Sociología

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ÉTICA

Sociología y Teoría
SS

General del Delito

Á re a d e Conoc im ie nt o | Hum anid ad es


Sociología y Teoría General del Delito

Universidad Politécnica Salesiana


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Sociología y Teoría General del Delito

TABLA DE CONTENIDOS

Introducción .................................................................................................................................. 4
Objetivos........................................................................................................................................ 5
Unidad 1: Sociología: Aproximaciones conceptuales y generalidades........................................... 6
1.1. Generalidades ................................................................................................................ 6
1.1.1. Concepto de sociedad ........................................................................................... 9
1.1.2. Origen y naturaleza de la sociedad: teorías ......................................................... 10
1.2. Elementos del orden social .......................................................................................... 12
1.2.1. Estructura de la sociedad..................................................................................... 16
Unidad 2: Sociología: Teoría Sociológica del Derecho ................................................................. 18
2.1. Teoría Sociológica del Derecho .................................................................................... 18
2.1.1. Comte: El Positivismo .......................................................................................... 19
2.1.2. Durkheim: El funcionalismo ................................................................................. 21
2.2. El evolucionismo .......................................................................................................... 23
2.2.1. Spencer: El evolucionismo ................................................................................... 23
2.2.2. Marx: La Teoría del conflicto ............................................................................... 25
Unidad 3: Teoría general del Delito ............................................................................................. 29
3.1. Teoría del delito ........................................................................................................... 29
3.1.1. Origen de la Teoría del Delito .............................................................................. 29
3.1.2. Importancia de la Teoría del Delito...................................................................... 32
3.2. Elementos de un Delito ............................................................................................... 34
3.2.1. Elementos de un Delito: ANÁLISIS ....................................................................... 34
Unidad 4: Prevención del delito................................................................................................... 39
4.1. Prevención del delito ................................................................................................... 39
4.1.1. Prevención: Concepto.......................................................................................... 40
4.1.2. La conducta humana: individual y colectiva ........................................................ 43
4.2. Consecuencia del delito ............................................................................................... 45
4.2.1. Consecuencia del delito ....................................................................................... 45
4.2.2. Seguridad social ................................................................................................... 49
Trabajos citados ........................................................................................................................... 52

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Introducción

Según GIDDENS (2000), vivimos hoy en un mundo que es enormemente preocupante,


pero que presenta las más extraordinarias promesas para el futuro. Es un mundo
pletórico de cambios, marcado por profundos conflictos, tensiones y divisiones sociales,
así como por la terrorífica posibilidad de una guerra nuclear y por los destructivos
ataques de la tecnología moderna al entorno natural. Sin embargo, tenemos
posibilidades para controlar nuestro destino y mejorar nuestras vidas, cosa harto
inimaginable para generaciones anteriores. ¿Cómo surgió este mundo? -se pregunta este
autor- ¿Por qué son nuestras condiciones de vida tan diferentes de las de nuestros
antepasados? ¿Qué direcciones tomará el cambio en el futuro? Estas cuestiones son la
preocupación primordial de la sociología; una disciplina que, por consiguiente, tiene
que desempeñar un papel fundamental en la cultura intelectual moderna.
La sociología es una ciencia social fundamental en la comprensión de las civilizaciones
humanas. Aporta a numerosos saberes cercanos como la cultura, la política y la
antropología. Por otro lado, también permite interpretar los eventos que ocurren en una
sociedad y darles un sentido, una orientación, es decir, hallar la lógica subyacente.
En la modernidad, la sociología es una vía científica y sustentable para reducir los
prejuicios y promover la empatía. Es que permite entender los comportamientos de las
personas y el origen de los mismos, lo que ayuda comprender la diferencia que existen
entre las comunidades de una forma amistosa y reflexiva, además de que, en general,
explica cuáles aspectos éticos y morales espera la sociedad de cada uno de sus
miembros, identificando así cuál es el debido proceder y qué principios se deben seguir
para vivir en armonía. Es importante anexar el tema de la Sociología Jurídica, que
estudia la influencia del Derecho y de los valores jurídicos sobre la realidad social,
desarrollando ejes como el de las funciones del Derecho en la sociedad considerada en
su conjunto, el de los efectos sociales de normas o instituciones jurídicas concretas, el
de la función de los juristas en la sociedad, etc.
En el presente módulo, se analizará la importancia de la Sociología del Derecho como
base de la formación de los futuros juristas, en aras de lograr una formación más sólida
y generar competencias valorativas de los fenómenos que se desarrollan a su alrededor,
consecuentemente, incentivar la comprensión y retroalimentación de estos fenómenos
con las normas que en su amplitud los regulan. De igual manera, se estudiará la “Teoría
del delito”, dentro del quehacer del proceso penal y, más concretamente, dentro del
derecho penal, pues representa uno de los instrumentos más importantes para establecer

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la responsabilidad penal de una persona procesada por la supuesta comisión de un hecho
delictivo.

Objetivos

C1 Conocer conceptos básicos de sociología.

C2 Diferenciar las escuelas sociológicas del Derecho.

C3 Analizar el origen del delito dentro de la sociedad.

C4 Desarrollar criterios de prevención del delito.

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Unidad 1: Sociología: Aproximaciones conceptuales y
generalidades
1.1. Generalidades

La sociología es la ciencia social dedicada al estudio de las sociedades humanas: sus


fenómenos colectivos, interacciones y procesos de cambio y de conservación, tomando
en cuenta el contexto histórico y cultural en que se hallan insertas. La Sociología estudia
la vida social humana, sus grupos y sociedades. Es una empresa cautivadora y atrayente
al tener como objeto nuestro propio comportamiento como seres sociales. Su ámbito “es
extremadamente amplio, y va desde el análisis de los encuentros efímeros entre
individuos en la calle hasta la investigación de las relaciones internacionales y las
formas globales de terrorismo (VILLANUEVA, et al, 2013).
Estudiar sociología no puede ser un proceso rutinario de adquisición de conocimiento.
Es a través de la Sociología que nos liberamos de la inmediatez de las circunstancias
personales para poner las cosas en un contexto más amplio. El trabajo sociológico
depende de lo que el autor americano Wright Mills, en una célebre expresión, denominó
la imaginación sociológica (MILLS, 1970), imaginación que nos pide, sobre todo, que
seamos capaces de pensar distanciándonos de las rutinas familiares de nuestras vidas
cotidianas, para poder verlas como si fueran algo nuevo1.
La sociología, dicho de manera muy simple, es el estudio sistemático del
comportamiento social y de los grupos humanos. Se centra en las relaciones sociales,
cómo esas relaciones influyen en el comportamiento de las personas y cómo las
sociedades, la suma total de esas relaciones, evolucionan y cambian; por ello, la
importancia de la sociología radica en que: a) Permite entender el presente, pues estudia
el pasado y las conductas que se repiten a lo largo del tiempo; b) Ayuda a aplicar
cambios en áreas como las políticas públicas, programas educativos y programas de la
promoción de salud mental; c) Detecta los hábitos dañinos en las comunidades,
permitiendo que se generen campañas de conciencia y e) Ayuda a promover los
derechos humanos, para mejorar la calidad de vida de las personas.
El pensamiento sociológico busca explicar las diferentes actitudes o corrientes
que se presentan en la sociedad, pues en los países o regiones se suelen ver las mismas
costumbres debido a que las familias que allí residen son impactadas por los mismos

1
Según Giddens, esa conciencia nos permite a todos (no sólo a los sociólogos) comprender las
conexiones entre nuestros escenarios sociales y personales inmediatos y el mundo remoto e impersonal
que nos rodea y contribuye a determinar nuestra identidad.

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elementos históricos y sociales. Como área, la sociología busca estudiar los aspectos de
la población que explican los cambios tales como:
- La estratificación social: Este punto se suele emplear para señalar las diferencias
que existen entre un nivel y otro.
- Clase social: Es un concepto que se relaciona directamente con los individuos que
se agrupan de acuerdo a sus características comunes, la división de estas personas
muchas veces se encuentra determinada por su círculo familiar, por lo que es
importante dentro de la perspectiva sociológica.
- Movilidad social: Se traduce a un movimiento dentro de la clase social, por
ejemplo, pasa de ser desfavorecida a ser clase media, esto muchas veces es posible
gracias a la educación que obtiene algún miembro de la familia.
- Desviación social: Son acciones que realizan las personas en contra de todos los
principios que rigen la sociedad, no se trata únicamente de delitos, sino de actos que
van en contra de la moral, ética y cultura de la comunidad donde habitan.

Ha de tenerse presente que, analizar un problema social, sin embargo, requiere tomar en
cuenta muchos factores: ciencia, tecnología, armamentismo, contaminación,
conocimiento.
Lo que, en otros tiempos, para PUGA ET, AL (2007) se explicaba como actos divinos,
fortuna, suerte o destino, hoy está en manos de la ciencia cuyo control es parte de la
esencia misma de la sociedad moderna. Así, la sociedad hoy se esfuerza por manejar el
riesgo con un máximo de seguridad (un ejemplo son los seguros de vida), riesgo, que
apareció con los viajes de descubrimiento en el siglo XVI cuando aventurarse en aguas
desconocidas implicaba peligros considerables y cuyo arrojo caracterizó a los grandes
descubridores, riesgo que Ulrich Beck ve ahora en el mismo concepto de una manera
mucho más radical, pues señala que vivimos en una sociedad permanentemente
amenazada por la catástrofe, donde la incertidumbre es el eje que ordena nuestra
existencia colectiva. Diversos problemas de la sociedad mundial como el calentamiento
global, las hambrunas o el armamentismo de las que hablamos en el capítulo anterior,
conforman un porvenir repleto de riesgos y falta de certeza, lo cual solamente puede ser
superado, dice Beck, por el reconocimiento de esta situación y la consiguiente
colaboración mundial. La conciencia del riesgo de la destrucción del planeta debe llevar
a una reflexión sobre el modelo mismo de industrialización y de la modernización que
sustituya a los discursos parciales (contra el armamentismo o la destrucción de la
naturaleza) y que lleve a lo que él denomina una “modernidad reflexiva”.

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A la final, como la sociología se preocupa por las crisis, también se interesa por la vida
cotidiana la respuesta humana a nuevos problemas como la epidemia del SIDA, las
migraciones o el predominio de la imagen como vehículo de información y cultura. El
horizonte sociológico es tan amplio que basta mencionar temas como niñez, las
profesiones, las organizaciones, la economía, los movimientos sociales, la salud mental,
los desastres, la juventud, el deporte, el lenguaje, ocio, etc., para darnos cuenta de ello.
Las nuevas élites intelectuales del siglo XXI, herederas del pasado, según CASTRO
(2016), continúan replicando parte de la mística del asombro, curiosidad,
descubrimiento y sabiduría, como cumpliendo una ley de la evolución del pensamiento
sociológico. Asumen de forma visionaria y propositiva los desafíos de la globalización
neoliberal generadora de procesos antagónicos entre progreso, caos y catástrofes: a)
Progreso: nuevas “eras”, como la cibernética de la tecnología digital; la conquista del
espacio sideral, la nanotecnología, de la información y las comunicaciones, que en
conjunto van produciendo la “sociedad del conocimiento”, la “Modernidad Líquida” o
la “Sociedad Red”. b) Caos: guerras teledirigidas poco convencionales, multicrisis
sistémica: demográfica, sobrepoblación migrante, inseguridad, violencia, climática y
otras que impactan y afectan la vida de la especie humana y de la naturaleza. Vivimos
desenlaces del capitalismo neoliberal que manifiestan señales de crisis estructural de la
civilización, que surgió hace casi cinco siglos. Tales antagonismos forman conciencia
crítica y de esperanza para que generaciones, actuales y futuras, sepan aprovechar
beneficios del progreso sin caer en adicciones del consumismo mercantilista. A la vez,
organizarse en nuevos movimientos populares para cuestionar y detener la
deshumanización que produce la crisis y proponer la construcción de una sociedad
humanizada. Sin embargo, la sociología ha evolucionado en medio de la polarización de
dos sistemas de vida, guerras imperialistas, megamercados, políticas transnacionales y
globalizadoras que producen más angustias y crisis humanitaria: climática ecológica,
demográfica-migratoria, económica/riqueza-pobreza, alimentaria, energética, de
valores. Surge la necesidad de intentar redescubrir parte de aquel espíritu y de aquella
visión integradora con que los padres fundadores de la Sociología organizaron sus
cuerpos teóricos clásicos. Salir de la atomización en que cayó la Sociología, a la que
SOTO Y MORALES (2015) llaman “feudos disciplinarios, realidad seccionada”, que
no ha permitido aprehender acontecimientos con visión integradora.

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1.1.1. Concepto de sociedad

Sociedad es un término complejo, susceptible de referirse a realidades distintas y capaz


de recibir enfoques contrapuestos. Su radical polisemia significativa ha motivado gran
variedad de definiciones. Estas dependen del punto de vista adoptado o de los elementos
que incluyan. Etimológicamente, sociedad viene del término latino «socius», derivado
de una raíz indoeuropea que significa «seguir» o «acompañar». Socio es entonces el
cercano o asociado en algo común, sobre todo el que está al lado en la vecindad, en el
trabajo o en la batalla. Socio se contrapone a «hostis», que es el extranjero, el alejado,
que por estar más allá de la puerta («ostium») es visto como opuesto o incluso
peligroso. Sociedad sería entonces la agregación o conjunto de socios, de colegas, de
colaboradores.
La consideración etimológica ya sugiere el contenido profundo de la definición
real de sociedad. Definición que puede ser elaborada desde distintas perspectivas, pero
siempre con unos elementos comunes y constantes. Puede decirse entonces que, en
general se designa como sociedad todo tipo de asociación o grupo formado por seres
vivientes, a los que unen ciertas semejanzas o coincidencias en su constitución o en sus
actividades. Así, según la diversidad de su objeto, puede referirse a hombres, animales o
plantas; por la diversidad de actividad puede ser sociedad natural, laboral o mercantil.
Para GIDDENS (2000), la Sociedad es grupo de personas que vive en un
territorio determinado, sometido a un sistema común de autoridad política y que es
consciente de poseer una identidad que lo distingue de otros grupos.
Según el Diccionario Enciclopédico Ilustrado (1999) es una reunión de personas,
familias, pueblos o naciones. Agrupación de individuos con el objetivo de cumplir,
mediante la mutua cooperación, todos o algunos de los fines de la vida.
Para Durkheim, la sociedad no es más que la suma de los individuos que la
componen. La sociedad tiene una existencia propia que va más allá de la experiencia
personal, porque existen, desde antes del nacimiento de cada individuo, formas
reiteradas y consideradas correctas de comportamiento que se van transmitiendo de
generación en generación (FALICOV y LIFSZYC, 2002) Tomando estos elementos,
podemos confeccionar una definición de sociedad más completa y rigurosa: La
sociedad, es “la unión intencional, estable y estructurada, de seres humanos que buscan
activa y conscientemente la consecución de un bien común”

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1.1.2. Origen y naturaleza de la sociedad: teorías

Ni el origen de la sociedad ni el discernir la verdadera naturaleza de la sociedad son


problemas sociológicos, sino una cuestión de la filosofía, la etnología, la paleontología
o la historia. Los sociólogos toman la sociedad como algo dado y consideran que sus
teorías representan de algún modo lo que la sociedad es, así en el origen de la sociedad
confluyen bases naturales, biológicas, técnicas y simbólicas.
Desde el punto de vista de la Sociología como ciencia social, la naturaleza cambiante de
la sociedad no se puede explicar sin referencia a ciertos rasgos permanentes de la
naturaleza humana. Para la Sociología, la “Sociedad” se entiende como una especie de
contextura ínter humana en la que todos dependen de todos, y en la cual el todo subsiste
gracias a la unidad de las funciones asumidas por los copartícipes, y donde cada
individuo es determinado por la pertenencia al contexto en su totalidad. Sea cual fuese
el origen de la sociedad, podemos observar ciertos rasgos comunes:
- Más que el individuo, es la sociedad la que ha llegado a ser en nuestra especie la
- unidad de la lucha por la existencia.
- La sociedad normalmente tiene una duración mayor que el individuo.
- La sociedad es una unidad funcional, es decir que la sociedad a pesar de ser obra de
individuos funciona como conjunto. En consecuencia, los intereses individuales
están subordinados a los del grupo.
Los científicos trabajan dentro de paradigmas que son formas generales de ver el
mundo, que dictan el tipo de trabajo científico que debe realizarse y los tipos de teorías
que son aceptables. En sociología, el concepto de paradigma se utiliza para referirse a
escuelas sociológicas, cada una de las cuales tiene sus propias teorías y una marcada
preferencia por cierto métodos y técnicas de investigación. Los paradigmas en
sociología se agrupan en dos niveles: nivel macrosociológico y nivel microsociológico
(POSAS y NAVARRO, 2013) La macrosicología estudia los patrones de
comportamiento que nos permiten comprender las sociedades en su conjunto. La
microsociología, en cambio, se ocupa de la forma como los seres humanos se relacionan
unos con otros en la vida cotidiana.
Los paradigmas macrosociológicos, por excelencia, son la teoría funcionalista y la
sociología del conflicto. El paradigma dominante a nivel microsociológico es el
interaccionismo simbólico.
El capitalismo, el imperialismo y el patriarcado han generado profundas desigualdades e
injusticias sociales fundadas en una lógica de depredación de la vida, nunca antes vista.

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Hemos olvidado que la sociedad no puede estar por encima de los equilibrios de la vida
que la sostienen. ¿Puede la teoría social contribuir con algo a la emancipación social y a
la restauración de los equilibrios vitales que sostienen a la sociedad? Es una tarea
titánica, pero creemos que sí, aún es tiempo de intentarlo. Sin embargo, creemos que ese
cambio sólo pude venir si aprendemos de quien se regenera y se transforma de las
maneras más sorprendentemente “creativas” a lo largo del espacio-tiempo, que nos
rodea pero que hemos sacado de nuestro espacio contemplativo: la vida y sus distintas
expresiones en la gran variedad de seres vivos que aún habitan el planeta.
En medio de la aún hegemónica triada del imperialismo, el capitalismo y el patriarcado,
una manera de transformar la génesis de la teoría social y dar el brinco hacia una
mutación como primer paso en la transformación de esta forma de comprensión del
mundo, es conjunción de lo que De Sousa (2009) llama la epistemología del sur, con lo
que acá denominamos metafóricamente, como los saberes simbióticos y la subjetividad
enzimática.
La epistemología del sur consiste en “(…) la búsqueda de conocimientos y de criterios
de validez del conocimiento que otorguen visibilidad y credibilidad a las prácticas
cognitivas de las clases, de los pueblos y de los grupos sociales que han sido
históricamente victimizados, explotados y oprimidos, por el colonialismo y el
capitalismo globales”.
Hemos conocido mucho del mundo, pero también lo hemos destruido. La ciencia y su
teoría se han extraviado y han sucumbido ante el canto de las sirenas del capitalismo,
del imperialismo y el patriarcado.
Ahora, deberíamos rescatar esos conocimientos y dar un salto emancipatorio que nos
permita emprender el camino de vuelta a casa, a la gran casa de la humanidad y de la
vida. Al origen en donde se conocía el mundo sin pensarse fuera y superior a él. Volver
a casa en sentido metafórico. No se puede regresar el tiempo, no se trata de eso, se trata
de encontrar un camino de conocimiento que nos devuelva a la vida. Que salgamos de
los límites de la ciencia hegemónica que sólo parece existir para producir Frankensteins.
De lo contrario, como a Prometeo, las aves carroñeras nos seguirán devorando

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1.2. Elementos del orden social

¿Qué es preferible, el cambio o la estabilidad? Cualquier persona desea y necesita tener


estabilidad y orden en su vida: estabilidad laboral o emocional, por ejemplo. Símbolos
de este orden cotidiano son los horarios, la rutina, el ciclo formación-trabajo-jubilación,
las medidas, las leyes, etc. Pensemos, por un momento, en lo difícil que resulta
cualquier mudanza o cambio (de vivienda, de localidad o de trabajo). Pues bien, todavía
es más difícil el cambio de valores, de ideas, de creencias, de normas, etc. Pero, al
mismo tiempo, también necesitamos desarrollo, cambio, innovación. Es decir, vivimos
en una necesidad de orden y de cambio constantes. Vivimos en un pretendido orden, en
un constante "movimiento en busca del equilibrio".
Asimismo, la sociedad se mueve, valga el concepto, entre dos polos de un mismo
continuum llamado cambio social, entre dos fuerzas como son el orden y el caos social.
Es una lucha, por lo tanto, entre lo apolíneo (Apolo, dios del orden, organización) y lo
dionisíaco (Dionisos, dios del desorden, caos). Así pues, hablar de orden es hablar de
conflicto y viceversa, ya que, más que conceptos contrapuestos, son realidades
complementarias. En este capítulo nos centramos en el orden social, pero sabiendo que
la realidad social se mueve entre estas dos tendencias o fuerzas. En función de si
tratamos unos aspectos u otros, ponemos énfasis en los elementos de cambio o en el
orden social. Pero, no olvidemos que cualquier comportamiento social se puede situar
en un mismo eje entre el desorden-orden social.
En cualquier caso, la sociedad sigue un determinado orden por medio de diferentes
elementos (valores, costumbres, normas, etc.) que ayudan a mantenerlo. Este orden
social ha sugerido distintos debates ya desde los inicios de la sociología porque, más
bien, y tal y como defienden los psicosociólogos actuales, "lo único que permanece es el
cambio", aunque el cambio es lo que caracteriza a la sociedad actual, tampoco podemos
negar la existencia de unas pautas comunes que conforman un determinado orden
(moral, económico, político y/o psicosocial) sin el cual vivir sería un caos.
El término orden social se refiere a la forma en que los diversos componentes de la
sociedad se relacionan y trabajan juntos para mantener la armonía. Esto puede incluir
tanto a las instituciones y las relaciones e interacciones sociales como a las normas, los
valores y las creencias culturales; pero: ¿Qué es el orden social? A menudo nos
referimos al “orden social” para hablar de la estabilidad que existe en una sociedad en la
cual no hay caos ni agitación social; sin embargo, en la historia han existido diferentes
significados para este término. Es un término en constante evolución y su definición se

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ha ido modificando incluso en los últimos años. Quizá, por ello, es que se menciona que
de la estructura social se derivan cuatro elementos centrales en el funcionamiento de la
sociedad:

- Las interacciones normativas, esto es, el modo aceptado o correcto de hacer las
cosas en una sociedad determinada, de acuerdo a la costumbre y a las leyes y
protocolos que regulan la interacción social conforme a valores morales,
políticos, etc.
- Las estructuras de desigualdad, como las clases sociales, las castas y otras
formas de discriminación basadas en rasgos económicos, raciales, de género,
etcétera, que otorgan poder a algunos y exigen sumisión de parte de otros.
- Las instituciones sociales, que son los modos de organización que la sociedad
refuerza en cada generación y valora por encima de otras, tales como la familia
(y cierto tipo de familias o de conformaciones familiares), los partidos políticos,
etcétera.
- Los aspectos demográficos y medioambientales, esto es, los modos en que la
sociedad regula su crecimiento poblacional y lidia con su entorno. Las dinámicas
urbanas, los procesos de migración, las preocupaciones de salud pública, por
ejemplo, responden a este elemento de la estructura social en alguna medida.
Reflexionar sobre el orden social implica, necesariamente, reflexionar sobre el
cambio social. Así, por ejemplo, si hacemos referencia a la estructura social de
un país, no podemos dejar de hacer referencia a los procesos de movilidad social
que pueden existir dentro de dicha estructura social. Es preciso señalar que
cualquier institución o agente social puede ser mecanismo bien para el
mantenimiento del statu quo, bien para la movilidad social. Por ejemplo, en la
actualidad el sistema educativo es considerado como un mecanismo de
igualación social y, por tanto, como un mecanismo para lograr un cambio en la
posición social de los individuos (movilidad social).
La familia, es uno de los agentes más importantes en el estudio del orden social.
De forma intuitiva, parecería bastante fácil ofrecer una definición de familia. Sin
embargo, es preciso considerar que la familia es una realidad social e históricamente
determinada, lo cual quiere decir que la forma de familia en la que en principio
podríamos pensar en la actualidad no es la familia "natural", ni siquiera el tipo de
familia más frecuente a lo largo de la historia de las sociedades; más aún, en la

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actualidad están apareciendo nuevos tipos de familia que problematizan la definición
fácil de este agente social.
La forma de familia predominante en las sociedades actuales es la denominada familia
nuclear. La familia nuclear es aquella que está formada exclusivamente por el padre, la
madre y los hijos, conviviendo en un mismo hogar. Así pues, nos encontramos
con tres (y sólo tres) posiciones sociales dentro de un mismo hogar.
La religión, es otro de los actores relacionados con el orden social, y con este agente
social, sus componentes (funciones, creencias, iglesias, sectas y cultos). La menor
influencia de las religiones tradicionales no implica pérdida de importancia y
secularización total, sino más bien la aparición de nuevas religiones-cultos-sectas que
siguen teniendo importantes funciones, por ello, es trascendente la relación entre
sociología de la religión y orden social, el papel o las funciones psicosociales de la
religión y, nuevas formas de orden moral.
El sistema educativo, es indudable que uno de los agentes del orden social más
estudiados, ya que en sí mismo ejemplifica la idea de que cualquier institución social
puede ser un agente de movilidad social o de reproducción social. De hecho, el sistema
educativo ha servido, bien para la legitimación de la estructura jerárquica existente en la
sociedad, bien para producir movilidad dentro de dicha estructura. Es preciso señalar
que los agentes del orden social son productos sociohistóricos, y que, por tanto, es
imposible comprenderlos si no tomamos en consideración los factores que han incidido
en su conformación y desarrollo. En el caso del sistema educativo, esto todavía es más
cierto y, en consecuencia, empezaremos esta sección con un breve comentario acerca de
los orígenes del actual sistema educativo. Ahora, el sistema de enseñanza, desde un
punto de vista histórico, ha sido utilizado por los diferentes grupos sociales para
mantener el orden social, es decir, mantener inalterada la estructura social imperante.
En los sistemas democráticos contemporáneos, sin embargo, se asume que el sistema
educativo no es un mecanismo para el mantenimiento del estatus de las personas, sino
más bien un agente mediante el que podemos llegar a reducir las desigualdades sociales.
Y, ciertamente, podemos considerar el sistema educativo actual como uno de los más
igualitarios, ya que constituye una conquista dentro de los derechos de ciudadanía.
Ahora bien, varios autores han puesto de manifiesto que la función igualitaria del
sistema educativo necesita de una clara matización.
En cierto modo, el papel central que ejercía la religión o la familia en la organización
social, hoy, va siendo ocupado, o al menos comparte escenario, con el trabajo, por esta
razón, se tiene que hacer referencia a la importancia social del trabajo remunerado, al

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puesto de trabajo (empresa u otra organización) o a las condiciones de trabajo que son
las que otorgan un determinado orden a la sociedad actual. La economía, el mercado y
los distintos elementos laborales son centrales porque el trabajo es vital tanto a nivel
personal corno social. El mercado o la empresa, mejor dicho, el trabajo y todo lo que
tenga que ver con el mismo, es uno de los principales agentes de organización social.
Varios son los agentes que se relacionan con el orden social pero bien podríamos citar
agentes como los “políticos”, pues juegan algún papel en el mantenimiento o cambio
del orden social ya que, desde los partidos políticos hasta los nuevos movimientos
sociales, pasando por las distintas instituciones políticas de cada nivel de la
administración del estado.
Además, en el terreno de las instituciones políticas se encarna de forma patente la
afirmación de que para dar cuenta del orden social debemos hacer referencia al cambio.
Así, las instituciones políticas propias de los regímenes totalitarios son instituciones
claramente dedicadas al mantenimiento de un orden social opresivo y caracterizado por
la amputación de las libertades y derechos mínimos reconocidos a cualquier ser
humano, desde la libertad de asociación hasta el derecho a la propia vida. Por el
contrario, en los regímenes democráticos más bien parecería que las instituciones
políticas estarían a disposición de los ritmos sociales, de manera que su función sería la
de adaptar las condiciones socioeconómicas a las necesidades de su población.
En democracia son fundamentales los mecanismos de movilización y los agentes
asociados son, fundamentalmente, los partidos políticos y los sindicatos. En las
democracias latinoamericanas, el problema es cómo apuntalar los sistemas de gobierno,
dado la preocupante tendencia histórica a la aparición de personajes particularmente
siniestros que acceden al poder mediante golpes de estado, caracterizados por un
derroche de crueldad y falta de respeto por los derechos fundamentales de sus
ciudadanos.
Juegan también un papel importante los “medios de comunicación social” ya que los
medios de información han tenido y tienen un poder de control indudable. En definitiva,
los agentes de comunicación han adquirido, sobre todo desde que la televisión se
introdujo en los hogares y las mentes de las personas, una influencia inusitada. Su
alcance es general sobre todo en los países más avanzados desde un punto de vista
económico. Es destacable su papel en el mantenimiento de un orden social establecido
por quienes dirigen o manipulan estos medios, puesto que, aunque también puede ser un
instrumento de conflicto social, lo general es que sirva para homogeneizar opiniones,
inculcar valores, igualar actitudes, manipular personas, sociedades, etc.

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No sólo la televisión, sino también otros medios como la prensa, la radio, el cine, y
ahora Internet, suelen ser medios del poder político y económico para mantener un
determinado orden social o cambiar "lo que políticamente" interese cambiar.
Algunos autores han equiparado el "pan y circo" de los emperadores romanos con el
"bienestar social y el fútbol" actuales, ambos instrumentos para entretener y acallar al
pueblo, para encauzar las posibles desviaciones con respecto al orden social establecido.
Las tecnologías de la información promueven la unificación, la homogeneización y, sin
embargo, los efectos negativos y conflictivos, sobre todo en la educación y
comportamiento social delictivo, de los medios de comunicación también han sido
analizados desde diferentes estudios.
Otro de los efectos es la disminución de la lectura y otro tipo de hábitos sociales. El
hamo sapíens dio paso al hamo ludens y, de éste, al hamo vídens, con el riesgo de
perder el sentido de sapiencia y cultura general -no sólo visual- que el concepto de
hamo sapíens transmitía. Por lo tanto, la sociedad podrá ser más humana e igualitaria si
la tecnología está a nuestro servicio (aprovechamos sus resultados positivos) y no al
revés. Es decir, huir de ser ciberpersonas demasiado dependientes del ratón; evitar una
tecnología que no respete las diferencias con la justificación de homogeneizar a todos
en esta nueva "aldea global" informacional y tecnológica. La globalización y orden que
facilitan estos medios no debe implicar anulación de diversidad y cambio, sino
mantener el respeto por las diferencias culturales y personales, el mestizaje cultural. En
esta "era de la información", sociedad-red compuesta por autopistas de la información,
la deshumanización, la pérdida de identidad personal y grupal se presentan como
posibles peligros debido a la tendencia a idealizar las nuevas tecnologías en detrimento
de lo local, lo artesano, lo cercano.

1.2.1. Estructura de la sociedad

La estructura social es omnipresente, es decir, abarca el total de la sociedad, pero no es


algo tangible, sino un ordenamiento que los individuos asumen como natural, propio o
espontáneo. El concepto de estructura social apareció por primera vez a finales del siglo
XIX, fruto de los estudios de los filósofos y sociólogos alemanes Georg Simmel (1858-
1918) y Ferdinand Tönnies (1855-1936), para explicar cómo, en una misma comunidad,
dos individuos desconocidos y sin contacto alguno pueden estar relacionados
socialmente. Desde entonces, este concepto ha sido polémico dentro de la disciplina, en
la medida en que ha habido mucho debate respecto a su verdadera existencia,

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especialmente de parte de algunas corrientes sociológicas que niegan la posibilidad de
concebir una estructura social que abarque a la sociedad en su conjunto.

El estudiante podrá reforzar su conocimiento sobre esta clase con un artículo de


Spencer, Herbert: ¿Qué es una sociedad? Una sociedad es un organismo, inserto en la
Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm. 107, 2004, pp. 231-243 Centro
de Investigaciones Sociológicas, Madrid, España, artículo que describe a la sociedad
como un organismo vivo. Con análisis interesante dado su estudio comparativo, cuyo
enlace se proporciona a continuación:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=99717665010
De igual manera, se inserta un link para poder escuchar y ver el video: ¿Qué es la
sociedad, cómo se conforma, y, qué tipos hay? (Características)
https://www.youtube.com/watch?v=U1NLSjmp51E

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Unidad 2: Sociología: Teoría Sociológica del Derecho

2.1. Teoría Sociológica del Derecho

Todas las ciencias tienen como fundamento, una concepción filosófica y una teoría, la
cual produce los conceptos que luego se utilizan en la práctica de la ciencia que se trate.
En esta tarea, conoceremos la importancia que recae sobre un modelo normativo en la
formación de una teoría sociológica del derecho, el cual pretende dar respuesta a las
preguntas teóricas y metodológicas que se plantean para el estudio de cualquier
sociedad.
Con anterioridad a Carbonnier, Georges Gurvitch, profesor de la Universidad de
Strasburgo en Francia y del New School for Social Research en Inglaterra, presentaba
su definición de la Sociología del Derecho en los siguientes términos: “Es aquella parte
de (la) sociología del espíritu humano que estudia la realidad plena del derecho
comenzando por sus expresiones tangibles y externamente observables en las conductas
colectivas efectivas (organizaciones cristalizadas, prácticas y tradiciones
consuetudinarias o innovaciones de la conducta) y en la base material (la estructura
espacial y la densidad demográfica de las instituciones jurídicas).” (GURVITCH, 1945).
TIMASHEFF (1974), señala a su vez que la Sociología Jurídica es una creación del
siglo XX, y da algunas luces sobre las razones de la dificultad de una definición
satisfactoria, al señalar como problemático el que la sociología jurídica sea “un intento
por aplicar los conceptos y métodos de una ciencia, la sociología, a objetos
tradicionalmente estudiados por otras ciencia, la jurisprudencia, mientras que tanto la
sociología y la jurisprudencia están divididas en distintas escuelas que utilizan
diferentes métodos.
TREVES (1988), distingue en su obra tres concepciones diferentes de la Sociología del
Derecho, las cuales corresponden a etapas distintas de su evolución teórica personal:
- Disciplina que promueve y desarrolla investigaciones empíricas para fines de
carácter práctico, conectadas especialmente con la producción y aplicación del
Derecho
- Disciplina que tiene como objeto de estudio las relaciones entre el Derecho y la
sociedad y que se divide en dos partes, una teórica y otra empírica; y,
- Disciplina que desarrolla dos tipos de investigaciones diferentes, pero
conectadas entre sí e incluso complementarias: la determinación del “Derecho

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libre” o derecho producido fuera de los esquemas jurídicos formales, y el estudio
de la situación y función del derecho en la sociedad.

Para CARVAJAL (2011) la sociología jurídica tiene como objeto de estudio las
relaciones entre derecho y el comportamiento social y, cada vez es más evidente el
vínculo con otras ciencias que pueden tener temas comunes de interés, como lo
antropología, la economía, la política y la historia. En el ámbito de las ciencias sociales
y humanas, la interdisciplinariedad implica una aproximación entre diferentes
disciplinas, métodos y en ocasiones profesionales, para dar una explicación de una
realidad cada vez más compleja, lo ciertos es que la sociología jurídica posee una
vocación interdisciplinaria y transdiciplinaria. Esta relación es relevante a través del
vínculo con temas como la violencia política, la democracia, el narcotráfico, los
derechos humanos, los estudios de relacionados con el derecho y género y el pluralismo
jurídico, así como los efectos de la globalización en el derecho, obliga a los sociólogos
del derecho a desarrollar creativos con otras disciplinas.

2.1.1. Comte: El Positivismo

Isidoro Augusto María Francisco Javier Comte nació en Montpellier en 1798. En 1814
ingresa en la elitista Escuela Politécnica, de la que será expulsado en 1816, acusado de
republicanismo e indisciplina. El pensamiento de A. Comte quedó plasmado en dos
grandes obras: Curso de filosofía positiva (1830-1842) y el Discurso sobre el espíritu
positivo (1844), escrito que apareció como introducción preliminar al Tratado filosófico
de astronomía popular.
La filosofía de Comte entronca con la revuelta moderna contra los antiguos que inició
Francis Bacon y extendió L’enciclopédie francesa y que consistió, a grandes rasgos, en
la asunción de la razón y la ciencia como únicas guías de la humanidad capaces de
instaurar el orden social sin apelar a oscurantismos teológicos o metafísicos. Comte
afirmaba que únicamente la ciencia positiva o positivismo podrá hallar las leyes que
gobiernan no sólo la naturaleza, sino nuestra propia historia social, entendida como la
sucesión y el progreso de determinados momentos históricos llamados estados sociales.
Según Comte, la humanidad en su conjunto y el individuo como parte constitutiva, está
determinado a pasar por tres estados sociales diferentes que se corresponden con
distintos grados de desarrollo intelectual: el estado teológico o ficticio, el estado
metafísico o abstracto y el estado científico o positivo. Este tránsito de un estado a otro

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constituye una ley del progreso de la sociedad, necesaria y universal porque emana de la
naturaleza propia del espíritu humano.
En el estado metafísico se cuestiona la racionalidad teológica y lo sobrenatural es
reemplazado por entidades abstractas radicadas en las cosas mismas (formas, esencias,
etc.) que explican su porqué y determinan su naturaleza. La sociedad de los legistas es
propia este estado que es considerado por Comte como una época de tránsito entre la
infancia del espíritu y su madurez, correspondiente ya al estado positivo. En este estado
el hombre no busca saber qué son las cosas, sino que mediante la experiencia y la
observación trata de explicar cómo se comportan, describiéndolas fenoménicamente e
intentando deducir sus leyes generales, útiles para prever, controlar y dominar la
naturaleza (y la sociedad) en provecho de la humanidad. A este estado de conocimientos
le corresponde la sociedad industrial, capitaneada por científicos y sabios expertos que
asegurarán el orden social.
Comte clasifica las ciencias en cinco fundamentales: astronomía, física, química,
fisiología y física social o sociología. Rechaza como ciencia a la psicología y a la
economía y concibe a las matemáticas más como un método e instrumento previo que
como ciencia teórica; y, la finalidad de las ciencias es el control y el dominio de la
naturaleza y la sociedad.
Derivada de la fisiología, la sociología, como culminación del espíritu positivo, se
dedicará luego al estudio de los fenómenos sociales y de sus leyes como camino para
explicar la evolución de la humanidad y favorecer un progreso controlado de la
sociedad que excluya todo posible cambio o revolución incontrolada. Es en este punto
donde aflora con toda su fuerza la intención conservadora y reaccionaria de la filosofía
de Comte (DIEZ DE LA CORTINA, M., 2020)
En la propuesta de Comte, según Aron, la sociología debe ser la ciencia que nos
permitirá resolver la crisis del mundo moderno mediante el sistema de ideas (científicas)
que han de presidir la organización social. La sociedad, las estructuras sociales, no son
el resultado de un pacto entre seres egoístas (Hobbes), realizado sobre la base del
cálculo de costes y beneficios (liberalismo); al contrario, son los individuos los
resultados de las estructuras sociales, constructos intelectuales (NÚÑEZ, 2015)
Muchos se preguntan, sin embargo: ¿Qué sentido tiene hoy en día el positivismo
jurídico? Pues bien, para los positivistas aún existe la posibilidad de establecer unos
confines ciertos del ordenamiento jurídico frente a otros órdenes normativos, de tal
forma que exista un límite para el Derecho. De otra manera no sería posible el
conocimiento del Derecho mismo, porque si este no tiene límites, no interesaría mucho

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a la teoría del Derecho. Así las cosas, los dos objetivos primordiales del positivismo,
enmarcados dentro de la correlación Claridad y Certeza, añadido a la vertiente moral o
ética, podría añadirse un aspecto que hoy es cuestionado al neconstitucionalismo: La
seguridad jurídica. Basta con analizar la Teoría de la Adjudicación de Hart para
establecer ciertos postulados básicos: Los enunciados normativos gozan de textura
abierta, lo cual significa que para la resolución judicial de los casos que la doctrina
denomina “fáciles” basta con limitarse al núcleo esencial del enunciado y su efectivo
reconocimiento mediante la subsunción. No acontece igual con los casos “difíciles”,
donde el positivismo se ha quedado corto, mientras que el neoconstitucionalismo ha
tratado de establecer criterios razonables para el ejercicio de la ineludible
discrecionalidad del juez, donde la ponderación es el instrumento, y, el sostenimiento
del principio de igualdad, el fin. Discrecionalidad que el positivismo aún hoy, no ha
podido aceptar.

2.1.2. Durkheim: El funcionalismo

El funcionalismo es una corriente metodológica que se desarrolla básicamente


en la segunda mitad del siglo XX y que se extiende por los ámbitos de la antropología,
la sociología, la psicología, la política..., alcanzando incluso al Derecho.
El funcionalismo encuentra un precedente remoto en el organicismo del siglo
XIX y su raíz, más próxima e inmediata, en el pensamiento sociológico de E. Durkheim
(Las reglas del método sociológico, 1895).
El método funcionalista se propone como objetivo la comprensión y explicación
de las estructuras sociales, no a partir de su origen histórico y de sus peculiaridades
espaciales (geografía) y temporales, sino tomando como punto de partida la
observación, análisis y estudio de las funciones que realizan las estructuras sociales
dentro de la sociedad o en parte de ella.
El paradigma funcionalista señala que todos los elementos de la sociedad tienen
una función determinada. Los funcionalistas consideran a la sociedad como un todo
(visión holística), como un conjunto conformado por muchos elementos en relación,
cada uno de los cuáles debería estar en armonía con el resto. Los funcionalistas tienen
una perspectiva organicista, que quiere decir que ven la sociedad como un organismo,
cuyos elementos son como los órganos del cuerpo, cada uno con su función. Esta
analogía es la que lleva a Durkheim a representar al sociólogo como el médico de la
sociedad: cuando hay disfunciones, éste investiga el qué y propone una solución.

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El funcionalismo, como perspectiva desde la que entender la sociedad, es muy antiguo.
Platón o Santo Tomas de Aquino eran funcionalistas (aunque no se les llamara así), y
también lo era Comte. Sin embargo, todos estos eran filósofos, por eso es a partir de
Durkheim que el funcionalismo se aplica de forma sistemática y empírica al estudio de
la sociedad. En general, los pensadores funcionalistas abogan por lo que podemos
llamar una “sociología del orden”, cuyo su objetivo es mantener la estabilidad de la
sociedad, frente a la “sociología del conflicto” centrada en identificar los conflictos para
promover un cambio social en base a valores políticos como la igualdad o la justicia
social. Los funcionalistas también pueden tomar en consideración estos valores, pero su
propuesta es por el cambio paulatino dentro del respeto a las instituciones y al orden
social establecido (el “orden y progreso” de Comte) (RIVERA, 2020)
La obra de Durkheim se enmarca en el análisis de la solidaridad social que contiene de
manera implícita y explícita el problema de orden social (GAONA, 1992)
En la actualidad, según RITZER (1997) la mayor parte de los trabajos enmarcados en el
funcionalismo estructural pueden incluirse bajo la denominación de
«neofuncionalismo». ALEXANDER y COLOMY (1985) definen el neofuncionalísmo
como «una corriente autocrítica de teoría funcional cuyo objetivo es ampliar el alcance
intelectual del funcionalismo sin perder su núcleo teórico.
Aspecto importante de Durkheim, es el aporte al campo educativo. Émile Durkheim
basó la comprensión de Sociología de la Educación, con estilos de aprendizaje nuevos,
alineados a la conservación de la cultura, la diversidad, trabajo social, en escenarios de
la ética moral, intercultural, conciencia colectiva, dimensiones que configuran un lugar
social y epistémico del mundo, contribuciones importantes que homogeneizan a los
individuos y consolidan procesos de enseñanza-aprendizaje en función de las realidades
y necesidades sociales. Procesos de enseñanza-aprendizaje, apuntalados saberes
cognitivos, sicomotores y socio-afectivos encausados al respeto de la cultura,
idiosincrasia y tradiciones: materia prima para la transformación de la educación y
sociedad en el marco de las relaciones sociales de convivencia, de trabajo, de disfrute,
de armonía, en contextos pluriculturales para integral de los estudiantes (SIMBAÑA, et
al, 2017)
Dentro del Derecho y para ser más específicos aún dentro del Derecho penal, las
diferentes direcciones del funcionalismo estructural de Parsons y del funcionalismo
sistémico de Luhmann han desarrollado sorprendentemente el Derecho penal.
El pensamiento penal en los últimos tiempos supone el inicio de una tendencia –
“funcionalista”– muy marcada y contraria a la tendencia “finalista”. El responsable de

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ello, dentro del campo del Derecho penal se debe en gran medida a la obra del Prof.
Günther Jakobs, discípulo de Hans Welzel; sin duda Jakobs representa un cambio de
paradigma al establecer que las categorías dogmáticas no pueden hacerse con base a una
fundamentación ontológica del Derecho.

2.2. El evolucionismo

2.2.1. Spencer: El evolucionismo

Una manifestación quizás más directa, e inmediata en el tiempo, del influjo del
pensamiento evolucionista en el pensamiento jurídico, es la representada por las tesis
propuestas por algunos juristas de que en una sociedad el Derecho se desarrolla según
unas líneas de dirección predeterminada, en ciertas etapas definidas paralelas o
coincidentes con el desarrollo de otras instituciones sociales y culturales.
Estos autores analizan la evolución del Derecho desde un punto de vista general como
parte de la evolución del conjunto de la sociedad. Esta actitud hace que tales autores
puedan ser calificados como "evolucionistas sociológicos"
Otra manifestación también directa del pensamiento jurídico evolucionista es la de
ciertos autores que estudian el proceso evolutivo al nivel más específico de las doctrinas
jurídicas. Este grupo de juristas puede ser calificado como el de "evolucionistas
doctrinales", entre los que cabe citar a W. O. Holmes y a A. G. Clark.
Como antecedente del evolucionismo jurídico sociológico se puede citar a Montesquieu,
quien en su "De l'esprit des lois" (1748) expuso numerosos ejemplos de la conexión o
dependencia del Derecho de la "naturaleza de las cosas", entendiendo por tal las
circunstancias reales de la sociedad, tales como la organización política, condiciones
físicas, etc., aunque no ofreció un esquema de cambio jurídico. Varios autores del siglo
XVIII fueron dando forma a la idea anticipada por Montesquieu de que las sociedades
atraviesan una secuencia definida de etapas de desarrollo según el modo de subsistencia
-las de caza, pastoreo, agricultura y comercio- y de que cada una de estas etapas había
condicionado el desarrollo del Derecho de las sociedades primitivas; por ejemplo, el
referente al control de la tierra y a los cambios en las formas de gobierno de la
comunidad.
La obra de Herbert Spencer, sin embargo, ha jugado un rol importante en el desarrollo
de las ideas evolutivas ya que este constituye un fuerte intento de considerar la
continuidad entre los procesos naturales y la vida social. El punto más remarcable del

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pensamiento de Spencer reside en su esfuerzo por extender la idea de evolución a todas
las esferas de desarrollo. (PEEL, 1971). Sin embargo, como puntualiza Capek, hemos
enfrentado por mucho tiempo la extraña situación por la cual mucho de las ideas de
Spencer han caído en el olvido mientras que algunas de sus ideas más retardarias
todavía habitan secretamente las ciencias sociales.
En principio, Spencer (1893) naturaliza a la sociedad al considerarla como un
organismo social que posee las mismas funciones y estructura que los organismos vivos.
Así, se considera que la evolución de la sociedad posee las mismas propiedades que la
evolución de los organismos y por lo tanto se encuentra atada a procesos naturales tales
como el crecimiento y los procesos de envejecimiento del organismo y señala que la
“sociedad es un organismo” (Spencer, 1983). Esta analogía establecía el progresivo
proceso de diferenciación y crecimiento en complejidad de las sociedades, “desde lo
más general a lo más especial”, en una serie sucesiva y predeterminada de etapas las
cuales solamente podían ser aceptadas pasivamente por el hombre.
Spencer desarrolló tres leyes fundamentales: la ley de la persistencia de la fuerza;
después formula la ley de la indestructibilidad de la materia y finalmente, la ley de la
continuidad del movimiento.
En la construcción de estas leyes, Spencer mostraba un gran conocimiento de las
ciencias naturales en general y de la física y la biología en particular. Por otro eje, sus
conocimientos psicológicos y filosóficos lo conducían a elaborar su famosa filosofía
sintética, que no es otra cosa sino la aplicación de los conocimientos de su tiempo,
privilegiando el método de las llamadas ciencias duras para el estudio de la sociedad.
Para Spencer, la sociología es la ciencia que estudia la evolución de la sociedad.
Compartía con el francés Augusto Comte el gusto por la utilización de la palabra
“sociología”. Pensando la necesidad de abordar los problemas de la sociedad de la
misma manera que las ciencias naturales trataban su objeto de estudio. Además, pensaba
que este saber constituía la más compleja y difícil de todas las ciencias.131 Él pretendía
convertir la sociología en un saber riguroso, aunque reconocía que no era un
conocimiento exacto.
Pretendía que la sociología formulara generalizaciones mediante la construcción de
leyes para diseñar en consecuencia una batería interpretacional. La sociología explora
las leyes de los procesos sociales de la misma manera que las ciencias sociales indagan
las leyes de los fenómenos naturales. Para Spencer la sociología era una ciencia
superorgánica que centra su atención en aquellos procesos que suponen las acciones
coordinadas de varios individuos. Para él el proceso biológico se identifica con el

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proceso social y localiza y ubica los hechos de la sociología en el paralelismo funcional
entre el organismo animal y las sociedades humanas. Piensa que la sociedad, como
entidad con vida propia, y con autonomía respecto de los elementos aislados que la
integran, está sometida a la dinámica de desarrollo, estructura y función, de manera
análoga a los fenómenos del crecimiento, estructura y función en los seres animales. Es
así que la sociología humana encuentra una fuerte conexión con el mundo orgánico
animal.
En coherencia procede a interpretar las mismas leyes biológicas en términos de hechos
sociales para inmediatamente después razonar sobre ellas cual si se tratasen de leyes
sociales. Este procedimiento analógico —que configura a la sociedad como una entidad
similar a la de un organismo animal—, al tiempo supondría una rémora para éxito de su
teoría social. Ese razonamiento analógico es, desde luego, desafortunado, pues la
sociedad humana nunca puede ser equiparada —y menos aún identificada— con un
organismo biológico. Sin embargo, es lo que viene a mantener Spencer.

2.2.2. Marx: La Teoría del conflicto

El conflicto es un fenómeno natural en toda sociedad, es decir, se trata de un hecho


social consustancial a la vida en sociedad. Así mismo, las disputas son una constante
histórica, puesto que han comparecido en todas las épocas y sociedades a lo largo de los
tiempos. Incluso, el cambio social que determina toda la dinámica de la vida de los seres
humanos es una consecuencia que debe ser imputada de modo mayoritario, aun cuando
no de manera absoluta, al conflicto (SILVA, 2008).
Aplicada a la Criminología, desde el punto de vista sociológico, que una persona
cometa un delito se considera como una respuesta a un estímulo condicionado por la
influencia de su entorno social y circunstancias personales. Esta perspectiva supone
entender que el crimen no se comete solo desde un plano individual, causado por algún
tipo de desviación de la conducta o por una patología, sino como resultado social y, por
tanto, para determinar las motivaciones del criminal es necesario observar las
circunstancias y la estructura social.
La labor del jurista criminólogo consiste en estudiar las razones que llevan a una
persona a cometer un delito, así como sus consecuencias personales y sociales y la
forma de prevención. Analiza el delito, al delincuente y a su entorno desde una mirada
multidisciplinar que combina ciencias diversas, desde la psicología y la medicina hasta
la sociología y el derecho ya que la figura del delincuente, como objeto de estudio de la

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criminología, puede analizarse desde diversas teorías sociológicas que den explicación a
su conducta, desde las del aprendizaje social a las del control social o del conflicto
social. El análisis de un acto criminal desde la teoría del conflicto abordará, por tanto, la
perspectiva del individuo y si esa desviación en contra de las normas sociales es
resultado del contexto social de esa persona
La teoría del conflicto aborda las acciones que realiza cada persona o grupo, una
organización o la sociedad, en sentido amplio, para lograr el máximo beneficio, algo
que a su vez genera cambio social, político y revoluciones. La esencia de esta teoría se
apoya en la clásica estructura piramidal de la sociedad en la que una élite dicta los
términos con los que viven las masas. Es decir, que las estructuras sociales más
importantes, como las leyes que configuran el ordenamiento de un Estado y tradiciones
que dan forma a la vida cotidiana de un grupo, están diseñadas para dar soporte a los
grupos que tradicionalmente se consideran superiores. La teoría del conflicto analiza
desde distintos puntos de vista la manera en que los poderosos tratan de perpetuar su
estatus y qué rol desempeña el conflicto social como motor de cambio.
Este planteamiento constituye una de las grandes escuelas de pensamiento sociológico
moderno y está construida desde los diversos puntos de vista de expertos y pensadores
que durante las décadas de los 50 y 60 desarrollaron la teoría del conflicto,
estrechamente ligada a la teoría de juegos y a los planteamientos sobre la negociación.
La teoría del conflicto aborda las acciones que realiza cada persona o grupo, una
organización o la sociedad, en sentido amplio, para lograr el máximo beneficio, algo
que a su vez genera cambio social, político y revoluciones. La esencia de esta teoría se
apoya en la clásica estructura piramidal de la sociedad en la que una élite dicta los
términos con los que viven las masas. Es decir, que las estructuras sociales más
importantes, como las leyes que configuran el ordenamiento de un Estado y tradiciones
que dan forma a la vida cotidiana de un grupo, están diseñadas para dar soporte a los
grupos que tradicionalmente se consideran superiores. La teoría del conflicto analiza
desde distintos puntos de vista la manera en que los poderosos tratan de perpetuar su
estatus y qué rol desempeña el conflicto social como motor de cambio.
Este planteamiento constituye una de las grandes escuelas de pensamiento sociológico
moderno, y está construida desde los diversos puntos de vista de expertos y pensadores
que durante las décadas de los 50 y 60 desarrollaron la teoría del conflicto,
estrechamente ligada a la teoría de juegos y a los planteamientos sobre la negociación.

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Hoy se habla de teorías del conflicto y teorías de la cooperación, según el dominio de
uno u otro planteo como vértice principal de la explicación o interpretación acerca de la
sociedad (Silva, 2008).
Si alguna frase caracteriza e identifica al pensamiento marxista, ésta es, precisamente:
“La historia es la historia de la lucha de clases”. Con ella, en tan sólo unas palabras, se
desmitifica la historia y la sitúa, justamente, en un plano conflictual, en el plano del
enfrentamiento, y la saca de la visión evolucionista e idílica con que se había enfocado
el devenir humano (CADENA, 1993)
En Marx, el devenir social se asociaba íntimamente al conflicto, el conflicto de clases, y
que por ello estableció los agentes y las condiciones de las relaciones conflictivas. Sin
embargo, subyace en su concepción de lo social el carácter ontológico del conflicto. En
efecto, cuando afirma que la sociedad se divide en clases, las clases son una realidad
conflictual y relacional, sin la cual no es posible concebir siquiera la existencia de la
sociedad misma. La sociedad existe, por tanto, en, por y para el conflicto, el conflicto de
clases, por ello, explotados y explotadores es el binomio inseparable de la teoría
marxista. Así, las clases sociales son determinadas por su condición en torno a la
variable propiedad y, finalmente, son los sujetos del proceso social. Por ello la
tendencia del marxismo a concebir el esquema de clases a partir de un modelo
dicotómico en permanente conflicto, al que finalmente se incorporan las otras clases
sociales (que por cierto nunca ignora). Aunado a esto, el conflicto entre la burguesía y el
proletariado desembocaría, una vez desarrolladas plenamente las fuerzas productivas en
contradicción (o conflicto) con las relaciones sociales de producción, en un estallido
revolucionario, mismo que llevaría a la dictadura del proletariado o socialismo. De lo
expresado, se puede establecer que, la historia en Marx muy bien puede interpretarse
como un esquema de corte hegeliano donde analíticamente el sujeto de la historia es la
libertad y no necesariamente los seres humanos (CADENA, 1993).
Para la teoría del conflicto, una de las claves es, precisamente, el impacto sobre el
individuo de las relaciones sociales: son un punto de encuentro entre los diversos
intereses, poder… Recursos, en definitiva, escasos y por cuyo control se compite,
generando situaciones de desigualdad y fricción social que derivan en conflictos. Esos
conflictos tienen expresiones variadas, más o menos violentas (desde las discusiones
hasta las guerras), pero en todo momento sirven de motor de cambio.
En ocasiones, los conflictos dan lugar a la trasgresión de la normativa vigente, es decir,
a la comisión de delitos y es en ese punto en el que los expertos analizan las
motivaciones del delincuente y las consecuencias de sus actos con el objetivo no solo de

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conocer mejor la conducta de la persona, sino ser capaces de comprender su impacto en
el grupo y desarrollar mecanismos de prevención.

Para reforzar el conocimiento de la Unidad Dos, el estudiante podrá estudiar y hacer un


análisis del artículo de Juan Quintero David: El conflicto social e historias de vida: la
génesis del liderazgo, donde el autor trata de rescatar palabras importantes: redención
social y resiliencia comunitaria. El estudiante deberá formalizar su trabajo en un
pequeño resumen del tema y el link de acceso a este artículo es el siguiente:
file:///C:/Users/desal/Downloads/yairbocanegrag,+1024-4304-1-CE.pdf
También se sugiere mirar el video: “La descolonización cultural” del filósofo Enrique
Dussel que nos conduce hacia un pensamiento propio en Latinoamérica. El video está
en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=Q86_LPat-IQ

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Sociología y Teoría General del Delito
Unidad 3: Teoría general del Delito

3.1. Teoría del delito

Desde el punto de vista de su aplicabilidad, cabe decir que la teoría del delito constituye
una "herramienta" de la que se sirve el penalista para resolver, a partir de ese sistema,
los problemas específicos que plantea la aplicación de los concretos delitos. En el caso
concreto de valorar si se ha cometido un homicidio, conforme a los preceptos penales,
no resulta suficiente con el hecho de que “A mate a B”, porque resulta necesario
constatar cómo es el comportamiento de A (acción y omisión), cómo se produjo la
muerte de B (relación de causalidad e imputación objetiva), con qué intención actuó A
(dolo e imprudencia), si el hecho es antijurídico (causas de justificación), si A es
culpable (imputabilidad, conocimiento de la antijuricidad del hecho) etc.

3.1.1. Origen de la Teoría del Delito

La legislación hoy en día es clara con respecto a la ilegalidad y los delitos que no se
deben cometer en nuestra sociedad. Por esta razón se ha hecho importante que existan
entes reguladores que controlen el cumplimiento de estas leyes y la regulación de las
mismas. Es importante resaltar que la justicia, sea donde sea, se conforma por diferentes
ramas, y cada una juega un papel importante. La teoría del delito, evolución, y
elementos desarrolla el concepto de la legalidad en nuestra sociedad contemporánea.
La Teoría del Delito surge en la época de la eclosión de las ciencias experimentales, a
finales del siglo XIX, cuando se contaba con la idea de que la razón podía explicar los
fenómenos naturales.
El análisis de la evolución de la Teoría del Delito manifiesta cuatro fases la clásica, la
neoclásica, el finalismo y el post finalismo. La explicación de estos se basa en diversos
aspectos, lo cual se agudiza con las diferentes corrientes doctrinales sustentadas en la
actualidad que no logran desplazar por completo a las demás, coexistiendo en la
actualidad percepciones de los diferentes momentos apuntados.
La fase Clásica, surge con ideas de Carrara en Italia y por Rodolfo von Jherin este
último en 1867 de la contrariedad de la acción con las normas jurídicas y una censura de
la disposición anímica del sujeto, utilizando postulados de Behmer. Esta fase se
caracteriza por concebir a la acción de una manera simple y clara, lo cual tiene términos

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Sociología y Teoría General del Delito
naturalísticos como es el caso de una acción compuesta por un movimiento corporal y la
consecuente modificación del mundo exterior unidos por la relación de la causalidad;
con lo anterior surgió la distinción entre fase interna (engloba la ideación, deliberación y
resolución) y externa del delito (exteriorización, preparación y ejecución). Esta fue la
resultante del pensamiento jurídico influenciado por el positivismo científico, el cual se
entiende a partir de una concepción limitada al derecho positivo y a su interpretación,
con el fin de abordar todos los problemas del derecho con la simple ayuda de los
conceptos jurídicos, excluyendo en lo posible de la dogmática jurídica las valoraciones
filosóficas, los conocimientos psicológicos y la realidad sociológica.
La fase neoclásica surge con la finalidad de construir el concepto de delito a partir de
los fines perseguidos por el derecho penal y de las perspectivas valorativas que le sirven
de base, el modo de pensar propio de esta fase se determinó por la teoría de
pensamiento derivada de las ideas neokantistas, que, conjugadas con el método
científico-naturalístico de observar y describir, restauro una metodología propia de las
ciencias del espíritu caracterizada por el comprender y valorar. Aquí la acción se
concibe como un comportamiento humano, es decir, como realización de la voluntad
misma.
La fase del finalismo, se determinó por la separación entre el mundo real y el derecho, a
la realidad del ser social. Razón por la cual se elaboraron “estructuras lógico-objetivas”
previas a toda regulación jurídica y en edificar el derecho sobre la base de la “naturaleza
de las cosas”; para el finalismo, la acción es el ejercicio final de la actividad humana. Su
concepción se completó por la teoría de los delitos de omisión de Armin Kaufmann que,
los concibió como tercera forma general de aparición del hecho punible al lado del
delito doloso y culposo de comisión dotada de una estructura independiente de sus
elementos.
En cuanto a la fase post-finalismo o modelo lógico matemático, propone la introducción
de un modelo de análisis de los tipos penales, en esto se redimensionan los presupuestos
y elementos fundamentales del tipo penal, precisando su contenido y ordenándolos de
una mejor manera. La tipicidad la entiende como la correspondencia unívoca de los
presupuestos y elementos del tipo penal con los presupuestos y elementos del delito.
La definición más simple de la teoría del delito es que es el estudio de los elementos
comunes que deben concurrir para que un hecho sea considerado delito. De ello se
encarga la dogmática penal. Sin embargo, la teoría del delito es algo más, puesto que
encierra la aspiración a conseguir la homogeneidad y coherencia del sistema penal, a

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través del intento de conceptualizar sus distintos institutos y elementos, de forma que
todos ellos encajen en esa coherencia del sistema.
Se trata, por tanto, de una aspiración a la completud y homogeneidad del sistema penal.
En definitiva, en lograr ese sistema penal mediante piezas que encajen en los principios,
valores y razonamientos en los que se basa. La teoría del delito surge en la época de la
eclosión de las ciencias experimentales, a finales del siglo XIX, cuando primaba la idea
de que la razón podía explicar los fenómenos naturales.
Cuando se habla de La Teoría del delito se refiere al estudio de los elementos comunes
que deben concurrir para que un hecho sea considerado delito, de la cual la encargada es
la dogmática penal (disciplina que se ocupa de la interpretación, sistematización,
elaboración y desarrollo de las disposiciones legales y las opiniones de la doctrina
científica en el campo del Derecho penal). Se puede decir que la Teoría del Delito
encierra la aspiración a conseguir la homogeneidad y coherencia del sistema penal, a
través del intento de conceptualizar sus distintos institutos y elementos de tal forma que
todos ellos encajen en esa coherencia del sistema. Su objeto, es el plantear una
elaboración sistemática de las características generales del derecho penal positivo, con
el fin de permitir la redacción fundamentada de resoluciones en sede judicial. Su
función más importante, es la garantista, en la que comprende los procesos de
criminalización primaria y secundaria en función a principios en un estado
constitucional de derecho.
Históricamente los dogmáticos penalistas han elaborado diferentes sistemas de la teoría
del delito ordenando diferentemente sus diversos elementos. Actualmente, coexisten los
dos sistemas básicos, el finalista y el causalista.
El sistema tradicional de la teoría del delito es “un sistema categorial, clasificatorio y
secuencial en el que, peldaño a peldaño, se van elaborando, a partir del concepto básico
de acción, los diferentes elementos esenciales comunes a todas las formas de aparición
del delito”. El método sistemático, al reunir y estructurar todos los elementos del delito
para ROXIN (1981) en un sistema dogmático permite seguir, en la interpretación y
aplicación del Derecho penal, un orden previamente marcado por la estructura del
delito; es decir, si concurre una acción, se examinará primero la tipicidad y luego la
antijuricidad, culpabilidad y demás presupuestos de la punibilidad.

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3.1.2. Importancia de la Teoría del Delito

Es de trascendental importancia estudian la teoría del delito en nuestros días, lo que


equivale a plantear la trascendencia de la estructura y sistema de la misma en la
actualidad, viendo como parte estructural su esencia, y entender de manera general su
valor, sin ser el presente trabajo un desarrollo de sus elementos estructurales
integradores. Como primer punto, es necesario contestar a una pregunta básica, ¿qué es
el derecho penal?, el autor PAVÓN VASCONCELOS (1988) lo define como “el
conjunto de normas jurídicas, de derecho público interno, que definen los delitos y
señalan las penas o medidas de seguridad aplicables para lograr la permanencia del
orden social…”.
El nuevo sistema penal acusatorio no obliga a que los litigantes desarrollen sus
funciones prescindiendo de la teoría del delito, es un corrillo alejado de la realidad. La
teoría del delito, en tanto gramática de lo jurídico-penal, permite precisamente no sólo
establecer ese diálogo entre las partes del proceso, sino que, además, fundamenta la
decisión judicial. Si diéramos por cierta esa falsa aseveración, habría de preguntarse
entonces cuál sería la herramienta comunicacional e interactiva que permitiría a las
partes sostener la existencia de un delito o la falta de alguno de los elementos típicos
que le definen, o afirmar en el hecho concreto la presencia de alguna causa de
exclusión, una atenuante o una calificativa, ante el juez de control en las diversas etapas
o, más aún, ante el juez oral. Por el contrario, en la aplicación del sistema penal
acusatorio la teoría del delito tendrá, como hasta ahora, un papel determinante. La
importancia de la teoría del delito y su necesaria consideración por la llamada teoría del
caso, es en el nuevo sistema una herramienta imprescindible en la lógica del sistema
penal acusatorio, en la actuación del ministerio público y en la defensa. Por ello hoy
más que nunca es menester manejar a la perfección el derecho sustantivo penal y las
partes generales y en especial del derecho de fondo, porque sin estos conocimientos el
aún experto en proceso acusatorio adversarial nada tendría que hacer en la defensa,
acusación o resolución de un asunto penal. Así, este trabajo pretende ser una
herramienta sustantiva que complemente en el 50% la realización del objeto del nuevo
sistema penal, junto con la teoría del delito en general. Demostrar con la investigación
que la teoría del delito no se decanta por el sistema oral, más bien se refuerza y adquiere
mayor eficacia. Ahora los litigantes, mediante el argumento hablado, deberán hacer ver
sus habilidades sobre el dominio de los temas sustantivos que siguen, sin duda, siendo
el bastión de esta nueva etapa de justicia

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La teoría del delito, o también llamada, teoría de la imputación penal, se encarga de
definir las características generales que debe poseer una conducta o acción para ser
imputada como un hecho punible.
El delito depende mucho de la valoración moral de la conducta humana, condicionada
por el criterio ético consensuado de la sociedad de cada época. Por ello, las definiciones
del delito han ido evolucionando con el tiempo. Sin embargo, de acuerdo a la
concepción jurídica, el delito es todo acto o conducta humana voluntaria que se adecúa
al presupuesto jurídico contenido en una ley penal.
Según, la concepción dogmática del delito, planteada por Mezger, señala que el delito es
aquella acción u omisión, típica, antijurídica y culpable, que al mismo tiempo resulta ser
punible de pena.
Es necesario precisar la existencia de una división en el derecho penal: parte general y
parte especial. La parte especial se ocupa del estudio de los delitos y las penas o
medidas de seguridad que se determinan para los mismos; mientras que la parte general
comprende la teoría de la ley, la teoría del delito, la teoría del delincuente y, la teoría de
las penas y medidas de seguridad.
Es importante considerar los principios que enmarcan al delito, porque en efecto, dichos
principios dan claridad a la importancia de su lineamientos, siendo que para activar o
hacer efectivos los derechos que se encuentran latentes en los dispositivos aludidos, es
necesario contar con el conocimiento y puntualizar en su momento una acusación,
defensa o resolución, ya sea el caso, en consecuencia, el deber de realizar un estudio
dogmático breve y preciso en los casos penales que les toque intervenir, sobre todo si la
argumentación jurídica ahora deberá de realizarse de forma oral en un proceso penal en
el que se deberán respetar los principios constitucionales y reproducidos en el
ordenamiento legal secundario de procedimientos penales, siendo el de inmediación,
contradicción, publicidad, continuidad y concentración.
Todo operador jurídico antes de comenzar a realizar el estudio dogmático del delito
debe de concentrarse, primeramente, en los presupuestos del mismo, en donde
posiblemente encontrarán una respuesta breve para decidir sobre la estrategia respectiva
de acuerdo al rol que desempeñen en el proceso penal acusatorio, ya que la teoría del
caso no se ve únicamente desde un plano jurídico localista, sino que muchas veces
cobra una perspectiva que bien puede radicar en el terreno de lo internacional, razón por
la que frecuentemente se acude a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por
esta razón, el derecho en la actualidad es argumentación, y como tal, la teoría del delito
presenta las herramientas necesarias para que pueda ser argumentado correctamente, por

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lo que la aplicación de dicha teoría sirve para la práctica de los abogados, en un
ejercicio que intenta fundamentar la prueba al momento de su presentación en el juicio
oral, y sus alegatos en la fase de clausura de los debates del juicio.

3.2. Elementos de un Delito

3.2.1. Elementos de un Delito: ANÁLISIS

Todos esos elementos (acción, tipicidad, antijuricidad, culpabilidad, etc.) constituyen


los pilares desde los que se erige el sistema de la teoría del delito, que debe ser
coherente para cumplir adecuadamente su función principal en la práctica jurídica:
resolver problemas específicos de aplicación. Por ello, la teoría del delito debe
construirse desde los cimientos que proporcionan las mismas normas penales, pues de
nada serviría el sistema si entrara en contradicción con lo expuesto en los textos legales.
Por ello, no debe haber contradicciones internas al propio sistema, pues éstas podrían
aniquilar el sistema.
El concepto legal de delito, define que “son delitos las acciones y omisiones dolosas o
imprudentes penadas por la ley”.
La acción: La acción y omisión es el elemento básico del delito conforme a la teoría
finalista. Comprende dicha acepción tanto la acción positiva, como la acción omisiva, es
decir, la acción que origina el delito bien sea de forma comisiva; bien lo sea de forma
omisiva. Siguiendo a MUÑOZ CONDE (1999) es un elemento independiente y de
carácter apriorístico con respecto a los restantes elementos del delito. Comporta el
presupuesto básico para la existencia de los demás elementos del delito y obviamente su
inexistencia, conlleva la exclusión de valorar los ulteriores elementos configurativos del
delito. Es la premisa inicial para poder contemplar la existencia del delito. Lo relevante
es que la acción manifestada como consecuencia de la voluntad del sujeto, no ya el
contenido de dicha voluntad. Para que la conducta sea constitutiva de delito, debe ser
típica, antijurídica y culpable2.

2
Para OSORIO GALLEGO (2021), si bien la doctrina ha venido estableciendo cierto consenso en que la
teoría del delito se estructura a partir de criterios normativos y no ónticos ni causales, vale la pena
pensar si estos nos redirigen a los esquemas de imputación como piedra angular del comportamiento
delictual. No sobra reflexionar sobre la posibilidad de que el juicio de imputación englobe muchas de las
categorías que hasta ahora consagra la teoría del delito, algunos autores han propuesto la construcción
de una teoría bipartita del delito, precisamente, porque la imputación objetiva —y sus desarrollos
teóricos— permiten explicar suficiente y coherentemente el acto penalmente relevante. Según el autor,
el debate es actual y no existen posturas pacíficas, empero el entendimiento de la acción como un
concepto normativo configurado por el sentido comunicativo de un hecho, apuntalado en la libertad del

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La tipicidad: Es preciso que la acción llevada a cabo se encuentre castigada
legalmente, esto es, penada por la ley. Esa regulación legal es precisamente la que
comporta la tipicidad de la acción. Una vez constatada la existencia de la acción,
seguidamente debe valorarse la relevancia penal de la misma, comprobar si encaja en un
posible delito. A tal efecto, el ilícito penal únicamente puede estar establecido por la
ley, en cumplimiento del principio de legalidad. No cabe definir una conducta punible si
no es en la ley, denominándose tipos penales que constituyen una forma específica del
ilícito susceptible de castigar con la pena correspondiente.
El Estado a través de sus órganos rectores, pueda decretar la comisión de un hecho
punible, es esencial tomar en cuenta, los elementos enmarcados dentro de la teoría del
delito y decidir si corresponde verdaderamente a un acto típicamente antijurídico,
culpable o imputable a una persona y si requiere de una pena. De estos aspectos
esenciales para la configuración del delito, se precisará en la tipicidad, vista desde un
esquema finalista del delito, como un aporte al mejor entendimiento del delito como
fenómeno jurídico. Pues, como indica (Estrada, 2005), la importancia de la tipicidad
estriba en que es la piedra angular del derecho penal liberal, ya que no hay delito sin
tipicidad.
En el ordenamiento jurídico penal, el elemento de tipicidad, pone el acento del análisis
en la conducta (acción u omisión) realizada por el sujeto, es decir, si la conducta
realizada se adecua a la ley penal. A tal efecto, (Peña & Almanza, 2010), definen la
tipicidad como la adecuación del acto humano voluntario ejecutado por el sujeto a la
figura descrita por la ley penal como delito. Es de resaltar que, (Estrella, 2015) ofrece la
definición de delito como “aquella conducta humana que es contraria a las normas
penales, y cuya comisión presupone la imposición de una pena como consecuencia
jurídica a la inobservancia de esa normativa.” Por ello, hacer un análisis correcto de
la conducta del individuo, a decir de, (Vega, 2016) permitirá concebir un mejor proceso
de comparación de la conducta con el tipo penal y así establecer si aquella cumple con
los requerimientos de este o no, es decir, si la conducta es típica o atípica.
La valoración de tipicidad la lleva a cabo el Juzgador para determinar si la conducta
particular y concreta encaja en el tipo penal; lo que necesariamente lleva a examinar si
la conducta encaja en la descripción del tipo penal. Es la subsunción de la aquella en el

individuo y por tanto en sus deberes, y pasible de culpabilidad podría permitir un avance en el desarrollo
de esta cardinal cuestión teórica. No es el objeto del presente trabajo, por lo que solo se trata de un
llamado a la discusión teórica que enriquezca nuestra propia dogmática jurídica. Fuente: OSORIO, Davis
Alonso. “¿Acción? típica, antijurídica y culpable. Una mirada al concepto del hecho con sentido delictivo
como fundamento del delito”, Revista Derecho Penal y Criminología, vol. 42, n.° 112. Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, 2021.

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supuesto descrito en la norma legal. Los diferentes delitos se catalogan en función de la
estructura del tipo. Las clasificaciones de los delitos atienden a los diversos elementos
de la estructura del tipo de injusto y por otra parte a la conexión o relación con otros
tipos.
Conforme establece MAYER (1901), la tipicidad actúa como indicio de la antijuricidad,
Mayer desde un enfoque más valorativo, entiende que la tipicidad no es completamente
independiente de la antijuricidad, sino que está unido a ella por un vínculo indiciario, y
que su función no es meramente descriptiva sino indicadora de una contrariedad entre la
conducta y el derecho (indicadora de un desvalor). Es claro que el indicio de
antijuridicidad que el tipo penal contiene puede destruirse cuando se demuestra que el
comportamiento, a pesar de ser típico, no es antijurídico (matar a otro en legítima
defensa es típico, pero no contrario a derecho). Mayer expone el caso de unos
ingenieros que, para evitar el avance del enemigo, destruyen el puente por el que podría
pasar éste; en este caso la conducta realizada es típica, en cuanto que penalmente
descrito (en el tipo de daños), pero carece de antijuricidad porque está justificada.
La antijuricidad: En cuanto a la antijuricidad va ínsita en el concepto del delito,
supone el desvalor que posee un hecho típico contrario a las normas del derecho en
general (no sólo al ordenamiento penal). Es lo contrario a derecho, por lo tanto, no basta
que la conducta encuadre en el tipo penal, se precisa que esta conducta sea antijurídica,
considerando como tal, a toda aquella definida por el ordenamiento, no protegida por
causas de justificación. La antijuridicidad precisamente radica en contrariar lo
establecido en la norma jurídica. Para que sea delictuosa, la conducta ha de ser típica,
antijurídica y culpable.
La antijuricidad es otro de los elementos estructurales del delito. Se le puede considerar
como un "elemento positivo" del delito, es decir, cuando una conducta es antijurídica, es
considerada como delito. Para que la conducta de un ser humano sea delictiva, debe
contravenir el derecho, esto es, debe ser antijurídica. Se considera un concepto jurídico
que supone la comparación entre el acto realizado y lo establecido por el ordenamiento
y que denota como ésta es una conducta contraria a derecho, aunque en realidad la
conducta antijurídica no esté fuera del derecho, por cuanto éste le asigna una serie de
consecuencias jurídicas.
Podemos distinguir entre la antijuricidad formal y la antijuricidad material. La
antijuridicidad formal determina que un acto que es "formalmente antijurídico", cuando
a su condición de típica se une la de ser contrario al ordenamiento, es decir, no ésta
especialmente justificado por la concurrencia de alguna causa de tal naturaleza (por

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ejemplo, la legítima defensa). Por lo tanto, la antijuricidad formal no es más que la
oposición entre un hecho y el ordenamiento jurídico positivo, juicio que se constata en
el modo expuesto; y, la antijuridicidad material supone que una acción es
"materialmente antijurídica" cuando, habiendo transgredido una norma positiva
(condición que exige el principio de legalidad) lesiona o pone en peligro un bien
jurídico que el derecho quería proteger, así lo expresa el autor LÓPEZ MESA y
CESANO (2010)
En virtud del principio de legalidad y de seguridad y jurídica, sólo los comportamientos
antijurídicos que son típicos pueden dar lugar a una reacción jurídico penal. La
tipicidad, para algunas corrientes doctrinarias, se considera indicio de que el
comportamiento puede ser antijurídico (ratio cognoscendi). Para éstas, el tipo y la
antijuricidad son dos categorías distintas de la teoría del delito.
El tipo puede desempeñar una función indiciaria de la antijuricidad, pero no se puede
identificar con ella. Para otros, existe una cierta identificación entre tipo y antijuricidad,
es decir, existe una directa relación entre éstas (ratio essendi). Se critica esta posición,
pues conduce a considerar las causas de justificación como elementos negativos del
tipo. Se añade que, en la cotidianidad, es difícil equiparar una conducta atípica (por ej.
matar un insecto) con una conducta típica, pero realizada en una causa de justificación
(matar en defensa propia)3. Las consecuencias de identificar o diferenciar claramente
tipo y antijuricidad se reflejan en la teoría del error (error de tipo y error de
prohibición).
La culpabilidad: Es el elemento de la teoría del delito en el que se agrupan las
circunstancias específicas que determinaron en el sujeto autor de la acción en el
momento de la comisión del hecho ya calificado como típico y antijurídico. Se trata del
elemento del delito en el que la persona del autor se relaciona dialécticamente con el
detentador del ius puniendi. La culpabilidad actúa como la reprochabilidad de un acto
típico y antijurídico, fundada en que su autor, en la situación concreta, lo ejecutó
pudiendo haberse comportado de otra forma diferente. No contraviniendo el derecho.
El principio de culpabilidad no se encuentra recogido expresamente en ciertas
constituciones, pero algunos penalistas consideran que se encuentra implícito en el

3
Un gran sector de la doctrina ha considerado como causas de exclusión de la antijuricidad: La legítima
defensa, obrar en cumplimento de un deber, oficio o cargo, y el estado de necesidad. Por su parte la
norma penal, ha venido acogiendo esta figura bajo la rúbrica de "las causas que eximen de
responsabilidad criminal". De lo anterior se extrae el concepto legal de la legítima defensa como,
"aquella causa que justifica una conducta contraria a derecho, exonerando de responsabilidad a su
autor, cuando el mismo hubiera obrado en defensa de la persona o derechos propios o ajenos, siempre
que exista una agresión ilegítima previa, la necesidad racional del medio empleado para repelerla, y la
falta de provocación suficiente por parte del defensor".

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concepto de legalidad: “nadie puede ser condenado o sancionado por acciones u
omisiones que en el momento de producirse no constituyan delito”. Otros autores,
consideran que esta idea resulta discutible, ya que la culpabilidad es necesita la
conciencia actual o posible de la antijuridicidad, pero no de la punibilidad de la
conducta. Por tal motivo, la encuadran más en la Constitución, al proclamarse en este
precepto que la dignidad de la persona humana es el fundamento del orden político y la
paz social.
El principio de culpabilidad es una exigencia del respeto a la dignidad de la persona
humana. La imposición de una pena sin culpabilidad, o si la medida de la pena rebasa la
medida de la culpabilidad, supone la utilización del ser humano como un mero
instrumento para la consecución de fines sociales, en este caso preventivos, lo cual
implica un grave atentado a su dignidad (CEREZO, 1993)4.
Según la Corte Nacional de Justicia ecuatoriana, Toda persona inculpada de delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las
siguientes garantías mínimas: a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por
el traductor o intérprete, si no comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal; b)
comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada; c) concesión al
inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa; d)
derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de
su elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor; e) derecho
irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado o
no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni
nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley; f) derecho de la defensa de
interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia, como
testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos; g) derecho
a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, y h) derecho de
recurrir del fallo ante juez o tribunal superior. 3. La confesión del inculpado solamente
es válida si es hecha sin coacción de ninguna naturaleza. 4. El inculpado absuelto por

4
La Corte Constitucional Ecuatoriana, en el Caso Nro. 14-15 C.N. (Delito de receptación) Sentencia Nro.
14-15-CN-19, con el profesor Ramiro Ávila Santamaría, como ponente señaló: “…20. En cuanto al
principio de culpabilidad, éste no debe presumirse. La responsabilidad penal es subjetiva y el órgano
acusador tiene la obligación de probar que la persona es imputable y que actúa con conocimiento. Así lo
establece, además, el COIP, artículo 34: "Para que una persona sea considerada responsable
penalmente deberá ser imputable y actuar con conocimiento de la antijuridicidad de su conducta." La
culpabilidad, entonces, se prueba. De este modo, y solo de este modo, se puede derrotar la presunción
de inocencia. 21.La prueba sobre un acto típico no es una prueba de culpabilidad. De lo contrario,
estaríamos frente a un derecho penal objetivo y en un régimen penal inquisitivo, que sería contrario a la
Constitución”

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una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos. 5. El
proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los
intereses de la justicia

Para reforzar el conocimiento, el estudiante debe acceder a la Revista “Ruptura”, que,


en su interior, trae un artículo de Wilson Alexis Pacheco Almeida, bajo el título: “El
Estudio de la teoría del delito en el Código Orgánico Integral Penal”, es decir, aplicado
a nuestro sistema procesal penal. Considerado de vital importancia en un estudiante de
Derecho, ya que en la actualidad es fundamental saber elaborar y construir una teoría
del caso, ya sea para la parte que acusa (Fiscalía), como para la defensa. El link de
descarga de la revista es: http://revistaruptura.com/index.php/ruptura/article/view/28
Pero, también se recomienda complementariamente mirar el video: ¿Qué es la teoría de
caso? Del Profesor Miguel Carbonell, cuyo link de acceso es el siguiente:
https://www.youtube.com/watch?v=GhylbWNFu4w

Unidad 4: Prevención del delito

4.1. Prevención del delito

De acuerdo con la UNODC (2011), la prevención del delito se ha convertido en


un componente cada vez más importante de muchas estrategias nacionales de seguridad
pública. El concepto de prevención se basa en la idea de que el delito y la victimización
se ven favorecidos por numerosos factores causales o de fondo, los cuales son resultado
de una amplia gama de elementos y circunstancias que influyen en la vida de las
personas y las familias a medida que pasa el tiempo, y de los entornos locales, así como
situaciones y oportunidades que facilitan la victimización y la delincuencia.
Determinar qué factores están asociados a los diferentes tipos de delitos puede
dar lugar a la elaboración de una serie de estrategias y programas para cambiar estos

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factores y prevenir o reducir la incidencia de tales delitos5. Estos factores causales o de
fondo se denominan a menudo factores de riesgo. Se trata en particular de las
alteraciones y tendencias mundiales que afectan a las condiciones sociales y económicas
de regiones y países, los factores que influyen en los distintos países y entornos y
comunidades locales, los relacionados con la familia y los parientes cercanos, y los que
afectan a los individuos.

4.1.1. Prevención: Concepto

Cuando se discute sobre la «prevención del delito» el reto inicial consiste en identificar
con exactitud qué abarca este término. Su definición es compleja porque «en la práctica,
el término ‘prevención’ parece aplicarse de manera confusa a una gran variedad de
actividades contradictorias» (BRANTINGHAM Y FAUST, 1976).
Cuando se discute la «prevención del delito» el reto inicial consiste en identificar con
exactitud qué abarca este término. Su definición es compleja porque «en la práctica, el
término ‘prevención’ parece aplicarse de manera confusa a una gran variedad de
actividades contradictorias» (Brantingham y Faust, 1976, p. 284). Gilling (1997, p. xi)
sugiere que «la prevención del delito es una bestia difícil de domar» y Homel observa
que: Cuando se analiza lo que podría describirse como ‘prevención del delito’ en la
mayoría de países desarrollados, uno se encuentra una amplísima gama de actividades y
programas. La complejidad exacta del análisis dependerá de dónde se marca el límite
sobre lo que se considera ‘prevención del delito’ y lo que no (2007, p. 267). Es decir,
estamos frente a un concepto polisémico por los múltiples usos que del mismo hacen
actores políticos, sociales y académicos, entre otros.
Los esfuerzos por delimitar las fronteras de la «prevención del delito» de nociones
como «reducción» o «control» forman parte de debates añejos, pero actualmente tan
vívidos como en sus orígenes (Welsh y Farrington, 2012; Martínez-Solares y Aguilar,
2017). Aunado a ello, en la literatura es posible identificar diferencias teóricas sobre el
significado de la «prevención del delito» y las distintas formas de medición,

5
Toda estrategia de prevención del delito supone, explícita o implícitamente, la reelaboración de la
pregunta sobre qué es el delito, cuáles son sus causas y cómo conjurarlo. En sus discursos
institucionales, o a través de sus prácticas de gestión, la política de prevención del delito (como toda
política) conforma grillas de inteligibilidad a partir de las cuales se definen sus objetos de intervención.
En este trabajo, nos dedicaremos a ubicar, en el saber criminológico, los ‘materiales’ que han sido
reactualizados para construir estas formas de problematización que atraviesan las modalidades de
intervención que pusieron en marcha las políticas de prevención social del delito

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condicionadas casi siempre por el «objetivo a medir» en las prácticas preventivas, así
como la perspectiva adoptada por dichas prácticas.
La prevención del delito se define como el resultado de todas las iniciativas públicas y
privadas, distintas de la aplicación del derecho penal, destinadas a la reducción del daño
causado por actos definidos como delitos por el Estado (van Dijk y de Waard, 1991, p.
483). La crítica se encuentra en la evidente exclusión que se hace de la aplicación del
derecho penal y otros enfoques desde la criminología, la sociología y la salud pública,
por mencionar algunos. En lo particular, la importante función de la policía, los
tribunales y las instituciones penitenciarias se ha incorporado ahora de forma rutinaria a
las definiciones de la prevención del delito, como la que utiliza las Naciones Unidas al
conceptuar a la prevención como: las estrategias y medidas encaminadas a reducir el
riesgo de que se produzcan delitos y sus posibles efectos perjudiciales para las personas
y la sociedad, incluido el temor a la delincuencia, y a intervenir para influir en sus
múltiples causas.
GILLING (1997) sugiere que «la prevención del delito es una bestia difícil de domar» y
HOMEL (2007), explica que la complejidad exacta del análisis dependerá de dónde se
marca el límite sobre lo que se considera ‘prevención del delito’ y lo que no.
La prevención del delito se define como el resultado de todas las iniciativas públicas y
privadas, distintas de la aplicación del derecho penal, destinadas a la reducción del daño
causado por actos definidos como delitos por el Estado (VAN DIJK AND WAARD,
1991). En lo particular, la importante función de la policía, los tribunales y las
instituciones penitenciarias se ha incorporado ahora de forma rutinaria a las definiciones
de la prevención del delito, como la que utiliza las Naciones Unidas al conceptuar a la
prevención como: las estrategias y medidas encaminadas a reducir el riesgo de que se
produzcan delitos y sus posibles efectos perjudiciales para las personas y la sociedad,
incluido el temor a la delincuencia, y a intervenir para influir en sus múltiples causas.
Quizá es importante tomar como punto de referencia a CHAINEY Y RATCLIFFE
(2005), que distinguen entre «seguridad comunitaria», «control del delito», «reducción
de la criminalidad» y «prevención del delito». Las definiciones de estos autores,
traducidas al español, se incluyen en la sección «Conceptos clave» como ejemplos de la
complejidad para definir universalmente nociones que no son unívocas.
Otros términos como «seguridad», «vigilancia policial», «disuasión», «seguridad
ciudadana», «seguridad urbana», «seguridad humana», también se usan en las
discusiones relacionadas con la prevención y pueden reflejar preferencias regionales
cuando se reflexiona sobre los modelos construidos para contextos determinados y sus

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alcances en entornos histórica y socialmente diferenciados. Esto complica aún más
identificar qué programas, actividades, tecnologías y técnicas pueden incluirse
propiamente bajo la bandera de «prevención del delito».
Existen pocos consensos regionales sobre las fronteras entre las diferentes nociones
asociados a la «prevención». La prevención del delito incluye cualquier actividad
realizada por un individuo o grupo, público o privado, que intenta eliminar la
delincuencia antes de que ésta ocurra o antes de que se presente cualquier actividad
adicional. Basándose en el modelo de salud pública, algunos teóricos han distinguido
entre prevención primaria del delito (universal), prevención secundaria (en riesgo) y
prevención terciaria (delincuentes dentro del sistema de seguridad y justicia penal y sus
víctimas).
Es importante describir someramente el tema de la seguridad ciudadana como proceso
de establecer, fortalecer y proteger el orden civil democrático, eliminando las amenazas
de violencia en la población y permitiendo una coexistencia segura y pacífica. Se le
considera un bien público e implica la salvaguarda eficaz de los derechos humanos
inherentes a la persona, especialmente el derecho a la vida, la integridad personal, la
inviolabilidad del domicilio y la libertad de movimiento. La seguridad ciudadana no
trata simplemente de la reducción de los delitos sino de una estrategia exhaustiva y
multifacética para mejorar la calidad de vida de la población, de una acción comunitaria
para prevenir la criminalidad, del acceso a un sistema de justicia eficaz, y de una
educación que esté basada en los valores, el respeto por la ley y la tolerancia” (PNUD,
2014). Conceptualmente, la violencia, de acuerdo a la Organización Mundial de la
Salud, es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra
persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable
que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de
desarrollo o la muerte.
Todo delito puede afectar a una persona o a un hogar (Victimización) La manera en que
un delito afecta a una persona o a un hogar. Para delitos personales, el número de
victimizaciones es igual al número de víctimas involucradas. El número de
victimizaciones puede ser mayor que el número de incidentes porque más de una
persona puede ser victimizada durante un incidente. Cada delito contra un hogar se
asume que implica a una víctima, el hogar afectado” (ONUDD, 2011).
La verdad es que se vive una sensación de inseguridad, considerada ésta, como
impresión que tiene la población, construida con base en su experiencia personal y la
vulnerabilidad que percibe de ser víctima del delito.

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Sociología y Teoría General del Delito
La prevención del delito incluye cualquier actividad realizada por un individuo o grupo,
público o privado, que intenta eliminar la delincuencia antes de que ésta ocurra o antes
de que se presente cualquier actividad adicional. Basándose en el modelo de salud
pública, algunos teóricos han distinguido entre prevención primaria del delito
(universal), prevención secundaria (en riesgo) y prevención terciaria (delincuentes
dentro del sistema de seguridad y justicia penal y sus víctimas).
En términos generales, las estrategias de prevención buscan disminuir las amenazas, el
riesgo y la probabilidad de que el delito o un acto violento ocurra, identificando y
eliminando las causas, los factores y las condiciones que permiten que estos problemas
se desarrollen y fortalezcan. Es decir, las acciones preventivas buscan eliminar o
disminuir los factores de riesgo que facilitan y propician que una persona delinca o sea
violento, así como fortalecer los factores de protección que inhiben o atenúan el impacto
de las consecuencias generadas por la inseguridad.

4.1.2. La conducta humana: individual y colectiva

El lenguaje y la historia registran diversos tipos de normas dirigidas a la conducta


humana: moral, derecho, reglas del trato social (decencia, decoro, cortesía, etiqueta,
etc.), mandatos de pura fuerza. Veremos cómo en cada uno de esos tipos de reglas late
un sentido diverso; cómo cada uno de esos tipos de normación tiene esencialmente una
peculiar y privativa intencionalidad; cómo cada uno de esos tipos de regulación de la
conducta apunta a unos valores correspondientes. Indagar la diferencia esencial entre
derecho y moral, entre derecho y reglas del trato social, y entre derecho y mandatos de
pura fuerza, consistirá en explicar cuál es el peculiar sentido propio de cada uno de esos
tipos de normas. Pero no hay que confundir la especial esencialidad de cada una de esas
normas (moral, reglas del trato social, derecho, mandatos de pura fuerza) con las
manifestaciones a través de la cual se nos revelen dichas normas. Porque, según se va a
ver en seguida, ocurre que normas por entero distintas, de sentido esencialmente
diverso, se manifiestan de manera similar. Así, a través del uso, de los usos, pueden
manifestarse lo mismo normas morales, como también normas del trato social, como
también normas jurídicas. Y las normas jurídicas, además de hacerse patentes en usos
(Derecho consuetudinario), pueden manifestarse -y se manifiestan todavía en mayor
volumen- mediante disposiciones legislativas y reglamentarias y mediante fallos de los
tribunales. Y las normas de la moral pueden manifestarse mucho más pura y
noblemente a través de la conciencia estrictamente individual

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Sociología y Teoría General del Delito
El objeto de la teoría jurídica del delito es determinar si alguien responde penalmente.
Lo cual exige constatar si el proceso en el que el sujeto se ve inmerso es o no una
conducta humana, un acto humano, o en cambio un mero proceso natural. No
podríamos atribuir esos procesos a alguien como conducta si se tratara de simples
efectos de la naturaleza.
En sentido jurídico-penal, como en otros ámbitos de nuestras relaciones sociales,
consideramos como conducta humana aquel proceso (o inactividad) en el que alguien se
ve inmerso con cierto autocontrol sobre su curso. Con otras palabras: conducta humana,
a estos efectos, es el proceso humano susceptible de autocontrol, por lo tanto, el carácter
de la conducta en este primer estadio de la teoría del delito no excluye lo interno.
En materia penal, es preciso distinguir aquellos procesos en los que el sujeto se ve
inmerso sin autocontrol alguno, en cuyo caso, se cree que es un proceso de la
naturaleza, en el que la persona humana es sólo pieza o parte de la naturaleza; por ello,
se considera dentro de la terminología de la Filosofía moral clásica como «actos del
hombre», donde dominan las leyes de la naturaleza, sin que podamos determinar el
control –siquiera posible– por parte de alguien. Tal situación se da ya cuando el sujeto
humano experimenta procesos fisiológicos que no está en su mano controlar. A
diferencia de estos, en los «actos humanos» el sujeto que se ve inmerso es motor de lo
que acontece, controla por sí el proceso: hay autocontrol. Dicho «autocontrol» se da
cuando el sujeto dispone de un mínimo de opciones de dominio sobre el curso de los
acontecimientos.
Una vez constatada la existencia de una conducta (proceso controlable por el sujeto en
él implicado), podremos continuar con las restantes categorías de la teoría jurídica del
delito, en concreto, la categoría de la tipicidad. Dicha conducta humana se someterá a
continuación a valoración confrontándola con los preceptos de la norma pernal que
prohíben, o prescriben, o permiten conductas en cada caso.

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Sociología y Teoría General del Delito
4.2. Consecuencia del delito

4.2.1. Consecuencia del delito

El delito, el crimen, como fenómeno sociocultural es siempre causa y consecuencia de


las "fracturas sociales" presentes en cada comunidad, desde el fracaso o el éxito de las
Identidades compartidas que la misma construye o destruye en sus procesos de
socialización. Pese a que el castigo penal y reintegrador se aplica por lo general a las
acciones individualmente entendidas, desde la Política social se investiga y atiende a
este fenómeno en sus orígenes y repercusiones colectivas, estudiando los valores y
creencias que generan, justifican y desarrollan las actividades delictivas desde el grupo
o fuera de él, englobando en su proceso desde las decisiones más personales a las
determinaciones psicopatológicas.
Un primer nivel nos habla casi siempre de las consecuencias. La Política social, a través
de sus instrumentos de reinserción, parece atender prioritariamente el estudio y la
intervención de los efectos del delito, en función de lo marcado por el ordenamiento
jurídico-penal. De esta manera, y en función de los recursos disponibles y de las
competencias asignadas, da cobertura a los efectos de las prácticas delictivas penadas
legalmente, tanto sobre el penado como sobre la víctima (individual, familiar y
colectivamente). Pero cabe subrayar como actúa, además, sobre las consecuencias
materiales y morales del mismo aceptadas socialmente o despenalizadas de facto, y que
repercuten directamente, a medio y largo plazo, en el nivel de bienestar familiar y
comunitario (desde ciertas acciones ligadas al tráfico y consumo de drogas, a prácticas
abortivas o fraudes económicos de diverso tipo) y la propia sostenibilidad del sistema
social. “Hay delitos tales, que atentas las leyes se los dejaron sin pronunciarles sentencia
–escribió Pedro Calderón De La Barca [1600-1681]- por no prevenir que habría quien
los cometiese”. Pero un segundo nivel nos advierte de las causas. Junto a la indudable
labor paliativa (asistencial, prestacional) como medio de “reinserción social”, la Política
social demuestra también su naturaleza científica en el estudio y la acción de sus causas,
desde la prevención del delito. “La finalidad del castigo es – como apuntó el escritor
italiano Cesare Beccaria [1738-1794)- asegurarse de que el culpable no reincidirá en el
delito”. Prevenir significa abordar las causas del delito como hecho social problemático,
definiendo el origen del fenómeno (del crimen, de la violación de la ley); en función del
modo de entender, en cada tiempo y en cada lugar, el modo justo, sostenible y ordenado

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Sociología y Teoría General del Delito
de la convivencia de una colectividad humana, desde la interpretación dada en el
derecho penal, en la sociología y en la ciencia criminológica.
El derecho penal se puede escindir en dos: objetivo y subjetivo, los cuales nos ofrecerán
las claves para diseñar el elemento teleológico de este trabajo: los fines de la pena. En el
ámbito del derecho penal objetivo aparecen los elementos de la norma penal como son
el delito, la pena y las medidas de seguridad, además de las funciones de la norma como
la de protección (se protege el bien jurídico, entendido éste como la satisfacción de
necesidades de intereses humanos) (TERRADILLOs, 2010) y la función de la
motivación a través de la norma penal y del control social. Por otro lado, el derecho
penal subjetivo establecerá los principios limitadores del Ius Puniendi estatal: principio
de intervención mínima y de fragmentariedad por el que el derecho penal sólo
intervendrá cuando otro mecanismo de control social sea insuficiente para salvaguardar
el problema o porque se debe actuar sobre la lesión a los bienes jurídicos más graves,
respectivamente; igualmente, el principio de proporcionalidad por el que a cada uno se
le debe castigar en virtud de sus merecimientos y que los desiguales deben ser tratados
desigualmente (las penas han de ser proporcionadas a la entidad del delito cometido
teniendo en cuenta que la gravedad de la pena ha de corresponder “proporcionalmente”
a la gravedad del ataque al objeto jurídico de protección).
La otra circunstancia del principio de intervención mínima es el principio de humanidad
de las penas, por el que se plantea el hecho de que cualquier delito que haya sido
cometido lo ha realizado un delincuente, que no deja de ser un semejante, una persona
humana, que tiene derecho tanto a ser tratada como tal, además de reintegrarse en la
comunidad como miembro de pleno derecho. De igual forma, otro de los límites de ese
derecho penal subjetivo, es el principio de culpabilidad por el que, como fundamento de
la pena, se refiere a la posibilidad de imponer la pena a un autor por el hecho típico y
antijurídico, siempre que al sujeto se le pueda reprochar la conducta a través del
concepto motivabilidad, o sea, que el sujeto pueda llegar a comprender la norma.
Para GARCÍA RAMÍREZ (2003), la draconiana legislación -que una vez más se nutre
con la idea, ampliamente propalada en la opinión pública, de que la multiplicación y
elevación de sanciones en la letra de la ley tendrá el efecto de suprimir la impunidad y
abolir la corrupción- permite sumar el lucro obtenido y los daños y perjuicios causados,
es decir, el enriquecimiento que hubiese alcanzado el delincuente como producto de su
comportamiento ilícito y el quebranto patrimonial que hubiera padecido el ofendido.
El delito puede ser considerado, desde la Política social, como modalidad de
desviación social. Desviación que nace de o genera "identidades criminales" que

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Sociología y Teoría General del Delito
explican y justifican, a grosso modo, la violación, por acción u omisión, de las normas
de comportamiento y convivencia que una colectividad establece como normalidad
ciudadana; siempre respecto del contexto sociocultural que la define como tal, del
marco jurídico que regula su contenido, y de la mentalidad colectiva que legitiman la
reprobación o permite la aceptación de la misma (Lamnek, 1987). Identidades que unen
o desunen desde el robo, el conflicto, el delito, el crimen; de los más simples aceptados
por unos u olvidados por otros, de los más impactantes que cambian la sociedad o la
asustan. Así, a modo de resumen, podemos resumir las principales teorías explicativas,
generadas desde la sociología, la antropología y la criminología sobre el origen social
del delito y las identidades asociadas.
Teoría de la anomia o la identidad como “desviación social” (Merton, 1964): un
paradigma estructural-funcionalista marcada por el magisterio de Talcott Parsons [1902-
1979], que partía de la detección de una serie de medios de “presión social” del sistema
hacia el ciudadano, en pro del ascenso social o para alcanzar ciertos niveles de bienestar
material (Parsons, 1982); presión que obligaba o provocaba que ciertos individuos bien
fueran “derrotados” por el sistema (al no poder obtener una función normalizada y
productiva) o bien "tomen atajos" (posiciones de mayor riqueza).
Teoría de la asociación diferencial (Sutherland , 1955) o las identidades
delictivas aprendidas: explicación fundada en la interacción grupal de los ciudadanos en
el proceso de socialización cultural y vital; en función de la clase social de referencia se
explicaba la reproducción generacional de comportamientos de manera diferenciada
según la estratificación social. Por ello, para esta teoría la conducta criminal formaba
parte de un proceso de aprendizaje social continuo, donde el infractor aprendía las
estrategias de supervivencia, y los códigos y técnicas asociadas a esta conducta, propias
del grupo al que pertenece.
Teoría sobre la desorganización social (Shaw y Mckay, 1942) y las identidades
comunitarias sobrevenidas: explicaba el origen social del delito desde el concepto de
organización urbana y comunitaria. Según su clasificación, aquellos individuos que
nacen en ámbitos socio-geográficos donde los mecanismos de organización comunitaria
(como las organizaciones de vecinos) están ausentes o son débiles, tienen posibilidades
de desarrollar más actividades ilegales.
Teoría del etiquetado o de la reacción social (Becker, 2009) o las identidades
sociales adquiridas: teoría centrada en el estudio del proceso de atribución y control
social de las definiciones estereotipadas de contenido negativo o etiquetado (labeling),

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su vinculación con los mecanismos de estigmatización de determinados colectivos
situados en los estratos bajos de la sociedad, y su repercusión institucional.
Teoría de las oportunidades diferenciales (Cloward, 2008; Cloward y Olihn,
1966) y las identidades deseadas: la ausencia o no de oportunidades legales explicaba,
para este modelo sociológico (“strain theory of criminal behavior”), la génesis de las
actividades delictivas. Frente a interpretaciones funcionales sobre la “irresponsabilidad
individual”, Cloward sostenía como la pobreza y la falta de programas sociales
favorecían y legitimaban la eclosión de conductas criminales en el seno de los sectores
más humildes de la sociedad.
Teoría de la cultura de la clase baja (Miller, 1958) y las identidades marginales:
desde la antropología cultural se centraba el estudio en el proceso de construcción
cultural de las acciones y comportamientos violentos desde los ambientes
socioeconómicos más desfavorecidos; así se explicaban los fenómenos como las bandas
(gangs), compuestas por jóvenes de ambientes de clase trabajadora en busca de un
estatus propio, en lucha contra la autoridad social, económica y cultural.
Teoría de la subcultura de delincuencia (Cohen, 1966) y las identidades
alternativas: ante la dificultad de individuos determinados para acceder a los medios
normalizados de socialización, se desarrollan subgrupos culturales que fomentaban
pautas de comportamiento ajenas o alternativas a las dominantes; desde ellas podían
generarse acciones delictivas como instrumentos de promoción social y económica en el
espacio común (como ejemplo la cultura gánster norteamericana).
Teoría del control (Hirschi, 1969) y las identidades impuestas: paradigma que
explica el control social como un instrumento básico y eficaz para que los individuos
puedan anticipar las consecuencias que les pueden ocasionar la comisión de un delito,
buscando la conformidad social; para ello es necesario revisar el sistema de relaciones
sociales, la posición en la estructura de oportunidades, la implicación en actividades
cotidianas lícitas y productivas, y el conjunto de valores y creencias (en relación a la
aceptación de la autoridad).
Teoría de las subculturas de violencia (Wolfgang y Ferracuti, 1982) y la
identidad conflictiva como forma de vida: incidía en el proceso de socialización cultural
como el medio que explicaba la prevalencia de las actividades criminales violentas;
proceso donde se percibía el uso de la violencia como normalizado, al ser mínimo el
conocimiento de vías alternativas y pacíficas de resolución de conflictos y logro de
estatus.

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4.2.2. Seguridad social

¿Qué es la Seguridad Social? Podríamos plantearnos como primera interrogante.


Voltaire, escribía ya en el siglo XVIII: «Estoy siempre a punto para ir a buscar primero,
no el descanso, sino la seguridad.» La distinción, según GETTING (1966) es no sólo
sutil, sino justa. El descanso es un estado físico, la seguridad un estado de espíritu, el
único que permite al individuo ser liberado de la incertidumbre del mañana.
El hombre primitivo no podía soñar en el futuro. La seguridad, para él, era desde luego
la solidez de su caverna. Y era esta solidez lo que le deba el sentimiento de poder
escapar, temporalmente, del rigor de los elementos, de la ferocidad de los animales y de
la crueldad de los hombres. Las amenazas que acechan hoy al hombre civilizado, sin
embargo, son más insidiosas, menos visibles y el hombre se encuentra más solo que
nunca
ante la incertidumbre de la existencia. Es que una nueva noción ha venido a amenazar a
la humanidad. Se la llama miseria. Tiene numerosas causas, de las que las más
conocidas son la enfermedad, el accidente, la vejez, la muerte del sostén de la familia.
Contra estos riesgos, aún agravados por la industrialización progresiva de la mayoría de
las naciones y el nacimiento de un inmenso proletariado industrial, el hombre moderno
está, de hecho, más aislado que sus antepasados en el seno de la tribu o del clan.
Se ha dicho que la lucha de clases se sostiene porque unas clases intentan suplantar a las
otras por razón de la desigualdad existente y el ansia de reivindicación de los derechos.
Por tanto, para que socialmente cumpla su cometido, el Estado, sin perder de vista el
interés general, debe proteger y garantizar sus intereses y derechos legítimos, así como
prevenir los peligros de las luchas, procurando mantener, entre las clases sociales, el
equilibrio y la armonía.
Siempre, en esto no tenemos la menor duda, las opiniones en materia de clases serán
dispares. Incluso subsiste criterio, como el de Héctor Lembrechts, que todavía niega la
realidad objetiva de la clase social, con todo lo arriesgado que se nos antoja tal teoría.
Pero, de cualquier modo, se cree aparece confuso, frecuentemente incluso inconsistente
e insostenible, lo relativo al hecho social en general, comprendiendo en el mismo, claro
está, el concepto social, por lo que el conjunto de la problemática resulta siempre
incontrovertible en este aspecto de la existencia fenomenológica del mismo.
Hoy, la necesidad de seguridad se manifiesta tanto en el plano individual como en el
colectivo, en el que se encuentra el origen de toda sociedad política. La lucha por la vida
ha constituido el principal vínculo de los grupos sociales primitivos. Hoy la lucha contra

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los azotes sociales tiene una importancia transcendental. La solidaridad generalizada y
organizada constituye la expresión contempoontemporánea de la voluntad de lucha casi
general contra los riesgos sociales (DEBRAY, 1968). El primero que habló de
Seguridad Social fue Simón Bolívar, en 1819.
Ulrich Beck, sociólogo alemán, ha desarrollado una teoría social que pretende entender
a la sociedad contemporánea en función del concepto de riesgo. Para el autor, el proceso
civilizatorio ha llevado a que las sociedades se preocupen cada vez menos por la
distribución de la riqueza, y cada vez más por la distribución de los riesgos. Esto lleva
paulatinamente a la sustitución de un paradigma de pensamiento, el de las clases
sociales, por otro, el de la minimización de los riesgos.
Finalizaremos señalando que el ser humano es social de manera innata aunque es cierto
que esta tendencia se ve modificada a lo largo del tiempo por cuestiones ambientales o
culturales, y que, existen numerosas evidencias que provienen de la psicología del
desarrollo, la biología evolutiva y las neurociencias, que avalan ampliamente la idea de
que la cognición y neurofsiología de nuestra especie está compuesta de multitud de
mecanismos y estructuras neuronales que nos conectan los unos con los otros. Una de
las principales maneras de conseguir esa conexión es a través de las emociones. Éstas
comunican una gran cantidad de información sobre el estado del emisor, pero también
tienen la función de actuar como pegamento social entre los diferentes miembros de un
grupo, vinculando a unos con otros por medio de relaciones afectivas (HERREROS,
2014)
La violencia constituye uno de los comportamientos propios del ser humano. Hay una
creencia extendida de que la agresividad es un componente más de la personalidad
humana. El psicoanálisis demuestra que todos nacemos con un potencial instintivo que
bien encauzado puede tener fines constructivos. Tratadistas como ASHLEY
MONTAGU (1983) ponen del revés las tesis tradicionales sobre este concepto pues en
su opinión “por el contrario, es que todos los hombres han nacido para la cooperación,
para jugar, amar y vivir, y solo la frustración de estos términos son los que conducen a
la agresividad y la violencia, lo que combate el mito de la maldad innata”. Por ende, la
humanidad nace con unos caracteres inherentes que inclinan a ciertos comportamientos,
no obstante, es el aprendizaje y el ambiente, los que perfilan la personalidad.
“Recordemos siempre que la humanidad no es algo que se hereda, sino que nuestra
verdadera herencia reside en nuestra capacidad para hacernos y rehacernos a nosotros
mismos” y el comportamiento violento lo crea, por tanto, la misma sociedad.

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Para reforzar esta unidad, el estudiante deberá dar lectura al siguiente artículo: “El
Ecuador envejece sin seguridad social”, que lo podrá descargar del siguiente link:
https://www.labarraespaciadora.com/ddhh/seguridad-social-en-ecuador/ Y, también
deberá observar el video: “Situación de la seguridad social en el Ecuador” a cargo del
Doctor Marco Proaño Maya, del cual deberá elaborar una ficha resumen en tres
párrafos.

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