, la afirmación de Juan A.
Mateos en El Monitor Republicano de que Juárez había mandado derribar el templo
de San Andrés porque en él se celebraban memoriales fúnebres a Maximiliano, y
que esta decisión se había tomado en una fiesta masónica, terminó de exaltar los
ánimos.

68
Además, algunos militares masones, como Sóstenes Juárez y Ramón Corona,
habían tomado parte en la incipiente instalación y difusión de sociedades
protestantes, la primera de las cuales se derivó de la endeble Iglesia cismática que
Juárez había tratado de establecer y en la que Sóstenes Juárez tuvo un papel
preponderante. Así, para 1870 la prensa confesional y algunos folletos denunciaban
la relación entre el protestantismo y la masonería, previniendo los males que ésta
podía causar al promover la disolución del vínculo social que implicaba la creencia
católica, sobre todo porque varias de las sociedades protestantes habían logrado
implantarse entre las comunidades indígenas.(7) A pesar del reconocido catolicismo
de Juárez y de algunos de los principales liberales de la época, como Francisco
Zarco, al parecer el gobierno juarista veía con beneplácito la instalación del
protestantismo, lo cual, unido a todas las medidas reformistas, contribuyó a que la
mancuerna formada entre la masonería, Juárez y sus allegados fuera vista como el
más temible enemigo de la Iglesia católica y como tal fuera atacada en los sermones
y en la prensa confesional.

Los defensores de la masonería señalaban que multitud de personas respetables y


apreciadas de la sociedad pertenecían a la orden, que ésta no atacaba a ninguna
religión, que respetaba la libertad de pensamiento y de conciencia, que era una
organización benéfica pues
establecía escuelas, sostenía
orfanatos, luchaba por la
instrucción gratuita y buscaba
destruir el fanatismo. Incluso
algunos periódicos liberales como
La Tarántula, cuyos redactores no
eran masones, apoyaban a la
masonería en su debate con la
Iglesia, que se percibía como la
disputa entre la libertad y el fanatismo. En el trasfondo de esta discusión se observa
claramente uno de los grandes problemas del siglo: el proceso de secularización en
el que México —y en general América Latina— se encontraba inmerso desde la
guerra de Independencia, así como el intento de la Iglesia por conservar su
preeminencia social y el de la masonería por disputarle el control de las conciencias.

Para Francisco Zarco, las leyes de reforma habían destruido, con la ayuda de la
masonería, los albergues del fanatismo, y más adelante se alcanzaría la
“desamortización” de la ciencia, de la industria, de la inteligencia, de las profesiones
69
y de la justicia, logrando que la conciencia pública lo decidiera todo por sí, sin
necesidad de intermediarios. La masonería trató así de constituirse en una fuerza
transformadora de la sociedad, que sin duda contribuyó a la formación de un espacio
público secularizado, así como a la difusión de los principios liberales y reformistas
que había adoptado como programa.

Sin embargo, la lucha por las ideas no era todo, pues había otros procesos e
intereses presentes en ese conflicto. De acuerdo con Francisco Bulnes, en 1859
entre los miembros de la masonería se encontraba la mayoría de los adjudicatarios
de los bienes del clero, a quienes interesaba sobremanera que la ley de
nacionalización se expidiera cuanto antes. Así, el conflicto entre ambas instituciones
era, indudablemente, una cuestión de principios, pero también un asunto de
intereses económicos que además involucraba al gobierno y su urgente necesidad
de promover la movilidad de los bienes de manos muertas.

LA MASONERÍA EN LA VIDA POLÍTICA


El número cada vez más elevado de masones, su potencial económico, su
presencia en varios grupos de la sociedad, así como en las distintas instancias
gubernamentales convirtieron a la masonería en una importante fuerza política. Por
otra parte, su forma de organización era sumamente eficaz, tanto que alrededor de
1854 el propio partido conservador decidió establecer una sociedad secreta que
funcionó clandestinamente entre 1856 y 1858 con el nombre de Directorio
Conservador Central de la República Mexicana. Las logias masónicas eran centros
de acción política que se vinculaban a nivel casi nacional, pues estaban establecidas
en diversas ciudades de varios estados, y en el ámbito local permitían constituir útiles
redes sociopolíticas usualmente relacionadas con la figura de algún caudillo, al que
apoyaban en su acceso y permanencia en el poder.

A pesar de las inevitables diferencias entre sus miembros, la masonería daba


organización y cohesión al partido liberal por la existencia de una serie de principios
e intereses compartidos. Tenía un gran peso en el Congreso, pues muchos de los
representantes eran miembros de la orden; su influencia en el Ejecutivo también era
notable ya que varios de los ministros durante todo el período juarista fueron
masones como él; había además un gran número de éstos en el ejército y tenían
importante presencia en la prensa. De este modo, la masonería lograba una
relativamente eficiente articulación de las redes partidarias a nivel nacional que
intentaba unificar las voluntades y esfuerzos de sus miembros hacia la consecución
de ciertos fines. El mecanismo para ello era que, cuando se trataba de asuntos de
70
trascendental importancia, el Supremo Gran Oriente —órgano dirigente del rito—
enviaba instrucciones a las Grandes Logias estatales, y éstas a su vez a las logias
locales, señalando la conducta política que debían seguir los masones, indicándoles
incluso en ocasiones por quién debían votar, lo cual venía haciéndose desde la época
de los yorkinos. Así, la masonería podía convertirse en una potente fuerza electoral.

Un ejemplo de ello puede verse en las elecciones presidenciales de 1857, cuando


los progresistas, entre los que se encontraban renombrados masones como
Francisco Zarco e Isidoro Olvera, pretendían postular a Miguel Lerdo de Tejada
para presidente y a Juárez
para la presidencia de la
Suprema Corte; de
acuerdo con la narración
de José María Mateos, la
masonería se esforzó
para unificar las
voluntades en torno a
Ignacio Comonfort —
que también era
masón— a fin de lograr
una alianza con los
moderados que garantizara el triunfo, a pesar de la inquietud que generaban las
vacilaciones de Comonfort, pues la presencia de Juárez en la Suprema Corte les daba
la tranquilidad de que podían contar con él ante cualquier contingencia. No obstante
que Miguel Lerdo era una de las figuras más importantes y reconocidas en la
masonería nacional, optaron por Comonfort para asegurar el triunfo y confiaban en
Juárez para que los principios reformistas fueran alcanzados. Puede entonces
pensarse que en este período, a diferencia de lo que señalaba Mora respecto a los
primeros años de actividad política de las logias en México, la masonería se
preocupaba ya más por la consecución de sus principios que por las personas.

Hubo otros momentos en que la masonería prestó útiles servicios a Juárez, en


particular tras el golpe de Estado de Comonfort. Según Mateos, esta institución
intervino para que la coalición de estados lo reconociera como presidente de la
República y le proporcionara su apoyo. Tras el triunfo liberal en la guerra de
Reforma, y ante los ataques de que los liberales seguían siendo objeto por parte del
partido conservador, las logias se convirtieron en “servicios de inteligencia” que
intentaban captar el pensamiento de la sociedad y mantener informado al gobierno
71
nacional y a los funcionarios locales de cualquier intento de conspiración o de
levantamiento. Durante el imperio de Maximiliano, tras el establecimiento del
gobierno juarista en San Luis Potosí, los grupos masónicos de aquel estado lo
pusieron en contacto con los liberales de la zona, y muchos militares de la región,
también masones, actuaron en las filas del ejército juarista.

La masonería fue así un mecanismo para organizar y articular a los grupos


liberales; además, fue tanto un medio para acceder de manera directa al poder
político como una fuerza indirecta que tenía injerencia en las decisiones de las
autoridades y poseía una personalidad colectiva mediante la cual lograba imponer
candidatos en los diversos niveles de gobierno. Fue un puente entre los intereses de
la sociedad civil y los estatales, y también contribuyó con Juárez a la creación de la
maquinaria estatal, proporcionando un espacio previo de organización y
conciliación, mediando entre los tres poderes e incidiendo en las acciones políticas
de sus miembros, colocados en diversos sitios estratégicos del aparato
gubernamental, del ejército y de la sociedad, siempre con la intención de alcanzar
sus fines ideológicos, políticos, sociales y económicos.

Según Bulnes, dada la fuerza política y electoral de la masonería, los hombres


públicos se disputaban su apoyo. A pesar de lo hasta aquí dicho, no debe pensarse
que la masonería funcionara como una “máquina” que determinara de manera
necesaria las acciones de sus integrantes. Es cierto que había influencia y una cierta
coordinación, pero la complejidad de la situación política, de las alianzas personales,
de los distintos intereses en juego, y sobre todo la presencia de numerosos masones
en la contienda política, no permitían que la actuación de toda la organización
masónica siguiera siempre una misma línea. Así, Juárez recibió en ciertos momentos
clave el apoyo de la masonería como institución y de algunos de sus miembros como
individuos en el Congreso, el ministerio, la prensa y el ejército, pero también hubo
masones que se le opusieron, como Ignacio Manuel Altamirano, o que contendieron
con él por el poder, como el propio Miguel Lerdo o Jesús González Ortega. En la
prensa, algunos masones que generalmente apoyaban a Juárez en muchas ocasiones
se vieron precisados a criticar sus acciones o las de su gobierno, y había otros que
aun perteneciendo a la orden no lo apoyaban, como los redactores de El
Constitucional. Por todo ello, es difícil imaginar que Juárez haya sido un instrumento
de la masonería, o ésta de aquél.

Elías Palti ha hecho notar que la situación política del período era mucho más
compleja de como se ha tendido a verla; los partidos no votaban sistemáticamente
72
en bloque y tampoco lo hacía la masonería. La política se articulaba más bien en
pequeños círculos que se organizaban en torno a la prensa, a la figura de algún
caudillo, a determinados intereses regionales o grupales, y estas alianzas eran muchas
veces efímeras y endebles. Los periódicos, por ejemplo, cambiaban sus lealtades de
uno a otro candidato durante una contienda electoral; El Siglo Diez y nueve, que
había sido juarista y promasónico, se opuso enérgicamente a la última reelección de
Juárez, mientras El Monitor Republicano, que fue considerado por muchos como
el órgano oficial de la masonería, estuvo en contra de su elección en 1868 y terminó
apoyándolo en la de 1871. Valga comentar que El Siglo cambió notablemente su
postura tras la muerte de Zarco, cuando al parecer ya no quedaron masones en la
redacción.

importancia de la masonería no residía entonces en que garantizara lealtades


políticas, pues no siempre lo hacía, sino en que contribuía a obtener una cierta
previsibilidad frente a un panorama en el que el ejercicio de las prácticas
representativas, la fuerza que adquiría la prensa, la posibilidad de acceder al poder o
de desestabilizar al gobierno a través de un movimiento armado, la falta de
mecanismos establecidos de organización política, y muchos otros aspectos,
generaban un alto grado de incertidumbre; la masonería era un medio que intentaba,
aunque no siempre lo conseguía, coordinar y unificar las voluntades en torno a fines
que iban muchas veces más allá de las personas.

DIVISIONES EN LA ORGANIZACIÓN MASÓNICA

La masonería también sufrió divisiones durante el período juarista. Por muchos


años, a excepción de alguna logia formada principalmente por extranjeros, el Rito
Nacional Mexicano había sido la única fuerza masónica actuante en el país. En 1859
se formó la logia Unión Fraternal, del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el cual en
poco tiempo se organizó y comenzó a extenderse. Durante el Segundo Imperio las
logias del Rito Nacional fueron perseguidas por los aliados de los franceses, vistas
como centros de conspiración liberales, pero no así las escocesas. Ambos ritos
estuvieron en buenos términos por algún tiempo, pero en 1868 una división en el
interior del Rito Escocés dio lugar al surgimiento del Rito Escocés Reformado y a
la ruptura de relaciones del primero con el Rito Nacional.

73
Tras el rompimiento, el
Rito Nacional reprochó al
Escocés sus relaciones con
Maximiliano, pues el primero
se vanagloriaba de haber
defendido la independencia
mexicana, pidiendo a sus
miembros que velaran por
ella y apoyando a Juárez,
mientras que en 1866 el
Supremo Consejo del Rito
Escocés había ofrecido el
protectorado de la orden a
Maximiliano y dos de sus colaboradores más cercanos se habían afiliado a dicho
Consejo. De acuerdo con algunas narraciones, Maximiliano era también masón y
esto, junto con su política liberal en materia religiosa, dio pié a que algunos
personajes proclives al Imperio pero cercanos a la Iglesia terminaran por separarse
de él. La pertenencia de Juárez y Maximiliano a la orden masónica ha dado lugar a
especulaciones, pues se supone que por ello Juárez debía haber evitado que
Maximiliano fuera fusilado, dada la obligación de los masones de protegerse entre
sí; incluso algunos grandes dignatarios de la masonería internacional, como
Garibaldi —siempre dentro de su postura de aliado y simpatizante—, pidieron a
Juárez que salvara la vida del emperador.

Según Jesús Vázquez Leos, en San Luis Potosí se llevó a cabo un juicio masónico
en el que, tras comprobar que los documentos con que Maximiliano pretendía
acreditar su pertenencia a la orden carecían de valor por haber sido emitidos por
logias espurias fundadas por Napoleón Bonaparte, se decidió que el juicio se
realizaría libremente por el ramo militar, sin que intervinieran en él consideraciones
masónicas. Aunque no se han localizado documentos que confirmen lo anterior, no
es difícil que haya sido así, pues este tipo de prácticas son usuales en la masonería.
Más difícil parece, dada la situación, que Juárez hubiera indultado a Maximiliano,
aun a pesar de la intervención masónica.

Independientemente de esto, es indudable que las divisiones internas de la


institución masónica complicaron su actuación política. Las orientaciones de sus
miembros comenzaron a ser cada vez más diversas; algunos masones del Rito
Escocés que luego integraron el Escocés Reformado eran juaristas, como Juan de
74
Dios Arias, mientras otros eran porfiristas, pues el propio Díaz era masón escocés
y miembro del Supremo Consejo —aunque al parecer no muy activo—, y tenía
bastantes adeptos entre los militares masones. Es muy probable que estos conflictos
hayan impedido una participación coordinada de la masonería durante los últimos
años de vida de Juárez, de modo que ésta se haya visto envuelta en la compleja
política de círculos de que se hablaba arriba, sin lograr organizarlos a un nivel mayor.
Además, algunos de los principales representantes del Rito Nacional se fueron
alejando cada vez más de Juárez, como José María del Río, quien como se recordará
había iniciado a Juárez en la masonería en 1847 pero en los últimos años del
gobierno juarista se inclinó hacia Porfirio Díaz.

Lo que sí es muy probable es que la fuerza electoral de la masonería se dividiera


entre Juárez y Díaz, pero no haya llegado a Sebastián Lerdo de Tejada, pues éste
parecía establecer alianzas con el partido conservador y con el ala clerical, que
precisamente lo apoyaba, entre otras cosas, por estar libre de vínculos masónicos.
Sin embargo, una vez muerto Juárez y tras confirmarse que Sebastián Lerdo
continuaba la política reformista, el Rito Nacional le concedió su apoyo.

EL MITO JUARISTA
La masonería parece haber cerrado filas en torno a la figura de Juárez después de
su muerte. A la tenida fúnebre que le hizo el Rito Nacional acudieron miembros de
todos los ritos e incluso representantes de la masonería internacional. En los
discursos leídos por los masones en las diversas ceremonias se pueden ver ya varios
elementos de los que durante el porfiriato se consolidarían como el mito juarista y
sin duda también del gran relato masónico sobre este período. Juárez aparece en
ellos como el hombre de la época, el fundador de la Reforma, el redentor de la
nación que dio su vida por las instituciones republicanas y por la independencia,
siempre con la masonería como su inspiración y sostén. Desde luego, no por ello
desaparecen los otros destacados personajes del período; según Francisco Gordillo
las voces de otros grandes masones, como Gómez Farías, Rejón, Zubieta, Ocampo,
Degollado y de muchos más florecieron en el corazón de Juárez, el único que pudo
llevar a cabo la idea de la Reforma como medio de elevar al pueblo, de dar estabilidad
al gobierno y de hacer sucumbir al retroceso.

Fue así como desde el momento de su muerte —e incluso antes, por ejemplo con
la biografía que escribió de Juárez Anastasio Zerecero, también masón del Rito
75
Nacional— la masonería comenzó a forjar el mito juarista, en clara tradición
republicana de culto a los héroes. La masonería legitima a Juárez y se autolegitima a
través de él y de muchos otros héroes que formaron parte de sus filas, pues al
exaltarlos se exalta a sí misma como promotora de los grandes cambios, y aprovecha
las obras de sus miembros para combatir su mala imagen. Obviamente, esto dio
lugar a la elaboración del antimito, del que existen dos vertientes: una para la que
Juárez siempre fue un personaje ambiguo y oscuro que, lejos de ayudar, estorbó al
desarrollo de la Reforma, y otra, casi siempre confesional, para la que Juárez y la
masonería fueron los principales enemigos de la patria, subordinados a intereses
extranjeros que pretendían destruir a la Iglesia y apoderarse del país.

Durante el porfiriato, dentro de la construcción del mito unificador basado en el


liberalismo, Juárez se consolidó como la encarnación del mismo y de la Reforma, y
la masonería con sus obras, sus ceremonias cívicas, sus discursos, sus monumentos,
contribuyó a difundir y defender esta imagen. Incluso, después de la aparición de El
verdadero Juárez, de Bulnes, la logia Ignacio Ramírez publicó una protesta formal
por la destrucción que hacía de la figura juarista.

En la actualidad Juárez sigue siendo uno de los principales emblemas de la


masonería mexicana de todos los ritos. Con motivo del bicentenario de su natalicio
se creó una Comisión Nacional para los festejos que hizo una profesión de fe
juarista, siempre con la clara conciencia de que no es sólo la persona de Juárez, sino
lo que representa —el liberalismo, la unidad nacional, la virtud, la honestidad, la
responsabilidad, el deseo de servir a México, la equidad entre hombres y mujeres, la
igualdad—, lo que debe conmemorarse y mantenerse vivo.

Lo verdaderamente diabólico –ya que Satanás es el Padre de la Mentira– es que


todos esos valores y virtudes se pretendan imponer al pueblo de México a partir de
un invento mítico, pues si alguien fue exactamente todo lo contrario, fue Juárez. Así,
el real conocimiento de nuestra historia nos demostraría todo lo que no conviene
ser: como fue Juárez, el verdadero Juárez: tirano, sectario, deshonesto,
irresponsable, traidor a la patria, inequitativo.

Los verdaderos mexicanos esperamos que pronto la nación pueda


comenzar a retomar su destino al conocer sus verdaderos orígenes, su real
identidad católica, y por lo tanto condenada a muerte –la gloriosa muerte del
martirio– por su ancestral enemigo: el Sionismo, con su brazo secreto, la
Masonería, con su santón principal: Juárez.
76
Apéndice:
El Tratado Mac Lan e Ocampo en Detalle.

“Tratado de McLane-Ocampo”

“Tratado de tránsito y comercio entre los Estados Unidos y México, suscrito


porRobert Mac Lane, Ministro de los Estados Unidos en México, y Melchor
Ocampo, Ministro de Relaciones Exteriores de México, en Veracruz, el 14 de
diciembre de 1859″.

Art. 1° Por vía de ampliación al artículo 8° del Tratado de 30 de diciembre de


1853, cede la República Mexicana á los Estados Unidos y sus conciudadanos y
bienes, en perpetuidad, el derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, de uno
a otro mar, por cualquier camino que actualmente exista ó existiese en lo sucesivo
sirviéndose de él ambas repúblicas y sus ciudadanos.

Art. 2° Convienen ambas Repúblicas en proteger todas las rutas existentes hoy ó
que existieren e lo sucesivo al través de dicho Istmo, y en garantizar la neutralidad
del mismo. Art. 3° Al usarse por primera vez, Bona fide, cualquiera ruta al través de
dicho Istmo, para transitar por ella, establecerá la República Mexicana dos puertos
de depósito, uno al Este, y otro al Oeste del Istmo.

El Gobierno de México no impondrá derechos á los efectos ó mercancías que


pasen bona fide por dicho Istmo, y que no estén destinados al consumo de la
República Mexicana. No se impondrá a los extranjeros y sus propiedades que pasen
por ese camino, contribuciones ni derechos mayores que los que impongan a las
personas y los bienes de los mejicanos. La República de México continuará
permitiendo el tránsito libre y desembarazado de las malas de los Estados Unidos,
con tal que pasen en balijas cerradas y que no hayan de distribuirse en el camino. En
ningún caso podrán ser aplicables a dichas malas ninguna de las cargas impuestas, ó
que en lo sucesivo se impusieren.

Art.4° Conviene la República Mejicana en establecer por cada uno de los puentes
de depósito -uno al Este y otro al Oeste del Istmo- reglamentos que permitan que
los efectos y mercancías pertenecientes a los ciudadanos y súbditos de los Estados
Unidos ó de cualquier país extranjero, se depositen en almacenes que al efecto se
construirán, libres de derechos de tonelaje y de toda otra clase, excepto los gastos
77
necesarios de corretaje y almacenamiento, cuyos efectos y mercancías podrán ser
retiradossubsecuentemente para transitar al través de dicho Istmo y para ser
embarcados en cualquiera de dichos puertos de depósito para cualquier puerto
extranjero, libres de todo derecho de tonelaje y otras clases; se les podrá sacar
también de dichos almacenes para la venta y el consumo dentro del territorio de la
República Mexicana, mediante el pago de los derechos hoy impuestos, ó que dicho
gobierno mexicano tuviese a bien cobrar.

Art. 5° Conviene la República Mejicana que si en algún tiempo se hiciese


necesarioemplear fuerzas militares para la seguridad y protección de las personas y
los bienes que pasen por alguna de las precitadas rutas, empleará la fuerza necesaria
al efecto; pero si. por cualquier causa dejase de hacerlo, el Gobierno de los Estados
Unidos, con el consentimiento, o a petición del Gobierno de México, ó de su
Ministro de Washington, ó de las competentes y legales autoridades locales, civiles
ó militares, podrá emplear tal fuerza con éste y no con otro objeto; y cuando, en la
opinión del Gobierno de México, cese la necesidad, inmediatamente se retirará dicha
fuerza. Sin embargo, en el caso excepcional de peligro imprevisto ó inminente para
la vida ó las propiedades de ciudadanos de los Estados Unidos, quedan autorizadas
las fuerzas de dicha República para obrar en protección de aquéllos, sin haber
obtenido previo consentimiento, y se retirarán dichas fuerzas cuando cese la
necesidad de emplearlas.

Art. 6° La República de Méjico concede a los Estados Unidos el simple tránsito


de sus tropas, abastos militares y pertrechos de guerra por el Istmo de Tehuantepec,
y por el tránsito ó ruta de comunicación a que se alude en este convenio, desde la
ciudad de Guaymas, en el Golfo de California, hasta el rancho de Nogales, ó algún
otro punto conveniente de la línea fronteriza entre la República de Méjico y los
Estados Unidos cerca del 111° Oeste de longitud de Greenwich, dándose inmediato
aviso de ello á las autoridades locales de la República de México. Y asimismo
convienen las dos Repúblicas en que se estipulará expresamente con las compañías
ó empresas a quienes se conceda en lo sucesivo el acarreo o transporte, por
cualesquiera ferrocarril u otras vías de comunicación, en los precitados tránsitos,
que el precio de transporte de las tropas, efectos militares y pertrechos de guerra de
las dos Repúblicas, será a lo sumo la mitad del precio ordinario que paguen los
pasajeros ó las mercancias que pasen por dichos caminos de tránsito; quedando
entendido, que si los concesionarios de privilegios concedidos ya, ó que en lo
sucesivo se concedieren, sobre ferrocarriles ú otras vías de comunicación por dichos
tránsitos rehusaren recibir por la mitad del precio de transporte las tropas, armas,
78
abastos militares y municiones de los EstadosUnidos, el Gobierno de éstos no les
dispensará la protección de que hablan losartículos 2° y 5°, ni ninguna otra
protección.

Art. 7° La República Mexicana cede por el presente a los Estados Unidos,


áperpetuidad, y á sus ciudadanos y propiedades, el derecho de vía o tránsito al través
del territorio de la República de México, desde las ciudadaes de Camargo
yMatamoros, ó cualquier punto conveniente del Río Grande, en el Estado
deTamaulipas, por la vía de Monterrey, hasta el puerto de Mazatlán, á la entrada
delGolfo de California, en el Estado de Sinaloa; y desde el rancho de Nogales ó
cualquier punto conveniente de la línea fronteriza entre la República de México y
los EstadosUnidos cerca del 111° de longitud Oeste de Greenwich, por la vía de
Magdalena yHermosillo, hasta la ciudad de Guaymas en el Golfo de California, en
el Estado deSonora, por cualquier ferrocarril ó ruta de comunicación, natural ó
artificial, queexista actualmente ó existiere o fuere construido en lo sucesivo, del cual
usarán y seservirán en la misma manera y con iguales condiciones ambas Repúblicas
y susrespectivos ciudadanos, reservándose siempre para sí la República Mexicana
elderecho de soberaná que al presente tiene sobre todos los tránsitos mencionados
eneste Tratado. Todas las estipulaciones y reglamentos de todas clases aplicables
alderecho de vía o tránsito a través del Istmo de Tehuantepec, y en que han
convenido ambas Repúblicas, se hacen por el presente extensivos y aplicables a los
precitados tránsitos o derechos de vía, exceptuando el derecho de pasar tropas,
provisiones o pertrechos de guerra desde el Río Grande hasta el Golfo de California.

Art. 8° Convienen asimismo las dos Repúblicas en que, de la adjunta lista


demercancías, elija el Congreso de los Estados Unidos, las que, siendo
produccionesnaturales, industriales o fabricadas de una de las dos Repúblicas,
puedan admitirsepara la venta y consumo en uno de los dos países, bajo condiciones
de perfectareciprocidad, bien se las reciba libres de derecho, bien con el derecho que
fije elCongreso de los Estados Unidos; proponiéndose la República Mexicana
admitir losartículos de que se trata al más módico tipo de derecho y hasta
completamente exento del mismo, si el Congreso de los Estados Unidos conviene
en ello. Su introducción de una a otra de las dos Repúblicas tendrá efecto por los
puntos que los gobiernos de ambas designen, en los límites o fronteras de las
mismas, cedidos y concedidos para los tránsitos y a perpetuidad, por este convenio,
al través del Istmo de Tehuantepec o desde el Golfo de California hasta la frontera
interior entre México y los Estados Unidos. Si México concediere privilegios
semejantes a cualquiera otra nación en los extremos de los precitados tránsitos sobre
79
los Golfos de México y la California y sobre el mar Pacífico, lo hará teniendo en
cuenta las mismas condiciones y estipulaciones de reciprocidad que se imponen a
los Estados Unidos por los términos de este convenio. “Lista de Mercancías, adjunta
al Art. 8°”Animales de todas clases.Arados y barrotes de hierro
sueltos.Arroz.Cacería y huevos frescos.Azogue.Carbón de piedra.Carnes frescas,
saladas y ahumadas.Casas de madera y de hierro.Cueros al pelo.Cuernos.Chile, o
pimiento colorado.Dibujos y modelos de máquinas grandes, edificios, monumentos
y botes.Botes de todas clases y tamaños para la navegación de los ríos de la
frontera.Escobas y materiales para hacerlas.Bocados para caballos (bridle
bits).Frutas frescas, secas y azucaradas.Tipos, espacios, planchas para imprimir o
grabar, reglas, viñetas y tinta de imprimir.Libros impresos de todas clases a la
rústica.Arcos.Madera en bruto y leña.Manteca y queso.Mapas geográficos y náuticos
y planos topográficos.Mármol en bruto y labrado.Máquinas e instrumentos de
agricultura, y para el laboreo de minas, y para eldesarrollo de las artes y las ciencias,
con todas sus piezas sueltas o para sercompuestas.Palos de tinte.Pescado, alquitrán,
trementina y ceniza. Plantas, árboles y arbustos. Pizarras para techos. Sal común.
Sillas de montar. Sombreros de palma.Estuco (gypsum). Vegetales. Pieles de
carnero. Toda clase de granos para hacer pan. Harina. Lana. Tocino. Sebo. Cuero y
efectos de cuero. Toda clase de tejidos de algodón, excepto la llamada manta
trigueña.

Art. 9° En aplicación de los artículos 14 y 15 del Tratado de 5 de abril de 1831,


en el cual se estipuló lo relativo al ejercicio de su religión, se permitirá a los
ciudadanos de los Estados Unidos ejercer libremente su religión en México, en
público o en privado,en sus casas o en las iglesias y sitios (places) que se destinen al
culto, comoconsecuencia de la perfecta igualdad y reciprocidad que, según dice el
segundoartículo de dicho tratado, sirvió de base al mismo. Podrán comprarse las
capillas ositios para el culto público, que serán consideradas como propiedad de los
que lascompren, como se compra y se conserva cualquiera otra propiedad,
exceptuando deello, sin embargo, a las comunidades y corporaciones religiosas, a las
cuales lasactuales leyes de Méjico han prohibido para siempre el obtener y conservar
toda clasede propiedades. En ningún caso estarán sujetos los ciudadanos de los
Estados Unidos,residentes en Méjico, al pago de préstamos forzosos.

Art. 10° En consideración a las precedentes estipulaciones, y por vía de


compensacióna las rentas a que renuncia Méjico permitiendo el transporte de
mercancías libres dederechos por el territorio de la República, conviene el Gobierno
de los Estados Unidosen pagar al Gobierno de Méjico la suma de 4,000,000 de
80
duros, dos de los cuales sepagarán inmediatamente después de canjeadas las
ratificaciones de este Tratado, y los otros quedarán en poder del Gobierno de los
Estados Unidos, para pagar lasreclamaciones de ciudadanos de los Estados Unidos
contra el Gobierno de laRepública Mexicana, por daños y perjuicios sufridos,
después de probada la justicia de esas reclamaciones, según la ley y el uso de las
naciones y los principiosde equidad, y se pagarán las mismas a prorrata, hasta donde
lo permita la citada suma de dos millones, en cumplimiento de una ley que expedirá
el Congreso de los Estados Unidos, para la adjudicación de la misma, y lo restante
de esta suma se devolverá a México por los Estados Unidos en caso de que sobrase
algo después del pago de las reclamaciones reconocidas como justas.

Art. 11° Este Tratado será ratificado por el Presidente de los Estados Unidos, con
el consentimiento y consejo del Senado de los Estados Unidos, y por el Presidente
de México en virtud de sus facultades extraordinarias y ejecutivas, y las respectivas
ratificaciones serán canjeadas en la ciudad de Washington, dentro del preciso
término de seis meses a contar desde la fecha de su firma, o antes si fuese posible,
o en el asiento del Gobierno Constitucional, si el Presidente y el Senado de los
Estados Unidoshicieren algunas alteraciones o enmiendas que fuese aceptadas por
el Presidente de la República de México.

“ARTÍCULOS CONVENCIONALES”“CONVENCIÓN PARA EJECUTAR


LAS ESTIPULACIONES DE LOSTRATADOS Y CONSERVAR EL ORDEN
Y LA SEGURIDAD EN ELTERRITORIO DE LAS REPÚBLICAS DE
MÉJICO Y LOS ESTADOS UNIDOS,”
Por cuanto, a causa de la actual guerra civil en Méjico y particularmente
enconsideración del estado de desorden en que se halla la frontera interior de
México y los Estados Unidos, pueden presentarse ocasiones en que sea necesario
para lasfuerzas de las dos Repúblicas obrar de concierto y en cooperación para hacer
cumplir estipulaciones de tratados, y conservar el orden y la seguridad en el territorio
de una de las dos Repúblicas; por tanto se ha celebrado el siguiente convenio:

Art. 1° Si se violaren algunas de las estipulaciones de los Tratados existentes


entreMéxico y los Estados Unidos, o si peligran la seguridad de los ciudadanos de
una de las dos Repúblicas dentro del territorio de la otra, y el gobierno legítimo y
reconocido de aquélla no pudiere, por cualquier motivo, hacer cumplir dichas
estipulaciones o proveer a esa seguridad, será obligatorio para ese gobierno el
recurrir al otro para que le ayude a hacer ejecutar lo pactado, y a conservar el orden
81
y la seguridad en el territorio de la dicha República donde ocurra tal desorden y
discordia, y en semejantes casos especiales pagará los gastos la nación dentro de
cuyo territorio se haga necesaria tal intervención; y si ocurriere tal desorden en la
frontera de las dos Repúblicas, las autoridades de ambas, más inmediatas al punto
donde existe el desorden, obrarán de concierto y en cooperación para arrestar y
castigar a los criminales que hayan perturbado el orden público y la seguridad de una
de las dosRepúblicas y entregárseles a las autoridades de la República en cuyo
territorio se hayacometido el crimen; la naturaleza y el carácter de esta intervención,
lo relativo a los gastos que ocasione y la manera de arrestar y castigar a dichos
criminales serándeterminados y reglamentados por un convenio entre el
departamento Ejecutivo de los dos gobiernos.

Art. 2° Este convenio será ratificado por el Presidente de los Estados Unidos y
por elPresidente de México, en virtud de sus facultades extraordinarias y ejecutivas,
y las respectivas ratificaciones serán canjeadas e la ciudad de Washington, dentro del
preciso término de seis meses, a contar desde la fecha de su firma, o antes, si fuere
posible, o en el asiento del Gobierno Constitucional, si el Presidente y el Senado de
los Estados Unidos, hicieren algunas alteraciones o enmiendas que fueren aceptadas
por el Presidente de la República Mexicana. En fe de lo cual, nosotros, los
Plenipotenciarios, lo hemos firmado y sellado en Veracruz el día catorce de
diciembre del año del Señor mil ochocientos cincuenta y nueve, trigésimo noveno
de la Independencia de la República Mexicana y octogésimo cuarto de la de los
Estados Unidos. Firmados: M. Ocampo.-Robert M. Mc Lane. Rúbricas.

82
Apéndice Dos.

El Mito de Juàrez, es decir, la Historia al Revés.


Vale la pena conocer cómo adora a Juñarez La masonerìa. Para ello es un
buen recurso conocer alguna cde sus más típicas versiones:

Tras llegar los ciclos "Los Blogs de Spectator" y "Spectator Fase II" a su
conclusión, estas son las entradas acumulativas siguiendo el formato de
construcción de una bitácora convencional, por orden cronológico descendente de
fechas, con las que se irá dando seguimiento a dichos trabajos según lo dicten los
acontecimientos y sucesos nacionales e internaci,onales.

En ocasión del aniversario del natalicio del indio zapoteca que llegó a convertirse
en Presidente de México, celebrado el 21 de marzo, resulta una ocasión apropiada
para pasar revista a una imagen sumamente negativa que suele presentarse del
Benemérito de las Américas en ciertos textos y en ciertas corrientes ideológicas
plenamente identificadas con el conservadurismo de aquél entonces. Con el alto
concepto en que se le tiene en muchos textos históricos, seguramente para quienes
son introducidos por vez primera al sub-mundo de la extrema derecha resulta una
verdadera sorpresa que Benito Juárez termina siendo uno de los personajes
históricos más vilificados, más criticados, más demonizados y más satanizados en la
literatura de corte extremista como se hace en el libro América Peligra del alucinado
pseudo-historiador de la ultraderecha mexicana Salvador Borrego Escalante. Esto
nos obliga a preguntarnos con toda la seriedad del mundo: ¿quién era el verdadero
Benito Juárez? ¿Era el héroe que en medio de las peores circunstancias y condiciones
rescató a México de las fuerzas que querían a toda costa imponer una monarquía en
México a sangre y fuego haciendo retroceder el reloj de la Historia hasta los tiempos
de la Colonia? ¿O era realmente un personaje tan malo como lo pintan sus
detractores, principalmente los pseudo-historiadores que son el “faro de
iluminación” de la ultraderecha mexicana?

Benito Juárez es usualmente tipificado como un archivillano en la literatura de la


derecha extrema. Ejemplo de ello es el libro titulado “Juárez marxista” escrito por
uno de los exponentes máximos del Sinarquismo de Guanajuato el fascista
mexicano admirador de Hitler y del Nazismo Salvador Abascal (de Guanajuato,
naturalmente). En su libro “América peligra” (el título del libro es una alusión directa
a la bizarra ficción de “la gran conspiración judía masónica comunista” inspirada en
el fraude literario ruso Los Protocolos de los Sabios de Sión que es la que
83
supuestamente hace que América “peligra”), el endurecido fascista pseudo-cristero
mexicano (también admirador de Hitler y del Nazismo) Salvador Borrego Escalante
también aporta sus dosis de veneno en contra de Benito Juárez (el hecho de que
ambos se llamen “Salvador” quizá contribuyó a que ambos con su propaganda anti-
juarista, anti-semítica, anti-izquierdista y anti-todo se creyeran realmente
“salvadores”).

Quizá la mejor forma de responder a quienes desde los sectores más


ultraconservadores del país han despotricado a sus anchas en contra de la figura de
Benito Juárez y lo que él representó en vida es considerar lo que habría sucedido en
caso de que los conservadores de la derecha de aquél entonces hubieran triunfado
en contra de Benito Juárez y se hubiera terminado de consumar la instalación de una
monarquía en México tal y como ellos querían.

En primer lugar, y de esto no debe haber absolutamente duda alguna, se habría


instaurado en México un sistema de castas privilegiadas tal y como se acostumbraba
hacerlo en las monarquías europeas, con aristocracias y títulos de nobleza
hereditarios; o sea condes, marqueses, duques, viz-condes, príncipes, princesas, etc.,
tal y como se acostumbraba hacerlo en México en los tiempos de la Colonia.
Miramón y Mejía habrían sido los primeros en obtener estos títulos nobiliarios y en
ser reclasificados como parte de la nobleza, como mexicanos de sangre azul. (¿?)
Habrían llevado a México hasta los tiempos del coloniaje, retrocediendo el reloj más
de medio siglo. En esto, las derechas de ayer no son muy diferentes de las derechas
extremas de hoy, y de hecho son casi idénticas, siempre han sido clasistas . El
Nazismo alemán estaba basado precisamente en eso, en el dogma de los seres
superiores y los seres inferiores, o sea los arios y los no-arios, con los arios teniendo
el pleno derecho de someter a los no-arios a su servicio en condiciones de esclavitud
y vasallaje por el supuesto mérito biológico hereditario de considerarse superiores.
Las derechas ultraconservadoras de México, algunos de cuyos impulsores en México
aún se creen descendientes de nobles europeos, detestan el concepto de una
sociedad sin clases, detestan la noción de que las masas que conforman al
proletariado o la prole puedan ejercer su poder de decisión en elecciones libres para
escoger a los gobernantes que ellos quieran. Precisamente por tales cosas son
enemigos acérrimos de la democracia, precisamente por tales cosas tienen como
héroes a tipos como Francisco Franco, Adolfo Hitler, Victoriano Huerta y los
virreyes de la Nueva España.

84
De haber triunfado los conservadores reaccionarios que derramaron mucha
sangre mexicana en su afán enfermizo por instaurar en México una monarquía con
un extranjero importado de Europa que les ayudase a superar sus malinchistas
complejos de inferioridad con la repartición de títulos nobiliarios hereditarios a
todos aquellos que apoyasen la aventura descabellada, los pueblos indígenas de
México estarían hoy mil veces peores que como ya están bajo el yugo del PAN-
Gobierno y sus depredadoras políticas económicas neo-liberales que han
ensanchado de modo grotesco la separación entre las clases sociales con una
repartición de la riqueza que se antoja desproporcionada (¿cómo es posible que un
país en el cual vive el hombre más rico del mundo pueda haber tanta miseria?) Para
poder llevar a cabo sus fechorías, los ultraconservadores de las derechas extremas
de hoy le vendieron al pueblo la idea de que al país le convenía tener una clase social
super-privilegiada a la cual se le mime con tasas bajas de impuestos y se le concedan
todo tipo de ventajas y privilegios que no se le conceden a los de la prole porque,
supuestamente, entre más dinero tengan los nuevos aristócratas con todas sus
concesiones y todos sus privilegios otorgados por el Estado (ejemplos destacados:
TELEVISA y TV Azteca, o lo que es lo mismo, Emilio Azcárraga Jean y Ricardo
Salinas Pliego) más podrán invertir generando empleos creando prosperidad y
bienestar social, desparramando felicidad a manos llenas como solo ocurre en los
cuentos de hadas. Esas eran las promesas luminosas, era la fantasía, esa era la trampa.
La realidad es que, en vez de suceder tal cosa, lo único que sucedió es que los
poderes fácticos que se han beneficiado a manos llenas con la instauración del
Partido Acción Nacional en la silla presidencial terminaron instaurando también una
aberración económica conocida como crony capitalism en la que los únicos que se
benefician son los mismos supracapitalistas que si antes acaparaban el 65 por ciento
de la riqueza nacional pasaron a acaparar el 75 por ciento de la riqueza nacional
pasando al 80 por ciento y así sucesivamente. Y no estando conformes con ello, han
presionado para obtener la privatización de la energía eléctrica, del petróleo, de los
servicos de correos, en fin, de todo lo que se pueda privatizar, terminando por
convertir al gobierno en una especie de empresa privada en manos de accionistas
cuya única finalidad siempre ha sido lucrar, lucrar y lucrar, porque nunca han sabido
hacer otra cosa más que eso.

El triunfo de Benito Juárez y el fracaso de los conservadores en la pretendida


instauración de una monarquía con el sistema de castas que tanto anhelaban
instaurar se empezó a desvirtuar en las tres décadas de dictadura porfirista que
condujo a un nuevo sistema de castas (sin títulos nobiliarios) en el cual los “nobles”
bajo el porfirismo terminaron siendo los latifundistas y los hacendados (el ejemplo
85
más conocido es el del soberbio y pedante Luis Terrazas, el cual cuando se le
preguntaba si era del Estado de Chihuahua respondía pedantemente “Chihuahua es
mío”). El colapso total de la dictadura porfirista permitió recuperar algunos de los
principios del legado juarista, tales como el concepto del estado laico. Sin embargo,
los enemigos mortales de Benito Juárez (o mejor dicho, los descendientes de los
enemigos mortales de Benito Juárez) siempre estuvieron al acecho, esperando una
oportunidad, maquinando y conspirando con otros de su misma ideología, para
poder hacer algo en México como lo que estaban haciendo en Europa Francisco
Franco, Benito Mussolini y Adolfo Hitler. Y siguen estando al acecho hasta el día
de hoy, no se han detenido ni han cambiado en nada, siguen siendo los mismos
rapaces de ayer. En rigor de verdad, mucho de lo que está sucediendo en el México
de hoy es una consecuencia directa del repudio que siempre han sentido las derechas
ultra-reaccionarias y conservadoras de México hacia todo lo que representaba
Juárez. Esto explica la movilización que las derechas ultraconservadoras de México
han estado llevando a cabo para colmar su obsesión de acabar con el estado laico
en México. En cuanto a lo de instaurar una monarquía en México capaz de conferir
títulos nobiliarios hereditarios a empresarios amorales y apátridas como Emilio
Azcárraga Jean, eso ya no lo pueden hacer, pero no por falta de ganas sino por el
hecho de que tras la Revolución Rusa, la Primera Guerra Mundial y la Segunda
Guerra Mundial, el sistema monárquico en Europa quedó prácticamente
colapasado, y no hay muchas ganas en Europa por regresar a tales épocas en las
cuales los monarcas tenían un poder y dominio casi absoluto sobre sus vasallos.
Pero a falta de títulos nobiliarios que ciertamente no se le habrían concedido a nadie
en tiempos de Benito Juárez, el concepto de nobleza ha sido redefinido para dárselo
a cualquiera según las fortunas que tenga amasadas, e irónicamente, siendo dichas
fortunas hereditarias, los nuevos nobles también están en condiciones de heredarle
a sus hijos el nuevo símbolo de status quo. Lo único que ha cambiado son las
formas, no el contenido.

No se cuestionará aquí en lo absoluto el derecho que tenga cualquier ciudadano


en hacer una fortuna ya sea inventando algo nuevo como una cura contra la calvicie,
sacándose la lotería, o encontrando un gigantesco yacimiento de oro en el patio de
su casa. Lo que tiene que ser cuestionado duramente es que el origen de la fortuna
radique en canonjías y privilegios inmerecidos otorgados por un Estado cuya
principal prioridad debería ser el garantizar una distribución más o menos equitativa
de la riqueza nacional (como ocurre en los países escandinavos). A Benito Juárez los
conservadores ultrareaccionarios de hoy le cuestionan con dureza el haber llevado a
cabo una expropiación de los bienes del clero, ignorándose en el argumento que el
86
mismo Jesús de Nazareth advirtió a sus seguidores en contra de la acumulación
desmedida de riquezas como una receta segura para perder el alma, ignorándose
también que en los tiempos de la Colonia en México el diezmo era un impuesto que
era obligatorio para todos (la palabra diezmo significa el diez por ciento de las
ganancias obtenidas por cualquier actividad empresarial) mientras que la misma
Iglesia no pagaba un solo centavo de impuestos. Haber acabado de tajo con este
estado de cosas es algo que la ultraderecha conservadora de México nunca le ha
perdonado jamás a Benito Juárez (ni se lo perdonará). Y de hecho, ya lo condenaron
al Infierno, como puede apreciarse en el libro México, Tierra de Volcanes escrito
por el sacerdote católico Joseph H. Schlarman:

en donde aparece la siguiente anécdota (la cual, obviamente, resulta


imposible de corroborar, excepto con un paso inconveniente y sin retorno
hacia el más allá):

He visto caer al infierno el alma de Benito Juárez -respondió el prelado-


. Pocas horas después, al abrirse la oficina telegráfica, apareció la fatal
noticia.

Aquí surgen varias dudas. Siendo el alma algo etéreo e incorpóreo, de naturaleza
netamente espiritual (al menos así es como se le concibe), incapaz de ser percibida
directamente por los sentidos físicos y en cuya existencia se debe creer como un
acto de fé, ¿cómo pudo el prelado “ver” el alma de Benito Juárez y saber que se
trataba de él? La anécdota a la cual Joseph Schlarman le dá mucha importancia no
dá más detalles, como tampoco dá descripción alguna de lo que debe haber sido la
primera ocasión en la cual se le muestra a ser humano alguno una visión de lo que
es el Infierno, a no ser que se trate de la misma descripción que daban los griegos
del Tártaro (que por cierto predata los mismos orígenes del Cristianismo).

Aceptando como cierto sin cuestionamiento alguno todo lo que afirma el


multicitado Schlarman en su libro, entonces podemos tener la seguridad absoluta de
que hay ya dos almas en el Infierno, la de Judas Iscariote y la de Benito Juárez
(además de las muchas otras que Satán seguramente habrá reclamado como de su
propiedad).

Por otra parte, según se puede apreciar en un libro del también frecuentemente
multicitado sacerdote católico que terminó autoexiliándose en Marfa, Texas, Regis
Planchet:
87
…que viene siendo su obra de 316 páginas titulada La Cuestión Religiosa en
México (la cual incluye también en muchos párrafos citas anecdóticas imposibles de
ser corroboradas, además de citar numerosas obras y autores anti-Juaristas sin
mencionarlos como tales):

…en donde después de adjudicarle a Benito Juárez Instintos sanguinarios en el


capítulo XVIII de dicho libro (capítulo titulado, precisamente, Instintos
sanguinarios de Juárez), se cierra la obra al final del capítulo XIX en una sección
titulada Su muerte repentina y misteriosa, atribuyendo la muerte de Benito Juárez a
“una conspiración masónica”. Es importante subrayar este tipo de comentarios
porque son precisamente estas “enseñanzas” repetidas miles y miles de veces las que
han dado y siguen dando sustento a la estrambótica fantasía de “la gran conspiración
judía masónica comunista”. Son precisamente este tipo de comentarios vertidos a
raudales los que terminaron calentándole el cerebro a pseudo-historiadores
revisionistas de corte neo-fascista como Salvador Borrego Escalante que citan a
Regis Planchet como la verdad absoluta. Escribe Regis Planchet lo siguiente en la
página 302 de su libro:

Estos indicios vehementes unidos a rumores públicos y repetidas amenazas que


se dirigieron a Juárez, vienen a robustecer (¿?) la creencia general de que Juárez fue
víctima de un asesinato masónico, del mismo modo que iba a serlo Iturbide (¿?),
“cuya supresión aún por medio del puñal llegó a ser discutida en las logias”. Y agrega
en la página 303 la siguiente “prueba contundente”:

En los últimos años de Juárez, los principales masones lo odiaban a muerte:


¿qué cosa más natural para ellos que procurar que de cualquier modo desapareciera?

Con los recursos tecnológicos actuales del nuevo milenio, si se quiere, se puede
vindicar o echar por tierra la aserción de que Juárez fue víctima de un asesinato
masónico. Basta con unas muestras pequeñísimas tomadas del cadáver de Benito
Juárez para detectar la presencia de cualquier veneno que lo pudiera haber llevado a
su sepulcro. Pero tal ejercicio sería completamente inútil, porque aún
comprobándose por medio de las más avanzadas técnicas forenses con las que se
cuenta hoy en día que Benito Juárez murió de causas naturales y no como resultado
de alguna fantasía urdida en las mentes de quienes querían verlo asesinado, los
alucinados ultraconservadores de la derecha de hoy seguramente dirían algo como
lo siguiente: “es que los masones son tan astutos, tan ladinos, tan sofisticados, que
88
pidiéndole ayuda a los illuminati lograron evaporar del cuerpo de Benito Juárez de
alguna manera tecnológicamente sofisticada para la época hasta el último átomo que
pudiera haber quedado en su cuerpo del veneno que le fue suministrado, lo cual
explica satisfactoriamente los resultados negativos obtenidos de la autopsia”. Se
trata de gente que ya está aferrada a cierta visión de la realidad que se han fabricado
para sí mismos, y nada los sacará de su cerrazón.

Regis Planchet dió por hecho que la figura de Benito Juárez quedaría demeritada
e inclusive vilificada merced a “unos recientes trabajos históricos” (pagina 304) de
los cuales jamás dió detalle alguno, a no ser que se estuviera refiriendo a él mismo y
a su propio libro anti-juarista:

Merced a unos recientes trabajos históricos, el culto del “gran patricio” y


Boudha zapoteca está en vísperas de desaparecer, destruído por sus mismos
sectarios (¿?) avergonzados de haber tributado durante tantos años una adoración
fetichista a divinidad tan grotesca (¿?).

Sin embargo, y al final de cuentas, un siglo después de que Regis Planchet hiciera
tales “profecías”, quienes se han encargado de inmolar el recuerdo y el legado
histórico de Benito Juárez han sido precisamente los descendientes de la derecha
conservadora y reaccionaria que quiso imponer una monarquía en México con un
aristócrata importado de Europa, empezando por Vicente Fox que personalmente
con sus propias manos desmontó la imagen de Benito Juárez que había servido de
fondo al escritorio de la Presidencia de la República, y continuando con Felipe
Calderón que en forma sigilosa y encubierta movió a los panistas más conservadores
y reaccionarios en el Congreso de la Unión para empezar con el desmantelamiento
total del Estado laico en México.

Como era de esperarse, Regis Planchet se refiere despectivamente a las


fraternidades masónicas en términos peyorativos como los siguientes:

Así murieron en Francia, Gambetta (¿?); en España, el General Prim (¿?); y en


los Estados Unidos, Guillermo Morgan y varios otros masones que habiendo sido
encumbrados por la secta tenebrosa, quisieron en mala hora recobrar su libertad
después de haberla abdicado en sus juramentos.

89
Podemos decir que esto último es absolutamente cierto en México, pero no por
lo que ocurra en las filas de las fraternidades masónicas, sino precisamente por lo
que ocurre en las filas de las derechas extremas que fueron creadas e indoctrinadas
en México recurriendo a literatura vieja como la que produjo Regis Planchet (citado
como “docta” fuente de información por el derechista extremista de corte fascista
ultra-radical Salvador Borrego en su libro América Peligra). Porque si hemos de
hablar de juramentos terribles que atan y encadenan a una persona por el resto de
su vida a sociedades secretas, ¿qué mejor ejemplo en todo el continente americano
que la terrible Organización Nacional del Yunque y sus creadores aglutinados en
torno a la aún más violenta y peligrosa sociedad criminal secreta de ultraderecha Los
Tecos que lanzó desde Guadalajara la gran conjura nacional para ir infiltrando al
gobierno mexicano poco a poco hasta tomar el control de las riendas del poder?
Todos aquellos que han sido encumbrados en estas sectas tenebrosas de la extrema
derecha y que quisieron en mala hora recobrar su libertad después de haberla
abdicado en sus juramentos casi siempre terminan muertos. Usando su autoridad
como sacerdote católico, Regis Planchet despotricó duramente en contra de las
fraternidades masónicas de cualquier tipo al igual que otros han continuado
haciéndolo siguiendo el ejemplo dado por Regis Planchet. En cambio: pese a la
extraordinaria peligrosidad y la naturaleza eminentemente conspiratoria que ha
llevado a a los líderes y militantes de organizaciones secretas en México como el
Yunque y los Tecos a ordenar la ejecución de crímenes y actos sumamente violentos
“en el nombre de Dios”, en ningún momento ha habido prelado católico alguno en
México que haya emitido una proclama de excomunión en contra de los líderes y
alucinados militantes de tan macabras sociedades.

Es muy posible que en su virulencia fundamentalista al atacar con la mayor dureza


posible a las fraternidades masónicas y a sus miembros, Regis Planchet haya sido
motivado en parte por una fantasía según la cual en los grados superiores de las
fraternidades masónicas se le rinde culto a Satanás, una fantasía propalada por un
contemporáneo suyo en Francia (Regis Planchet era de origen francés) que se hacía
llamar Léo Taxil pero cuyo verdadero nombre era Gabriel Antoine Jogand-Pagès.
Si tal fue el caso, Regis Planchet cometió el craso error al hacerla de historiador
amateur de no investigar más a fondo el asunto, porque resulta que Taxil era un
charlatán estafador que terminó siendo expuesto como lo que realmente era (algo
de lo cual ya se ha hablado en otros trabajos), quedando en el más espantoso de los
ridículos, pero no sin antes de que su fantasía sobre los supuestos cultos a Satanás
en las logias masónicas hubieran sido asimilados en su totalidad por los adictos a la

90
prensa sensacionalista cuya credibilidad los hace presa fácil de cualquier tontería por
extravagante que sea.

Con el debido respeto a su investidura como sacerdote, pero el Pbro. Regis


Planchet faltó a la verdad cuando se refirió a la francmasonería como una “secta”,
habido el hecho de que las fraternidades masónicas no imponen religión alguna a
sus iniciados, a esto se debe precisamente el que haya logias masónicas en países con
religiones distintas. Aunque pudiera argumentarse que a los afiliados se les impone
como requerimiento la creencia en algo que puede ser clasificado como monoteísmo
al basar sus peculiares filosofías en lo que ellos llaman el Gran Arquitecto, no se les
impone la adoración de imágenes religiosas hechas por la mano del hombre (una
idolatría que, dicho sea de paso, está en conflicto directo con el ordenamiento
bíblico asentado en el Libro del Éxodo 20:4-6 en el que Dios mismo dice a través
de Moisés en el Segundo Mandamiento: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza
de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la
tierra; no te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte,
celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre
los cuartos, a los que me aborrecen; y que hago misericordia en millares a los que
me aman y guardan mis mandamientos”, lo cual irónicamente convierte a los
francmasones en algo más cercano al espíritu de las ordenanzas de la Biblia que
muchos católicos que se postran en adoración a los pies de estatuas de barro
pidiéndoles todo tipo de milagros), ni se les acostumbra a memorizar oraciones y
plegarias o a sostener sesiones de rezos espirituales, dejando tales cosas al arbitrio y
juicio personal de cada uno de sus iniciados, lo cual explica la universalidad y enorme
versatilidad de las asociaciones masónicas alrededor del mundo. Tampoco tienen en
los templos masónicos cuartos obscuros con salas de tormentos como los que tenía
la Inquisición Española la cual, esa sí, y a diferencia de la tolerancia practicada por
los masones hacia los credos religiosos de cualquier tipo, era la más viva
manifestación que pueda haber habido de eso que llamamos intolerancia, ejerciendo
grados extremos de crueldad en contra del prójimo... ¡en el nombre de Dios! Benito
Juárez, el cual ciertamente era masón, de seguro habría terminado muerto en las
frías mazmorras de la Santa Inquisición al igual que otros masones en los tiempos
de la Colonia, torturado hasta la locura con los más exquisitos y refinados suplicios
que pudieran ser concebidos por los insanos inquisidores que eran expertos en tales
menesteres (algo que posiblemente hubiera sido del mayor agrado posible para
clérigos como Regis Planchet y su séquito de admiradores), pero esto ya no pudo
ser porque uno de los primeros logros de la Independencia de México de 1810,
además de la abolición de la esclavitud que practicaba la Corona española no en la
91
Madre Patria sino en sus dominios en el nuevo continente, fue la supresión total en
México de esa infame institución criminal que algunos extremistas del neofascismo
de nuevo cuño en México quisieran resucitar. Lamentablemente, el que no haya
habido un solo juicio público en contra de los sádicos inquisidores cuyos crímenes
quedaron en la más completa y absoluta impunidad, dejó sembrado un
resentimiento extremo entre los liberales más jacobinos del México independiente
(algunos masones, otros no) que se empezaron a cobrar las facturas y cuentas
pendientes con la incautación de los bienes de la Iglesia, adquiriendo su clímax con
las persecusiones religiosas emprendidas por Plutarco Elías Calles. Y como siempre,
terminaron pagando justos por pecadores. ¿Moraleja? El respeto al derecho ajeno y
hacia las creencias de otros es la paz, hoy y siempre.

El título La Cuestión Religiosa en México del libro del Pbro. Regis Planchet puede
ser engañoso para quienes no hayan echado jamás una vista al interior del libro. El
libro no menciona para nada ninguna de las atrocidades cometidas por los
Inquisidores en los tiempos de la Colonia en México ni emite condena alguna al
Tribunal del Santo Oficio por sus cacerías de herejes, protestantes, judaizantes,
brujas y demás parafernalia. El libro es simple y sencillamente un libelo
condenatorio en contra de Benito Juárez sin reconocer en ninguna de sus páginas
las razones por las cuales la Iglesia Católica adquirió fama de intolerante antes de
que se llevara a cabo la Independencia de México. Tampoco fue el único libro que
escribió Regis Planchet (al cual en ocasiones se le nombra como un personaje de
origen catalán, aunque en realidad era de origen francés, lo cual explica en parte su
exacerbada animadversión hacia un indio zapoteca que desde la Presidencia de
México luchó en contra de la intervención francesa en México). También escribió
los libros La propaganda protestante en México (publicado en 1922) y La
intervención protestante en México y Sud América (publicado en 1928):

…queriendo fijar en sus lectores la firme convicción de que los ministros del culto
protestante son y siempre fueron la “avanzada” de un enorme “complot masónico”
para destruír por completo a la Iglesia Católica, una fantasía charra con la cual
cualquier pastor de cualquier culto protestante en nuestros tiempos seguramente
caería al suelo desternillándose de la risa si no quedaba con los ojos cruzados del
asombro de que alguien pudiera elaborar tales fantasías o que haya gente dispuesta
a creer en tales ficciones (a diferencia de la Iglesia Católica, en la cual hay una
autoridad suprema que está en Roma y de la cual emanan órdenes y directivas de
alcance mundial de manera unificada hechas efectivas en cada país a través de los
Cardenales y los Obispos, los cultos protestantes no tienen ninguna de estas
92
jerarquías, y por lo tanto les sería imposible en toda la extensión de la palabra el
poder ponerse de acuerdo para organizar y emprender un “plan grandioso” para
acabar con la Iglesia Católica en México como pretendía hacerlo creer Regis
Planchet). Cualquier ultraderechista que acepte las tesis de Regis Planchet,
invariablemente quedará convencido de que la “gran conspiración judía masónica
comunista” debe ser ampliada para incluír a los ministros del culto protestante y así
terminar creyendo en la existencia de una “gran conspiración judía masónica
comunista protestante”, sumándole a la “gran conspiración” otros segmentos de la
sociedad para así hacerla aún más grandiosa, más estremecedora, capaz de mover a
las masas a la histeria colectiva.

Precisamente por estas razones, es frecuente encontrar los libros de Regis


Planchet a la venta en los mismos sitios que diseminan y venden los libros del
neofascista cristero mexicano Salvador Borrego y otros libros que forman la
literatura de colección de quienes militan en la extrema derecha mexicana. Regis
Planchet fue precisamente una de las principales “fuentes de inspiración” del
pseudo-historiador neofascista Salvador Borrego para escribir su libro América
Peligra según el cual América “peligra” por culpa de la “gran conspiración judía
masónica comunista protestante”, y para “salvar” al continente, pues para eso hay
que crear sociedades secretas como la Organización Nacional del Yunque y los
Tecos de Guadalajara dispuestas a la infiltración, al crimen, a la traición, a la perfidia
y a todo lo que sea necesario para implantar en la Tierra lo que ellos creen que debe
ser el reino de Dios. Benito Juárez luchó para que en México hubiera plena libertad
de culto religioso, entendiéndose por ello la plena libertad para que cualquiera que
pertenezca a la fé católica pueda convertirse a la fé protestante, a la fé budista, a la
fé judía, a la fé musulmana o cualquier otra fé de su predilección, o regresar a la
Iglesia Católica en cualquier momento si así lo desea por libertad y convicción
espiritual propia, mientras que Regis Planchet no toleraba ninguna otra posibilidad
más que la proscripción de todas las demás religiones que no fuesen la religión
católica.

De este modo, Benito Juárez simboliza la libertad de credos, mientras que


individuos como Regis Planchet simbolizan la intolerancia extrema, la intolerancia
total hacia las creencias de los demás, siendo esta la razón por la cual los
ultraderechistas siempre han visto con simpatía y con agrado a la Santa Inquisición,
que resolvía el problema de la diversidad religiosa con el remedio simple y expedito
de enviar a la hoguera a quienes no estuvieran dentro de la fé católica.

93
Y si México tuvo al furibundo anti-juarista Regis Planchet para pintar a Benito
Juárez como “un indio cobarde, sanguinario, asesino, ladrón, ratero, apóstata” y
demás calificativos pintorescos, encabezando una “gran conspiración masónica”
para convertir a los francmasones mexicanos e importados en los dueños de México,
Europa también tuvo su propia versión de Regis Planchet, un prelado católico
llamado Ernest Jouin, el cual gastó bastante tinta en denunciar lo que también él
llamaba “una gran conspiración masónica”.

Pero a los revisionistas históricos forjados en esta escuela les faltaba un


ingrediente que pudiera hacer ascender a la presunta conspiración masónica a
proporciones colosales, grandiosas, algo que pudiera desatar la histeria y el pánico
moviendo a las masas hacia lo que ya se perfilaba a principios del siglo XX como
una extrema derecha reaccionaria e intolerante repleta de odio hasta la médula, pero
eso sí, muy “cristiana”, muy dizque católica. Ese ingrediente casi mágico lo
obtendrían con la publicación en Rusia de lo que hoy es considerado como el fraude
literario más grande de todos los tiempos, el tracto titulado Los Protocolos de los
Sabios de Sión (no fue publicado originalmente bajo tal título, pero así es como se
le conoce hoy en día).

Los ultraderechistas en ciernes de principios del siglo XX no perdieron tiempo en


fusionar a la “gran conspiración masónica” con la “gran conspiración judía” para así
terminar con una mito más increíble aún, la fábula de “la gran conspiración judía-
masónica”. Sin embargo, esto aún no les era suficiente, y necesitaban un tercer
ingrediente que realmente elevara sus doctrinas hasta alturas insospechadas. Y ese
tercer ingrediente no tardaría en llegar.

Tras el colapso total de la torpe y autocrática monarquía de los Romanov que se


hundió a sí misma y hundió al país entero en el peor de los infiernos con el ingreso
a una guerra contra Alemania que terminó costándole millones de muertos a los
rusos, el ascenso de los comunistas al poder en Rusia le agregó a las fantasías
conspiratorias propaladas por los clérigos Regis Planchet y Ernest Jouin el tercer
ingrediente que faltaba: una “gran conspiración comunista”. Unidos los tres
ingredientes con la mayor de las ligerezas y el menor de los escrutinios históricos
que hayan tenido lugar en la historia del hombre, de esta mescolanza bizarra nació
la columna vertebral que dió sustento a los Nazis en Alemania, a los Falangistas en
España, y que hoy dá sustento a organizaciones secretas de naturaleza
verdaderamente conspiratoria como la terrible sociedad extremista de ultraderecha
Tecos cuya principal sede de operaciones sigue siendo la Universidad Autónoma de
94
Guadalajara, y como la aún más terrible Organización Nacional del Yunque
prohijada por los dementes Tecos usando como materiales de lavado de cerebro los
mismos tractos elaborados un siglo atrás por clérigos amorales como Regis Planchet
y Ernest Jouin a los cuales jamás les entró en el cerebro que el verdadero mensaje
de Jesús de Nazareth era el promover una doctrina basada en el amor y la esperanza
en lugar de una doctrina de odio visceral basada en fantasías estrafalarias y la
creación de organizaciones criminales secretas aglutinando a legiones enteras de
supuestos “soldados de Dios”.

Unidos los tres ingredientes, nació la apocalíptica teoría de “la gran conspiración
judía masónica comunista” para el dominio del planeta a la cual hay que agregarle
(según Regis Planchet y sus discípulos entre los cuales se encuentra el alucinado
Salvador Borrego) el elemento protestante para así postular la existencia de “la gran
conspiración judía masónica comunista protestante” (solo les faltó meter a
extraterrestres y ovnis en el panorama). Cabe destacar aquí que la mayor parte de las
traducciones al Español de Los Protocolos de los Sabios de Sión a los cuales suele
adjuntárseles el sub-título “Los peligros judeo-masónicos” están precedidos por un
comentario introductorio elaborado precisamente por Monseñor Ernest Jouin, el
cual dió sus parabienes en su calidad de ministro religioso a las teorías conspiratorias
propaladas por el vil fraude literario ruso, elevando a los Protocolos a la categoría
de algo “casi casi” confirmado como cierto por él mismo pese a que Ernest Jouin
sabía perfectamente que se trataba de un fraude literario (Ernest Jouin falleció en
1932, 11 años después de que la naturaleza fraudulenta de los Protocolos había
quedado al descubierto en 1921). Ernest Jouin jamás pidió perdón a nadie ni ofreció
disculpa pública alguna por haber avalado personalmente como cierto en su calidad
de sacerdote católico un fraude literario que a la postre terminó desatando la locura
antisemita que condujo al genocidio Nazi de millones de seres humanos en los
hornos crematorios ordenados por Hitler para tales efectos.

Los tratados anti-juaristas y antimasónicos elaborados por escritores como


Schlarman, Planchet y Jouin han servido a las mil maravillas para calentarle el
cerebro a quienes terminaron montando en México su propia conspiración para
apoderarse por la vía de la traición, la perfidia y el engaño de aquello de lo que no
se podían apoderar por la vía del voto popular manifestado en las urnas. Un ejemplo
de quienes quedaron alucinados y deslumbrados con el odio anti-juarista inculcado
por Schlarman y Planchet fue el Sinarquista guanajuatense admirador de Adolfo
Hitler, Salvador Abascal Infante, un pseudo-historiador revisionista de la extrema
derecha de Guanajuato (y gran amigo del también aprendiz de historiador Salvador
95
Borrego Escalante) que pese a que jamás obtuvo título académico universitario de
nada se creyó con los suficientes méritos y conocimientos para escribir el libro
Juárez marxista, 1848-1872 (Karl Marx publicó en vida su primer libro El capital
hasta en 1867, apenas cinco años antes de la muerte de Benito Juárez, y es dudoso
que haya ejercido en la mente de Juárez el impacto que Salvador Abascal Infante le
quiere atribuír, máxime que aunque Juárez era políglota no hablaba ni leía el alemán,
que es el idioma en el que fué escrito originalmente el libro de Marx bajo el título
Das kapital) , tratando de enmarcar el espíritu liberal de Juárez dentro de la
estrafalaria teoría conspiratoria de “la gran conspiración judía masónica comunista”
para que de ese modo la doctrina de la ultraderecha fuese “congruente”, ubicando
a Benito Juárez como uno de los principales instrumentos en México de la fabulosa
conspiración.

Fue tal el odio anti-juarista instilado entre los sinarquistas y los fascistas de corte
cristero en México por autores como Schlarman y Planchet (un odio que siempre
ha compartido el primer Presidente de México emanado de la derecha
ultraconservadora, Vicente Fox), que el 19 de diciembre de 1948 (unos cuantos años
después de la derrota de la Alemania Nazi) en un arrebato de “nacionalismo” una
turba vandálica de unos dos mil sinarquistas del Partido Fuerza Popular se trasladó
hasta el Hemiciclo a Benito Juárez en la Ciudad de México, y después de escupirle
en la cara le encapucharon la cabeza al Benemérito espetándole: “Tú no eres digno
de ver hombres libres” (evento documentado en su momento en forma detallada
por Vicente Fuentes Díaz). Lo cual terminó por colmar la paciencia del régimen
trayendo como consecuencia la cancelación del registro de Fuerza Popular como
partido político y la proscripción de la Unión Nacional Sinarquista y el sinarquismo
en México, lo cual a su vez aceleró el viraje de las derechas reaccionarias de México
hacia la táctica Yunquista de que es mejor apoderarse del gobierno infiltrándolo por
dentro que enfrentándolo valientemente por fuera dando la cara al enemigo, algo
para lo cual los planes detallados de indoctrinación, fanatización e infiltración ya
habían sido elaborados y estaban siendo puestos en práctica en las filas de la macabra
sociedad secreta Tecos en el Estado de Jalisco.

Si vamos a juzgar a Benito Juárez por lo que publicó en su contra el Pbro. Regis
Planchet, mal haríamos en tomarle todo lo que dice como cierto, estando
perfectamente definido el bando al cual pertenecía. Ciertamente, Benito Juárez, el
hombre de carne y hueso, tuvo sus defectos y sus virtudes. Ningún hombre es
completamente bueno ni completamente malo (aunque hay algunos que son mucho
más buenos que malos y viceversa). Nuestro propósito no debe ser sacralizar ni
96
demonizar al Benemérito, sino evaluar el peso histórico de su legado. Se trata del
hombre que impidió que el México actual estuviese siendo gobernado por una
monarquía con un sistema rígido de castas que hubiera impedido a nativos indígenas
como Benito Juárez el poder aspirar a gobernar a una nación como México. Se trata
del mismo hombre que hizo prevalecer al Estado laico, estableciendo el poder civil
como un poder independiente del poder clerical, definiendo claramente la línea
divisoria entre lo que es de César y lo que es de Dios, una línea divisoria que empezó
a ser borrada cuando Constantino proclamó al cristianismo como la religión oficial
de Estado de Roma. Y al hacer prevalecer al Estado laico con el reforzamiento de
la autoridad civil y la capacidad para expedir actas oficiales de nacimiento,
matrimonio y defunción para cualquier mexicano sin importar su credo religioso,
Juárez garantizó por vez primera para todos los mexicanos la libertad religiosa en
México, una libertad que ciertamente no se dió ni se conoció en los tiempos de la
Colonia cuando el Tribunal del Santo Oficio se encargaba de rostizar vivos a quienes
trataran de profesar otra fé.

Por vez primera, los musulmanes, los judíos, los protestantes, los evangélicos, los
mormones, los cuáqueros, los luteranos, los menonitas, y hasta los mismos nativos
indígenas de México que sobrevivieron con su lengua original (náhuatl, totonaca,
mayo, etc.) al genocidio cultural impuesto con el filo de la espada por aventureros
españoles genocidas tales como Hernán Cortés y Francisco Pizarro, estarían en
plena libertad de practicar sus creencias religiosas a su modo o inclusive en libertad
de cambiar de creencias de acuerdo a sus convicciones y a sus experiencias, o
inclusive hasta de poder convertirse en agnósticos y ateos, sin el temor de ser
acusados de herejía y de caer en las garras de los dementes inquisidores que en su
intolerancia y falta de respeto hacia las creencias o no-creencias de otros y en su
desmedido afán persecutorio recurrieron a los mismos instrumentos de tormento
que hoy podemos ver en algunos museos.

¡Y aún así, todavía hay quienes se siguen tragando el cuento de que Benito Juárez
prohibió en México el culto religioso, una fantasía con la que no concuerdan los
ministros de muchas sectas cristianas, a grado tal que son precisamente los ministros
de estas sectas quienes han salido en defensa del espíritu juarista del Artículo 24
Constitucional que las derechas en México siempre han querido socavar! Es
absolutamente falso que en México al iniciar el tercer milenio no haya plena libertad
de culto religioso (y esto no fue el resultado de alguna concesión generosa hecha
por las derechas y los conservadores ultra-reaccionarios de corte neo-fascista desde
los tiempos de Juárez hasta los tiempos de hoy), como igualmente falsa es la
97
afirmación de que en las escuelas privadas no se permita la enseñanza de la religión.
Lo que sí es absolutamente cierto es que en el México laico del siglo XXI no se
privilegia a una religión por encima de todas las demás, como también es cierto que
los ministros de cultos religiosos no pueden andarse insmiscuyendo en la política a
tal grado que les sea posible tener en el Congreso de la Unión como representantes
populares del poder civil a sacerdotes, Obispos, y hasta Cardenales, como también
es cierto que la enseñanza de la religión no es una asignatura obligatoria en las
escuelas públicas sobre la base de que son los padres de familia quienes se deben
encargar de tales cosas en el propio seno familiar.

A los Regis Planchet de hoy seguramente les agradaría sobremanera el ver a la


Santa Inquisición con sus instrumentos confesionales de tormento restaurada
plenamente en México (Planchet jamás escribió nada en contra del Tribunal del
Santo Oficio con la dureza con la cual atacó a las fraternidades masónicas las cuales
en comparación con las barbaridades cometidas por los inquisidores resultan ser un
inocente juego de niños), como también les gustaría el poder quemar vivos en una
hoguera a todos aquellos encontrados culpables de los delitos de herejía (como
Giordano Bruno). Es precisamente esta falta de neutralidad, esta falta de
imparcialidad, lo que obliga a tomar toda la obra anti-juarista elaborada por Regis
Planchet con cierta desconfianza, con todo y que se trate de una obra elaborada por
un sacerdote católico que por su misma vocación religiosa debería de haber sido el
primero en hablar con la verdad y en mostrarle a otros con su ejemplo el camino en
todo lo que se trate de hablar con la verdad, en obediencia al mandamiento supremo
que dice claramente “No mentirás”.

Con la puesta en práctica del Estado laico a raíz de la promulgación de las Leyes
de Reforma, por vez primera el pensamiento científico quedaría completamente
liberado en México, sin estar supeditado a censuras o ataduras de ninguna especie.
Esto es algo por lo cual, y aún pese a los yerros que haya cometido el Benemérito,
los mexicanos de hoy que no comulgan con quienes quieren proscribir por completo
su legado deberían de estarle agradecidos. Y es algo que es muy importante tener
siempre en cuenta, porque la encarnizada lucha que Juárez tuvo que emprender en
contra de los intolerantes de su tiempo es una lucha que aún continúa en contra de
los intolerantes de hoy que por azares del destino lograron apoderarse de la
Presidencia de México desde el año 2000 adquiriendo por vez primera el mando
absoluto del Ejército mexicano, con el agravante de que ya no está Juárez aquí entre
nosotros para encabezar la resistencia que se debe dar para impedir que se pierda lo

98
que tanto trabajo costó obtener, aunque del cualquier manera su ejemplo sigue vivo
para quien se quiera inspirar en él.

En cuanto el derechista conservador del Yunquificado Estado de Guanajuato


Vicente Fox tomó en sus manos las riendas de la Presidencia de México, lo primero
que hizo en un acto de enorme trascendencia simbólica, tanto para los Yunquistas
de Guanajuato como para los ultraconservadores de todo México y en especial para
los juramentados dentro de las sociedades secretas de la extrema derecha, al entrar
en la oficina presidencial, fue descolgar personalmente con sus propias manos la
imagen de Benito Juárez, dándole a entender claramente a la Nación que las fuerzas
ocultas que él representaba no sólo demeritarían la figura del Benemérito de las
Américas sino que en cuanto la ocasión fuera propicia llevarían a cabo el
desmantelamiento total y absoluto del Estado laico cuya principal bandera bajo
Juárez había sido la separación Iglesia-Estado (el mismo Jesús de Nazareth dijo a
sus Apóstoles: “Dad al César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”,
enseñanza que lamentablemente nunca fue asimilada debidamente por quienes hoy
se proclaman como sus únicos y verdaderos representantes en la Tierra). El primer
gran resultado del giro hacia la derecha ultraconservadora dado por México con la
instalación del PAN en la Presidencia de la República en lo que toca a la destrucción
del legado juarista se daría once años después con las reformas al Artículo 24
Constitucional para abrir el paso a la impartición de clases de religión en las escuelas
públicas así como el visto bueno para que los sacerdotes católicos, los Obispos y los
Cardenales se puedan entrometer abiertamente en la política de México e inclusive
se puedan lanzar para puestos públicos como en los tiempos en los que había
Obispos Virreyes (de hecho ya lo han estado haciendo, se trata más bien de
“legalizar” estas injerencias en la política).

Se ha dado ya demasiado espacio arriba a algunas de las voces que


tradicionalmente despotrican en contra del indio de Guelatao calificándolo como
un verdadero demonio que ya está pagando en el Infierno el atrevimiento de haber
luchado por separar los dominios del César de los dominios de Dios. En aras de un
balance necesario en todo trabajo que requiere la inclusión de ambos puntos de
vista, ahora se dará entrada a voces que tienen a Benito Juárez en alta estima. Nada
mejor para ello que la reproducción de un editorial publicado por un articulista que
reside en la misma ciudad que lleva el nombre del Benemérito:

99
El llamado príncipe de la palabra, Jesús Urueta, chihuahuense, cuyo verbo
encendido despertaba las grandes pasiones de la sociedad mexicana y empujaba con
frases centellantes a emprender grandes acciones, dijo respecto a Benito Juárez,
zapoteca nacido el 21 de marzo de l806: “El polvo que piensa, no vuelve al polvo,
Juárez, sublime encarnación del hombre, no se encuentra en su tumba convertido
en cenizas”, es un icono agregamos nosotros cuya vida se incrustó para siempre en
la historia nacional.

En México, el 21 de marzo es un día festivo por el nacimiento de este hombre.


Su vida es un ejemplo motivacional para quienes nacen en situaciones de angustia
social y familiar. Trabajo, entrega, estudio, lucha, decisión, errores humanos, aciertos
también humanos de alcances considerables a niveles trascendentes, hacen de este
abogado, formado en seminarios clericales, en universidades y en la vida pública, un
mexicano ejemplar que por su constancia, inteligencia y respeto a la legalidad, pudo
sortear graves problemas por los que atravesó nuestro país, desde l847 hasta que
murió el 18 de julio de l872.

Un escritor chihuahuense, José Fuentes Mares, no muy inclinado a las ideas de


Juárez, escribió un libro de impacto en torno a él que lo tituló “Y Juárez se refugió
en el desierto” en donde señala con claridad el hecho de que don Benito, perseguido,
vino a nuestro estado y se refugió en Paso del Norte o sea nuestra estrujada ciudad.
Por ese hecho, tomó el nombre de Ciudad Juárez hasta la fecha.

Muchas frases fulgurantes cargadas de dinamita histórica pronunció Juárez en


su tiempo que de alguna manera sirvieron como bases firmes para el caminar del
pueblo y sus instituciones. Desde luego el famoso apotegma: “El respeto al derecho
ajeno es la paz” y muchas palabras todas ellas conectadas con el cumplimiento de la
ley como aquella que se plasmó en el monumento del Chamizal: “La ley siempre ha
sido mi espada y mi escudo”.

Lo anterior no sólo sirve como un recuerdo histórico sino una consigna que
deben emplear los gobiernos para la resolución de los graves problemas por los que
padecemos. Sólo las leyes equitativas pueden al aplicarse componer al descompuesto
tejido social. Nuestra frontera pide a gritos que se apliquen esos ordenamientos,
pero deben ser leyes meditadas y reflexionadas a fondo, por personas responsables
que al llegar al poder legislativo aporten esfuerzo y entrega para que el gobierno y el
pueblo de común acuerdo se sujeten a ellas y se quite para siempre los artificios
100
publicitarios de lanzar proclamas para llegar a los puestos representativos sin hacer
nada que beneficie a la gente y que sólo la cara publicidad puede hacer que se
sustituya la ausencia de compromiso comunitario de los aspirantes.

En un documentado estudio escrito por la investigadora del Colegio de México


Josefina Zoraida Vázquez en 2006, apuntó cosas interesantes de Benito Juárez. Fue
un lector asiduo y por ello desarrolló su capacidad de escribir; jamás abandonó su
compromiso con los desposeídos; decía: “trabajar constantemente para destruir el
poder funesto de las clases privilegiadas”; tenia madera de estadista como lo
demuestran algunas notas. Su preocupación principal fue pacificar al estado; era
sereno y seguro en sus metas. Juárez mantuvo unido un gobierno en medio de una
guerra trágica y violenta; fue una característica de su carácter una resistencia a toda
prueba.

Asienta la investigadora que Juárez fue el único presidente que en el siglo XIX
conoció el latín, el ingles y el francés.

Para algunas personas, los días de festejo patrio sólo sirven para el descanso,
sin darle una pequeña pasada a la historia que es la maestra de la vida. Se requiere,
como en el caso de Juárez, se acuda a sus ideas toda vez que por falta de la aplicación
de la ley empieza a naufragar el barco social, y por la apatía en la aplicación de las
normas existe un caos basado sólo en la fuerza y no en las normas a quien Juárez
respetó. De verdad.

La historia, se ha escrito muchas veces, es la maestra de la vida. Los individuos o


las colectividades que no conocen la propia y son reacios a sus enseñanzas, están
condenados a repetirla. Hoy, en que se habla tanto –aunque se logre tan poco– para
alentar e instaurar una cultura de la legalidad, vale decir del respeto a la ley, es
saludable recordar un episodio crucial en la historia de nuestro país. El 15 de mayo
de 1867 fue tomada por el ejército republicano la ciudad de Querétaro donde se
había instalado Maximiliano de Habsburgo con el grueso de las tropas imperialistas.
El emperador cayó prisionero junto con sus generales, siendo sometidos a juicio de
inmediato, incoado por un tribunal de guerra, de conformidad con la ley del 25 de
enero de 1862, expedida en los inicios de la intervención francesa. Esta norma
imponía la pena de muerte a los mexicanos y extranjeros que invadieran el territorio
nacional o pretendieran cambiar la forma de gobierno por medio de las armas. El
acto de expedición por el gobierno juarista, fue una especie de blindaje jurídico de
la nación frente a la gravedad del ataque al cual era sometida.
101
Prisionero el emperador, muy pocos, incluyéndolo a él mismo, suponían que
los republicanos se atrevieran a pasarlo por las armas. Se trataba del hermano del
poderoso emperador Francisco José, que reinaba sobre el gigantesco imperio
austro-húngaro y era uno de los más conspicuos miembros de la realeza europea,
perteneciente a una casa real cuyos orígenes se remontaban muy lejos en la Edad
Media y que regía desde hacía centurias. Desde que apareció el peligro de que el
archiduque cayese preso, por el avance de las tropas fronterizas hacia el centro del
país, el gobierno austriaco hizo gestiones ante el inglés, el de Prusia y el
norteamericano para que protegiesen la vida de Maximiliano. Así trataron de hacerlo
sus representantes, elevando comedidas peticiones los europeos al presidente de la
República y una muy altanera del estadounidense, que sonaba más como una
amenaza que como una solicitud amistosa y humanitaria. Víctor Hugo, el gigante
literario francés, que contaba con la autoridad moral de haberse solidarizado con la
causa mexicana en contra de su propio Estado, escribió a Juárez una conmovedora
carta pidiendo por la vida del joven príncipe. También lo hizo José Garibaldi, el
libertador de Italia y a quien tanto admiraba el presidente mexicano. La misiva del
novelista no llegó a tiempo y quizá hubiera tenido mayor influencia en el ánimo del
oaxaqueño que las insolentes palabras del diplomático de los Estados Unidos.

Escribió el autor de Los Miserables:

Escuche, ciudadano presidente de la República Mexicana. Acaba usted de


vencer a las monarquías con la democracia. Usted les mostró el poder de ésta;
muéstreles ahora su belleza. Después del rayo, muestre la aurora. Al cesarismo que
masacra, muéstrele la República que deja vivir. A las monarquías que usurpan y
exterminan, muéstreles el pueblo que reina y se modera. A los bárbaros, muéstreles
la civilización. A los déspotas, los principios. Dé a los reyes, frente al pueblo, la
humillación del deslumbramiento. Acábelos mediante la piedad. Los principios se
afirman, sobre todo, brindando protección a nuestro enemigo. La grandeza de los
principios está en ignorar. Los hombres no tienen nombre ante los principios, los
hombres son el Hombre. Los principios no conocen sino a sí mismos. En su
estupidez augusta no saben sino esto: la vida humana es inviolable.

Narraron los abogados defensores de Maximiliano y los diplomáticos de


Europa que se entrevistaron con el ministro Sebastián Lerdo de Tejada y con el
presidente Juárez, que la tónica de las respuestas siempre fue la misma: el gobierno
mexicano no podía hacer otra cosa que hacer respetar la ley sin hacer excepción
102
alguna a favor de cualquier persona. Si se estaban juzgando a los mexicanos que
habían apoyado a los invasores conforme a la ley del 25 de enero de 1862, debía
hacerse lo mismo con los extranjeros y en lo particular con quien tenía la mayor
responsabilidad en la guerra hecha contra el pueblo mexicano. No hubo, dicen los
testigos, ni una palabra, ni un gesto que mostrara un signo de venganza o represalia.
Se trataba de aplicar la ley, era todo.

Una vez cumplida la sentencia con el fusilamiento de Maximiliano y los


generales Miramón y Mejía, el presidente Juárez explicó en palabras parcas: “...se
logró el reconocido efecto y fin de la pena, que propiamente no tiende a reparar el
mal causado por el crimen, pero sí ha de ofrecer la justa garantía contra su repetición
en lo futuro…”. Esto es, el objetivo era hacer saber a los filibusteros y conspiradores
que pululaban en las cortes europeas y en Washington, funcionarios y potentados,
que México no era “un país disponible”, sino una nación de leyes y con un gobierno
que las hacía cumplir.

La prensa europea y la norteamericana, excepción hecha de pocos medios, se


volcaron en sus críticas y agresiones contra el gobierno mexicano después de la
muerte del príncipe. Lo menos que se dijo es que se confirmaba el carácter salvaje
de los mexicanos y no faltó quien comparara a Juárez con los sacerdotes aztecas que
sacaban el corazón a sus enemigos prisioneros. No todos pensaban así. Entre los
republicanos franceses exiliados, se despertó un sentimiento de admiración por el
presidente indio que se había atrevido a llevar la justicia hasta sus últimas
consecuencias. Ese mismo año, se recibió en México una salutación firmada por
“obreros republicanos franceses” en cuyo nombre signaba Félix Pyat, el mismo
revolucionario que dos años antes había expresado su solidaridad con la República
en otra carta que el presidente Juárez tuvo en sus manos cuando residía en
Chihuahua o en Paso del Norte. Con un estilo no muy lejano al de Víctor Hugo,
pero con objetivos y orientaciones opuestas, el tribuno y eterno opositor a las
monarquías escribió:

“La historia tiene para siempre tres fechas y tres nombres, iguales en justicia y
en gloria; tres fechas: 1649, 1793 y 1867 ¡Tres nombres: Cromwell, Robespierre,
Juárez

¡En el mundo moderno, tú eres uno de los tres grandes vengadores del género
humano Y aunque eres el último que ha aparecido, no eres el menor entre ellos

103
La Europa cuenta dos hombres; ¡tú los igualas La América dos: ¡tú los
sobrepujas Bolívar no tenía en su contra más que a España; Washington sólo a la
Inglaterra: pero tenía consigo a la Francia.

Tú tenías al mundo en contra tuya, a todo el antiguo mundo de América y de


Europa, porque también hay algo viejo en el nuevo mundo; tenías en tu contra a
todos los reyes y a sus lacayos, y hasta los buenos republicanos que participaban del
duelo de los reyes.

Pero tenías contigo la fe y la fuerza del derecho, y has sido más grande aún que
Lincoln el mártir; porque si es hermoso morir por los esclavos, es más hermoso
matar a los tiranos.”

El estilo es el hombre, dice el dicho. Pyat escribe como lo hacían los jacobinos
y libertarios de todo el mundo decimonónico. Como lo hacían aquí Guillermo Prieto
e Ignacio Ramírez. Y no le faltaba razón: México, solo contra el mundo, tenía a su
favor la fuerza del Derecho. Aferrándose a ella, por fin triunfó. ¿Podremos los
mexicanos de esta generación hacer valer esta lección de nuestro pasado y lograr el
imperio de la Ley?

El triunfo de Juárez fue el haber logrado que prevaleciera el Estado de Derecho,


el estado laico, sobre el estado monárquico el estilo del México virreinal basado en
un sistema de castas y títulos nobiliarios obtenidos no por méritos propios
individuales sino por herencia de las glorias de los antepasados . ¡Qué no le han
echado en cara las derechas ultraconservadoras reaccionarias a Benito Juárez el que
haya procurado la Presidencia de México por una segunda ocasión (como se
acostumbra hacerlo en la democracia norteamericana) cuando ellos derramaron
mucha sangre mexicana para tratar de imponer un sistema monárquico en México
a perpetuidad basado en el sistema de castas y títulos nobiliarios!

El odio atroz manifestado por las fuerzas ya no tan ocultas del fundamentalismo
mexicano de derecha así como las enormes cantidades de tinta que han gastado en
difamar y calumniar a Benito Juárez obligan a dar un repaso a algunos capítulos de
la Historia de México que permanecían olvidados para poder apreciar la imagen del
verdadero Juárez. Nada mejor para ello que tomar un libro añejo titulado “Lecturas
nacionales” del insigne maestro Teodomiro Manzano publicado en 1932, en donde
se incluye una carta de Benito Juárez a Maximiliano en donde al ver a Juárez hablar
104
por sí mismo (en lugar de verlo hablar a través de las falsedades y distorsiones que
le inventan los talibanes de la derecha mexicanos) podemos apreciar mejor al
verdadero Juárez. La carta fue escrita a toda prisa cuando los predecesores del PAN
y del Yunque se habían traído a México a un noble aristócrata europeo para fundar
una monarquía (los ultraconservadores jamás han creído en la democracia, ni ayer
ni hoy, y para ellos la democracia solo es buena si les permite llegar al poder haiga
sido como haiga sido, tras lo cual ellos se convierten en los principales enemigos de
la misma), una monarquía de opereta cuyos primeros estragos fueron el
derramamiento estéril de sangre mexicana en la intentona de imponer un sistema de
gobierno absolutista y monárquico en México:

Carta de Juárez a Maximiliano

Monterrey, Mayo 28 de 1864

Muy respetable Señor:

“Me dirige usted particularmente su carta del 22 del pasado, fechada a bordo
de la fragata Novara; y mi calidad de hombre cortés y político me impone la
obligación de contestarla, aunque muy de prisa y sin redacción inmediata, porque ya
debe usted suponer que el delicado e importante cargo de Presidente de la República
absorve casi todo mi tiempo, sin dejarme descansar de noche. Se trata de poner en
peligro nuestra nacionalidad, y, yo, que por mis principios y juramentos soy el
llamado a sostener la integridad nacional, la Soberanía y la Independencia, tengo que
trabajar activamente, multiplicando mis esfuerzos, para corresponder al depósito
sagrado que la Nación, en el ejercicio de sus facultades, me ha confiado.; sin
embargo, me propongo, aunque ligeramente, contestar los puntos más importantes
de su citada carta.

Me dice usted que, abandonando la sucesión a un trono de Europa,


abandonando a su familia, sus amigos, sus bienes, y lo más caro para el hombre, su
patria, se han venido usted y su esposa Doña Carlota a tierras lejanas y desconocidas
solo para corresponder al llamamiento espontáneo que le hace un pueblo, que cifra
en usted la esperanza de su porvenir. Admiro positivamente, por una parte, toda su
generosidad, y por otra parte ha sido verdaderamente grande mi sorpresa el
encontrar en su carta la frase: “llamamiento espontáneo”, porque yo ya había visto
antes que cuando los traidores de mi Patria se presentaron en comisión por sí
mismos en Miramar, ofreciendo a usted la corona de México, con varias cartas de
105
nueve o diez poblaciones de la Nación, usted no vió en todo eso más que una farsa
ridícula, indigna de ser considerada seriamente por un hombre honrado y decente.

Contestó usted a todo eso exigiendo una voluntad libremente manifestada por
la Nación, y como resultado de sufragio universal; esto era exigir una imposibilidad;
pero era una exigencia propia de un hombre honrado. ¿Cómo no he de admirarme
ahora viéndole venir al territorio mexicano, sin que se haya adelantado nada respecto
a las condiciones impuestas; cómo no he de admirarme viéndole aceptar ahora las
ofertas de los perjuros y aceptar su lenguaje, condecorar y poner a su servicio a
hombres como Márquez y Herrán, y rodearse de toda esa parte dañada de la
sociedad mexicana?

Yo he sufrido, francamente, una decepción; yo creía a usted una de esas


organizaciones puras, que la ambición no alcanzaría a corromper.

Me invita usted a que vaya a México, ciudad a donde usted se dirige, a fin de
que celebremos allí una conferencia, en la que tendrán participación otros jefes
mexicanos que están en armas, prometiéndome todas las fuerzas necesarias para que
nos escolten en el tránsito, y empeñando, como seguridad de su fé pública, su
palabra y honor.

Imposible me es, señor, atender a ese llamamiento, mis ocupaciones nacionales


no me lo permiten; pero si en el ejercicio de mis funciones públicas yo debiera
aceptar tal intervención, no sería suficiente garantía la fe publica, la palabra y el
honor de un agente de Napoleón, de un hombre que se apoya en esos afrancesados
de la Nación Mexicana, y del hombre que representa hoy la causa de una de las
partes que firmaron el Tratado de la Soledad.

Me dice usted que de la conferencia que tengamos, en el caso de que yo la


acepte, no duda que resultará la paz, y con ella la felicidad del pueblo mexicano, y
que el Imperio contará en adelante, colocándome en un puesto distinguido, con el
servicio de mis luces y el apoyo de mi patriotismo.

Es cierto, señor, que la historia contemporánea registra el nombre de grandes


traidores, que han violado sus juramentos y sus promesas; que han faltado a su
propio partido, a sus antecedentes y a todo lo que hay de sagrado para el hombre
honrado; pero el encargado actualmente de la Presidencia de la República, salido de
las masas obscuras del pueblo, sucumbirá, (si en los juicios de la Providencia está
106
determinado que sucumba), cumpliendo con su juramento, correspondiendo a las
esperanzas de la Nación que preside, y satisfaciendo las inspiraciones de su
conciencia.

Tengo necesidad de concluír por falta de tiempo, y agregaré sólo una


observación. Es dado al hombre, señor, atacar los derechos ajenos, apoderarse de
sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus
virtudes un crimen y de los vicios propios una virtud; pero hay una cosa que está
fuera del alcance de la perversidad, y es el fallo tremendo de la Historia.

ELLA NOS JUZGARA.


Soy de ud. seguro servidor
Benito Juárez

Los derechistas del ayer como los reaccionarios Leonardo Márquez, Miguel
Miramón, Félix María Zuloaga, Antonio Taboada, Herrán y Tomás Mejía
(predecesores de los Yunquistas y Tecos de hoy) no son muy diferentes de los
ultraconservadores de la derecha actual como Felipe Calderón, Vicente Fox,
Josefina Vázquez Mota y demás fauna conspiradora de la derecha ultraconservadora
en México. Aquellos traidores del ayer son simplemente sus gloriosos antepasados,
igual en muchos sentidos que los continuadores actuales de su obras, con la
excepción de que en los tiempos de Juárez no tenían un Adolfo Hitler o un
Francisco Franco como ejemplos a seguir, ni contaban con un poderoso medio
masivo de comunicación cómplice de ellos como TELEVISA. ¡Ah, como cambian
los tiempos, y al mismo tiempo como no cambian en nada cosas que creíamos que
cambiarían con el paso del tiempo! Y en ambos casos, hay un desprecio absoluto
hacia aquellos que dicen estar “salvando”. Los ultraconservadores de ayer no
tuvieron el menor remordimiento de la sangre que se derramaría en suelo patrio al
abrirle ellos las puertas a los invasores franceses en apoyo de la aventura monárquica
que terminó en fracaso, al igual que los ultraconservadores de hoy no tuvieron el
menor remordimiento en impulsar a escondidas la masacre de Tlatelolco
pregonando falsamente una supuesta conjura marxista disfrazada de conflicto
estudiantil para derrocar al gobierno de México. Y aunque hoy defienden a ultranza
los derechos de los cigotos a completar el ciclo de fecundación, jamás han tenido
respeto alguno por la vida humana, ni ayer ni hoy, henchidos de la hipocresía
fanática que siempre los ha caracterizado.

107
Como puede verse en la carta de Juárez a Maximiliano, es vil mentira de la derecha
ultraconservadora la afirmación de que Juárez era “un ateo descreído empeñado en
la destrucción de la Iglesia Católica”. Inclusive aunque Juárez fundó la institución
del matrimonio civil (la cual benefició a todos aquellos miembros de otros credos
religiosos para los cuales sus uniones eran uniones pecaminosas de amasiato sin
derechos ni privilegios legales al estar realizadas fuera de la Iglesia Católica) Juárez
no se opuso a que sus hijas se casaran mediante una ceremonia religiosa católica
además de la ceremonia civil. Lo que no le perdonan ni le perdonarán nunca los
reaccionarios del ayer que son los Yunquistas de hoy a Juárez es el haber luchado
para fundar el Estado laico en México dando plena validez al precepto instituído
por el mismo Jesús de Nazareth.

Los mismos traidores del ayer a los cuales Benito Juárez tenía identificados
plenamente y los cuales les abrieron las puertas de México a los invasores franceses
antecedieron a quienes hoy son sus herederos ideológicos abriéndoles las puertas a
extranjeros injerencistas como el gachupín Antonio Solá concediéndoles
rápidamente por la vía fast track la ciudadanía mexicana para que vengan a
envenenar los procesos electorales de México con sus campañas de odio y guerras
mediáticas sucias para garantizar la permanencia en la silla presidencial de la casta
impura de conservadores afines a la ultraderecha que anhelan el poder absoluto
haiga sido como haiga sido sin importarles que su obstinación de querer controlarlo
todo pueda llevar a México a una guerra civil (como en los tiempos de Juárez) que
termine costándole la vida a miles o quizá cientos de miles de mexicanos al no dejar
ninguna otra opción para expulsarlos del poder o del país:

Veamos otro pasaje tomado del mismo libro elaborado por el Maestro Teodomiro
Manzano:

Anécdotas de la vida de Juárez


Bailó con un humilde estudiante.

Fue en el año de 1855. Gobernaba el Estado de Oaxaca, con acierto, don


Benito Juárez, y era Director del Instituto el Lic. Don Manuel Dublán.

Con motivo de la feliz terminación del curso, los estudiantes del Instituto, más
entusiastas que los de estos tiempos que corren, obsequiaron al señor Dublán con
un baile, que se verificó en la casa particular de éste.
108
En él un estudiante obscuro y desconocido invitó para bailar a una de las hijas
más jóvenes del Sr. Juárez. La niña, con la irreflexión propia de la edad, no aceptó,
pretextando una indisposición.

El estudiante se retiró corrido, y don Benito Juárez observó la escena.

Casi en seguida, otro caballero de los que brillaban en la festiva Sociedad de esa
época, invitó a la misma niña, quien se disponía a gozar de los placeres del baile;
pero don Benito se acercó y dirigiéndose al caballero, suplicó dispensara a la niña
que, por estar indispuesta, no podía bailar en ese momento.

El caballero se excusó y también se retiró sin comprender el por qué de aquello


que era extraño en don Benito. La niña, hija del Sr. Juárez, no menos asombrada,
preguntó la causa de tal conducta, a lo que don Benito contestó:

“No bailaste con el estudiante pobre y desconocido, porque creíste rebajarte.


Recuerda que si a fuerza de trabajo no hubiese yo conquistado la posición que hoy
tengo, entonces te considerarías muy honrada con que ese mismo estudiante te
dirigiera la palabra.”

Menos que él fuí yo: hoy no sabemos lo que podrá ser mañana el hombre más
obscuro. Tu deber es satisfacerlo, porque no vales más que él.

Y el Gobernador del Estado no tuvo inconveniente en dirigirse al estudiante


desairado, y con su afable cortesía que enajenaba voluntades decirle:

“Amiguito, mi hija no pudo bailar con usted hace poco porque se sentía mal;
ahora que está repuesta, me encarga suplique a usted le haga el honor de
acompañarla.”

Y bailó el estudiante con la hija del Benemérito de las Américas.

Agustín Rivera

Por sus mismos orígenes humildes, Benito Juárez no era clasista, no era soberbio,
no era fatuo ni pedante, no era un “junior”, en marcado contraste con los
109
malinchistas de hoy que aún lo desprecian por sus raíces indígenas y que en aquél
entonces exhibiendo sus complejos de inferioridad se fueron hasta Europa para
traerse un “Emperador” de opereta rubio y de ojos azules para que gobernara a
México. Los ultraconservadores de la derecha intransigente eran malinchistas ayer,
y siguen siendo malinchistas hoy, al admirar y buscar como ejemplo a los “arios
Nazis” pese a que el acomplejado máximo exponente de todo lo que admira
racialmente la extrema derecha de México, Adolfo Hitler, ciertamente no era rubio
y en una “subasta nórdica” habría sido desechado como producto de segunda
categoría al no satisfacer él mismo sus propias exigencias de “superioridad racial”.

Con la desaparición del Estado laico, con la destrucción del legado juarista, el
siguiente paso lógico debe ser sin duda el reescribir toda la Historia de México tal y
como lo hacen revisionistas-negacionistas como Salvador Borrego Escalante y
Salvador Abascal, ensalzando y pintando como verdaderos héroes a tipos como el
General Leonardo Márquez, Miguel Miramón, Félix María Zuloaga, Antonio
Taboada, Tomás Mejía, Vicente Fox, Felipe Calderón, Josefina Vázquez Mota y
Victoriano Huerta, y vilificando al mismo tiempo a figuras como Benito Juárez,
Lázaro Cárdenas y hasta al Padre de la Patria Don Miguel Hidalgo y Costilla cuyo
levantamiento armado puso fin al Imperio Español, algo que los derechistas
extremistas de hoy en México nunca le han perdonado al Cura Hidalgo (tampoco
los de España). Que al fin y al cabo, para reinventar toda la historia rellenándola con
falsedades, verdades a medias y mentiras directas es para lo único que son realmente
buenos los ultraderechistas mexicanos de hoy y sus asesores importados de Europa.

-------------------------

POST SCRIPTUM:

En el mismo mes de marzo del 2012, en ocasión del aniversario del natalicio del
Benemérito, un editorialista de nombre Víctor Orozco escribió lo siguiente en un
trabajo titulado “La iglesia para rezar, la escuela para enseñar”:

110
El papa Benedicto XVI ha venido a México entre otros propósitos con el de
promover la libertad religiosa, dice. Sabe de seguridad que en este país existe tal
libertad desde el 4 de diciembre de 1860, cuando la proclamó el gobierno
republicano. Y sabe también que alcanzar el ejercicio de tal derecho costó a los
mexicanos ríos de sangre, brotados de la oposición ofrecida por la iglesia católica, la
cual condenó, excomulgó y combatió con todo lo que pudo a quienes defendieron
esa libertad. Y que financió, armó y alentó también con todo lo que estuvo en sus
manos a los ejércitos enemigos del derecho de este pueblo a tener o no tener
creencias religiosas. Tragedias similares ocurrieron a los franceses, españoles,
italianos, brasileños, argentinos, peruanos...etc. ¿De dónde pues, esta cantaleta de la
“libertad religiosa”, en boca de sus peores adversarios?

La metamorfosis de verdugos de la libertad de creencias en adalides de la


misma, no proviene como puede suponerse, del abandono a la vieja idea del dominio
absoluto de las conciencias y de los actos de los humanos, sino de la adecuación a
los tiempos, en los cuales es inconcebible el regreso a la religión de Estado, única y
excluyente, como se consignaba en los códigos políticos del pretérito. ¿Cómo se
puede, en los países occidentales, apoyar alguna constitución bárbara en cuyos
preceptos se reinstalaran las prohibiciones, matanzas y persecuciones desatadas en
nombre de la “religión verdadera”? No es posible, ni siquiera para los ultramontanos
o extremistas religiosos. Entonces, se buscan otros instrumentos. Los dos
principales son el control de los medios de comunicación y la impartición de
educación religiosa en las escuelas públicas. Ambos constituyen el núcleo de la
libertad religiosa pregonada por los dirigentes de las burocracias eclesiásticas y
políticas confabuladas en un sólo objetivo: conservar el dominio de la sociedad,
reproduciéndose y auxiliándose constantemente.

Allí donde es posible instalar un estado con prácticas confesionales, aunque se


declare aconfesional o laico, la jerarquía católica copa todos los espacios a su alcance.
Veamos el caso de España, donde los problemas derivados de la confusión entre la
religión y la política, entre el Estado y la iglesia católica, son el origen de una división
antigua, profunda e irreconciliable en la sociedad. En el país ibérico, gracias al
Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede firmado en 1979 (sustituto del
viejo concordato), el cual tiene rango de tratado internacional, pues es celebrado
entre dos entidades soberanas, la iglesia católica disfruta de privilegios insostenibles
en otras latitudes. Participa de un porcentaje determinado en el monto global
recaudado en el impuesto sobre la renta de personas físicas, mismo que el año
pasado importó la suma de 260 millones de euros, casi cuatro mil quinientos
111
millones de pesos mexicanos. Pero no sólo, además, el Estado debe pagar el salario
de 25,000 profesores encargados de impartir educación religiosa en las escuelas
oficiales y designados por los obispos en cada diócesis. Este régimen heredado del
franquismo se sostiene desde luego en la enorme influencia que cobra la jerarquía
eclesiástica en la estructura del gobierno y en el conjunto de las instituciones
públicas. Se trata de un poder fáctico cuyo peso específico desequilibra la vida
política española. Jurídicamente, estos derechos de la iglesia católica están
salvaguardados por un tratado internacional, como he mencionado. La corte del
Vaticano –no lo digo en sentido peyorativo, pues se trata de una estructura
monárquica– ostenta así dos personalidades: su titular es a la vez jefe religioso y jefe
de Estado. De esta suerte, puede exigir para el primero en nombre del segundo. El
gobierno español carece de facultades para eliminar estos privilegios y aberraciones
decimonónicas, ni aún por acuerdo de sus órganos legislativos, toda vez que los
tratados celebrados con otros Estados se encuentran por encima de la ley interna.
Se requiere la denuncia del instrumento en el cual se fincan, circunstancia que lleva
el conflicto al plano de una disputa internacional. El candado es firme como se
advierte y quizá al menos en este punto, Francisco Franco, el “caudillo de España
por la gracia de Dios”, no se equivocó cuando dijo en vísperas de su muerte que
“todo estaba atado y bien atado”.

Uno tras otro, los voceros de la iglesia católica insisten en establecer en México
la enseñanza religiosa en las escuelas estatales. Algún obispo se preguntaba,
haciendo gala de socarronería, quien iba a pagar a esos docentes confesionales.
Obviamente no se requiere mucha imaginación para suponer que como en España,
los dineros saldrían de los impuestos de todos los mexicanos, católicos o no,
creyentes o no. En noviembre del año pasado, los obispos reunidos en su
conferencia episcopal, tuvieron una junta con el presidente de la República y le
presentaron la propuesta-exigencia. Si la constitución política establece que el
mexicano es un Estado laico, pues no la modifiquemos dicen los clérigos,
hagámonos de la vista gorda y digamos con su santidad Benedicto XVI que “...la
educación de una confesión religiosa en las escuelas públicas, lejos de significar que
el Estado asume o impone una creencia religiosa particular, indica el reconocimiento
de la religión como un valor necesario para la formación de la persona”. Pero
entonces, no inculquemos religión alguna, con sus dogmas y sus fantasías, sino
enséñese historia de las religiones, de la culturas religiosas, de todos estos procesos
como resultantes históricas, de manera tal, como decía un profesor de la Universidad
Autónoma Metropolitana, que el educando conozca las razones por las cuales él es
católico y su compañero de al lado es protestante o testigo de Jehová. Obviamente
112
ésta no es la idea de aquellos que claman por la “libertad religiosa”, sino la de
imponer desde las aulas una concepción, unos usos, una visión del mundo acordes
con los de la iglesia católica y más aún, de quienes la dirigen y administran. ¡Ésta es
la libertad religiosa por la cual tanto disputan ahora clérigos y políticos.

Ahora bien, ¿es la mayoría de los mexicanos conforme con la terminación del
Estado laico? ¿Con la introducción de la educación confesional en las escuelas
oficiales? ¿Con la ilimitada participación de los sacerdotes en actividades políticas,
incluyendo su postulación para cargos públicos? ¿Con el financiamiento con dineros
fiscales para las actividades de las iglesias, preponderantemente de la católica? Todas
las encuestas dicen que no. El pueblo mexicano es mayoritariamente católico, cierto,
pero hay arriba de veinte millones de habitantes de otras confesiones o de ninguna.
Y, entre los declarados católicos, prevalecen, sin ninguna duda la sensatez, el amor
a la libertad, el espíritu de la tolerancia y la pluralidad. Quizá por ello, los legisladores
confabulados con los dignatarios eclesiásticos para asaltar una por una a las
instituciones republicanas, dan golpes de mano y no se atreven a desarrollar
consultas cada vez que reforman las leyes para imponer marchas hacia el pasado.
Un pasado, por cierto que los mexicanos no olvidamos, ni en lo que tiene de glorioso
por cuanto nos colocó entre las naciones más avanzadas del mundo cuando el
gobierno de Benito Juárez expidió la ley de la libertad religiosa, ni en lo que tiene de
oprobio, cuando las cúpulas clericales y políticas provocaron guerras fratricidas para
evitar las emancipaciones, económicas y culturales. La iglesia para rezar, la escuela
para enseñar, es una frase con la cual muy pocos mexicanos están en desacuerdo,
en ella se sintetizan estos sólidos aprendizajes históricos.

113

También podría gustarte