Examen de Peritos en Juicio

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Capítulo 5

Showtime

Ser un perito competente es solo la mitad de la batalla que debe sortear


un científico forense. En un sistema de justicia adversarial debe ser capaz
además de explicar correctamente en un juicio oral la metodología, hallazgos
y conclusiones de su trabajo. Y ocurre que algunos excelentes científicos
no funcionan bien en la atmósfera de presión de un tribunal. Su idoneidad
no los transforma automáticamente en peritos efectivos. A contrario sensu,
algunos grandes oradores no hacen buena ciencia y, por tanto, tampoco
debiesen ser considerados buenos peritos (pero sí más peligrosos).
Algo similar sucede con los abogados de las partes. Puede darse que el
profesional del Derecho posea una magnífica formación teórica, una teoría
del caso sólida y medios de prueba apropiados. Pero si no sabe plantear y
desarrollar una litigación estratégica, nada de lo anterior podría servirle.
Los jueces, último eslabón en esta cadena, fallarán acorde al mérito de toda
la prueba producida durante el juicio oral. Y si el litigante no ha logrado
presentarla de manera convincente, el veredicto puede serle adverso.
Así, llegada esta instancia, ni la erudición ni la capacidad argumentati-
va bastan por sí solas. Cada actor implicado cumple un rol específico que
conjuga aspectos vinculados al dominio de materias teóricas, el despliegue
de estrategia y el ejercicio de habilidades de comunicación que pueden (y
deben) ser entrenadas. Siguiendo lo planteado por Jack V. Matson1606:

1606
Matson JV. Effective Expert Witnessing. 3ª edición. Estados Unidos: CRC Press; 1999.
826 Leonardo González-Wilhelm

Peritos, litigantes y jueces tienen entonces que empoderarse de su papel


en esta trama a fin de lograr sortear exitosamente la parte de la tarea que
les corresponde.
Habida cuenta de lo anterior, en este capítulo trataré –bajo la óptica de
quien realiza actividades forenses– los recovecos que entraña la rendición de
la prueba pericial en un juicio oral, aportando también algunas reflexiones
sobre la difícil tarea que enfrentan los jueces al tener que valorar perita-
jes pertenecientes a disciplinas científicas. El marco general de lo que se
expondrá va a estar dado por el sistema procesal penal que opera en Chile
desde el año 2000, sin desmedro de lo cual se efectuarán también refe-
rencias a otros ámbitos del Derecho nacional y contrapuntos con modelos
procesales de otros países.

Admisibilidad del informe pericial

Una instancia procesal crucial antes del juicio oral, y de enorme reper-
cusión sobre lo que ocurrirá en él, es el control de la admisibilidad de los
medios de prueba que las partes pretenden incorporar al debate. Este es el
momento en el cual se establece qué evidencia podrá ser presentada en el
juicio, para qué uso y en qué condiciones1607.
La seguridad del sistema de justicia se sustenta, en parte, en disponer
de pruebas forenses precisas y objetivas. Sabido es que las limitaciones
del conocimiento científico, sumadas a peritos parciales, potencialmente
sesgados o sujetos a algún conflicto de interés, son terreno fértil para pro-

Véase: a) Chisum WJ, Turvey BE. Crime reconstruction. 2ª edición. EE. UU.: Academic
1607

Press; 2011; b) Houck MM, Siegel JA. Fundamentals of forensic science. 3ª edición. U.K.:
Academic Press; 2015.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 827

piciar un error judicial1608,1609. Resulta imprescindible entonces un trabajo


de depuración de la prueba con el objeto de que el sistema intente filtrar los
informes periciales de menor calidad o elaborados por peritos sin las com-
petencias básicas, de modo tal de evitar que sean utilizados en el juicio oral.
En América Latina se observan algunas diferencias sobre el órgano
jurisdiccional responsable de esta tarea y cuándo ella se lleva a cabo. Bá-
sicamente se distinguen tres modelos:

•• aquellos en los cuales el mismo tribunal que conocerá del juicio oral
determina la admisibilidad de la prueba1610;
•• aquellos que le entregan esa función a un juez distinto en la etapa in-
termedia antes que el caso sea enviado al tribunal de juicio oral1611,1612;
•• aquellos en que el tribunal que conocerá del juicio oral puede hacer
una revisión y admitir pruebas que hubiesen sido excluidas en la etapa
intermedia1613.

En nuestro proceso penal la evaluación de las evidencias que las partes


pretenden incorporar tiene lugar en la APJO, oportunidad en la cual –ade-

1608
Véase: a) Berger KJ. Evidence-Based Forensic Medicine: A Canadian Perspective.
En: Beran RG. Legal and Forensic Medicine, Vol. 1. Springer-Verlag; 2013; b) Pollanen MS.
Forensic pathology and the miscarriage of justice. Forensic Sci Med Pathol. 2012;8(3):285-9.
1609
De acuerdo con datos provenientes del “Innocence Project” de EE. UU. (revisados
en octubre de 2017), el uso inadecuado de prueba pericial constituye un factor presente en el
46% de los casos de decisiones erradas del sistema. En: Duce M. Uso de la prueba pericial en
los procesos penales en Chile: riesgos y desafíos. Disponible en http://bit.ly/2nOlB3y (última
visita el 31-08-2018).
1610
En Chile ese es el modelo que se sigue en los procesos laborales (artículo 453 numeral 4)
y las causas tramitadas ante juzgados de familia (artículo 47, ley Nº 19.968).
1611
Así opera el proceso penal en países como Argentina (artículos 246 y 247 del Código
Procesal Penal de la Nación); Chile (artículo 276 del Código Procesal Penal); Costa Rica (artícu-
lo 320 del Código Procesal Penal); México (artículo 334 Código Nacional de Procedimientos
Penales); Panamá (artículo 347 del Código de Procedimiento Penal) y Perú (artículo 352 del
Código Procesal Penal).
1612
“… esta segunda modalidad parece ser la más adecuada… ya que evita los potencia-
les problemas de contaminación de los jueces del tribunal oral por haber accedido a prueba
que fue declarada inadmisible…”. En: Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires:
Ediciones Didot; 2013.
1613
Ej.: El Salvador (artículo 366 del Código Procesal Penal).
828 Leonardo González-Wilhelm

más de ponderar los requisitos generales de admisibilidad de todo medio


probatorio1614– corresponde que los peritajes sean sometidos a exigencias
adicionales especiales y más estrictas. El objetivo es lograr detectar los
fraudes de etiqueta, la ciencia basura, los expertos de papel, los charlatanes
y los “todólogos”1615.
Comprendiendo que la admisibilidad de la prueba pericial no es una
materia que en Derecho se rija por una única doctrina (sino, más bien, es
un área con distintas posturas en debate), suscribo lo que sobre el tema
ha escrito el profesor chileno M. Duce1616. Basándome en ello revisaré a
continuación los principales requisitos especiales que debieran ser con-
siderados para tomar decisiones sobre la admisión o exclusión de una
pericia como medio probatorio en juicio oral. Posteriormente expondré
algunas dificultades que en la práctica enfrentan los intervinientes y jueces
al abordar esta cuestión.

Pertinencia o relevancia del peritaje

Este criterio, si bien aplica a cualquier medio probatorio, tiene una es-
pecial connotación para los peritajes. Se trata de un parámetro que posee
amplio reconocimiento normativo en códigos de nuestra región1617. Su

Se incluyen acá: 1) que no sea impertinente; 2) que no sea sobreabundante; 3) que no


1614

tenga por objeto acreditar hechos públicos y notorios; y 4) que no haya sido obtenido con in-
fracción a garantías constitucionales. Véase: a) Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos
Aires: Ediciones Didot; 2013; b) Monografía “Prueba en el Código de Procedimiento Civil
chileno”. Universidad Austral de Chile (2010). Disponible en: http://bit.ly/2puYGqZ (última
visita el 07-08-2017).
Decap M. Acerca de la prueba pericial en concreto: documento para orientar construc-
1615

ción de carpeta del perito que va a ser examinado y contra examinado. Revista del Instituto de
la Judicatura Federal. 2014; 38: 201-43.
1616
Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013.
Por ejemplo: Argentina (artículo 128 letra d) del Código Procesal Penal de la Nación);
1617

Chile (artículo 276 del Código Procesal Penal); Colombia (artículos 359, 375 y 376 del Código
de Procedimiento Penal); Costa Rica (artículo 320 del Código Procesal Penal); El Salvador
(artículo 177 del Código Procesal Penal); Guatemala (artículo 350 del Código Procesal Penal);
Honduras (artículos 199 y 317 del Código Procesal Penal); México (artículo 346 Código Nacio-
nal de Procedimientos Penales); Nicaragua (artículo 277 del Código Procesal Penal); Panamá
(artículos 347 y 378 del Código de Procedimiento Penal); Perú (artículo 352.5 del Código
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 829

ponderación ha de contemplar dos niveles de análisis y, si la prueba pericial


no satisface alguno de ellos, no debiera ser admitida a juicio:

• Pertinencia lógica
Que exista vinculación directa o indirecta del contenido del peritaje con
los hechos y circunstancias a debatir en juicio.
• Pertinencia legal
Referida a un análisis de costo/beneficio en el que el juez debe pesar los
aspectos favorables que la introducción de dicha prueba puede producir
en juicio en contra de los potenciales perjuicios que pudiera generar su
incorporación al mismo1618.

Necesidad de conocimiento experto

La necesidad de conocimiento experto1619 se refiere a que la contribución


central del perito en el juicio será ayudar al tribunal (o jurado) a decidir
algo que está fuera del ámbito de su experiencia, sus conocimientos o su
capacidad de comprensión. Este criterio busca evitar la presentación de
prueba superflua o redundante e impedir que el trabajo de los peritos sus-
tituya la función propia del juzgador.
¿Cuándo resulta necesario el conocimiento que aporta un perito? En
Canadá la jurisprudencia ha resuelto que esta circunstancia se cumple1620:

Procesal Penal); República Dominicana (artículo 171 del Código Procesal Penal); Uruguay
(artículo 268.2 del Código del Proceso Penal).
1618
Sobre este punto se pronuncia la jurisprudencia canadiense en el caso Melaragni (R. v.
Melaragni, 73 C.C.C.3d 348 [Ont. Ct. Gen. Div. 1992]), y también la regla federal de evidencia
403 de EE. UU., manifestando que el peritaje debe ser capaz de asistir al jurado (o jueces)
aportando mayor claridad al asunto y no confundirlos o ser fuente de dilación del proceso.
1619
Véase Capítulo 1: “Génesis del perito”.
1620
Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013.
830 Leonardo González-Wilhelm

Cabe aclarar que lo señalado apunta específicamente a “… la necesidad


de que el juzgador expresamente reciba la información por vía del perito
y no simplemente necesidad de que reciba esa información. Si el juzgador
puede recibir información requerida de alguna otra forma que por medio
del peritaje, éste es innecesario”1621.
En este marco de análisis cabe detenerse en la frase contenida en varios
códigos que aluden a la “necesidad y conveniencia” de incorporar cono-
cimiento experto al debate. ¿Qué sentido tendría que se exija necesidad
y luego simplemente se permita la introducción de cualquier peritaje por
considerarlo conveniente? En opinión de Duce, la conveniencia abre un
espacio de discrecionalidad para los jueces, pero restringida a casos límite
o en los que existan dudas acerca de la necesidad. De este modo1620:

Idoneidad del perito

En un sistema acusatorio hay dos instancias en las cuales se efectúa una


ponderación de la idoneidad de un perito. La primera de ellas es un juicio
de admisibilidad. La segunda tiene lugar en la misma audiencia de juicio
y su objeto no es ya excluir al perito, sino pesar su credibilidad.
El examen de idoneidad para efectos de admisibilidad1622 es relativamente
bajo o preliminar. Bajo el principio de libertad de prueba, el juez no puede

Gold A. Expert evidence in criminal law: The scientific approach. 1ª edición. Toronto:
1621

Irwin Law; 2003. Citado por Duce M. en: La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Edi-
ciones Didot; 2013.
Véase, por ejemplo: Argentina (artículo 162 del Código Procesal Penal de la Nación);
1622

Bolivia (artículo 205 del Código de Procedimiento Penal); Colombia (artículo 408 del Código
de Procedimiento Penal); Chile (artículos 314 y 316 del Código Procesal Penal); Costa Rica
(artículo 214 del Código Procesal Penal); El Salvador (artículos 227 y 387 del Código Procesal
Penal); Guatemala (artículos 226 y 228.4 del Código Procesal Penal); Honduras (artículo 240
del Código Procesal Penal); México (artículo 369 Código Nacional de Procedimientos Penales);
Nicaragua (artículo 204 del Código Procesal Penal); Panamá (artículo 406 inciso segundo del
Código de Procedimiento Penal); Perú (artículo 173 del Código Procesal Penal); República
Dominicana (artículo 205 del Código Procesal Penal).
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 831

declarar inadmisible un peritaje porque crea que el experto no es el mejor


o es mediocre en el contexto de su disciplina. Sin desmedro de ello, las
partes de todas formas enfrentan el desafío de acreditar en esta instancia
que el perito que desean presentar tiene las competencias requeridas y –por
ende– otorga suficientes garantías de seriedad y profesionalismo.
Como se expuso en los Capítulos 1 y 3, la normativa legal suele dejar
abierta las formas para realizar esta acreditación. Las formalidades reque-
ridas normalmente estarán asociadas a la intensidad de la controversia que
sobre el punto pueda existir entre las partes. Muchas veces alcanzará con
presentar todo aquello que en un formato sencillo y no formalista permita
al tribunal decidir adecuadamente. Pero si la controversia es alta, se eleva
el estándar para quien presenta al perito.
Por último, una cuestión clave a tener presente cuando se llegue a la
instancia del juicio oral es que el haber acreditado a alguien como un “ex-
perto” no lo habilita para hablar de cualquier cosa. En concordancia con
lo que ha sido recalcado en distintas partes de este libro, el perito deberá
declarar únicamente dentro del marco de su área de experticia.

Confiabilidad del peritaje

El último paso en el análisis de la admisibilidad de la prueba pericial


–incluido también en normativas legales de la región1623– dice relación con
determinar si el experto aporta información considerada como razonable
dentro de la comunidad científica a la que pertenece o la disciplina en la cual
desarrolla su arte, técnica u oficio. Un perito idóneo, que ha sido presentado
para que declare sobre una materia relevante para el caso y respecto de la
cual existe necesidad de conocimiento experto, debiese no ser admitido a
juicio si es que el contenido de su peritaje no es confiable.
Lo anterior se justifica en el hecho de que la prueba aportada por cien-
tíficos y expertos adquiere algunas veces el aura de verdad e infalibilidad.
Dado que esa percepción (no pocas veces) puede ser errada, es necesario

1623
Por ejemplo: Colombia (artículo 422 del Código de Procedimiento Penal); Chile (ar-
tículos 314, 315 y 316 del Código Procesal Penal); Honduras (artículo 199 del Código Procesal
Penal); Uruguay (artículo 178.2 del Código del Proceso Penal).
832 Leonardo González-Wilhelm

adoptar salvaguardas para admitir solo evidencia válida y confiable. Si-


guiendo acá al canadiense Alan D. Gold1624:

En Estados Unidos la evaluación judicial de la confiabilidad de un pe-


ritaje estuvo por largo tiempo supeditada a la jurisprudencia surgida en el
caso Frye (del año 1923)1625. En él se estableció como doctrina un “test
de aceptación general” bajo el cual se considera que la prueba pericial
puede ser admitida a juicio en la medida que los principios científicos en
los cuales se sustenta lo planteado por el experto sean de aceptación general
en la comunidad a la que pertenece1626.
La hegemonía de este criterio para la ponderación de la admisibilidad de
un peritaje en función de su confiabilidad se mantuvo hasta 1975, año en
que se publicaron por primera vez las Reglas Federales de evidencia. Pero
casi dos décadas después –al revisar en 1993 la apelación presentada en
el caso Daubert1627– la Corte Suprema de Estados Unidos (interpretando

Gold A. Expert evidence in criminal law: The scientific approach. 1ª edición. Toronto:
1624

Irwin Law; 2003. Citado por Duce M. en: La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Edi-
ciones Didot; 2013.
La identificación correcta del caso es Frye v. United States, 293 F. 1013 (D.C. Cir.
1625

1923). En un juicio por homicidio contra James Frye, su defensa usó como prueba pericial una
máquina que pudiese ser concebida como precursora del detector de mentiras. La fiscalía objetó
la admisión de esa prueba y el juez concedió la exclusión. En la apelación la Corte confirmó la
decisión de primera instancia, estableciendo como principio que –para que una nueva técnica
o ciencia pudiese ser admitida a juicio– debía haber alcanzado una aceptación general dentro
del campo particular del conocimiento al cual pertenezca. Véase: a) Chisum WJ, Turvey BE.
Crime reconstruction. 2ª edición. EE. UU.: Academic Press; 2011; b) Houck MM, Siegel JA.
Fundamentals of forensic science. 3ª edición. U.K.: Academic Press; 2015; c) Matson JV.
Effective Expert Witnessing. 3ª edición. Estados Unidos: CRC Press; 1999.
Berger KJ. Evidence-Based Forensic Medicine: A Canadian Perspective. En: Beran
1626

RG. Legal and Forensic Medicine, Vol. 1. 1ª edición. Springer-Verlag; 2013.


La identificación correcta del caso es Daubert v. Merrel Dow Pharmaceuticals, Inc.
1627

509 U.s. 579 (1993). Se refería a una acción de daños (tort) en San Diego, California. Una
embarazada había tomado Bendectin, fármaco de la compañía Merell-Dow que solía ser in-
dicado para paliar la hiperémesis gravídica (náuseas durante el embarazo). Tras dar a luz dos
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 833

la regla de evidencia 702) concluyó que las Cortes Federales no podían


limitarse a aplicar la “Regla Frye” para admitir o excluir prueba cientí-
fica, ya que se debía asegurar además que la metodología empleada era
correcta desde un punto de vista científico. Acorde a ello, el juez no solo
tiene el poder, sino la obligación de constituirse en un filtro (gatekeeper)
de este tipo de pruebas. Para llevar a cabo esa tarea, la Corte sugirió que
en el examen de admisibilidad se contemplasen los siguientes criterios no
exclusivos ni excluyentes1628:

1. Que la teoría o técnica en cuestión haya sido (o pueda ser) verificada.


2. Que haya sido sometida a revisión por pares y publicada.
3. Que su tasa de error (conocida o potencial) sea aceptable.
4. Que goce de amplia aceptación dentro de una comunidad científica
relevante.

Desde esa decisión los denominados “Criterios Daubert” fueron adop-


tados en la mayoría de los estados del país del norte. Con el tiempo fueron
aplicados también en otros países (ej. Canadá1629) e incluso reconocidos

hijos con malformaciones congénitas, la mujer demandó a la compañía argumentando que el


fármaco había sido la causa de las malformaciones. Los peritos presentados por la demandante
consideraron estudios efectuados en animales, investigaciones farmacológicas y reanálisis
de publicaciones para concluir que había un incremento estadísticamente significativo de
los defectos congénitos en hijos de madres que usaron el fármaco. Por su parte, los peritos
ofrecidos por la defensa afirmaron que el método usado por los expertos presentados por la
contraparte no tenía aceptación general en la comunidad científica y que cualquier aumento en
la incidencia de malformaciones no era estadísticamente significativo. El tribunal falló a favor
de la compañía y en la apelación la Corte Suprema mantuvo la decisión. Véase: a) Duce M.
La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013; b) Chisum WJ, Turvey
BE. Crime reconstruction. 2ª edición. EE. UU.: Academic Press; 2011; c) Houck MM, Siegel
JA. Fundamentals of forensic science. 3ª edición. U.K.: Academic Press; 2015; d) Matson JV.
Effective Expert Witnessing. 3ª edición. Estados Unidos: CRC Press; 1999.
Véase: a) Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013;
1628

b) Bórquez P. Forma y fondo del peritaje médico legal. Rev Med Chil. 2009;137(6):856-7;
c) Aso J. Bioética de la actividad pericial médica. Cuad Med Forense. 2009;15(56):105-17;
d) Zakharov S. The assessment of expert testimony relevance and admissibility in medical
malpractice cases in the Czech Republic. Can American judicial practice help us? Rom J Leg
Med. 2011;19(1):59-68.
La jurisprudencia canadiense tomó para sí los desarrollos de Daubert a través del caso
1629

Mohan de 1994, aun cuando no se lo citó de manera explícita (R.v. Mohan (1994) 2 S.C.R. 9).
834 Leonardo González-Wilhelm

normativamente en naciones como el Reino Unido1630 y Colombia1631. Por


otro lado, la Corte Suprema de Estados Unidos adoptó otras dos decisiones
de relevancia jurisprudencial:

•• la primera tuvo lugar en 1997, cuando por medio del caso de General
Electric Co. versus Joiner (General Electric Co v. Joiner, 522 U.S. 136
[1997]) se hizo aplicable los estándares desarrollados en Daubert a las
revisiones de apelación;
•• pocos años después (en 1999) el caso Kumho (Kumho Tire Co. v. Car-
michel, 526 U.S. 137 [1999]) expandió la aplicabilidad de los “Criterios
Daubert” a pruebas surgidas en el ámbito de la técnica, una ingeniería
y “otro conocimiento especializado” (abarcando así cualquier tipo de
informe pericial).

Problemas en torno a los debates de admisibilidad de


la prueba pericial

Sin duda, el principal problema que enfrenta actualmente nuestro sistema


de justicia en torno a los debates de admisibilidad de la prueba pericial es
que estos… ¡no se realizan!
Pensemos, por ejemplo, en lo que ocurre en las causas laborales y
litigios ante juzgados de familia en nuestro país. En ambos casos el legis-
lador contempló que el escrutinio de la admisibilidad de un peritaje fuese
efectuado en la misma la instancia procesal en la cual se decreta la prueba.
Dicho de otro modo: se exige debatir respecto de una pericia que no ha
sido evacuada aún. Bajo esos términos obviamente es imposible efectuar
un control efectivo de su admisibilidad1632.

Una reforma introducida el 14 de octubre de 2014 a la regla 33.4 (h) consagró que el
1630

informe del perito debe incluir información necesaria para permitir al tribunal decidir si “la
opinión del experto es suficientemente confiable para admitirla como prueba.”. En: Duce M.
Prueba pericial y su impacto en los errores del sistema de justicia penal: antecedentes compa-
rados y locales para iniciar el debate. Ius et Praxis. 2018; 24(2). En prensa.
1631
Véase artículo 422 del Código de Procedimiento Penal de Colombia.
Monografía “Prueba en el Código de Procedimiento Civil chileno”. Universidad Austral
1632

de Chile (2010). Disponible en: http://bit.ly/2puYGqZ (última visita el 07-08-2017).


Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 835

En lo concerniente al ámbito penal, una reciente investigación cuali-cuan-


titativa que incluyó entrevistas semiestructuradas a fiscales, defensores,
abogados privados y jueces de garantía que ejercen en Chile evidenció un
consenso compartido entre las cuatro categorías de entrevistados, sobre
que los debates de exclusión de la prueba pericial en la APJO son pocos.
En algunos casos se planteó incluso que serían inexistentes, pero la gran
mayoría los describió más bien como de carácter excepcional1633.
Pese a que el Código Procesal Penal explícitamente tiene normas
destinadas a efectuar un acucioso análisis de la admisibilidad de los in-
formes periciales (y, por lo mismo, ello hoy es plenamente exigible), “se
ha instalado una cultura en el sistema según la cual no se debe hacer un
escrutinio muy estricto tratándose de esta prueba”1633. Es entonces, como
tantos otros, un problema cultural.
Consecuentemente, los autores que han estudiado la realidad nacional
llegan a la preocupante conclusión que1634:

En mi opinión el diagnóstico en comento es especialmente grave a la


luz de la creciente conciencia global sobre la magnitud del problema que
ocasiona la llamada “Ciencia basura”. La relevancia de ese tema es innega-
ble, al punto que una de las revistas científicas más importante del mundo
le dedicó una edición especial en marzo de 2016 (Figura 5.1).

1633
Duce M. Una aproximación empírica al uso y prácticas de la prueba pericial en el proceso
penal chileno a la luz de su impacto en los errores del sistema. Polít. crim. 2018; 13(25): 42-103.
1634
Duce M. Uso de la prueba pericial en los procesos penales en Chile: riesgos y desafíos.
Disponible en http://bit.ly/2nOlB3y (última visita el 31-08-2018).
836 Leonardo González-Wilhelm

Figura 5.1: Portada de la Revista Science (Science. 2016 Mar 11;351(6278)


Disponible en http://bit.ly/2yZ7FqU (última visita el 31-08-2018)
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 837

Cabe hacer presente acá que el NAS Report1635 y varias otras publica-
ciones han alertado sobre los riesgos que en la actualidad pueden acarrear
informes periciales en áreas como:

•• análisis comparativos de pelo1636;


•• comparación de huellas de pisadas y de neumáticos1637;
•• análisis de huellas latentes de impresiones dactilares1638;
•• análisis de proyectiles balísticos1639;
•• análisis de rastros de mordeduras1640;

1635
NAS Report (2009). Disponible en: http://bit.ly/2ngRG3X (última visita el 31-08-2018).
Véase: a) Enserink M. Evidence on trial. Science. 2016;351(6278):1128-9; b) Neufeld
1636

PJ. The (near) irrelevance of Daubert to criminal justice and some suggestions for reform. Am
J Public Health. 2005;95 Suppl 1:S107-13; c) Chisum WJ, Turvey BE. Crime reconstruction.
2ª edición. EE. UU.: Academic Press; 2011; d) Houck MM, Siegel JA. Fundamentals of fo-
rensic science. 3ª edición. U.K.: Academic Press; 2015; e) Zahumensky C. ¿Por qué un pelo
no es una buena prueba forense para resolver crímenes? Disponible en: http://bit.ly/2A8U5zI
(última visita el 31-08-2018); f) Berger KJ. Evidence-Based Forensic Medicine: A Canadian
Perspective. En: Beran RG. Legal and Forensic Medicine, Vol. 1. 1ª edición. Springer-Verlag;
2013; g) Servick K. Sizing up the evidence. Science. 2016;351(6278):1130-2.
Véase: a) Enserink M. Evidence on trial. Science. 2016;351(6278):1128-9; b) Berger
1637

KJ. Evidence-Based Forensic Medicine: A Canadian Perspective. En: Beran RG. Legal and
Forensic Medicine, Vol. 1. 1ª edición. Springer-Verlag; 2013; c) Servick K. Sizing up the evi-
dence. Science. 2016;351(6278):1130-2.
1638
Véase: a) Cole SA. Toward Evidence-Based Evidence: Supporting Forensic Knowledge
Claims in the Post-Daubert Era. Tulsa Law Review. 2007;43(2):263-84; b) Neufeld PJ. The
(near) irrelevance of Daubert to criminal justice and some suggestions for reform. Am J Public
Health. 2005;95 Suppl 1:S107-13; c) Houck MM, Siegel JA. Fundamentals of forensic science.
3ª edición. U.K.: Academic Press; 2015; d) Taylor MK, Kaye DH, Busey T, et al. Latent Print
Examination and Human Factors: Improving the Practice through a Systems Approach. Dis-
ponible en: http://bit.ly/2dZXm9o (última visita el 31-08-2018); e) Berger KJ. Evidence-Based
Forensic Medicine: A Canadian Perspective. En: Beran RG. Legal and Forensic Medicine, Vol. 1.
1ª edición. Springer-Verlag; 2013; f) Edmond G. Expert evidence in reports and courts. Aust J
Forensic Sci. 2013(1-15); g) Servick K. Sizing up the evidence. Science. 2016;351(6278):1130-2.
Véase: a) Enserink M. Evidence on trial. Science. 2016;351(6278):1128-9; b) Neufeld
1639

PJ. The (near) irrelevance of Daubert to criminal justice and some suggestions for reform. Am
J Public Health. 2005;95 Suppl 1:S107-13; c) Berger KJ. Evidence-Based Forensic Medicine:
A Canadian Perspective. En: Beran RG. Legal and Forensic Medicine, Vol. 1. 1ª edición.
Springer-Verlag; 2013; d) Servick K. Sizing up the evidence. Science. 2016;351(6278):1130-2.
Véase: a) Chisum WJ, Turvey BE. Crime reconstruction. 2ª edición. EE. UU.: Academic
1640

Press; 2011; b) Berger KJ. Evidence-Based Forensic Medicine: A Canadian Perspective. En:
838 Leonardo González-Wilhelm

•• estudios de ADN1641;
•• autopsias médico-legales1642;
•• análisis de escritura para establecer la autoría de un documento1643;
•• comparación forense de registros de voz1644;
•• identificaciones fotoantropométricas a partir de registros de video1645;
•• el denominado síndrome del niño sacudido.

Así, parece muy inconveniente que un debate tan importante como la


admisibilidad de la prueba pericial no esté siendo practicado de la debida
forma por los litigantes. Esa conducta no solo aumenta el riesgo de que
ocurran errores judiciales, sino que además permite que se sigan ventilando
y repitiendo en juicio opiniones carentes de asidero científico o interpreta-
ciones que –con el avance del conocimiento– hoy se sabe que son inválidas.
Esto último tiene efectos perennes, por cuanto fomenta que los jueces ad-

Beran RG. Legal and Forensic Medicine, Vol. 1. 1ª edición. Springer-Verlag; 2013; c) Edmond
G, Martire K, Kemp R, et al. How to cross-examine forensic scientists: A guide for lawyers.
Australian Bar Review. 2014;39:174-97; d) Servick K. Sizing up the evidence. Science.
2016;351(6278):1130-2.
Véase: a) Enserink M. Evidence on trial. Science. 2016;351(6278):1128-9; b) Neufeld
1641

PJ. The (near) irrelevance of Daubert to criminal justice and some suggestions for reform. Am
J Public Health. 2005;95 Suppl 1:S107-13;.c) Chisum WJ, Turvey BE. Crime reconstruction.
2ª edición. EE. UU.: Academic Press; 2011.
Véase: a) Neufeld PJ. The (near) irrelevance of Daubert to criminal justice and some
1642

suggestions for reform. Am J Public Health. 2005;95 Suppl 1:S107-13; b) Colville-Ebeling


B, Freeman M, Banner J, et al. Autopsy practice in forensic pathology - evidence-based or
experience-based? a review of autopsies performed on victims of traumatic asphyxia in a mass
disaster. J Forensic Leg Med. 2014;22:33-6.
Véase: a) Houck MM, Siegel JA. Fundamentals of forensic science. 3ª edición. U.K.:
1643

Academic Press; 2015; b) Berger KJ. Evidence-Based Forensic Medicine: A Canadian Perspec-
tive. En: Beran RG. Legal and Forensic Medicine, Vol. 1. 1ª edición. Springer-Verlag; 2013.
Véase: a) EE.UU: Prohíben testimonio de expertos de audio en caso de asesinato de
1644

joven negro. Disponible en: http://bit.ly/2jMfgBb (última visita el 31-08-2018); b) Enzinger E,


Morrison GS, Ochoa F. A demonstration of the application of the new paradigm for the evalua-
tion of forensic evidence under conditions reflecting those of a real forensic-voice-comparison
case. Sci Justice. 2016;56(1):42-57.
Véase: a) Berger KJ. Evidence-Based Forensic Medicine: A Canadian Perspective. En:
1645

Beran RG. Legal and Forensic Medicine, Vol. 1. 1ª edición. Springer-Verlag; 2013; b) Edmond
G, Martire K, Kemp R, et al. How to cross-examine forensic scientists: A guide for lawyers.
Australian Bar Review. 2014;39:174-97.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 839

quieran un bagaje de información errada que con el tiempo se torna muy


difícil de revertir (Véase Capítulo 1: “La experiencia, la evidencia científica y la tecnología”).
Tal vez algunos actores del sistema consideren que esta crítica a la
escasa depuración que recibe la prueba pericial en la APJO es exagerada.
Pudiera sostenerse –con un dejo de soberbia– que la propia naturaleza del
sistema adversarial permitiría pesquisar y controlar durante el desarrollo
del juicio cualquier pericia de dudosa o mala calidad. Lamentablemente
(como se señaló en el Capítulo 3) esa creencia es incorrecta. La litigación
no es una herramienta suficiente ni eficiente para evitar los errores del sistema
vinculados a la prueba pericial1646. Otros pudieran plantear –por ingenuidad
o autocomplacencia– que en Chile la deficiente calidad de los peritajes es
un problema más bien aislado. Aun cuando me encantaría pensar lo mismo,
mi percepción es diametralmente distinta y está avalada por información
que aportan los propios litigantes1647.
Nuestra especial idiosincrasia no pocas veces nos hace abordar las cues-
tiones metodológicas con una importante cuota de improvisación e ingenio
en función de la meta perseguida (“chilean way” le dicen algunos…). Y
no hay que escarbar mucho para encontrar que esa desaconsejable actitud
también está presente en el ámbito forense. Reflexionemos… ¿qué resultaría
de aplicar la Regla Frye o los Criterios Daubert a las siguientes expresiones
vertidas por un perito psicólogo al explicar su trabajo?1648

1646
Véase: a) Garret B. Convicting the Innocent: Where Criminal Prosecutions Go Wrong.
Estado Unidos: Harvard University Press; 2011; b) NAS Report (2009). Disponible en: http://
bit.ly/2ngRG3X (última visita el 31-08-2018); c) Edmond G. Impartiality, efficiency or reliabil-
ity? A critical response to expert evidence law and procedure in Australia. Aust J Forensic Sci.
2010;42(2):83-99; d) Edmond G. Actual innocents? Legal limitations and their implications
for forensic science and medicine. Aust J Forensic Sci. 2011;43(2-3):177-212; e) Neufeld PJ.
The (near) irrelevance of Daubert to criminal justice and some suggestions for reform. Am J
Public Health. 2005;95 Suppl 1:S107-13.
1647
En un reciente estudio los abogados calificaron con nota promedio 3,6 (en escala de
1 a 7) la fiabilidad y validez de la metodología utilizada en los peritajes ventilados en materia
penal, en tanto que, a la correspondencia entre las premisas de los informes periciales y sus
conclusiones, le asignaron un promedio de 3,9. En: Dirección de Estudios Corte Suprema.
Peritajes en Chile. Informe con principales resultados del estudio diagnóstico de los sistemas
de peritajes en Chile. Santiago de Chile, 09-08-2017. Disponible en: https://bit.ly/2MmWYWT
(última visita el 31-08-2018).
1648
Véase: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Of. para Chile y el Conosur) /
Instituto de Investigación en Ciencias Sociales – Universidad Diego Portales. Niños, niñas y
840 Leonardo González-Wilhelm

¿Cuáles pudieran ser las causas de que los debates sobre la admisibilidad
de la prueba pericial no estén recibiendo la atención que ameritan?
A mi modo de ver, el principal factor se relacionaría con una actitud
derrotista frente a los resultados que suelen obtenerse. “Al final del día,
si la probabilidad de éxito es baja, una tendencia natural es no hacer un
esfuerzo que no traerá resultados positivos”1649. De este modo el com-
portamiento poco proactivo de fiscales y defensores para generar estos
debates pudiese estar supeditado al hecho que muchas veces –como lo he
comprobado con mis alumnos– los jueces de garantía evaden pronuncia-
mientos más exigentes sobre la materia, argumentando que la valoración
de la prueba es un tema que compete al tribunal de juicio oral, no a ellos.
Y no es raro tampoco que en aquellos casos donde el juzgador actúa acorde
a lo esperado y excluye prueba pericial porque no cumple los requisitos
específicos (necesidad, idoneidad, confiabilidad), los fallos sean revertidos

adolescentes víctimas de delitos sexuales, en el marco de la reforma procesal penal. Informe final.
Santiago, agosto 2006. Disponible en: https://bit.ly/2H8MsQg (última visita el 31-08-2018).
Duce M. Una aproximación empírica al uso y prácticas de la prueba pericial en el proceso
1649

penal chileno a la luz de su impacto en los errores del sistema. Polít. crim. 2018; 13(25): 42-103.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 841

por tribunales superiores. Esta situación –descrita también en otros países1650


(lo que está lejos de ser consuelo)– configura un círculo vicioso y hace que
el sistema tienda a nivelar hacia abajo.
Otro punto que sin duda influye en la problemática, son las deficiencias
formativas de los abogados. Duce plantea (correctamente en mi opinión)
que “… para que fiscales, defensores y jueces estén en condiciones de
debatir en serio sobre estos temas sería indispensable que en su forma-
ción se considerara entregarles nociones o conocimientos básicos de las
disciplinas que más comúnmente generan peritajes, de manera que estén
familiarizados con las claves básicas disciplinares y sepan “dónde ver”
cuando enfrentan este tipo de pericias”1651. Paradójicamente, al menos en
lo que respecta a la medicina legal, ese ideal dista mucho de la realidad
actual. Es más: desde hace varias décadas esa asignatura ha sido progresi-
vamente despojada del sitial que merece en las facultades de Derecho del
país (véase más en Capítulo 2). Peor aun: no ocupa tampoco el debido espacio
en la formación de jueces ni en muchos postítulos destinados a operadores
del sistema. No es extraño entonces que para los abogados resulte muy
difícil discriminar si el contenido de un peritaje médico tiene más de cien-
cia basura que de MBE1652. Tampoco que se haya descrito la existencia de
francas limitaciones o escepticismo sobre la efectividad del sistema para
excluir pericias médicas inválidas1653.
Por otro lado, los ripios en la formación de los abogados no se concentran
exclusivamente en materias que algunos pudieran considerar complemen-
tarias. En tal sentido, en los últimos años he tenido el privilegio de poder
impartir docencia a jueces y litigantes de toda Latinoamérica, ocasiones
en las cuales:

1650
Véase: a) Berger KJ. Evidence-Based Forensic Medicine: A Canadian Perspective. En:
Beran RG. Legal and Forensic Medicine, Vol. 1. 1ª edición. Springer-Verlag; 2013; b) Edmond
G. Expert evidence in reports and courts. Aust J Forensic Sci. 2013(1-15).
1651
Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013.
1652
Véase: a) Aso J. Bioética de la actividad pericial médica. Cuad Med Forense.
2009;15(56):105-17; b) Kesselheim AS, Studdert DM. Role of professional organizations in
regulating physician expert witness testimony. JAMA. 2007;298(24):2907-9.
1653
Véase: a) Pollanen MS. Forensic pathology and the miscarriage of justice. Forensic
Sci Med Pathol. 2012;8(3):285-9; b) Kesselheim AS, Studdert DM. Role of professional or-
ganizations in regulating physician expert witness testimony. JAMA. 2007;298(24):2907-9.
842 Leonardo González-Wilhelm

Al parecer esa falencia no es tan solo regional. En 2010 G. Edmond


publicó un artículo en el cual reconocía que la exigencia de confiabilidad
no suele gobernar la admisibilidad de las pruebas científicas a juicio en
Australia. Tanto es así que, debido a una interpretación excesivamente
celosa de la regulación normativa de ese país, han ninguneado la doctrina
Daubert y emitido sentencias en las cuales se ha llegado a expresar lo si-
guiente1654: “El foco debe estar en las palabras conocimiento especializado
y no en la introducción de ideas extrañas tales como la confiabilidad”.
Con todo, se trata de un escenario que afortunadamente ha ido cambiando
en los últimos años1655.
Ahora bien; desde el mundo del Derecho podría argumentarse –con
aparente viso de razón– que sencillamente escapa a sus competencias poder
definir inequívocamente que la metodología empleada en una pericia es
correcta desde un punto de vista científico. Lo malo de esa postura es que
favorece la inercia. Se tiende a omitir el empleo de herramientas sencillas
y útiles que están al alcance de litigantes (ej. recurrir a consultores técni-
cos1656) y jueces de garantía (ej. ponderar lo expresado por los peritos en
sus informes escritos1657).

R v Tang (2006) 65 NSWLR 681, [137]. Citado en: Edmond G. Impartiality, efficiency
1654

or reliability? A critical response to expert evidence law and procedure in Australia. Aust J
Forensic Sci. 2010;42(2):83-99.
Freckelton I, Goodman-Delahunty J, Horan J, Mckimmie B. Expert Evidence and
1655

Criminal Jury Trials. 1ª edición. Reino Unido: Oxford University Press; 2016.
1656
Véase Capítulo 1: “El consultor técnico”.
Como se señaló en el Capítulo 3 –sin necesidad de tener conocimientos del área sobre la
1657

cual ha sido emitido el informe– la sola lectura de este permite muchas veces hacerse una idea
de la idoneidad del perito y la confiabilidad de su peritaje. Si el experto incorpora expresiones
que denotan parcialidad o se pronuncia sobre cuestiones jurídicas, evidencia que desconoce
su rol y, por tanto, es difícil pensar que sea un perito idóneo. Así también, si el contenido de
su informe es subóptimo y no expresa detalladamente las observaciones efectuadas ni los ar-
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 843

También ha ocurrido que, en una suerte de discusión del origen del


huevo y la gallina, algunos autores han apuntado a los científicos forenses
como los responsables de que se presenten a juicio informes periciales de
mala calidad. En esta línea se ha sostenido que1658:

Si bien se trata de un déficit complejo de abordar1659, creo que la comu-


nidad científica internacional ha “recogido el guante” y se está ocupando
seriamente del tema. Muestra de ello es (por ejemplo) el trabajo desplegado
por la National Commission on Forensic Science (NCFS) de Estados Uni-
dos, el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes del
Reino Unido, el Goudge Inquire en Canadá y las recientes publicaciones
del President’s Council of Advisors on Science and Technology (PCAST)
de la Casa Blanca en Washington D.C.1660. Pero en nuestro país estamos a
años luz… la investigación en materias forenses es mínima (véase Capítulo 2:
“La formación de un médico legista”) y al Estado pareciera no importarle la escasa
cantidad de especialistas (véase Capítulo 2: “Pastelero a tus pasteles”) ni que profe-
sionales sin la debida preparación se desempeñen en al ámbito pericial
(véase Capítulo 6: “¡Llame ya!”).

gumentos y fundamentos de cada interpretación que realiza, será (a lo menos) dudoso que se
trate de un peritaje confiable.
1658
Edmond G. Actual innocents? Legal limitations and their implications for forensic
science and medicine. Aust J Forensic Sci. 2011;43(2-3):177-212.
1659
Véase: Cole SA. Toward Evidence-Based Evidence: Supporting Forensic Knowledge
Claims in the Post-Daubert Era. Tulsa Law Review. 2007;43(2):263-84.
1660
Véase: a) Butler J. Recent activities in the United States involving the National Com-
mission on Forensic Science and the Organization of Scientific Area Committees for Forensic
Science. Aust J Forensic Sci. 2016:1-15; b) Duce M. Prueba pericial y su impacto en los errores
del sistema de justicia penal: antecedentes comparados y locales para iniciar el debate. Ius
et Praxis. 2018; 24(2). En prensa; c) PCAST report on Forensic Science in Criminal Courts:
Ensuring Scientific Validity of Feature-Comparison Methods. Septiembre de 2016. Disponible
en: http://bit.ly/2xKHNwS (última visita el 31-08-2018).
844 Leonardo González-Wilhelm

Para finalizar cabe señalar que la situación mundial actual respecto de


los debates de admisibilidad de la prueba pericial pareciera indicar que
en el foro penal hay una gran permeabilidad a incorporar a juicio la evi-
dencia incriminatoria (no así la exculpatoria), en tanto que en el área civil
existiría una tendencia a excluir la prueba pericial que presenta la parte
demandante1661. En Chile –por ahora– no habría tendencia alguna. Los
debates de admisibilidad serían aún inexistentes o excepcionales. Y, muy
a mi pesar, percibo que la ciencia basura y la mala ciencia siguen siendo
asiduos visitantes de los tribunales.

Antes de ir a declarar

Una vez que un peritaje ha sido admitido como medio de prueba para
el juicio, una de las tareas del litigante será definir estratégicamente si re-
sulta procedente gestionar una convención probatoria u otro acuerdo con
la contraparte1662. Si bien es raro que ello ocurra después de la APJO, lo
cierto es que nuestra regulación penal1663 permite en casos excepcionales
que las partes convengan probar algún punto sin entrar a debatirlo. Por
tanto, cabe contemplarlo como una posibilidad en ciertos casos. De con-
cretarse, lo correcto y cortés es que el abogado informe al perito que su
comparecencia ya no será necesaria.
Si no hay convenciones respecto del peritaje y se ha definido la intención
de que el experto declare en el juicio, tanto los peritos como el litigante
que lo presentará deben prepararse adecuada y oportunamente para esa
instancia. Esto exige un trabajo personal de cada uno. Será imprescindi-
ble también que sostengan una reunión a fin de aclarar eventuales dudas

Véase: a) Cole SA. Toward Evidence-Based Evidence: Supporting Forensic Knowledge


1661

Claims in the Post-Daubert Era. Tulsa Law Review. 2007;43(2):263-84; b) Edmond G. Im-
partiality, efficiency or reliability? A critical response to expert evidence law and procedure in
Australia. Aust J Forensic Sci. 2010;42(2):83-99. Con todo, el canadiense Ken J. Berger sos-
tiene una opinión opuesta. Véase: Berger KJ. Evidence-Based Forensic Medicine: A Canadian
Perspective. Legal and Forensic Medicine. Berlin Heidelberg: Springer-Verlag; 2013.
1662
Junto con aspectos estratégicos, el litigante que decida explorar esta posibilidad (referida
a acordar que determinados hechos se dan por aceptados y, por ende, no serán materia para
discutir en el juicio) debe tener en consideración que no se afecte garantías constitucionales.
En el área penal, el Artículo 331 letra b) del Código Procesal Penal permite que (con el
1663

acuerdo de las partes y la aquiescencia del tribunal) un peritaje pueda ser incorporado al debate
mediante la sola lectura del documento.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 845

y estructurar conjuntamente la estrategia que consideren apropiada para


enfrentar situaciones que puedan surgir en el transcurso de la declaración
pericial y el desarrollo del juicio oral.

Coordinación entre el litigante y el perito

Una fluida y oportuna comunicación entre el abogado que presentará


la pericia y el perito que depondrá respecto de ella es crucial para sortear
con éxito la tarea cuando el experto concurra a estrados1664. Sin embargo,
a pesar de la importancia que tiene una correcta coordinación entre ambos
actores y la responsabilidad profesional que le compete en ello al abogado,
mi experiencia corrobora lo descrito en otros países1665… lo común es que
los litigantes no se preocupen debidamente de este punto. Muchas han sido
las veces en las cuales he tenido que ser yo quien los contacte antes del jui-
cio para hacerles presente la relevancia de preparar determinados aspectos.
Los objetivos que ha de tener esta reunión de coordinación son varios:

1. Ratificar que el perito ha sido notificado de la diligencia

Aunque parezca obvio, el abogado que pretende presentar a un perito


debe asegurarse que este sabe que ha sido citado a comparecer al juicio. No
vale asumirlo… “Quien debe coordinar la comparecencia y la asistencia
es el propio interviniente”1666.

2. Conocer oportunamente si el perito tiene alguna imposibilidad


para comparecer
El litigante debe asegurarse que el perito que desea presentar en el juicio
no estará imposibilitado para cumplir ese deber, ya que –de ser así– es su
deber gestionar la estrategia más idónea que permita superar ese obstáculo.

1664
Véase: a) Houck MM, Siegel JA. Fundamentals of forensic science. 3ª edición. U.K.:
Academic Press; 2015; b) Wyatt J, Squires T, Norfolk G, et al. Oxford handbook of forensic
medicine. 1ª edición. Nueva York: Oxford U. Press; 2011; c) Matson JV. Effective Expert
Witnessing. 3ª edición. Estados Unidos: CRC Press; 1999.
1665
Freckelton I. Expert evidence and healthcare professionals. En: Gall J, Payne-James J.
Current practice in forensic medicine. 1ª edición. Singapur: Wiley-Blackwell; 2011.
1666
Garrido O. La Prueba de Peritos en el Nuevo Proceso Penal (2009). Disponible en:
http://bit.ly/2HqrYQD (última visita el 31-08-2018).
846 Leonardo González-Wilhelm

Cabe recordar acá que en nuestro sistema procesal penal la prueba pericial
“consiste en la declaración que en juicio presenta el experto, sin que ella
pueda ser reemplazada o sustituida por declaraciones previas registradas
en actas o por su informe pericial escrito, salvo los casos excepcionales
regulados por la ley”1667.
Ahora bien; los abogados suelen decir que “nadie está obligado a lo
imposible” y aplicando ese axioma, nuestro Código Procesal Penal con-
templa actualmente que:

•• cuando fuere previsible que el perito se encontrará en la imposibilidad


de concurrir al juicio oral por tener que ausentarse a larga distancia
o existir motivo que hiciere temer su muerte, su incapacidad física o
mental, o algún otro obstáculo semejante, se podrá solicitar del juez de
garantía que reciba su declaración anticipada a fin de poder reproducirla
posteriormente en el juicio1668;
•• en caso de fallecimiento o incapacidad sobreviniente del perito para
comparecer, las pericias podrán introducirse mediante la exposición
que realice otro perito de la misma especialidad y que forme parte de
la misma institución del fallecido o incapacitado1669;
•• los peritos que por algún motivo grave y difícil de superar no pudieren
comparecer a declarar a la audiencia del juicio, podrán hacerlo a través

Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013. En La-
1667

tinoamérica esta misma lógica es seguida por países como Argentina (artículos 256 y 265 del
Código Procesal Penal de la Nación); Colombia (artículo 415 inciso segundo del Código de
Procedimiento Penal); Honduras (artículo 310 del Código Procesal Penal); México (artículo 371
inciso tercero Código Nacional de Procedimientos Penales); Panamá (artículo 413 del Código
de Procedimiento Penal); Perú (artículo 378.5 del Código Procesal Penal) y Uruguay (artícu-
lo 178.3 del Código del Proceso Penal). En otras naciones se ha mantenido con mucha fuerza
el paradigma inquisitivo con regulaciones normativas que –ampliamente y no solo en casos
excepcionales– permiten la lectura del informe pericial y prescindir de la comparecencia del
perito. Tal es el caso de Bolivia (artículo 333 del Código de Procedimiento Penal); Costa Rica
(artículo 334 letra b) del Código Procesal Penal); El Salvador (artículo 372 del Código Procesal
Penal); Guatemala (artículo 364.1 del Código Procesal Penal); Nicaragua (artículo 287.1 del
Código Procesal Penal) y República Dominicana (artículo 312.3 del Código Procesal Penal).
1668
Artículos 191, 280 y 331 letra a) del Código Procesal Penal.
1669
Artículo 329, inciso final del Código Procesal Penal.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 847

de videoconferencia o a través de cualquier otro medio tecnológico apto


para su interrogatorio y contrainterrogatorio1670;
•• tratándose de peritos privados que no rindieron prueba anticipada y cuya
declaración sea considerada esencial por el tribunal, los intervinientes
podrán solicitar fundadamente que se incorpore la respectiva pericia
mediante la lectura de esta. Los supuestos en los cuales esa solicitud
será atendible se restringen a peritos que hubieren fallecido o caído
en incapacidad física o mental, o estuvieren ausentes del país, o cuya
residencia se ignorare o que por cualquier motivo difícil de superar no
pudieren declarar en el juicio1671.

Como se aprecia, la clave acá es una actitud proactiva del litigante, que
le permita anticipar ciertos escenarios y gestionar la solución más apropia-
da. En ese contexto la comunicación con el perito es insustituible. No debe
olvidarse (aunque suele ocurrir) que cuando el experto es notificado de su
citación, solo se le informa el día de inicio del juicio oral. Pero los juicios
normalmente duran varios días (incluso semanas o meses) y el perito prácti-
camente nunca declarará en la primera jornada. Por ende, la fecha notificada
es una información meramente referencial y, de darse el caso, no le permitirá
probar al litigante que el perito “sabía que tenía que comparecer”1672.
El debido respeto entre profesionales sugiere que el abogado debe
procurar ser empático con el perito (quien puede tener motivos personales
importantes, que compliquen su comparecencia en un día específico) y el
experto –recíprocamente– debe también comprender que su concurrencia
puede resultar de enorme importancia para que el litigante logre desplegar
cabalmente su teoría del caso ante el tribunal. Habiéndose obtenido esa
mutua comprensión, lo habitual es que se logre llegar a acuerdos y el perito
declare en la fecha y del modo que resulte más conveniente para ambos1673.

1670
Artículo 329, inciso penúltimo del Código Procesal Penal.
1671
Artículo 331 letra e) del Código Procesal Penal.
1672
Para fines prácticos, sería completamente absurdo pretender que el perito concurra
todos los días del juicio al tribunal y espere (encerrado) el momento en que el litigante decida
hacerlo pasar a declarar… o liberarlo de esa obligación.
1673
Si la situación lo amerita, el litigante puede efectuar una solicitud de prueba anticipada
o por videoconferencia. O bien, puede estructurar la rendición de su prueba de manera tal de
acomodarla a la disponibilidad del perito. Por último, puede intentar solicitar que se suspenda
848 Leonardo González-Wilhelm

Lamentablemente existen abogados que, enfrentados a este escenario,


no escuchan razones. Si el perito fue apercibido bajo el artículo 33 del
Código Procesal Penal1674, optan simplemente por solicitar al tribunal que
otorgue una orden de detención. Aun cuando obrar de esta manera pueda
estar amparado legalmente, no significa que sea correcto ni mucho menos
apropiado desde el punto de vista estratégico. En tal sentido, este modo de
proceder debiese ser contemplado como un recurso excepcional y aplicable
solo en casos de peritos que injustificada o displicentemente se desentienden
de su labor. Pero bueno… no siempre ocurre así (véase Capítulo 6: “Desincentivos
a la labor pericial”).

3. Aclarar dudas

La reunión entre el perito y el abogado que lo presentará a juicio es la


oportunidad para que el litigante aclare dudas y términos técnicos, formule
preguntas que hayan surgido con posterioridad a la emisión del informe
pericial, discuta hallazgos surgidos de otras diligencias investigativas, etc.
En definitiva: asegurar que exista una mutua comprensión entre perito-abo-
gado1675. Como bien señalan W. J. Chisum et al.:

la audiencia de juicio oral “por razones de absoluta necesidad” (artículo 283 inciso primero).
Lo único que se necesita para cualquiera de estas gestiones, es la voluntad de llevarlas a cabo.
“Tratándose de los testigos, peritos u otras personas cuya presencia se requiriere, po-
1674

drán ser arrestados hasta la realización de la actuación por un máximo de veinticuatro horas
e imponérseles, además, una multa de hasta quince UTM”.
Véase: a) Houck MM, Siegel JA. Fundamentals of forensic science. 3ª edición. U.K.:
1675

Academic Press; 2015; b) Chisum WJ, Turvey BE, Freeman J. Reconstruction court presen-
tation and testimony. En: Chisum WJ, Turvey BE. Crime reconstruction. 2ª edición. EE. UU.:
Academic Press; 2011.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 849

4. Trabajar conjuntamente la estrategia de la declaración

Esta labor debe ser correctamente comprendida. No se trata acá de


elaborar un guión, ya que el litigante en ningún caso tiene la potestad
de mandatar al perito respecto de lo que puede o no declarar. El trabajo
apunta a que el experto pueda ayudar al abogado a delinear un examen
directo apropiado a las necesidades y recursos disponibles, así como un
contraexamen pertinente de peritos del área que puedan ser presentados
por la(s) contraparte(s). Por su parte el litigante buscará recrear la diná-
mica que enfrentará el perito cuando se encuentre en estrados, ensayando
con él distintos escenarios posibles. La idea es que “ambos mejoren sus
habilidades de cara a cumplir sus respectivos roles”1676.
De este modo se buscará que el abogado logre adquirir una cabal
comprensión del área de especialización del experto, a fin de que pueda
personalizar las preguntas de acreditación y la eventual línea de desacre-
ditación de otro experto en el contraexamen. Interesará también asegurarse
que las preguntas que se pretenden hacer en el examen directo no excedan
los ámbitos de competencia del perito y precisar el marco teórico que cabe
esperar de otro experto1677. Saber –en definitiva– qué puede declarar un
perito y qué no, averiguando (por ejemplo):

•• “Si yo le pregunto esto, ¿Ud. qué me respondería?”


•• “¿Qué tendría que preguntarle para que quede claro que…?”
•• “¿Podría darme un ejemplo de…?”
•• “¿Qué anexos de su peritaje necesita que le exhiba para aclarar esto
al tribunal?”
•• “Si el abogado de la contraparte le consulta esto, ¿Ud. qué le respon-
dería?”
•• “Si le pregunto esto al perito que presentará la contraparte, ¿qué ten-
dría que responderme?”

Freckelton I. Expert evidence and healthcare professionals. En: Gall J, Payne-James J.


1676

Current practice in forensic medicine. 1ª edición. Singapur: Wiley-Blackwell; 2011.


1677
Véase: a) Houck MM, Siegel JA. Fundamentals of forensic science. 3ª edición. U.K.:
Academic Press; 2015; b) Chisum WJ, Turvey BE, Freeman J. Reconstruction court presentation
and testimony. En: Chisum WJ, Turvey BE. Crime reconstruction. 2ª edición. EE. UU.: Academic
Press; 2011; c) Saxton JW, JP. Giving expert opinion in court. Medicine & Law. 2001 (October).
850 Leonardo González-Wilhelm

Una buena forma de practicar las competencias para el juicio oral es


que el abogado que presentará la pericia asuma el rol de la contraparte y
simule un contraexamen. Ese ejercicio ayudará a descubrir falencias de
su peritaje y permitirá ensayar destrezas del experto para responder este
particular tipo de interrogatorio1678.
Será importante también que el litigante provea de información al perito
respecto del abogado de la contraparte (ej. modo en que interroga, preguntas
esperables) y el ánimo del tribunal. Esto último es especialmente importante
de tener en cuenta para preparar una declaración que logre captar el interés
y resulte aclaratoria para los juzgadores.

Finalmente, algo que no se puede eludir en esta instancia, es elaborar en


conjunto las estrategias que resulten apropiadas para adelantar en el examen
directo cualquier flanco de debilidad potencial, sea del perito o del informe
pericial que evacuó (véase “Examen directo del perito”, más adelante).

5. Coordinar aspectos prácticos

El éxito en la declaración del perito pasará también por asegurar que el


profesional (técnico, artista o práctico) disponga de los medios que resulten
apropiados para que explique correctamente su trabajo al tribunal. Así, la
necesidad de contar en el juicio oral con recursos tales como pizarrón,
rotuladores (idealmente de varios colores), proyector Data Show, puntero,
etc., es algo que no puede ser dejado al azar.
Otro tema importante es convenir un horario aproximado para la com-
parecencia y coordinar un método de comunicación para ese día (ej. men-
saje de texto)1679. Si bien el momento exacto en que el perito deba pasar a

1678
Matson JV. Effective Expert Witnessing. 3ª edición. Estados Unidos: CRC Press; 1999.
No está de más decir que durante la realización del juicio la comunicación entre el
1679

perito y el abogado de la parte solo podrá referirse a cuestiones coloquiales u otros aspectos
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 851

declarar estará condicionado por múltiples factores que no siempre pueden


ser controlados por el litigante, la coordinación se sitúa en un marco de
respeto profesional mutuo y apunta a:

•• evitar que el experto pierda el tiempo y se fastidie esperando declarar,


dejando de paso de atender otras obligaciones;
•• otorgar seguridad al litigante respecto de que el perito estará de buen
ánimo y disponible en el momento en que sea requerido.

¿Es posible reunirse con el perito que presentará la contraparte?

Del mismo modo en que es crucial para una estratégica preparación de


la litigación juntarse con el perito que se pretende presentar a juicio, en
determinadas circunstancias puede ser muy útil para el abogado reunirse
también con un perito que ha evacuado un informe pericial a solicitud de
alguna de las contrapartes.
Cuando he planteado esta opción en clases, lo común es que los pro-
fesionales del Derecho me cuenten que –en las oportunidades en que han
intentado acceder a una instancia como esa– el experto no ha respondido
sus llamados o se ha negado de plano a la posibilidad.
Entendiendo que los peritos tienen la obligación de comportarse “en
forma completamente neutral o imparcial” respecto de las partes en litigio,
no existiría en principio una causal de fondo que impida concretar una
reunión de esta naturaleza. Con todo, el experto debe mantener secreto
sobre las actividades que realiza (véase Capítulo 1).
Por ende –habiendo evacuado un dictamen a solicitud de uno de los
litigantes– el perito solo podría comentar ese trabajo con otro interviniente
no ajeno al procedimiento si el abogado que requirió el peritaje lo autoriza.
Visto lo anterior, coincido con la solución propuesta por W. J. Chisum et
al., quienes indican que es posible que un litigante se reúna con un experto
a discutir un informe pericial que ha evacuado a solicitud de la contraparte,
en la medida que el abogado de esa parte lo autorice y esté presente también
en la instancia1680.

(ej. coordinación), pero no podrán “ser informados de lo que ocurriere en la audiencia” (Ar-
tículo 329 del Código Procesal Penal).
1680
Chisum WJ, Turvey BE, Freeman J. Reconstruction court presentation and testimony.
En: Chisum WJ, Turvey BE. Crime reconstruction. 2ª edición. EE. UU.: Academic Press; 2011.
852 Leonardo González-Wilhelm

Preparación del litigante

La presentación en juicio de la prueba pericial requiere de una prepa-


ración particularmente intensa por parte de los litigantes. Las estrategias y
recomendaciones para cumplir esa tarea se vinculan con la teoría del caso
y las proposiciones fácticas que –para el caso– requieran ser probadas.
En ese entendido exceden los ámbitos de mi competencia y debieran ser
revisados en la literatura que aborda específicamente el tema1681.

Preparación del perito

La declaración del perito en un juicio oral de carácter adversarial es


mucho, mucho más que simplemente responder algunas preguntas. Es la
instancia en la cual el experto concretará su delicada misión, la cual (como
se dijo en el Capítulo 1) no admite ligereza, superficialidad ni frivolidad.
Presentarse a declarar sin una suficiente preparación puede hacer que
el más competente de los peritos otorgue una mala impresión. A ojos de
los jueces (o jurado) parecerá una persona desorganizada, olvidadiza e
incluso descuidada, lo que indudablemente le restará credibilidad1682. Mu-
cho cuidado entonces… concurrir a exponer un peritaje ante un tribunal es
una actividad compleja, estresante, que exige prestar atención a múltiples
factores y obliga a empoderarse del rol de perito. Quien no lo entienda así,
seguramente pasará más de un inolvidable mal rato.

Véase, por ejemplo: a) Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Edicio-
1681

nes Didot; 2013; b) Baytelman A, Duce M. Litigación penal. Juicio oral y prueba. 1ª edición.
Santiago. Universidad Diego Portales; 2011; c) Lorenzo L. Manual de litigación. 1ª edición.
Buenos Aires: Ediciones Didot; 2012; d) Decap M. Acerca de la prueba pericial en concreto:
documento para orientar construcción de carpeta del perito que va a ser examinado y contra
examinado. Revista del Instituto de la Judicatura Federal. 2014; 38: 201-43; e) Blanco R, Decap
M, Moreno L, et al. Litigación estratégica en el nuevo proceso penal. 1ª edición. Santiago:
LexisNexis; 2005.
Estudios empíricos realizados en Australia en 1999 y 2001 mostraron que los jueces se
1682

impresionan más con la experiencia práctica y familiaridad que tenga el perito con los hechos de
la causa, que con sus credenciales, publicaciones o desempeño pericial previo. En: Freckelton
I. Expert evidence and healthcare professionals. En: Gall J, Payne-James J. Current practice in
forensic medicine. 1ª edición. Singapur: Wiley-Blackwell; 2011.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 853

La preparación abarca conocer al dedillo el contenido del peritaje que


se evacuó y los aspectos teóricos que inciden en él (literatura relevante).
Implica también estrategia: tener definido cómo se le explicará al tribunal
la metodología, hallazgos y conclusiones de su trabajo, así como también,
anticipar escenarios posibles para no verse sorprendido. Y, por último, hay
que prestar atención a una serie de aspectos conductuales.
Para quienes sean primerizos en estas lides, un consejo útil es que en
los días previos a su declaración vayan a ver (como público) a lo menos
un juicio oral. No está de más advertir que debe tratarse de un proceso
distinto a la causa para la cual se ha requerido su comparecencia1683. Darse
el tiempo para este ejercicio resulta muy valioso, ya que le permitirá al
perito observar directamente las ritualidades que tienen lugar, despojarse de
ideas preconcebidas1684 y apreciar cómo se comportan los distintos actores.
Recordando lo indicado al inicio de este capítulo, durante su declaración
el perito deberá desplegar una serie de destrezas de comunicación que no
son innatas. Partiendo de la base de que el experto comprende qué papel
desempeña en el desarrollo del juicio oral, la práctica y experiencia le
permitirán depurar esas habilidades. Freckelton señala certeramente1685.

En el marco de lo expresado, algunas recomendaciones generales son:

•• Planificar el traslado al tribunal, a fin de arribar al lugar un poco antes


del horario convenido.
•• Utilizar un vestuario cómodo, serio y sobrio1686.

1683
Véase artículo 329 del Código Procesal Penal.
1684
Los juicios orales, al menos en estas latitudes, tienen una dinámica que difiere bastante
del estereotipo hollywoodense que nos transmite el cine y la televisión.
1685
Freckelton I. Expert evidence and healthcare professionals. En: Gall J, Payne-James J.
Current practice in forensic medicine. 1ª edición. Singapur: Wiley-Blackwell; 2011.
1686
La vestimenta del perito durante su declaración debe estar acorde a lo que se espera
de un profesional en el tribunal. No debe ser informal ni tampoco su ropa habitual de trabajo.
854 Leonardo González-Wilhelm

•• Guardar en todo momento la disciplina propia del lugar.


•• Al responder deberá dirigirse siempre a los jueces y no al abogado que
le ha hecho la pregunta1687.
•• No hablar demasiado lento ni muy rápido1688.
•• Utilizar un volumen audible y un tono de voz con variaciones, no plano
o monocorde.
•• Proyectar seguridad, pero no arrogancia, soberbia ni pedantería.
•• Cuidar lenguaje no verbal, siendo comedido en sus gestos1689.
•• No pretender dictar cátedra; su audiencia no son sus pares, sino jueces
legos en la materia.
•• Recordar que su rol es aclarar ciertos temas, no convencer sobre una
teoría en particular1690.
•• Evitar verborrea e impaciencia1691.
•• Mantener declaración siempre dentro del marco de su área de experticia.

Recordar que se trata de una declaración, no una conversación o diálogo con los litigan-
1687

tes. Su audiencia son los jueces (o jurado); es con ellos con quienes el perito debe establecer un
adecuado rapport. Mantener un contacto visual permanente le permitirá asegurarse que están
prestando atención y percibir si comprenden lo que está expresando. Además, en el marco del
contraexamen, esta conducta evitará que el perito pueda verse influenciado por el lenguaje no
verbal de un abogado que buscará manipularlo.
La velocidad correcta será aquella que permita que los jueces logren tomar notas y apun-
1688

tes de sus dichos, lo cual el perito podrá apreciar observándolos atentamente mientras declara.
Declarar ante un tribunal genera estrés fisiológico. Al inicio y durante la deposición
1689

se producirá descarga de catecolaminas (ej. adrenalina), lo que provocará efectos tales como
taquicardia, aceleración de la respiración, sudoración, sequedad de boca, etc. Es normal e incluso
conveniente que ello sea así, ya que se trata de una respuesta que ayuda a mantenerse alerta. Lo
clave acá es no perder el control ni exteriorizar emociones indebidas (ej. nerviosismo, angustia,
enojo), cuestión que se consigue con una adecuada preparación (que permita evitar sorpresas)
y una correcta comprensión de la labor (que implica no involucrarse emocionalmente con el
resultado de la causa judicial).
La incapacidad de un perito de reconocer que una misma situación puede ser abordada
1690

desde distintos enfoques refleja falta de objetividad, haciéndolo aparecer sesgado, parcial y, por
ende, poco confiable. Con todo, el experto tampoco puede pasarse al otro extremo y adoptar una
actitud condescendiente. La guía básica es la prudencia y mantener disposición para admitir la
crítica, aceptando solo lo que a la razón y a la verdad convenga.
El perito tiene que esperar que el litigante complete la pregunta (ya que pudiese ser
1691

objetada por el abogado de la contraparte) y recordar que no hay necesidad alguna de llenar
con palabras los silencios que se produzcan.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 855

•• No pelear con el contraexaminador: conservar semblante profesional,


respondiendo de manera clara, balanceada y sin pasiones.

Exposición inicial

Cuando el perito es llamado a declarar, deberá caminar hacia el estrado


y una vez allí, mantenerse de pie junto al micrófono mirando al juez presi-
dente de la sala. Este procederá a preguntarle su nombre, número de RUN,
fecha y lugar de nacimiento, actividad y domicilio. Luego le ordenará que
jure o prometa decir verdad acerca de lo que se le consultará1692, tras lo
cual lo autorizará a tomar asiento.
Acto seguido le recordará que ha sido llamado a declarar en calidad de
perito, advirtiéndole que se encuentra bajo juramento y sujeto a sanciones
en caso de no decir verdad. Finalmente –en nuestro modelo procesal pe-
nal1693– le otorgará la palabra para que exponga “brevemente el contenido
y las conclusiones de su informe”. En otros países se pasará directamente
al examen directo1694, aunque en algunos de ellos puede ordenarse que se
lea el informe pericial antes de comenzar el interrogatorio de la parte que
presenta la pericia.
Lo que haga o deje de hacer el perito en los siguientes minutos será muy
importante para el resto de su declaración. En buena medida, es en esta fase

1692
Si bien no es lo correcto, algunos jueces siguen utilizando en esta instancia la expresión
que contempla el artículo 203 del antiguo Código de Procedimiento Penal y ordenan al perito a
que jure o prometa “decir la verdad sobre lo que fuere preguntado, sin añadir ni ocultar nada
de lo que conduzca al esclarecimiento de los hechos”.
1693
Artículo 329, inciso tercero del Código Procesal Penal. Idéntica norma se contempla
en los juicios orales ventilados ante tribunales de familia de nuestro país (artículo 64, ley
Nº 19.968). El mismo modelo es seguido por otras naciones latinoamericanas, por ejemplo:
Costa Rica (artículo 352 del Código Procesal Penal); Panamá (artículo 414 del Código de Proce-
dimiento Penal); Perú (artículo 378.5 del Código Procesal Penal) y Uruguay (artículo 178.3 del
Código del Proceso Penal).
1694
Tal es el caso de Argentina (artículo 264 del Código Procesal Penal de la Nación);
Bolivia (artículo 351 del Código de Procedimiento Penal); Colombia (artículo 417 del Código
de Procedimiento Penal); El Salvador (artículo 387 del Código Procesal Penal); Guatemala
(artículo 376 del Código Procesal Penal); Honduras (artículo 326 del Código Procesal Penal);
México (artículo 372 inciso tercero Código Nacional de Procedimientos Penales); Nicaragua
(artículo 308 del Código Procesal Penal) y República Dominicana (artículo 326 del Código
Procesal Penal).
856 Leonardo González-Wilhelm

en la cual el experto condiciona su “relación” con los jueces, captando o no


su atención. Por tanto, la exposición inicial debe ser planificada y llevada
a cabo estratégicamente. Los factores para considerar son varios:

•• La duración previa del juicio.


•• El ánimo y disposición de los jueces (o jurado).
•• La complejidad y extensión del informe pericial.
•• El aporte adicional de ese medio de prueba con respecto de los otros
presentados.
•• La importancia del peritaje para el núcleo central de lo que se pretende
probar.

Si la declaración del perito se da en el contexto de un juicio oral que


lleva varios días o semanas de duración y el contenido del peritaje no
permitirá aportar información significativamente distinta a lo que ya se
ha ventilado (repetidamente) en las audiencias previas, lo óptimo es que
esta exposición inicial sea muy breve y acotada a referir la metodología
empleada (sin explicarla por ahora) y las conclusiones a las cuales se lle-
gó. Similar estrategia resulta recomendable si el tribunal a esa altura ha
exhibido indicios concretos de rechazo hacia la teoría del caso de la parte
que presentará la pericia, en el caso de informes sencillos y cortos (que
son más simples de abordar íntegramente en el examen directo) o cuando
el medio de prueba apunta a temas secundarios y no centrales del litigio.
Si se trata de un dictamen complejo, extenso, central para la teoría del
caso de la parte que lo presenta o que aportará un enfoque particular no
debatido hasta ese momento en el juicio, la exposición inicial del perito
adquiere una relevancia mucho mayor. Por tanto, será conveniente que el
experto profundice más, manteniéndose siempre atento a la receptividad
de los jueces y modulando su discurso en función de ello.
El perito debe evitar repetir en forma mecánica el contenido de su
dictamen escrito. También ha de procurar no omitir elementos esenciales
o profundizar en aspectos irrelevantes, lo que ratifica la importancia que
tiene la reunión de coordinación previa con el abogado de la parte que lo
presentará al juicio.
Una forma útil de sortear con éxito la exposición inicial del peritaje en
casos complejos, es partir solicitando autorización al tribunal para efectuar
apuntes en un pizarrón. Si ello es concedido (normalmente ocurre así), el
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 857

experto intentará plasmar allí de forma temática, didáctica e íntegra los as-
pectos relevantes de su informe. Proceder así tendrá varios efectos positivos:

•• Captará la atención e interés de los jueces1695.


•• Permitirá dar un orden a la exposición que todos los presentes puedan
seguir.
•• Resaltará gráficamente los elementos centrales a considerar1696.
•• Será un registro que servirá como ayuda memoria.
•• Facilitará la tarea de reforzar o complementar conceptos cuando las
partes interroguen.

Junto con resultar determinante del rapport que el perito llegue a es-
tablecer con los jueces (o jurado), la exposición inicial permite la trans-
ferencia al juicio oral de información que queda sujeta a valoración por
parte del tribunal. De este modo, no se corre el riesgo de que cuestiones
claves puedan llegar a ser omitidas porque alguno de los litigantes olvide
preguntarlas en su interrogatorio. Por otro lado, como ya se han incorporado
determinados antecedentes, la labor del abogado durante el examen directo
se facilitará porque la posibilidad de que sus preguntas resulten sugestivas
será mucho menor1697.

Examen directo del perito

El examen directo está constituido por la declaración que realiza el


perito a partir de las preguntas que le formula la parte que ha solicitado su
comparecencia1698. A diferencia del contraexamen, es una parte del juicio
oral que los litigantes nunca omitirán. Por más completa que haya sido la
exposición inicial del experto (en los países donde se contempla esa ins-

En mi experiencia, es común que se sientan intrigados por ver qué escribe el perito y
1695

cómo desarrollará oralmente cada tópico.


1696
Esto es muy importante, porque será información que se mantendrá a la vista de los
jueces durante todo el tiempo que dure la declaración.
1697
Blanco R. Examen y Contraexamen de Peritos. Aspectos Estratégicos. En: Curso pro-
fundizado de litigación penal. Consejo de la Judicatura Federal - Universidad Alberto Hurtado.
Ciudad de México, 27 de mayo 2013.
1698
Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013.
858 Leonardo González-Wilhelm

tancia), igualmente será necesario efectuar a lo menos algunas preguntas


destinadas a acreditar la idoneidad del perito.
En el interrogatorio el abogado recurrirá a preguntas la mayor parte
de las veces abiertas (para favorecer que el experto se explaye sobre lo
consultado) o cerradas (para que el perito se focalice en determinados as-
pectos) y no podrá efectuar consultas sugestivas en las cuales la pregunta
induzca o contenga la respuesta1699. Lo que el perito declare debe provenir
del conocimiento que tenga de un determinado hecho o circunstancia y no
de la información que posea el abogado que lo presenta. De este modo,
si se desea (por ejemplo) hacer presente al tribunal el resultado de una
alcoholemia, caben los siguientes escenarios:

•• “Doctor, ¿cuál fue el resultado de la alcoholemia del Sr. Pérez?”


CORRECTO
•• “Doctor, ¿el resultado de la alcoholemia del Sr. Pérez fue 1,5‰?”
INCORRECTO

Ahora bien; si el perito ya incorporó esa información en su exposición


inicial o en respuestas previas, será correcto preguntar: “Doctor, Ud. le
señaló al tribunal que resultado de la alcoholemia del Sr. Pérez fue 1,5‰,
¿cierto?”.
Un segundo tipo de preguntas sugestivas son aquellas que inducen al
perito a responder en un determinado sentido. Por ejemplo:

•• “Doctor, ¿qué encontró al examen sexológico de la Srta. López?”


CORRECTO
•• “Doctor, ¿encontró desgarros himeneales al examen sexológico de la
Srta. López?”
INCORRECTO

Nuevamente, si el perito ya había incorporado la información de que


la Srta. Pérez tenía desgarros himeneales, no será sugestivo consultar (por
ejemplo): “Doctor, ¿dónde se situaban los desgarros del himen que Ud.
encontró en el examen sexológico de la Srta. López?”.

1699
Artículo 330 del Código Procesal Penal.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 859

Una última modalidad de preguntas sugestivas son las que condicionan


la respuesta al aportar un abanico de opciones restringido. Por ejemplo:

•• “Doctor, Ud. dijo que el occiso presentaba heridas en la mano. ¿Re-


cuerda cuántas?”
CORRECTO
•• “Doctor, Ud. dijo que el occiso presentaba heridas en la mano. ¿Dos
o tres heridas?”
INCORRECTO

Los principales objetivos para el examen directo de un perito son: a) sol-


ventar su credibilidad convenciendo al juzgador de que se está en presencia
de un verdadero conocedor de la materia sobre la cual versa la declaración
(lo que suele denominarse acreditación o legitimación); y b) lograr que el
perito incorpore de manera clara al juicio los contenidos del informe pericial
que el abogado considere favorables a su teoría del caso. Otros objetivos
secundarios serán adelantar debilidades (sea del perito o del dictamen que
evacuó) y obtener información que se enmarque en su área de experticia y
pueda servir de contexto para la valoración de otra prueba del caso.
En el marco del examen directo lo importante es que el perito destaque.
El litigante que lo presenta tiene un protagonismo significativo, pero en las
sombras. “El mejor abogado de exámenes directos es aquél que resulta
invisible para el tribunal”1700. Como una especie de titiritero, condicio-
nará el devenir de la obra procurando no ser notado y que la audiencia
olvide su presencia. Esto lo materializará a partir del tipo de preguntas
que realice y el orden que escoja para abordar los distintos tópicos. Así
–aprovechándose de ciertos sesgos cognitivos– habitualmente comenzará
el examen directo con las preguntas de acreditación y finalizará el interro-
gatorio con algún punto de la pericia que sea particularmente favorable
a su teoría del caso1701.

1700
Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013.
1701
Al comenzar con la acreditación buscará obtener el llamado “Efecto primacía”, forma
de sesgo en el cual aquellas ideas o argumentos que se aportan inicialmente reciben mayor
credibilidad que las que surgen después. Por otra parte, al finalizar con un punto potente para
su teoría del caso, estará tratando de conseguir el “Efecto recency”, tipo de sesgo en el cual
aquellas ideas o argumentos que se aportan al final se recuerdan con mayor claridad que
860 Leonardo González-Wilhelm

Revisemos ahora algo más en detalle los objetivos principales y secun-


darios de un examen directo:

Acreditación o legitimación del perito

Por más idóneo que sea el perito en abstracto, su peso probatorio en el


juicio oral depende esencialmente de la capacidad que tenga el abogado
de transmitir (y acreditar) que el experto es creíble porque:

•• otorga suficientes garantías de seriedad y profesionalismo;


•• posee las competencias requeridas;
•• ha llevado a cabo un trabajo metodológicamente impecable; y
•• presenta conclusiones válidas y confiables.

Un buen litigante sabe que esta etapa no está constituida por un con-
junto de preguntas formales, mecánicas y estandarizadas, sino por aquellas
que en concreto tengan la capacidad de situar al perito como una persona
creíble y experta. Para tales efectos se requiere una cuidadosa preparación,
de modo tal que el abogado logre obtener un conocimiento acabado de los
antecedentes del perito, debidamente contextualizados a las necesidades y
particularidades del caso.
Como se señaló en el Capítulo 1, tratándose de un perito proveniente
del área científica su idoneidad estará dada por la posesión de un conjunto
de cualidades que idealmente incluyen: contar con título profesional, tener
especialización en la materia sometida a su análisis, ejercer docencia en el
área, efectuar investigación o contribuciones al conocimiento en la disci-
plina y poder ser reconocido por sus pares como versado en la materia. La
experiencia –atributo tantas veces consultado– es una cualidad sobrevalo-
rada y potencialmente engañosa tratándose de un científico. Recordemos
acá lo manifestado antes en este libro: un perito puede tener muy poca
experiencia, pero sí saber de lo que habla; otro muy experimentado, puede
no saber. De este modo, sin desmerecer la necesidad y eventual utilidad
de consultar sobre la práctica y experiencia, habrá que tener claro que (de

los primeros. En: Chisum WJ, Turvey BE, Freeman J. Reconstruction court presentation and
testimony. En: Chisum WJ, Turvey BE. Crime reconstruction. 2ª edición. EE. UU.: Academic
Press; 2011.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 861

forma aislada) ese antecedente no condiciona la idoneidad de un experto


del área científica1702.
Habida cuenta de lo anterior, un ejemplo ficticio de un examen directo de
acreditación en el caso de un médico que está declarando sobre un peritaje
sexológico efectuado a una menor que supuestamente fue víctima de una
violación podría ser el siguiente:

1703

1702
Véase: González-Wilhelm L., “Opinión basada en experiencia vs. Evidencia científica:
lo que algunos abogados se rehúsan a reconocer”. Disponible en: http://bit.ly/2AfJANV (última
visita el 31-08-2018).
1703
Véase: Registro Nacional de Prestadores Individuales de Salud. Disponible en: http://
bit.ly/2AY4Zfv (última visita el 31-08-2018).
862 Leonardo González-Wilhelm
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 863
864 Leonardo González-Wilhelm

Del ejemplo se desprenden varias cosas. Quizás lo primero que resulta


obvio es que el litigante no habría podido desarrollar este examen directo
sin haber tenido antes una reunión con el perito para conocer en detalle el
currículum del experto y sus particulares fortalezas.
Por otro lado, se aprecia que el perito aprovechó las preguntas abiertas
que le hizo el abogado para entregar respuestas completas, pero no ge-
néricas. En tal sentido, no ahondó en detalles potencialmente superfluos,
como –por ejemplo– mencionar cada una de las investigaciones realizadas,
los nombres de las revistas en donde estas fueron publicadas o los lugares
y cursos en donde impartía docencia. Por el contrario, junto con destacar
cualidades globales (título profesional, posgrados, beca, experiencia laboral
pertinente, imparcialidad), el examen directo incorporó datos que permitían
situar al perito como especialista, docente, investigador y autor reconocido
por pares en la materia por la cual fue llamado a declarar. Por último, aportó
al tribunal información útil para que pudiera delinear el área de experticia
requerida para el caso, remarcando que la sexología forense es un campo
de estudio propio de la medicina legal (no de otras especialidades médicas)
y que la labor pericial en la materia requería apego a ciertas guías y pautas
técnicas que este perito sí había considerado.
Un escenario bastante distinto se da en el caso de disciplinas no cientí-
ficas. En ellas la experiencia suele tener más relevancia que la formación
académica, por lo que la acreditación se enfocará en la práctica que haya
acumulado el perito, así como la calidad y reconocimiento de su trabajo.
Veamos por ejemplo la legitimación de un lutier llamado a declarar sobre
la calidad de un violín que fue vendido a un sobreprecio y que generó un
proceso penal por estafa1704.

Tomado y adaptado de Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones


1704

Didot; 2013 (pp. 114-115).


Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 865
866 Leonardo González-Wilhelm

Como se aprecia, en este caso la acreditación giró en torno a los ejes de


la experiencia, conocimiento del área, calidad y reconocimiento del trabajo
del perito, no incluyendo aspectos de estudios que no eran procedentes.

Explicar metodología, hallazgos y fundamentos de las conclusiones

No hay un formato estándar ni rígido para que el litigante practique el


examen directo. Muchas veces lo óptimo será seguir una lógica temática,
solicitándole al perito que mencione las conclusiones de interés y a partir de
ahí hacer consultas para aclarar la metodología empleada o los fundamentos
sobre los cuales se basó ese pronunciamiento. En otros casos puede resultar
razonable organizar cronológica y no temáticamente la declaración del perito
(ej. para favorecer la apreciación de relaciones de causalidad). O puede ocurrir
que la exposición inicial del experto (en los países donde existe esa práctica)
haya sido extensa y clara, en cuyo caso no será conveniente insistir majadera-
mente en puntos que ya fueron correctamente incorporados. El litigante debe
entonces adaptarse a las contingencias y estar atento al ánimo de los jueces,
de modo tal de evitar ser innecesariamente reiterativo y fastidiar al tribunal.
La clave acá es que el perito sea capaz de transmitir sus conocimientos
de forma simple y entendible por un lego, permitiendo que los juzgadores
logren comprender la importancia de esa información para la correcta re-
solución de la causa. Lo anterior no significa dejar de ser riguroso desde
el punto de vista de su área del saber o práctica. Cuando corresponda el
experto tendrá que emplear el lenguaje técnico pertinente, momento en
el cual el abogado que lo presenta debe favorecer que esta terminología le
sea explicada al tribunal. Por ejemplo:
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 867

1705

1705
Como viene al caso, cabe hacer presente que –contrario a lo que indican muchos textos
clásicos– en la actualidad se sabe también que un resultado negativo del test de Adler no permite
excluir que la mancha sea sangre y (por tanto) no debiese impedir la realización de otros análisis
que aporten mayor certeza. Véase: Castello A, Verdú F. Critical Revision of Presumptive Tests
for Bloodstains. Forensic Science Communications. 1999;1(2).
868 Leonardo González-Wilhelm

En el ejemplo anterior se cumple con justificar la conclusión de interés,


explicar la metodología utilizada y aclarar el lenguaje técnico.
Ahora bien; de nada sirve una excelente acreditación y aportar explica-
ciones comprensibles, si estas últimas se basan en opiniones a las cuales
no se les otorga el debido respaldo. El perito no puede pretender que el
tribunal haga un acto de fe y le crea simplemente porque es perito. Los
“argumentos de autoridad” llevarán inexorablemente al fracaso en una
declaración, tal como lo revelan los siguientes extractos de una sentencia:
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 869

Por último, los peritos deben estar muy atentos a no salirse jamás de
los márgenes de su experticia. Ayuda en ello que el litigante no busque
forzar los dichos del experto más allá del ámbito de su competencia. Sin
embargo, no pocas veces ocurre que durante el examen directo el abogado
“se engolosina” con las respuestas y termina haciendo preguntas de más.
Ahí pueden darse dos escenarios, ambos potencialmente perjudiciales para
sus pretensiones:

•• que el perito tenga una actitud condescendiente y se pronuncie sobre una


materia que escapa a su idoneidad, quedando no solo en una posición de
extrema debilidad para lo que suceda en el contraexamen, sino expuesto
también a una eventual acusación por falso testimonio;
•• que un experto debidamente empoderado de su rol le conteste –con
claridad y firmeza– que no le corresponde pronunciarse sobre el punto,
respuesta que no pasará inadvertida para el tribunal.

Adelantar debilidades

Nunca ha sido buena idea esconder la basura debajo de la alfombra. La


ley de Murphy1706 seguramente se encargará de recordarnos que no debimos
hacerlo. Y lo más seguro es que ocurra en el momento más inoportuno.
Por tratarse del producto de una actividad humana, no existen los peri-
tajes infalibles. Mucho menos los peritos perfectos… En ese contexto, si el
litigante sabe que el informe pericial o el experto que presenta adolecen de
alguna debilidad conocida o posible de ser pesquisada por la contraparte,
debe hacerse cargo de ello en el examen directo. Esta es la instancia en la
cual –bajo su control– podrá afrontar estratégicamente la situación. Y si
lo hace bien tendrá recompensa, ya que habrá agotado el punto limitando
la posibilidad que la contraparte pueda insistir en el tema durante el con-
traexamen. Lo anterior no significa que el otro abogado no intente traer la
cuestión nuevamente a colación. Pero sí que, en el evento de hacerlo, la
pregunta podrá ser objetada por reiterativa1707.

1706
«Si algo puede salir mal, entonces saldrá mal».
1707
“Si un testigo ya ha contestado una pregunta de manera directa y clara, no resulta
aceptable que se permita formularla nuevamente, y por tanto es susceptible de ser objetada.
Además, las preguntas repetitivas entorpecen el desenvolvimiento y fluidez del juicio”. En:
870 Leonardo González-Wilhelm

Los flancos débiles pueden ser muchos y muy diversos. Adelantarlos no los
hace desaparecer, solamente evita que la contraparte pueda manipularlos a su
favor. Por tanto, los jueces deben prestar especial atención a las explicaciones
que otorgue el perito cuando aluda a debilidades propias o de su informe.

Cabe acá tener presente un fenómeno que yo he llamado el “blindaje


consciente”. Se refiere a que el perito pudo haber hecho un muy mal
trabajo, que se refleje como tal en el informe admitido en la APJO. Pero
después de esa instancia –sea motu proprio, a instancia del abogado que
lo presenta o tras conocer un dictamen de la contraparte– el experto se da
cuenta de sus falencias. Y dado que el sistema considera que la prueba
es la declaración del perito en el juicio oral y no su informe escrito, saca
provecho. Así, vacunado oportunamente, aporta una declaración en la cual
cubre todas sus omisiones y corrige todos sus errores (véase Capítulo 6: “La
malpraxis (casi) no perseguida”). Aceptar sin más esa conducta, particularmente
cuando es evidente1708 y –sobre todo– trascendente, es en mi opinión una
forma de pervertir el sistema (véase “Apreciación judicial de la prueba
pericial”, más adelante).
Considero entonces que el adelantamiento de debilidades debiese ser
entendido como una parte del examen directo donde se cubren falencias que
sí tienen una explicación atendible, no una instancia para “amononar”1709 el
peritaje. La cuestión no es menor: si producto de hacerse cargo de flancos

Blanco R, Decap M, Moreno L, et al. Litigación estratégica en el nuevo proceso penal. 1ª edi-
ción. Santiago: LexisNexis; 2005.
Esta mala práctica puede ser demostrada en el juicio siguiendo lo dispuesto en el
1708

artículo 332 del Código Procesal Penal y/o por la declaración de otro perito presentado por la
contraparte. Si el tribunal no lo contempla en su valoración de la prueba, puede ser motivo de
anulación del juicio.
Expresión coloquial utilizada en Chile que, acorde al diccionario de la Real Academia
1709

Española, significa “arreglar con esmero”.


Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 871

débiles la declaración del perito ignora o distorsiona lo expresado en el


dictamen escrito, se estaría incurriendo en una de las causas por la cual la
prueba pericial genera errores judiciales1710.
Supongamos, por ejemplo, que en el contexto de una pericia psiquiá-
trica el experto efectuó una evaluación de la inteligencia de la persona
peritada aplicando para tales efectos la Escala de inteligencia de Wechsler
para adultos (WAIS, por sus siglas en inglés). Sin embargo, al evacuar el
dictamen escrito solo se informó el resultado –esto es, el coeficiente inte-
lectual– pero no el test empleado ni las condiciones en las cuales se llevó a
cabo. El abogado que presenta la prueba se percata de la situación y decide
adelantar esa debilidad. Ahí pueden darse a lo menos dos situaciones:

•• el perito explica que empleó el WAIS-IV, versión actualmente vigente


del test, y da cuenta que lo aplicó bajo las condiciones en las cuales el
método se encuentra validado. ¡Bien! La debilidad ha sido adelantada.
Con todo, bastarán un par de preguntas en el contraexamen1711 para dejar
en evidencia ante los jueces la existencia de blindaje consciente y com-
prometer (idealmente desde mi perspectiva) la confiabilidad del perito, en
la medida que incurrió en omisiones inexcusables en su informe escrito;
•• pero también cabe la posibilidad –sobre todo si el abogado no tuvo la
precaución de reunirse antes del juicio con el perito– que al ser consultado
el experto señale que utilizó el WAIS-III, versión actualmente obsoleta
del test, o que lo empleó a pesar de que la persona evaluada no cumplía
los requisitos para la obtención de resultados válidos (ej. tenía 14 años
de edad al momento de la evaluación), o que al administrarlo no se
ciñó a la metodología indicada (orden de las preguntas, tiempo para su
ejecución, etc.) ¡Desastre! El litigante fue por lana y salió trasquilado.
En vez de adelantar una debilidad, lo único que dejó en claro es que
equivocó la elección del perito y nunca debió presentar esa pericia…

Distinto es el caso de debilidades que sí tienen una explicación aten-


dible. Pensemos nuevamente en el ejemplo previo de la acreditación del

1710
Véase: a) Neufeld PJ. The (near) irrelevance of Daubert to criminal justice and some
suggestions for reform. Am J Public Health. 2005;95 Suppl 1:S107-13; b) Cordner S. Forensic
pathology and miscarriages of justice. Forensic Sci Med Pathol. 2012;8(3):316-9.
1711
Ej.: “En su informe pericial escrito Ud. no indicó que el test aplicado había sido el
WAIS-IV, ¿cierto?; Tampoco describió los pasos metodológicos seguidos, ¿no es verdad?”.
872 Leonardo González-Wilhelm

médico que declaraba sobre un peritaje sexológico. Como se dijo, en el


examen directo se logró posicionar al experto como especialista, docente,
investigador y autor reconocido por pares en la materia. Con todo, se trata
de un profesional que se desempeña como perito privado y cuyo peritaje no
surgió tras una evaluación directa (“peritaje clásico”), sino que se trató de
un informe pericial basado en antecedentes (véase Capítulo 3: “Tipos de peritaje”).
En dicho escenario, es dable esperar que la contraparte intente desacredi-
tarlo argumentando mañosamente que posee escasa experiencia práctica o
porque no examinó a la menor. Reconocidas esas debilidades potenciales,
el litigante debiera adelantarlas preguntando (por ejemplo):
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 873

Aportar información del área de experticia del perito

Una de las diferencias entre un perito y un testigo es que al primero le


es permitido aportar en su declaración opiniones (en la medida en que estén
relacionadas con su especialidad y sean relevantes). Esa facultad puede a
874 Leonardo González-Wilhelm

veces ser aprovechada por el litigante durante el examen directo, a fin de


incorporar al debate información útil para la valoración de otra prueba del
caso1712. Cabe entonces la opción de plantearle al perito hipótesis estraté-
gicamente definidas y pedirle su opinión. Con todo, la concreción práctica
de esta posibilidad debe ser muy cuidadosa…
En primer lugar, tanto los peritos como los abogados debieran tener muy
claro que el estrado es el peor lugar para que un experto pueda responsa-
blemente hacerse cargo de hipótesis nuevas. El llamado a declarar ha sido
efectuado en relación con una pericia en particular. Es sobre esa materia
que el perito hizo el estudio necesario para comprobar o refutar algún
punto. No sobre otras… por más que formen parte de su área de experticia.
Se requiere entonces particular cautela. El perito está bajo juramento
y, por ende, solo le es permitido responder con la verdad. Así –si es pre-
guntado por algo hipotético– solo deberá responder si está en genuinas
condiciones de otorgar una respuesta certera. En caso contrario una actitud
seria y prudente es contestar con absoluta franqueza que no puede dar una
respuesta válida, ya que para tales efectos tendría que revisar bibliografía y
disponer de tiempo para completar un análisis más profundo. En definitiva:
nunca especular.
Las preguntas hipotéticas tienen entonces dos caras: peligro y oportuni-
dad1713. Si el abogado que presenta la prueba tiene la intención de incorporar
información del área del experto para fines estratégicos y quiere hacerlo
por esta vía, es imprescindible que se haya reunido antes con el perito para
plantearle en esa ocasión las consultas hipotéticas que pretende efectuar.
No debe sorprenderlo con algo así durante el juicio.
Por otra parte, hay que saber reconocer cuándo este ejercicio podrá
ser beneficioso y cuándo no. Y hasta qué punto… Cuidado entonces con
ponerse el parche antes de la herida. Equivocarse estratégicamente acá
puede llevar al fracaso.
Recuerdo el siguiente caso: se trató de una acusación por parricidio en
grado consumado. La fiscalía sostenía que el imputado le había propinado
golpes de puño a su conviviente, lo que horas más tarde le había ocasiona-
do la muerte a consecuencia de un traumatismo encefalocraneano cerrado
con un hematoma subdural agudo. La defensa, dudando de esa teoría, me

1712
Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013.
1713
Matson JV. Effective Expert Witnessing. 3ª edición. Estados Unidos: CRC Press; 1999.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 875

encomendó un peritaje para averiguar si era posible sostener una relación


de causalidad entre las lesiones sufridas por la mujer y su posterior deceso.
El análisis en cuestión demostró que habían concurrido varias concausas
(véase Capítulo 4: “Análisis de causalidad”), particularmente condiciones médicas
preexistentes en la víctima y una falta de atención neuroquirúrgica oportu-
na y adecuada. Con ese dato la defensa solicitó la absolución, planteando
que no se habían dado ni el elemento objetivo ni el subjetivo de tipicidad
(por falta de relación de causalidad entre acción-resultado y ausencia de
la intención directa de cometer el delito). Al rendir la prueba la perito que
presentó la fiscalía se refirió a su peritaje, pero también aludió a las con-
causas descritas en mi informe (las cuales no figuraban en su dictamen).
Aportó entonces información con la clara intención de desacreditar las
conclusiones del peritaje que yo había evacuado. Y por cosas de la vida, a
mí me fue imposible asistir a declarar. Curiosamente eso no fue problema
para el abogado defensor… el persecutor –en el examen directo de su
experto– tácitamente había incorporado buena parte de (si no todos) los
contenidos y argumentos de mi peritaje.
¿Resultado? El tribunal absolvió al acusado de parricidio y recalificó los
hechos, condenando por lesiones menos graves en un contexto de violencia
intrafamiliar1714.

El contraexamen

El contraexamen consiste en la posibilidad que tiene el abogado de la


contraparte de quien ha presentado un perito, de interrogarlo frente al tri-
bunal para testear la calidad de la información que ha aportado al juicio1715.
Podrá confrontarlo con sus propios dichos u otras versiones de los hechos
presentadas en el juicio. Pero (como veremos) hay también otras opciones
adicionales.
El conocimiento de las estrategias comunes de contraexamen ha de im-
portar no solo a los abogados que realizan este particular y difícil tipo de
interrogatorio. Los peritos también deben interiorizarse sobre la materia,

1714
Véase sentencia en causa RUC Nº 0800165644-K, RIT Nº 131-2008 del Tribunal de
Juicio Oral en Lo Penal de Angol.
1715
Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013.
876 Leonardo González-Wilhelm

ya que ello les permitirá mejorar la calidad de los informes que emiten y
afrontar con mucho mayor tranquilidad esta instancia.
Datos nacionales recientes muestran que la opinión coincidente de
fiscales, querellantes, defensores y jueces es que el control de la calidad
de la información que se realiza en los contraexámenes es bajo o incluso
prácticamente nulo. La mayoría cree que ello se debe a la falta de formación
y destrezas específicas de los litigantes para lidiar con los expertos. Tam-
bién se plantea que los abogados llegan poco preparados a las audiencias
de juicio oral1716.
Siempre desde la perspectiva y experiencia de quien ejerce labores peri-
ciales, trataré ahora el tema intentando posicionarme en tres roles distintos
que interactúan constantemente en esta fase del juicio:

•• el litigante que lleva a cabo el contraexamen;


•• el perito contrainterrogado;
•• el abogado que presentó a ese perito.

La invitación al lector es que revise cada uno de estos abordajes y no


solo el referido a su propia actuación. Conocer el guion al cual pueden
ceñirse los coprotagonistas le servirá para desplegar de mejor forma su
rol en esta trama.

Factores que el abogado que realiza un contraexamen


de peritos debe considerar

A diferencia de lo que ocurre en un examen directo, acá quien debe ser


la estrella ante el tribunal es el abogado que contrainterroga, no el perito…
Y no es una tarea fácil. Muy por el contrario: se trata probablemente de
uno de los ejercicios de litigación más difíciles y que mayor preparación
demanda. Eso explica por qué es relativamente común observar que “liti-
gantes se plantean con una actitud que promete “destrozar” a los peritos y
al final uno se queda con la impresión de que el perito se dio un festín”1717.

Duce M. Una aproximación empírica al uso y prácticas de la prueba pericial en el proceso


1716

penal chileno a la luz de su impacto en los errores del sistema. Polít. crim. 2018; 13(25): 42-103.
1717
Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 877

La preparación es compleja porque el abogado, además de tener que


abarcar los aspectos propios de su profesión que incidan en el caso, debe
adquirir un correcto dominio de la disciplina del perito, los antecedentes y
declaraciones previas del experto, las materias ventiladas en el dictamen que
va a contraexaminar, las publicaciones relevantes en el área, etc. Intentar
hacerlo en solitario o con la ayuda de internet no es un buen camino. Lo
óptimo es que el litigante busque ayuda y orientación en el perito del área
que presentará dentro de sus medios de prueba o –si no lo tiene– en otro
experto de la misma disciplina (véase Capítulo 1: “El consultor técnico”)1718.
La primera decisión estratégica del litigante en esta instancia es definir
si le conviene o no contrainterrogar al perito. Habitualmente no es algo que
pueda saber de antemano. Recién cuando el experto complete su declara-
ción en el examen directo de la parte que lo presentó, el abogado tendrá
los insumos para evaluar este punto.
Si la alternativa escogida es proceder con el contraexamen, inmedia-
tamente viene una segunda decisión estratégica: ¿qué va a buscar con el
interrogatorio? Este paso el abogado no debe omitirlo, ya que definirá el tipo
de preguntas que debe realizar. Así –por ejemplo– si dentro de los objetivos
está reforzar alguno de los hallazgos del perito o que este repita ciertas
cosas que dijo en el examen directo (porque sirven a la teoría del caso del
contraexaminador), no deberá intentar desacreditarlo ni posicionarlo como
un experto no idóneo. Parece obvio, pero en mi experiencia es un error que
se comete no pocas veces.
El tipo de preguntas que efectúe el litigante es clave. También cómo
las haga. Normalmente el abogado que contraexamina utilizará preguntas
sugestivas y cerradas, que tienen la ventaja de traer a colación un punto
específico y solicitar un pronunciamiento concreto, evitando que el perito
pueda explayarse o extenderse a otras materias. El experto mantendrá
siempre el derecho de dar razón de sus dichos y justificar una determinada
respuesta. Pero si la dinámica del contraexamen es la apropiada, la opción
de que ello se concrete se reduce ostensiblemente.
La paciencia es una virtud de todo contraexaminador. Debe ir cons-
truyendo poco a poco el punto que le interesa demostrar, manteniendo

1718
Véase: a) Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013;
b) Edmond G, Martire K, Kemp R, et al. How to cross-examine forensic scientists: A guide
for lawyers. Australian Bar Review. 2014;39:174-97; c) Saxton JW, Pendyck JP. Giving expert
opinion in court. Medicine & Law. 2001(October).
878 Leonardo González-Wilhelm

un hilo conductor que le permita desembocar en LA pregunta. Mientras


menos perciba el perito hacia dónde apunta el litigante, más factible es que
termine concediéndole la cuestión. En esa dinámica el abogado debe evitar
a toda costa hacer consultas que le hagan perder el control de la situación.
Consecuentemente, ha de procurar no caer nunca en preguntas abiertas, ya
que estas permitirán que el perito se explaye todo lo que quiera sobre el
tema. Cuando eso sucede, el litigante habrá perdido la opción de mantener
dentro del dominio deseado las respuestas. Y el protagonista pasará a ser
el perito… Veamos un ejemplo:

En el ejemplo anterior el litigante no tuvo la suficiente paciencia y


ambiciosamente pretendió que el experto incorporara al debate su teoría
respecto del origen de las equimosis (moretones). Por otro lado, cayó en la
trampa que le tendió el perito y abrió la pregunta (“¿Depende de qué?”)1719,
dándole el pase para que pudiera explicar sin contrapesos por qué no ne-

Da lo mismo si la expresión que utiliza el litigante es manifestada en términos o con


1719

un tono imperativo. Lo esencial acá es no “entregarle el micrófono” al perito. Por tanto, en el


Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 879

cesariamente los moretones se habían originado tras la atención brindada


por el Dr. Cerda. Y, por último, cometió el error de especular y consultar
sobre una temática que no dominaba. Al respecto, una especie de mantra
para los abogados que practican contraexamen es no salir a “pescar”. En
otros términos:

Con relación a lo último señalado –contrastar la veracidad e integridad


de una respuesta– cabe hacer presente que un recurso disponible para tales
efectos es la llamada “prueba sobre prueba”, que se encuentra regulada en
el artículo 336 de nuestro Código Procesal Penal1720.
Otro requisito que debe cumplir el interrogador es mantener mucha
concentración durante todo el contraexamen. Los factores a los que debe
prestar atención son varios y muy diversos. Además de mantenerse enfocado
en su teoría del caso, estar pendiente del ánimo del tribunal (o jurado) y
no perder el hilo conductor de las preguntas, deberá pesquisar cualquier
contradicción o imprecisión que surja, contrastando constantemente las
respuestas que aporta el perito con:

•• sus dichos previos (ya sea en esa audiencia, en un juicio previo por la
misma causa o en otro juicio);
•• lo expresado en el informe pericial escrito;
•• el ámbito de competencia del experto;

marco de un contraexamen el abogado debiese evitar frases tales como: ¡Explique!; ¿Por qué?;
¿Cuál es su opinión…?; ¿Acaso cree Ud. que…? Etc.
1720
El inciso segundo del artículo 336 del Código Procesal Penal señala al respecto: “Si con
ocasión de la rendición de una prueba surgiere una controversia relacionada exclusivamente
con su veracidad, autenticidad o integridad, el tribunal podrá autorizar la presentación de
nuevas pruebas destinadas a esclarecer esos puntos, aunque ellas no hubieren sido ofrecidas
oportunamente y siempre que no hubiere sido posible prever su necesidad”. Se trata –en defini-
tiva– de incorporar durante el desarrollo del juicio una evidencia que no habría sido pertinente
en la APJO, pero que se torna relevante para contrastar la veracidad, autenticidad o integridad
de lo declarado en estrados.
880 Leonardo González-Wilhelm

•• el marco teórico del tema en debate;


•• lo que hayan declarado otros peritos o testigos.

Claramente esa tarea desborda competencias individuales y explica por


qué muchos abogados optan criteriosamente por enfrentar el contraexamen
acompañado por uno o más colegas.
Ahora bien; ¿en qué cosas debiera enfocarse el contraexamen de un
perito? Como es lógico, dependerá de la estrategia que tenga el litigante y
las particularidades del caso. Pero visto de manera más genérica y altruis-
ta, creo que lo fundamental es que los abogados procuren concentrarse en
aquellas situaciones que la literatura ha reconocido como escenarios en
los cuales la prueba pericial conduce a errores judiciales. Me refiero a1721:

a. Conclusiones periciales carentes de base científica u originadas sin


respaldo suficiente.
b. Dictámenes que ignoran antecedentes o tergiversan información.
c. Declaración del perito que ignora o distorsiona lo expresado en el dic-
tamen escrito.
d. Incorporación de argumentos que se apartan de los ámbitos de compe-
tencia del perito.

Los objetivos de un contraexamen consideran entonces la eventual


necesidad de desacreditar al perito o atacar (total o parcialmente) la credi-
bilidad del dictamen que evacuó. En otros casos la tarea se encamina más
bien a reforzar algún hallazgo del experto porque conviene a la teoría del
caso del contraexaminador. A continuación, revisaremos un poco más en
detalle cada uno de esos escenarios.

1. Desacreditar al perito

En concordancia con lo que sostuve al final del Capítulo 1, pienso que


esta es la meta más débil que se puede trazar un abogado para el contraexa-
men. Salvo circunstancias muy particulares, habitualmente lo que debiera
importar es “qué se dijo”. No “quién lo dijo”.

Véase: a) Neufeld PJ. The (near) irrelevance of Daubert to criminal justice and some
1721

suggestions for reform. Am J Public Health. 2005;95 Suppl 1:S107-13; b) Cordner S. Forensic
pathology and miscarriages of justice. Forensic Sci Med Pathol. 2012;8(3):316-9.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 881

Y creo no estar solo en este enfoque. De hecho, algunos autores des-


aconsejan los ataques a la idoneidad moral de un perito1722 y los propios
jueces relativizan su valor. En tal sentido han dicho:

Cabe considerar –además– que no es raro que la estrategia de desacreditar


al perito (máxime si solo apunta a cuestiones personales no vinculadas a
su calificación y experiencia) genere un efecto boomerang. El tribunal se
dará cuenta que al litigante le ha sido imposible rebatirlo en el ámbito de
su experticia, lo que de una u otra forma terminará otorgando más (y no
menos) valor al trabajo desempeñado por el experto.
Habida cuenta de lo anterior, una de las alternativas posibles para des-
acreditar a un perito es atacar su imparcialidad, tratando –por ejemplo– de
posicionar en los jueces la idea de que ha actuado bajo un potencial interés
pecuniario. Dicho de otro modo: que el experto ha opinado en favor de
la parte que lo presenta como consecuencia de la remuneración recibida.
Como cabe suponer, no se afirmará como tal el hecho, ya que de hacerlo
se estaría incurriendo en una conducta potencialmente calumniosa, como
lo sería la imputación con publicidad de un delito (prevaricación). Basta
simplemente con sembrar la duda. Pero llevarlo a cabo no es tan sencillo:

•• En primer lugar, recibir dinero por desarrollar una actividad laboral no


constituye un problema en sí mismo. Solo sería susceptible de crítica
o suspicacia si el cobro realizado por el perito fuese muy superior al
promedio del mercado. Y más indiciario aún, si fue significativamente
superior respecto de lo que habitualmente el mismo experto cobra en
casos o informes similares.

1722
Casillas JB, Rivera G. Aspectos prácticos de la prueba pericial (2005). Disponible en:
http://bit.ly/2z0w648 (última visita el 31-08-2018).
882 Leonardo González-Wilhelm

•• El problema es que para poder sostener con alguna base lo anterior, al


litigante debe constarle el monto de honorarios pagados (información
que normalmente no posee). Por cierto, podría preguntárselo al exper-
to –incluso a los mismos jueces les está permitido hacerlo1723– pero sin
información para contrastar la respuesta se estaría “saliendo a pescar”
•• Por otra parte, como se discutió antes en este libro, no es cuestión sen-
cilla definir objetivamente cuál es el “promedio de mercado” para los
honorarios periciales (ya que muchas veces lo que se conoce ha sido
impropiamente subsidiado por los mismos peritos o la legislación).
Asimismo, dos informes de idéntica naturaleza pueden haber tenido
valores muy distintos en función de una multiplicidad de factores (véase
Capítulo 3: “Cuánto vale un peritaje?”).

A pesar de las dificultades mencionadas y que en la práctica el impacto de


este tipo de alegaciones (a lo menos en mi experiencia) suele ser nulo, hay
algunos litigantes que utilizan el recurso. Y no siempre de buena forma...
Recuerdo un juicio1724 en que el abogado –como primera intervención en
un contraexamen– expresó más o menos lo siguiente:

El artículo 318 del Código Procesal Penal señala al respecto: “… Las partes o el tribunal
1723

podrán requerir al perito información acerca de su remuneración y la adecuación de ésta a


los montos usuales para el tipo de trabajo realizado…”.
En la sentencia el tribunal, al hacerse cargo de este punto, señaló: “… las sentenciadoras
1724

no le restan credibilidad a sus dichos, porque evacuó para ellos un informe y fue por eso que
lo remuneraron”. Véase causa RUC Nº 05006517747-3, RIT Nº 340-2006 del Tercer Tribunal
de Juicio Oral en Lo Penal de Santiago.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 883

Otra línea sugerida para intentar desacreditar la imparcialidad del experto


es hacer presente a los jueces, que se trata de una persona que regularmente
comparece apoyando la tesis de una misma parte (persecutor o defensa), lo
que podría sugerir la existencia de cierto compromiso. Con todo, la solvencia
de esa argumentación no es tan clara porque no pocas veces surge de un
proceso de sesgo de selección (véase Capítulo 1: “Tipos de perito”). Sin desmedro
de lo anterior, una variante que resulta bastante más atendible son aquellos
casos de peritos que trabajan en ciertas organizaciones que tienen una misión
u objetivo que puede comprometer la imparcialidad de la conclusión técnica,
sobre todo si se trata de funcionarios sometidos a relaciones de subordina-
ción. Acá sí parece más procedente generar debate sobre el punto, ya que el
experto debe prescindir de motivaciones políticas, religiosas o ideológicas
durante el ejercicio de su actividad. Finalmente, otra fuente para cuestionar
la imparcialidad del perito tiene lugar cuando el profesional ha actuado de
manera simultánea como perito y tratante (véase más en Capítulos 1 y 6).
Un flanco débil que muchas veces los abogados buscan capitalizar durante
un contraexamen son las condenas judiciales o sanciones administrativas
que pudieran haber afectado al perito en el pasado. La estrategia detrás
de esta acción es intentar comprometer ante los jueces la idoneidad moral
del experto.
En mi experiencia, este tipo de ataques casi nunca logran desacreditar
a un buen perito. Habida cuenta de esa situación, creo que se trata de un
tema delicado, de profundas implicancias para un Estado de Derecho, y
que –pese a ello– no ha recibido ni en la forma ni en el fondo la debida
atención de jueces y litigantes (al menos en Chile). En tal sentido no es
raro que, sin dar cuenta de haber cumplido las formalidades exigidas para
obtener ciertos antecedentes (ej. extracto de filiación, copia de sentencias
administrativas), se proceda a ventilar en un contraexamen la información
contenida en ellos (a pesar de estar protegida)1725. Comprendo que si esta

1725
Cabe hacer presente que el artículo 21 de la Ley Nº 19.268 (de protección de datos
personales) establece: “Los organismos públicos que sometan a tratamiento datos personales
relativos a condenas por delitos, infracciones administrativas o faltas disciplinarias, no podrán
comunicarlos una vez prescrita la acción penal o administrativa, o cumplida o prescrita la
sanción o la pena. Exceptúase los casos en que esa información les sea solicitada por los tri-
bunales de Justicia u otros organismos públicos dentro del ámbito de su competencia, quienes
deberán guardar respecto de ella la debida reserva o secreto”. Habrá también que cumplir lo
dispuesto en los artículos 5, 7 y 18 de la citada ley.
884 Leonardo González-Wilhelm

acción se restringe a las preguntas (sin indicar que se dispone del antece-
dente), sería algo permitido1726. Pero entiendo que no podría emplearse esa
carta en un ejercicio de prueba sobre prueba, ya que en esa instancia habría
que dar cuenta al tribunal del origen y licitud de la información con la cual
se desea contrastar la respuesta del perito (debatiéndose eventualmente
también, la pertinencia de su incorporación).
Otra forma de cuestionar al perito es criticar su idoneidad. Puede dar-
se que el experto haya presentado credenciales intachables en lo formal,
pero escarbando un poco el litigante se da cuenta que esa acreditación en
realidad responde a un mero fraude de etiqueta1727. Como en todo ejercicio
de contraexamen, el abogado debe ir construyendo pacientemente el punto
y no “atacar” de entrada, a fin de favorecer que el perito llegue a sentir
un positivo rapport con el interrogador y baje la guardia. Pensemos, por
ejemplo, en la siguiente situación: un médico especialista en Ginecología
y Obstetricia de adultos es presentado como perito en un juicio donde se
discute la supuesta violación por vía anal de un varón de 6 años. El ejercicio
de desacreditación del experto pudiera darse así:

Si se pregunta: “Sr. Perito, responda sí o no… cuando Ud. trabajó en el SENAME,


1726

¿fue sometido a un sumario administrativo?”, la información estaría siendo incorporada por


experto. Pero si se consulta: “Ud. fue sometido a un sumario, ¿cierto?”, se incurriría en in-
fracción de garantías.
Véase, por ejemplo, lo sostenido en esta sentencia: “… El ginecólogo obstetra Dr. XX
1727

bien puede ser un profesional calificado en el ámbito clínico, pero no tenía al tiempo de realizar
su pericia los estudios de medicina forense mínimos ni tampoco la experiencia exigible para
abordar la pericia que debió realizar” (Causa RUC Nº 1000763258-K – RIT Nº 282-2012 del
4º Tribunal de Juicio Oral en Lo Penal de Santiago).
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 885
886 Leonardo González-Wilhelm
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 887

Del ejemplo se desprende la necesaria y exhaustiva preparación del


litigante para poder evidenciar ante el tribunal que en el caso en comento
el perito presentado por la contraparte tenía solo la fachada de tal, pero no
la experiencia, formación ni los conocimientos necesarios. El abogado tuvo
éxito porque dominaba en detalle la real (y escueta) experiencia forense
del supuesto experto. Logró también delimitar correctamente el área de
experticia de un especialista en Ginecología y Obstetricia de adultos y de-
jar en evidencia que el perito desconocía la normativa atingente. Además,
supo aprovechar la información que el experto había entregado durante el
examen directo.
Una última manera (bastante efectiva) para desacreditar a un perito es
atacar la credibilidad de sus dichos contrastando su declaración con lo que
888 Leonardo González-Wilhelm

sobre una materia expresó en juicios previos u otras comunicaciones (ej.


publicaciones). En efecto, si en alguna ocasión el experto dio cuenta de una
determinada interpretación y ahora –para una situación homologable– ha
manifestado en su informe pericial escrito una apreciación diametralmente
distinta, naturalmente existe una contradicción susceptible de ser eviden-
ciada ante el tribunal. Ello podrá hacerse preguntando sobre el punto en el
contraexamen y, dependiendo de la respuesta, podría ser de enorme utilidad
llevar a cabo el ejercicio de prueba sobre prueba.
Lo anterior nuevamente exige una correcta preparación del litigante.
Si se tratara de expresiones vertidas en un juicio oral previo, no bastará
con confrontar al perito con lo que señale la sentencia, ya que esta con-
tiene una interpretación (no siempre exacta) de los dichos del experto. El
abogado tendrá entonces que conseguir y revisar con la debida antelación
los registros de audio de ese juicio. Además, deberá cerciorarse que este
cambio de versión no pueda ser atribuido a variaciones en el conocimiento
científico o explicable por el uso de nuevos y más precisos procedimientos
inexistentes al momento de haber emitido la primera opinión.

2. Desacreditar la pericia

Siempre he sostenido –y vuelvo a hacerlo ahora– que resulta mucho más


seguro para la administración de justicia que el litigante priorice desacreditar
un informe pericial mal hecho, por sobre esfuerzos para hacerle creer al
tribunal que se está en presencia de un mal perito. De hecho, si se consigue
el punto, la desacreditación del experto se obtendrá automáticamente (un
buen perito no evacúa malos informes). Pero bueno… en un proceso de
corte adversarial los abogados velan por la teoría del caso de las partes que
representan, no por la seguridad del sistema.
Tratar de desacreditar una pericia es una estrategia que los abogados tien-
den a eludir. Mal que mal, es bastante difícil que alguien lego en la materia
logre demostrar que el “experto” no sabe. El punto es que lo anterior no
debiera ser el sentido de esta línea de contraexamen. No se trata de debatir
técnicamente con el perito. De hecho: ¡no hay que hacerlo! Lo que importa
acá es dejar sentados algunos flancos débiles de la pericia contraria, para
que después otro experto (el propio) los explique. Eso es lo ideal.
Ahora bien; los factores a partir de los cuales se puede llegar a desacre-
ditar un dictamen son varios. Y con frecuencia uno ve que los abogados que
se aventuran en este ejercicio tienden a concentrarse en aquellos puntos más
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 889

complejos de abordar, olvidando otros enfoques mucho más simples. Por


dar un ejemplo: si se piensa en atacar la confiabilidad del peritaje, es común
que el litigante crea (a veces instintivamente) que el camino es apuntar a
los “Criterios Daubert” y hacer consultas relacionadas con la validez del
método empleado1728 para obtener las conclusiones, sus márgenes de error,
la aceptación que tiene dentro de la comunidad de pares, etc.
No digo que lo anterior sea incorrecto… pero puede resultar un arma de
doble filo si no se dispone de un perito propio que pueda aportar al tribunal
el estado del arte de una determinada disciplina. Pensemos en la siguiente
situación en la cual un abogado de motu proprio intenta desacreditar el
fundamento de una pericia1729:

1728
Por validez corresponde entender el grado en que los resultados de una medición o
inferencia corresponden al verdadero estado del fenómeno que se está evaluando. Otro término
para ello es exactitud.
1729
Tomado y adaptado de Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones
Didot; 2013 (p. 137).
890 Leonardo González-Wilhelm

Cabe tener presente también que los jueces no estarán nunca en con-
diciones de definir si un método X es o no válido para una determinada
comunidad científica o técnica. La discusión entonces debe girar en torno
a ello, pero no centrarse en el punto. Lo que se busca en definitiva no es
convencer del fondo, sino generar la duda razonable demostrando que para
una misma cuestión puede haber visiones distintas… Y que la que se está
presentando está más y mejor justificada que otra(s).
Por otro lado, a veces el problema no está en el método, sino que surge
por un mal uso de este por parte del perito. Acá caben situaciones tales
como una incorrecta ejecución de los pasos requeridos para la obtención
de resultados válidos o el establecimiento de conclusiones para las cuales
el método no fue diseñado. Esto último puede verse –por dar un ejemplo
tratado en el Capítulo 4– en el caso de las alcoholemias. El establecimiento
cuantitativo de la concentración de etanol en una muestra de sangre solo
puede efectuarse válidamente mediante Cromatografía en fase Gaseosa con
HeadSpace. Pero en algunas partes de Chile sigue empleándose el llamado
micrométodo de Widmark, tipo de análisis que no es específico para etanol1730.
Considerando todo lo anterior, un paso más simple que siempre reco-
miendo es que el litigante revise las normas técnicas que puedan existir para
la actuación pericial en cuestión y construya un listado de las omisiones
que logren ser identificadas1731. De este modo, sin entrar al fondo del de-
bate científico o técnico, contará con una herramienta para demostrar ante
los jueces que el perito no cumplió siquiera lo mínimo esperable para su
labor. Por ejemplo, tomando de base nuestras guías de procedimientos de

1730
Véase más en Capítulo 4: “Los informes periciales de laboratorio”.
Si la tarea resultara demasiado compleja, se podrá pedir la asistencia de un consultor
1731

técnico (véase Capítulo 1: “El consultor técnico”).


Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 891

tanatología1732 y teniendo para contrastar lo que haya sido señalado en el


dictamen pericial escrito, podría llegar a preguntarse en un contraexamen:

1732
Guías de procedimientos de Tanatología del Servicio Médico Legal (Resolución exenta
Nº 3.363, año 2013). Disponible en: http://bit.ly/2khiyjj (última visita el 31-08-2018).
892 Leonardo González-Wilhelm

Otro punto relativamente sencillo de abordar en un contraexamen lo


constituyen aquellos casos en que las conclusiones del peritaje resultan del
hecho de haber omitido, tergiversado o tomado de manera errónea algún
antecedente de la investigación. En ese evento el ejercicio debe estar des-
tinado a que el experto reconozca una equivocada o torcida interpretación
de la información o bien, que –de haber tenido a la vista ciertos datos– sus
conclusiones pudieran no ser las mismas (véase Capítulo 6: “La malpraxis (casi)
no perseguida”).
Tampoco debiera resultar excesivamente complejo acreditar ante los
jueces que la declaración del experto ha abordado cuestiones que no fueron
mencionadas en el dictamen escrito. O peor: que el perito ha señalado cosas
distintas. Todo esbozo de blindaje consciente debe ser traído a colación y
puesto en evidencia en un contraexamen (véase “Adelantar debilidades”, más atrás
en este Capítulo).
Por último, un flanco que debe ser atacado sí o sí en esta instancia
es el que surge cuando un experto incorpora argumentos que se apartan
de sus ámbitos de competencia. La situación es muy frecuente, ya que a
veces el propio abogado que presentó al perito genera el punto durante
el examen directo. El psicólogo que se refiere a temas de psiquiatría;
el médico que habla de psicología; el mecánico que se pronuncia sobre
ingeniería. En fin… los ejemplos son muchos y la opción de enfrentar
correctamente la situación pasa por que el litigante conozca bien (y no
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 893

presuma) los deslindes de cada área, ya que no es raro que pueda haber
materias interdisciplinarias de competencia común, pero con enfoques
distintos. Veamos un ejemplo1733:

Como se aprecia, el perito en este caso se extendió a materias ajenas a


su dominio, quedando expuesto y terminando acorralado por las preguntas.
El experto pudo evitar tal escenario, si a la segunda consulta hubiese dicho
simplemente: “Yo soy patólogo forense y no tengo experticia específica en
el análisis de residuos de la deflagración”.

1733
Tomado y traducido de Houck MM, Siegel JA. Fundamentals of forensic science.
3ª edición. U.K.: Academic Press; 2015 (pág. 644).
894 Leonardo González-Wilhelm

3. Obtener información que apoye la teoría del caso


de la parte que contraexamina

Proponerse dentro de los objetivos de un contraexamen que el perito


llegue a aportar proposiciones fácticas consistentes o favorables con la
teoría del caso de la parte contraria, si bien es válido, también resulta muy
ambicioso y peligroso.
El litigante no debe olvidar que, por más imparcial y objetivo que sea
el perito, durante su declaración siempre tendrá el ánimo de “defender”
su dictamen. Rige acá un fenómeno (esbozado en la literatura1734) y que
yo he denominado el “blindaje inconsciente”. El experto –ya sea por
soberbia científica o simplemente por lo difícil que le puede resultar a un
ser humano reconocer en público errores o debilidades– tenderá a declarar
que está seguro de sus conclusiones, aunque desconozca la precisión de
sus resultados.
De este modo, llevado al extremo, no es dable esperar que durante un
contraexamen un perito llegue a decir: “Sabe, lo estuve pensando y aho-
ra que me lo pregunta… tiene Ud. razón, no hice bien mi trabajo y mis
conclusiones están totalmente equivocadas”. Eso no pasa y seguramente
nunca pasará en la vida real.
A pesar de lo anterior, es un hecho (reconocido por los propios abogados)
que en algunas oportunidades los litigantes tienen la tendencia a capitalizar
más de lo que pueden1735. Habitualmente mediante preguntas hipotéticas,
buscan que el perito coja el anzuelo y termine declarando cuestiones
favorables a la teoría del caso del contraexaminador. Y el riesgo es inmi-
nente: como se trata de hipótesis, el perito podrá dar razón de sus dichos
y –eventualmente– otorgar una explicación contraria a las pretensiones
del litigante, pudiendo incluso reforzar y detallar aun más lo que sobre el
punto ya había declarado durante el examen directo.
El llamado entonces es a la prudencia. La herramienta existe y habrá que
evaluar caso a caso la pertinencia de utilizarla. Y tal vez lo más razonable
sea emplearla solo cuando el perito ya ha reconocido o mencionado en su
informe escrito algún aspecto claramente favorable a la contraparte, o bien,

Edmond G. Impartiality, efficiency or reliability? A critical response to expert evidence


1734

law and procedure in Australia. Aust J Forensic Sci. 2010;42(2):83-99.


1735
Duce M. La prueba pericial. 1ª edición. Buenos Aires: Ediciones Didot; 2013.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 895

cuando el litigante tiene un respaldo inequívoco que le permita confrontar


las respuestas del experto haciendo un ejercicio de prueba sobre prueba.

El perito sometido a contraexamen

Es bastante común que los textos que se refieren a la materia planteen qué
debe hacer (y no hacer) un experto para “sobrevivir” a un contraexamen.
En lo personal, al igual que otros autores1736, pienso que no hay que ser tan
dramático. Un trabajo serio, profesional, dedicado, honesto y responsable
de un perito suele imponerse ante cualquier artilugio con el cual se pretenda
enlodarlo. No hay que olvidar tampoco que esta es probablemente una de
las actividades más complejas en la litigación1735. Dado ello, la recomen-
dación inicial para quien asume la labor de perito es:

El contraexamen es un desafío intelectual que puede ser bien manejado


e incluso disfrutado por peritos bien preparados y éticos. Pero eso pasa
también por adaptarse de manera correcta a su rol y comprender el libreto
de los otros actores. En un modelo adversarial las partes pueden utilizar
los argumentos que crean apropiados para desacreditar a un experto. Los
abogados que contraexaminan pueden –incluso– mentir. Y no es raro que
las preguntas parezcan arbitrarias, desinformadas, provocativas, sarcásticas
y hasta irrespetuosas. Será resorte del perito saber atenerse a ello con una
cuota de humildad y tolerancia, evitando susceptibilidades al comprender
que todo ataque (por infundado, distorsionado o duro que sea) forma parte
de una estrategia y debe ser afrontado con compostura, serenidad y frialdad.
Así, por más confrontacional que resulte la situación, el perito debe
procurar en todo momento mantener la dignidad de su cargo y evitar figurar

1736
Freckelton I. Expert evidence and healthcare professionals. En: Gall J, Payne-James J.
Current practice in forensic medicine. 1ª edición. Singapur: Wiley-Blackwell; 2011.
896 Leonardo González-Wilhelm

ante los jueces como un experto arrogante, enojado, polémico, sarcástico,


impertinente, hostil o evasivo1737.
Hay varias claves para el éxito en una declaración en juicio oral. Obvia-
mente la base estará dada por haber emitido un buen informe. Pero como
se dijo al inicio de este capítulo, haber cumplido ese requisito no es una
garantía infalible. Como se discutirá más adelante, la protección que brin-
de el abogado de la parte que lo presentó contribuirá mucho a sortear de
buena manera la instancia. Con todo, no se puede descansar solo en ello.
El experto también tiene un papel que cumplir y dispone de recursos para
afrontar ciertas contingencias que suelen aparecer.
En ese marco de ideas, una de las exigencias para el profesional, técni-
co, artista o práctico que es contraexaminado en calidad de perito es que
mantenga mucha –pero mucha– concentración. Idealmente debe ser capaz
de intuir hacia dónde se encamina el interrogatorio, lo que le facilitará ir
estructurando mentalmente su réplica1738. Asimismo, mantener esa actitud
y escuchar con especial atención lo que se le pregunta evitará que pongan
palabras en su boca, permitiéndole responder sin temor a equivocarse: “Yo
no dije eso. Lo que dije…”.
Otro requisito esencial –si no el más importante de todos– es respon-
der siempre la verdad. Eso que parece tan obvio, muchas veces se olvida
cuando el perito se ve enfrentado a una pregunta para la cual desconoce
la respuesta. Ahí el único camino posible es no tener temor alguno a decir
“No sé” o “No lo recuerdo”.
Similar postura habrá que adoptar cuando se le solicite responder una
pregunta hipotética o cuestiones conceptuales restringidas a una alternativa
de “sí o no”. En ese evento jamás habrá que especular ni mucho menos ser
condescendiente. Respuestas tales como “puede ser”, “tal vez”, “supongo”,

Véase: a) Chisum WJ, Turvey BE, Freeman J. Reconstruction court presentation and
1737

testimony. En: Chisum WJ, Turvey BE. Crime reconstruction. 2ª edición. EE. UU.: Academic
Press; 2011; b) Freckelton I. Expert evidence and healthcare professionals. En: Gall J, Payne-
James J. Current practice in forensic medicine. 1ª edición. Singapur: Wiley-Blackwell; 2011;
c) Payne-James J, Jones R, Karch SB. Simpson’s Forensic Medicine. 13ª edición. Hodder &
Stoughton Ltd; 2011; d) Flores-Sandí G. El médico en procesos judiciales. Acta Médica Co-
starricense. 2008;50(1):47-9.
Véase: a) Jouvencel MR. Manual del Perito médico. 1ª edición. Madrid: Ediciones Díaz
1738

de Santos S.A.; 2002; b) Wyatt J, Squires T, Norfolk G, et al. Oxford handbook of forensic
medicine. 1ª edición. Nueva York: Oxford U. Press; 2011.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 897

“visto en esos términos, yo creo…” u otras similares pueden condicionar


irreversiblemente la declaración. Al respecto, cabe recordar que cualquier
especulación que se haga puede llevar a que el experto se aparte de los
ámbitos de su competencia o responda algo incorrecto. Por ende, en tales
circunstancias el perito debe tener la viveza de responder respetuosa y no
evasivamente frases como:

•• “No le podría dar una respuesta certera sin antes revisar la bibliografía
del tema”.
•• “Para poder dar una respuesta válida a su pregunta requiero hacer un
análisis más profundo…”.
•• “Lamentablemente no puedo responderlo en esos términos. Le explico
por qué…”.

Debo dejar en claro que lo recién señalado no es un llamado a actuar de


manera elusiva u obstruccionista. Solo a que no se especule. Siguiendo lo
dicho por Jouvencel y el maestro Simonin1739, el experto tendrá entonces
que desplegar cualidades excepcionales de erudición, flexibilidad de juicio
y agilidad mental.

La impaciencia puede jugar muchas malas pasadas. El experto debe darse


el tiempo de meditar su respuesta y no contestar lo primero que se le venga
a la mente. Esa pausa puede, además, ser la ventana que necesita el abo-
gado que lo presentó para objetar una pregunta. Por otro lado (y no menos
importante), el perito debe recordar que su rol durante un contraexamen es
responder preguntas. Si el litigante ha hecho una afirmación –pero no una
consulta– no hay nada que responder. Saber emplear ese truco puede hacer
que el abogado se desconcentre o ponga nervioso. Veamos un ejemplo:

1739
Véase: a) Jouvencel MR. Manual del Perito médico. 1ª edición. Madrid: Ediciones
Díaz de Santos S.A.; 2002; b) Simonin C. Medicina legal judicial. 2ª edición. Barcelona: Ed.
JIMS; 1966.
898 Leonardo González-Wilhelm

La verborrea tampoco es un buen aliado en esta instancia. En general


el experto debe tratar de que sus respuestas en un contraexamen sean lo
más cortas posibles. Pero hay una excepción a esta regla: si el litigante ha
cometido el error de efectuar una pregunta abierta que permite reforzar (o
incluso, complementar) lo señalado en el examen directo… bueno, ¡hay
que hacerlo! El perito deberá aprovechar cualquier oportunidad que se
presente para trasladar el discurso a su zona de confort1740.
Pasa también –con más frecuencia de la que uno quisiera– que el abogado
que ha presentado al perito se mantiene impávido y silente ante preguntas
del contraexaminador necesarias de ser objetadas. Cuando ello sucede, el
experto debe poder salir del paso por sus propios medios. Pensemos por
ejemplo en preguntas típicamente engañosas, como las compuestas. El
escenario puede abordarse de la siguiente forma:

Esto yo lo he asimilado al cuento o chiste de “Los Fenicios”. Juanito estaba algo


1740

distraído en clases de historia y no escuchó sobre qué materia sería la interrogación oral que
se iba a efectuar al día siguiente. Le preguntó a un compañero y este le dijo que trataría sobre
“Los Fenicios”. Y Juanito –aplicado– se estudió todo sobre el tema: la cultura, autoridades,
economía, etc. A la mañana siguiente se ofreció incluso para ser el primer alumno interrogado.
Pasó al frente de sus compañeros y la profesora le dijo: “Juanito, ¡hábleme de los romanos!”. El
niño no se inmutó y respondió tranquilamente: “Bueno profesora, los romanos eran un pueblo
muy importante en la antigüedad al igual que los Fenicios. Los Fenicios…”.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 899

Asimismo, puede ocurrir que al perito le toque enfrentar preguntas for-


muladas en términos poco claros1741 que, pese a ello, no fueron objetadas.
El camino en esa instancia es solicitar al litigante que precise la consulta
para poder responderla. Por ejemplo:

1741
“Esta nomenclatura… pone en evidencia el intento de cautelar que la información que
ingresa al juicio por parte de un testigo o perito provenga de su conocimiento, y en ningún caso
ser el resultado de un error o confusión momentánea. Por ello se prohíben preguntas que puedan
900 Leonardo González-Wilhelm

En mi experiencia creo que más que peritos “hostiles”, lo que hay son
abogados que no saben preguntar. Y uno percibe que cuando el litigante
recurre a la expresión “acá las preguntas las hago yo”, en la mente de los
jueces resuena: “¡Pero hágalas bien!”. De hecho, la situación suele alcan-
zar un clímax (por lo general favorable al perito), cuando el abogado –en
su desesperación– le pide al tribunal que le ordene al experto responder
lo que le está preguntando. Desde estrados, más de una vez, he escuchado
los debates fuera de micrófono de los jueces donde dicen “pero que le
pregunte lo que corresponde…”.
Cuando la pregunta es enredada, cabe inferir que el litigante tiene la
idea, pero no sabe qué preguntar o cómo hacerlo. Está confundido. Y un
perito concentrado y perspicaz, aunque entienda el sentido de la consulta,
puede sacar provecho de la situación y poner aun más nervioso al abogado:

A veces se trata de preguntas formuladas en términos poco claros, pero


que no aparentan serlo. Por ejemplo, consultas que buscan el error u omisión
del perito por imposibilidad de haber memorizado la respuesta1742. Pense-
mos, por ejemplo, en un caso en el que se discute una malpraxis médica.
La supuesta víctima se mantuvo hospitalizada tres semanas en una UCI,
siendo sometida a múltiples controles y exámenes. Y del mar de informa-
ción que se genera, el litigante pretende recabar del perito un dato aislado
y específico. Mi forma actual de enfrentar esa situación es la siguiente:

debilitar esa capacidad de expresar lo que se sabe de un hecho, persona o cosa”. En: Blanco
R, Decap M, Moreno L, et al. Litigación estratégica en el nuevo proceso penal. 1ª edición.
Santiago: LexisNexis; 2005.
1742
Véase “El ejercicio de refrescar memoria”, más adelante.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 901

Finalmente, un último punto clave en la declaración del perito es:

El experto debe dirigirse siempre a los jueces (o jurado). Mantener per-


manente contacto visual con ellos. Responder todas las preguntas verbal-
mente con palabras sencillas, reforzando con lenguaje no verbal (ej. gestos,
movimiento de manos) si ello contribuye a enfatizar o dar más claridad a
la respuesta. Observar si están prestando atención o en realidad, conversan
entre ellos o revisan el teléfono celular. Si eso ocurre (y pasa), lo sano es
callar… detener la respuesta y mantener silencio hasta que el juez presi-
dente le ordene continuar1743. En definitiva, estar constantemente atento a
las reacciones de tribunal para balancear en función de ello las respuestas.
Si hay cara de duda, explicar más. Si hay expresión de aburrimiento, ser
breve. Si pareciera que no escuchan bien, ajustar la posición del micrófono
y el volumen de la voz. Si hay gestos de asombro, insistir en el punto que
lo propició y repetirlo durante el discurso. En fin…

1743
Lamentablemente algunos jueces ordenan que el perito continúe declarando mientras
ellos siguen hablando. De hecho, me ha tocado instancias en las cuales –ante mi silencio– me
indican que prosiga porque “pueden hacer dos cosas al mismo tiempo”. ¿Hablar y escuchar?
Mmm… neurolingüísticamente parece improbable. El tribunal debe prestar correcta atención
a lo que declaran testigos y peritos. No hacerlo es un actuar manifiestamente negligente y, por
cierto, irrespetuoso.
902 Leonardo González-Wilhelm

El rol del litigante que presentó al perito durante el desarrollo


de su contraexamen

El abogado que ha presentado a un perito al juicio oral no debe ser


jamás un mero espectador del interrogatorio que le hace el litigante de la
contraparte. Muy por el contrario: su rol es activo y consiste sobre todo en
estar permanentemente atento a la pertinencia de objetar alguna pregunta1744.
Consecuentemente, debe ocuparse de proteger al perito, ya que cuando
este se ve obligado a responder consultas que no debiera, puede inmiscuirse
en áreas que no son de su competencia o incurrir en errores o imprecisiones.
Y si bien (como se comentó) a veces el experto logra zafar de la situación,
no siempre podrá hacerlo de forma elegante y sin incomodar a alguno de
los presentes. Cabe considerar además que la protección no se restringe
solo a lo señalado. A veces, si el abogado aprecia que a su perito lo tienen
contra las cuerdas, también debe objetar. ¿Por qué motivo? ¡No importa!
Engañosa, confusa, reiterativa… lo que se le ocurra en el instante. Lo
importante es que con la acción pueda otorgarle una pequeña ventana de
tiempo al experto para que ordene sus ideas, al tiempo que corta el hilo y
la cadencia que en ese momento tenía el interrogatorio de la contraparte1745.
Por último, otra función del litigante en esta instancia es estar muy atento
a las respuestas que otorgue el perito que ha presentado. De este modo, si el
experto incurre en algún error, imprecisión u omisión relevante, procederá
que solicite reinterrogarlo una vez finalizado el contraexamen1746. Así podrá
aclarar esos puntos ante el tribunal.

Al respecto, el artículo 330 del Código Procesal Penal señala: “En sus interrogatorios,
1744

las partes que hubieren presentado a un testigo o perito no podrán formular sus preguntas de
tal manera que ellas sugirieren la respuesta. Durante el contrainterrogatorio, las partes podrán
confrontar al perito o testigo con sus propios dichos u otras versiones de los hechos presentadas
en el juicio. En ningún caso se admitirán preguntas engañosas, aquéllas destinadas a coaccionar
ilegítimamente al testigo o perito, ni las que fueren formuladas en términos poco claros para ellos”.
Hace aprox. 15 años, cuando trabajaba aún en el SML, sucedió en un juicio oral el
1745

escenario descrito. El abogado defensor me tenía inteligentemente acorralado con sus pregun-
tas. Por más que yo miraba al fiscal, este hacía caso omiso a mis gestos. Finalizada la jornada,
le pregunté por qué no había objetado nada. Y la respuesta fue insólita: “Lo que pasa es que
teníamos un pacto de no agresión con el colega”. O sea, habían acordado no objetar mutua-
mente ninguna pregunta.
El artículo 329 del Código Procesal Penal establece (entre otros): “A solicitud de alguna
1746

de las partes, el tribunal podrá autorizar un nuevo interrogatorio de los testigos o peritos que
ya hubieren declarado en la audiencia”.
Prueba pericial, litigación con peritos y medicina legal 903

Cabe entender entonces que el éxito de una declaración no está bajo


el control absoluto del experto. Uno aporta una herramienta y su correcto
uso depende de las habilidades de litigación del abogado de la parte que lo
presenta. Y, lamentablemente, no siempre son las mejores. A veces –como
lo demuestra el extracto de la siguiente sentencia– lo que haga o deje de
hacer el litigante condiciona la credibilidad del perito.

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