Tema 62
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TEMA 621
VELÁZQUEZ Y GOYA EN SU CONTEXTO ARTÍSTICO
INTRODUCCIÓN
Velázquez y Goya fueron dos de los pintores más relevantes del arte español,
cada uno en su contexto y en su época. En el caso de Velázquez, a pesar de que el arte
del siglo XVII está dominado por la temática religiosa, pudo viajar y conocer el arte de
Italia de primera mano, y también tuvo libertad para realizar obras de temas profanos.
Por su parte, el contexto histórico de Goya es el de una época de cambios, y su obra
muestra un mundo nuevo.
Ambos artistas, los dos pintores reales aunque alejados de actitudes serviles,
representan dos actitudes frente al arte. Velázquez aspiraba a la perfección y retocaba
continuamente, mientras que Goya aceptaba la realidad tal cual es y no realizaba
correcciones.
Este tema se va a articular en dos grandes bloques, uno dedicado a Velázquez y
otro a Goya. En ambos empezaremos hablando del contexto artístico de la época y de
los artistas más importantes, justo antes de realizar un recorrido por la vida y la obra de
cada pintor.
I. VELÁZQUEZ (1599-1660)
A. CONTEXTO ARTÍSTICO
El arte español del siglo XVII, integrado en el Barroco europeo, alcanza su más
alto nivel en las artes plásticas, tanto por la abundancia de grandes artistas como por la
calidad de sus obras. De hecho, el siglo XVII es el momento en el que la pintura
española alcanza sus mayores cotas de calidad y categoría. Además, es el momento en
el que se produce la elevación del nivel cultural de los artistas y el momento en que se
produce una mayor movilidad de las obras artísticas.
En el campo de la pintura, el Barroco de la primera mitad del XVII está
sometido a los preceptos contrarreformistas, al gusto por el naturalismo / realismo, a la
presencia constante de lo religioso y a la necesidad de ocultar la decadencia política. En
la segunda mitad del siglo, la pintura estará dinamizada por las influencias italiana y
flamenca.
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Tema reelaborado en 2023.
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[En el arte español del siglo XVII se concretan de modo artístico los ideales
religiosos de la época anterior, y el arte representa así la explosión del misticismo.]
En la pintura barroca española hay tres tópicos destacables. En primer lugar, el
realismo, que se sustenta en la atención a lo natural que plantea la Contrarreforma. [En
España, este realismo tiene una peculiaridad que lo acerca al misticismo, y la realidad
se utiliza para hacer comprensible un episodio religioso, espiritualizando lo sensible y
haciendo sensible lo espiritual, fundiendo lo cotidiano y lo milagroso.]
En segundo lugar, la tendencia al expresionismo, al énfasis en expresiones de
gran intensidad, factor de origen flamenco, cuya influencia es muy activa en los siglos
XVI y XVII, sobre todo en Andalucía. Pero también se ve un sentimentalismo de
influencia italiana.
Por último, el aislamiento cultural, ya que pocos pintores españoles viajan o
son conocidos fuera de España (ZURBARÁN y MURILLO nunca salieron de España).
[Sin embargo, a Madrid llegaron obras y artistas de primera fila, y las colecciones reales
albergaban obras maestras del Barroco europeo, de manera que el viaje a Madrid podía
sustituir al viaje a Italia.]
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Realiza cuadros religiosos, pero tratados como escenas de género, son los
llamados “bodegones a lo divino”. Se trata de personajes de la calle, con un primer
plano como escena de cocina o de taberna, con elementos de naturaleza muerta que
recrean bodegones flamencos del siglo XVI, y, al fondo, una escena religiosa, a modo
de ventana, cuadro o espejo. Destaca Cristo en casa de Marta y María (1618).
Además, realiza cuadros costumbristas como Vieja friendo huevos (1618) o El
aguador de Sevilla (1620), y realiza también obras devocionales, como Adoración de
los Reyes (1619), y varios retratos de gran fuerza expresiva e intenso realismo, como
Sor Jerónima de la Fuente (1620).
3- Descubrimiento de la Corte (1622-1629)
En 1621 sube al trono Felipe IV. Su valido, el sevillano Conde-Duque de
Olivares facilita la presencia en la Corte de sus paisanos, de modo que Pacheco envía a
Velázquez con cartas de recomendación. Como había muerto el pintor real, Velázquez
se presenta a la vacante. No consigue encargos, pero puede visitar las colecciones reales
y conocer un nuevo horizonte. Vuelve a Sevilla, pero en 1623 el Conde-Duque le llama
para que le haga un retrato. Es nombrado pintor real y desde ese momento su única tarea
será hacer retratos para la familia real. Eso condicionará su producción y repercutirá en
la evolución de su estilo, a la vez que le facilita el acceso a las colecciones reales en las
que abundan las pinturas flamencas e italianas, que estudia con interés. Así, pasa del
tenebrismo sevillano a la luz veneciana, de los colores terrosos al uso de grises, platas y
azules. Mantiene su naturalismo, pero ablanda los volúmenes, la temática será profana,
histórica o mitológica.
En los retratos mantiene las pautas de Sánchez Coello o Pantoja de la Cruz, es
decir, figuras de tres cuartos o de cuerpo entero, con atributos alusivos a su dignidad y
función en la Corte. Estas figuras presentan escaso colorido, sus contornos están muy
marcados y los fondos son neutros. Por influencia veneciana evoluciona hacia una rica
luminosidad y una factura cada vez más abocetada. Destacan el Retrato del Conde-
Duque de Olivares (1624) o el Retrato de Felipe IV con armadura (1625-1628).
Otra obra importante de este momento es Los Borrachos o El triunfo de Baco
(1626), de fuerte influencia veneciana. Interpreta un mito clásico, pero al modo
cotidiano, con gran fuerza comunicativa. Algunas figuras, como el propio Baco,
recuerdan a Caravaggio, pero hay avances técnicos: mantiene la gama terrosa pero la
pincelada es más suelta y ligera.
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recursos visuales, pues no hay contornos precisos que delimiten las figuras. La luz es la
auténtica protagonista, así como el color y la captación de efectos atmosféricos en la
lejanía. La técnica es mucho más fluida, e incluye fragmentos de tela sin pintar.
Para la Torre de la Parada, palacete de caza de El Pardo, pinta varios retratos de
la Familia Real en traje de caza, en los que utiliza como fondo un escenario abierto con
el bosque y las montañas de la Sierra de Guadarrama como fondo, así como los celajes
madrileños. Algunos son Felipe IV, cazador (1634-1636), El cardenal infante don
Fernando de Austria, cazador (1634-1636), El príncipe Baltasar Carlos, cazador
(1635-1636).
Con temática mitológica realiza Marte (1640-1642), obra en la que el dios
aparece como un soldado desnudo y cansado, con aire de derrota. Realiza también los
filósofos mendigos, como Menipho y Esopo (1639-1640) al estilo de Ribera, con
pincelada fluida y abocetada. También realiza obras de carácter religioso como La
coronación de la Virgen (1641-1642) para el oratorio de la reina. Finalmente realiza
retratos de enanos y bufones, como Pablillos de Valladolid (1633), obra de gran alarde
técnico en la que la figura está en el vacío sin más referencia espacial que los efectos
creados por la luz y la sombra.
6- Segundo viaje a Italia (1649-1651)
Va a Italia en viaje oficial para recoger a doña Mariana de Austria. Su recorrido
empieza en Génova, Milán y Venecia, donde compra cuadros de Veronés y Tintoretto.
Continúa en Bolonia, Módena, Parma, Florencia, Roma y Nápoles. En este viaje medita
sobre su arte. En 1650 en Roma accede al Vaticano como pintor real, y realiza también
el Retrato del Papa Inocencio X, siguiendo el esquema tradicional del retrato pontificio,
pero renovado técnicamente con una pincelada extremadamente suelta y un armónico
tratamiento cromático. Capta perfectamente la personalidad cruel, vulgar y recelosa del
pontífice. Poco antes había realizado el retrato de Juan de Pareja (1650), su esclavo, en
el que refleja la fuerza interior y la contenida grandeza de un hombre para quien compra
la libertad. Realizó también dos pequeñas vistas de la Villa Medici, con un toque
vibrante y ligero, casi impresionista.
7- Últimos años (1651-1660)
En 1652 es nombrado Aposentador Mayor de Palacio, cargo de enorme
responsabilidad que limita su dedicación artística. Para el Alcázar realiza cuatro pinturas
mitológicas: Venus y Adonis, Psique y Cupido, Apolo y Marsias, y Mercurio y Argos
(1659); con ellas demuestra su dominio del lenguaje de las fábulas clásicas. De fecha
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incierta es La Venus del Espejo, obra que refleja la honda seducción del mundo artístico
italiano, pues muestra la concepción tizianesca a la que suma la sensualidad aprendida
de Rubens. Además, se trata del único desnudo femenino de todo el Siglo de Oro
español.
En 1656 realiza La Familia, hoy conocida como Las Meninas, obra en la que
combina la realidad inmediata con una elaboración mental claramente enigmática: en
primer lugar, es una escena natural en la que la infanta Margarita con sus damas y
bufones asiste a una sesión del retrato que Velázquez realiza a los reyes en un salón de
Palacio en penumbra. Por una puerta sale José Nieto, que aparece como silueta a
contraluz. En esta escena se ha querido ver un sentido simbólico: la heredera rinde
pleitesía a los reyes. También sería un alegato sobre el carácter liberal de la pintura,
como demostraría la presencia de los reyes en el taller del pintor. Finalmente, se
interpreta como la proyección espiritual del artista. Definición de la pura pintura:
sustituir la realidad por un reflejo veraz de la misma. A esta interpretación contribuye el
carácter de la escena, pues difícilmente los personajes pudieron posar para Velázquez
tal y como aparecen representados. Más bien parece que el artista ha pintado fielmente
una escena que recuerda.
Técnicamente, el pintor hace alarde de un virtuoso dominio de la luz que diluye
o define las formas creando la ilusión óptica de un espacio verosímil. Lo hace a base de
planos de luz interceptados en el aire. Utiliza una pincelada fluida y deshecha, que
matiza el colorido y domina el recurso de la perspectiva aérea.
En 1657 pinta Las Hilanderas o La Fábula de Aracne para don Pedro de Arce,
montero del rey, lo que explica que no pasara hasta el siglo XVIII a las colecciones
reales. Representa la fábula de Aracne y Minerva de las Metamorfosis de Ovidio. El
complejo planteamiento de la composición explica la confusión temática, ya que repite
el tratamiento de los bodegones a lo divino de sus primeros años. En primer término se
ve una escena de género, es un taller de hilanderas. En segundo término, en un espacio
fuertemente iluminado, tres damas admiran un tapiz, la clave del tema, que representa el
rapto de Europa. La interpretación más aceptada es que las hilanderas son Aracne y
Minerva. Aracne se jacta de ser mejor tejedora y reta a Minerva, que se enfrenta a ella
transformada en vieja. Aracne teje el tapiz del fondo, pero Minerva castiga su osadía
transformándola en araña.
En las figuras del primer plano se repite la disposición de los ignudi pintados por
Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. El tapiz del fondo es un homenaje a El rapto de
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España se configura, así, como un espacio de intercambios, y la doble influencia fue una
vía de renovación de doctrinas estéticas, reforzada por la Academia. En las artes
plásticas, los pintores que llegan a la Corte y acaparan los encargos se inscriben dentro
del Barroco tardío o el Rococó, destacando:
MIGUEL ÁNGEL HOUASSE (+ 1730) pintor de escenas populares, retratos y
mitología. En sus escenas de género se adelanta a los modelos de la Real Fábrica de
Tapices. Un ejemplo es Paisaje de El Escorial (1725-1730)
LUIS MIGUEL VAN LOO (+ 1771), retratista oficial, muestra su talento en La
Familia de Felipe V (1734) en la que sintetiza el estilo oficial que conjuga influencias
de Rubens, de Van Dyck y de los pintores italianos.
En tiempos de Fernando VI llega la seducción del Rococó con pintores italianos
como JACOPO AMIGNONI (1680-1752), que pintó para el Teatro del Buen Retiro y
realizó cartones para tapices, como Fiesta en un jardín. CORRADO GIAQUINTO
(1703-1766) pinta en el Palacio Real temas alegóricos, mitológicos y religiosos, como
La Paz y la Justicia.
En el reinado de Carlos III destacan: ANTÓN RAFAEL MENGS (1728-1779),
que encarna la nueva corriente de devoción de lo antiguo, de clasicismo formal y de
extraordinario rigor en el dibujo. Su influencia fue determinante en la evolución de la
Real Academia de San Fernando. Realizó excelentes retratos, como el Retrato de Carlos
III (1761), y decoró varios techos del Palacio Real, con obras como La Apoteosis de
Hércules. GIAMBATTISTA TIÉPOLO (1696-1770) culmina en Madrid su carrera. Su
obra más importante es Apoteosis en España o La Majestad de la Monarquía Española
en el Salón del Trono del Palacio Real. También pintó El triunfo de Eneas para la Sala
de Guardia de Alabarderos. Fue un maestro de los efectos ilusionistas, y sintetizó la
realidad barroca y el arte de Veronés. Creador de la ficción pictórica y monumental,
culmina el Barroco decorativo.
[1- La Academia y el Neoclasicismo
En la segunda mitad del siglo XVIII, el arte está canalizado por la Academia de
Bellas Artes que controla la formación de los artistas, y facilita su integración social y la
superación del sistema gremial. La Academia se convierte en formuladora del progreso,
y el Clasicismo en el modelo que pasará a ser un instrumento de racionalización al
servicio del poder absoluto. La Academia había sido fundada en el siglo XVI, pero
alcanzó su carácter oficial en 1744, cuando Felipe V aprueba su reglamento. Desde ella
se impulsó el envío de sus miembros a París y a Roma, así como la publicación de
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1763 y en 1766 sin ser admitido. Permanece con Bayeu hasta su viaje a Roma en 1770-
1771. Allí concursa en la Academia de Parma con Aníbal pasando los Alpes, obra
elogiada por el jurado.
Regresa a España y entre 1772 y 1774 trabaja en Zaragoza, donde recibe su
primer encargo de importancia, la decoración al fresco de una de las cúpulas menores de
la basílica del Pilar de Zaragoza. En estos momentos adquiere una técnica de pincelada
rápida, en grandes masas abocetadas, que posteriormente dará lugar a toques dinámicos
y decisivos. Pinta La Adoración del Nombre de Dios en la cúpula y Los Padres de la
Iglesia en las pechinas. Otro encargo importante es la decoración del Aula Dei con once
escenas sobre la vida de Cristo y la Virgen.
En 1773 se casa con Josefa Bayeu, hermana de su maestro y protector, por
mutua conveniencia, porque Bayeu, teniente de la Academia y pintor de Cámara,
necesita un ayudante. En 1774 se instala en Madrid, y Mengs lo llama para trabajar en la
Real Fábrica de Tapices como ayudante de Bayeu, del que aprende la técnica y la
temática del género.
En la Fábrica realiza los cartones, óleos sobre tela que servían de modelo para
los tapices, desde 1775 hasta 1792, tiempo en el que realiza unos 73. Una primera serie
estaba destinada al comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo, con
escenas de caza y pesca. Una segunda serie, con escenas costumbristas, también iba
destinada al Palacio de El Pardo, con cartones como El quitasol (1777), La gallina
ciega (1788) o La Boda (1791-1792). La última serie de tono caricaturesco, que quedó
sin terminar, era para el despacho del rey en El Escorial, con cartones como El pelele
(1791-1792).
Estas obras no eran secundarias para Goya, que emplea en ellas todo su talento,
usando una composición piramidal que pasa desapercibida, con juegos simétricos y
perspectiva atmosférica. Es una pintura amable, que recrea la afición de la nobleza por
el casticismo.
En 1777 una enfermedad lo aparta de los cartones, y, por indicación de Mengs,
estudia a Velázquez, introduciendo a su vuelta una mayor complejidad compositiva en
esas obras. En 1780 la Fábrica cierra por falta de presupuesto, y él no consigue el puesto
de pintor real. Sin embargo, es nombrado Académico de San Fernando, lo que no le
otorga dinero pero sí prestigio, más encargos y mayores tarifas. Pinta un Cristo
crucificado (1780) y, en la bóveda del Pilar, Regina Martyrum. Retrata a los altos
personajes del Estado: Floridablanca (1783), El Infante don Luis y su familia (1783),
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Jovellanos (1784-1785), Los duques de Osuna y sus hijos (1789), Carlos III cazador
(1780), o escenas populares, como El columpio (1787) o La cucaña (1787).
En 1786 la Fábrica se reabre, Goya es nombrado pintor del rey con sueldo fijo,
y, además, está al frente de la Fábrica, lo que supone un paso más en su ascenso social.
Es una etapa feliz y su arte lo refleja. En 1788 realiza dos cuadros para la Catedral de
Valencia sobre la vida de San Francisco de Borja. En 1789 muere Carlos III y el nuevo
rey le nombra Pintor de Cámara, pero en 1792 sufre una fuerte enfermedad que cambia
el curso de su vida y de su arte.
3- Crisis personal y cambio estilístico (1792-1808)
Se vuelve más profundo y reflexivo. Cambian sus temas y sus modos de
expresión. Cada vez realiza más grabados y dibujos para sí mismo, sin previo encargo,
lo que le permite una gran libertad. Se sirve de elementos rococós y neoclásicos. La
sordera transforma su carácter, pero las consecuencias de la Revolución Francesa, la
guerra con Francia, y el destierro y encarcelamiento de sus amigos ilustrados le sumen
en una profunda crisis.
Como retratista destacan Jovellanos sentado (1798), La duquesa de Alba con
traje blanco (1795), La duquesa de Alba con traje negro (1795), La condesa de
Chinchón (1800), en el que se ve todo lo que asume del Rococó, La familia de Carlos
IV (1800), para el que toma como referencia Las Meninas de Velázquez. La riqueza
cromática de este cuadro es enorme, hay dorados, azules y rojos muy vivos que animan
una composición con estructura neoclásica. Es una obra maestra de la composición, el
equilibrio cromático y la profundidad psicológica en los retratos de los personajes. Otro
retrato importante es el de Don Manuel Godoy (1800-1801).
En la temática religiosa, en 1798 realiza la decoración de San Antonio de la
Florida, con El Milagro de San Antonio en la cúpula y La Adoración de la Trinidad en
las pechinas. Plantea la escena del milagro detrás de una barandilla a la que se asoman
multitud de personajes.
Entre 1792 y 1793 se aleja de Madrid, y en Cádiz pinta los llamados cuadros de
gabinete, como El incendio (1793), El corral de los locos (1794) o El aquelarre (1794-
1795), en los que aparece un sentido trágico y un estudio de la naturaleza humana que
se presenta con gran crudeza.
Entre 1796 y 1797 realiza un álbum de dibujos con escenas de brujería y
prostitución, crítica de su sociedad que será el origen de Los Caprichos. Se trata de una
serie de grabados publicados en 1799 en los que describe con fantasía y dramatismo las
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En 1819 compra una casa en las afueras de Madrid para retirarse. Enfermo,
sordo y desengañado deja en ella testimonio de sus sentimientos en las Pinturas Negras,
catorce óleos sobre yeso que decoran las paredes de la Quinta del Sordo, realizados
entre 1820 y 1823. Saturno devorando a sus hijos, Duelo a garrotazos, El Aquelarre,
Asmodeo, La Leocadia, El perro…
5- El exilio (1823-1828)
Con el fin del Trienio Liberal decide irse de España, de modo que se instala en
Burdeos hasta su muerte en 1828. Realiza litografías sobre La Tauromaquia, Toros en
Burdeos (1825). Además, pinta dos cuadros magistrales: La lechera de Burdeos (1827),
obra que se considera que anuncia el Impresionismo, y el retrato de Juan Bautista de
Muguiro, demostración de la portentosa capacidad del artista para plasmar la
materialidad de las cosas.
6- Valoración
GOYA fue un genio innovador, capaz de captar la realidad en las formas más
evidentes. Es además el ejemplo de una brusca y airada protesta contra el
academicismo. Con el tiempo, sus cuadros llegarán a reflejar tensión, un fuerte
realismo, una técnica más abreviada y una franqueza casi brutal. Pintaba con brío, con
un arrebato y una pasión ajenas a la frialdad de la razón y próximos sin embargo a
temperamentos primarios. En su obra, pasión y violencia se dan la mano.
Además, fue un pintor enormemente fecundo, ya que pintó cuadros de todo tipo,
realizó dibujos, litografías y grabados, siendo el que mejor dominó el grabado al buril,
al aguafuerte y al aguatinta, perfeccionándola con fórmulas personales. En el conjunto
de su obra dominan los retratos, en los que captaba la calidad humana del modelo. Es un
pintor de la Historia, pero sin héroes. No siente simpatía por los temas alegóricos ni
mitológicos. Técnicamente asimiló el pasado y se abrió a las innovaciones. Se sirve de
toques rápidos, usando a veces la paleta o los dedos en lugar del pincel. Odiaba las
incorrecciones. Como muchos genios, careció de discípulos y no formó escuela.
CONCLUSIÓN
Velázquez y Goya son dos artistas de enorme relevancia en el arte de nuestro
país, y su obra es de una excepcional importancia. Nuestro alumnado se acercará a la
obra de Velázquez por primera vez en la materia de Geografía e Historia de 2º de
Educación Secundaria, y a la de Goya en la Geografía e Historia de 4º de Educación
Secundaria. Sin embargo, será en la materia de Historia del Arte de 2º de Bachillerato
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en la que se podrá profundizar en la obra de estos dos artistas. En todos los casos, la
observación de sus obras será de mucha utilidad para que los alumnos conozcan y
asimilen las características de la pintura de cada uno de estos autores.
BIBLIOGRAFÍA
Para elaborar este tema nos servimos, como materiales generales, del tomo II de
la Historia del Arte de Diego Angulo y de los tomos correspondientes a la pintura de los
siglos XVII y XVIII de la Summa Artis. Para profundizar en la obra de cada artista nos
servimos, por un lado, del catálogo de la exposición de Velázquez que se hizo en el
Museo del Prado en 1990, escrito por Domínguez Ortiz y otros, y, por otro lado, del
libro sobre Goya escrito por Rose-Marie y Rainer Hagen.
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